La noche no siempre trae peligros [Privado]

Salí por la noche despreocupado de lo que venga después, finalmente me había podido escapar de quien parecía ser el más exigente de todos los secretarios/sirvientes que había tenido jamás, de solo recordarlo comencé a reír para mis adentros. Me había escabullido fuera de aquella mansión vacía y anticuada, aunque estaba bastante ordenada arreglada y en perfectas condiciones para su uso, no era lo que yo buscaba, sin embargo agradecía el trato que se me había dado hasta ahora. Caminé por París, sintiéndome algo perdido, aunque no era la primera vez que salía de mi hogar debía admitir que era más fácil ubicarme cuando andaba en carruaje, pues había salido así todos los días. Me despreocupé por perderme, al final encontraría alguien que me ayudase, siempre lo hacía y eso serviría bastante. Quería encontrar el burdel, admitía un tonto que no podía dejar de pensar en eso pero no podía evitarlo. Llegué hasta lo que parecía una hermosa y cálida plaza, sin embargo no era la principal, para mi suerte escuché bastante bulla cerca, y todo parecía ser de una fiesta, música a más no poder, risas y hasta el olor del alcohol.

Por suerte iba con las ropas más simples que había encontrado en mi ropero, y no cargaba mucho dinero conmigo puesto que no tenía esperanzas de encontrar el burdel de la zona aquel día. Así que no había riesgo en rodearme de gente desconocida, no sufriría de ningún robo o algo por el estilo, busqué el lugar de donde provenía todo y era definitivamente una fiesta. Supuse que sería en honor a algún santo, pues no era una fiesta de cumpleaños ...las personas de este lugar no se gastarían tal dineral solo para celebrar un año más. Me metí como pude entre la gente, parecía todo divertido, había bastante cerveza y la banda era muy buena. Disfruté viendo varias parejas bailar y divertirse, era muy diferente a la clase de bailes a los que yo acudía, estos eran "elegantes" y por ello quería decir aburridos.

Todo parecía perfecto, fijé mi mirada en varias jóvenes, todas igual de agraciadas e interesantes, o al menos eso pensé hasta que posé mi mirada en otra señorita, era alguien muy particular, de eso estaba seguro. Estaba bailando, llevaba un atuendo que la diferenciaba de las demás, y tenía algo que simplemente la hacía destacar sobre las demás, sobresalí definitivamente. Me fui acercando, bordeando lo que sería una pista de baile aunque era la misma pista, y llegué al punto más cerca que pude de ella, estaría a un metro aproximadamente, seguía mi mirada fija en ella. Vi su fina piel, y su traje parecía mejor que el de otras, sonreí, estaba aquí igual que yo, en un mundo donde probablemente no pertenecía. La canción terminó, no me digné a pedir la pieza a ninguna otra señorita, sino me acerqué a ella, pero no para pedirle bailar, pues yo no sabía hacerlo y solo me acerqué para...¿saludarla? No sabía ni por que, pero solo me llamó la atención hacerlo ¿y por qué no?. -Madam, déjeme presentarme. Soy Gottbert, -evité decir mi apellido, no sabía si era reconocido aquí como en Alemania pero por si acaso no quería que lo sepa, lo hacía más excitante. Hubiera tomado su mano y besado el dorso de esta con delicadeza, pero hubiera sido demasiado formal -y de paso le comento que ha demostrado ser usted una de las mejores bailarinas que jamás he visto.- comenté con una amplia sonrisa en el rostro, mirando sus hermosos ojos.

La sonrisa que me mostraba la chica era espléndida, me tenía fascinado. Le mostré la mejor sonrisa que pude, tratando de parecer amable, de alguna manera siendo amable, estaba demasiado interesado en aquella joven y su estancia en aquel lugar tan poco confiable como para dejarla ir a bailar por donde quiera. Vi como hizo una leve reverencia, reí un poco, una risa baja algo ronca pero no me burlaba de ella, disfrutaba verla así, había algo en ella que me agradaba, sería la libertad de la que disfrutaba o tal vez solo su brillante cabellera, que contrastaba con la de los demás que no tenía el dinero suficiente para escatimar en gastos de una dama como ella. Ya que había hecho tal reverencia, me digné a presentarme formalmente, tomé su mano y besé su dorso con delicadeza.

Rápidamente volví mi mirada a sus ojos, eran de un hermoso color verde. Parecía estar perdiéndome en ellos, desvié la mirada tan rápido como pude fijando mi mirada en la pista de baile, donde otra pieza comenzaba. Escuchar su proposición, sin embargo, me hizo sentir bastante incómodo, siendo aparentemente una mujer de claras acciones liberales no me imaginaba qué pensaría de un hombre que no podía acompañarla a bailar. -Ruego me disculpe Madam ...Bleuenn, pero no sé si pueda hacer justicia a un baile teniéndola a usted de compañera. -dije mostrando una sonrisa con un claro atisbo de timidez. Pero fue aún mayor mi sorpresa cuando un grupo de jóvenes se acercaron, puesto que no había fijado mi vista en sus compañeras, y invitaron a todas a bailar, quedando yo como un completo idiota o al menos eso pasaría si tomaba las riendas de la situación.

