La noche siempre trae encuentros [Giselle Nocovich]

por Invitado Miér Jul 13, 2011 3:36 pm

Ya no confiare en las premoniciones, la ultima vez me dijo que parecería una mujer muy rica en la tienda y llego una chica envuelta en caramelo, buscando con desesperación alguna yerba que pudiera quitarle todo ese olor y limpiar su cabello.
Camino por la tienda, dándole los últimos toques antes de cerrar, haciendo la cuenta de todo lo vendido, viendo que cada planta este en orden, tenga suficiente agua y moviendo aquellas que se encuentran fuera.

Justo cuando dejo la última planta, me quedo viendo hacia la luna, está llena, por lo que los licántropos, seguramente, saldrán a jugar hoy. No es un juego que me agrade mucho, aun así espero que encontrarme con uno en el camino a casa, aunque, mi maestra solía decir que tenía un instinto para meterme en problemas y terminaría siendo asesinado por algún ser de la noche. Eso puede joven, hoy soy más responsable, la mayoría de las veces.

-¿Dónde están licántropos?-digo riendo mientras veo la luna-Tal vez usare la habitación de inquilinos hoy, quién sabe.

Siento miedo alrededor, como si las personas quisieran regresar rápido a sus casas, los negocios próximos al mío cierran rápidamente y voleo a verla librería, que está cerrada desde hace horas, seguramente porque el dueño, que ya sabía que no es humano, es un licántropo.
Cuando estoy a punto de entrar a la tienda, con la planta en las manos, veo pasar a una muchacha, al pasar, la campañilla de la puerta se activa y suena, sin que ella toque la puerta. La campanita sonaria siempre y cuando un mago se acerque y parece que tenemos a una ganadora.

-Señorita, que no sabe que es peligroso andar de noche por esta ciudad, en especial con la luna llena en lo alto del cielo, al menos que le guste jugar con los seres nocturnos que habitan este sitio-le digo sin moverme mucho, la planta que llevo en brazos me lo impide.

La no se si la muchacha se detiene, creo que mi instinto de proteger a todo aquel que se me pone enfrente se activo en el momento de verla y bueno, debería de aceptar que la principal razón es porque es mujer. Soy hombre, es todo lo que puedo decir

por **Giselle Nocovich** Jue Jul 14, 2011 1:04 pm

Era un día de verano en la hermosa París. La luna hacia su aparición en el horizonte y mi auto llegaba a la entrada de la capital, con un aire a miedo y temor, algo que evidencio de forma mas realista la luna llena y su efecto conocido sobre los licántropos. Me cambie de una posición aburrida a otra mas atenta, observando por la pequeña ventana el atardecer, al final de la calle, en la cuál aparecía el sol y algunas edificaciones, mayormente de 2 pisos. Aquello significaba que ya llegaba a mi destino; La Capital Francesa, el seno de los revolucionarios, el hogar del maldito Bonaparte.

Por las ventanas comenzaban a aparecer rostros, algo nerviosos, que caminaban de forma apresuradas, entrando bruscamente a sus residencias. Se decía que en París habían cada clase de seres mágicos, vampiros, licántropos y unos curiosos cambiaformas, lamentablemente nunca he visto uno. Una mas de las razones por las de venir hacia acá.

- Que experiencia encontrarme con un licántropo, sería algo emocionante... Aunque los vampiros también soís interesantes, pero con los licántropos afuera y en busca de caza, no se atreverán a salir... Estúpidos... - Susurro la chica mirando nuevamente aburrida hacia el exterior.

Abrí una pequeña ventanilla al frente mío, para hablarle al chofer, que se notaba asqueroso y transpirado. Hice una pequeña mueca de asco. - Debes lavarte, ahora mismo. - Pronuncié de forma molesta. - Otra cosa, llévame a los comercios, tendremos suerte si hay alguno abierto, necesito beber un trago.

El conductor asintió, con un rostro espantado, algo que me causó reírme a carcajadas. Cerré la ventanilla de un golpe y me dispuse a ponerme los zapatos, pronto tendría que bajarme. De mala gana me puse un sombrero color lila, a color con mi vestido de satén y bordes color crema, acompañado por los zapatos recién puestos, color crema. Noté lentamente que el conductor detenía el auto, habríamos llegado. Esperé a que me abriera la puerta, gruñéndole de mala forma por su tardanza. Baje tomando su mano con la punta de mis dedos y observé de forma indiferente las calles, vacías y sin almas rondando.

Comencé a caminar, de forma decidida y firme, observando cada puesto e identificando una licorería, de mala gana, cerrada. - Estúpidos... - Dí media vuelta, volviendo hacía donde el conductor y mirándole de forma resignada, sintiendo un sonar de campanilla desde una tienda, observe de forma curiosa y luego reí de forma divertida al observar a un hombre, sumamente interesante, con una gran planta en manos. Me hizo una advertencia encantadora.

