Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

por **Rosalie Muller** Sáb Mar 21, 2015 9:47 pm

Aun bostezando mientras seguía tumbada en la cama. Rosalie seguía observando el techo y pidiendo más minutos por los que dormir. Prácticamente estaba agotada de hacer tantas tareas en una modesta mansión y que de por si era pequeña pero que siendo ella sola, le parecía enorme. Esa noche, el tren había llegado tarde, la ventana de la habitación de Rosalie daba hacia las afueras de la zona sur de Paris, ofreciéndola un buen paisaje. En la mañana, iría a la mansión de donde vio el anuncio, se pondría su mejor traje y sonreiría a su nuevo “jefe” o superior que la tendría trabajando para ganarse su propio sueldo, con su propio esfuerzo. Se fue acelerada debido a que perdería un carruaje que pasaba siempre por la puerta de su hogar, tampoco quería despeinarse, conseguiría entrar en el carruaje y sonrió satisfecha cuando ya estaba sentada en su acostumbrado lugar dentro del carruaje.

Estaría dispuesta a hacer o a brindar los servicios que su “amo” pediría de ella, solamente haciendo todo lo que él o ella considerase mejor, pero Rosalie no sabía porque esto le olía a chamusquina todo. Estaba en el carruaje atenta a cada cosa que pudiera ocurrir de repente, a cada cosa que pudiera hacerla sobresaltar, el carruaje paro a causa del tráfico y respiro tranquila, soltando el aire que estaba impidiéndola respirar tranquila. El carruaje volvió a ponerse en marcha y se perdió en el tiempo, pareciéndole demasiado tiempo el que paso esperando a que algo sucediera en el carruaje o afuera en las calles atolondradas de Paris.

Nada, absolutamente nada de nada.

-Era de esperar – Soltó nerviosa por lo que pudiera hacer en cuanto llegara, pero no, no estaba nerviosa por eso. ¿Qué era? No lo sabía, ella misma estaba nerviosa por algo de lo que no sabía, ¿sería que pasaría algo a su alrededor? O qué? No lo sabía sinceramente, estaba pendiente de que no era consciente de que el destino se le echaba encima, de que posiblemente el pasado estuviera a la vuelta de la esquina. Solo, cuando llego a Paris al huir de aquel accidente con Berenice y Roger, su tía-abuela solo la llevo a un manicomio porque creyó que era una furcia cuando todo fue un malentendido. La mantuvo durante unos años encerrada cuando no le pasaba nada a ella misma.

Entonces llevo a su tía al manicomio, a la misma celda en la que estuvo ella y Rosalie decoro la sala en donde estuvo con memorias del pasado de su tía-abuela no quería recordar y de las que ella sabía. Para que supiera que su padre le había enseñado bien, aun no siendo una de sus hijas de sangre, igualmente le enseño técnicas de tortura para aquellos que deberían de sufrir. En fin. Rosalie notaba como estaba llegando a su destino - ¿Falta mucho? –Pregunto al cochero, este daba demasiadas vueltas al carruaje y seguramente que se había perdido, esperaba que no fuera así, y no.

El carruaje se paró frente a una modesta mansión y, demasiado lujosa.

Escuchaba música clásica. Pago al cochero con la cantidad correspondiente y con un suspiro y una mirada al frente, se fue hacia la escalinata de mármol que subía a una gran puerta de roble oscuro. Estaba completamente fuera de sí, estaba súper nerviosa. Llamo dos veces y un sirviente le abrió la puerta – Por aquí Madame….-Murmuro el sirviente.
-Madmoiselle…-Corrigió Rosalie al criado al que se sonrojo por su torpeza.
-Mis disculpas, estamos algo asustados, el señor de la casa está algo alterado…
-¿Puedo saber cuál es el motivo?
El criado negó ya que él tampoco sabía mucho de lo que le pasaba a su señor –Aquí es, señorita –Abrió una puerta para abrir la otra y mientras Rosalie entraba mientras aun observaba una escultura al lado de un aparador, el criado dijo a su señor que una mujer había visto el anuncio de la asistenta y para cuando Rosalie dejo de observar la escultura, esta fijo su mirada tranquila hacia delante, sorprendiéndose después de lo que vio frente a ella.

