AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
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Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
Nada había de extraño en ese lugar que me hiciera pensar que me toparía con alguien como vos. Mis astrónomos me habían asegurado que no habría luna llena en varios días y que podía tomarme un descanso y es curioso que justo cuando me proponía soltar los músculos de mi cuello para descansar mi cabeza, llegaras vos a remecerlo todo con tu impetuoso carácter. Por supuesto, yo no conocía todas esas facetas vuestras cuando me dispuse a sentarme en el bar del hotel que había elegido como mi refugio para beber algo que le dijera a los demás presentes que me interesaba sociabilizar, aunque mi intención fuera la de pasar desapercibido. Pero claro, vos con vuestra intuición de bruja lo hubierais sabido, ¿no?
—Dadme vuestro favorito —pedí al cantinero con un rostro neutral del que os hubierais burlado. Pensaríais que me hago el fuerte o algo así, porque para vos todos los hombres somos unos débiles.
El sujeto me sirvió una copa a la mitad, como si fuera un principiante. Una de las ventajas que tenía usar siempre antifaz cada vez que salía de mi hogar era que nadie sospechaba de por qué teniendo cuarenta y seis años me veía tan joven; jamás verían ni un pómulo mío. La desventaja, claro estaba, era que me trataban como a un principiante cuando había vivido más de cuatro décadas. Sí, reíd de mí todo lo que queráis.
—Momento, momento. Llenadlo más, quiero ver ese licor en mi copa —le insistí hasta que me hizo caso y pude beber el primer sorbo. Sorprendentemente estaba tan bueno que os hubiera gustado, pelirroja— Dejad la botella.
Fue entonces cuando el cantinero te saludó al llegar con un “Estoy a vuestro servicio, mademoiselle”. Fue entonces cuando volteé a veros y mis sentidos dormidos de licántropo me advirtieron de vuestros poderes, porque aunque no sirvierais para convertirme de bestia en un humano, supuse que sabríais defenderos en caso de. Teníais pechos y caderas, como una mujer casada y con hijos; curvilínea, pero vuestro rostro parecía el de una niña enfadada. ¿Enfadada por qué? No lo sabría esa noche. El servidor os ofreció una gama de diferentes licores, algunos apetitosos y otros igual de deliciosos, pero para matarse. Recuerdo que estuvo casi diez minutos intentando averiguar vuestros gustos hasta que pedisteis el más costoso y difícil de preparar y no sé si lo hicisteis para torturarlo o porque de verdad disfrutabais ese whisky.
Fijándome más en vuestro rostro, éste me pareció haber sido visto por mí alguna vez, aunque no al nivel de habérseme grabado en la memoria. Teníais que ser de mi misma corte, en el Sacro Imperio Romano Germánico, aunque no nos hubieran presentado jamás. Me extrañaba que fuera así, considerando que desde la muerte de mi esposa, el reino entero se había movilizado en busca de una nueva mujer para mí. Supuse que no seríais una dama convencional, como las que bailaban con un solo hombre durante toda la fiesta para luego volver bajo las alas de su acaudalado padre.
—Vuestro rostro y acento me son demasiado familiares como para ser coincidencia —dije sin dejar de mirar mi copa a la mitad, rompiendo el silencio antes de veros directamente— ¿Sabéis si nos habremos visto, mademoiselle?
—Dadme vuestro favorito —pedí al cantinero con un rostro neutral del que os hubierais burlado. Pensaríais que me hago el fuerte o algo así, porque para vos todos los hombres somos unos débiles.
El sujeto me sirvió una copa a la mitad, como si fuera un principiante. Una de las ventajas que tenía usar siempre antifaz cada vez que salía de mi hogar era que nadie sospechaba de por qué teniendo cuarenta y seis años me veía tan joven; jamás verían ni un pómulo mío. La desventaja, claro estaba, era que me trataban como a un principiante cuando había vivido más de cuatro décadas. Sí, reíd de mí todo lo que queráis.
—Momento, momento. Llenadlo más, quiero ver ese licor en mi copa —le insistí hasta que me hizo caso y pude beber el primer sorbo. Sorprendentemente estaba tan bueno que os hubiera gustado, pelirroja— Dejad la botella.
Fue entonces cuando el cantinero te saludó al llegar con un “Estoy a vuestro servicio, mademoiselle”. Fue entonces cuando volteé a veros y mis sentidos dormidos de licántropo me advirtieron de vuestros poderes, porque aunque no sirvierais para convertirme de bestia en un humano, supuse que sabríais defenderos en caso de. Teníais pechos y caderas, como una mujer casada y con hijos; curvilínea, pero vuestro rostro parecía el de una niña enfadada. ¿Enfadada por qué? No lo sabría esa noche. El servidor os ofreció una gama de diferentes licores, algunos apetitosos y otros igual de deliciosos, pero para matarse. Recuerdo que estuvo casi diez minutos intentando averiguar vuestros gustos hasta que pedisteis el más costoso y difícil de preparar y no sé si lo hicisteis para torturarlo o porque de verdad disfrutabais ese whisky.
Fijándome más en vuestro rostro, éste me pareció haber sido visto por mí alguna vez, aunque no al nivel de habérseme grabado en la memoria. Teníais que ser de mi misma corte, en el Sacro Imperio Romano Germánico, aunque no nos hubieran presentado jamás. Me extrañaba que fuera así, considerando que desde la muerte de mi esposa, el reino entero se había movilizado en busca de una nueva mujer para mí. Supuse que no seríais una dama convencional, como las que bailaban con un solo hombre durante toda la fiesta para luego volver bajo las alas de su acaudalado padre.
—Vuestro rostro y acento me son demasiado familiares como para ser coincidencia —dije sin dejar de mirar mi copa a la mitad, rompiendo el silencio antes de veros directamente— ¿Sabéis si nos habremos visto, mademoiselle?
