Turn Weakness Into Strength | Privado

por **Shoshanna Lindner** Lun Dic 25, 2017 7:05 pm

Aunque el cambiante aún era joven, había una sola cosa de lo que estaba cien por ciento seguro. Bajo ninguna circunstancia permitir que ninguno de los suyo fuese asesinado, una tragedia como la que vivió con Rahmar no estaba en sus planes. Era por eso que cuando ese temor le asaltaba nuevamente de daba a la tarea de preparar a los nuevos cambiantes que se habían unido a la caravana. Bajo el nombre de “Cirque De Morgue” solían dar shows improvisados de magia y mostrando a algunas de las criaturas fantásticas que asombraban siempre al público más joven. Estaba claro el riesgo que significaba exponerse de ese modo, pero, el único método que habían encontrado apenas viable para sobrevivir y no morir de hambre, solamente cuando la situación les orillaba a un extremo, entonces Mstislav o alguno de los otros dos cambiantes de mayor experiencia salía a las afueras a robar a las altas esferas parisinas mientras los más jóvenes se encargaban de asear o contribuir en otras actividades.

Esa tarde cuando Mstislav regresó nuevamente a su escondite se topó con la noticia de que Tom, un jovencito que tenía la capacidad de transformarse en especies caninas, había sido seguido hasta ahí. Entre sus bolsillos una pulsera de plata marcaba la evidencia de su mala acción o mejor dicho, de su mal movimiento al querer robar a alguien más. Los chicos aseguraban que había sentido una presencia extraña en el campamento y aunque no estaban del todo seguros se dieron a la tarea de moverse lo más pronto posible. Dos días después se hallaban en un sitio diferente y fue entonces cuando Mstislav con mano dura reprendió a los chicos, pues su falta de cautela había puesto en riesgo la identidad oculta de un campamento de cambiantes entero. Porque aunque se dejaban ver como un circo por las calles y plazoletas, siempre su retorno a los bosques o zona alejadas debían ser un secreto.

–¿Y si nos hubiesen descubierto?– bufó golpeando su puño contra un muro acanalado de la construcción vieja donde se resguardaban.

–¿Qué estabas pensando Tom? Demonios ¿Si la persona a quien le robaste nos hubiese encontrado? ¿Estás consciente del riesgo al que expusiste a tus compañeros, a ti mismo?–

La mirada inquisitiva de Mstislav le recorría de pies a cabeza. Tom había sido integrado un par de semanas atrás y aunque no era un chico malo solo sintió la necesidad de ayudar a los suyos, pero no era el momento de que saliera a la calle así, de ese modo tan improvisado. Jamás se hubiera perdonado el hecho de hallar al jovencito sin vida o de saber que ahora estaba preso en alguna catacumba de la inquisición.

–En guardia– le gritó el cambiante felino.

Los otros chicos se sorprendieron de verle tan eufórico. Sus métodos de enseñanza no siempre eran los más ortodoxos, pero él tenía que hallar la manera de hacerles ver que a vida no era tan fácil como la creían.

–Vamos Tom ¿Eres un chico grande para salir sin permiso? Entonces aprende a defenderte como un hombre–

Lanzó un par de golpes controlando su fuerza, solo estaba probando que tan lejos podía llegar el chiquillo.

por **Aniëtt O'Claude** Miér Ene 03, 2018 11:44 am

Por mis venas corre sangre...
pero mis manos están frías.

Revoloteando en círculos sobre su propio cuerpo decidió que ya era momento de salir de allí.

Asistir a juntas de la realiza era parte fundamental de sus semanas, o a veces meses, pues como bien se conocía la cambiaformas, estar encerrada en un lugar por más de un par de horas, solía ser el peor castigo que podrían darle. Pero bien debía responder a su cargo, y estar al tanto de las contingencias de su país de origen y de quien también se sentía un poco responsable, sus ciudadanos. Estuvo allí lo que fueron 3 o 4 horas, cuando el tema de conversaciones se transformaba en cotilleo y poco y nada hablaba de las necesidades. Alzó su diminuta anatomía y entre tanto se despedía de cada uno de los presentes, fue acercando su figura hasta la puerta donde desapareció en la compañía de su nuevo cochero. Resalta ser el nuevo por la misma razón en que los acontecimientos sucesivos se llevaron a ser realidad.

