Nuevas amistades acompañan la noche [Privado]

Habían pasado varios noches ya desde que visité el burdel por última vez, la verdad era que mi empleo me había tenido bastante ocupada y terminaba tan cansada que no serviría para nada en este lugar lleno de energía y personas en busca de movimiento. Casi terminaba la noche y yo seguía repartiendo vasos y copas y toda clase de posibles maneras de servir alcohol. Iba de un lado a otro, entre mesa y mesa repartiendo lo que tuviera en la bandeja, me ardían los pies, no había descansado en unas veinticuatro horas y no pensaba hacerlo pronto, eran las cuatro de la madrugada aproximadamente y siendo fin de semana sería difícil que este lugar se vacíe en pocas horas, por lo que no me quedaría más que simplemente seguir haciendo lo tenía que hacer, para después descansar un rato y luego volver a la rutina por la noche.

Parecía que el lugar estaba lleno de cualquier clase de personas, veía personas pobres, personas ricas, personas pobres aparentando ser ricas vistiendo ropas que no combinaban y detalles que a simple vista daban a notar que no sabían lo que clase significaba, y personas ricas aparentando ser pobres, de aquellos que no querían ser reconocidos y vestían ropas pobres para ellos pero que definitivamente destacaban en este lugar de perdición. Seguí con ese vaivén por unas horas más, era temprano ya y la mayoría de señores, si es que se les podía llamar así, tenían que volver a sus hogares a fingir ser hombres de bien, hombres respetables y honorables. Algunos pocos se quedaron, aproveché aquel momento para descansar un poco, tomé un asiento en la mesa más alejada, en una esquina y descansé mis pies por primera vez en un largo rato, quise conciliar sueño pero sabía que no podría hacerlo con la bulla que se hacía en el edificio. Me quedé observando, por si llegaban más personas o si se iba alguien o si simplemente alguien tenía alguna necesidad que tuviese que atender, no había peros en este trabajo.

Otra vez las manos metidas en los bolsillos, otra vez el caminar solitario. Pocas semanas que había llegado, las dedicaba a buscar víctimas de sus pequeñas estafas con aquellos juegos de cartas de tarot, con sus trucos de magia e ilusionismo, y con aquella guitarra con la cual ahora no cargaba. Aquello le daba el sustento para el día a día, podía conseguir una pequeña fortuna si lo deseaba, subir escalones y llegar al escalón que había tenido por nacimiento en su Turquía ya lejana de allí, en otro mundo, y en un pasado que le parecía muy borroso, como si fuese una historia que ya no había vivido, pero... Si, él había vivido en el lujo, el había recibido una extraordinaria educación y cultura, en ámbitos más allá de los libros, que le metía en el mundo del "guerreo". Pero ahora, se conformaba con poco.

Una pequeña gota se deslizo en aquel extraño abrigo que le hacía destacar entre la multitud, por ser viejo, pero tener ricos bordados orientales, como si hubiese sido robado a un noble de otro tiempos, pero tan viejo ahora e incluso dañado y reparado hasta la saciedad, que no le hacía grande, y a pesar de que Emhyr sabía que miradas curiosas se posaban en él, no solo por aquel abrigo, sino por su físico, que denotaba que era extranjero, no le importaba, y no se iba a separar de aquel abrigo.

La lluvia le golpeo, y la gente en las calles, corrían huyendo de ella. Emhyr suspiró encogiendo los hombros, como si nada ¿para donde llevar los pies? El bullicio de un edificio cercano le llamo la atención, y las risas de las féminas que entraban huyendo también de la lluvia al igual que sus clientes, ya que, con tan solo mirar sus vestimentas atrevidas y llamativas, pudo distinguir su oficio y que era aquel edificio. "¿Por qué, no?" Pensó, nunca había estado en los burdeles de París, y ciertamente nunca le había llamado la atención esos lugares, sino para poder aprovecharse de otro bolsillo bien lleno al cual estafar, ya que en ese lugar, dudaba que entrase muchas personas con escasez de medios, todo lo contrario.

Entre hombres de con trajes distinguidos, y chicas que los acompañaba, Emhyr se acerco a la puerta dispuesto a entrar, no sin antes de que un enorme hombre le parase, seguramente por sus pintas pensaría que era otro muerto de hambre, pero solo el basto un gesto de mover sus bolsillos, en los cuales sonaron una monedas al chocar que le diesen el acceso.
Muy diferente al mundo de fuera, gris y frío, aquel lugar era cálido, lleno de demasiados detalles llamativos, de colores vivos, de cierta suntuosidad, Emhyr se olía que todo aquello era más para llamar el ojo, para atraer, un mero medio de publicidad que seguro que poco se posaban a contemplar como él, más distraídos por la bebida, las drogas y mas mujeres que en hacer aquel examen que él hacía. No entablo conversación con nadie, a pesar de que algunas chicas se detenían con él para ofrecerle sus servicios, solo observaba, buscaba algo que le llamase la atención, hasta que así lo hizo.

