AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los vicios delatan [Privado]
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Los vicios delatan [Privado]
Los hombres aman sus vicios y al mismo tiempo los odian.
Lucio Anneo Séneca
Lucio Anneo Séneca
Callejones. Tres de la mañana. El sonido de unos tacones lejanos se escuchaba levemente, a la vez que el humo de un habano cubría todo con una sombra gris y difusa. Una bocanada más concentrada salió de la boca de aquella mujer que había terminado un mal negocio. Otro cuerpo más que adornaba el Sena. Otro buen fajo de billetes perdido. Suspiró. ¿Por qué simplemente no cooperaban?
Los zapatos de Metalisse se movían rítmicamente contra el suelo, a la vez que la joven trataba de llegar lo más rápido posible a su hogar. No había dejado que ningún guardaespaldas la acompañara, poniendo su vida en un riesgo considerable. Sabía que había mucha gente que la quería muerta, comenzando por sus jefes de Trondheim. Otra bocanada de humo, a la vez que limpiaba los últimos restos de sangre del dorso de su mano. No había sido fácil. Aquel hombre puso demasiada resistencia, lo que le costó un vestido manchado y un golpe en la sien. Suerte que ella había vencido.
El vaho gris del cigarro era como una especie de cortina que la protegía de las miradas de cualquier cosa que pasara por allí. La escondía de los ojos ajenos en la oscuridad de la noche. No quería ser vista, aunque podía ser escuchada y olida, por descontado. Aunque, ¿quién se acercaría a una desconocida que apestaba a tabaco, aparte de sus enemigos?
Metalisse Borchgrevink- Humano Clase Media
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Re: Los vicios delatan [Privado]
Hace dos semanas, un nuevo caso había llegado a su oficina. Una serie de asesinatos con factores tan similares que daban un lugar perfecto, casi en bandeja de plata para una sospecha. No le había tocado un tema tan serio y a la vez tan intrigante en muchos años, así que puso más esfuerzos de los acostumbrados en conseguir información sobre el asunto, lo cual fue en extremo complicado. Parecía que el/los asesino(s) hacían muy bien su trabajo al prácticamente no dejar huellas, pero éstas se le fueron revelando igualmente al –literal- felino abogado que aprovechaba al máximo sus capacidades y transformaciones para ir armando el rompecabezas.
Hasta que llegó allí, a las orillas del río Sena en plena madrugada veraniega parisina.
Se le podían imputar los cargos de cómplice y encubridor al no hacer nada para detener lo que allí había sucedido, ¿Pero podían probar que un gato podía haber hecho un supuesto caso omiso en un asesinato, al no haber nadie más que ellos tres en la escena del crimen? De ser por eso, tendrían que juzgar a las hormigas, peces y pájaros que allí abundaban, lo que era un despropósito estúpido absoluto. El punto es que ya tenía identificada a una sospechosa, la cual se prestaba a desaparecer del lugar sin dejar rastro perceptible para humanos, pero no para un cambiaformas que más encima estaba tan acostumbrado a esas situaciones, aunque el olor a sangre fuera un tremendo problema que todavía no tenía solución.
Su estruendoso caminar y sus aromas más masculinos que femeninos fueron interceptados a la perfección por el hombre que mantenía su boca cubierta con una de sus mangas para aspirar el bendito aroma que evitaba que le catalogaran como asesino al igual que la persona que estaba persiguiendo, aunque cargare con ese peso en su espalda bajo su propio silencio. Lo bueno era que ya se estaba tranquilizando, y por cada segundo que esa esencia danzaba por sus sensibles fosas nasales, podría soportar más tiempo al enfrentar a aquella mujer. Era una apuesta tremendamente arriesgada, pero debía hacerlo por él, por sus clientes y por su propio deseo de Justicia. Por eso rodeó la esquina y le esperó al final del callejón por donde avanzaba de brazos cruzados con agilidad y sigilo propios de su linaje, fundiéndose con la niebla a la perfección.
- Linda noche para un asesinato, ¿no cree. Mademoiselle? ¿O quizás deba decir…Madame Meurtrière*?
Ya no había vuelta atrás. Todo fuera por su amada Justicia.
*Asesina
Hasta que llegó allí, a las orillas del río Sena en plena madrugada veraniega parisina.
