AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una mirada cambia el rumbo de la eternidad. #Privado
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Re: Una mirada cambia el rumbo de la eternidad. #Privado
Frente al espejo acomodó su ostentoso traje. Observó desde todo ángulo sus perfiles. Algo no andaba bien con él esta noche. Rendido en su propio enfermo perfeccionismo fijo su mirada en el reflejo del espejo; nada andaba mal con el esa noche. Su mirada difuminaba frivolidad y cinismo a doquier. Se sonrió, torciendo los labios hacia un lado. Desvió la vista hacia un lado, visualizando a Rosiemarie tras él, quien pacientemente sostenía una bandeja en la que permanecía un vaso de sangre fresca de su última victima, y junto a este descansaba su pañuelo bordó, que sería el toque para su atuendo.
~ ¿Tan solo eso restó? ~ Preguntó con arrogancia, volteo y tomó el vaso mirando a Rose. ~ Recuérdeme contratar un sastre ~ bebió de este con calma, sin importarle las horas perdidas en haber decidido finalmente de que forma asistir al evento.
- Desde luego. Pero está llegando tarde. Por si no lo ha notado, han pasado casi dos horas. - Contestó la mujer, mientras le extendía el pañuelo para que terminase de vestir.
~ Desde luego, lo sé, Rose. Pero presencias como la mía son mejor recibidas junto a la espera. Además, sería ofender la opulencia de la fiesta no sentirme cómodo en mis prendas. ~ Sonrió. Su arrogancia solo era superada por sus ánimos de destacar. Volteó, no sin dejar antes el vaso casi vacío nuevamente sobre la bandeja. Colocó el costoso pañuelo de seda sobre su nuca, con movimientos fríamente calculados lo acomodó a la perfección. Naturalmente siempre lucía impecable, sobrenaturalmente impecable, y aún así se esforzaba por mejorar su apariencia.
Volteó, a sabiendas que Rose lo esperaba con su colonia en mano dispuesta a colocarla. ~ Casi lo olvido... ~ Lucifer tomó del vaso y bebió el resto del delicioso elixir, mientras la mujer perfumaba su pañuelo, sus hombros y la zona de su cuello. ~ Conoces mis horarios. ~ Agregó dejando nuevamente el vaso de donde lo había tomado. ~ Descansa. ~ Sin mas preámbulos se dirigió a la salida de su cuarto, salteando un par de cuerpos femeninos tendidos en el piso.
Fuera, frente a la puerta principal, lo esperaba su chofer, quien le abrió la puerta del carruaje. Y tras subir emprendió el camino hacia la fiesta, con el frente coronado con sus dos mejores caballos; Sokar, un macho de proporciones imponentes y un comportamiento temperamental que solo regulaba su acompañante; Baset, una hembra que su figura la diferenciaba claramente al opuesto.
En el trayecto, el inmortal se mantuvo sumido en pensamientos sin sentido. Pensamientos que no llegarían a ninguna parte; no por esa noche. Sin nada relevante en que pensar, o de lo cual preocuparse, el viaje se volvía un verdadero peso. Corrió las cortinas observando el bosque levantarse a orillas del camino se mantuvo absorto en la nada. Sin ser consciente del tiempo que llevaba en viaje, pero supo que estaba próximo al notar como el bosque se iba alejando en medida que avanzaban.
Ya aun corto tramo, observó por la ventanilla la figura de una mujer no muy lejos. Poco tiempo bastó para pasar por su lado. El inmortal, quien por su condición estaba dotado de los sentidos mas avanzados que el resto de las razas captó su rostro de inmediato, el cual llamó mucho mas que su atención. Sin darse lujos de esperar, golpeó la madera de la carroza con vigor. Provocando un leve crujir de la misma. De inmediato el chofer detuvo a los caballos, deteniéndose a poca distancia de donde había sido avisado.