Última edición por Valentino de Visconti el Lun Abr 22, 2013 7:10 am, editado 1 vez
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
¨Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.¨
Confucio
Confucio
La noche había arropado con manto oscuro todo el firmamento, la habitación de la condesa seguía en total oscuridad hasta que mi empleada de confianza se había atrevido a perturbarla pues antes de irse a sus aposentos destino la hora en que se le despertase, había sido un día muy agitado para ella, las reuniones con el circulo negro, aquellas juntas políticas, los problemas en su familia, en fin demasiadas a tribulaciones que sinceramente le daban igual pero tenía que parecer interesada ya que su abuela pronto le daría más información acerca de aquel libro de hechizos.
La empleada retiro las sabanas y la pelirroja salió de la cama con su andar delicado se dirigió hacia el armario de la donde la empleada había organizado su equipaje. Encontró un hermoso vestido negro. Hizo llamar a su sirviente y esta se encargo de prepararme todo. Los miembros de la realeza siempre están bien equipados , es algo que tienes que hacer, y eso los diferencia de las personas comunes. No sería para ningún acto especial, solo la cena, pero la noche e joven y nunca sabes que podría departe. Me siento frente al gran espejo y al ver su reflejo no pudo evitar pensar en su madre, aunque realmente nunca dejaba de pensar en ella, doba gracias a los dioses a Dios o como sea qu se llame de que en sus sueños ella esta presente. Así se veía ella, y así la recuerdaba, quizás aun mas hermosa, le acompañaria hasta el fin de sus días, de eso estaba segura, así como le acompañarian todos los recuerdos de el día de su muerte, y todo el odio que nació en ella, cuando la vio tan desprotegida y cuando supo que el maldito de sui padre fue el responsable de su desgracia . Aunque no hay mal que por bien no venga, como se dice vulgarmente. Gracias todo eso era un mujer muy fuerte y tenia todo lo que queria: era incalculablemente rica, hermosa y podía tener al hombre que quisiera a sus pies, además de mucho poder. Sonrío ante la ironía de las cosas…el maldito bastardo su padre destruyo la vida de su madre por poseer todo eso, y ella termino con la de el quedándose con todo aun sin planearlo. Y ahora se encontraba en a parís cumpliendo su destino…
La sirviente vino con el vestido y demás accesorios para colocárselos, apretó el corset, cerro los últimos botones, me le los zapatos,se puso las perlas negras reliquias de su madre que iban totalmente a juego y termino algunos detalles al mirarse en el espejo. El resultado fue el esperado…Perfecta, como siempre. Me pues el antifaz y…- Que comience la diversión….- Sonríoo…esta noche si que la iba a disfrutar…
- Que tenga una agradable cena ama…- dijo la pequeña empleada a la aristócrata; la cual solo se limito a mirarla despectivamente y sonrió de manera falsa, dando a entender que así seria y que no eran necesarios sus deseos.asi era ella, no hablaba mas de lo necesario con la servidumbre, y no por que fueran de clase baja. Era solo que no creaba lazos afectivos, no se apegaba, no esperaba nada de nadie. Ya que de esa misma forma quería que nadie se apegara o esperara algo de ella, pues nada de eso obtendría por parte de ella y en el camino solo seria otra persona a quien decepcionar. Se podía decir que era ella sola en su vacio y frio interior aunque por fiera pareciera perfecta y ella creyera que era así.
- Gracias…- Dijo con tono altivo antes de salir de la suite .Ehlena no era una amargada, ni una ermitaña, era solo una mujer que no le gustaba crear afectos, ni relaciones mas delas necesarias, ya fuera por placer o poder todo se limitaba a satisfacerse y seguir con su camino. Nunca tuvo amigos, ni relaciones familiares o fraternales, al fin y la cabo ¿para que? Son solo distracciones innecesarias en tu vida, sentimientos que te alejan de tus fines y te hacen vulnerables. Tuvo demasiados ejemplos en su vida como para caer en ese nefasto error. Claro esta las influencias nunca han faltado, han sido indispensables para ella y mas cuando las ha manejado a su antojo.
Bajo los escalones y cruzo el gran vestíbulo del hotel encontrándose con una gran puerta b de roble, era el bar del hotel ,un hombre disfrazado de pingüino, un pequeño chiste privado que siempre disfrutaba, iba sola, no le gustaba nada de eso de acompañantes, en si nunca había sido una mujer formal, noto como muchas miradas se posaron en ella desde el momento que cruzo aquel humbral. Sabia exactamente lo que pensarían, y lo escandalosas que pueden ser aquella personas con respecto a las costumbres. Ya s elos imaginaba .En sus débiles e ignorantes mentes se dirían : ho una mujer sola y en un bar! Que cualquiera! . ella solo sonrio pero mas para si .
No le importaba si hablaban bien o mal, solo que hablaban de ella. Y no por ser bruja era que podía adivinar que los buenos comentarios provenían de los hombres, quienes siempre la miraban con admiración y deseo. Y que los mal intencionados (que por cierto tampoco le disgustaban) provenían de aquellas víboras, las cuales era imposible que contuvieran el veneno causado por la envidia. –Son tan imbéciles…-pensó- Murmuren lo que murmuren estas víboras, sus maridos siempre se enrollaran en otras sabanas...- bufo abriéndose paso entre las personas, no pidió una mesa se dirigió drecto a la barra del bar,al fin y al cabo solo seria una copa. El mesero se acerco, tenía una mirada que sinceamente le perturbo- Estos hombres...- pensó , después de varios intentos en el cual el intentaba exponer cada una de las especialidades, ella opto por la especialidad de la casa.