Se le podían imputar los cargos de cómplice y encubridor al no hacer nada para detener lo que allí había sucedido, ¿Pero podían probar que un gato podía haber hecho un supuesto caso omiso en un asesinato, al no haber nadie más que ellos tres en la escena del crimen? De ser por eso, tendrían que juzgar a las hormigas, peces y pájaros que allí abundaban, lo que era un despropósito estúpido absoluto. El punto es que ya tenía identificada a una sospechosa, la cual se prestaba a desaparecer del lugar sin dejar rastro perceptible para humanos, pero no para un cambiaformas que más encima estaba tan acostumbrado a esas situaciones, aunque el olor a sangre fuera un tremendo problema que todavía no tenía solución.
Su estruendoso caminar y sus aromas más masculinos que femeninos fueron interceptados a la perfección por el hombre que mantenía su boca cubierta con una de sus mangas para aspirar el bendito aroma que evitaba que le catalogaran como asesino al igual que la persona que estaba persiguiendo, aunque cargare con ese peso en su espalda bajo su propio silencio. Lo bueno era que ya se estaba tranquilizando, y por cada segundo que esa esencia danzaba por sus sensibles fosas nasales, podría soportar más tiempo al enfrentar a aquella mujer. Era una apuesta tremendamente arriesgada, pero debía hacerlo por él, por sus clientes y por su propio deseo de Justicia. Por eso rodeó la esquina y le esperó al final del callejón por donde avanzaba de brazos cruzados con agilidad y sigilo propios de su linaje, fundiéndose con la niebla a la perfección.
- Linda noche para un asesinato, ¿no cree. Mademoiselle? ¿O quizás deba decir…Madame Meurtrière*?
Ya no había vuelta atrás. Todo fuera por su amada Justicia.
*Asesina
Jason Schwaitzen- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/09/2011
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Re: Los vicios delatan [Privado]
Allí fue donde la joven noruega se paró en seco. Alguien apareció frente a ella, un hombre que le daba el epíteto de “Asesina”. Arqueó una ceja, a la vez que el humo se difuminaba en torno a ella. Solo podía significar que la había visto en los bajos negocios. No sabía si estaba en problemas o podría salir de ésta fácilmente. Ahora era cuando lamentaba la falta de guardaespaldas. ¿Cómo es que había sido tan estúpida como para pensar en que no los necesitaría?
Bueno. Ahora lo hecho, hecho estaba. No había escapatoria, al menos por ahora. Sólo podía tentar su suerte al enfrentar a aquel sujeto. Sus labios se curvaron en una media sonrisa, a la vez que soltaba algo de humo. No sabía si tenía las de ganar, pero la vida se trataba de ironías. Había que disfrutar el momento.
-Bonsoir, Monsieur. No se ve como las personas que vagan en la noche. ¿Acaso es usted un detective, o algo parecido? Pues entonces déjeme advertirle que no ganará. No, a menos de que regale los mismos fajos de billetes que yo le di a las autoridades.
Su sonrisa se ensanchó. ¿Juicios? No en esta vida. Ya tenía sus espaldas lo suficientemente cubiertas en el poder judicial, o al menos eso era lo que creía. Si aquel detective o lo que fuera intentaba encarcelarla, pues que lo intentara toda su vida, si quería. Ella no pisaría la cárcel. Y si el juzgado no lograba liberarla, sus hermanos y socios lo harían. A ella, como cabeza de una de las tantas mafias parisinas, le sobraba el poder.
Sí, poder. Algo que era necesario en un ambiente tan hostil como el de los oscuros negocios de París. Algo que la ayudaba a salir airosa de sus problemas, algo que hacía que sus clientes se acercaran y sus enemigos le temieran. Poder para moverlos a todos a su antojo, como si de títeres se tratase. Metalisse se regodeaba en su propio poder sobre la gente.
-Siento curiosidad… ¿Con quién tengo el gusto de hablar?- otra bocanada de humo directo a sus pulmones. Otra persona a la que tendría que hacer guardar silencio.
Bueno. Ahora lo hecho, hecho estaba. No había escapatoria, al menos por ahora. Sólo podía tentar su suerte al enfrentar a aquel sujeto. Sus labios se curvaron en una media sonrisa, a la vez que soltaba algo de humo. No sabía si tenía las de ganar, pero la vida se trataba de ironías. Había que disfrutar el momento.