Sin querer esperar por vagos rituales, abrió la puerta de la carroza por si mismo y descendió bajo la mirada expectante de su chofer quien a grandes rasgos no comprendía su comportamiento. Se mantuvo de pié, con la vista fija en el movimiento de la mujer que paso a paso se alejaba aún mas de su presencia. La cual parecía ser obviada por completo. Caminó en su dirección, centrando su atención en el crujir del suelo bajo sus pies y en la mujer. Confuso, y abrumado entre la curiosidad y la duda su vista se nublo levemente, todo aquello que le rodeaba cambiaba de forma... Cerró sus ojos, esperando a que aquel espejismo se disipara con la misma rapidez que había aparecido. Deliraba, sin necesidad de padecer la sed.
Mantuvo sus pasos firmes y al volver a ver, el bosque se había transformado en planicie arenosa, frente a él la figura de la mujer caminaba luciendo un atuendo típico de la época en la que sabía había nacido; y aquello era lo único que sabía con certeza... Frustrado por los engaños de su mente, fregó sus ojos con los dedos de su mano izquierda.
Al volver abrir sus ojos las visiones se habían disipado. Al retomar la conciencia, supo que no era el único con interés en la mujer. A lo lejos, sobre el borde del bosque, una figura oscura se erguía observando sus movimientos. Si no fuere excepcionalmente poderoso, probablemente estaría lamentando su estúpida distracción, en cambio levanto su mano; saludando al oponente que sobrada arrogancia.
~ Madame. ~ Hablo con marcada seguridad, pero probablemente no lo suficientemente fuerte para ser oído por un mortal. ~ Señorita... ~ Aún seguía los pasos de la mujer con actitud calma, a paso de hombre. Esperando que esta hubiere podido oír sus palabras. Por un instante se cuestionó si lo que veía era real, o simplemente una treta mas de su mente; pero al oír los pasos de aproximación del inmortal en la espesura del bosque, bloqueó la idea por completo. Se adelantó abusando de su agilidad y en un instante estuvo a sus espaldas. Sin palabras ya las cuales pronunciar, y ante la constante amenaza que intentaba priorizar el segundo, la tomó del brazo volteándola contra su voluntad.
Él, fijo su vista en la totalidad de su rostro. Se mantuvo estático, aún sosteniendo su brazo. Su vista volvía a ser borrosa, pero se resistió a caer bajo la debilidad de su mente, parpadeó al mismo tiempo que intentó tragar vagamente aquel nudo que se producía en su garganta. Centró su vista en los ojos de la mujer, forzándose a permanecer en el sitio.
~ ¿Tan solo eso restó? ~ Preguntó con arrogancia, volteo y tomó el vaso mirando a Rose. ~ Recuérdeme contratar un sastre ~ bebió de este con calma, sin importarle las horas perdidas en haber decidido finalmente de que forma asistir al evento.
- Desde luego. Pero está llegando tarde. Por si no lo ha notado, han pasado casi dos horas. - Contestó la mujer, mientras le extendía el pañuelo para que terminase de vestir.
~ Desde luego, lo sé, Rose. Pero presencias como la mía son mejor recibidas junto a la espera. Además, sería ofender la opulencia de la fiesta no sentirme cómodo en mis prendas. ~ Sonrió. Su arrogancia solo era superada por sus ánimos de destacar. Volteó, no sin dejar antes el vaso casi vacío nuevamente sobre la bandeja. Colocó el costoso pañuelo de seda sobre su nuca, con movimientos fríamente calculados lo acomodó a la perfección. Naturalmente siempre lucía impecable, sobrenaturalmente impecable, y aún así se esforzaba por mejorar su apariencia.
Volteó, a sabiendas que Rose lo esperaba con su colonia en mano dispuesta a colocarla. ~ Casi lo olvido... ~ Lucifer tomó del vaso y bebió el resto del delicioso elixir, mientras la mujer perfumaba su pañuelo, sus hombros y la zona de su cuello. ~ Conoces mis horarios. ~ Agregó dejando nuevamente el vaso de donde lo había tomado. ~ Descansa. ~ Sin mas preámbulos se dirigió a la salida de su cuarto, salteando un par de cuerpos femeninos tendidos en el piso.
