AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Apriencias inocentes suelen engañar a los inocentes {Libre}
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Apriencias inocentes suelen engañar a los inocentes {Libre}
Alejada de los míos,de aquellas personas que me había aferrado para escapar de un loco demente que se hacía llamar mi hermano y mi amante ,caminaba con pasos pausados entre la multitud. A veces resaltaba mi imagen entre los parisinos ,me miraban como si fuera un bicho más en sus doradas tierras. Repugnancia y asco transmitían aquellos ojos que solo se acostumbraban a ver riquezas,sedas y oro. El sentimiento era mutuo. Como ellos mostraban sus sentimientos libremente,yo hacía lo mismo respondiendo a cada mirada asqueada. Pensaban que era inferior a ellos,pensaban que debía estar lavando sus suelos de porcelana y cuidar de sus hijos pero yo pensaba en la manera de darles una lección. Finalmente llegué a la conclusión de que París no tenía justicia.
Con mis pensamientos flotantes me adentré en el mercado , buscando algún trabajo extra. El circo italiano no proporcionaba tanto dinero como para tener el pan de cada día. Así que cada uno tenía que proporcionárselo individualmente. A pesar de ser la estrella del circo, nunca había transmitido aquel sentimiento de superioridad entre los míos. Lo que conseguía con mis danzas y con mis acompañantes (las serpientes) se lo entregaba a mi gente. Reconozco,estaba tan pérdida como lo estaría un personaje de cuento metido en aquella época.
Había llegado en la mañana,junto con mis acompañantes, un largo y cansado viaje tuvimos que hacer las pocas personas que deseábamos llegar lejos con nuestros dones. Solo me había limitado en dejar mis pertenencias en el campamento,alguien se ocuparía de ellas pues todos teníamos hambre y sed así que me ofrecí en comprar algo sin pedir nada a cambio y con ello un trabajo. Observaba cada puesto de comida, cada fruta apetitosa mientras el calor del verano proporcionaba brillo en mi negro y largo cabello. Estaba acostumbrada al frío y aquel cambio de temperatura tan brusco me provocaba ciertas nauseas. Odiaba los veranos pero amaba las primaveras,aquellas cuando el amor florece como una rosa que abre sus pétalos angelicalmente. Por aquel simple pensamiento en mi rostro se pudo divisar una sonrisa de anhelo - Eh!Tú! Acércate,acércate... - una voz siseante ,al igual que la lengua de las serpientes que acariciaban mis hombros cada vez que el circo tenía que presumir de danzas,malabares,magia y toca clase de entretenimiento.
Desconcertada ,giré mi rostro y vi a una mujer de una edad avanzada. Su rostro estaba marchitado por los años que habían pasado,sus ojos parecían turbados , y su voz era como el llamamiento del mismo demonio. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo de pies a cabeza y arrugué ambas cejas intentando saber si era yo la protagonista de sus palabras.
- Siiii jovencita,a ti te estoy llamando.Ven..ven..- ¿de verdad se trataba de mi?. Observé a mi alrededor buscando a otra jovencita ,tal vez me estaba precipitando un poco.Pero no,era la única que estaba parada en medio del mercado. Cuando volví mis ojos hacía la anciana..¡sorpresa! ya no estaba. Tuve que estar parada unos cinco minutos ,pensando en una decisión concreta. ¿Que podía hacerme una anciana ?. Absolutamente nada,así que dirigí mis pasos olvidando la razón por la que estaba en el mercado. Busqué su rastro y finalmente encontré una especie de carpa alejada de los puestos de comida,armas...
Me estaba arrepintiendo de la decisión que había tomado y tuve que pensar una vez más si era lo correcto . Pero en ese instante ,la anciana apareció detrás de la carpa provocándome un susto que casi me derrumba al suelo - ¿Que haces muchacha?Entra ya que no tengo todo el día - me estaba apresurando con sus enormes cejas que se habían unido al ser fruncidas . Bufé molesta y me adentré en aquel mundo curioso. No tuve tiempo de observar pues la anciana me jaló la mano con fuerza ,una fuerza que me extrañó bastante como para dudar de ella - Pobre gitana,parece que tus desgracias no cesarán nunca - ante aquellas palabras aparté mi mano con fuerza y sin decir más salí de la carpa algo enfadada.