-Roger….

por **Jong Bum Kim** Dom Abr 05, 2015 6:49 pm

No podía negarlo, intentar ocultar la realidad, era como ocultar el sol con un dedo. Luego e tantos meses, de un canal que lo separaba, montañas, lagos, nieves perennes. En su memoria no se podía borrar esos profundos y melancólicos orbes; la risa suave y delicada; la piel delicada y sublime como la de un angel, aquella que tan pocas veces había logrado rosar, con la yema de sus dedos, o los labios, al tomar de sus manos un objeto, o la última vez que la viera, ese triste momento en que por voluntad de su esposa, por cobardía, por miedo a que la salud de quien era su responsabilidad, se deteriorara, tuvo que pedirle que se alejara de ellos.

Apresuró el vaso de wisky, dejando su mirada perdida en las dos pequeñas rocas que formaban los hielos en el fondo del vaso. Así había sentido aquella despedida, fría, de frases cortantes, desprovistas del sentimiento que en verdad guardaba hacia ella. La despidió, la alejó de su vida con las típicas palabras de un hombre de su posición al servicio de su mansión, - pero jamás te sentí como un miembro más del plantel de Inverness Halls, para mí siempre fuiste, mi dulce amiga, a quien podía confiar los demonios que intentaban apoderarse de mi cabeza – caviló. Hizo girar los trozos de hielos, intentando encontrar en su memoria, una excusa para tal comportamiento, pero ni entonces, ni ahora la había hallado.

Simplemente, le había pedido que se fuera, porque su mujer pensaba que entre ellos había más que una simple amistad, - y tal vez así lo era…por lo menos de mi parte, porque te convertiste en el ángel que iluminaba los días grises de Inverness; curaste en parte mi corazón afligido, cuando Berenice perdió a nuestro hijo – chasqueó la lengua, exhalando todo el aire de sus pulmones, para luego inspirar con fuerza, - tal vez ese fue mi error, en vez de volver mi cariño, mi comprensión a la que fuera madre de aquel bebé, hui en busca de tu compañía, tu comprensión, tu cariño sin malicia, sin dobles intenciones - Negó levemente con la cabeza, - entonces me pidió que te echara y lo hice, pero no porque ella me lo pidiera, sino por miedo, por cobardía, porque entendí, que eras tú la que ocupaba la mayor parte de mi tiempo, era tu presencia la que iluminaba mi semblante y el solo recordarte me hacía sonreír… te alejé de mi… intentando hacer lo correcto… pero nada sirvió. – sentenció.

Intentando olvidar, había dejado Escocia, a la muerte de su esposa. No tenía miedo en reconocer que si escogiera para su exilio París, había sido porque que las últimas noticias sobre Rosalie, habían provenido de ésta ciudad. Pero después de más de veinte entrevistas, ninguna de ellas había sido la que él esperaba. Dejó el vaso en una mesilla cercana al ventanal y se dirigió a la puerta que daba al pasillo. La abrió de un tirón y gritó – Sutton, donde está la maldita mujer que tenía que presentarse a la entrevista – dijo apretando con su potente mano el pomo de la puerta, - si no viene en los próximos diez minutos, no la dejes entrar, odio la impuntualidad y lo sabes… maldita sea – volvió a bramar. El mayordomo quien corría por el pasillo asintiendo a lo que decía su amo, y se disculpó, - si mi señor, en cuanto toquen las diez de la mañana, no permitiré que nadie más lo interrumpa – La mirada de Roger se clavó en la del hombre que era su fiel servidor, uno de los pocos que lo había acompañado desde Inverness, quien comenzara a trabajar en la mansión, luego de la muerte de Berenice, - Mas te vale, - le espetó entre dientes, aunque inmediatamente se avergonzó de sus explosiones de mal genio. Cerró la puerta de madera maciza en el rostro del joven.