Fuera, frente a la puerta principal, lo esperaba su chofer, quien le abrió la puerta del carruaje. Y tras subir emprendió el camino hacia la fiesta, con el frente coronado con sus dos mejores caballos; Sokar, un macho de proporciones imponentes y un comportamiento temperamental que solo regulaba su acompañante; Baset, una hembra que su figura la diferenciaba claramente al opuesto.
En el trayecto, el inmortal se mantuvo sumido en pensamientos sin sentido. Pensamientos que no llegarían a ninguna parte; no por esa noche. Sin nada relevante en que pensar, o de lo cual preocuparse, el viaje se volvía un verdadero peso. Corrió las cortinas observando el bosque levantarse a orillas del camino se mantuvo absorto en la nada. Sin ser consciente del tiempo que llevaba en viaje, pero supo que estaba próximo al notar como el bosque se iba alejando en medida que avanzaban.
Ya aun corto tramo, observó por la ventanilla la figura de una mujer no muy lejos. Poco tiempo bastó para pasar por su lado. El inmortal, quien por su condición estaba dotado de los sentidos mas avanzados que el resto de las razas captó su rostro de inmediato, el cual llamó mucho mas que su atención. Sin darse lujos de esperar, golpeó la madera de la carroza con vigor. Provocando un leve crujir de la misma. De inmediato el chofer detuvo a los caballos, deteniéndose a poca distancia de donde había sido avisado.
Sin querer esperar por vagos rituales, abrió la puerta de la carroza por si mismo y descendió bajo la mirada expectante de su chofer quien a grandes rasgos no comprendía su comportamiento. Se mantuvo de pié, con la vista fija en el movimiento de la mujer que paso a paso se alejaba aún mas de su presencia. La cual parecía ser obviada por completo. Caminó en su dirección, centrando su atención en el crujir del suelo bajo sus pies y en la mujer. Confuso, y abrumado entre la curiosidad y la duda su vista se nublo levemente, todo aquello que le rodeaba cambiaba de forma... Cerró sus ojos, esperando a que aquel espejismo se disipara con la misma rapidez que había aparecido. Deliraba, sin necesidad de padecer la sed.
Mantuvo sus pasos firmes y al volver a ver, el bosque se había transformado en planicie arenosa, frente a él la figura de la mujer caminaba luciendo un atuendo típico de la época en la que sabía había nacido; y aquello era lo único que sabía con certeza... Frustrado por los engaños de su mente, fregó sus ojos con los dedos de su mano izquierda.
Al volver abrir sus ojos las visiones se habían disipado. Al retomar la conciencia, supo que no era el único con interés en la mujer. A lo lejos, sobre el borde del bosque, una figura oscura se erguía observando sus movimientos. Si no fuere excepcionalmente poderoso, probablemente estaría lamentando su estúpida distracción, en cambio levanto su mano; saludando al oponente que sobrada arrogancia.
~ Madame. ~ Hablo con marcada seguridad, pero probablemente no lo suficientemente fuerte para ser oído por un mortal. ~ Señorita... ~ Aún seguía los pasos de la mujer con actitud calma, a paso de hombre. Esperando que esta hubiere podido oír sus palabras. Por un instante se cuestionó si lo que veía era real, o simplemente una treta mas de su mente; pero al oír los pasos de aproximación del inmortal en la espesura del bosque, bloqueó la idea por completo. Se adelantó abusando de su agilidad y en un instante estuvo a sus espaldas. Sin palabras ya las cuales pronunciar, y ante la constante amenaza que intentaba priorizar el segundo, la tomó del brazo volteándola contra su voluntad.
Él, fijo su vista en la totalidad de su rostro. Se mantuvo estático, aún sosteniendo su brazo. Su vista volvía a ser borrosa, pero se resistió a caer bajo la debilidad de su mente, parpadeó al mismo tiempo que intentó tragar vagamente aquel nudo que se producía en su garganta. Centró su vista en los ojos de la mujer, forzándose a permanecer en el sitio.
Lucifer- Vampiro Clase Alta
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Re: Una mirada cambia el rumbo de la eternidad. #Privado
Absorbido por algo que desconocía el inmortal permaneció en silencio dejando que la mujer zafase de sus garras con mucha facilidad. Aún sostuvo su mirada mientras la sombra de su pasado nublaba intermitente su vista. Volteo el rostro en dirección al bosque, el vampiro había retrocedido a las sombras, pero ello no impedía que pudiere seguir visualizándolo entre las tinieblas.
