AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
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¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Habían pasado unos días desde que me había instalado en París. Aun no había encontrado ninguna buena pensión ni un piso que alquilar, por lo que seguía residiendo en el Hotel Des Arenes.
Aquella noche decidí salir a dar un paseo y así poder tomar el aire. Aprovechando que no había luna llena...¡Ay, el ciclo lunar!...Esa era otra de mis máximas preocupaciones. Debía encontrar una residencia apta para evitar causar estragos las noches de luna llena. Aun quedaba tiempo y esperaba encontrar algo antes de la fecha prevista.
Releí la carta unas cuantas veces, algo malhumorado. Añoraba Loch Lommon y especialmente añoraba el buen whiskey escocés. Aunque traían bebidas de importación a Francia, ninguna era tan buena como el licor de Escocia. Finalmente, pedí, resignado un brandy.
-Franceses...-Murmuré para mí en inglés.
Tampoco me había terminado de adaptar al idioma, pero por suerte, había varia gente que sabía hablar inglés por lo que aquello tampoco era un gran problema. Tenía ganas de regresar a mi país natal, pero sabía que no podía hacerlo hasta que no terminase con lo que había venido a hacer aquí...Quizá durara unas semanas, meses o incluso años. Pero esto tenía que hacerlo. Debía hacer justicia.
Aquella noche decidí salir a dar un paseo y así poder tomar el aire. Aprovechando que no había luna llena...¡Ay, el ciclo lunar!...Esa era otra de mis máximas preocupaciones. Debía encontrar una residencia apta para evitar causar estragos las noches de luna llena. Aun quedaba tiempo y esperaba encontrar algo antes de la fecha prevista.
Releí la carta unas cuantas veces, algo malhumorado. Añoraba Loch Lommon y especialmente añoraba el buen whiskey escocés. Aunque traían bebidas de importación a Francia, ninguna era tan buena como el licor de Escocia. Finalmente, pedí, resignado un brandy.
-Franceses...-Murmuré para mí en inglés.
Tampoco me había terminado de adaptar al idioma, pero por suerte, había varia gente que sabía hablar inglés por lo que aquello tampoco era un gran problema. Tenía ganas de regresar a mi país natal, pero sabía que no podía hacerlo hasta que no terminase con lo que había venido a hacer aquí...Quizá durara unas semanas, meses o incluso años. Pero esto tenía que hacerlo. Debía hacer justicia.
Última edición por Liam McDonald el Miér Sep 01, 2010 1:12 pm, editado 1 vez
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Tras mi incidente en el café de París hacía escasas dos semanas, lo cierto es que me daba pavor andar cerca de aquel lugar. Que me abofetearan cuando mi intención (al menos en aquel caso) no era robar, no estaba en mi lista de mejores momentos. Había oido que el mismo camarero que se había ofrecido a castigarme por mi "insolencia" para con la señorita Katherine, de alta cuna, había sido despedido del café, por lo que ya no tenía escusa para alejarme de aquel lugar.
Necesitaba comer, y el café de París era el mejor sitio para encontrar algo de dinero. No es que me gustara el hecho de robar, pero no tenía elección. Me consolaba buscando "presas" que demostraran una actitud un tanto detestable, principalmente niños ricos u hombres sin escrúpulos.
Me acuclillé en el rellano de una puerta alejada y espié las mesas del café. La mayoría de la gente se arremolinaba en la terraza y las mujeres se abanicaban sin descanso. Hacía mucho calor, lo que no impedía que yo portara un chaleco para disimular mis curvas y una boina, la misma que utilizaba para hacerme pasar por un joven mendigo. Mis cabellos iban recogido dentro de esta, y eso hacía que no me delatara. Todo era más sencillo si no descubrían que era una mujer.
Fijé mi vista en los ocupantes de las mesas. Una madre con una hija, cuatro ancianas con sus respectivos maridos, un chico joven y su novia, un hombre que leia el periódico... y un caballero que miraba distraido la carta. No parecía mala persona, a pesar de la forma en la que arrugó la nariz mientras leia. No parecía muy satisfecho.
Tomé una bocanada de aire. "Lo siento" pensé " pero no hay mucho donde elegir hoy".
No tardé nada en moverme de columna en columna. Nadie parecía reparar en mi presencia. Visualicé la cartera marrón que asomaba por el bolsillo del muchacho, y como siempre los nervios me atenazaron la garganta. Me escabullí entre dos mesas y alcancé mi objetivo, después, eché a correr lo más veloz que pude.
Necesitaba comer, y el café de París era el mejor sitio para encontrar algo de dinero. No es que me gustara el hecho de robar, pero no tenía elección. Me consolaba buscando "presas" que demostraran una actitud un tanto detestable, principalmente niños ricos u hombres sin escrúpulos.
Me acuclillé en el rellano de una puerta alejada y espié las mesas del café. La mayoría de la gente se arremolinaba en la terraza y las mujeres se abanicaban sin descanso. Hacía mucho calor, lo que no impedía que yo portara un chaleco para disimular mis curvas y una boina, la misma que utilizaba para hacerme pasar por un joven mendigo. Mis cabellos iban recogido dentro de esta, y eso hacía que no me delatara. Todo era más sencillo si no descubrían que era una mujer.
Fijé mi vista en los ocupantes de las mesas. Una madre con una hija, cuatro ancianas con sus respectivos maridos, un chico joven y su novia, un hombre que leia el periódico... y un caballero que miraba distraido la carta. No parecía mala persona, a pesar de la forma en la que arrugó la nariz mientras leia. No parecía muy satisfecho.
Tomé una bocanada de aire. "Lo siento" pensé " pero no hay mucho donde elegir hoy".
No tardé nada en moverme de columna en columna. Nadie parecía reparar en mi presencia. Visualicé la cartera marrón que asomaba por el bolsillo del muchacho, y como siempre los nervios me atenazaron la garganta. Me escabullí entre dos mesas y alcancé mi objetivo, después, eché a correr lo más veloz que pude.
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
El camarero acudió a mi mesa y me sirvió el brandy que había pedido. Lo probé. El sabor no era extremadamente malo, pero estaba demasiado cargado. Siendo lo mejor que podía encontrar en la carta, al menos en esta cafetería, me lo bebí en dos tragos. Sí, en dos tragos. Los escoceses podemos aguantar muy bien el alcohol.
No quería quedarme aquí mucho tiempo, pues aun debía salir a buscar algún piso que poder alquilar y no quería demorarme mucho en ello. Tampoco me servía una pensión o un hotel, pues no quería poner en peligro a gente inocente cuando llegase la luna llena. Debía de ser una casa, a ser posible a las afueras de París. Una casa amplia con un sótano donde poder construir lo necesario para recluirme allí durante el ciclo de luna. Quizá pedía demasiado, pero tenía dinero suficiente para permitirme algo así, gracias a toda la fortuna que procuré estafar a la corona inglesa antes de marcharme del país. ¡Ah, sí! ese es otro de los motivos por los que el estado inglés me buscaba; era un sublevado y un ladrón.
Palpé los bolsillos de mi pantalón para sacar la cartera y pagar la bebida, pero no encontré nada. "¿Qué diablos...? Juraría que llevaba la cartera encima cuando salí del hotel"
Miré para todas direcciones, pero todo estaba normal...Excepto un chico que observé tras el gran ventanal de la cafetería que salía corriendo como alma que lleva el diablo. "Cómo odio Francia" Pensé para mis adentros, al tiempo que me levantaba bruscamente de la silla en dirección al pilluelo que me había robado. Escuché la voz del camarero de fondo diciéndome que debía de pagar la cuenta, pero lo ignoré.
Por suerte, ser licántropo también aporta una velocidad más allá de la de cualquier ser humano, aunque sin llegar a superar a los condenados vampiros. Agarré al chico por detrás, tirándole del abrigo. No se me pasó por alto que eso era extraño considerando que hoy hacía un calor de mil demonios.
-¿Así tratáis a los extranjeros en vuestro país?-Pregunté irónico en mi mejor francés.-Devuélveme la cartera, chico y fingiré que no ha pasado nada.-Dije, tratando de ser razonable. Yo también había estado en situaciones parecidas en Escocia, escondiéndome entre los bosques y robando pequeñas hogazas de pan y fruta en el mercado para poder sobrevivir.
No quería quedarme aquí mucho tiempo, pues aun debía salir a buscar algún piso que poder alquilar y no quería demorarme mucho en ello. Tampoco me servía una pensión o un hotel, pues no quería poner en peligro a gente inocente cuando llegase la luna llena. Debía de ser una casa, a ser posible a las afueras de París. Una casa amplia con un sótano donde poder construir lo necesario para recluirme allí durante el ciclo de luna. Quizá pedía demasiado, pero tenía dinero suficiente para permitirme algo así, gracias a toda la fortuna que procuré estafar a la corona inglesa antes de marcharme del país. ¡Ah, sí! ese es otro de los motivos por los que el estado inglés me buscaba; era un sublevado y un ladrón.
Palpé los bolsillos de mi pantalón para sacar la cartera y pagar la bebida, pero no encontré nada. "¿Qué diablos...? Juraría que llevaba la cartera encima cuando salí del hotel"
Miré para todas direcciones, pero todo estaba normal...Excepto un chico que observé tras el gran ventanal de la cafetería que salía corriendo como alma que lleva el diablo. "Cómo odio Francia" Pensé para mis adentros, al tiempo que me levantaba bruscamente de la silla en dirección al pilluelo que me había robado. Escuché la voz del camarero de fondo diciéndome que debía de pagar la cuenta, pero lo ignoré.
