Los monstruos prefieren salir de noche [libre]

Recuerdo del primer mensaje :

Se habia despertado no con la luz del sol colarse por la ventana como virutas resplandecientes, el calor del oro liquido que del astro rey manaba no lamia su cuerpo despertándole, no sentía aquel calor abrazador y casi hogareño, tampoco se habia despertado por el ladrido de algun vagabundo perro o un hambriento gato que de una u otra forma habia logrado colarse por el balcón directo a la galería, dada la ocasión alguno de aquellos felinos le habia estropeado mas de un cuadro, pero no valían la pena. Por el contrario se habia despertado con un fuerte golpe, el retumbar de una cadena metálica contra la superficie lisa de una pared del mismo material, escucho relampaguear, no, era solo el golpeteo, el rugir de los cañones ante el son de guerra retumbaron sus tímpanos, intento levantarse cayendo al suelo con fragilidad, parecía romperse, resquebrajar su alma, caer en mil pedazos.

Observaba el suelo frente a el, con una fuerza ajena rodeándole el tronco, movio sus brazos, brazos de los cuales ahora se veía privado, bajo su mirada topándose con una inmensidad blanca ¿Qué sucedia? Se sento con esfuerzo observándose, una vez, dos…no estaba ocurriendo, la desesperación comenzó a apoderarse de el mientras sus brazos se movían frenéticamente comenzando a lastimarse ¿y la herida en su abdomen? Inexistente, irrelevante, inverosímil, no estaba ya –auxilio- exclamo, con aquella voz que nadie escuchaba, de aquella forma que todos pretendían en ignorar, sus ojos color de oro se enjuagaban en la desesperación de la falta de libertad ¿estaba en un manicomio? El no estaba loco ¿lo estaba?, se arrastro hasta la esquina mas lejana de la puerta que seguía golpeándose, con un vaivén de cadenas, sus mas temibles pesadillas ocultas detrás de esa puerta ¿o era acaso su propia mente? ¿le estaba jugando un mal rato? –aléjense- exclamo intentando ocultar su cabeza entre sus hombros, aquella plasta de telas blancas se lo impidieron, tanta blancura, tanto encierro, grito frenéticamente intentando deshacerse de ellas, golpeando su espalda contra la pared.

Un silencio descomunal y un chirrido inhumano, la puerta pesada e inmensa comenzaba a abrirse, detrás de ella, nada habia, nada mas que un pequeño niño de negros cabellos y ojos no menos claros que el mismo cielo, sonrio, de una forma picaresca acercándose con paso lento, acercándose mientras el se alejaba, se pegaba a la pared intentando traspasarla, alejarse de ese niño ¿Por qué le temia tanto? –no te acerques…quedate donde estas- le repetio hasta el cansacio, sus zapatos de carol resonaban contra el pulido suelo –Anuar, Anuar ¿me temes?- su voz resonó en la habitación haciendo eco, repitiéndose mil veces a la vez, confundiéndole, era como escuchar un chirrido, eran las cadenas al golpearse, el encierro y la soledad, lo era todo y lo era nada –no- ¿no? Sus palabras habían salido con claridad pero su cuerpo parecía negarse, sentía que la garganta le escocía, que sus labios no querían pronunciar aquello –no- repitió escupiendo las palabras sobre el rostro del niño como si algo dentro de el se negara a sentir miedo, un impulso.

-tu me temes…tu temes- los ojos del niño se habían clavado en los ajenos, como dos dagas acuchillando su ser, haciendo dudar sobre si mismo –y siempre me temeras, no te esmeres en negarlo o síguete engañando y ve hasta donde logras llegar, cuidate de mi- le sonrio amigablemente acariciando su mejilla.


Se levanto de golpe ante un ruido ajeno a su sueño, se levanto bañado en un sudor frio y una respiración agitada, giro en todas direcciones tranquilizándose, solo una pesadilla mas, tomo el candil con el que alumbraba el lugar, lo alzo por encima de su cabeza –hay alguien aquí- cuestiono al aire y por Dios que quería escuchar un no por respuesta.