Al volver el rostro hacia la mujer, quien apenas notaba no era morena, si no, claramente rubia, de piel nívea y con ojos dignos de ser exhibidos en una galería de arte; reaccionó. ~ Lo lamento, My Lady, mas este no es el lugar correcto para sostener una conversación ~ Olvidaba de rituales, de modales. No podía estar siguiendo protocolos imbéciles con la presencia fatigante del ser que acechaba la sombra de la mujer. Y al fin de cuentas; ¿Cuanto le importaba a él?, era una simple mortal, probablemente la futura presa de quien vigilaba atentamente desde las sombras. ¿Qué le valía a él entrometerse? Los asuntos ajenos no le incumbían en lo mas mísero. Sin embargo, ¿quien se entrometía en las cuestiones de quién?. Lucifer no cedería a su curiosidad.
Desvió una mirada altanera nuevamente a la posición del segundo vampiro, quien debía ser lo suficientemente poderoso para insistir con su permanencia, o lo bastante estúpido para enfrentarle. ~ ¿No cree que prevalecer a estas horas de la noche, junto al bosque, comprende un alto riesgo para usted? ~ Indicó con su mano en dirección a las sombras. Pausó por un momento, notando sus faltas desde un comienzo.
~ Disculpe mi mala educación, pero insisto... No creo que sea momento ni lugar para sostener esta conversación. Concédame el honor de acercarla a su morada. ~ Acotó aquellas últimas palabras, casi disperso, su mente estaba en la presencia del segundo en aquel instante... Esperaba una estocada traicionera.
Al volver el rostro hacia la mujer, quien apenas notaba no era morena, si no, claramente rubia, de piel nívea y con ojos dignos de ser exhibidos en una galería de arte; reaccionó. ~ Lo lamento, My Lady, mas este no es el lugar correcto para sostener una conversación ~ Olvidaba de rituales, de modales. No podía estar siguiendo protocolos imbéciles con la presencia fatigante del ser que acechaba la sombra de la mujer. Y al fin de cuentas; ¿Cuanto le importaba a él?, era una simple mortal, probablemente la futura presa de quien vigilaba atentamente desde las sombras. ¿Qué le valía a él entrometerse? Los asuntos ajenos no le incumbían en lo mas mísero. Sin embargo, ¿quien se entrometía en las cuestiones de quién?. Lucifer no cedería a su curiosidad.
Desvió una mirada altanera nuevamente a la posición del segundo vampiro, quien debía ser lo suficientemente poderoso para insistir con su permanencia, o lo bastante estúpido para enfrentarle. ~ ¿No cree que prevalecer a estas horas de la noche, junto al bosque, comprende un alto riesgo para usted? ~ Indicó con su mano en dirección a las sombras. Pausó por un momento, notando sus faltas desde un comienzo.
~ Disculpe mi mala educación, pero insisto... No creo que sea momento ni lugar para sostener esta conversación. Concédame el honor de acercarla a su morada. ~ Acotó aquellas últimas palabras, casi disperso, su mente estaba en la presencia del segundo en aquel instante... Esperaba una estocada traicionera.
Lucifer- Vampiro Clase Alta
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Re: Una mirada cambia el rumbo de la eternidad. #Privado
Lucifer oyó sus palabras. Pero constantemente desviaba su vista hacia el mequetrefe que osaba por amenazar con su pobre fuerza su presencia, a lo cual no podía responder con un acto de demostración de su fuerza. Su adversario lo retaba a revelarse; pero de hacerlo, de tan siquiera desenvolver su poder frente a la mujer, probablemente correría despavorida en la dirección opuesta. La situación lo frustraba, aun que se negaba en demostrarlo, ya que su cuerpo lucía relajado, aun que firme en su convicción.