–Veamos lo diestro que es usted preparandolo- Dijo con su voz profunda que rayaba a lo sensual, Ehlena nunca era lo que parecía ,ni hacia lo que se esperaba. Cruzo sus piernas y se volvió un poco de su asiento dando una mirada hacia todo el bar, una voz masculina la saco de su inspección, volvió la vista encontrándose con un enmascarado que se situaba unos cuantos puesto, algo my interesante . la bruja volvo a su posición inicial defrente hacia la barra si descruzar sus piernas y lo miro con algo de curiosidad-Puede que si puede que no Monsieur…- sonrio a medias – Todo depende de quien este detrás del antfaz- muchos podían conocerle, muchos no, d igual forma ella todos los que conocía si no eran de su provecho e daba igual.
La empleada retiro las sabanas y la pelirroja salió de la cama con su andar delicado se dirigió hacia el armario de la donde la empleada había organizado su equipaje. Encontró un hermoso vestido negro. Hizo llamar a su sirviente y esta se encargo de prepararme todo. Los miembros de la realeza siempre están bien equipados , es algo que tienes que hacer, y eso los diferencia de las personas comunes. No sería para ningún acto especial, solo la cena, pero la noche e joven y nunca sabes que podría departe. Me siento frente al gran espejo y al ver su reflejo no pudo evitar pensar en su madre, aunque realmente nunca dejaba de pensar en ella, doba gracias a los dioses a Dios o como sea qu se llame de que en sus sueños ella esta presente. Así se veía ella, y así la recuerdaba, quizás aun mas hermosa, le acompañaria hasta el fin de sus días, de eso estaba segura, así como le acompañarian todos los recuerdos de el día de su muerte, y todo el odio que nació en ella, cuando la vio tan desprotegida y cuando supo que el maldito de sui padre fue el responsable de su desgracia . Aunque no hay mal que por bien no venga, como se dice vulgarmente. Gracias todo eso era un mujer muy fuerte y tenia todo lo que queria: era incalculablemente rica, hermosa y podía tener al hombre que quisiera a sus pies, además de mucho poder. Sonrío ante la ironía de las cosas…el maldito bastardo su padre destruyo la vida de su madre por poseer todo eso, y ella termino con la de el quedándose con todo aun sin planearlo. Y ahora se encontraba en a parís cumpliendo su destino…
La sirviente vino con el vestido y demás accesorios para colocárselos, apretó el corset, cerro los últimos botones, me le los zapatos,se puso las perlas negras reliquias de su madre que iban totalmente a juego y termino algunos detalles al mirarse en el espejo. El resultado fue el esperado…Perfecta, como siempre. Me pues el antifaz y…- Que comience la diversión….- Sonríoo…esta noche si que la iba a disfrutar…
- Que tenga una agradable cena ama…- dijo la pequeña empleada a la aristócrata; la cual solo se limito a mirarla despectivamente y sonrió de manera falsa, dando a entender que así seria y que no eran necesarios sus deseos.asi era ella, no hablaba mas de lo necesario con la servidumbre, y no por que fueran de clase baja. Era solo que no creaba lazos afectivos, no se apegaba, no esperaba nada de nadie. Ya que de esa misma forma quería que nadie se apegara o esperara algo de ella, pues nada de eso obtendría por parte de ella y en el camino solo seria otra persona a quien decepcionar. Se podía decir que era ella sola en su vacio y frio interior aunque por fiera pareciera perfecta y ella creyera que era así.
- Gracias…- Dijo con tono altivo antes de salir de la suite .Ehlena no era una amargada, ni una ermitaña, era solo una mujer que no le gustaba crear afectos, ni relaciones mas delas necesarias, ya fuera por placer o poder todo se limitaba a satisfacerse y seguir con su camino. Nunca tuvo amigos, ni relaciones familiares o fraternales, al fin y la cabo ¿para que? Son solo distracciones innecesarias en tu vida, sentimientos que te alejan de tus fines y te hacen vulnerables. Tuvo demasiados ejemplos en su vida como para caer en ese nefasto error. Claro esta las influencias nunca han faltado, han sido indispensables para ella y mas cuando las ha manejado a su antojo.
Bajo los escalones y cruzo el gran vestíbulo del hotel encontrándose con una gran puerta b de roble, era el bar del hotel ,un hombre disfrazado de pingüino, un pequeño chiste privado que siempre disfrutaba, iba sola, no le gustaba nada de eso de acompañantes, en si nunca había sido una mujer formal, noto como muchas miradas se posaron en ella desde el momento que cruzo aquel humbral. Sabia exactamente lo que pensarían, y lo escandalosas que pueden ser aquella personas con respecto a las costumbres. Ya s elos imaginaba .En sus débiles e ignorantes mentes se dirían : ho una mujer sola y en un bar! Que cualquiera! . ella solo sonrio pero mas para si .
No le importaba si hablaban bien o mal, solo que hablaban de ella. Y no por ser bruja era que podía adivinar que los buenos comentarios provenían de los hombres, quienes siempre la miraban con admiración y deseo. Y que los mal intencionados (que por cierto tampoco le disgustaban) provenían de aquellas víboras, las cuales era imposible que contuvieran el veneno causado por la envidia. –Son tan imbéciles…-pensó- Murmuren lo que murmuren estas víboras, sus maridos siempre se enrollaran en otras sabanas...- bufo abriéndose paso entre las personas, no pidió una mesa se dirigió drecto a la barra del bar,al fin y al cabo solo seria una copa. El mesero se acerco, tenía una mirada que sinceamente le perturbo- Estos hombres...- pensó , después de varios intentos en el cual el intentaba exponer cada una de las especialidades, ella opto por la especialidad de la casa.