Aniëtt se caracterizaba por ser una fémina de muy buen temperamento, audaz y acostumbrada a las adversidades, de modo que en caso de problemas, sabía manejar sola cada acontecimiento que no se esperase, pero las constantes equivocaciones de dirección de este sujeto, terminó por colmar su paciencia, y con la voz más tenue que logró mascullar, musitó – Déjame acá, sabré y sé llegar sola a casa, por favor pide a María que tenga mi baño listo – Sentenció, esperando a que el hombre abriera la puerta de aquel carruaje para así, quedar con los pies sobre el suelo – Si preguntan el porqué de mi ausencia a la cena, di que he preferido dar un paseo, bien sabe María que aquellas reuniones me colman los nervios… - Dejó aflorar cada palabra con suma parsimonia, tranquila, olvidando el hecho de que su andanza inesperada se debía a la poca capacidad de aquel hombre.

Pertenecer a ese círculo social, la obligaba a marcar una presencia más bien elegante, no las mismas prendas que usaba a diario, mucho menos el cabello suelto o sin joyas que decoraran una que otra extremidad. Ésta última exigencia en realeza la llevó a tener sus muñecas con exuberantes reliquias, gemas, esmeraldas y adornos que poco y nada de importancia tenían para ella.
Comenzó un viaje por las calles más transcurridas, observaba las vitrinas, como también se inclinaba si así lo ameritaba la ocasión para ver de cerca lo que diversos artesanos dejaban entrever entre la tierra. Trabajo a mano alzada, se fijó en sus manos, en las delicadas manos de una anciana que continuaba trabajando para hacer un saco de artesanía bastante particular.

No tuvo precaución en quien se encontraba a su alrededor, mismo hecho que la llevó a estrellarse contra el suelo cuando las manos de un menor sujetaban con fuerzas de su muñeca para arrancar de ésta una de las tantas pulseras que adornaban su brazo. Frunció el ceño, uno de sus tacones se había roto y gran parte de su vestido se hallaban entre la tierra. Observó a la diminuta figura que se alejaba en el segundo exacto en que su olor alertó a la castaña a ponerse de pie rápidamente. Olvidó en ese segundo las razones por las cuales le observaba, en ese momento nada más estaba atenta de que se trataba de “Uno de los suyos”. Agradeció a quien intentó dar ayuda y caminando descalzas por callejones inhóspitos, rasgó gran parte de su vestido que se arrastraba por el suelo, para dar seguimiento a esta anatomía que ya no lograba ver, pero que sí, olía claramente como si dejase un rastro de pintura que no desaparecería muy pronto.

Poco después de reunir datos sobre la lejanía en la cual estaría dicho muchacho, regresó a su hogar, donde luego de una larga ducha y una contundente cena, se dejó descansar.
Al día siguiente, con provisiones suficientes entre sus manos y ya con una vestimenta más ocasional; Siempre con vestido, pero ésta vez más holgado y zapatos de suela baja. Decidió emprender rumbo hasta encontrar de quien se trataba.

Atravesó gran parte del bosque, cruzó lugares que jamás habría reconocido, siguiendo siempre el olor y la fragancia que este chico había dejado, obviando casi de forma inconsciente el otro río de olores que se camuflaban entre los árboles. Hacía mucho tiempo que no se emprendía de forma tan temeraria a situaciones como la propia, mismo acto que la tenía un tanto nerviosa y dudosa de que era lo que buscaba exactamente. Pero mucho antes de tomar decisiones apresuradas como regresar, se vio frente a un baño de fragancias reconocedoras. Cambiaformas.

La voz de un hombre, agresivo, altanero y decidido, rompió con todo el silencio que había mantenido en ese viaje; Tras un par de malezas se mantuvo en silencio, observando, atenta… a atacar o a huir.