-Bonsoir, Monsieur. No se ve como las personas que vagan en la noche. ¿Acaso es usted un detective, o algo parecido? Pues entonces déjeme advertirle que no ganará. No, a menos de que regale los mismos fajos de billetes que yo le di a las autoridades.
Su sonrisa se ensanchó. ¿Juicios? No en esta vida. Ya tenía sus espaldas lo suficientemente cubiertas en el poder judicial, o al menos eso era lo que creía. Si aquel detective o lo que fuera intentaba encarcelarla, pues que lo intentara toda su vida, si quería. Ella no pisaría la cárcel. Y si el juzgado no lograba liberarla, sus hermanos y socios lo harían. A ella, como cabeza de una de las tantas mafias parisinas, le sobraba el poder.
Sí, poder. Algo que era necesario en un ambiente tan hostil como el de los oscuros negocios de París. Algo que la ayudaba a salir airosa de sus problemas, algo que hacía que sus clientes se acercaran y sus enemigos le temieran. Poder para moverlos a todos a su antojo, como si de títeres se tratase. Metalisse se regodeaba en su propio poder sobre la gente.
-Siento curiosidad… ¿Con quién tengo el gusto de hablar?- otra bocanada de humo directo a sus pulmones. Otra persona a la que tendría que hacer guardar silencio.
Metalisse Borchgrevink- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/12/2012
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Re: Los vicios delatan [Privado]
La mujer manifestaba en su lenguaje verbal y corporal una gran confianza: una confianza ciega en sus acciones y -aparentes y posibles- respaldos tanto judiciales como quizás extra judiciales, que le permitían efectivamente cometer los delitos sin preocupación alguna. Había hecho una confesión implícita, así que al menos tenía el alivio interno de que iba por buen camino. Ahora tenía que llevarla consigo para ejecutar la Justicia sobre ella, y así devolver las sonrisas a quienes se hallaban sumergidos en el dolor y la impotencia de perder a un ser querido. Esa era una carga que había tomado casi como suya.
- Quizás lo sea, o quizás puedo ser un ladrón que viste la ropa que robó – No le conocía, y eso era una especie de ventaja para el felino persecutor. A los ojos femeninos, él era impredecible, y por su condición constatada sensorialmente de humana no sobrenatural, esa ventaja se acrecentaba como un globo al inflarse.- Nunca diga que va a ganar si no se ha jugado la última carta – Alzó las cejas tranquilo, dando un par de pasos hacia adelante para recortar distancias e intentar intimidarle aunque no se viera así – La veo muy confiada, Madame…pero debe saber que hay tantos jueces deseosos de impartir justicia con su martillo como corruptos que se dejan llevar tan fácilmente por la ambición. Es un hecho que supuestamente usted debiera de saber – Sacaba conclusiones una y otra vez con lo pronunciado, y sus predicciones y suposiciones volaban como bandada dentro de su mente.
Por ello sonrió con un leve toque que pareció ser de arrogancia –aunque la verdad no fuera así y le miró con decisión, como cuando un tigre encuentra a su presa rodeada y sin posibilidad de escape – No necesita saber mi nombre. Sólo ha de saber que soy quien le hará pagar por los crímenes que ha cometido.
- Quizás lo sea, o quizás puedo ser un ladrón que viste la ropa que robó – No le conocía, y eso era una especie de ventaja para el felino persecutor. A los ojos femeninos, él era impredecible, y por su condición constatada sensorialmente de humana no sobrenatural, esa ventaja se acrecentaba como un globo al inflarse.- Nunca diga que va a ganar si no se ha jugado la última carta – Alzó las cejas tranquilo, dando un par de pasos hacia adelante para recortar distancias e intentar intimidarle aunque no se viera así – La veo muy confiada, Madame…pero debe saber que hay tantos jueces deseosos de impartir justicia con su martillo como corruptos que se dejan llevar tan fácilmente por la ambición. Es un hecho que supuestamente usted debiera de saber – Sacaba conclusiones una y otra vez con lo pronunciado, y sus predicciones y suposiciones volaban como bandada dentro de su mente.
