Lucca Battista Ferrandi

por **Lucca Battista Ferrandi** Vie Dic 14, 2012 2:11 pm

Lucca Battista Ferrandi

• Edad: 27 años
• Especie: Humano
• Clase Social: Prostituto de clase media
• Orientación Sexual: Bisexual
• Lugar de Origen: Bastia, Córcega

Descripción Física

Su rostro es levemente triangular, rehuyendo la forma rectangular y disimulando lo algo alargado de éste. Unas finas cejas enmarcan la alargada y clara mirada de color avellana y se desvían hacia esa nariz, fina en el puente, pero engrosándose graciosamente en la punta. Sus labios, no estrictamente finos, pero tampoco considerados como carnosos, suelen estar rodeados de una barba, aparentemente descuidada, pero, en realidad, no tan descolocada. Pómulos apenas marcados y un cabello rubio oscuro, de longitud media, terminan de describir la parte más superior.

Su complexión es musculosa, aunque no en exceso, fruto del trabajo en el campo y, ahora, de mantenerlo con ejercicio por estética. Cuanto más deseable esté, mayores ingresos tendrá. No destaca en altura, superando levemente el metro setenta, pero lo compensa con el buen porte que intenta mantener y el evitar encorvarse.

Descripción Psicológica

A día presente, hay un tema primordial en la vida y pensamiento de Lucca Battista, un tema que es común a la mayoría de sus compatriotas: su nación, Córcega. En torno a ello ha girado gran parte de su vida, pues las razones que le llevan a querer la independencia son las que la mayoría de los corsos tienen que sufrir día a día, esa penuria ocasionada primordialmente por los genoveses, que los trataron como súbditos, no como conciudadanos, y que los franceses no han hecho más que empeorar. A su forma de ver, sólo hay una solución factible. Sin embargo, los siglos de dominación y la autonomía truncada por los galos ha suscitado un rencor en el que también se ha visto envuelto. Quizás no deteste a los franceses de per se, pero sí odia al estado, a la administración y a esos individuos que les truncan los sueños por egoísmo. Y, de alguna manera, los franceses son cómplices.

Su vida y, más aún, el espíritu corso, le han llevado a tener una inclinación, no sólo por la democracia, un sistema arraigado durante siglos en la isla, sino por el pensamiento anárquico, la libertad a la que, a su parecer, si la humanidad es justa, está obligada a desembocar. Es rebelde, por lo tanto, y cuestiona la autoridad en casi cualquier forma, considerando que las cosas bien hechas son cuando las hace a su manera, aunque también es consciente que, en el presente, esa posibilidad le está vedada en un gran número de circunstancias. No reniega de la existencia de Dios, pero sí del papel de la Iglesia como intermediarios. ¿Cómo habría el portavoz del cielo habría cedido Córcega a los genoveses si el Santísimo sabía del sufrimiento que eso les ocasionaría? No, si Dios existía no se comunicaba con los mortales a través de ellos, una jerarquía, no celestial, sino terrenal. Sin embargo, no puede considerarse odio lo que siente hacia ellos, ya que entiende la fe de la mayoría de creyentes como ingenuidad, y que eso no es motivo de reprimenda, y sólo ve la maldad en la alta curia, que preferiría que se relegara a Roma, convirtiéndola así en ciudad de pecado.

Sus conocimientos son superiores a los del grueso del populacho, gracias a que sus padres tuvieron la brillante idea de que, quizás, algún día les serviría. Si se pone a analizarlo con pragmatismo, quizás haya sido tiempo perdido, aunque bien es cierto que eso le ha garantizado una forma propia de pensar, un esquema mental y un conocimiento que le aleja de la pura rabia por sentimentalismo, condimentando el caldo con razones para esas despectivas emociones. Sabe hablar corso, como lengua materna, italiano, por ser sumamente parecido, y, curiosamente, francés, ya que son los nuevos señores de la isla y conocer al enemigo y sus costumbres podía resultar vital. Ha aprendido a tocar la mandolina y, en especial, la guitarra, así como a adecuar la voz para los cánticos de su tierra, cargados de vibratos.