No había visto antes una agresión como tal, el pequeño no actuaba y el mayor insistía en horrorizar a éste para que atase. Mordió sus propios labios ¿Qué hacer en ese momento? Buscó entre los demás presentes y todos se encontraban alertas, atentos, sin intenciones de integrarse en defensa o ataque ¿Qué sucedía? El chico se defendía débilmente, balbuceando incoherencias. Observó horrorizada, y solo cuando escuchó las razones del mayor suspiró – Si lo estás castigando por lo que me hizo, créeme que no me molesta – Se atrevió a alzar la voz, tras la maleza, tomando rápidamente su posición para que la lograsen ver.

Conocía a los de su raza, probablemente ya bastaba con su figura para que entendieran que era de su misma especie. Alzó las manos por sobre su propia cabeza – No, no… tranquilos…. – Detalló cada rostro de alerta hacia ella – Vengo sola… sola, en serio – Masculló rápido, antes de recibir un ataque o algo peor – ¿Quiénes son? –

por **Shoshanna Lindner** Mar Ene 23, 2018 6:52 pm

Cualquiera pensaría que Mstislav estaba siendo demasiado estricto, no obstante cuando el tema era el bienestar de los suyos no había limitaciones. Rígido como solo él era, no permitía que este tipo de detalles pusieran en riesgo al resto de los cambiantes, una falta como la que Tom hizo no la pasaría por alto, así mismo estaba cien por ciento seguro que ninguno de los otros chicos olvidaría la lección de aquel día. Miró con cautela los ojos del jovencito, se veía reflejado en muchos de ellos, temerosos, taciturnos ante la situación actual que les rodeaba. Un día podían estar bailando y conviviendo pacíficamente, pero el cambiante mayor sabía que al menor descuido el fuego se propagaría y la sangre podría correr una vez más. De ser mucho más fuerte hubiese salvado a Rahamr y al resto de la comarca, esos demonios no le dejarían de acechar hasta el día de su muerte. Había mucha culpabilidad aún que expiar, pero no sabía cómo, no era un hombre de sentimientos, solo dejaba que el instinto guiara sus pasos y de ese modo enseñaría al resto.

Río con cierto cinismo ante el intento burdo de Tom de defenderse.

–¿Crees que eso bastará para protegerte chiquillo?–

Un par de golpes más quedaron pasmados en la anatomía del canino. Aunque no lo pareciera a Mstislav le dolía que fuera de ese modo, pero estaba seguro y confiaba que cuando el tiempo de guerra apremiara todos aquellos indefensos tendrían más probabilidades de sobrevivir en un mundo que rechazaba a los de su raza.

–¡Alto!– Imploró Claudette una chiquilla de apenas 9 años con habilidades de convertirse en aves. El joven felino se giró hacia ella.

–¿Quieres tomar su lugar? ¿Alguien más es voluntario para recibir el castigo?– bufó con mayor intensidad.

–Demonios es que no entienden lo que está sucediendo, si la persona a quien Tom ha robado fuese un noble o peor aún un inquisidor ¿Creen que la vida es fácil? Hoy puedo ser el peor hombre que han conocido por castigarle de este modo y mañana mismo podría morir a manos de aquellos que asesinaron a los nuestros ¿Acaso ya lo olvidaron?–

Un sentimiento de congoja flotó a su alrededor. Suspiró y se aproximó a Tom para tenderle la mano, se colocó en cuclillas y posó sus manos sobre los hombros del niño.

–No quiero hacerte daño, no es mi intención, pero quiero que comprendas que no estamos en posición de actuar de modo tan impulsivo, no eres un chico malo Tom–

Resultaba algo complejo comprenderlo y probablemente por esa razón Zuria se había apartado de su lado. Pero él no tenía otra manera de amar o enseñar, no cuando todo lo que amaba había sido arrebatado de sus manos de manera intempestiva. Entonces el olfato agudo de Mstislav de inmediato le alertó de una presencia ajena, parecida a la suya en cierto modo pero que jamás había sentido. Su primera reacción fue colocarse en posición de ataque frente a los demás cambiantes quienes también adoptaron posiciones similares.

