La Danza Macabra (Marthina, Ayline +18)

La taciturna tarde golpeaba con creces la necesidad de cambiar su día, con necesidad de algo diferente de algo que de forma radical impidiera su rutinaria vida, pero nada lograba cambiar siquiera en un mínimo detalle, todo se veía igual, todo era igual ¿Que podía hacer a aquello? Nada, la respuesta a todas sus preguntas, nada, eso era lo que podía hacer y así esperando a que ese día pasara como los otros se le hizo insostenible, segundo a segundo, minuto a minuto, el tiempo jugaba con su paciencia, jugaba con su frágil mente que no tenia cabida a mas pensamientos sin sentidos y así fue como recordó al oír la tenue música que provenía desde su balcón, cantantes ambulantes... estos la hacían recordar las fiestas que se celebraban, a solo días de cambiar el año en el cual se encontraba, eran días después de la navidad... "Navidad".

Esa palabra si que causaba estragos en su vientre, provocando repulsión, a su máximo potencial y a ratos alegría, no disponía de familia ni de muchos amigos para celebrarla, tampoco era devota de la creencia de un dios, pues su significando no era relevante en su vida, pero la alegría le venia al ver rostros jóvenes, mas jóvenes que ella disfrutar de tales fiestas que para ella, solo pasaban como días mas, largos días sin mas que hacer que sentarse a su balcón a mirar como la gente, los seres, las personas que divagaban de un lugar a otro invadidos en su pensamientos, y así fue como en medio de aquel pensamiento abrió las grandes ventanas de aquel balcón dejando que un aire frió golpeara contra su cuerpo, alborotando sus cabellos, estremeciendo su cuerpo provocando los ya conocidos erizamientos de piel, sin mayor importancia se sentó allí sobre el muro que le daba la facilidad de mirar con desdén a su exterior.

El abultado vestido le acompañaba a al perfección con el cálido ambiente, un color pastel que resaltaba su blanquecina piel la cual siempre se confundía con un repentino resfriado, pero que mas daba, siempre se sentía enferma, enferma de como vivía, no de un malestar de salud, abulto su negra y larga cabellera a un lado, para ser mas exacto al lado derecho para que este cayera por su hombro cubriendo la desnudez de este, que dejaba entrever la dicha prenda de vestir, su mente fue desconectada al ver el pequeño pajarillo que revoloteaba a sus alrededores, un colibrí, eso era... Un pequeño colibrí que dejaba en sus oídos aquel peculiar zumbido al aletear, alzando su diestra intento tocar al pequeño visitante justo al momento que un golpe la hacia saltar haciendo que su acompañante volara lejos de su vista -Maldición- mascullo entre dientes mientras sus pasos se encaminaban hasta la puerta de su habitación, era Dorota, la chica de servicios que en ocasiones la ayudaba con un par de queseares del hogar -Ahora... ahora voy- insistió luego del mensaje que ella dejaba, Samael, el la esperaba en al recepción del hogar.

Sin razón aparente se dio un vistazo frente al gran espejo que adornaba su habitación, no estaba en las mejores fachas por así decirlo pero tampoco era que se viera como una sirvienta, bajando sus pasos por las largas escaleras dejando a sus espaldas el sonido de sus tacones llego casi de forma fugaz a la puerta que se encontraba abierta, con su querido acompañante esperándola -Que sorpresa verlo por acá- dijo casi en un murmuro mientras con pasos mas lentos se acercaba a el dando un fugaz abrazo, para que nadie percatara de aquel, no era bien visto en aquel hogar que una chica demostrara acciones de afecto a un hombre -¿A que se debe su visita Samael?-