Por ello sonrió con un leve toque que pareció ser de arrogancia –aunque la verdad no fuera así y le miró con decisión, como cuando un tigre encuentra a su presa rodeada y sin posibilidad de escape – No necesita saber mi nombre. Sólo ha de saber que soy quien le hará pagar por los crímenes que ha cometido.
Jason Schwaitzen- Cambiante Clase Alta
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Re: Los vicios delatan [Privado]
La joven sólo se limitó a sonreír con sorna. Por mucho que aquel hombre amara la justicia, al parecer no le habían enseñado buenos modales. Ella, que era una criatura salida de las aguas más turbias de Noruega, era una perfecta señorita, incluso cuando tenía que cometer los peores actos en pos de los negocios. Uno nunca debía perder la compostura, o al menos eso era lo que siempre le habían enseñado sus jefes. Siempre una dama, Metalisse.
-Oh, pero que niño más maleducado-dijo en tono de burla, aún con la sonrisa-. Un caballero siempre se presenta ante una dama, aún cuando la señorita en cuestión no sea de su agrado. Es algo que se llama cortesía-se inclinó en una reverencia-. Metalisse Borchgrevink a su servicio… o tal vez no.
Se quedó allí, esperando una reacción del hombre, mientras su cigarro se consumía lentamente, aumentando el humo, casi como la niebla. La chica lo aspiró con deleite. Nunca salía sin habanos, y si no los tenía cerca podía llegar a desesperarse. ¿Adicción al tabaco? Algo no muy conocido en esos tiempos, pero Metalisse definitivamente era una completa adicta. Algo que acrecentaba su imagen de mujer fuerte, una joven que a temprana edad ya ostentaba una mano de hierro con sus enemigos y una sana cautela hacia sus socios.
Y definitivamente aquel hombre que tenía al frente era un enemigo.
-Muy bien, Monsieur sin nombre, ni usted ni yo queremos problemas… Bueno, al parecer usted si los quiere, pero yo no ando de humor para más matanzas. Así que… ¿Qué tal si usted me deja en paz y somos todos amigos hasta el día en el que nos encontremos de nuevo?-aunque su tono fuera bastante tranquilo, Metalisse no era tonta ni confiada. Y ya tenía un arma blanca, bien escondida y lista para ser usada en caso de emergencia.
-Oh, pero que niño más maleducado-dijo en tono de burla, aún con la sonrisa-. Un caballero siempre se presenta ante una dama, aún cuando la señorita en cuestión no sea de su agrado. Es algo que se llama cortesía-se inclinó en una reverencia-. Metalisse Borchgrevink a su servicio… o tal vez no.
Se quedó allí, esperando una reacción del hombre, mientras su cigarro se consumía lentamente, aumentando el humo, casi como la niebla. La chica lo aspiró con deleite. Nunca salía sin habanos, y si no los tenía cerca podía llegar a desesperarse. ¿Adicción al tabaco? Algo no muy conocido en esos tiempos, pero Metalisse definitivamente era una completa adicta. Algo que acrecentaba su imagen de mujer fuerte, una joven que a temprana edad ya ostentaba una mano de hierro con sus enemigos y una sana cautela hacia sus socios.
Y definitivamente aquel hombre que tenía al frente era un enemigo.
-Muy bien, Monsieur sin nombre, ni usted ni yo queremos problemas… Bueno, al parecer usted si los quiere, pero yo no ando de humor para más matanzas. Así que… ¿Qué tal si usted me deja en paz y somos todos amigos hasta el día en el que nos encontremos de nuevo?-aunque su tono fuera bastante tranquilo, Metalisse no era tonta ni confiada. Y ya tenía un arma blanca, bien escondida y lista para ser usada en caso de emergencia.
Metalisse Borchgrevink- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/12/2012
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Re: Los vicios delatan [Privado]
A cada segundo que pasaba una infinidad de información se le presentaba a partir de sus aparentemente sutiles pero muy minuciosos análisis, entregándole hipótesis y conclusiones que quedaban en su cabeza para luego ser desarrolladas o descartadas en el mismo momento o después, reiniciándose luego la colecta de información para seguir armando el rompecabezas, y así conseguir lo que necesitaba para destrozar a ratos a sus oponentes en los juicios. Y a veces, sólo a veces, debía recurrir a ciertas contradicciones en relación a su forma de actuar normal, esa que no le dejaba sospechas a otros de que él fuese un persecutor de criminales y un defensor de inocentes dependiendo del caso que se le presentase. Porque él no trabajaba para la República estando en una posición fija, oh no. Muy justiciero era, pero la estabilidad que le daba la atención privada era lo suyo.