Al salir de aquel mundo siniestro volví a buscar comida un poco mareada . Tal vez era por aquellos olores a menta y a incienso que había dentro o porque no había comido nada. Tanto era mi descuido que tropecé con alguien y no tuve más remedio que pedir disculpa tartamudeando.
Con mis pensamientos flotantes me adentré en el mercado , buscando algún trabajo extra. El circo italiano no proporcionaba tanto dinero como para tener el pan de cada día. Así que cada uno tenía que proporcionárselo individualmente. A pesar de ser la estrella del circo, nunca había transmitido aquel sentimiento de superioridad entre los míos. Lo que conseguía con mis danzas y con mis acompañantes (las serpientes) se lo entregaba a mi gente. Reconozco,estaba tan pérdida como lo estaría un personaje de cuento metido en aquella época.
Había llegado en la mañana,junto con mis acompañantes, un largo y cansado viaje tuvimos que hacer las pocas personas que deseábamos llegar lejos con nuestros dones. Solo me había limitado en dejar mis pertenencias en el campamento,alguien se ocuparía de ellas pues todos teníamos hambre y sed así que me ofrecí en comprar algo sin pedir nada a cambio y con ello un trabajo. Observaba cada puesto de comida, cada fruta apetitosa mientras el calor del verano proporcionaba brillo en mi negro y largo cabello. Estaba acostumbrada al frío y aquel cambio de temperatura tan brusco me provocaba ciertas nauseas. Odiaba los veranos pero amaba las primaveras,aquellas cuando el amor florece como una rosa que abre sus pétalos angelicalmente. Por aquel simple pensamiento en mi rostro se pudo divisar una sonrisa de anhelo - Eh!Tú! Acércate,acércate... - una voz siseante ,al igual que la lengua de las serpientes que acariciaban mis hombros cada vez que el circo tenía que presumir de danzas,malabares,magia y toca clase de entretenimiento.
Desconcertada ,giré mi rostro y vi a una mujer de una edad avanzada. Su rostro estaba marchitado por los años que habían pasado,sus ojos parecían turbados , y su voz era como el llamamiento del mismo demonio. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo de pies a cabeza y arrugué ambas cejas intentando saber si era yo la protagonista de sus palabras.
- Siiii jovencita,a ti te estoy llamando.Ven..ven..- ¿de verdad se trataba de mi?. Observé a mi alrededor buscando a otra jovencita ,tal vez me estaba precipitando un poco.Pero no,era la única que estaba parada en medio del mercado. Cuando volví mis ojos hacía la anciana..¡sorpresa! ya no estaba. Tuve que estar parada unos cinco minutos ,pensando en una decisión concreta. ¿Que podía hacerme una anciana ?. Absolutamente nada,así que dirigí mis pasos olvidando la razón por la que estaba en el mercado. Busqué su rastro y finalmente encontré una especie de carpa alejada de los puestos de comida,armas...
Me estaba arrepintiendo de la decisión que había tomado y tuve que pensar una vez más si era lo correcto . Pero en ese instante ,la anciana apareció detrás de la carpa provocándome un susto que casi me derrumba al suelo - ¿Que haces muchacha?Entra ya que no tengo todo el día - me estaba apresurando con sus enormes cejas que se habían unido al ser fruncidas . Bufé molesta y me adentré en aquel mundo curioso. No tuve tiempo de observar pues la anciana me jaló la mano con fuerza ,una fuerza que me extrañó bastante como para dudar de ella - Pobre gitana,parece que tus desgracias no cesarán nunca - ante aquellas palabras aparté mi mano con fuerza y sin decir más salí de la carpa algo enfadada.
Al salir de aquel mundo siniestro volví a buscar comida un poco mareada . Tal vez era por aquellos olores a menta y a incienso que había dentro o porque no había comido nada. Tanto era mi descuido que tropecé con alguien y no tuve más remedio que pedir disculpa tartamudeando.