~ Ya he dicho que lamento mi intromisión, Madame. ~ Repite con un ligero tono de exasperación, ¿Qué mas esperaba aquella mujer?. ~ Es muy respetable sus términos de educación, pero la situación a meritaba mi comportamiento. ~ Sonríe tacaño por sus palabras siguientes, y a pesar que admiraba sus agallas, él sabía mejor que ella la realidad que escondía la noche en París, lo sabía por cuenta propia.
Una nueva oleada de poder se acentuó sobre él, volteó el rostro con los rasgos de un asesino en dirección al vampiro al margen de la conversación. Relamió sus labios ligeramente, estar ignorándolo era una humillación para si, y en lo que él consideraba una falta de respeto hacia tal potencial adversario. Cerró los ojos con fuerza, obedeciendo su razón a contra de su instinto. Y la sorpresa se hizo carne al sentir los empujones de la mujer en su espalda, quien era tan necia y obstinada como él en su convicción de alejarla del peligro, sin motivo real de ser.
El inmortal volteó sobre si, fijando su vista en la mujer, sin hacer el menor comentario. Sonrió de lado con mezquindad. Sus ojos mostraban cierta medida de sorpresa. La mujer no era al igual que tantas otras cuales había cruzado por su existencia, ni con las que habría tratado, ni llevado a sus aposentos. Ladeó el rostro ligeramente, con la vista fija en ella como si apreciara una joya muy costosa. ~ Es verdad, llevaba apuro, mi señora. ~ Comentó sin darle verdadero interés a sus propias palabras. Se apartó del camino, dando la espalda al bosque y al engendro que buscaba llevar a pleito la pertenencia de la "presa". Estiró uno de sus brazos en dirección a la carroza. ~ Si me permite, Madame, seguiré sus pasos hasta mi carroza. ~ Aquel comportamiento sutil y educado estaba colmando sus cuerdas vocales, pero había notado con claridad que a otro trato la mujer no respondería.
El inmortal corrió su rostro ligeramente mas hacia el costado, observando de reojo el bosque, sin dar con la figura sinuosa del vampiro, aun que duda, que por su insistencia hubiese cambiado de pareceres.
~ Ya he dicho que lamento mi intromisión, Madame. ~ Repite con un ligero tono de exasperación, ¿Qué mas esperaba aquella mujer?. ~ Es muy respetable sus términos de educación, pero la situación a meritaba mi comportamiento. ~ Sonríe tacaño por sus palabras siguientes, y a pesar que admiraba sus agallas, él sabía mejor que ella la realidad que escondía la noche en París, lo sabía por cuenta propia.
Una nueva oleada de poder se acentuó sobre él, volteó el rostro con los rasgos de un asesino en dirección al vampiro al margen de la conversación. Relamió sus labios ligeramente, estar ignorándolo era una humillación para si, y en lo que él consideraba una falta de respeto hacia tal potencial adversario. Cerró los ojos con fuerza, obedeciendo su razón a contra de su instinto. Y la sorpresa se hizo carne al sentir los empujones de la mujer en su espalda, quien era tan necia y obstinada como él en su convicción de alejarla del peligro, sin motivo real de ser.
El inmortal volteó sobre si, fijando su vista en la mujer, sin hacer el menor comentario. Sonrió de lado con mezquindad. Sus ojos mostraban cierta medida de sorpresa. La mujer no era al igual que tantas otras cuales había cruzado por su existencia, ni con las que habría tratado, ni llevado a sus aposentos. Ladeó el rostro ligeramente, con la vista fija en ella como si apreciara una joya muy costosa. ~ Es verdad, llevaba apuro, mi señora. ~ Comentó sin darle verdadero interés a sus propias palabras. Se apartó del camino, dando la espalda al bosque y al engendro que buscaba llevar a pleito la pertenencia de la "presa". Estiró uno de sus brazos en dirección a la carroza. ~ Si me permite, Madame, seguiré sus pasos hasta mi carroza. ~ Aquel comportamiento sutil y educado estaba colmando sus cuerdas vocales, pero había notado con claridad que a otro trato la mujer no respondería.
El inmortal corrió su rostro ligeramente mas hacia el costado, observando de reojo el bosque, sin dar con la figura sinuosa del vampiro, aun que duda, que por su insistencia hubiese cambiado de pareceres.