En un principio, no le hacía tanta gracia ser promiscuo, algo que en ocasiones le es difícil, pero que es altamente necesario para poder sobrevivir con su ocupación. Desvincula el encuentro sexual de cualquier emoción más allá del físico, o al menos lo intenta, pues sería sumamente catastrófico de otro modo. No le gusta intimar en las conversaciones con sus clientes. Cuanto menos sepa, menor riesgo.

Historia:

Los Ferrandi eran una familia corsa asentada desde hacía siglos en Bastia, ciudad al noreste de la isla que llevaba tiempo ostentando el título de capitalidad. Se decía que descendían de Leonello Lomellino, un genovés que fundara el enclave cuatro siglos atrás, y su principal dedicación era el comercio, una próspera actividad. Sin embargo, esa situación terminaría en 1768, cuando la monarquía francesa obligó a la Serenísima República de Génova a venderles la ínsula, dando por finalizada la efímera independencia de Córcega y no tardando en revocar los privilegios que tenían las ciudades costeras, hecho que empeoró la ya de por sí delicada situación en la que llevaba demasiadas centurias inmersa.

Los ingresos descendieron y los impuestos aumentaron, por lo que la economía familiar empezó a desestabilizarse, aún más cuando un tercer hijo vendría al mundo en 1772. Era el segundo varón, de un cabello rubio que se iría oscureciendo con los años y de unos iris avellana que permanecerían intactos. El pequeño apenas conservaría recuerdos de su vida en la ciudad, pues pronto tendrían que declarar la empresa en bancarrota y trasladarse a Corte, con los parientes maternos, para dedicarse al campo y a la ganadería, lo cual parecía ser relativamente más rentable.

Corte había sido la capital de la nación corsa independiente de cualquiera de los múltiples estados que habían dominado la cuarta isla más grande del Mediterráneo. Emplazada en el interior, su población era insignificante comparada con las grandes urbes del continente, pero era el centro del sentimiento nacionalista local, aún más exaltado en esas zonas agrestes que en la periferia costera. Esta cuestión sería fundamental en la madurez de Lucca Battista.

La vida que llevó fue modesta, aunque sin llegar a los extremos de pasar hambre, como muchos otros. Sin embargo, fue educado por su padre y su madre, ya que ambos sí habían recibido una enseñanza de calidad y habían conservado una parte importante de la biblioteca que antes tuvieran, desarrollando un gusto por la lectura que abandonaría en gran medida en los años venideros. Ayudaba en casa desde pequeño, más por obligación que por deseo de ayudar, por lo que, como niño, a veces lograba escaquearse e irse a jugar con otros niños.

Córcega vivía un periodo turbulento en aquellos momentos y, aunque era una situación que se extendía a toda Francia, en aquella región tomaba tintes especiales. La isla tenía unas características propias y un sentimiento que se había formado durante varios siglos. Histórica y culturalmente estaba ligada a los estados italianos, pero la mala gestión de los ligures había afianzado el resentimiento para con Génova y había avivado las llamas del independentismo. Pasquale Paoli había sido el gran héroe de aquella época, pero una coalición franco-genovesa acabó con el sueño patrio, en una estratagema de Versalles para anexionarse el territorio. Además, el precio de las guerras a las que Francia había apoyado ahogaba el país, por lo que el descontento se extendió, más profundamente aún en esa zona meridional, tradicionalmente ligada tanto a un anarquismo propio como a un sistema democrático, así como a una revolución burguesa que viviría de nuevo varias décadas después, ya como territorio galo. La resistencia a la ocupación se había refugiado en las montañas, donde era fuerte y desde donde podía organizarse, pero la represión también fue contundente, dándose el caso de varias masacres. Eso no ayudó a la reconciliación, sino que, a la vez que el miedo, azuzó el resentimiento.