–Veamos lo diestro que es usted preparandolo- Dijo con su voz profunda que rayaba a lo sensual, Ehlena nunca era lo que parecía ,ni hacia lo que se esperaba. Cruzo sus piernas y se volvió un poco de su asiento dando una mirada hacia todo el bar, una voz masculina la saco de su inspección, volvió la vista encontrándose con un enmascarado que se situaba unos cuantos puesto, algo my interesante . la bruja volvo a su posición inicial defrente hacia la barra si descruzar sus piernas y lo miro con algo de curiosidad-Puede que si puede que no Monsieur…- sonrio a medias – Todo depende de quien este detrás del antfaz- muchos podían conocerle, muchos no, d igual forma ella todos los que conocía si no eran de su provecho e daba igual.
Ehlena Blancquart- Hechicero/Realeza
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Re: Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
¿Qué fue lo que pensé de vos y de vuestra altanería cegatona? Ah sí… que de ella nacían todos los mecanismos que utilizabais para sacar provecho de las cosas que queríais. Por dentro reí con vuestra actitud, aunque por fuera me mostrara taciturno y distraído. Supe desde ese instante que buscaríais ganar aunque no hubiera partida que os otorgase tal título y yo dejaría que lo hicierais siempre y cuando no perjudicara el anonimato de mi rostro. Sin duda que para mí fue una ventaja que no me identificarais, ya que así podría comprobar qué tan elástico resultaría ser vuestro hilo de tira y afloja. Os seguí el juego, aunque no fuera la manera en que deseaseis.
—Ya veo. Mejor así —volví a beber de mi copa desviando la mirada hacia la gran variedad de botellas y licores que llenaba la pared— Finjamos entonces que somos dos bebedores ocasionales que están de paso en este hotel y que no existe nada real fuera de ello.
Y fue cierto lo que os dije. Convendría que una bruja como vos y un licántropo como yo no se acostumbraran jamás al otro; de esa forma viviríamos más, aunque de por sí mi vida fuera lo suficientemente longeva como para alardear de ella. Me había topado con brujos como vos antes y muy agradables, pero no hacía falta recurrir a mi lado lupino para advertir que vuestro temperamento os impedía ser empática con alguna causa que no fuera la vuestra propia. Probablemente pensasteis que os juzgaría como lo estaba haciendo la mitad del salón con cada respiro que tomabais, dama sin vigilancia masculina, pero jamás me había dado la desagradable tarea de catalogar a las personas y aquella vez en que os tuve de acompañante casual no cambió esa realidad. Por mí que os embriagarais hasta el punto de dar vergüenza ajena. Creo que fue por eso que ni siquiera me inmuté con vuestra reprochable actitud hacia la masa en general y hacia el cantinero.
Erais una verdadera paradoja, porque mientras más miradas displicentes recibíais, más se ensanchaba esa sonrisa que traíais pegada a la cara. Sólo debía venir alguien con intenciones de iniciar una escena para que soltarais una risa a modo de carcajada.
Finalicé mi copa y volví a llenarla antes de volver a hablaros. Teníais un no sé qué que me hacía querer ver hasta dónde podía llegar ese ímpetu sin corral.
—Curioso. Os hace gracia este paisaje tan poco afable. ¿Debería atreverme a suponer que no vino por motivos de amistades, mademoiselle? —me referí netamente a la audiencia que nos rodeaba. Éramos un espectáculo en el cual agua y aceite hacían como que interactuaban, aunque se tratara de una ilusión que bien pudisteis haber imitado con vuestros hechizos— En tal caso, no es algo poco inteligente dado la baraja tan poco apetecedora que tenemos esta noche. Sí es interesante saber qué hace una cabra entre tantas ovejas.
Me fijé en que el cantinero que te había servido ese whisky, quería apresurarse a deciros quién era yo, porque era su trabajo saber que qué autoridades llegaban a hospedarse en el hotel y tenía presente que este enmascarado —al que vos posicionabais dentro de la misma cacerola que a los demás varones— era el duque del Sacro Imperio Romano Gemánico y heredero al trono de Italia, pero yo no le permití que os dejara entrever una pisca de esa verdad y con un movimiento seco de mi mano, le ordené que cerrara la boca y se dedicara a lo suyo. ¿Por qué? Ya que estabais jugando, nada me impedía formar parte de la partida que habíais iniciado, esa que se me hacía muy similar a las que tenían lugar en mi tablero de ajedrez.
Última edición por Valentino de Visconti el Lun Abr 22, 2013 7:11 am, editado 1 vez
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
¨A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.¨
Gilbert Keith Chesterton
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La bruja sonrió ante la reacción del hombre, era de en realidad de esperarse aquello. Que escondería debajo de aquel de aquel antifaz? desperfectos físicos no podían ser ya que a pesar de que fue un minuto , tal vez se había tomado el tiempo suficiente para observar la fisionomía del rostro, tenía la tez de un niño, en realidad no era tanto de su agrado, prefería los hombres mas..Maduros y experimentados, pero algo especial en la mirada tenía, si… Algo mas debía ocultar, tal vez aparte de su identidad…pensándolo bien no era algo que le importara tanto, es mas ni siquiera se fijo que al notar el mesero el interés con ella le observaba este le iría a decir algo. No, simplemente tomo el vaso entre sus manos y dio un muy ligero trago, quizás solo mojar sus labios con el liquido era suficiente mientras se reincorporaba de nuevo mirando nada y a la vez todo.