Mahek Krishnan- Gitano
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Fecha de inscripción : 20/11/2012
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Re: Apriencias inocentes suelen engañar a los inocentes {Libre}
La búsqueda de lo imposible siempre lo llevaba a el encuentro con lo improbable, la mañana mas soleada y fría que recordaba era aquella con la que llego a Paris, el sonido del mar danzando torpemente hasta golpearse con la madera del barco era lo único que sus oídos apreciaron a sentir durante las tres semanas y media que permaneció montado en aquella gran mole flotante con la que había decidido partir en busca del destino, durante ese tiempo como siempre solamente se dejo sepultar por arañas en medio de la bodega donde paso los días pelando patatas para el resto de la tripulación, podría haberse quejado de ello pero sinceramente utilizar el cuchillo al menos para eso le quitaba un poco el aburrimiento, además convivir con el resto de los que viajaban el carguero solamente podría traerle un buen rato de saliva gastada pues los marineros solían ser, por regla general, entrometidos y habladores, sumándole por supuesto que tendían a ser bebedores y consumidores compulsivos.
Había escuchado decir una de las noches que sofocado por el olor a humedad decidió salir de su encierro para tomar un poco de aire marino, sus labios se curvaron en una sonrisa cuando escucho aquellas palabras, como siempre la ignorancia era algo que le sobraba a la gente pero esta vez no se habían equivocado demasiado, quizá la mayoría de los brujos simplemente nacían con un don que decidían explotar en pos de lo que mas les conviniese, él era uno de esos, sin embargo, también se incluía en el grupo de los que entregaban su alma a cambio de poder, los secretos de lo desconocido se le eran revelados gradualmente al tiempo que el tatuaje en su pecho comenzaba a crecer hasta rodear por completo su torso, su apariencia eran engañosa al punto de volverse casi indescifrable pues la sombra del demonios jugaba con ella a su conveniencia, Juan de La Cruz era un hombre vanidoso pero siempre se volvía invisible ante el resto, cada vez que caminaba por la calle era como si una capa de invisibilidad lo cubriera de pies a cabeza hasta que el resto de los transeúntes lo confundían con una sombra negra que se acercaba, se alejaba pero nunca llegaba.
Esa misma mañana no era diferente al resto pero le recordaba bastante a la que vivió por aquellos tiempos, lleno de gente que no conocía, sin una moneda en los bolsillos para comprar algo de comida, pero con el suficiente talento para sobrevivir sin ningún bien material que pudiese poner en peligro su misión. Giro el rostro con una expresión de falsa inocencia al verse sumido entre un montón de gente queriendo comprar cosas y otro tanto peleando por vender cada vez mas, el tumulto de personas a su alrededor le daban la perfecta escusa para zambullirse por algo que llevarse a la boca- Tienes unos ojos hermosos Mom petit-Exclamo con falso pero bastante creíble acento francés, podía ver en los ojos de la vendedora el ensimismamiento al encontrarse con los suyos propios, el tono vidrioso que adquirían y un destello de color verde que parecía una luz reflejándose en sus pupilas color avellana, Juan de La Cruz tomo entre sus manos una manzana del puesto de frutas llevándosela al bolsillo mientras con la otra mano se llevaba una mas a la boca, un sonido crujiente se produjo cuando los dientes del hispano-arábico atravesaron la dura y jugosa piel de la fruta.
Alejándose del puesto la muchacha giro el rostro como acabase de despertar de un sueño profundo volviendo de inmediato a su labor, gritaba alguna de las frases típicas de las vendedoras que deseaban resaltar de entre el resto de la multitud mientras el brujo se alejaba a paso lento, con una andar tan pacifico que parecía que nada le preocupase en la vida, y por supuesto, así era. Frunció el ceño cuando un olor extraño inundo el aire, era algo parecido a hiervas, quizá alguna especie de polvo preparado, no estaba seguro- Cuidado madeimoselle!!-Exclamo al sentir como repentinamente una muchacha desorientada chocaba contra su pecho, él no había querido que ella se cayera al suelo así que la sostuvo de los hombros sin saber que hacer exactamente.
“Los brujos son seres que pertenecieron a este mundo pero que abandonaron a su dios y renegaron del para atraer y manipular las fuerzas ocultas, son seres malignos, por eso son quemados en la hoguera, para que el fuego les limpie el alma de todos esos pecados que cometieron para obtener poder”
Había escuchado decir una de las noches que sofocado por el olor a humedad decidió salir de su encierro para tomar un poco de aire marino, sus labios se curvaron en una sonrisa cuando escucho aquellas palabras, como siempre la ignorancia era algo que le sobraba a la gente pero esta vez no se habían equivocado demasiado, quizá la mayoría de los brujos simplemente nacían con un don que decidían explotar en pos de lo que mas les conviniese, él era uno de esos, sin embargo, también se incluía en el grupo de los que entregaban su alma a cambio de poder, los secretos de lo desconocido se le eran revelados gradualmente al tiempo que el tatuaje en su pecho comenzaba a crecer hasta rodear por completo su torso, su apariencia eran engañosa al punto de volverse casi indescifrable pues la sombra del demonios jugaba con ella a su conveniencia, Juan de La Cruz era un hombre vanidoso pero siempre se volvía invisible ante el resto, cada vez que caminaba por la calle era como si una capa de invisibilidad lo cubriera de pies a cabeza hasta que el resto de los transeúntes lo confundían con una sombra negra que se acercaba, se alejaba pero nunca llegaba.
