Ojos de cristal (priv)

por Invitado Lun Nov 19, 2012 1:16 pm

Pequeños toques hacen grandes rasgos

La dulce melodía del anochecer, el silencio reinando en las profundidades de mi habitación. Cuatro paredes que me rodean, protegiéndome de la atadura del sol. Puedo sentirlo, puedo sentir como aquel sol tan hermoso y brillante, que nunca podré volver a ver, que desaparece. Se va hacía el otro hemisferio del mundo. A atormentar a otras criaturas como yo. Nos deja una libertad de al menos nueve horas. Nos permite salir y al fin dejar nuestros aposentos. Dulce néctar de la noche, al fin puedo saborear la luna una noche mas. Como un ave galopante salí hacía el balcón. Me tomé de las barandas y una sonrisa me ondeo por completo. La brisa, tan cálida comparado con mi piel fría y perlada. Las asperezas y la suavidad de mi piel se hacían presentes contra el roce de la pared. Pues con un rápido salto, me vi desprendiendo hacia abajo mi cuerpo.

Caí de casi siete metros desde mi balcón y aterrice como una hermosa paloma blanca. Sonreí con una fuerza inmemorable y empecé a caminar por mi jardín. Que jardín tan hermoso las flores con colores tan vivos, me preguntaba como se verían con el sol dándoles de lleno sobre el rostro coloreado que llevaban. La fuente y la glorieta y en medio de esta última, un hermoso piano color blanco, barnizado y cuidado. Un suspiro salió de mis labios y recorrí con una mano aquella seductora madera. Empezando a caminar, pasando por cerca de la entrada al bosque, y volviendo por la parte principal. Empecé a caminar hacia la puerta general, pasando por al lado de los dos carruajes de la mansión, acariciando con una de mis manos todo lo que podía tocar. Nunca me cansaba, la emoción de aquellas cosas con vida propia. Era alucinante.

Me fui acercando hasta las rejas y con suavidad me recargue sobre ellas. Eran casi las ocho de la noche. El verano parisiense y el olor a fluidos humanos emanaba por todas las partes que se podía. Que hermoso aroma, el olor a sangre y vida. A almas encarceladas en hermosos cuerpos. Y yo me preguntaba, que sería esa noche de mi? Que me depararán estos confines del mundo. Que es lo que haré hasta que nuevamente el sol vuelva a atormentar con esa devastadora presencia. Sangre. Es hora de alimentarse, y la comida no llega. Deseo encontrar sabor humano en mis labios en este preciso momento. Es necesario. Lo deseo, aunque realmente actualmente no lo necesito. Pues el hambre no es peligrosa. Solo es un tintineo en mi garganta, buscando deseoso algo que comer.

por **Celestine Arceneau** Mar Nov 20, 2012 1:55 pm

Por una vez en mi vida, la había pasado muy bien, mis padres habían quedado ir a tomar el té con una familia adinerada, como todas con las que se juntan, y no tuvieron más remedio que llevarme con ellos aunque no les gustara, porque esa familia ya me conocía de antes, creo que desde que soy un bebe, no tienen niños de mi edad pero sus hijos mayores siempre son buenos conmigo, y esa tarde no fue la excepción. Nos divertimos jugando con sus viejos juguetes y después en el jardín, aunque yo siempre vigilaba no mancharme para no enojar a mis padres. Fue la tarde más divertida de toda mi vida, y el sol parecía disfrutar de mi felicidad porque brillaba con mucha fuerza. Pero todo tiene su fin. Cuando el sol comenzaba a ocultarse, fue la hora de ir despidiéndonos de la familia, pero no fuimos a casa, mis padres querían comprarse unas cosas antes de volver, detuvieron el auto y se bajaron, dejándome atrás. Creí que quería que los siguiera entonces también bajo y los sigo… pero rápidamente los pierdo de vista…

Y ahí estoy ahora…. En medio de una calle poco concurrida. Decido que lo mejor sería volver al auto y esperarlos ahí. Me doy media vuelta para empezar a caminar rumbo al auto, esquivo a las personas que como mis padres parece que no se fijan a quien tienen adelante. De golpe me detengo, ¿el carruaje estaba tan lejos? Miro alrededor.

“Debe estar más allá….”

Pienso y retomo mi andar, pero enseguida me doy cuenta que no es el camino correcto, Las casas que se ven a mi alrededor no las conozco, es más, creo que nunca vine por acá… empiezo a asustarme cada vez mas, con cada minuto que avanza la noche mi corazón empieza a temblar cada vez más rápido por el miedo. Vuelvo a mirar alrededor…. Tal vez lo mejor sería regresar por donde vine…. Con esa idea en mi mente empiezo a caminar, pero en lugar de volver al lugar donde estaba me pierdo aún más. Detengo mis pasos cuando al levantar la vista veo que tras la mansión frente a mi se pueden ver enormes árboles, mostrando el inicio de los bosques. Estoy totalmente perdida, mi casa no queda cerca de los bosques… ¿Dónde estoy?