Sus palabras resbalaron por su autoestima y por su ego, lejos de afectarle. Lo que no resbaló fue el hecho de que la mujer le dijera su supuesto nombre. O estaba tratando de engañarle, o le dijo sin tapujos su nombre real porque estaba en extremo confiada de sus “habilidades”. Supuso que lo último dicho era lo que se ajustaba mejor a la realidad, y se quedó con ello.
- Sinceramente, prefiero ser un descortés que un transgresor de las leyes – Respondió procurando mantenerse sereno por el aroma a sangre que todavía estaba presente, aunque de todas formas tenía a mano su arma secreta para aquellas situaciones. Era parte del riesgo, y ya estaba más que dispuesto a enfrentarlo con tal de salir airoso – Y, por desgracia…no puedo dejarle en paz como usted desea. Usted se va conmigo a la Justicia, y nos encontraremos de nuevo en el estrado del juzgado. – Dijo con decisión, sabiendo que su constante negativa y desafío podía desencadenar otro tipo de reacciones en una persona con tanto poder como parecía tener la mujer. Estaba listo para lo que viniera.
Sus palabras resbalaron por su autoestima y por su ego, lejos de afectarle. Lo que no resbaló fue el hecho de que la mujer le dijera su supuesto nombre. O estaba tratando de engañarle, o le dijo sin tapujos su nombre real porque estaba en extremo confiada de sus “habilidades”. Supuso que lo último dicho era lo que se ajustaba mejor a la realidad, y se quedó con ello.
- Sinceramente, prefiero ser un descortés que un transgresor de las leyes – Respondió procurando mantenerse sereno por el aroma a sangre que todavía estaba presente, aunque de todas formas tenía a mano su arma secreta para aquellas situaciones. Era parte del riesgo, y ya estaba más que dispuesto a enfrentarlo con tal de salir airoso – Y, por desgracia…no puedo dejarle en paz como usted desea. Usted se va conmigo a la Justicia, y nos encontraremos de nuevo en el estrado del juzgado. – Dijo con decisión, sabiendo que su constante negativa y desafío podía desencadenar otro tipo de reacciones en una persona con tanto poder como parecía tener la mujer. Estaba listo para lo que viniera.
Jason Schwaitzen- Cambiante Clase Alta
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Re: Los vicios delatan [Privado]
La chica entornó los ojos, a la vez que tiraba al suelo su cigarro, consumido al completo. Pero, ¿Es que acaso no entendía el peligro en el que se estaba sumergiendo de lleno? ¿Es que no veía que la joven al frente suyo distaba mucho de ser una de las tantas señoritas inocentes que paseaban por las calles de París? ¡Estaba manchada de sangre, por el amor de Dios! ¿De verdad quería morir? Porque si no la dejaba en paz, estaba segura de que iba a terminar enterrándole la daga en el globo ocular o cortándole la lengua para que aprendiera lo que significaba silencio.
-¿Qué es Justicia, sino una palabra ambigua? Lo que es Justicia para usted puede que no lo sea para mí, es sólo cuestión de Paradigma- Lanzó una media sonrisa a la vez que comenzaba a caminar hacia él- ¿Y el estrado del Juzgado? Sólo una tonta sala donde se imparte la Justicia de unos pocos. ¿O acaso los pobres tienen valor para los jueces? Lo dudo mucho. Como ve, señor, el dinero es lo que mueve al mundo. Nosotros sólo nos aprovechamos de eso.
La mujer seguía acortando el espacio entre ambos, esperando encontrar una brecha por la cual escapar sin tener que luchar. Por muy maldita que fuera, sabía que si se encontraban dos cadáveres en un rango cercano, comenzarían las investigaciones. Y, aunque sus influencias bastaban como para asegurarle la libertad al momento, no quería pasar por el sistema judicial. Tenía muy claro que si llegaban a ponerla en la mira, sus negocios se irían a pique inexorablemente.