Por suerte, ser licántropo también aporta una velocidad más allá de la de cualquier ser humano, aunque sin llegar a superar a los condenados vampiros. Agarré al chico por detrás, tirándole del abrigo. No se me pasó por alto que eso era extraño considerando que hoy hacía un calor de mil demonios.
-¿Así tratáis a los extranjeros en vuestro país?-Pregunté irónico en mi mejor francés.-Devuélveme la cartera, chico y fingiré que no ha pasado nada.-Dije, tratando de ser razonable. Yo también había estado en situaciones parecidas en Escocia, escondiéndome entre los bosques y robando pequeñas hogazas de pan y fruta en el mercado para poder sobrevivir.
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Juro que vi el callejón a 5 palmos de distancia, y de pronto, como por arte de magia, me encontraba enganchada a algo por el cuello del abrigo. No pude evitar un jadeo de sorpresa. ¿Cómo demonios me había alcanzado... si estaba...? Me di la vuelta brúscamente, revolviéndome. No me gustaba sentirme atrapada. Miré a los ojos al chico con el ceño fruncido, cabreada conmigo misma. No era tan mayor como había creido, pero eso no quitaba que yo no hubiera podido correr más rápido. Escuché sus palabras, intentando no sonrojarme, estrujando la cartera en la mano derecha. Me fijé en su acento. Nunca lo había escuchado. No me gustaban las amenazas, e instintivamente, escondí la cartera a mi espalda. No podía echar a correr de nuevo porque me alcanzaría, de eso estaba segura.
-Necesito dinero- dije inexpresivamente y rápido. Cuanto menos me escuchara hablar, menos posibilidades tenía de que me descubriera.
Le miré apretando las mandíbulas. Dioses. Era ridículo. Nunca había tenido que discutir por una cartera. Miré a los lados intentando averiguar si había alguna manera posible de escapatoria. Pero nada. La plaza del café estaba abarrotada y solo había un callejón (a mi espalda) y otro frente a mi (ahora tapado por aquel hombre). Apreté los labios sin saber qué hacer o decir, pero entonces me percaté de uno de los camareros del café, que se acercaba con los puños cerrados, malhumorado. "No" gemí interiormente, poniéndome pálida "otra vez no". No se por qué hice aquella tontería. Me puse justo frente aquel hombre, de manera que me escondiera del ángulo de mira del camarero, y le miré a los ojos sin importarme si descubría que era una chica o no.
-Por favor, por favor... monsieur. Siento lo que ha pasado, pero... pero... - miré nerviosamente a la espalda del joven-. No deje que me haga nada, dígale que me conoce que... que...
No me daba tiempo a explicarle nada más. Tiré de la camisa del joven para que se diera la vuelta y deslicé de manera que él lo notara la cartera a su bolsillo. Era una gran renuncia, y esperaba que él fuera consciente. No quería llevarme otro moratón a las calles esa tarde. Me quedé agazapada a la espalda de aquel chico, deseando ser invisible.
-Necesito dinero- dije inexpresivamente y rápido. Cuanto menos me escuchara hablar, menos posibilidades tenía de que me descubriera.
Le miré apretando las mandíbulas. Dioses. Era ridículo. Nunca había tenido que discutir por una cartera. Miré a los lados intentando averiguar si había alguna manera posible de escapatoria. Pero nada. La plaza del café estaba abarrotada y solo había un callejón (a mi espalda) y otro frente a mi (ahora tapado por aquel hombre). Apreté los labios sin saber qué hacer o decir, pero entonces me percaté de uno de los camareros del café, que se acercaba con los puños cerrados, malhumorado. "No" gemí interiormente, poniéndome pálida "otra vez no". No se por qué hice aquella tontería. Me puse justo frente aquel hombre, de manera que me escondiera del ángulo de mira del camarero, y le miré a los ojos sin importarme si descubría que era una chica o no.
-Por favor, por favor... monsieur. Siento lo que ha pasado, pero... pero... - miré nerviosamente a la espalda del joven-. No deje que me haga nada, dígale que me conoce que... que...
No me daba tiempo a explicarle nada más. Tiré de la camisa del joven para que se diera la vuelta y deslicé de manera que él lo notara la cartera a su bolsillo. Era una gran renuncia, y esperaba que él fuera consciente. No quería llevarme otro moratón a las calles esa tarde. Me quedé agazapada a la espalda de aquel chico, deseando ser invisible.
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
El chico necesitaba dinero, fue lo que me dijo. Iba a responderle de una forma algo brusca y dura cuando pude observar como las facciones del ladronzuelo se volvían más rígidas y su cara iba perdiendo color.
Al girar la cabeza me di cuenta del motivo de su angustia; el camarero de la cafetería se acercaba a paso agigantado y con cara de malas pulgas a donde nosotros estábamos. En realidad, aquella situación me divertió más de lo que me molestó. Era un tanto cómica.
El chico me suplicaba que lo dejase pasar por esta vez y que lo protegiera del camarero. Deduje entonces que no se trataba del primer encuentro de ambos. Parecía que aquel joven había robado más carteras, a parte de la mía. Fue entonces cuando sentí algo deslizarse por mi bolsillo. Casi en un acto reflejo, me llevé la mano al pantalón. Algo desconfiado, agarré fuertemente la muñeca del joven.
Pero en realidad lo que pretendía era devolverme la cartera. Un gesto que yo le agradecía. Aflojé un poco la fuerza con la que estaba sujetándole la mano, pero no lo llegué a soltar. No me fiaba ni un pelo.
Cuando el camarero estuvo a 3 metros de nosotros, comencé a hablar, tratando de excusar al pilluelo. Después de todo me había devuelto la cartera y debía devolverle el favor.
-No se preocupe, monsieur. Ya lo tengo todo solucionado.-Empecé a hablar, esforzándome para que se me entendiera alto y claro.
El camarero soltó unas cuantas palabras en francés tan rápido que no pude entenderlas. Pero supuse que sería algo así como algunos insultos, a juzgar por el tono de voz.
-Ya le he dicho que está todo bien, tenga aquí tiene.-Dije, sacándo de mi cartera el dinero suficiente para pagar el condenado brandy.-Y por cierto, será mejor que no vuelva a traer bebida de importación de Inglaterra. Las escocesas son mejores.-Dije, sin poder contenerme, mientras el camarero partía enfurruñado contando las monedas que le había dado por si acaso había pretendido timarle.
Me volví hacia el chico, soltándole ya la mano. Lo miré algo ceñudo, escudriñándole. Había algo que no acababa de cuadrar en él. Quizá fuera el abrigo en pleno mes de julio.
-¿No tienes calor con eso?-Pregunté, con el cejo fruncido. De cualquier modo, tampoco quería entrometerme en sus asuntos.-Parece ser que no ha sido el primer encontronazo con ese camarero.-.Dije, casi riéndome.-Bueno, toma esto, al menos podrás comer algo hoy.-Le di dos francos con la esperanza de que fuera suficiente.
OFF: Por cierto! mañana me voy de vacaciones y no volveré hasta el viernes o así.
Al girar la cabeza me di cuenta del motivo de su angustia; el camarero de la cafetería se acercaba a paso agigantado y con cara de malas pulgas a donde nosotros estábamos. En realidad, aquella situación me divertió más de lo que me molestó. Era un tanto cómica.
El chico me suplicaba que lo dejase pasar por esta vez y que lo protegiera del camarero. Deduje entonces que no se trataba del primer encuentro de ambos. Parecía que aquel joven había robado más carteras, a parte de la mía. Fue entonces cuando sentí algo deslizarse por mi bolsillo. Casi en un acto reflejo, me llevé la mano al pantalón. Algo desconfiado, agarré fuertemente la muñeca del joven.
Pero en realidad lo que pretendía era devolverme la cartera. Un gesto que yo le agradecía. Aflojé un poco la fuerza con la que estaba sujetándole la mano, pero no lo llegué a soltar. No me fiaba ni un pelo.
Cuando el camarero estuvo a 3 metros de nosotros, comencé a hablar, tratando de excusar al pilluelo. Después de todo me había devuelto la cartera y debía devolverle el favor.
-No se preocupe, monsieur. Ya lo tengo todo solucionado.-Empecé a hablar, esforzándome para que se me entendiera alto y claro.
El camarero soltó unas cuantas palabras en francés tan rápido que no pude entenderlas. Pero supuse que sería algo así como algunos insultos, a juzgar por el tono de voz.
-Ya le he dicho que está todo bien, tenga aquí tiene.-Dije, sacándo de mi cartera el dinero suficiente para pagar el condenado brandy.-Y por cierto, será mejor que no vuelva a traer bebida de importación de Inglaterra. Las escocesas son mejores.-Dije, sin poder contenerme, mientras el camarero partía enfurruñado contando las monedas que le había dado por si acaso había pretendido timarle.
Me volví hacia el chico, soltándole ya la mano. Lo miré algo ceñudo, escudriñándole. Había algo que no acababa de cuadrar en él. Quizá fuera el abrigo en pleno mes de julio.
-¿No tienes calor con eso?-Pregunté, con el cejo fruncido. De cualquier modo, tampoco quería entrometerme en sus asuntos.-Parece ser que no ha sido el primer encontronazo con ese camarero.-.Dije, casi riéndome.-Bueno, toma esto, al menos podrás comer algo hoy.-Le di dos francos con la esperanza de que fuera suficiente.
OFF: Por cierto! mañana me voy de vacaciones y no volveré hasta el viernes o así.