–Vamos, sal de ahí ¿Quién eres? ¿Quién te envía?–

Mstislav tenía la capacidad de transformarse en pocos segundos, no le tomaría mucho tiempo arrojarse hacia la mujer que se presentaba ante ellos. Su aura en efecto estaba teñida de la misma coloratura que la suya. Empero, decidió aguardar a que se explicara, pues al parecer era ella a quien Tom había tomado por sorpresa anteriormente.

–¿Sola?– Señaló con su índice –Ya veo, has seguido el rastro de este ladronzuelo para hallarnos–

No tenía modo de comprobar que realmente dijera la verdad, así que trató de mantenerse a raya en ese aspecto, no le atacaría puesto que estaba claro que uno de los suyos le había causado un inconveniente en primera instancia. Pero tampoco revelaría al momento sus identidades.

–“Cirque De Morgue” Somos un circulo ambulante que recién se ha establecido en Paris–

Soltó de inmediato sin apartar su vista de ella, con un movimiento de su diestra pidió a Tom se aproximara a él.

–Ahora pide una disculpa y regresa lo que hayas tomado, somos cirqueros pero no ladrones–

por **Aniëtt O'Claude** Miér Ene 31, 2018 4:23 pm

¿Qué tienen los años de tu vida
que te enseñaron a ser?

Se trataba de un hombre alto y grueso, jamás había interactuado con figuras así en su vida. Reconocía en él un olor particular, un líder de manada, la cabecilla de aquella organización de la cual desconocía absolutamente todo.

¿Qué hacía ella ahí? Comenzaba a preguntárselo cada medio segundo, no había lógica para sus movimientos, mucho menos para alzar la voz en medio de una jauría de personajes que ahora la detallaban con mirada acusadora y en posición de ataque. Asumía sus errores y éste era uno de ellos. Pero al parecer, y por la tranquilidad que s auto-impuso, comenzó a resaltar cada facción de quienes la rodeaban. Todos y cada uno de ellos cambiaformas, desde el más pequeño infante, hasta el personaje de mayor edad. No creía que fuese solo coincidencia estar allí, justo en ese preciso instante.

Desconocía las modalidades de otros cambiaformas, Aniëtt a pesar de ya tener experticia en el tema de las transformaciones, escasamente había interactuado con otros de su raza. Conocía a uno, sí, quien era su hermano, pero éste frente a la confusión de sus encuentros, no enseñaba más de lo que ella permitiese o viceversa, es decir, entre ambos la relación se llevaba como humanos nada más. Se sorprendió, y una parte de ella comenzó a agradecer el hecho de ver una manada unida, deseaba haberse sentido en casa, pero estaba completamente fuera de lugar y ellos tan solo con la estampa se lo estaban dejando saber.

Turbada y un poco titubeante salió de la maleza dando cada paso con sumo cuidado, no los alertaría más de lo que ya estaban. Se plantó a un par de metros de quien creía era la autoridad y escondió sus manos tras su propia espalda. Le habían enseñado desde pequeña que cruzar las manos tras la espalda daba una señal de confianza y tranquilidad, desconocía el hecho de si lo interpretarían para bien o para mal, pero su efigie estaba dispuesta a la comunicación. Asintió ante la voz de aquel sujeto de claros baches — Creo… creo que a la perfección saben que seguir el rastro de un cambiaformas es muy fácil, hay un olor en particular que llama en demasía la atención… y el de aquel muchacho era muy fuerte— Murmuró.

Silenció otro tipo de comentario cuando escuchó “Cirque De Morgue” ¿Dónde antes lo había oído? — ¿Y cuál es la razón para estar aquí tan escondidos? Me llevó trabajo dar con ustedes — Sentenció, mientras llevaba la mirada al chico que reconocía del encuentro pasado.