-Me parece que es lo mejor,- respondió dando otro trago para que después blancas y delicadas manos lo colocaran sobre la barra- creer conocer a alguien en una noche o pretender hacerlo, resulta un trabajo muy desgastante para mi gusto. Además, no sé porque pero me da la impresión que nos llevaríamos mejor siendo unos perfectos desconocidos, no le parece?– volvió su mirada gris hacia el mientras en sus labios se dibujaba una pequeña sonrisa- Por lo menos por el momento..-concluyo, quizás estaba hablando sin sentido, era alguien que solo decía lo que pensaba y como le parecía aunque aquello le costara la soledad, aquella con la cual sinceramente está familiarizada. De cierto modo podía entenderlo, a ella de igual forma no le interesaba que supieran quien era, si por ella fuera , al igual que usaría una máscara, -aunque bueno de por si todos usaba una no tan literal a diario- así se mantenía lejos de aduladores e hipócritas, no tendría que fingir educación, elegancia ni falsos y corteses modales, aunque por naturaleza poseía gracia y delicadeza .Ella no había elegido la misma vida de su padre, y aunque tuviera que acatar ciertas ordenes, no actuaria de la misma forma, nunca…Si se quedo con el título, peo porque realmente lo quisiera si no porque se lo había quitad a él, y no esta demás decir, que el bonuns de poder y riqueza venia con el resultaron muy tentadores , y fuero tan bien aprovechados -asu parecer- que si, causaron cierto tipo de adicción, algo que fue dejado a un lado casi del todo cuando descubrió la magia…La inesperada intervención del hombre nuevamente le saco de su meditación. Ehlena nuevamente giro de forma lenta y delicada su rostro fijando sus ojos en aquello que aun podía advertir detrás del antifaz, con un atisbo de sonrisa en el rostro debido a la curiosidad que este expresaba. Sabía que están siendo blancos de miradas, principalmente ella, pero no le importaba. Aunque quien sabe, quizás ese hombre también sería un moralista.
-A mi me resulta interesante cada cosa que veo, caballero, independiente del escenario.- sonrio con un poco mas de amplitud- cada cosa, objeto, persona, paisaje como usted lo llama. Y créame, encuentro más interesantes los ¨Poco afables¨ como usted dice…aunque creo que este, es demasiado normal para mi gusto. – giro lentamente su cuerpo en la silla quedando den diagonal a el para responder su nueva incógnita –Debido a que se tomo el atrevimiento de preguntar, estoy en mi derecho de hacer lo mismo. pose usted poderes de brujeria? -bromeo con aquello debido al acierto de sus palbras - o quizas tengo cara de pocos amigo...-solto un suspiro- ya que las amistades es lo que menos me trae a esta ciudad – porque en realidad no tiene ninguna, quizás solo Charlotte pero ella era familia. No creía en amigos, no los necesitaba, sólo aliados - Me encuentro por motivos muy muy diferentes…-tomo con una mano el vaso y esta vez dio otro trago a la bebida –para mi concepto hay demasiados esquemas que están para romperse…No podemos pasar por esta vida como simples visitantes, hay que marcar una diferencia hay que dejar nuestra huella. Ser diferente , no está mal…- Dijo dando a entender que había comprendido la metáfora, y había advertido que estaba ante la presencia de un ente diferente aun humano común, además de que el sentido tan agudo de percepción que desplego el hombre no había pasado inadvertido. Lo que la hizo esta vez querer saber más del misterioso enmascarado.
-ahora me toca adivinar a mi. Debo suponer yo…-ladeo el rostro observándole con la curiosidad propia de una niña Habría podido fingir inocencia y hubiera logrado convencer a cualquiera – que usted está aquí por… No me diga…Empezar de nuevo?- dijo sonriendo sutilmente aunque de manera algo irónica-
-Me parece que es lo mejor,- respondió dando otro trago para que después blancas y delicadas manos lo colocaran sobre la barra- creer conocer a alguien en una noche o pretender hacerlo, resulta un trabajo muy desgastante para mi gusto. Además, no sé porque pero me da la impresión que nos llevaríamos mejor siendo unos perfectos desconocidos, no le parece?– volvió su mirada gris hacia el mientras en sus labios se dibujaba una pequeña sonrisa- Por lo menos por el momento..-concluyo, quizás estaba hablando sin sentido, era alguien que solo decía lo que pensaba y como le parecía aunque aquello le costara la soledad, aquella con la cual sinceramente está familiarizada. De cierto modo podía entenderlo, a ella de igual forma no le interesaba que supieran quien era, si por ella fuera , al igual que usaría una máscara, -aunque bueno de por si todos usaba una no tan literal a diario- así se mantenía lejos de aduladores e hipócritas, no tendría que fingir educación, elegancia ni falsos y corteses modales, aunque por naturaleza poseía gracia y delicadeza .Ella no había elegido la misma vida de su padre, y aunque tuviera que acatar ciertas ordenes, no actuaria de la misma forma, nunca…Si se quedo con el título, peo porque realmente lo quisiera si no porque se lo había quitad a él, y no esta demás decir, que el bonuns de poder y riqueza venia con el resultaron muy tentadores , y fuero tan bien aprovechados -asu parecer- que si, causaron cierto tipo de adicción, algo que fue dejado a un lado casi del todo cuando descubrió la magia…La inesperada intervención del hombre nuevamente le saco de su meditación. Ehlena nuevamente giro de forma lenta y delicada su rostro fijando sus ojos en aquello que aun podía advertir detrás del antifaz, con un atisbo de sonrisa en el rostro debido a la curiosidad que este expresaba. Sabía que están siendo blancos de miradas, principalmente ella, pero no le importaba. Aunque quien sabe, quizás ese hombre también sería un moralista.
-A mi me resulta interesante cada cosa que veo, caballero, independiente del escenario.- sonrio con un poco mas de amplitud- cada cosa, objeto, persona, paisaje como usted lo llama. Y créame, encuentro más interesantes los ¨Poco afables¨ como usted dice…aunque creo que este, es demasiado normal para mi gusto. – giro lentamente su cuerpo en la silla quedando den diagonal a el para responder su nueva incógnita –Debido a que se tomo el atrevimiento de preguntar, estoy en mi derecho de hacer lo mismo. pose usted poderes de brujeria? -bromeo con aquello debido al acierto de sus palbras - o quizas tengo cara de pocos amigo...-solto un suspiro- ya que las amistades es lo que menos me trae a esta ciudad – porque en realidad no tiene ninguna, quizás solo Charlotte pero ella era familia. No creía en amigos, no los necesitaba, sólo aliados - Me encuentro por motivos muy muy diferentes…-tomo con una mano el vaso y esta vez dio otro trago a la bebida –para mi concepto hay demasiados esquemas que están para romperse…No podemos pasar por esta vida como simples visitantes, hay que marcar una diferencia hay que dejar nuestra huella. Ser diferente , no está mal…- Dijo dando a entender que había comprendido la metáfora, y había advertido que estaba ante la presencia de un ente diferente aun humano común, además de que el sentido tan agudo de percepción que desplego el hombre no había pasado inadvertido. Lo que la hizo esta vez querer saber más del misterioso enmascarado.