Última edición por Liam McDonald el Lun Ago 02, 2010 12:54 pm, editado 3 veces
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
[color=orange]Noté la mano del joven aferrándome con fuerza la muñeca, pero no se me pasó por la cabeza quejarme por su brusquedad. Él aflojó el agarre cuando notó que le devolvía la cartera, pero no me soltó y creí que terminaría delatándome al camarero. Cuando vi que no era así, oculté el rostro detrás de mi apresor y deseé con todas mis fuerzas pasar desapercibida. Si me reconocía tendría problemas. Habían despedido a su compañero por golpearme semanas atrás. No podía articular palabra cuando vi al hombre alejarse, refunfuñando.
Cuando el joven me liberó, di dos pasos hacia atrás y me froté la muñeca, allí donde sus dedos habían quedado marcados. Tenía mucha fuerza y su porte y rostro me intimidaban por alguna razón. Él me escudriñaba, y la manera en que me miraba de arriba a abajo me daba a entender que algo no le cuadraba. Le miré avergonzada.
-Gracias- farfullé para romper el silencio. Su pregunta me hizo dar un respingo y me apresuré a responder-. No, no tengo calor monsiuer... y... no es la primera vez que tengo problemas aquí, lo reconozco.
Miré el cielo nerviosa, estaba cayendo el sol. Un escalofrío recorrió mi espalda. Los recuerdos de la luna llena anterior volvieron a mi mente junto aquellos ojos que me habían acechado en la oscuridad. Los del licántropo del que me había librado en el cementerio gracias a Anuar. Pese a nuestra gran suerte, las heridas de mi espalda eran muy reales. Tenía un dolor punzante constante donde sus garras habían atravesado diagonalmente mi piel. No quería estar sola de noche, temía que me encontrara de nuevo... que aquel hombre lobo me siguiera buscando por París. La mano del chico posando unas monedas en mi palma desviaron mis pensamientos. Le miré incrédula.
-Yo... monsieur... no me lo merezco. Le estoy muy agradecida por todo pero...- me callé en seco. ¿Agradecida? Dioses, acababa de delatarme a mi misma. Miré al suelo nerviosa para no ver el rostro del joven, que seguro que reflejaba sorpresa. Debía salir de allí antes de que él comenzara a hablar de más y todos se enteraran de que era una chica-. Pero no debí robarle... es un buen hombre y... y yo tengo que irme. Lo... siento por todo.
Con manos temblorosas tomé su mano y le devolví las monedas. Demonios, sentía que ya no podía mentirle, y él no debía decírselo a nadie. La gente me reconocería y mi vida se arruinaría. No podría volver a robar si todos sabían quién era yo.
Cuando el joven me liberó, di dos pasos hacia atrás y me froté la muñeca, allí donde sus dedos habían quedado marcados. Tenía mucha fuerza y su porte y rostro me intimidaban por alguna razón. Él me escudriñaba, y la manera en que me miraba de arriba a abajo me daba a entender que algo no le cuadraba. Le miré avergonzada.
-Gracias- farfullé para romper el silencio. Su pregunta me hizo dar un respingo y me apresuré a responder-. No, no tengo calor monsiuer... y... no es la primera vez que tengo problemas aquí, lo reconozco.
Miré el cielo nerviosa, estaba cayendo el sol. Un escalofrío recorrió mi espalda. Los recuerdos de la luna llena anterior volvieron a mi mente junto aquellos ojos que me habían acechado en la oscuridad. Los del licántropo del que me había librado en el cementerio gracias a Anuar. Pese a nuestra gran suerte, las heridas de mi espalda eran muy reales. Tenía un dolor punzante constante donde sus garras habían atravesado diagonalmente mi piel. No quería estar sola de noche, temía que me encontrara de nuevo... que aquel hombre lobo me siguiera buscando por París. La mano del chico posando unas monedas en mi palma desviaron mis pensamientos. Le miré incrédula.
-Yo... monsieur... no me lo merezco. Le estoy muy agradecida por todo pero...- me callé en seco. ¿Agradecida? Dioses, acababa de delatarme a mi misma. Miré al suelo nerviosa para no ver el rostro del joven, que seguro que reflejaba sorpresa. Debía salir de allí antes de que él comenzara a hablar de más y todos se enteraran de que era una chica-. Pero no debí robarle... es un buen hombre y... y yo tengo que irme. Lo... siento por todo.
Con manos temblorosas tomé su mano y le devolví las monedas. Demonios, sentía que ya no podía mentirle, y él no debía decírselo a nadie. La gente me reconocería y mi vida se arruinaría. No podría volver a robar si todos sabían quién era yo.
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Como yo ya me había imaginado, el chico me confirmó que no era la primera vez que se encontraba ante una situación parecida. No pude evitar apiadarme un poco de él. Después de todo, yo había pasado situaciones similares allá en Escocia, sólo que a mí me perseguía toda la guardia inglesa además.
El chico desvió la vista hacia el cielo que ya comenzaba a oscurecer. El temor que reflejaba su rostro con ese gesto me hizo pensar si acaso le daría miedo la oscuridad...O los monstruos que la habitan.
Era plenamente consciente de que hoy era el día señalado y no podía demorarme mucho más. No tenía ningún lugar seguro donde refugiarme, por lo que tendría que huir por los bosques parisinos para mantenerme lejos de la civilización y evitar provocar estragos. A veces la licantropía era un verdadero engorro, pero también sabía que había sido mi elección. Sí, yo mismo había elegido esta vida para mí. Y ahora debía apechugar con las consecuencias. Pero, por otro lado, tampoco es que estuviera arrepentido, pues, sin la licantropía, mi venganza nunca se podría llevar a cabo.
Miré sorprendido al joven cuando hubo rechazado el dinero. Parecía ser más noble de lo que aparentaba a primera vista. Tampocó se me escapó el ""agradecida"". Lo miré interrogante, casi divertido. Así que, era una chica.
-Vamos, toma las monedas. ¿Eres capaz de robar una cartera y ahora no puedes aceptar un mísero donativo?-La miré incrédulo. Luego, me agaché un poco más para susurrarle al oído.-Buen disfraz, mademoiselle.-Dije, con una sonrisa lobuna. No quería gritar a los cuatro vientos su verdadero género. Sabía, por experiencia propia, que el disimulo era fundamental cuando se está viviendo en las calles.
Me temía que ya allí nos despediríamos. Volvía a echar otro vistazo al cielo. Aun no era muy tarde y no quería dejar a la joven sola por la calle, aunque sabía que ella podría manejarse bien sola, como posiblemente había estado haciendo todo este tiempo. Pero mi caballerosidad escocesa me impedía abandonar a una señorita a su suerte.
-¿Me permite que le acompañe hasta su casa?.-Posiblemente el término "casa" no fuera el más indicado. O alomejor había tenido suerte y había conseguido un refugio más o menos decente.
El chico desvió la vista hacia el cielo que ya comenzaba a oscurecer. El temor que reflejaba su rostro con ese gesto me hizo pensar si acaso le daría miedo la oscuridad...O los monstruos que la habitan.
Era plenamente consciente de que hoy era el día señalado y no podía demorarme mucho más. No tenía ningún lugar seguro donde refugiarme, por lo que tendría que huir por los bosques parisinos para mantenerme lejos de la civilización y evitar provocar estragos. A veces la licantropía era un verdadero engorro, pero también sabía que había sido mi elección. Sí, yo mismo había elegido esta vida para mí. Y ahora debía apechugar con las consecuencias. Pero, por otro lado, tampoco es que estuviera arrepentido, pues, sin la licantropía, mi venganza nunca se podría llevar a cabo.
Miré sorprendido al joven cuando hubo rechazado el dinero. Parecía ser más noble de lo que aparentaba a primera vista. Tampocó se me escapó el ""agradecida"". Lo miré interrogante, casi divertido. Así que, era una chica.
-Vamos, toma las monedas. ¿Eres capaz de robar una cartera y ahora no puedes aceptar un mísero donativo?-La miré incrédulo. Luego, me agaché un poco más para susurrarle al oído.-Buen disfraz, mademoiselle.-Dije, con una sonrisa lobuna. No quería gritar a los cuatro vientos su verdadero género. Sabía, por experiencia propia, que el disimulo era fundamental cuando se está viviendo en las calles.
Me temía que ya allí nos despediríamos. Volvía a echar otro vistazo al cielo. Aun no era muy tarde y no quería dejar a la joven sola por la calle, aunque sabía que ella podría manejarse bien sola, como posiblemente había estado haciendo todo este tiempo. Pero mi caballerosidad escocesa me impedía abandonar a una señorita a su suerte.
-¿Me permite que le acompañe hasta su casa?.-Posiblemente el término "casa" no fuera el más indicado. O alomejor había tenido suerte y había conseguido un refugio más o menos decente.
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Estaba con la vista clavada en el suelo a punto de darme la vuelta para marcharme, cuando él volvió a hablar. Alcé la vista tímidamente y le miré a los ojos. Me miraba con una expresión divertida, que me pareció extraña en él, por su apariencia y la impresión que causaba al verle. Sus palabras me hicieron sentirme incómoda. La verdad es que no me sentía orgullosa de tener que robar, y más cuando en ocasiones como ésa, me equivocaba de persona. Bajé la vista de nuevo, y un respingo cuando sentí el aliento del joven cerca de mi oido, pero no pude evitar que una tímida risa escapara de mis labios.
-Siento haberle mentido, pero... ya sabe cómo están las cosas en París- musité-, y sobre robar... suelo elegir a gente que se lo merezca. Y usted no... ya sabe.