Tomé de la mano a la señorita y le mostré una sonrisa deslumbrante. -Sin embargo puedo hacer mi mayor esfuerzo solo si usted me guía, obviamente. -Puse una mano en su cintura, pegando un poco su cuerpo al mío, no tenía mal ritmo pero estas canciones parecían ser mucho más rápidas de lo que yo estaba acostumbrado bailar. No mantuve mi mirada en otro punto que no sean sus mismos ojos, me gustaban los admiraba y tenía una cintura pronunciada, eso me agradaba también. Me gustaba que se vea tan libertina y desenfrenada, era algo nuevo para mí, una personalidad que yo no encontraría con facilidad a no ser que claramente me escape a una fiesta de la ciudad, armada en la misma ciudad y me entretenga con gente completamente desconocida como la mozuela que tenía en frente. Seguía su ritmo como podía, siempre sujeto a su cintura, pero con el bullicio me era difícil hablar con ella durante la canción, hice un intento levantando un poco la voz, esperando que me escuche. -Espero no ser impertinente pero, ¿puedo saber qué hace una dama como usted en esta fiesta? -la miré expectante a su respuesta, estaba dispuesto a escuchar la historia más alocada sobre como escapó de su hogar.

OFF: Perdona la tardanza

Reí ante su comentario, estaba haciendo mi mayor esfuerzo para no quedar como un tonto que no sabía bailar, y al parecer lo hacía bastante bien pues ella me felicitó, respondí también con una sonrisa, tratando de ser galante. Mi mirada estaba fijada en la suya y viceversa, disfrutaba bastante aquel momento. No había conocido a nadie como ella, lo sabía sin si quiera conocerla demasiado, no me era necesario, parecía diferente y especial a mis ojos, era algo que tenía en cuenta a cada momento que la veía y por cada minuto más que pasaba podía reconocer que me gustaba un poco más, o eso me parecía. -Si usted lo cree así Madame, ¿quién soy yo para contradecir aquellas palabras? -dije mientras seguía el compás de la pieza y su cuerpo como podía. La pieza avanzaba pero yo ya dejando todo el bullicio en segundo plano, me dediqué a escuchar su respuesta, estaba demasiado interesado en saberlo, puesto que sabía que una dama como yo solo sería capaz de decir cosas que llamen aún más mi atención.

Sin embargo, solo quitó valor a lo que decía, era inteligente pues sabía ocultar bastante bien lo que no quería decir, incluso podía saber que ella me estaba estudiando tanto como yo a ella, cada simple manifestación de algún estado en mi rostro. Reí a carcajadas algo más fuertes, escuchando su respuesta mientras casi podía ver una sonrisa pícara en aquel bello rostro. -De hecho, ...-podría haberle dicho que estaba perdido, pero eso no sería divertido. Le mostré una sonrisa de lado y respondí -De hecho yo buscaba buena compañía, y veo que la he encontrado probablemente donde menos me lo esperaba. -dije alejándola un poco de la pista de baile, tratando de estar en un lugar más apartado, me acerqué al lugar donde estaban las comidas, no era nada elegante, o conocido para mí en su mayoría, pues era mi primera fiesta de la ciudad de Francia y nada era exactamente de mi gusto aún, serví dos copas y le di una a la señorita, cuando la tuvo en mano la choqué suavemente en son de brindis. -¿Por habernos conocido? -pregunté, interesado en su respuesta.

Casi por primera vez desde que había llegado desvié mi mirada de ella, fijé mi vista en la pista de baile viendo gente divirtiéndose y disfrutando aquel momento, todo era colorido y divertido, me puso una sonrisa en el rostro, di un sorbo al trago, el cual definitivamente no sería mi favorito, pero no culpaba a nadie más que a mí mismo por ello, puesto que mis gustos estaba lleno de puras gollerías. -¿Puedo acaso saber cómo es que llegó a parar a este lugar? Solo me gustaría saber si frecuenta este tipo de fiestas, para tomar unas clases de baile, puesto que usted necesitará un buen compañero. -dije volviendo mi mirada otra vez a ella. Me gustaba su cabello, era dorado y muy sedoso, y tenía unas mejillas rosadas, la hacían ver angelical y a la vez deseable. A pesar de ser oscura la noche, estaba seguro de haber conocido a una de las mujeres más hermosas que había visto jamás.