Lucifer- Vampiro Clase Alta
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Re: Una mirada cambia el rumbo de la eternidad. #Privado
Espasmos. Su mente volvía a nublarse. Su vista se había perdido en los ojos marinos de la mujer frente a si. Mas sus ojos ya no eran celestinos, él los veía camuflarse lentamente a café oscuro. El cabello de la hermosa dama que se erguía con majestuosidad frente al vampiro desposeía su cabello dorado; ahora era castaño a su vista y caía liso y llano sobre la piel de sus hombros, piel morena castigada por los rayos de Ra. El inmortal inclinó su rostro levemente, mientras la voz de la joven se confundía entre los sonidos que su memoria traía ahora al escenario. Los labios carmines de aquella réplica morena intentaban decirle algo, y este al intentar oírle fruncía su ceño levemente. Los ojos de Lucifer podrían facilmente haber destellado. Algo en la imagen de aquella mujer lo arrastraban desmedidamente, tal como si fuera un trozo perdido de si mismo.
Los agudos oídos de la bestia percibieron el crujir de una rama no muy lejos en sentido contrario al bosque, el cual ahora sustituía columnas y columnas de infinitas dumas bañadas bajo el reflejo de la luna. Lucifer volteó, perdiendo aquel oasis al despegar la vista de la humana. ~ Por favor, Madame. ~ Murmuró caminando hacia el carruaje detrás de la fina silueta de la dama ~ Su presencia en mi carruaje me llenará de honor. ~ Se colocó delante de la puerta, a punto de subir escucho el susurro de una brisa ya ausente. Presintió el movimiento ligero de una pluma tras el carruaje y sonrió torcido. Dirigió su vista hacia la parte trasera cual animal divisa su presa. Sin decir nada, mientras la dama se acomodaba dentro del mismo, caminó con ligereza, moviéndose luego cual fuera una sombra.
Los ojos del demonio se encontraron frente a frente con su contrincante. Los músculos en el rostro de Lucifer se relajaron, mostrando una sonrisa leve y cínica. Inmediatamente tomó el cuello ajeno del vampiro y mutiló cada hueso de su garganta para ahogar todo grito. Con tal fuerza descomunal podría haber desgarrado la piel del cuello hasta que su cabeza se desprendiera del resto de su cuerpo. Sin embargo, este hundió su mano en el costado izquierdo del pecho, tomando el corazón y arrancándolo sin piedad del cuerpo ajeno. Sin palabras mediadas. Ni oportunidad para la clemencia. Se inclinó, bajando el cuerpo y soltándolo a altura para que no emitiese sonido alguno. Observó el corazón en su mano; casi lamentaba no poder llevarlo como trofeo. Dejó una mueca de inconformidad en su rostro al tiempo que abría su palma y dejaba que el órgano ensangrentado rodara por su mano y cayera junto al cuerpo. Los parisinos agradecerían su muerte; de una manera u otra.
Lucifer volteó y tomó el pañuelo dentro del bolsillo de su pantalón y limpió su mano con esmero. Subió al carruaje y observó a la dama con una sonrisa victoriosa, escuchando con agrado sus palabras. ~ Puedo comprender perfectamente sus motivos, My Lady. ~ Enfatizó sin dejar de fregar su mano con la fina tela de su pañuelo. ~ París está llena de peligros, por lo tanto sus modales me resultan completamente bien afirmados. ~ El vampiro tomó un botellón el cual poseía agua y humedeció el pañuelo para limpiar su mano, dado que la sangre es sumamente insistente y este lo sabe.
~ Jeanne. Es un nombre agradable. Es un placer tenerle a bordo en mi no muy humilde carruaje ~ Lucifer, volteó el rostro y asintió a su cochero, el cual cerró para ellos la puerta y pudo oírse a este subir a la carrocería, dando el mando a los corceles de volver al movimiento. ~ Me hubiera gustado saltar las presentaciones. Seguramente querrá saber mi nombre, no sería de menos. ~ El vampiro se sonrió de lado mostrando sus dientes perfectos y perlados.