Paseé la vista por la plaza del café. Nuevos hombres y mujeres se habían instalado en las mesas del exterior y rezumaban vanidad y grandes cantidades de dinero. Estaba segura de que si le robara a alguna de esas personas no sentiría ningún remordimiento. El chico se volvió a incorporar y le miré de nuevo.
Realmente, no parecía una mala persona... pero no le conocía y había aprendido a desconfiar de todo el mundo. Además, algo en su aspecto, en su sonrisa, me traía un recuerdo que me hacía estremecer. Me recordaba a la noche de luna llena anterior, aunque quizás era solo mi temor porque esa misma noche, se iba a repetir todo de nuevo, ese ambiente de sombras y un silencio sospechoso. Cuando volví a oir la voz del joven, no pude evitar echar otro vistazo hacia el cielo, hacia la calle que quedaba a mi espalda, y de nuevo a él. ¿Debía arriesgarme a regresar sola, o debía arriesgarme a que la actitud del muchacho fuera solo pura apariencia? Le miré insegura, pero el miedo pudo de nuevo conmigo.
- La verdad es que... no quiero volver sola a las zonas abandonadas, asique se lo agradecería mucho- confesé, y con esa frase aclaraba que no vivía en una casa, y me sentí mejor al saber que no se sorprendería cuando viera a dónde me dirigía- No... he tenido buenas experiencias en días como este.
Sentí los arañazos de la espalda arder ante los recuerdos. Desvié la mirada y me obligué a dejar de sujetarme las manos con fuerza. Sin darme cuenta había estado evitando que temblaran de esa forma. Abrí la palma y acepté con una sonrisa espesa las monedas, las cuales guardé en el bolsillo.
-A propósito... me... me llamo Nora. ¿Y vos?- dije alzando la mirada levemente y escondiendo mis temores. Debía ser un poco más valiente.
-Siento haberle mentido, pero... ya sabe cómo están las cosas en París- musité-, y sobre robar... suelo elegir a gente que se lo merezca. Y usted no... ya sabe.
Paseé la vista por la plaza del café. Nuevos hombres y mujeres se habían instalado en las mesas del exterior y rezumaban vanidad y grandes cantidades de dinero. Estaba segura de que si le robara a alguna de esas personas no sentiría ningún remordimiento. El chico se volvió a incorporar y le miré de nuevo.
Realmente, no parecía una mala persona... pero no le conocía y había aprendido a desconfiar de todo el mundo. Además, algo en su aspecto, en su sonrisa, me traía un recuerdo que me hacía estremecer. Me recordaba a la noche de luna llena anterior, aunque quizás era solo mi temor porque esa misma noche, se iba a repetir todo de nuevo, ese ambiente de sombras y un silencio sospechoso. Cuando volví a oir la voz del joven, no pude evitar echar otro vistazo hacia el cielo, hacia la calle que quedaba a mi espalda, y de nuevo a él. ¿Debía arriesgarme a regresar sola, o debía arriesgarme a que la actitud del muchacho fuera solo pura apariencia? Le miré insegura, pero el miedo pudo de nuevo conmigo.
- La verdad es que... no quiero volver sola a las zonas abandonadas, asique se lo agradecería mucho- confesé, y con esa frase aclaraba que no vivía en una casa, y me sentí mejor al saber que no se sorprendería cuando viera a dónde me dirigía- No... he tenido buenas experiencias en días como este.
Sentí los arañazos de la espalda arder ante los recuerdos. Desvié la mirada y me obligué a dejar de sujetarme las manos con fuerza. Sin darme cuenta había estado evitando que temblaran de esa forma. Abrí la palma y acepté con una sonrisa espesa las monedas, las cuales guardé en el bolsillo.
-A propósito... me... me llamo Nora. ¿Y vos?- dije alzando la mirada levemente y escondiendo mis temores. Debía ser un poco más valiente.
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
La joven lanzaba miradas de soslayo a la calle situada a sus espaldas y acto seguido, a mí. Parecía no estar muy segura de mi propuesta. No la culpaba. Las cosas estaban realmente mal, no sólo en Francia, si no también en toda Europa. Y no era conveniente fiarse de cualquiera.
Pero finalmente aceptó mi invitación, por lo que yo me sentí más complacido. La chica se presentó como Nora.
-Liam.-Dije, extendiendo el brazo a modo de saludo. Los dos habíamos omitido nuestros apellidos. Yo para evitar levantar más sospechas y ella por razones que desconocía, pero que quizá también fuera por su propia seguridad.
No me sorprendió cuando la chica dijo que vivía en las zonas abandonadas. Me la imaginé tendida en el suelo tiritando de frío en las noches de invierno. Sentí el impulso de llevármela a casa. "¿Qué casa" pensé. Aun no había encontrado ni un mísero apartamento, y claramente, no podía llevármela conmigo a la habitación del hotel. Por lo que sacudí la cabeza, un tanto cabreado.
De repente, me picó la curiosidad acerca de aquella muchacha. ¿Cómo habría llegado hasta esa situación? ¿Habría pasado toda su vida en las calles? No podía evitar sentirme un tanto identificado con ella. Porque me traía recuerdos-algunos horribles y otros no tanto.-de mi vida en las calles y bosques escoceses.
-¿Cómo has acabado en esta situación?-Pregunté, de pronto. Luego sopesé la idea de que quizá no quisiera hablar de ello y la pregunta la incomodaba.-Bueno, no tienes que responder si no quieres.-Me apresuré a añadir. Mientras los dos caminábamos en la dirección que ella marcaba, rumbo hacia las zonas abandonadas.
Off: Siento la tardanza, pero estuve fuera unos días y se me olvidó avisar :S
Pero finalmente aceptó mi invitación, por lo que yo me sentí más complacido. La chica se presentó como Nora.
-Liam.-Dije, extendiendo el brazo a modo de saludo. Los dos habíamos omitido nuestros apellidos. Yo para evitar levantar más sospechas y ella por razones que desconocía, pero que quizá también fuera por su propia seguridad.
No me sorprendió cuando la chica dijo que vivía en las zonas abandonadas. Me la imaginé tendida en el suelo tiritando de frío en las noches de invierno. Sentí el impulso de llevármela a casa. "¿Qué casa" pensé. Aun no había encontrado ni un mísero apartamento, y claramente, no podía llevármela conmigo a la habitación del hotel. Por lo que sacudí la cabeza, un tanto cabreado.
De repente, me picó la curiosidad acerca de aquella muchacha. ¿Cómo habría llegado hasta esa situación? ¿Habría pasado toda su vida en las calles? No podía evitar sentirme un tanto identificado con ella. Porque me traía recuerdos-algunos horribles y otros no tanto.-de mi vida en las calles y bosques escoceses.
-¿Cómo has acabado en esta situación?-Pregunté, de pronto. Luego sopesé la idea de que quizá no quisiera hablar de ello y la pregunta la incomodaba.-Bueno, no tienes que responder si no quieres.-Me apresuré a añadir. Mientras los dos caminábamos en la dirección que ella marcaba, rumbo hacia las zonas abandonadas.
Off: Siento la tardanza, pero estuve fuera unos días y se me olvidó avisar :S
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Correspondí a su saludo con timidez y volví a cogerme las manos. Ese gesto me hacía sentirme más segura, a saber por qué. Andé un poco más rápido normal, porque Liam era alto, y sus zancadas casi doblaban las mías. Me sentí pequeña a su lado, pero parecía poco mayor que yo. Observé su rostro de reojo. Parecía pensativo, y me sorprendí cuando de sus labios salió la pregunta que menos me esperaba tener que contestar.
-No, no se preocupe. No hay nada que deba esconder...- dije con voz suave. Después aguardé unos segundos para ordenar ideas-. No se por dónde empezar. Mis padres eran de clase media, por lo menos hasta que yo cumplí 12 o 13 años. Las malas cosechas y las epidemias nos dejaron sin trabajo e hicieron enfermar a mi madre. No teníamos dinero suficiente para medicamentos, y murió al poco tiempo. Mi padre 3 años más tarde... no se quien se quedó nuestra casa. Alguien de clase alta supongo.
Tragué saliva. Ese era uno de los recuerdos que más me enfurecía recordar. Cómo a pesar del esfuerzo de mi familia alguien sin derecho nos arrebató nuestro hogar. Alcé la vista del suelo, y miré al frente.
- Yo... bueno. No tuve problemas para sobrevivir los primeros años. Las gentes de clase media seguían aceptándome en sus casas, me ayudaban con la comida, me daban algunos trabajos...-confesé un tanto avergonzada recordándome como una sirvienta-. Pero la sociedad se hace más dura a medida que crecemos. Ya nadie querría juntarse con alguien de las zonas abandonadas, asique los favores se acabaron para mi en cuanto cumplí los 18. Intento trabajar pero... siendo mujer, de mi clase y viviendo en París es casi imposible encontrar algo decente, algo que no te humille. Por eso... tengo que robar de vez en cuando. Ojalá tuviera más salidas.
Me sorprendí de lo sincera que había sido con aquel desconocido. No eran muchos los que me preguntaban por mi historia, y casi no hablaba con la gente. A veces necesitaba desahogarme, y agradecí en silencio la presencia de aquel joven, aunque fuera un tanto inquietante.
-Vos... teneis acento del Norte. ¿Llevais mucho en París?- dije insegura. Nunca había salido de París, por lo que no podía especificar un país.
Continue andando por los callejones cada vez más estrechos. Rincones que prometían esconderte de miradas indiscretas. Me coloqué bien la boina como si temiera que aun con ella me reconociera alguien. A lo lejos, se veian las chimeneas negruzcas de las afueras, donde miles de sin techo comenzaban a crear sus hogueras para la cena.