Maldita sea si no logro escapar, se decía, sino, no tendré más opción que delatarme.
-¿Qué es Justicia, sino una palabra ambigua? Lo que es Justicia para usted puede que no lo sea para mí, es sólo cuestión de Paradigma- Lanzó una media sonrisa a la vez que comenzaba a caminar hacia él- ¿Y el estrado del Juzgado? Sólo una tonta sala donde se imparte la Justicia de unos pocos. ¿O acaso los pobres tienen valor para los jueces? Lo dudo mucho. Como ve, señor, el dinero es lo que mueve al mundo. Nosotros sólo nos aprovechamos de eso.
La mujer seguía acortando el espacio entre ambos, esperando encontrar una brecha por la cual escapar sin tener que luchar. Por muy maldita que fuera, sabía que si se encontraban dos cadáveres en un rango cercano, comenzarían las investigaciones. Y, aunque sus influencias bastaban como para asegurarle la libertad al momento, no quería pasar por el sistema judicial. Tenía muy claro que si llegaban a ponerla en la mira, sus negocios se irían a pique inexorablemente.
Maldita sea si no logro escapar, se decía, sino, no tendré más opción que delatarme.
Metalisse Borchgrevink- Humano Clase Media
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Re: Los vicios delatan [Privado]
La desafiante mujer hizo lo que Jason más temió dentro de sus pensamientos: acercarse a él. Acercar aquel vestido manchado de sangre fresca a su finísimo olfato felino y a su mente que pronto pediría algo de tregua para no sumarse él al estrado del tribunal francés. Aún así, y dentro de sus limitaciones y su autocontrol, extendió sus manos en cruz para darle a entender que no iba a dejarle escapar tan fácilmente; o que más bien, no iba a dejarle escapar.
- Los pobres tienen más valor de…lo que usted cree. – Dijo con algo de esfuerzo en la voz, tratando de inhibir la percepción de aquel aroma que se hacía cada vez más fuerte e incómodo, el obstáculo más grande que había tenido desde aquel fatídico día en que su padre se había marchado de su lado por la desgracia del destino, no sin dejarle una especie de carga o karma por su accionar tan desafortunado. – Ustedes sólo los ven como…utensilios…o peor que eso…pero algunos…-la respiración se le fue haciendo más difícil, tanto que tuvo que cubrirse con la manga buscando aquel bendito remedio que le permitía seguir ejerciendo su profesión y vocación sin ensanchar su oculto historial con aquella única muerte. - sí nos preocupamos...de ellos...los valoramos...como las personas que son...-dijo con un visible esfuerzo, como si le faltase el aire poco a poco.
- Aunque no lo crea…habemos personas…que no tenemos al dinero…como nuestra motivación principal…-Recalcó y no pudo evitar el toser, dejando un ojo entreabierto para no perderle de vista. Aún estaba a tiempo de reaccionar para detenerla aunque fuera abalanzándosele, pero si seguía teniendo aquel aroma a sangre tan cercano, las cosas podían teñirse aún más de rojo…y eso era un riesgo demasiado grande para los dos, y para ellos.
- Los pobres tienen más valor de…lo que usted cree. – Dijo con algo de esfuerzo en la voz, tratando de inhibir la percepción de aquel aroma que se hacía cada vez más fuerte e incómodo, el obstáculo más grande que había tenido desde aquel fatídico día en que su padre se había marchado de su lado por la desgracia del destino, no sin dejarle una especie de carga o karma por su accionar tan desafortunado. – Ustedes sólo los ven como…utensilios…o peor que eso…pero algunos…-la respiración se le fue haciendo más difícil, tanto que tuvo que cubrirse con la manga buscando aquel bendito remedio que le permitía seguir ejerciendo su profesión y vocación sin ensanchar su oculto historial con aquella única muerte. - sí nos preocupamos...de ellos...los valoramos...como las personas que son...-dijo con un visible esfuerzo, como si le faltase el aire poco a poco.
- Aunque no lo crea…habemos personas…que no tenemos al dinero…como nuestra motivación principal…-Recalcó y no pudo evitar el toser, dejando un ojo entreabierto para no perderle de vista. Aún estaba a tiempo de reaccionar para detenerla aunque fuera abalanzándosele, pero si seguía teniendo aquel aroma a sangre tan cercano, las cosas podían teñirse aún más de rojo…y eso era un riesgo demasiado grande para los dos, y para ellos.