Esa misma mañana no era diferente al resto pero le recordaba bastante a la que vivió por aquellos tiempos, lleno de gente que no conocía, sin una moneda en los bolsillos para comprar algo de comida, pero con el suficiente talento para sobrevivir sin ningún bien material que pudiese poner en peligro su misión. Giro el rostro con una expresión de falsa inocencia al verse sumido entre un montón de gente queriendo comprar cosas y otro tanto peleando por vender cada vez mas, el tumulto de personas a su alrededor le daban la perfecta escusa para zambullirse por algo que llevarse a la boca- Tienes unos ojos hermosos Mom petit-Exclamo con falso pero bastante creíble acento francés, podía ver en los ojos de la vendedora el ensimismamiento al encontrarse con los suyos propios, el tono vidrioso que adquirían y un destello de color verde que parecía una luz reflejándose en sus pupilas color avellana, Juan de La Cruz tomo entre sus manos una manzana del puesto de frutas llevándosela al bolsillo mientras con la otra mano se llevaba una mas a la boca, un sonido crujiente se produjo cuando los dientes del hispano-arábico atravesaron la dura y jugosa piel de la fruta.
Alejándose del puesto la muchacha giro el rostro como acabase de despertar de un sueño profundo volviendo de inmediato a su labor, gritaba alguna de las frases típicas de las vendedoras que deseaban resaltar de entre el resto de la multitud mientras el brujo se alejaba a paso lento, con una andar tan pacifico que parecía que nada le preocupase en la vida, y por supuesto, así era. Frunció el ceño cuando un olor extraño inundo el aire, era algo parecido a hiervas, quizá alguna especie de polvo preparado, no estaba seguro- Cuidado madeimoselle!!-Exclamo al sentir como repentinamente una muchacha desorientada chocaba contra su pecho, él no había querido que ella se cayera al suelo así que la sostuvo de los hombros sin saber que hacer exactamente.
Juan de la Cruz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 22/05/2012
Re: Apriencias inocentes suelen engañar a los inocentes {Libre}
- Disculpe mi torpeza..- fueron las únicas palabras que mis labios carnosos pudieron articular. Solo era cuestión de segundos caerme al suelo por el golpe. Reconocía que a veces me pasaba en no comer y eso,como todo el mundo lo sabe, debilita el sistema de una persona pero esta vez no fue mi debilitación si no la fuerza del hombre. O tal vez ambas. Aun así no caí,mis hombros fueron sujetados con agilidad y como agradecimiento dibujé una sonrisa amable .
Una vez que mis pies volvieron a estar firmes sobre la tierra de París , aparté los hombros con un movimiento leve .
Levanté la vista del suelo,pues todo el tiempo había estado hundida en un suelo que parecía firme . Aquellos grandes ojos ,curiosos y expresivos toparon con los del hombre. Tenía un aspecto agradable pero eran sus ojos los que transmitían un misterio antiguo.Como aquellos misterios que llevan años escondidos detrás de unos muros sin ser descubiertos,la misma sensación me transmitía él.