[off: no te preocupes =) lo he supuesto cuando no te he visto conectarte]
-No, no se preocupe. No hay nada que deba esconder...- dije con voz suave. Después aguardé unos segundos para ordenar ideas-. No se por dónde empezar. Mis padres eran de clase media, por lo menos hasta que yo cumplí 12 o 13 años. Las malas cosechas y las epidemias nos dejaron sin trabajo e hicieron enfermar a mi madre. No teníamos dinero suficiente para medicamentos, y murió al poco tiempo. Mi padre 3 años más tarde... no se quien se quedó nuestra casa. Alguien de clase alta supongo.
Tragué saliva. Ese era uno de los recuerdos que más me enfurecía recordar. Cómo a pesar del esfuerzo de mi familia alguien sin derecho nos arrebató nuestro hogar. Alcé la vista del suelo, y miré al frente.
- Yo... bueno. No tuve problemas para sobrevivir los primeros años. Las gentes de clase media seguían aceptándome en sus casas, me ayudaban con la comida, me daban algunos trabajos...-confesé un tanto avergonzada recordándome como una sirvienta-. Pero la sociedad se hace más dura a medida que crecemos. Ya nadie querría juntarse con alguien de las zonas abandonadas, asique los favores se acabaron para mi en cuanto cumplí los 18. Intento trabajar pero... siendo mujer, de mi clase y viviendo en París es casi imposible encontrar algo decente, algo que no te humille. Por eso... tengo que robar de vez en cuando. Ojalá tuviera más salidas.
Me sorprendí de lo sincera que había sido con aquel desconocido. No eran muchos los que me preguntaban por mi historia, y casi no hablaba con la gente. A veces necesitaba desahogarme, y agradecí en silencio la presencia de aquel joven, aunque fuera un tanto inquietante.
-Vos... teneis acento del Norte. ¿Llevais mucho en París?- dije insegura. Nunca había salido de París, por lo que no podía especificar un país.
Continue andando por los callejones cada vez más estrechos. Rincones que prometían esconderte de miradas indiscretas. Me coloqué bien la boina como si temiera que aun con ella me reconociera alguien. A lo lejos, se veian las chimeneas negruzcas de las afueras, donde miles de sin techo comenzaban a crear sus hogueras para la cena.
[off: no te preocupes =) lo he supuesto cuando no te he visto conectarte]
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Escuché atentamente cada una de las palabras que pronunciaba Nora. Había algo reconocible en su historia. No, en su historia no. En la forma de relatarla. Aun quedaban restos de sufrimiento y pena cuando habló de la muerte de sus padres. También reconocí la ira cuando alguien le arrebató su hogar.
Esos dos puntos los entendía casi a la perfección. Los ingleses también me robaron mis Tierras y los vampiros masacraron a mi familia. Ambos estabamos prácticamente en la misma situación. Sin nadie a quien recurrir y sin un hogar donde refugiarte, pues a los dos nos habían expulsado del mismo.
Al menos, yo tenía a mis hermanos los lobos. Bien es cierto que no había entablado amistad con ningún miembro del clan. Tampoco lo necesitaba. Yo había acudido allí por otros motivos más fuertes que me movían a acabar con todos los vampiros, en especial, con unos cuantos que fueron los responsables de toda mi desgracia. Aun así, sentía una especie de empatía hacia los lobos parisinos. Algo que está impreso en la raza. El magnetismo y el honor hacia los tuyos son dos cosas que vienen con la marca del licántropo. Pero era algo extraño. Se parecía a la familia pero no llegaba a ser algo tan profundo como eso. O quizá más. No lo sé, mis sentimientos ahora estaban confusos y aturdidos. Sólo lograba a entender uno que gritaba por encima de los demás. "Díoltas" me decía.
-La vida en las calles es extremadamente dura. A veces es necesario hacer cosas poco cristianas para poder sobrevivir.-Dije, con cierto tinte nostálgico en la voz. Yo tampoco estaba salvado de ser juzgado. Después de todo, yo también había robado, y no era precisamente una simple cartera.
-Así es.Soy escocés.-Asentí.-He venido a París...De visita y aun no me he adaptado bien al idioma.-No quise dar más datos específicos.
Pronto, se vio a lo lejos los edificios medio derruidos a causa de la Revolución del año anterior. Indigentes en las calles tratando de darse calor con algunos leños, tratando de construir una falsa ilusión de un hogar.
-¿Estás tu sola o alguien más te acompaña?-En muchas ocasiones, la gente prefería organizarse en grupos de dos o más personas. Para protegerse de los demás. Incluso para protegerse unos de otros. Se creaban bandas de ladronzuelos que compartían la poca comida o dinero que conseguían, como forma de supervivencia y para no sentirse solos.
Esos dos puntos los entendía casi a la perfección. Los ingleses también me robaron mis Tierras y los vampiros masacraron a mi familia. Ambos estabamos prácticamente en la misma situación. Sin nadie a quien recurrir y sin un hogar donde refugiarte, pues a los dos nos habían expulsado del mismo.
Al menos, yo tenía a mis hermanos los lobos. Bien es cierto que no había entablado amistad con ningún miembro del clan. Tampoco lo necesitaba. Yo había acudido allí por otros motivos más fuertes que me movían a acabar con todos los vampiros, en especial, con unos cuantos que fueron los responsables de toda mi desgracia. Aun así, sentía una especie de empatía hacia los lobos parisinos. Algo que está impreso en la raza. El magnetismo y el honor hacia los tuyos son dos cosas que vienen con la marca del licántropo. Pero era algo extraño. Se parecía a la familia pero no llegaba a ser algo tan profundo como eso. O quizá más. No lo sé, mis sentimientos ahora estaban confusos y aturdidos. Sólo lograba a entender uno que gritaba por encima de los demás. "Díoltas" me decía.
-La vida en las calles es extremadamente dura. A veces es necesario hacer cosas poco cristianas para poder sobrevivir.-Dije, con cierto tinte nostálgico en la voz. Yo tampoco estaba salvado de ser juzgado. Después de todo, yo también había robado, y no era precisamente una simple cartera.
-Así es.Soy escocés.-Asentí.-He venido a París...De visita y aun no me he adaptado bien al idioma.-No quise dar más datos específicos.
Pronto, se vio a lo lejos los edificios medio derruidos a causa de la Revolución del año anterior. Indigentes en las calles tratando de darse calor con algunos leños, tratando de construir una falsa ilusión de un hogar.
-¿Estás tu sola o alguien más te acompaña?-En muchas ocasiones, la gente prefería organizarse en grupos de dos o más personas. Para protegerse de los demás. Incluso para protegerse unos de otros. Se creaban bandas de ladronzuelos que compartían la poca comida o dinero que conseguían, como forma de supervivencia y para no sentirse solos.
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Tras relatar mi historia, me había quedado en un estado un tanto aturdido. No tenía mucho tiempo al día para recordar toda mi vida y lamentarme. Decidí que ese tampoco era el momento adecuado, así que me dediqué a distraerme observando a Liam. Aun seguía impresionándome la manera en la que caminaba. Parecía una fiera en algunas ocasiones, y no sabía por qué me recordaba a ello. Sin embargo, en ese instante el parecía tan sumido en sus recuerdos como yo.
- Hablais como si vos hubierais pasado por lo mismo- comenté desviando la mirada-. Desde luego, no teneis por qué confirmármelo. Y por cierto, no os preocupeis por el idioma. Lo hablais a la perfección.
Sonreí levemente y continué andando. Los callejones nos dejaron ver un leve campo, y a las afueras las zonas abandonadas. Aproveché que ya no había peligro para quitarme la boina y el abrigo que llevaba. Hice un gesto con la mano para que Liam esperara y me perdí unos instantes en los árboles. Cuando regresé ya no llevaba mi disfraz y mi melena rojiza ondeaba en el aire. Reí por lo bajo. Liam también tenía los llamados cabellos de fuego que tanto me incordiaban para robar.
-Es mejor que esconda aquí mis cosas. Si salgo desde las zonas abandonadas vestida como un muchacho, alguno de mis "compañeros" me delatará para ganarse el buen favor de las gentes- dije entornando los ojos pero con voz suave como siempre-. Estoy sola, porque aquí no hay compañeros verdaderos. La gente de aquí a aprendido a hacer lo que esté en su mano para sobrevivir, aunque tengan que pasar por encima del resto. No es como un clan o una gran familia. Me consuelo pensando que aun quedamos algunos con un tanto de honor.
Me sorprendí diciendo algo que nunca había confesado en voz alta. Que no me fiaba ni de mis compañeros de clase. Era un tanto triste, pero así era mi vida. Sorteamos hogeras y grupos de gente con arapos. Entre ellos, yo parecía la más normal. James, mi único amigo en París, me ayudaba a conseguir ropa, y aunque estuvieran un tanto desgastadas no se podía comparar con los rastros de tela que colgaban de los hombros de los niños. Al menos, el calor del verano era un consuelo para muchos de ellos. Entre las gentes magulladas y encorvadas, distinguí el grupo de ladrones de Jonathan. Como imaginé, no se abstendría de hacer algún comentario humillante.
-¡Vaya, vaya! La pequeña Nora recurre ahora a otros trabajos menos elegantes- dijo soltando una risotada y mirando a Liam de arriba abajo-. Seguro que te paga bien. ¡De eso no cabe duda!