-ahora me toca adivinar a mi. Debo suponer yo…-ladeo el rostro observándole con la curiosidad propia de una niña Habría podido fingir inocencia y hubiera logrado convencer a cualquiera – que usted está aquí por… No me diga…Empezar de nuevo?- dijo sonriendo sutilmente aunque de manera algo irónica-
Ehlena Blancquart- Hechicero/Realeza
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Re: Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
Ciertamente había escuchado a otras personas, además de vos, que se ahogaban dentro de los márgenes de diversión considerados normales, pero vuestro ímpetu os llevaba mucho más lejos de lo que era simplemente romper un esquema burdo y desgastado como el que vivíamos esa noche, tan corriente como beber en silencio y disfrutar con ser los amos del mundo. Mi boca no sabría deciros si fuisteis vos misma la que me dijo telepáticamente que deseabais romper con todo ese condenado orden aprendido para imponer vuestra anti ley o si solo lo intuí. Juraría que por un momento pude ver vuestra esencia en todo su esplendor cuando vos miróme desde ese ángulo especial. Erais de la realeza de mi nación —no demasiado alta como para habernos presentado— pero os pensabais la emperatriz de todo lo que se llamara universo.
Por poco reí con vuestra broma; irónico resultaba. Me habíais ratificado —y no me extrañaba que tal vez lo hubiereis hecho adrede— que mis conjeturas no eran meras especulaciones de un licántropo clandestino. Os reías con vos misma, puesto que dentro de vuestra mente érais la única sobre el escenario del mundo y nosotros éramos espectadores elegidos por el azar. Os diré que no me exasperaba en absoluto dicha posición; el público siempre ve detalles que el actor no y disfruta de lo que tiene al frente, no como el protagonista, que sólo ve luces, pero nunca rostros.
Y vos… vos erais la actriz más consiente de vuestro papel que hubiera visto jamás.
—En efecto, mi estimada señorita. Negar nuestra individualidad, es darle la espalda a lo que nos hace… —antes de completas lo que os iba a decir, mis labios se apretaron. De alguna forma, la palabra ya no era íntegramente apropiada—…humanos. —volví a mi expresión normalmente serena. El alcohol no haría que os contara “aquello”— Me habéis demostrado, en vuestra actitud y palabras, que vuestra merced es de aquellas personas que no planea iniciar su vida dando a luz hijos y complaciendo a vuestro marido; por el contrario, ya la habéis comenzado y percibido gustosa los efectos de vuestra postura. Resulta llamativo que el que hubiereis acertado en mantenernos cercanamente distanciados, porque a pesar de que somos dos peces nadando fuera del agua, vuestra naturaleza es de aguas frías y bravías y la mía se desenvuelve en tibias corrientes.
¿Qué más utópico que vuestra idea de empezar de nuevo? No me malinterpretéis, pues no creo que sea algo malo de lo que hubiera que privarse, sino que deseaba con tanta vehemencia que fuera posible reiniciar algunos episodios de mi vida, que dolía si lo imaginaba. Os observé como si dentro de mí no hubiese guerra interna alguna, seguro y calmo como las lagunas de París. Era prácticamente obvio que para que tuvierais una personalidad tan liberal y rebelde, debía haberos formado y deformado vuestra historia, al igual que a mí, pero no lo compartiríamos.
Miré hacia el recipiente de lo que había sido un buen trago. No bebería más, porque si lo hacía, la falta de timidez se apoderaría de mí y os diría todo lo que quisierais saber.
—¿Cómo llenar una copa que ya ha sido rebalsada? No. La única forma es bebiendo el amargo y adictivo contenido de la vida. Es una canalla que nos domina bajo el síndrome de Estocolmo; nos permite respirar, amar y enlazarnos para siempre a alguien, pero nos colma de variadas formas de morir. Así y todo cooperamos con ella para que siga con su juego, porque nuestro escultor conspiró junto con la vida para hacernos dependientes de ella para realizarnos. —tomé un respiro, volviéndome pensativo por unos instantes sin intentar ocultároslo. Lorelei volvía a asecharme por mi propia sed— ¿Y si os digo que soy de los que ha decidido tomar este líquido desagradable por ningún motivo? No. Es más que eso. Sólo es para comprobar por mí mismo si existe algo al fondo de la copa o es sólo lo que nuestro instinto de supervivencia quiere que veamos.
El cantinero se dirigió a nosotros nuevamente y yo le indiqué con un gesto de mano que no bebería más, aunque de todas formas me quedaría con vos por un rato hasta que mi lengua dejara de decir cosas coherentes y pusiera en riesgo mi discreción para con vos.