Jason Schwaitzen- Cambiante Clase Alta
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Re: Los vicios delatan [Privado]
La joven arqueó una ceja. ¿Era su imaginación, o a medida que avanzaba el tipo ese se veía más enfermo? ¿Por qué? ¿No había estado hace un rato proclamando su pronto encuentro con la justicia parisina? Buscó a su alrededor algo que le diera un indicio de aquel cambio tan repentino, y no lo encontró… hasta que vio su vestido lleno de sangre. Una luz se encendió en su mente. ¿Hematofóbico, tal vez? ¿Algún trauma? No era de su importancia, de cualquier modo. Podía usar eso a su favor para escapar. ¿Cómo iba a detenerla, si se encontraba en un estado más que deplorable?
Al final detuvo sus pasos, quedando frente a él, su rostro una declaración de todo lo que lo compadecía. ¡Venir ahí a amenazarla, mientras apenas podía tenerse en pie! ¡Pero qué gracioso! ¿Cómo es que se atrevía siquiera? Le dedicó una enorme sonrisa mientras sacaba un pañuelo y procedía a limpiarse algo de la sangre que la cubría, simplemente para molestar. La idea era dejar aquel pañuelo blanco de un rojo carmesí lo suficientemente notorio como para incomodarlo al máximo.
-No me digas que ahora te estás acobardando… Pensé que iba a ser un reto un poco más divertido, pero ya veo que eres un llorica, como todos los demás. ¿Pero qué clase de hombres se crían en este lugar? No me digas hombres justos, por favor, que es una falacia horrible- amaba destruir aquellos paradigmas, esa idea de que todos eran buenos o que escondían bondad adentro. La única verdad era que la raza humana estaba más que podrida-. Ahora, creo que es patético que alguien tema a la sangre. Si vas a intentar cazar a una mafiosa, a un peligro público, será mejor que adquieras más valentía. Estaré esperando ese día. Hasta entonces.
Y sin nada más que decir, colgó el pañuelo ensangrentado en uno de aquellos brazos extendidos, y se coló por debajo sin ningún problema. Soltó una pequeña risita antes de seguir caminando. Al parecer, sería un problema menos del que preocuparse. ¿Justicieros Cobardes? Pan comido.
Al final detuvo sus pasos, quedando frente a él, su rostro una declaración de todo lo que lo compadecía. ¡Venir ahí a amenazarla, mientras apenas podía tenerse en pie! ¡Pero qué gracioso! ¿Cómo es que se atrevía siquiera? Le dedicó una enorme sonrisa mientras sacaba un pañuelo y procedía a limpiarse algo de la sangre que la cubría, simplemente para molestar. La idea era dejar aquel pañuelo blanco de un rojo carmesí lo suficientemente notorio como para incomodarlo al máximo.
-No me digas que ahora te estás acobardando… Pensé que iba a ser un reto un poco más divertido, pero ya veo que eres un llorica, como todos los demás. ¿Pero qué clase de hombres se crían en este lugar? No me digas hombres justos, por favor, que es una falacia horrible- amaba destruir aquellos paradigmas, esa idea de que todos eran buenos o que escondían bondad adentro. La única verdad era que la raza humana estaba más que podrida-. Ahora, creo que es patético que alguien tema a la sangre. Si vas a intentar cazar a una mafiosa, a un peligro público, será mejor que adquieras más valentía. Estaré esperando ese día. Hasta entonces.
Y sin nada más que decir, colgó el pañuelo ensangrentado en uno de aquellos brazos extendidos, y se coló por debajo sin ningún problema. Soltó una pequeña risita antes de seguir caminando. Al parecer, sería un problema menos del que preocuparse. ¿Justicieros Cobardes? Pan comido.