Mis mejillas se encendieron levemente y miré a Liam con la mandíbula apretada mientras oia las risotadas de la gente. Pero ya estaba acostumbrada. Jonathan era el ejemplo más claro de idiota y manipulador de todo París. Mirara por donde mirara él venía beneficios. Todos a su alrededor dependían de él a causa de algún trato o deuda, y él disimulaba haciendo bromas y extendiedo sus risitas allá donde iba. Seguí andando hacia la laguna sin contestar.
-Siento esto. Él es así- comenté en voz baja-. A mi ya no me importan sus comentarios. Es mejor que no os ofendais... en el fondo ninguno de los que van con él arriesgarían la vida por defenderle.
Recordé nuestro último encuentro en los túneles subterraneos mientras huia con Anuar del licántropo que nos atacó y cómo días más tarde, Jonathan me hizo pagarle por haberme dejado pasar al otro lado. Ese recuerdo me hizo alzar los ojos al cielo con preocupación y acelerar el paso. La luna llena se escondía tras una nube, pero en cuanto la luz del sol se apagara tras las montañas, el terror volvería a mi corazón.
- Hablais como si vos hubierais pasado por lo mismo- comenté desviando la mirada-. Desde luego, no teneis por qué confirmármelo. Y por cierto, no os preocupeis por el idioma. Lo hablais a la perfección.
Sonreí levemente y continué andando. Los callejones nos dejaron ver un leve campo, y a las afueras las zonas abandonadas. Aproveché que ya no había peligro para quitarme la boina y el abrigo que llevaba. Hice un gesto con la mano para que Liam esperara y me perdí unos instantes en los árboles. Cuando regresé ya no llevaba mi disfraz y mi melena rojiza ondeaba en el aire. Reí por lo bajo. Liam también tenía los llamados cabellos de fuego que tanto me incordiaban para robar.
-Es mejor que esconda aquí mis cosas. Si salgo desde las zonas abandonadas vestida como un muchacho, alguno de mis "compañeros" me delatará para ganarse el buen favor de las gentes- dije entornando los ojos pero con voz suave como siempre-. Estoy sola, porque aquí no hay compañeros verdaderos. La gente de aquí a aprendido a hacer lo que esté en su mano para sobrevivir, aunque tengan que pasar por encima del resto. No es como un clan o una gran familia. Me consuelo pensando que aun quedamos algunos con un tanto de honor.
Me sorprendí diciendo algo que nunca había confesado en voz alta. Que no me fiaba ni de mis compañeros de clase. Era un tanto triste, pero así era mi vida. Sorteamos hogeras y grupos de gente con arapos. Entre ellos, yo parecía la más normal. James, mi único amigo en París, me ayudaba a conseguir ropa, y aunque estuvieran un tanto desgastadas no se podía comparar con los rastros de tela que colgaban de los hombros de los niños. Al menos, el calor del verano era un consuelo para muchos de ellos. Entre las gentes magulladas y encorvadas, distinguí el grupo de ladrones de Jonathan. Como imaginé, no se abstendría de hacer algún comentario humillante.
-¡Vaya, vaya! La pequeña Nora recurre ahora a otros trabajos menos elegantes- dijo soltando una risotada y mirando a Liam de arriba abajo-. Seguro que te paga bien. ¡De eso no cabe duda!
Mis mejillas se encendieron levemente y miré a Liam con la mandíbula apretada mientras oia las risotadas de la gente. Pero ya estaba acostumbrada. Jonathan era el ejemplo más claro de idiota y manipulador de todo París. Mirara por donde mirara él venía beneficios. Todos a su alrededor dependían de él a causa de algún trato o deuda, y él disimulaba haciendo bromas y extendiedo sus risitas allá donde iba. Seguí andando hacia la laguna sin contestar.
-Siento esto. Él es así- comenté en voz baja-. A mi ya no me importan sus comentarios. Es mejor que no os ofendais... en el fondo ninguno de los que van con él arriesgarían la vida por defenderle.
Recordé nuestro último encuentro en los túneles subterraneos mientras huia con Anuar del licántropo que nos atacó y cómo días más tarde, Jonathan me hizo pagarle por haberme dejado pasar al otro lado. Ese recuerdo me hizo alzar los ojos al cielo con preocupación y acelerar el paso. La luna llena se escondía tras una nube, pero en cuanto la luz del sol se apagara tras las montañas, el terror volvería a mi corazón.
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
No contesté de inmediato y me tomé unos instantes para sopesar mi respuesta; Nora me había confiado su historia y no sería justo para ella que yo no compartiese parte de mi vida. "Oh, estúpido honor escocés" pensé para mí con una irónica y triste sonrisa.
-A decir verdad, mi vida no ha sido tampoco un camino de rosas. Me he visto en diversas ocasiones mendigando en la miseria.-Dije, confirmando lo que ella ya sospechaba, pero sin atreverme a revelar algo más. No era sólo porque fuera una persona reservada-que lo era-si no porque no podía arriesgarme a ponerme en evidencia delante de una desconocida. Aunque ésta fuera una muchacha encantadora.
Acto seguido, se hizo un silencio. Yo cavilaba con mis recuerdos, olvidándome por un momento de la pequeña jovencita que estaba a mi lado. De pronto, mi mente se trasladó a Escocia. Ya podía percibir el olor de los pinos como si realmente estuviera allí de nuevo. Los rayos del sol se colaban entre los huecos de los árboles, dividiéndose en varios haces de luz.
Podía verme a mí mismo, con 3 años menos, vagabundeando en los bosques solitarios. Mis ropas estaban rasgadas y mi cuerpo, surcado de moratones y arañazos varios. Perdido y desorientado en medio de Conic Hill.
La voz de Nora me alejó del mundo de los recuerdos y me devolvió al real. Tras unos momentos, Nora volvió a aparecer de entre los árboles y no pude evitar esbozar una sonrisa; ahora sí que era una chica. Una chica muy bonita, a decir verdad. Su cabello era tan rojizo o más que el mío, si cabe.
-Vaya, puedes pasar por una perfecta muchacha de Edimburgo.-Dibujé una media sonrisa. Los rayos de la luna le conferían a su pelo un color un tanto peculiar.
"La luna" Pensé, dándome cuenta de que ésta ya estaba casi en su cenit y que debía apresurarme. Afortunadamente, las zonas abandonadas estaban cerca de los bosques parisinos, donde podría huir hasta que pasara esa noche.
Me compadecí un poco de ella al oír su último comentario. Estaba tan sola y tan perdida como yo lo estuve-como sigo estando, a decir verdad-sin nadie en quien confiar, sin nadie de quien fiarse.
-Supongo que no es fácil vivir así. Sin poder fiarte ni de tu propia sombra.-Tras pronunciar esas palabras, sonreí irónico. "¿Acaso no estás tú en la misma situación?" Yo tampoco podía permitirme el lujo de confiar en nadie. Tan sólo, quizá, en mis compañeros del Clan. Pero ni tan siquiera a ellos les confiaría la difícil situación en la que me encontraba. Después de la traición de Alan, ya no podía creer en nadie. Aunque éste se hiciese llamar caraid
Todos los ojos se clavaban en nosotros conforme íbamos caminando. Algunas eran miradas de desconfianza, otras de curiosidad y otras, simplemente, miraban al frente sin ver realmente lo que se encontraba a su alrededor.
Fruncí el ceño, visiblemente malhumorado, al escuchar el comentario de ese tipo y sin más miramientos me dirigí hacia donde se encontraba él y su cuadrilla, ignorando las disculpas de Nora.
Eran más que yo, pero eso no me intimidaba lo más mínimo. "Perro ladrador, poco mordedor". LLegué a un metro de donde ellos estaban. Noté cómo se amedrentaban ante mi presencia. Era mucho más alto que todos ellos juntos.
Los miré con cara de pocos amigos, fulmiándolos con la mirada.
-Ahora mismo pediréis perdón a la señorita.-Dije, acercando mi rostro al del tipejo hasta que lo tuve a escasos centrímetros. Sabía lo que respondería a continuación.
-O si no...¿Qué nos harás?-Contestó, con una sonrisa jocosa.
No pude evitar sonreír.
-¿De verdad te interesa saberlo?-Lo sujeté por la muñeca, con los dientes apretados para retener mi rabia creciente. Mis uñas afiladas y amenazantes se clavaron en la carne del tipo. Chorretes de sangre brotaban de sus brazos. Mis ojos se volvieron de un color amarillento ante el olor metálico del líquido. Afortunadamente, nadie más, salvo él y los suyos se dieron cuenta de aquello. Lo que sirvió para que todos se pusieran pálidos y, tartamudeando, ofreciesen su disculpa a Nora. Yo mientras los observaba desde un rincón, con una sonrisa malévola surcando mi rostro.
Volví a reunirme con Nora. Ahora mis facciones eran duras y serias.
-Si vuelven a molestarte, avísame.-Dije, con voz mecánica e impersonal. Miraba ahora a la luna, a la cual le faltaba tan sólo una hora para que hiciese su entrada triunfal.
-Debo darme prisa Nora. Debo acudir a una cita importante esta noche.-Esta vez, procuré que el tono de mi voz fuese lo más cálido posible, temiendo haber asustado a la chica con mi anterior actitud.
-A decir verdad, mi vida no ha sido tampoco un camino de rosas. Me he visto en diversas ocasiones mendigando en la miseria.-Dije, confirmando lo que ella ya sospechaba, pero sin atreverme a revelar algo más. No era sólo porque fuera una persona reservada-que lo era-si no porque no podía arriesgarme a ponerme en evidencia delante de una desconocida. Aunque ésta fuera una muchacha encantadora.