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
¨No hay cristales de más aumento que los propios ojos del hombre cuando miran su propia persona.¨
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-E inhumanos también...Mi desconocido caballero…- añadió ella finalizando la frase del que había decidió aquella noche seria su compañero de barra, solo esperaba que aquel pudiera soportarle lo suficiente, ya que casi nadie era paciente o tolerante frente a los ácidos comentarios de la aristócrata. Ella desvió su mirada en cuanto escucho la puerta abrirse. El pianista llego serenamente a al bar situándose delante del instrumento, acomodo las hojas que en desorden se encontraban sobre la tapa del piano y después de buscar aquella pieza que entonaría, sus dedos viajaron a través de las teclas de marfil llenando el aire con una suave melodía, al parecer de nuevo todos se preocuparon mas por las personas que habían frente a ellos y habrían dejado el tema de la descarada mujer a un lado. La condesa volvió su mirada al hombre cuando este le hablo, escuchándole con un repentino interés pues este había percibido en aquel pequeño inicio verídicas cosas de su personalidad, en solo un breve momento y solo había dos opciones para poseer tan agudo sentido. O era demasiado intuitivo o quizás era un brujo, aunque podía decir que aquello último resultaría muy extraño pues el aura de él no se presentaba similar a la ella.
-Tendré que ofrecerle un aplauso al enigmático caballero por la certera interpretación de sus palabras?- le miro con un poco mas de curiosidad solo para luego llevar su vista al frente de nuevo- Efectivamente…soy de aquellas personas…tanto se me nota?-comento con sarcasmo, pues era algo más que evidente en su actitud. Remueve su copa con un ligero y delicado movimiento no hablaba mucho al respecto de esa posición, ni el hecho de por qué era así, pero todos sabemos que en la actualidad somos lo que somos moldeados por nuestro pasado. En su caso uno muy perpetuo, algo que por más que quisiera no podía borrar y menos cambiar. Quizás hablaría de más adelante, o quizás nunca lo haría. pero no paso por alto el comentario de mantener en secreto sus identidades- Tiene algún problema en eso?-sonrió cínicamente, realmente si tenía un problema con ello o no, a ella le importaba poco o nada-Pensé que sería lo mejor para ambos, puesto a que no es justo, usted , con su antifaz protege una identidad que no desea ser descubierta, aunque igual atreves de este puedo ver sus ojos y ellos no es que escondan mucho-Suspira- así que ya que no tengo antifaz, protegería mi omitiendo información acerca de mi, como un simple nombre…estoy segura que sentiría mas como usted y más cómoda yo, ya que no hay nada más divertido y se podría decir ¨sincero¨ que una charla amena con un desconocido.
Ehlena solo se dejaba llevar de ciertas situaciones, quizás esa noche era una de aquellas donde con suerte encuentras a una persona dispuesta a compartir contigo un intercambio de opiniones no tan diferidas, ya que la misma preguntase hacia ella algunas veces. Como se llenaría lo que vacio es?... por años ha intentado hacerlo, a través de miles de formas existentes, quedando atrapada solo en los excesos y aquellas acciones que por costumbre se convierten en hábitos y al final en vicios, que llevaría a este hombre a tales conclusiones? Habría ella tocado fondo alguna vez? O llego a él y aun permanece? . Negó con la cabeza escapando de sus cavilaciones, no era momento para aquello. Sin darse cuenta ya había terminado su trago, pero a diferencia del hombre a su lado ella si ordeno otro.
-yo creo que todo es subjetivo…lo digo por su determinación de tomar este liquido amargo-Dijo por fin después de reflexionar un poco acerca de las palabras- A veces tamos en el fondo, pero no lo podemos porque aun continuamos cegados…creemos que estamos bien o estamos normales y nos convencemos de esto, pero todo es una venda, pues nos cuesta reconocer ya sea por orgullo o por lastima con nosotros mismos el hecho de caer tan bajo…-su serenidad era impresionante, al igual de la frialdad con que decía aquello, era como si el hablar de aquello fuera tan natural como respirar.
Ehlena Blancquart- Hechicero/Realeza
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Re: Dos vicios opuestos - Ehlena Blancquart
Os soltabais cada vez más más conforme comprobabais que no era un presumido más como los que alardeaban ruidosamente de sus negocios y aventuras inventadas en las mesas tras nosotros. Estaba solo, tal vez más que vos, pero la diferencia era que yo lo sabía, me pesaba y a vos os pasaba por la orilla de vuestros finos zapatos en los que las demás señoras y señoritas se fijaban. Podréis pensar que soy un anticuado y en muchos sentidos lo soy, pero ciertamente me era difícil mantener una conversación decorosa con vuestra merced cuando os salías tan descaradamente de todo protocolo entre dos personas. Ni siquiera os importaba ser vista en un lugar de esparcimiento como el bar de un hotel sin supervisión de un hombre. Más que inusual, resultabais insultante para una institución tan regordeta de reglas como la corona. Sí, agua y aceite no se mezclarían ni en los parajes más recónditos de la tierra, pero eso no quería decir que no podían comunicarse, aunque fuera a lo lejos.
— Problema alguno no poseo contra lo que mostráis, mademoiselle; me considero amigo de lo que permitís a mis ojos ver y contrario a aquello ante lo que me hacéis ciego. No obstante, os recalco vuestra extravagante y más que liberal personalidad porque, comprenderéis, que mi compañía suele estar compuesta por personajes políticamente correctos y jóvenes casamenteras acompañadas de sus padres —acoté sin alegrarme ni entristecerme. Entrecerraba mis ojos ante vuestra mirada, intentando delimitar hasta dónde esta llegaba, pero parecía expandirse y yo no lograba seguirla del todo— Temo que si llego a saber vuestro nombre, se rompería la única barrera que nos impide colisionar, ¿o me equivoco? Y lo más incierto sería el resultado de esa colisión. ¿Perdería yo y ganarías vos?
El piano había comenzado a resonar en la estancia, callando las voces indeseables de los demás presentes, haciendo que únicamente nos escucháramos a nosotros dos. ¿Sería eso bueno? Que peligrosa era vuestra compañía para mí, me hacía suponer que estaba frente a todo en lo que no deseaba convertirme. Creo que a eso se refería mi amada Lorelei cuando me hizo jurar que no me rendiría; en no caer en un desencanto tan grande que me hiciera abusar de la vida. Oh, mademoiselle Ehlena, no quería imaginar cuán grande era el vacío que guardabais bajo vuestras ropas y vuestros huesos como para menospreciar cada ser vivo que se atravesara en vuestro camino. No pretendía salvaros ni nada por el estilo; quienes llevamos mucho tiempo perdido no encontramos el camino de regreso a casa sino por alguna luz que venga desde afuera de nuestra penumbra, pero sí pretendí daros un respiro… darnos un alivio.