— No, esperen, no vine por eso… las joyas no me interesan — Observó los ojos del chico — Si debes entender que todo lo que antes mencionó tu… — Señaló a quien llevaba la voz de mando — es cierto, te expusiste a un peligro voraz, pero no debes hacerme caso a mí, sino a él — Regresó la mirada al sujeto de facciones duras — Vine por otro motivo… jamás había conocido a los de mi raza, y veo que están preparados para todo ¿Cómo lo hacen? — Preguntó curiosa, tragando en seco.

Su figura se mantuvo rígida, siquiera tenía la opción de ponerse en posición de ataque, ya que al mínimo movimiento sorpresivo, pensaba sería atacada por más de un sobrenatural.

por **Shoshanna Lindner** Vie Mar 23, 2018 6:16 pm

El resto de los jovencitos cambiantes conocían a la perfección el carácter explosivo de Mstislav. Sabían que su palabra era la última y que así las circunstancias no fuesen la mejores, el siempre buscaba la manera para no permitirles morir de hambre. Aprendieron el valor del trabajo y el cómo defenderse. La cooperación era una orden imperativa para que todas las actividades dentro de la caravana llevaran a buen término y de ese modo mantener un orden y equilibrio en su pequeño patriarcado. Era por eso que acciones cometidas como la del pequeño Tom no eran perdonadas. Y aunque la mayoría veían en él una figura de autoridad y de prepotencia, pocos eran sabedores de sus razones, pocos conocían al verdadero Mstislav. Al hombre soñador e inseguro aún si cada una de sus decisiones estaba llevando a buen puerto el futuro de aquellos jovencitos. El cambiante mayor hacía por ellos lo que su mentor hizo en su momento, enseñarles, protegerlos, aunque quizás los métodos no fuesen los más ortodoxos. Aún en ese instante buscaba la forma de apartar al niño de un castigo, si alguien debía colocar un correctivo, sería él y lo haría más tarde cuando no fuese observado o interrumpido por la mujer.

—Naruralmente madmoiselle, nuestros actos circenses son mostrados hacia las personas que de vez en cuando se toman un minuto de su rutina para olvidar, nuestro trabajo es darles un buen momento de diversión, eso y nada más—

Cauteloso con sus palabras, no develaría nada importante hasta que se asegurara que no mentía, que no era una espía o que sus intenciones no iban más allá de saciar su investigación.

—Entrega eso de una buena vez Tom, anda—

Mstislav pidió al joven acatar la orden y aunque la mujer se mostraba desinteresada en recuperar las joyas el resto conocía que no hablaría más de dos veces.

El niño devolvió lo tomado con anterioridad y en un acto de disculpa reverenció a la joven que atónita aún seguía mirándoles con asombro.

—Debes aceptar tus pertenencias de regreso, de lo contrario no permitiré que sigas en este lugar. Y ustedes— ordenó a los jóvenes —Preparen las cosas, tenemos trabajo aún por hacer, no lo diré una vez más—

El resto de los jóvenes asintieron y de inmediato se adentraron a las pequeñas casas de campaña que habían improvisado días previos. Entonces los ojos claros del cambiante se dirigieron hacia la mujer pues existía en su aura un ápice de inocencia, de curiosidad si mintiera lo había reconocido de inmediato, durante esos años viajando de un lado a otro trató con muchos tipos de personajes, así que debía por este instante bajar un poco la guardia y admitir que ella no representaba un peligro tal cual.

—Vaya, no me resulta extraño que sea la primera vez que vez algo como esto, como bien lo sabes, los seres como nosotros somos juzgados o cazados por los humanos, por temor a lo que ellos desconocen y hasta cierto punto es natural. Esos niños han tenido que lidiar con demasiadas cosas, hambre, frío, el rechazo y el odio de muchos, es por eso que no permito que las reglas sean quebrantadas—

Giró un poco su cuerpo para con un ademán de su diestra mostrarle parte de lo que ellos hacían ahí.