- Eh...- los labios intentaban cortar el silencio que se había apoderado debido a que mi atención se había apreciado en su aspecto. ¿Debía darle una explicación por lo ocurrido o dejaría que me etiquetara como una persona torpe? - Gracias por no dejarme caer...- al final decidí dejarle etiquetarme,la gente solía hacerlo y yo me estaba acostumbrando poco a poco - Debo irme o mi gente se morirá de hambre - volví a sonreír. Aquella despedida fue un tanto confiable, seguramente el hombre se había dado cuenta de mi clase social por las ropas coloridas que llevaba. En aquel momento un grito proveniente de la anciana demente que poco antes "me había leído la mano" ,salió con furia empezando a gritar detrás mío - Vuelve aquí,insensata - reconozco,ante esos gritos mi cuerpo empezó a transmitir cierto miedo. Siempre había temido a los brujos por sus poderes ,nunca sabes cuando te atacan y como. Me di la vuelta haciendo ondear mi cabello largo,con el deseo de atacar verbalmente - Oh no,viene - horrorizada, aquella palabra describía a la perfección mi tono de voz. Busqué con la mirada donde esconderme y lo más sensato fue esconderme detrás de aquel hombre que parecía un muro de protección ante la anciana.Alto,musculoso y protector. Me bastaba por unos momentos.
Me aferré detrás del hombre,escondiendo mi rostro y agarrándole por los brazos con mis manos - Me dan miedo las...- quise darle una razón por la que utilizaba su cuerpo como un escudo pero en aquel instante sentí una sensación extraña. Percibía leves ondas de poder que aquel hombre transmitía pero no era solo eso si no que la anciana también. ¿Será posible?. Intentaba esconderme detrás de un brujo debido a una bruja. Que irracional e ilógico parecía todo. Fruncí mis labios de inmediato,observando al hombre con una mirada que transmitía frialdad y junto con el frío un miedo que helaba mis huesos - Menuda mierda ,tú también eres como ella - susurré a sus espaldas mientras la mujer se acercaba rechistando . Obviamente nunca me cortaba en decir mi punto de vista ante las personas y menos tutearlas cuando me encontraba en situaciones como esas - No te escondas detrás de ese muñequito ,el tampoco tendrá un futuro visiblemente contento - vale,por lo menos dejaba de atacarme a mi. ¿Podía ser posible que los brujos se odiasen entre ellos? . Que raro me parecía todo aquello - Haz algo,viene - mis dientes crujieron y mis uñas se adentraron en el brazo del moreno con desesperación. ¿Dónde estaba mi valentía?. Temía a una anciana pero a los animales o seres sobrenaturales no, insensata era mi lógica y crítica mi situación.
Una vez que mis pies volvieron a estar firmes sobre la tierra de París , aparté los hombros con un movimiento leve .
Levanté la vista del suelo,pues todo el tiempo había estado hundida en un suelo que parecía firme . Aquellos grandes ojos ,curiosos y expresivos toparon con los del hombre. Tenía un aspecto agradable pero eran sus ojos los que transmitían un misterio antiguo.Como aquellos misterios que llevan años escondidos detrás de unos muros sin ser descubiertos,la misma sensación me transmitía él.
- Eh...- los labios intentaban cortar el silencio que se había apoderado debido a que mi atención se había apreciado en su aspecto. ¿Debía darle una explicación por lo ocurrido o dejaría que me etiquetara como una persona torpe? - Gracias por no dejarme caer...- al final decidí dejarle etiquetarme,la gente solía hacerlo y yo me estaba acostumbrando poco a poco - Debo irme o mi gente se morirá de hambre - volví a sonreír. Aquella despedida fue un tanto confiable, seguramente el hombre se había dado cuenta de mi clase social por las ropas coloridas que llevaba. En aquel momento un grito proveniente de la anciana demente que poco antes "me había leído la mano" ,salió con furia empezando a gritar detrás mío - Vuelve aquí,insensata - reconozco,ante esos gritos mi cuerpo empezó a transmitir cierto miedo. Siempre había temido a los brujos por sus poderes ,nunca sabes cuando te atacan y como. Me di la vuelta haciendo ondear mi cabello largo,con el deseo de atacar verbalmente - Oh no,viene - horrorizada, aquella palabra describía a la perfección mi tono de voz. Busqué con la mirada donde esconderme y lo más sensato fue esconderme detrás de aquel hombre que parecía un muro de protección ante la anciana.Alto,musculoso y protector. Me bastaba por unos momentos.