No os conformasteis con ya hablar de asuntos más profundos y ordenasteis otro licor similar a las fibras de vuestro cabello incendiado. ¿Tendríais un límite o lo vulnerabais adrede para olvidar que teníais límites? Sería testigo de aquello gracias a la moderación que me caracterizaba. Había llegado a mi límite con el alcohol antes de empezar a hablaros bobadas e indiscreciones que seguramente no tomaríais para mi beneficio. Mientras el brebaje bajaba por vuestra garganta, preguntábame si efectivamente era todo subjetivo. Para mí no había nada como eso. Lorelei me había marcado lo quisiera o no. Era mi opinión, algo no medible ni tampoco curable por la ciencia.
Nada de eso hablaría con vos. No lo hablaba con nadie. Apenas mi diario contenía una página de aquello. Preferí enfocarme en vos, quien con tanta exaltación a vuestra propia figura veíais tan por debajo a los demás.
— Todo subjetivo, ¿no? —pregunté para mí mismo antes de llevar mis ojos rodeados de un antifaz a vuestra merced— Me habéis tratado toda esta velada como poco más que un mero instrumento para vuestra diversión, y al igual que todo lo que se os ha cruzado, no habéis diferenciando entre la copa de la que bebéis y el cantinero que os ha servido. Me habláis con formalidad aprendida, mas no auténtica. He de cuestionaros si acaso actuáis así porque pensáis que vuestra concepción es relativa o si lo concebís como una verdad universal.
Acerqué mi asiento un poco más al vuestro, quedando a treinta centímetros más o menos de vuestra merced. Era una noche de distensión, sí, pero no por eso me volvía un estúpido. Cosas que comprendía me hacían preguntarme qué queríais desechar de vuestra memoria o tal vez saber qué os había ocurrido que habíais fracasado en vuestro intento y os había hecho optar por un camino todavía más efímero que el mío.
— Problema alguno no poseo contra lo que mostráis, mademoiselle; me considero amigo de lo que permitís a mis ojos ver y contrario a aquello ante lo que me hacéis ciego. No obstante, os recalco vuestra extravagante y más que liberal personalidad porque, comprenderéis, que mi compañía suele estar compuesta por personajes políticamente correctos y jóvenes casamenteras acompañadas de sus padres —acoté sin alegrarme ni entristecerme. Entrecerraba mis ojos ante vuestra mirada, intentando delimitar hasta dónde esta llegaba, pero parecía expandirse y yo no lograba seguirla del todo— Temo que si llego a saber vuestro nombre, se rompería la única barrera que nos impide colisionar, ¿o me equivoco? Y lo más incierto sería el resultado de esa colisión. ¿Perdería yo y ganarías vos?
El piano había comenzado a resonar en la estancia, callando las voces indeseables de los demás presentes, haciendo que únicamente nos escucháramos a nosotros dos. ¿Sería eso bueno? Que peligrosa era vuestra compañía para mí, me hacía suponer que estaba frente a todo en lo que no deseaba convertirme. Creo que a eso se refería mi amada Lorelei cuando me hizo jurar que no me rendiría; en no caer en un desencanto tan grande que me hiciera abusar de la vida. Oh, mademoiselle Ehlena, no quería imaginar cuán grande era el vacío que guardabais bajo vuestras ropas y vuestros huesos como para menospreciar cada ser vivo que se atravesara en vuestro camino. No pretendía salvaros ni nada por el estilo; quienes llevamos mucho tiempo perdido no encontramos el camino de regreso a casa sino por alguna luz que venga desde afuera de nuestra penumbra, pero sí pretendí daros un respiro… darnos un alivio.
No os conformasteis con ya hablar de asuntos más profundos y ordenasteis otro licor similar a las fibras de vuestro cabello incendiado. ¿Tendríais un límite o lo vulnerabais adrede para olvidar que teníais límites? Sería testigo de aquello gracias a la moderación que me caracterizaba. Había llegado a mi límite con el alcohol antes de empezar a hablaros bobadas e indiscreciones que seguramente no tomaríais para mi beneficio. Mientras el brebaje bajaba por vuestra garganta, preguntábame si efectivamente era todo subjetivo. Para mí no había nada como eso. Lorelei me había marcado lo quisiera o no. Era mi opinión, algo no medible ni tampoco curable por la ciencia.
Nada de eso hablaría con vos. No lo hablaba con nadie. Apenas mi diario contenía una página de aquello. Preferí enfocarme en vos, quien con tanta exaltación a vuestra propia figura veíais tan por debajo a los demás.
— Todo subjetivo, ¿no? —pregunté para mí mismo antes de llevar mis ojos rodeados de un antifaz a vuestra merced— Me habéis tratado toda esta velada como poco más que un mero instrumento para vuestra diversión, y al igual que todo lo que se os ha cruzado, no habéis diferenciando entre la copa de la que bebéis y el cantinero que os ha servido. Me habláis con formalidad aprendida, mas no auténtica. He de cuestionaros si acaso actuáis así porque pensáis que vuestra concepción es relativa o si lo concebís como una verdad universal.
Acerqué mi asiento un poco más al vuestro, quedando a treinta centímetros más o menos de vuestra merced. Era una noche de distensión, sí, pero no por eso me volvía un estúpido. Cosas que comprendía me hacían preguntarme qué queríais desechar de vuestra memoria o tal vez saber qué os había ocurrido que habíais fracasado en vuestro intento y os había hecho optar por un camino todavía más efímero que el mío.
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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