Dejando ya de lado el pañuelo abrió una de las cortinas y desvió la vista hacia afuera. ~ Mi nombre es Lucifer. ~ Sus penetrantes ojos café se fijaron en el fino rostro de la dama. ~ Tal así como el ángel mas hermoso de la creación. ~ Extendió entonces él, una sonrisa marcada en su rostro, plagada en arrogancia y autosuficiencia. ~ Pero ha de aceptar que no resulta tan agradable como el suyo... Y estoy conforme con ello. ~ agrego.
Los agudos oídos de la bestia percibieron el crujir de una rama no muy lejos en sentido contrario al bosque, el cual ahora sustituía columnas y columnas de infinitas dumas bañadas bajo el reflejo de la luna. Lucifer volteó, perdiendo aquel oasis al despegar la vista de la humana. ~ Por favor, Madame. ~ Murmuró caminando hacia el carruaje detrás de la fina silueta de la dama ~ Su presencia en mi carruaje me llenará de honor. ~ Se colocó delante de la puerta, a punto de subir escucho el susurro de una brisa ya ausente. Presintió el movimiento ligero de una pluma tras el carruaje y sonrió torcido. Dirigió su vista hacia la parte trasera cual animal divisa su presa. Sin decir nada, mientras la dama se acomodaba dentro del mismo, caminó con ligereza, moviéndose luego cual fuera una sombra.
Los ojos del demonio se encontraron frente a frente con su contrincante. Los músculos en el rostro de Lucifer se relajaron, mostrando una sonrisa leve y cínica. Inmediatamente tomó el cuello ajeno del vampiro y mutiló cada hueso de su garganta para ahogar todo grito. Con tal fuerza descomunal podría haber desgarrado la piel del cuello hasta que su cabeza se desprendiera del resto de su cuerpo. Sin embargo, este hundió su mano en el costado izquierdo del pecho, tomando el corazón y arrancándolo sin piedad del cuerpo ajeno. Sin palabras mediadas. Ni oportunidad para la clemencia. Se inclinó, bajando el cuerpo y soltándolo a altura para que no emitiese sonido alguno. Observó el corazón en su mano; casi lamentaba no poder llevarlo como trofeo. Dejó una mueca de inconformidad en su rostro al tiempo que abría su palma y dejaba que el órgano ensangrentado rodara por su mano y cayera junto al cuerpo. Los parisinos agradecerían su muerte; de una manera u otra.
Lucifer volteó y tomó el pañuelo dentro del bolsillo de su pantalón y limpió su mano con esmero. Subió al carruaje y observó a la dama con una sonrisa victoriosa, escuchando con agrado sus palabras. ~ Puedo comprender perfectamente sus motivos, My Lady. ~ Enfatizó sin dejar de fregar su mano con la fina tela de su pañuelo. ~ París está llena de peligros, por lo tanto sus modales me resultan completamente bien afirmados. ~ El vampiro tomó un botellón el cual poseía agua y humedeció el pañuelo para limpiar su mano, dado que la sangre es sumamente insistente y este lo sabe.
~ Jeanne. Es un nombre agradable. Es un placer tenerle a bordo en mi no muy humilde carruaje ~ Lucifer, volteó el rostro y asintió a su cochero, el cual cerró para ellos la puerta y pudo oírse a este subir a la carrocería, dando el mando a los corceles de volver al movimiento. ~ Me hubiera gustado saltar las presentaciones. Seguramente querrá saber mi nombre, no sería de menos. ~ El vampiro se sonrió de lado mostrando sus dientes perfectos y perlados.
Dejando ya de lado el pañuelo abrió una de las cortinas y desvió la vista hacia afuera. ~ Mi nombre es Lucifer. ~ Sus penetrantes ojos café se fijaron en el fino rostro de la dama. ~ Tal así como el ángel mas hermoso de la creación. ~ Extendió entonces él, una sonrisa marcada en su rostro, plagada en arrogancia y autosuficiencia. ~ Pero ha de aceptar que no resulta tan agradable como el suyo... Y estoy conforme con ello. ~ agrego.
Lucifer- Vampiro Clase Alta
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