Acto seguido, se hizo un silencio. Yo cavilaba con mis recuerdos, olvidándome por un momento de la pequeña jovencita que estaba a mi lado. De pronto, mi mente se trasladó a Escocia. Ya podía percibir el olor de los pinos como si realmente estuviera allí de nuevo. Los rayos del sol se colaban entre los huecos de los árboles, dividiéndose en varios haces de luz.
Podía verme a mí mismo, con 3 años menos, vagabundeando en los bosques solitarios. Mis ropas estaban rasgadas y mi cuerpo, surcado de moratones y arañazos varios. Perdido y desorientado en medio de Conic Hill.
La voz de Nora me alejó del mundo de los recuerdos y me devolvió al real. Tras unos momentos, Nora volvió a aparecer de entre los árboles y no pude evitar esbozar una sonrisa; ahora sí que era una chica. Una chica muy bonita, a decir verdad. Su cabello era tan rojizo o más que el mío, si cabe.
-Vaya, puedes pasar por una perfecta muchacha de Edimburgo.-Dibujé una media sonrisa. Los rayos de la luna le conferían a su pelo un color un tanto peculiar.
"La luna" Pensé, dándome cuenta de que ésta ya estaba casi en su cenit y que debía apresurarme. Afortunadamente, las zonas abandonadas estaban cerca de los bosques parisinos, donde podría huir hasta que pasara esa noche.
Me compadecí un poco de ella al oír su último comentario. Estaba tan sola y tan perdida como yo lo estuve-como sigo estando, a decir verdad-sin nadie en quien confiar, sin nadie de quien fiarse.
-Supongo que no es fácil vivir así. Sin poder fiarte ni de tu propia sombra.-Tras pronunciar esas palabras, sonreí irónico. "¿Acaso no estás tú en la misma situación?" Yo tampoco podía permitirme el lujo de confiar en nadie. Tan sólo, quizá, en mis compañeros del Clan. Pero ni tan siquiera a ellos les confiaría la difícil situación en la que me encontraba. Después de la traición de Alan, ya no podía creer en nadie. Aunque éste se hiciese llamar caraid
Todos los ojos se clavaban en nosotros conforme íbamos caminando. Algunas eran miradas de desconfianza, otras de curiosidad y otras, simplemente, miraban al frente sin ver realmente lo que se encontraba a su alrededor.
Fruncí el ceño, visiblemente malhumorado, al escuchar el comentario de ese tipo y sin más miramientos me dirigí hacia donde se encontraba él y su cuadrilla, ignorando las disculpas de Nora.
Eran más que yo, pero eso no me intimidaba lo más mínimo. "Perro ladrador, poco mordedor". LLegué a un metro de donde ellos estaban. Noté cómo se amedrentaban ante mi presencia. Era mucho más alto que todos ellos juntos.
Los miré con cara de pocos amigos, fulmiándolos con la mirada.
-Ahora mismo pediréis perdón a la señorita.-Dije, acercando mi rostro al del tipejo hasta que lo tuve a escasos centrímetros. Sabía lo que respondería a continuación.
-O si no...¿Qué nos harás?-Contestó, con una sonrisa jocosa.
No pude evitar sonreír.
-¿De verdad te interesa saberlo?-Lo sujeté por la muñeca, con los dientes apretados para retener mi rabia creciente. Mis uñas afiladas y amenazantes se clavaron en la carne del tipo. Chorretes de sangre brotaban de sus brazos. Mis ojos se volvieron de un color amarillento ante el olor metálico del líquido. Afortunadamente, nadie más, salvo él y los suyos se dieron cuenta de aquello. Lo que sirvió para que todos se pusieran pálidos y, tartamudeando, ofreciesen su disculpa a Nora. Yo mientras los observaba desde un rincón, con una sonrisa malévola surcando mi rostro.
Volví a reunirme con Nora. Ahora mis facciones eran duras y serias.
-Si vuelven a molestarte, avísame.-Dije, con voz mecánica e impersonal. Miraba ahora a la luna, a la cual le faltaba tan sólo una hora para que hiciese su entrada triunfal.
-Debo darme prisa Nora. Debo acudir a una cita importante esta noche.-Esta vez, procuré que el tono de mi voz fuese lo más cálido posible, temiendo haber asustado a la chica con mi anterior actitud.
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Sumida como estaba en mis recuerdos, no me di cuenta de que Liam había retrocedido hasta encararse con Jonathan. Me acerqué sin más y entonces, comencé a oir la conversación que tenían. Me puse tensa en cuestión de segundos, y el silencio que apagó los ruidos de las zonas abandonadas solo colaboraron a ponerme la piel de gallina. Apenas veía el rostro de los presentes, pero el de Liam era... era diferente. El pavor que envolvió a los bandidos hizo que incluso yo misma tuviera miedo de él. Un niño pequeño comenzó a llorar en alguna parte, y juro que la voz de Liam había cambiado. Los tartamudeos de los hombres pidiéndome disculpas me distrajeron levemente, haciendome sentir bien, porque sabía que se merecían desde hacía tiempo que les plantaran cara, pero el miedo permaneció susurrándome cuando Liam volvió a mi lado. Di gracias en silencio porque la situación no hubiera desembocado en algo más. Le miré sin poder articular palabra y tragué saliva asintiendo levemente. La sensación de que el joven del café tenía una parte aterradora en su persona no hacía más que confirmarse a medida que le conocía más. Era una mezcla entre pavor y curiosidad la que me provocaba.
-No... se preocupe, lo comprendo- agradecí que la voz de Liam volviera a ser agradable para mis oidos-. Le... le acompañaré al camino del bosque. Después de lo que ha pasado si regresa sólo por las zonas abandonadas se le echaran encima como leones.
Andé mirando al frente, con la tensión contenida aun. El enfrentamiento me había dejado aturdida. Yo nunca había tenido valor para negarme a nada de lo que me pedían, nunca me había quejado del trato de aquellas personas. A parte de eso, lo que me hacía sentirme mareada era el pensar en la sangre brotando del brazo de Jonathan, en la voz casi gutural de Liam, y en el aspecto fiero que destilaba. Me había quedado sin palabras, y no sabía cómo disimularlo, porque el chico que se paseaba tranquilo a mi lado no parecía el mismo que el de hacía unos minutos.
Sin darme cuenta, había bordeado la laguna y me encontraba frente a un camino que se perdía en el bosque. Más allá de él, el comienzo de la ciudad se veia iluminado por tenues farolillos.
-Si sigué por el camino no tardará en llegar al este de la ciudad, cerca de la catedral...- expliqué sintiendo un escalofrío.
La noche se nos estaba echando encima. Sentí un dolor agudo en la espalda, como si mis heridas aun sin cicatrizar me quemaran de pronto. No pude evitar soltar un leve gemido, y evité mirar entonces a los ojos al joven. Sabía que era un aviso. Había sentido ese mismo dolor cada vez que el licántropo que me las había producido se había acercado a mi. Ignoraba cuándo exáctamente se convertía en lobo con luna llena, pero al ser joven parecía controlar mucho menos su transformación. Le sentía tan cerca...
-Monsieur... debe irse ya. No es seguro que esté aquí cuando la luna llena esté en su cenit- dije sin aliento mirando a mi alrededor-. Es peligroso...
No quería parecer una loca, ni tampoco me sentía con ganas de intentar convencerle de que los hombres lobo existían. Solo quería que se fuera cuanto antes diciéndole lo justo. Por algún motivo no quería que le pasara nada, aunque parecía que él sólo sabía defenderse a la perfección. Di dos pasos hacia atrás esbozando una leve sonrisa de agradecimiento mientras miraba a Liam, pero mis ojos no sabían engañar. Estaba segura de que el temor se leia en ellos. Maldije para mis adentros. Un aullido lejano se dejó oir entre los ecos del bosque y otra punzada me atravesó. Debía haber alguna conexión entre ese maldito lobo y yo, aunque no me estaba convirtiendo en uno de ellos porque no había sufrido ninguna mordida. A duras penas evité llevarme la mano a la espalda.
-No... se preocupe, lo comprendo- agradecí que la voz de Liam volviera a ser agradable para mis oidos-. Le... le acompañaré al camino del bosque. Después de lo que ha pasado si regresa sólo por las zonas abandonadas se le echaran encima como leones.
Andé mirando al frente, con la tensión contenida aun. El enfrentamiento me había dejado aturdida. Yo nunca había tenido valor para negarme a nada de lo que me pedían, nunca me había quejado del trato de aquellas personas. A parte de eso, lo que me hacía sentirme mareada era el pensar en la sangre brotando del brazo de Jonathan, en la voz casi gutural de Liam, y en el aspecto fiero que destilaba. Me había quedado sin palabras, y no sabía cómo disimularlo, porque el chico que se paseaba tranquilo a mi lado no parecía el mismo que el de hacía unos minutos.
Sin darme cuenta, había bordeado la laguna y me encontraba frente a un camino que se perdía en el bosque. Más allá de él, el comienzo de la ciudad se veia iluminado por tenues farolillos.
-Si sigué por el camino no tardará en llegar al este de la ciudad, cerca de la catedral...- expliqué sintiendo un escalofrío.
La noche se nos estaba echando encima. Sentí un dolor agudo en la espalda, como si mis heridas aun sin cicatrizar me quemaran de pronto. No pude evitar soltar un leve gemido, y evité mirar entonces a los ojos al joven. Sabía que era un aviso. Había sentido ese mismo dolor cada vez que el licántropo que me las había producido se había acercado a mi. Ignoraba cuándo exáctamente se convertía en lobo con luna llena, pero al ser joven parecía controlar mucho menos su transformación. Le sentía tan cerca...