Me aferré detrás del hombre,escondiendo mi rostro y agarrándole por los brazos con mis manos - Me dan miedo las...- quise darle una razón por la que utilizaba su cuerpo como un escudo pero en aquel instante sentí una sensación extraña. Percibía leves ondas de poder que aquel hombre transmitía pero no era solo eso si no que la anciana también. ¿Será posible?. Intentaba esconderme detrás de un brujo debido a una bruja. Que irracional e ilógico parecía todo. Fruncí mis labios de inmediato,observando al hombre con una mirada que transmitía frialdad y junto con el frío un miedo que helaba mis huesos - Menuda mierda ,tú también eres como ella - susurré a sus espaldas mientras la mujer se acercaba rechistando . Obviamente nunca me cortaba en decir mi punto de vista ante las personas y menos tutearlas cuando me encontraba en situaciones como esas - No te escondas detrás de ese muñequito ,el tampoco tendrá un futuro visiblemente contento - vale,por lo menos dejaba de atacarme a mi. ¿Podía ser posible que los brujos se odiasen entre ellos? . Que raro me parecía todo aquello - Haz algo,viene - mis dientes crujieron y mis uñas se adentraron en el brazo del moreno con desesperación. ¿Dónde estaba mi valentía?. Temía a una anciana pero a los animales o seres sobrenaturales no, insensata era mi lógica y crítica mi situación.
Mahek Krishnan- Gitano
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Re: Apriencias inocentes suelen engañar a los inocentes {Libre}
Orgullo tatuado en su piel, era lo único que lo mantenía en pie durante épocas difíciles, cuando era joven e inmaduro su color fue lo único que le llevo a flote a través de las mareas de la vida, su descendencia mixta fue suficiente para confundir a muchos en los engañosos rasgos de su rostro, sinceramente se sentía por demás orgulloso de lo que muchos deseaban ocultar, mulatos que por casualidad nacieron con la piel blanca y se escondían entre la muchedumbre no merecían a sus padres, los deshonraban con su simple existencia. Frente a el tenia también a una mujer extranjera, diferente del resto de la blanca estirpe parisina, la muchacha hablaba de un modo suave, como desorientada, tenia un rostro peculiar, no era fea, al contrario, parecía única en muchos sentidos, seguramente seria una mujer muy apreciada por los hombres, al menos por aquellos que la consideraban una mujer y no un objeto para hacer una transacción. Algo extraño había pasado con ella, seguramente se encontró en medio del camino con alguien indeseable que al verla encontró una oportunidad de algo, oportunidad que por supuesto aprovecho sin dudarlo ¿Qué quería?¿Diversión?¿Dinero?¿O simplemente actuó sobre ella porque podía hacerlo?
Juan de La Cruz no era de esos que se creían sabedores de todo, pero no podía encontrar mayor explicación para esa situación no tan inusual, podía escucharla balbucear pero ella no daba la impresión de ser el tipo de personas que se la pasaban por la vida chocando con los extraños que se encontraban en la calle, sin embargo finalmente ella no dijo nada de nada, se limito a guardar silencio por alguna razón que Juan de La Cruz, un hombre acostumbrado a hablar- ¿Su gente?-Se pregunto a si mismo pensando a que se refería, comúnmente era bueno deduciendo cosas de las personas, pero solamente de cierto tipo, gente como el, lobos solitarios que no tenían tiempo ni para recordar rostros, personas con una vida de movimiento vertiginoso que raramente permanecía demasiado tiempo en un solo lugar, “mi gente” era algo que jamás saldría de su boca. La mujer comenzó a andar, silenciosa dio un par de pasos con la intención de terminar aquella fugaz equivocación, sin embargo la aparición de una anciana extraña la asusto, y como no, ver a esa clase de ancianas siempre era por demás inquietante, incluso aunque no tuviesen magia la palabra bruja siempre aparecía en su cabeza, por supuesto que en la cabeza de Juan de La Cruz no hacía referencia a las mujeres que usaban magia, sino mas bien a otro tipo de bruja que es frecuente en todos los lugares del mundo, nunca falta una como esa en ningún sitio, incluso él había tenido su propia “Bruja” cuando era pequeño, y no había sido una experiencia muy agradable que digamos, hizo una mueca con desagrado examinando una mujer, una bruja en todos los sentidos.