Mis grandes ojos celestes que normalmente brillan de felicidad, aunque sea fingida, ahora siguen brillando pero por lágrimas contenidas de miedo. Estoy en un lugar que no conozco, sola, en la noche, lejos de casa y de mis padres que…. Quien sabe si se darán cuenta que no estoy o si querrán darse cuenta que no estoy con ellos. Solo me quedo quieta junto a las enormes rejas con mi cabeza mirando el suelo bajo mis zapatitos blancos, al igual que mi vestidito.

por Invitado Jue Feb 21, 2013 12:53 am

"Eres un sol, en medio de una terrible y solitaria oscuridad"

Y de repente, como si fuese un destello de luz, mis ojos negros profundos, empezaron a mirar hacia un punto fijo. Podía observar a lo lejos una pequeña criatura, no estaba realmente consciente de quien podría ser. No parecía tener mucho volumen, sus pies se arrastraban por el piso, sin el menor deje de sigilo. Pero aún así, no provocaban demasiado ruido, es como si aquel cuerpo, no tuviese la suficiente fuerza, para quebrar una rama del piso y provocar un sonoro ruido... No. Todo era en silencio, el olor a un humano se impregnaba en mi nariz y solo me deje caer sobre el pavimento que había alrededor de las rejas de la casa, apoyándome en la columna de un costado. Curvé una pierna y dejé reposar un codo sobre esta. Aquella alma estaba desesperandome. Pero al fin pude ver, mi pecho se agito al ver unos enormes ojos celestes, tan profundos, tan hermosos. Con una elipse negra gigante en el medio de sus ojos. Me fui levantando, arrastrando suavemente mi espalda por la columna hasta quedar de pie. No hacía ruido. La oscuridad total me envolvía, y aquellas características de vampiro provocaban que siquiera respiración salga de mi cuerpo.

-Que hacéis aquí?

Pregunte saliendo de la oscuridad dejando ver mi rostro. Mis ojos rasgados la miraban fijamente. Una niña. Que hacía una niña por estos aposentos? Por que cargaba con esos ojos? Que simplemente me hipnotizaban. Siempre había tenido una extraña sensación cuando los ojos claros de las personas me miraban, pues nunca, hasta hacía dos años, había visto esa clase de formas y colores en las vistas ajenas. No tenía idea de que existía la posibilidad de tener otro color de ojos que no sea negro. Y eso me atormentaba.
Mordí mis labios suavemente y poco a poco, a la mereced de aquellos parpados, de esa humedad que se denotaba en sus pupilas me fui agachando. Hasta quedar a su altura, mirándola fijamente. Mi rostro estaba blanco y algo frío. La falta de sangre era lo que provocaba tales rasgos. Pero aún así llevaba un deje de armonía y seducción. Que los humanos, pocas veces, podían obviar.

-... No responderéis?. Y no lloréis... Os habéis perdido?

Cerré mis ojos y con un suspiro alargué la mano pasándola por entre medio de las rejas. Me sentía mal de estar separado por ellas. Pero podría saltarlas de querer hacerlo. Ya que las llaves no las llevaba conmigo. No entendía exactamente la situación de aquella muchachita, tan blanca, tan pura. Aquel hermoso vestido de tafetán blanco, con los zapatitos haciendo juego, y esos cabellos largos y rubios. Es como si fuese mi contra. Pues mis cabellos eran negros al igual que mis ojos. Y mi vestimenta también estaba oscura. Creo que lo único que compartíamos era una lechosa piel color nívea.
Al pasar la mano por las rejas, la acerqué a ella y solo la moví a los lados, como si quisiera saludarla. La realidad es que odiaba a los niños no entendía por que existían. Por que no nacían grandes. Pero aquella situación en la que me encontraba, me provocaba un poco de tristeza y preocupación. Como un instinto escondido, que emanaba de mí. Obligándome a querer cuidar y fijarme que nada le ocurra, no al menos en mi presencia.[/u]

off rol:

Ella nada respondía, simplemente era un ser que parecía vagar por un lugar desconocido, Hero se preguntaba si era un fantasma, una ilusión o una simple fantasía suya. Como fuere nada iba a sacar de ello y aun mirándola empezó a irse hacia atrás. Con algo de timidez se agarró a una columna, de repente el miedo lo invadía. El solo hecho de haber pensado en que era un ser errante empezaba a atormentarlo y con ello la desesperación lo cautivó y sin poder dar motivo alguno se escabulló hacía en interior de la mansión nuevamente, agitado, empezaba a imaginar el ruido de los cuervos. Nicolás! Esos eran los pensamientos del pequeño asiático, lo buscaba, se resbalaba y al final, terminaba tirado en el piso, molesto con todo aquello dio un salto para quedar nuevamente en su balcón, haciendo caso omiso de todo lo que había pasado, se apretaba firmemente y mirando hacia un horizonte imaginado buscaba algo. Un lynce? Un gato? Estaba buscando a su adorada Camila, aquella gatita que tanto amaba. Y al primer movimiento para poder escapar de la casa, dio un gran salto y empezó a correr, yendo hacía el bosque, tropezando, resbalando hasta que luego de quejas y más miedo que lo invadía terminó en medio de un camino. Y cerca de su rostro podía ver dos pares de pies. Una dama y un joven apuesto. Quienes eran? No lo sabía, pero lo que si sabía era “qué, eran”. Seres inmortales, que lo miraban despectivamente, como calculando una razón lógica para la aparición de aquel muchacho de rasgos extranjeros.

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