—Me llamo Mstislav y esto que ves aquí es nuestro día a día. Entrenan para conocer mucho mejor sus capacidades como cambiantes, pero también aprender a controlar ese instinto animal que en ocasiones nos traiciona dime mujer, exactamente ¿Qué es lo que esperas aprender de ellos?—

Cruzó sus brazos a la altura de su pecho sin apartar su mirada de ella.

por **Aniëtt O'Claude** Dom Abr 22, 2018 12:52 am

No sé
me duele comprender.

Algo había dentro de sí, algo que causaba cierto deje de confianza en aquellos personajes que poco a poco comenzaron a detallar en sus facciones un poco más de compasión por la infiltrada entre sus intimidades. Porque aunque negase la idea de ir en plan de maldad, asumía que ellos podrían pensar lo que quisiesen de ella, más que mal, no estaban obligados a creer lo que decía. Tragó en seco, mientras observaba sigilosa nada más como el corpulento hombre frente a sus narices daba órdenes a todo sobrenatural que se encontrase presenciando el acto. Bajó la mirada al joven que antes ya había reconocido y simplemente esbozó de costado una ligera sonrisa que se difuminó cuando la orden del castaño también le atañía a ella.

— No, no es necesari… — Y se silenció. No estaba entre sus planes salir antes de lo previsto de dicho lugar. Extendió su diestra sujetando entre esta la joya que antes había sido hurtada por aquel ágil pequeño que ahora bajaba la mirada casi avergonzado por la reprimenda que tuvo por aceptar por sus actos indebidos.

Un extraño sentimiento de complicidad se ahogó en su mirada cuando intentó transmitir tranquilidad al infante que ahora se retiraba junto con los demás. Al parecer, todos obedientes y conscientes de sus propias tareas. No hubo titubeos ni malas caras, simplemente acataron mientras se perdían entre improvisados refugios como también entre los árboles. El circo… pensó de nueva cuenta cuando adelantaba sus pasos pare seguir los ajenos.

Parecían ser acróbatas, pensó, mientras simplemente ponía atención a detalles como también a la voz lisa del mandamás. Todos de cuerpo marcado, grandes brazos y fortachones. Sí, seguramente el entrenamiento era duro y ahí, es cuando se sentía la más frágil entre un grupo de personajes que compartía raza con la castaña.
—Se perfectamente a lo que te refieres, tener que estar escondidos no es nada fácil, pero haz hecho un muy buen trabajo con todos ellos, los mantienes vivos y pertenecen a algo… no están solos o deambulando por ahí de cara al enemigo — Confesó, aunque desde su punto de vista, la vida no le había dado golpes tan duros, entendía que no todos contaban con la suerte que cargó ella misma.

— Pues…. ¿Todo? — Contestó con interrogante — Si bien, conozco lo que soy, reconozco mis pieles y la fuerza de cada una de ellas, debo admitir que no sé cómo manejar el que se me vayan de las manos… a veces, no sé, en ocasiones siento que cuando desean protegerme son capaces hasta de lo peor y no quiero ser una asesina… — Sinceró, pues era su miedo más interno y palpitante — Es vital aprender a defenderse antes de acudir apresuradamente a nuestras pieles ¿No lo crees? — Murmuró, alzando la mirada para encontrarse con la detallada vista fija de aquel corpulento personaje — ¿Podrías enseñarme? —

Le observó, un poco incomoda ante la posible negativa que podría darle bajo la petición, pues a fin de cuentas, él no tenía la obligación de nada frente a la fémina. Y mientras se mantenía en la ambivalencia, observó cómo un par de los cambiantes ensayaban entre ellos lo que podría ser perfectamente un rutina para el circo o quizás, métodos de defensa corporal. Se movían a la perfección, leían sus movimientos y parecía ser que siempre estaban un paso más adelante que el oponente, desearía llegar a ser así en algún futuro. Bueno, dependía al 100% de la respuesta que esperaba.

por **Shoshanna Lindner** Mar Jun 26, 2018 4:47 pm

Aunque la mujer podría mostrarse reacia a recibir sus pertenencias, el cambiante estaba plenamente convencido que esa era la forma correcta de hacer las cosas. Así que de cierto modo sintió un alivio cuando ella decidió aceptarlas sin tocar más el tema. Desconfiaba hasta de su propia sombra y era por esa razón que no apartaba su mirada de ella, aunque aparentemente se mostraba tranquilo, trataba de cubrir los puntos ciegos, es decir, si ella en realidad iba en son de paz no habría de que preocuparse, pero si en realidad se tratase de una emboscada estaría en serios problemas. Por unos segundos alejó a la bestia perturbada, el monstruo que yacía en su interior para dar paso a ese Mstislav un poco más racional que le permitió confiar en la palabra ajena.

