Bloody Meetings

Una hermosa castaña descansaba sobre la rama de un frondoso árbol mientras lamia la sangre que emanaba de una de sus muñecas y meditaba levemente los acontecimientos que habían pasado un par de horas antes y que la llevaron a estar cubierta de tal preciado liquido y herida.


- Muero de hambre - murmuraba la joven baronesa dirigiendo sus palabras más que todo a esa presencia que habitaba en su mente y cuerpo, a ese ser que era tan cercano a ella como lo podría ser quien conoció desde el inicio de su tiempo, desde que estaba en el vientre de su madre. Un día fueron dos seres unidos solo por la sangre dos hermanas nacidas de la misma madre, dos hermanas que se necesitaron tanto la una a la otra que pasaron a convertirse en una sola, un solo cuerpo compartido por dos almas tan opuestas la una a la otra como parecidas tal como un reflejo en un espejo.

- Si tienes hambre ¿porque estamos en el bosque? - cuestiono ese ser intangible desde su mente antes de contestar ella misma a su anterior interrogante - No contestes, ya me lo imagino vas a buscar algún siervo u otro animal para alimentarte en vez de hacer lo más razonable que es buscar un humano y convertirlo en tu cena - menciono con sumo fastidio tal que de poder verla seguro estaría rodando los ojos en sus orbitas, realmente odiaba cuando su hermana empezaba con esas boberías de no querer alimentarse humanos si no solo de animales. ¿Es que no entendía que eso no le daría la suficiente energía para subsistir? Al parecer no.

- Sabes bien que no me pienso alimentar de ellos de no ser por suma necesidad ahora no estoy débil, tengo suficiente energía para poder sobrevivir un poco más sin darles un bocado y solo alimentarme de algún otro animal - respondió con simpleza evitando el inminente intento de su hermana por tomar el control y hacer su voluntad, lo que llevo a una batalla interna y mental de ambas gemelas la cual no solo se notaba en su actitud si no en el cambio de sus ojos en como el color del derecho tomaba el lugar del izquierdo para nuevamente regresar al derecho y seguir así variando su heterocromia mientras ambas no dejaban de luchar por tomar el control. La batalla hubiera seguido de no ser que un alarido llamo su atención haciendo desviar la mirada al sitio del que provenía los gritos y gimoteos que se escuchaban en el aire y que las hizo dirigirse a dicho lugar.

Al llegar al lugar se toparon una macabra escena, la escena más terrible, nauseabunda y siniestra que una joven madre jamás tendría que presenciar y que ambas habían tenido que ver. Una joven familia destrozada por un maldito vampiro, un vampiro que no le importo que fuera una mujer embarazada con con un indefenso niño en su vientre. Mientras a un lado yacía el cuerpo mutilado de un hombre el cual suponía que era el esposo de la joven, el vampiro terminaba de desgarrar el vientre de la agonizante madre sacando del útero al inocente niño de aparentes 7 meses de gestación, tan chico, tierno e indefenso para poder vivir al no estar del todo desarrollado y encontrándose a la merced de tan cruel depredador quien sin pensarlo ni un momento ni notando la presencia de la joven vampiresa prosiguió a morder y desangrar a tan prematuro bebe que prácticamente ni llorar o gritar pudo antes de ver su vida partir de la mano de la mismísima muerte, mientras los gritos y sollozos de su moribunda madre hacían eco en el lugar.

Tal fue la impresión de la baronesa ante tal imagen que por un momento estuvo tan conmocionada que ni hablar o moverse logro. No fue sino hasta que vio como ese vampiro lanzaba por ahí el cuerpo del infante como si de un trapo sucio se tratase que la joven no reacciono - Eres... eres un monstruo - logro articular llamando por fin la atención del siniestro hombre quien no hizo más que reír orgulloso de su barbáricos actos - Es mi naturaleza tenía hambre y realmente estaba delicioso - respondió relamiéndose los labios y mirando con desprecio a la joven que yacía a sus pies quien parecía a punto de dar su último suspiro pero no sin antes intentar con sus últimas fuerzas advertirle del peligro a la vampiresa sin embargo antes de poder decir algo o hacer algo ese maldito vampiro acabo con su vida con un último golpe que realmente consiguió enfadar a Venus quien se lanzo sobre él atacándolo.

No se puede decir que fue una batalla larga pero si algo reñida en la cual ambos terminaron heridos, con sus vestimentas rasgadas y manchadas. Se puede decir que fue la suerte la que realmente logro el fin de dicha pelea cuando las cosas se veían en contra de la joven vampiresa pues fue una vara de madera la que logro darle fin a la vida de tan horrible vampiro aunque a decir verdad eso no hubiera dado resultado si las circunstancias no se hubieran dado, si ella no hubiera cambiado con su hermana en el momento indicado o la vara estuviera cerca de ella para usarla de estaca o que estuviera tendida en el piso y ese vampiro la hubiera subestimado, creído vencida y hubiera prácticamente saltado sobre ella. Realmente fue cosa de suerte que en ese momento estuviera viva aunque algo herida y débil por la pelea y falta de sangre. Razón por la que después de hacer el noble acto de darles santa sepultura a la pobre familia fue en busca de algún bocadillo nada apetecible para ella en ese bosque en el que se encontraba.


- Estoy hecha un asco - se quejo una molesta Anthea desde la rama baja del tupido árbol mirando su ropa ensangrentada, sucia por la tierra y el polvo y algo rasgada por los impulsos de su hermana que la hicieron resoplar antes de nuevamente empezar a lamer la sangre de su herida que rápidamente se curaba como las demás sin embargo no con la rapidez que lo harían si hubiera tomado sangre humana en vez de la de un simple siervo.

- “Lo sé, lo siento es mi culpa pero al menos ese maldito vampiro mata niños no volverá a matar a otro más. Sabes que no pude evitarlo me recordó a nuestro pequeño, espero que este bien y a salvo en algún lado de estos vampiros. No quiero que le pase nada como a ese pequeño ¿no nato? O más bien recién nacido” - dijo mentalmente Venus con algo de tristeza, melancolía y amargura. La misma que Anthea sintió al instante al recordar a su pequeño a quien esperaba ver algún día aun cuando fuera no más de lejos, si estaba bien claro esta.