- ¿Me habla a mi, mounsier? - Pregunté extrañada, sabiendo claramente que no había nadie mas en la calle. Volví a reír. - Solo buscaba una licorería, con bestias en la noche es necesario tomar un whiskey... - Susurré indignada. - ¿Es que los parisianos son tan temerosos para no abrir sus tiendas? - Pregunté molesta, al aire, sin esperar respuesta, para luego observar al hombre. - Lo siento mounsier. - Dije susurrando. - No me he presentado, me llamo Giselle Ducovich, ravie de vous rencontrer.

Sonreí de forma divertida, mientras escuchaba los gemidos de miedo de mi conductor, al cual miré de forma molesta, para luego volver a esbozar una sonrisa cordial.

por Invitado Sáb Jul 16, 2011 1:17 am

-Habla con un tono de valentía muy elevado, Señorita Ducovich- le digo sonriendo- no se si temerle a usted o respetarla por esa actitud. Las bestias de esta noche podrían hacerla una de ellas en un abrir y cerrar de ojos.

Esta muchacha no le tiene miedo a los licántropos, no es algo que me sorprenda, aun así, ella es una bruja y se podría defender de un lican, pero ellos se mueven en manada, no se encontraría sólo a uno, si no a una decena de lobos hambrientos. Su corazón esta lleno de sobreconfianza que espero no termine perdiendo un día.

-No creo que su carruaje sea mas rápido que un licántropo, incluso si su chofer, ese que tiembla como victima de terremoto, no podría dirigir el auto con tanta prisa señorita-le digo sonriendo

La pequeña bruja tiene un concepto de la educación algo diferente al mío, lo noto en modo de tratar a su servidumbre. Yo no tengo alguien que me sirva, ni lo tendré, no quiero dejar de parecer alguien de clase media, aunque no lo sea mas.

-La mayoría de los negocios que encontrara por aquí sólo abren de día, así como el mío, que esta a punto de cerrar. Si quiere una copa, estaré encantado de servirle una-me inclino hacia ella y sosteniendo su mano, se la beso- Mi nombre es Rayner Andrews

por **Giselle Nocovich** Sáb Jul 16, 2011 11:08 am

- Mounsier, lamento contradecirle, pero ha de saber que siempre seré una bruja orgullosa. Y preferiría que no me temiera, por lo menos, usted no. - Dije de forma orgullosa, con el ego a tope. Sonreí con suficiencia para luego volver a escuchar al hombre.

- Claro, el no sabe manejar de forma excelente, más si esta en shock, es un inepto, pero bueno, es mi conductor desde que tengo memoria, además, como nueva en la capital no podía venir, en pocas palabras, sola. - Suspire, debía resignarme a ser transportada por alguien de mi confianza. Miré de soslayo a mi chofer, haciendo un ademán para que se quedara en el coche y si quería aprovechara de fumar, debía calmarse de algún modo o me seguiría fastidiando con su sola presencia.

Volví a escuchar al hombre, el cual me hacia una oferta bastante agradable para mi oído. - Agradezco que lo haya ofrecido. - Sonreí divertida, tomar un trago era lo que esperaba, pero mejor será tomarla acompañada, así no me aburriría. Observé a sus ojos al momento que pronunciaba su nombre. - Un beau nom que vous avez. ¿Esta tienda es de usted? - Pregunté curiosa, observando la fachada principal. - ¿Que vende a los parisianos mounsier? - Podría interesarme futuramente alguna de su ventas.

por Invitado Lun Jul 25, 2011 12:41 am

-Depende de que clase de parisino venga a mi tienda, es lo que le venderé-le digo sonriente-pues si usted vendría aquí, seguramente se daría cuenta que las llevas y plantas brindan ciertas características que ayudan a los seres como nosotros.

Lo cierto es que mi tienda esta hecha para tener mas de una cara, mientras algunos clientes ven una herbolaria común, donde pueden embellecer a sus jardines aun mas de lo que ya están, otros la miran como el paraíso de las pociones y hechizos. Claro esta, mi tienda no tiene hierbas que sirven para hechizos oscuros, sólo aquellos que, como yo suelo decir, le sugieren cosas al destino y a las personas, nunca eliminan el libre albedrio.

-Mi lugar es especial, Señorita, un lugar donde podemos escapar del lugar cotidiano que la vida nos a dejado, el de huir de la realidad y esconder nuestros verdaderos seres en mascara de humanos comunes.

Abro la puerta suavemente, y los candeleros dentro dela tienda se encienden lentamente, cada uno bajo su protección de vidrio. Mientras, una botella de vino y dos copas parecen flotar hacia la mesa mas cercana a la puerta de la entrada, esto para que se permitan lucir ante la señorita.

-¿Y desea pasar entonces?

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