–Así es, la tarea es ardua. A diario se levantan con la misión de fortalecerse a sí mismos para que en un futuro ellos puedan enseñar a los nuevos. Su vida pudiese ser más difícil en las calles y como bien lo dices, están a salvo de cierto modo por ahora–

Había establecido un patriarcado de cierto modo, sus reglas eran estrictas y difíciles de comprender en primera instancia, pero que parte de su vida no lo era. El de antemano estaba consciente que el día menos esperado el mismo podía ser cazado o asesinado y de ese modo descansaba tranquilo sabiendo que al menos ellos tendrían una oportunidad más.

Asintió.

–Ya veo, conocer a la bestia que yace dentro de ti quizás fue la parte más difícil, dime mujer ¿Conoces tus propios alcances? ¿Estas consciente del peligro que representas al momento de liberar todo ese poder?–

Le miró fijamente mientras a lo lejos se escuchaban los gritos de batalla de los chicos que recién habían empezado su arduo entrenamiento.

–Estoy de acuerdo contigo, nadie quiere mancharse las manos de sangre, nadie quiere cargar en la conciencia un peso como ese, pero llegado el momento no tendrás opción, si tu vida dependiera de ello te verías obligada a hacerlo o la de alguien cercano a ti–

Se detuvo por un par de segundos antes de proseguir.

–Estos chicos son todo lo que tengo, mis perdidas se remontan a años atrás, cuando era un joven inexperto, ahora sé bien que daría mi vida por ellos, que no me detendría contra aquellos que intenten profanar este lugar y quizás sí, si aceptaría el precio de ser un asesino–

Dio media vuelta y con la diestra realizo un gesto para que ella le siguiera.

–Antes de que eso suceda dime ¿Tienes algún nombre?–

Avanzaron un par de metros para ubicarse frente a tres jóvenes.

–La mayor es Keira una cambiante úrsida, Dylan y Zach son sus hermanos, gemelos. Keira asesinó a su propio padre cuando este intentó estrangular a Zach al darse cuenta que poseía poderes sobrenaturales–

Giró su cuerpo hacia la izquierda.

–Aquel es Vlad, un chico de tan solo 12 años que vio morir a su madre cuando tenía nueve años, su forma cambiante de ave le permitió huir antes de que corriera con la misma suerte, como puedes ver, a veces no tenemos otra salida más que confiar plenamente en nuestras capacidades, así que antes de adentrarte por completo dime ¿Estás dispuesta a aceptar las consecuencias?–

Mstislav colocó sus dedos entre los labios para emitir un ligero silbido. De inmediato Tom, el mismo niño que tuvo el percance con la mujer corrió hasta donde él se encontraba.

–Ayúdame un par de minutos por favor–

Le indicó.

El hombre respiro profundamente y relajó sus músculos, su cuerpo eventualmente se rodeaba de una especie de aura que llamó la atención de inmediato del resto del grupo quienes ahora le miraban. Con el poder sobrenatural de comunicarse con los suyos se dirigió hacia ella.

–Esto es sencillo tu misión es proteger a Tom–

Mstislav necesitaba ponerla a prueba y de ese modo confiara cien por ciento en que no representaba un peligro. Su cuerpo lentamente empezaba a sufrir la ya conocida metamorfosis, el dolor siempre resultaba desgarrador, pero con el paso de los años ya estaba habituado, sus fauces pronto se tornaban felinas y aquella postura erguida recaía ahora sobre el peso de cuatro extremidades.

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