Metalisse Borchgrevink- Humano Clase Media
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Re: Los vicios delatan [Privado]
Su vista se fue distorsionando a la par del acercamiento de aquella vil mujer, quien veía en esa desgraciada debilidad del abogado la oportunidad perfecta para escapar, al menos momentáneamente, del acoso con fines justicieros de éste. Su delicado sentido del olfato le estaba jugando una muy mala pasada, y las propias inclemencias del destino también; aunque más bien hubiera parecido que él mismo se había fabricado esa especie de trampa. ¿Había sido muy apresurado encararla directamente considerando que estaba cubierta de sangre? Eso era lo que pensaba dentro de lo que podía, ya que sus pensamientos y fuerzas restantes estaban completamente enfocados en mantener a raya por el mayor tiempo posible a aquel lado suyo que comenzaba a golpear con más fuerza el encierro mental en que se encontraba.
No le faltaron ganas para responderle a todas las falsedades que había escupido sin asco, pero se encontraba tan mal que sus sentidos le entregaban la idea de ver a un hombre semi anciano frente a él, recriminándolo con voz grave y resentida. - … - Abrió la boca e intentó elaborar algo, aunque fuera un balbuceo. Pero no hubo nada. El pañuelo en el brazo fue el acábose, y mientras la mujer se marchaba y desaparecía entre las sombras que bien la resguardaban de sus fechorías, el responsable de despejar esas tinieblas se sometía a las suyas propias, cayendo de rodillas debido a la falta de equilibrio que conocía perfectamente. Era el preámbulo.
Su cuerpo entero comenzó a temblar, y la búsqueda de aquella medicina se hizo algo tan desesperante como el intentar escapar de una catástrofe fatal. Su mano con fuerza de alambre se metió entre la manga, y tras unos segundos que parecieron varios pre infartos para él, la medicina en forma de perfume encapsulado apareció frente a sus ojos amarillos, los mismos de aquella bestia que insistentemente buscaba romper su jaula. Con esfuerzo pudo llevarse el aroma a la nariz y de haber podido el líquido se hubiera ido directo por sus fosas nasales, pero tras la inspiración se fue a su cuello y a su chaqueta, empapándola de aquel contenido para que pudiera hacer el contraste del olor a sangre arrugado en una bola de tela rojiza que escondió en uno de los bolsillos internos de su chaqueta. Tendría que volver a casa a la manera común, porque si dejaba que su fineza felina más pura contactase aquella pista clave, toda la investigación se iría a la basura. Y no iba a permitir que eso sucediera, ni siquiera si eso significaba tener que interactuar constantemente con la sangre de esa mujer. Algo iba a tener que hacer al respecto, y su mente ya adelantada le daba algunas ideas.
La batalla recién comenzaba.
No le faltaron ganas para responderle a todas las falsedades que había escupido sin asco, pero se encontraba tan mal que sus sentidos le entregaban la idea de ver a un hombre semi anciano frente a él, recriminándolo con voz grave y resentida. - … - Abrió la boca e intentó elaborar algo, aunque fuera un balbuceo. Pero no hubo nada. El pañuelo en el brazo fue el acábose, y mientras la mujer se marchaba y desaparecía entre las sombras que bien la resguardaban de sus fechorías, el responsable de despejar esas tinieblas se sometía a las suyas propias, cayendo de rodillas debido a la falta de equilibrio que conocía perfectamente. Era el preámbulo.
Su cuerpo entero comenzó a temblar, y la búsqueda de aquella medicina se hizo algo tan desesperante como el intentar escapar de una catástrofe fatal. Su mano con fuerza de alambre se metió entre la manga, y tras unos segundos que parecieron varios pre infartos para él, la medicina en forma de perfume encapsulado apareció frente a sus ojos amarillos, los mismos de aquella bestia que insistentemente buscaba romper su jaula. Con esfuerzo pudo llevarse el aroma a la nariz y de haber podido el líquido se hubiera ido directo por sus fosas nasales, pero tras la inspiración se fue a su cuello y a su chaqueta, empapándola de aquel contenido para que pudiera hacer el contraste del olor a sangre arrugado en una bola de tela rojiza que escondió en uno de los bolsillos internos de su chaqueta. Tendría que volver a casa a la manera común, porque si dejaba que su fineza felina más pura contactase aquella pista clave, toda la investigación se iría a la basura. Y no iba a permitir que eso sucediera, ni siquiera si eso significaba tener que interactuar constantemente con la sangre de esa mujer. Algo iba a tener que hacer al respecto, y su mente ya adelantada le daba algunas ideas.
La batalla recién comenzaba.
Jason Schwaitzen- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/09/2011
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