- ¿Quién es ella?-Pregunto nuevamente mas para el mismo que para cualquiera de las dos mujeres, el olor a hierbas se volvió mas fuerte de lo que era hacia unos momentos, se mantuvo en silencio escuchándola, algo en ella cambio de un segundo a otro, ella no noto, si el también debió haberlo notado, una gitana, pariente lejana de los brujos ¿Quien mas que otro de los suyos podría haber notado su condición? Giro el rostro cuando la escucho expresarse de aquella manera haciéndolo sonreír de ese modo extraño y distante como lo hacia comúnmente con todo el mundo- ¿Crees que soy igual que esa vieja bruja? Siempre me considere como un hombre atractivo pero ahora mismo acabas de terminar con toda mi autoestima-El no paraba de mirar a la mujer hablar, una extraña inquietud que no se reflejo en el invadió todo dentro de su alma, esa inquietud que sentía cuando se encontraba – Esa mujer es desagradable, me niego a hacer cualquier cosa que implique tocarla de modo que...-La puso delante de él tomándola por los hombros, en un instante sintió la tentación de empujarla hacia la mujer pero se resistió empujándola en su lugar hacia el lado contrario de donde estaba la bruja- Lo mejor será marcharse e ignorar a esa mujer, es horrible a la vista y el oído-Aunque estaba actuando despreocupadamente sintió la tentación en su espalda, como si alguien estuviese a punto de saltar sobre esta, esperaba sentir aquella inquietud, por eso puso a la muchacha enfrente, para que lo sintiera a él y no a la bruja, aunque quizá eso no fuera suficiente…
Juan de La Cruz no era de esos que se creían sabedores de todo, pero no podía encontrar mayor explicación para esa situación no tan inusual, podía escucharla balbucear pero ella no daba la impresión de ser el tipo de personas que se la pasaban por la vida chocando con los extraños que se encontraban en la calle, sin embargo finalmente ella no dijo nada de nada, se limito a guardar silencio por alguna razón que Juan de La Cruz, un hombre acostumbrado a hablar- ¿Su gente?-Se pregunto a si mismo pensando a que se refería, comúnmente era bueno deduciendo cosas de las personas, pero solamente de cierto tipo, gente como el, lobos solitarios que no tenían tiempo ni para recordar rostros, personas con una vida de movimiento vertiginoso que raramente permanecía demasiado tiempo en un solo lugar, “mi gente” era algo que jamás saldría de su boca. La mujer comenzó a andar, silenciosa dio un par de pasos con la intención de terminar aquella fugaz equivocación, sin embargo la aparición de una anciana extraña la asusto, y como no, ver a esa clase de ancianas siempre era por demás inquietante, incluso aunque no tuviesen magia la palabra bruja siempre aparecía en su cabeza, por supuesto que en la cabeza de Juan de La Cruz no hacía referencia a las mujeres que usaban magia, sino mas bien a otro tipo de bruja que es frecuente en todos los lugares del mundo, nunca falta una como esa en ningún sitio, incluso él había tenido su propia “Bruja” cuando era pequeño, y no había sido una experiencia muy agradable que digamos, hizo una mueca con desagrado examinando una mujer, una bruja en todos los sentidos.
- ¿Quién es ella?-Pregunto nuevamente mas para el mismo que para cualquiera de las dos mujeres, el olor a hierbas se volvió mas fuerte de lo que era hacia unos momentos, se mantuvo en silencio escuchándola, algo en ella cambio de un segundo a otro, ella no noto, si el también debió haberlo notado, una gitana, pariente lejana de los brujos ¿Quien mas que otro de los suyos podría haber notado su condición? Giro el rostro cuando la escucho expresarse de aquella manera haciéndolo sonreír de ese modo extraño y distante como lo hacia comúnmente con todo el mundo- ¿Crees que soy igual que esa vieja bruja? Siempre me considere como un hombre atractivo pero ahora mismo acabas de terminar con toda mi autoestima-El no paraba de mirar a la mujer hablar, una extraña inquietud que no se reflejo en el invadió todo dentro de su alma, esa inquietud que sentía cuando se encontraba – Esa mujer es desagradable, me niego a hacer cualquier cosa que implique tocarla de modo que...-La puso delante de él tomándola por los hombros, en un instante sintió la tentación de empujarla hacia la mujer pero se resistió empujándola en su lugar hacia el lado contrario de donde estaba la bruja- Lo mejor será marcharse e ignorar a esa mujer, es horrible a la vista y el oído-Aunque estaba actuando despreocupadamente sintió la tentación en su espalda, como si alguien estuviese a punto de saltar sobre esta, esperaba sentir aquella inquietud, por eso puso a la muchacha enfrente, para que lo sintiera a él y no a la bruja, aunque quizá eso no fuera suficiente…
Juan de la Cruz- Hechicero Clase Media
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