-¿Descansando un rato, mademoiselle? -Su voz sonaba suave, y a pesar del perfecto francés, surgía en sus palabras aquel hermoso acento que confirmaba su extranjería. -¿Podría robarle tiempo? A no ser que le ponga precio. -¿Estaba acaso insinuándole que quería contratar su compañía? ¿O simplemente bromeaba? Emhyr encendió el cigarro de la salvia, y tras la primera calada, exhalo aquel aromatizante humo. La verdad es que tenía poco dinero para contratar a una mujer, y tampoco estaba dispuesto a gastarselo en sexo. Él sabía que a pesar de estar en aquel lugar, si le llamaba la atención alguna de las chicas, podía conseguirlo gratuitamente si lo deseaba, confiaba demasiado en su labia.

OFF ROL:

Parecía que el dolor no terminaría, por suerte no habían muchas personas y la mayoría estaba emparejado con una cortesana o un vaso lleno de alcohol, lo que fuera que tenían distraía bastante y no se fijaban en mí, una pobre chica que solo necesitaba descansar un rato o al menos eso creí hasta que apareció un joven, parecía bastante seguro de sí mismo lo miré algo tímida y me puse de pie tan rápido como pude. -No, claro que no señor. -dije respondiendo a su pregunta, tenía miedo de que descubriesen que estaba descansando cuando debía estar dejando ebrios a todos, ese era el trato para trabajar en aquel lugar. No había visto al joven antes, debía ser nuevo en la ciudad, sobretodo por el particular acento que marcaba la conversación.

Lo miré curiosa, pero a la vez preocupada de que alguien a parte de él me hubiera visto, recogí un mechón de mi cabello detrás de mi oreja que había estado cubriendo mi rostro. -No, no señor. Yo estoy aquí para servirle si así lo desea. Claro que de ser sus necesidades ...de otra clase, habrá un precio.-le dije mirando a un par de cortesanas que se alejaban con un hombre quien parecía ser algo adinerado, para ellas era ganarse un buen dinero pero no tenía idea en qué lo gastarían ya que prácticamente vivían en el burdel y de comer no querían mucho, por guardar la figura o eso decían. -Yo puedo satisfacer lo que usted pida, este lugar es más divertido de lo que parece. -le mostré una sonrisa, tenía que promover que los hombres se quedasen y beban y disfruten de aquellas mujeres que teníamos para ofrecerles, incluso yo misma aunque me duela pensarlo.

Volví mi mirada hacia su rostro parecía que no era eso en lo que estaba interesado, o al menos eso creí. De cualquier manera tenía que mantenerlo en lugar y hacer que aquellas monedas que traía en el bolsillo sean provechas para el burdel. No me molestaba atender a un cliente por aquella noche en particular, aunque no parecía interesado ni en mí ni en nadie, solo tenía ganas de divertirse o ...¿qué sería? Era joven, y apuesto me interesaría saber que hacía por estos lares, de dónde venía pues no era buena descifrando la proveniencia de los acentos que hablaban los de clase baja, parecía alguien con una historia interesante que contar, porque tenía un semblante de sabiduría y de experiencia, como si ya supiera lo que el destino tenía preparado para él.

Me volví a sentar, expectante preguntándome si se sentiría a gusto sentándose a mi lado, después de todo no había mucho por hacer en aquel lugar, todos parecían estar ocupados en sus propias vidas y las cortesanas estaban en su mayoría ocupadas.

OFF: Entiendo ...

En aquel rincón al parecer habían conseguido evadirse de aquella multitud agobiante, cada uno con su cuento, cada uno con su historia, seguramente pensando... ¿En ellos mismos? ¿Y a qué sino venían a aquel lugar?

-Creo que hasta el asiento donde "ellos" estas... -Señaló a una pareja, ella le susurraba seguro que palabras demasiado picantes por la sonrisa que a él se le estaba poniendo. -... tiene precio, soy consciente de ello. -Una mirada poco discreta, de arriba a abajo los ojos castaños del turco la observaron con aquella curva que se había dibujado en sus labios, confiada. De repente se pregunto como una belleza que aparentaba inocencia, no estaba tan gastada como el resto. No vestía como una cortesana, no había maquillaje exagerado, ni teatro lujurioso, su profesión debía de ser lo que mostraba, pero... ¿ya había caído en el abismo que las demás? ¿El trabajar de "más"? ¿La desesperación por unas monedas estaba presente? Cada uno sabía de sus límites y por cuanto se vendía, Emhyr tenía muy claro, cual era su precio, y precisamente el dinero no era capaz de pagarlo.