Fue entrando ya en la adolescencia, alrededor de los quince años, cuando empezó a ser realmente consciente de la situación en la que vivían. Habiendo crecido en aquel lugar y con el entorno en el que estaba, sólo había un posicionamiento posible: él abogaba por su pueblo. El odio hacia Francia fue creciendo a cada nueva noticia y, en algún momento, llegó a ser irracional, pasando del puro independentismo a la vendetta a la que los corsos estaban acostumbrados. Comenzó a relacionarse con grupos que compartían sus opiniones, algo no complicado pues, salvo los nobles vendidos a Francia, esos Vittolos como se los llamaba, casi todos rechazaban el nuevo dominio, y hacia los dieciocho años comenzó a colaborar moderadamente con uno de los grupos de bandoleros que operaban por la zona.

Cuando aquel grupo que se hacía llamar Hermandad del Dragón Azul comenzó a intensificar sus ataques para librar a Francia del yugo de la monarquía, los grupos corsos comenzaron a operar en la isla, esperanzados por un cambio de rumbo, una recuperación de sus tradiciones liberales, así como de su democrática Constitución y, quizás, la ansiada libertad. La lucha fue sangrienta, pero los habitantes de aquel lugar llevaban en constante lucha desde que se tenía constancia, y de eso hacía muchos siglos. Lucca y su padre se unieron a esos rebeldes, algo que le costó una marcada cicatriz en el costado al primero y la pierna derecha al segundo. Sin embargo, el esfuerzo y el sacrificio tuvieron su recompensa y el bando al que apoyaron ganó. El bando al que apoyaron, ellos no tanto.

Córcega estaba lejos de volver a su independencia y aún más distante de encontrar paz. En la propia tierra, los compatriotas peleaban entre sí: revolucionarios contra monárquicos, nacionalistas contra afrancesados, creyentes contra anticlericales. La isla era un caldo de conflicto y la falta de unidad no jugaba en favor de su sueño y, aunque el poder estuviera inclinado hacia un lado, el apoyo de la mayoría cedía hacia el otro. Fue entonces cuando algunos se dieron cuenta de un grave error que estaban cometiendo: estaban luchando contra sus hermanos mientras, en la orilla norte del Mediterráneo, los franceses vivían despreocupadamente. Decidieron que aquello cambiaría.

Entre los voluntarios que se presentaron a abandonar la patria para ir a territorio enemigo se encontraba Lucca, destinado, como muchos otros, a la capital, París, el centro del nuevo poder popular francés que decía ser liberal, pero que no hacía intenciones de abrir el puño que aprisionaba ese rincón mediterráneo. Tras despedirse de la familia, viajó a Marsella, desde donde llegó a las orillas del Sena, hace poco más de un año.

Los que apoyaban esa forma de actuar eran, en su aplastante mayoría, personas con pocos recursos, por lo que los sbanditus, como se les llamaba en clave, debían valerse por sí solos para sobrevivir. Frecuentemente recibirían ayuda para sus actos en favor de la causa, pero, por lo demás, debían ser autosuficientes. Por esa razón y por la condición de foráneo, Lucca no tenía siempre algo que llevarse a la boca y, tras dar por casualidad con el ambiente, tomó una decisión: se dejaría al pecado y vendería su cuerpo para encuentros íntimos. Lo cierto era que, tras todo lo que había vivido, si bien igual creía en Dios, definitivamente no tenía fe en la Iglesia, por lo que sus preceptos e intentos de control moral se le antojaban insulsos. Los encuentros que había experimentado no habían sido del todo desagradables para él y, por los francos adecuados, estaba dispuesto a dejar que su cuerpo desnudo rozara una piel francesa. Además, había varias razones que le empujaban a aquella resolución: aparte de ser una buena fuente de ingresos, no hacía ni por asomo ascos a la belleza masculina, aunque lo hubiera guardado en secreto hasta el momento, y podía decirse que estaba dotado, a juzgar por su experiencia y los comentarios, algo que, en primera instancia, resultaba una baza a su favor. La posible exclusión social no le asustaba tanto, al fin y al cabo, de alguna manera ya era un paria.

Ahora, tras meses residiendo en París, los standitus ya están en condiciones de realizar su primera acción. Tan sólo necesitan fijar el objetivo del primer atentado.

por **Tarik Pattakie** Sáb Dic 15, 2012 1:56 am

FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES

Lucca Battista Ferrandi

Lucca Battista Ferrandi

Re: Lucca Battista Ferrandi