Turn On The Lights [Chantall Blueberry]

por **Nosferatu L. de Beauchamp** Sáb Dic 08, 2012 10:13 pm

Solo bastaba eso, un par de palabras en una carta para hacerle cambiar los planes de la noche, casi pudo imaginársela chasqueando los dedos para hacerlo ir a ella obedientemente, a lo que claro, gustosamente aceptaba. Quizás era ese el mayor de sus encantos, el hecho de que fuese ella la mayor parte del tiempo quien guía la situación, en desmedro de todo lo que él pudiese hacer, cosa a la que si bien aún no acaba de acostumbrarse, valía la pena.

Con Chantall no habían preocupaciones ni líos, porque las cosas siempre habían sido claras, algo de lo que no podía presumir de sus demás conquistas, a pesar de que también tenía una pequeña preocupación que se le había incrustado como la espina de una rosa. Ya que si bien era transparente entre ellos, no podría decir lo mismo de la parte de su mundo que no quería enseñarle. Así que después de aquellas amenazas que había recibido, y que habían usado como mensajero a un Coronel que resultó ser un experimentado cazador, no podía descartar del todo que tuviese que ver con ella, o más bien, con su esposo.

Así que era otro motivo para encaminarse a aquel hotel ahora que la luz del sol no era un impedimento. Tenía una hora, un número de habitación y la moral casi restaurada por completo, en comparación con lo que venía siendo la tónica hace un buen tiempo. Probablemente había tocado fondo, prácticamente desapareciendo del círculo social que frecuentaba, para bajar a unas esferas que desconocía, pero que acabaron siendo incluso más agradables que la decadencia de la punta de la pirámide. No debía generalizar, ni tampoco es que fuese a dejar su vida para vivir como ellos, alejándose también de los amigos que había hecho, pero si había aprendido que había algo más que las ropas y vinos caros.

En fin. Ver una cara familiar no le haría daño, y ahora que se apostaba frente a la habitación señalada, volvió a entusiasmarse, al extremo de golpear alegremente la puerta. Pero nada. ¿Habría llegado temprano? ¿O era Chantall la que llegaría elegantemente tarde? Como fuera el caso, volvió a golpear y obtuvo la misma respuesta.

En vano dio una vuelta por el pasillo e incluso salió al salón principal a buscarla, por lo que habiendo transcurrido ya más de media hora, se resignó a volver a la habitación. Ni se molestó en volver a tocar la puerta, y simplemente se sentó en el suelo, con la espalda pegada en la pared, mientras esperaba algo. No había comido hoy, y pese a su edad su tolerancia era la de un neófito, por lo que aunque no quería ponerle una hora de ultimátum, decidió que el límite sería su sed.

Se puso el sombrero sobre la cara, ocultándola, y cruzó las piernas como si aquella escena fuera lo más normal del mundo. No supo a ciencia cierta cuando tiempo pasó hasta que escuchó aquel especial y característico taconeo de zapatos, tanto que no necesitó verla para saber que era ella – Llegas tarde – susurró, aunque de forma audible para ella – Estaba por resignarme – agregó al tiempo que se quitaba el sombrero del rostro, dejando ver su eterna sonrisa, y la observó descaradamente en todo su habitual esplendor.