Un Café para Controlar los Nervios (Libre)

Eran cerca de las 7pm en Francia y ella ya estaba sentada con café en mano y el pulso alterado aunque intentaba controlarlo. Daba sorbos largos y bebía uno tras otro sin reparar en nada. Había llegado hace menos de una hora y ya eran 2 tazas y media de café las que había bebido y sin probar bocado alguno. Con esta, eran ya 3 noches sin poder conciliar el sueño porque las pesadillas eran cada vez más frecuentes y la presencia de un ser maléfico la atormentaba noche a noche; por eso se inducía a este método para no dormir hasta que el sol saliera de nuevo, hasta que se sintiera tranquila y descansara en "paz".

Esta vez recurrió al café por protección, necesitaba sentirse segura en medio de la gente aunque todos eran unos perfectos desconocidos. Tal vez lograban distinguirla un poco como suelen hacer con los de la clase alta, pero ella no podía mirar a nadie sin sentirse perseguida y prefería evitar cualquier pregunta molesta sobre su comportamiento nervioso. Desde que llegó no dejó de observar la puerta parpadeando poco, siempre alerta. En su rostro, las ojeras empezaban a dibujarse con mayor profundidad y las heridas de su cuerpo ardían aunque estaban bien cubiertas, inclusive la mano vendada que había sido quebrada de una manera bastante extraña. Cada momento que pasaba se sentía más enferma pero lo soportaba lo mejor que podía. Trató de ponerse cómoda pero le dolía demasiado la espalda y el cuerpo entero, sin mencionar que la angustia no le permitía quedarse quieta. Movía los dedos de uñas cortas y siempre bien pintadas sobre la mesa como si midiera el tiempo de esa manera y siguió tomando café sin medir absolutamente nada.

Su indumentaria era cómoda y tras cada prenda ocultaba armas de protección y bebidas que la salvarían de un dolor profundo. Se esforzó por ocultar las varias estacas que llevaba consigo ubicándolas alrededor de la cintura de forma estratégica tras su corsét y ocultó en medio de sus pechos un somnífero poderoso y rápido en caso de emergencia. Eso era lo necesario, al menos por ahora. Medía también con cuidado el tiempo y nada podía desear más que el amanecer, sólo entonces se sentía segura, sin el temor de que apareciera ese vampiro que la perseguía y la lastimaba. Por años los odió, los cazó y despreció de la manera más frívola, pero este último había causado estragos, era un vampiro antiguo difícil de matar y que le había robado lo único que creía valioso hasta ese momento. Luego, fue como morir por dentro.

Ahora espera que él no aparezca. Está alerta porque la ha dejado ir un par de noches pero luego la sigue de nuevo y empieza todo el dolor otra vez. A pesar de su frialdad y de su talento como cazadora es humana, es frágil aunque no lo quiera. Durante el proceso ha contemplado la posibilidad de acabar con su vida de no poder matarlo, pero primero lo primero, el intento hasta que ya su cuerpo se rinda a causa del flagelo del poder de aquél ser que la oprime. Paso a paso.... Bebe más café pero se siente débil. Por un momento cierra los ojos y justo en ese momento alguien se sienta frente a ella. Respira con disimulada sorpresa y teme abrir los ojos hasta que escucha una voz proveniente de quien está al frente.

- No se asuste-

La voz de un hombre resonó frente a Leigh y al parecer había notado su pequeño sobresalto debido a los nervios. Antes de abrir los ojos puso la taza de café sobre la mesa y como si no quisiera ver a quién estaba frente a ella, abrió los ojos lentamente mirando primero hacia abajo, para luego recorrer con calma desde las manos ajenas sobre la mesa hasta su rostro. Al ver la palidez en las manos del hombre frente a ella supo que era un vampiro, al parecer jamás se libraría de sus apariciones espontáneas sea donde fuere que ella iba. Siguió el recorrido hasta el rostro de aquél y entonces se encontró con esa cínica sonrisa de triunfo que tenían los tales.

El rostro de Leigh no se inmutó a las palabras del vampiro, se limitó a mirarlo sin ninguna expresión en el rostro. Por lo general jamás se le veía un gesto ni de felicidad, ni de tristeza, ni de odio... sencillamente permanecía impávida, con una frialdad poco común para una joven de su edad frente a cualquier situación. Que ironía, un vampiro queriendo acompañar a una cazadora... por suerte para alguno de los dos, ninguno podría mover ninguna ficha debido al amplio público que llenaba el Café de París. Así que tanto uno como otro se veían solamente limitados a responder.

- No se preocupe demasiado, ya me molesta con el sólo hecho de existir.-

Por un momento se vio limitada a decir más debido a la presencia del mozo que tomaba el pedido de su nuevo cliente. Pidió un té rojo que seguramente no bebería pero del cuál disfrutaría seguro con el olor y el color que le posiblemente le recordaba a la sangre, a eso que ellos tomaban deliberadamente de nosotros.

- Dicen que es mejor sola que mal acompañada- Respondió con absoluta frialdad a la segunda pregunta del vampiro. - Aunque por desgracia ahora me aplica más la segunda parte de esa frase popular.-

Bebió un poco más de su café que ahora comenzaba a enfriarse y antes que él respondiera llegó el mozo con el famoso té. Aprovechó el momento y pidió una nueva taza para continuar despierta. El hombre se retiró y el vampiro empezó a alardear como lo hacen todos, sino es por su belleza es por los cargos que ostentan engañando a todos mientras pasan por hermosos humanos.

De un momento a otro el vampiro tomó su mano y la besó. Ella sintió el aliento gélido del mismo y con educación y delicadeza, aunque firme, la retiró.

- Si cree que le voy a hacer reverencia a un mentiroso asesino está usted equivocado. Es sorprendente como logran infiltrarse y pasar por educados y "comunes" frente a todos. Cada día me sorprenden más-

Bebió de nuevo el último sorbo del café que tenía en sus manos y pensó en la posibilidad que este vampiro buscara venganza por los caídos. Aunque, a decir verdad, fingía bastante educación como para presentarle la muerte a la cazadora. Por un segundo ella volteó de nuevo su mirada hacia la entrada y al lugar completo, intentando ver si el vampiro al que detestaba no había ingresado y la observaba. La muerte parecía acecharla, los vampiros parecían encontrarla fácil y reconocerla, pero ya nada podría ser peor, ya lo tenía todo sopesado. Ya la muerte, era sólo una opción más.