A Emhyr le había traído la casualidad, a pesar de que no era la primera vez que rondaba entre las cortesanas, pero no dentro del burdel, el cual era la primera vez que visitaba, más bien por las calles. Evidente quedo el ser conocido entre aquellas mujeres de la noche cuando justo cuando ella le había contestado una de las chicas, la cual, si no enseñaba más carne era puro milagro se detuvo delante suya, "Emhyr" había dicho tan solo cuando le dejo unas cuantas monedas, la verdad, las palabras sobraban. Habitualmente "ellas" eran sus clientas: hierbas para té anticonceptivos, abortivos, para los nervios, incluso aquellos venenos para dormir o dormir a un cliente, ese era su negoció con aquellas chicas y la verdad no esperaba cobrar en aquella noche.

-Justo a tiempo. -Dijo guardando la mayoría de las monedas en su bolsillo y mostrándola unas cuantas a la chica. Cierto que cuando entro estaba apenas sin un duro, había conseguido pasar al portero moviendo su bolsa llena de tornillos para aquellas cajas de música que fabricaba, pero obtenidas las monedas la historia cambiaba. Ver el interés de la chica por obtener esas monedas le trajo curiosidad de ver que era capaz de hacer, hasta donde llegaba el límite de aquella "camarera". -¿Qué me dices: una habitación discreta, no muy cara, hasta el amanecer y tu dentro desnuda? Habrá más monedas. -Esto podía ser interesante, además, le vendría bien un poco de compañía para apaciguar su soledad y dormir en una cama verdadera, llevaba meses sin hacerlo. Aquella noche iba a ser la mar de interesante, y este juego le empezaba a divertir.

Pude ver como el joven me estudiaba lo entendía claramente, no prestaba la apariencia que debía y ciertamente no quería hacerlo, no me gustaban las ropas que fingían elegancia cuando eran solo baratas y de poca tela que daban a entender la profesión de una, nadie debía enorgullecerse de aquellos pecados que se cometían en el lugar, debía ser solo la necesidad de dinero lo que sea capaz de hacer que una mujer termine por estos lares, sin embargo había escuchado demasiadas historias como para saber que no siempre era así, algunas de estas mujeres parecían ser tan diferentes a mí, no solo en físico y apariencia si no también de pensamiento. Sentí a alguien acercarse, llamó a su nombre ..."Emhyr", él volteó, sonaba muy interesante, sus rasgos eran ...extrañamente salvajes para mi poco conocimiento sobre las facciones de personas extranjeras, tenía también una piel morena, se veía diferente a lo que usualmente veía en Francia, pero me gustaba.

Escuché el "justo a tiempo", me sorprendió que haya entrado sin dinero, pero al parecer tenía la suerte de su lado. Lo miré atentamente mientras pensaba por unos segundos, o al menos eso parecía hacer, luego su proposición me tomó por sorpresa. Acababa de ver a una mujer prácticamente desnuda pero no tuvo mejor idea que preguntarme a mí por aquellos servicios, si no hubiera estado en el burdel le hubiera tirado una cachetada ...pero era aquella mi realidad, y aunque no había sido caballeroso con la proposición, algo que de manera tonta esperaba, debía admitir que necesitaba esas monedas, tal vez no ahora o tal vez no esta semana pero las monedas nunca estaban demás. -...-lo miré unos segundos más, rodeé la mirada y revisé el lugar pensando si realmente podría escapar de ello, pero no me convenía. -¿Está seguro de que quiere esto? -pregunté aunque claramente me arrepentí apenas cerré mi boca, debía hacer lo que los clientes querían, ellos tenían la razón, siempre. Y sobretodo aunque no quisiera.

-Claro ...-dije antes de que pudiera responder, y analizara internamente todo lo que pasaría. -Si quiere puede tomar una de las habitaciones del edificio, debe pagarme por ello, además de -hice una pequeña pausa, ya me había metido en este trabajo, aceptaría las consecuencias. -mis servicios. -Evité tanto como pude borrar aquella sonrisa de mi rostro, acomodé un poco mi vestido, aunque no sabía por qué pues al final terminaría por quitármelo. Di un respiro y me puse de pie, mostré mi mejor sonrisa pensando que podían haber cosas peores, o tal vez me lo quería hacer creer a mí misma. -¿Vamos entonces, Joven ...? -pregunté tratando de saber su nombre, tal vez lograba entablar una conversación o algo, finalmente le daría un trago hasta que estuviera ebrio, tal vez simplemente quería conversar. Que pensamiento para más estúpido, en ese lugar lo que menos querían era hablar.