-Monsieur... debe irse ya. No es seguro que esté aquí cuando la luna llena esté en su cenit- dije sin aliento mirando a mi alrededor-. Es peligroso...
No quería parecer una loca, ni tampoco me sentía con ganas de intentar convencerle de que los hombres lobo existían. Solo quería que se fuera cuanto antes diciéndole lo justo. Por algún motivo no quería que le pasara nada, aunque parecía que él sólo sabía defenderse a la perfección. Di dos pasos hacia atrás esbozando una leve sonrisa de agradecimiento mientras miraba a Liam, pero mis ojos no sabían engañar. Estaba segura de que el temor se leia en ellos. Maldije para mis adentros. Un aullido lejano se dejó oir entre los ecos del bosque y otra punzada me atravesó. Debía haber alguna conexión entre ese maldito lobo y yo, aunque no me estaba convirtiendo en uno de ellos porque no había sufrido ninguna mordida. A duras penas evité llevarme la mano a la espalda.
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 17/01/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
Noté el escrutinio de Nora, pero procuré que nuestras miradas se encontrasen. Sabía que la había asustado y me culpé a mí mismo por ello. A veces no controlaba toda la ira depositada en mí y tenía que darle un salvoconducto por donde fuera. Por ello, en ocasiones, asistía a peleas de boxeo clandestinas y apuestas ilegales. Era una forma de liberar mi rabia y mi cólera.
Nora se ofreció a acompañarme hasta el lindero del bosque. Yo sabía que no era una buena idea. La luna llena saldría en menos de 15 minutos. Y cuando eso sucediese, yo no sería consecuente de mis actos. Traté de denegar su ofrecimiento de forma educada, pero ella insistió.
En pocos minutos, estuvimos ya cerca de la entrada del bosque. No pude evitar sonreír al ver su aspecto aterrador. "Idóneo para la bestia que va a encerrar esta noche"
-No se preocupe. No me dan miedo esos canallas. Son ellos los que deberían andarse con cuidado.
Un sonido de dolor escapó de la boca de Nora. La miré interrogante y preocupado.
-¿Le ocurre algo, boireannaich?
La joven me instó a irme cuanto antes de allí. Se la veía asustada y no se me escapó el hecho de que temía a la luna llena. No pude estar más de acuerdo con ella. A lo lejos, ya se pudo escuchar un aullido. Me puse tenso y me apresuré a despedirme de la señorita. Tampoco quería dejarla que volviese sola hasta las zonas abandonadas pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Ya no había más tiempo y debía entrar en el condenado bosque y perderme allí hasta el amanecer. O de lo contrario multitud de personas saldrían heridas, entre ellas, Nora. Tenía la esperanza de que no le ocurrriera nada.
-Gracias, mademoiselle por haberme acompañado hasta aquí. Encantado de conocerla. Espero que nos volvamos a encontrar por París.-Le extendí una mano en señal de despedida y, acto seguido, me perdí en la oscuridad del bosque.
Ya notaba cómo mis músculos empezaban a tensarse. Mis uñas empezaron a crecer hasta alcanzar un tamaño considerable. El pelo me crecía por doquier. Mis caninos se iban transformando en los de una enorme bestia. Dañinos y peligrosos. Mi espalda se arqueó levemente. Y mis ropas se desgajarron. Mi cuerpo había adoptado una forma antropomórfica. No era ni completamente hombre, ni completamente lobo. Dolía. La transformación dolía. Pero no podía permitirme el lujo de gritar o de quejarme. Había sido una opción que yo mismo había tomado y no me arrepentía de ello.
Poco a poco, fui perdiendo conciencia de mí mismo. Hasta que Liam desapareció por entero y dio paso a la Bestia que habitaba en su interior las noches de luna llena.
Y aulló. Aulló y los demás lobos contestaron su llamada.
Off: ¿quieres que cerremos ya?
Nora se ofreció a acompañarme hasta el lindero del bosque. Yo sabía que no era una buena idea. La luna llena saldría en menos de 15 minutos. Y cuando eso sucediese, yo no sería consecuente de mis actos. Traté de denegar su ofrecimiento de forma educada, pero ella insistió.
En pocos minutos, estuvimos ya cerca de la entrada del bosque. No pude evitar sonreír al ver su aspecto aterrador. "Idóneo para la bestia que va a encerrar esta noche"
-No se preocupe. No me dan miedo esos canallas. Son ellos los que deberían andarse con cuidado.
Un sonido de dolor escapó de la boca de Nora. La miré interrogante y preocupado.
-¿Le ocurre algo, boireannaich?
La joven me instó a irme cuanto antes de allí. Se la veía asustada y no se me escapó el hecho de que temía a la luna llena. No pude estar más de acuerdo con ella. A lo lejos, ya se pudo escuchar un aullido. Me puse tenso y me apresuré a despedirme de la señorita. Tampoco quería dejarla que volviese sola hasta las zonas abandonadas pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Ya no había más tiempo y debía entrar en el condenado bosque y perderme allí hasta el amanecer. O de lo contrario multitud de personas saldrían heridas, entre ellas, Nora. Tenía la esperanza de que no le ocurrriera nada.
-Gracias, mademoiselle por haberme acompañado hasta aquí. Encantado de conocerla. Espero que nos volvamos a encontrar por París.-Le extendí una mano en señal de despedida y, acto seguido, me perdí en la oscuridad del bosque.
Ya notaba cómo mis músculos empezaban a tensarse. Mis uñas empezaron a crecer hasta alcanzar un tamaño considerable. El pelo me crecía por doquier. Mis caninos se iban transformando en los de una enorme bestia. Dañinos y peligrosos. Mi espalda se arqueó levemente. Y mis ropas se desgajarron. Mi cuerpo había adoptado una forma antropomórfica. No era ni completamente hombre, ni completamente lobo. Dolía. La transformación dolía. Pero no podía permitirme el lujo de gritar o de quejarme. Había sido una opción que yo mismo había tomado y no me arrepentía de ello.
Poco a poco, fui perdiendo conciencia de mí mismo. Hasta que Liam desapareció por entero y dio paso a la Bestia que habitaba en su interior las noches de luna llena.
Y aulló. Aulló y los demás lobos contestaron su llamada.
Off: ¿quieres que cerremos ya?
Liam McDonald- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 12/06/2010
Re: ¿Es que aquí no se vende buen licor escocés? [Nora] [TERMINADO]
-N-no es nada monsieur, no se preocupe- comenté aguantando para no gritar.
"No le entretengas más Nora, vamos, tiene que irse de una vez" me dije a mi misma. Sonreí lo más creiblemente que pude estreché la mano con cierto pesar escondido. No quería que se fuera. No quería quedarme sola de nuevo... pero tenía que marcharse si no quería salir herido. Le miré a los ojos con cierto cariño. Había sido muy amable conmigo.
-Gracias a vos por ayudarme hoy. Espero de corazón volver a verle- y eso último, tenía un significado oculto que solo yo parecía conocer. El hecho de que podía no sobrevivir a aquella noche.
Solté su mano y observé breves minutos cómo se perdía en el bosque, solo para darle seguridad. En cuanto le hube perdido de vista, me di media vuelta, sujeté el bajo de mi vestido para no pisármelo y eché a correr cuesta abajo como alma que lleva el diablo. Corrí y corrí hacia el lago, hacia la cabaña que podía salvarme la vida. De pronto empecé a oir las pezuñas rasgando la tierra tras de mi, pero el lobo había reaccionado tarde. Estaba atrás. Sin miramientos entré en una cueva, respirando entrecortadamente y con lágrias en los ojos. Corrí por los túneles hasta palpar una trampilla sobre mi cabeza. Un aullido resonó cerca, pero era tarde. Entré en la cabaña y cerré la puerta acurrucándome en una esquina. Y seguí llorando hasta que me quedé dormía. Había vuelto a sobrevivir a la luna llena.
TEMA CERRADO
"No le entretengas más Nora, vamos, tiene que irse de una vez" me dije a mi misma. Sonreí lo más creiblemente que pude estreché la mano con cierto pesar escondido. No quería que se fuera. No quería quedarme sola de nuevo... pero tenía que marcharse si no quería salir herido. Le miré a los ojos con cierto cariño. Había sido muy amable conmigo.
-Gracias a vos por ayudarme hoy. Espero de corazón volver a verle- y eso último, tenía un significado oculto que solo yo parecía conocer. El hecho de que podía no sobrevivir a aquella noche.
Solté su mano y observé breves minutos cómo se perdía en el bosque, solo para darle seguridad. En cuanto le hube perdido de vista, me di media vuelta, sujeté el bajo de mi vestido para no pisármelo y eché a correr cuesta abajo como alma que lleva el diablo. Corrí y corrí hacia el lago, hacia la cabaña que podía salvarme la vida. De pronto empecé a oir las pezuñas rasgando la tierra tras de mi, pero el lobo había reaccionado tarde. Estaba atrás. Sin miramientos entré en una cueva, respirando entrecortadamente y con lágrias en los ojos. Corrí por los túneles hasta palpar una trampilla sobre mi cabeza. Un aullido resonó cerca, pero era tarde. Entré en la cabaña y cerré la puerta acurrucándome en una esquina. Y seguí llorando hasta que me quedé dormía. Había vuelto a sobrevivir a la luna llena.
TEMA CERRADO
Denna Setterfield- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 164
Fecha de inscripción : 17/01/2010
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