-yo no he dicho que mis obras no sean maravillosas- murmuro pensándose un poco las cosas –decirlo seria mentir y no es algo que me agrade- aseguro chapoteando nuevamente el agua en un vago intento de apaciguar sus pensamientos que comenzaban a revoletear en su cabeza como una parvada de menudas aves, de aquellas de picos largos y filosos, sentía que le taladraban por dentro sin afán alguno de detenerse, ni aunque asi lo pidiera aunque no planeaba pedir, eso estaba de mas después uno se quedaba con deudas y saber que necesitaba brindarle algo a alguien era una sensación de atadura que aberraba en extremo –no…y después de esta noche no planeo volver, pero es lo que se debe hacer para subsistir no- le cuestiono encogiéndose de hombros, sabiendo que ella comprendería al respecto.

-¿no te sientes extraña de servir a esa gente que se pavonea con trajes de gala onerosos?- le cuestiono sin querer voltear a verla, para el seria extraño no por menos marinante, saber que debía servirles y complacer por alguna buena propina, saber que mientras el debía cumplir sus caprichos y expectativas ellos le trataban y se mofaban como si de un perro cualquier se tratase, saber que le daban el dinero por lucir mas acaudalados, no por buenas personas sino por lo bien visto que era en la sociedad, aberrante.

-lamento escuchar todo eso- aseguro desviando la mirada hacia el sol, los rayos que este despedía pues de lo contrario seguramente sus ojos terminarían dañados –pero es mejor, desde mi punto de vista vivir en la miseria y seguir firme a uno mismo antes que gozar de lujos y haberse perdido en el trayecto- se encogió de hombros, como lo veía el no habia nada peor que volveré un utensilios de otros, ser meramente un gozo para el ajeno y para uno mismo, que sin aquellas sensaciones no pudiese ser uno feliz ¿de eso dependía la felicidad? Que deprimente era pensar que aquello era verdad.

-esas personas no merecen ser llamadas hombres, son cobardes…animales que buscan sentirse bien con el mal ajeno…aberables- mascullo observando su reflejo en el agua con un gesto de repulsión tangible en sus facciones, porque esa clase de personas le habían quitado a su familia, desvió la mirada no queriendo parce demasiado obvio, por que transparente y al mismo tiempo el mas opacó de las personas.

-la sociedad no importa mucho, deberías hacer lo que quieras y ya- le indico volteándola a ver con los labios crispados en lo que quería aparentar ser una sonrisa sin mostrar asi su dentadura –no planeaba hacerlo- aseguro mirando de soslayo como su mano se apoyaba en su rodilla y su cuerpo se elevaba un escalón.

Escucho aquella risita aunque no dijo nada al respecto puesto que desconocía a cual de todas sus palabras se debía, cual de aquellas habia sido la causante de una burla o en dado caso una alegría bien merecida después de una noche sin descanso, de correr y huir de las pesadillas –lo haras seguramente…la ultima vez que vi a un hombrelobo me salvaron y ahora mira…quizá la próxima vez tu seas la heroína- aseguro encogiéndose de hombros, todo parecía posible ahora nada era imposible.

¿Predecible? Enarco una ceja sin decir nada porque no tenia nada que decir al respecto quizá se habia abierto demasiado y no asi queriendo porque Nora era ahora una de esas pocas personas que le habían visto aterrado, que le habían visto temblar y sentirse desprotegido y quisiera o no era algo que no podría cambiar porque no habia reloj que regresara el tiempo y no habia forma de borrar el pasado.

Dejo que se durmiese unos instantes aunque debió despertarla por miedo a que se fuese a quedar de aquella manera, un estado letárgico eternamente ¿eternamente? No solo recibiría el dulce beso de la muerte, en Dios aguardaba que no fuese asi, llevo una mano a su frente asintiendo –creo que estas mejor- aseguro en un tono apenas y audible sujetando su rostro entre sus manos –debo irme…enverdad espero que te mejores- le confeso besando su frente de forma prolongada para asi sin mas levantarse con lentitud y salir de la laguna en busca de sus zapatos, necesitaba regresar, entregar la llave y explicar que no podría ser trabajar en aquel lugar, debía debía, ahora necesitaría buscar otro medio de conseguir capital.

No deseaba dejarla ahi sola pero no podia entrometerse más, esperaba verla en algun otro momento y saber asi, que habia hecho algo bueno.