Por unos minutos más, continuó caminando de un lado a otro de la habitación, se sentía como un león enjaulado, deseaba salir de aquel lugar y vagar por las calles de París, tal vez, terminar en el cabaret y elegir para pasar la noche, alguna de las mujeres que siempre deambulaban por esos tugurios, necesitaba no pensar, necesitaba olvidar lo grosero, hiriente y cobarde que había sido con el único ser que le había devuelto la luz a su vida después de tantos años.

Los golpes en la puerta de su despacho, lo hicieron volver de sus cavilaciones, la melodiosa voz, provocaron un vuelco de emoción y sorpresa en su corazón. Con la garganta seca, sin poder emitir una sola palabra, giró para contemplar el fantasma que había entrado a su despacho. Su mirada se posó en esos bellos y dulces orbes, por primera vez en varios años, volvió a sonreír con la mirada, su voz surgió algo afectada por la emoción - Rosalie… -.

por **Rosalie Muller** Mar Abr 21, 2015 4:39 pm

Cuando estás tan enamorado de una persona te parece que ninguna palabra, ninguna sorpresa pueden bastar para dárselo a entender.
~Federico Moccia

Parece que ambos sufrieron la sorpresa de encontrarse asi el uno con el otro. Pensó que tal vez sería cosa del destino caprichoso el que se encontrasen asi de golpe, sin una invitación directa, pero ya era demasiado tarde para dar vuelta atrás. Dio un paso hacia atrás mirando sorprendida aun a Roger, pero el sirviente que estaba detrás suya –que la había reconocido- la detuvo con sutilidad y sin dejar de mirarla a ella o a su señor. Estaba metida en un callejón sin salida y su única salida era dar la iniciativa, pero las palabras estaban tan escondidas como lo estaba ella ahora mismo. ¿Qué podía hacer?

Hizo una reverencia antes de comenzar a hacer alguna imprudencia, aparte de que estaba con alguien del pasado, estaba frente a un miembro de la realeza, estaba frente a un barón que igual eran importantes en esa escala social. Ella solo trabajaría, ahora no sabía en qué posición estaba su idolatría amorosa hacia él. Tendría que seguir ocultándolo hasta que ya no pudiera más o el otro tampoco diera de sí. Estaban mirándose el uno al otro, fijamente, sin saber que decir.

-Rog…-Empezó a decir – Barón…-Bajo el rostro a modo de respeto y de educación, se quedó mirando a Roger en los ojos y solo vio demasiada tristeza en los ojos. Se quedó pensando si fue por Berenice por quien esta así o simplemente los recuerdos le hacían sentir culpable por lo que hizo. Chasqueo finalmente la lengua, impacientándose de la espera del silencio entre ambos – Ya basta, estoy harta –Dijo como si todo fuera una farsa y se acercó hasta Roger, siendo barón o no, le plantaría cara.

- ¡Debo decirte que no fue mi culpa! O en parte….En primer lugar, no quise haceros daño alguno, yo…-Las palabras de Rosalie fueron interrumpidas por el movimiento de la mano de aquel sirviente quien la echo hacia atrás y la abofeteó para después alzar la voz y hacerla recordar ante quien estaba, ante un barón, pero entre Rosalie y Roger había más que un título inmobiliario, pero Rosalie no se quedó atrás, tomo del cuello de la camisa del sirviente y con una llave lo cogió y lo tiro hacia el otro lado haciendo que el sirviente colisionara en el suelo, pero después se dio cuenta - ¡Ay madre! –Su rubor se alzó en lo alto de su rostro, se tapó la cara y huyo de aquel despacho muerta de vergüenza aunque también hubiera un poco de arrepentimiento.

Posiblemente necesitaba saber cuál era su posición en todo esto, porque posiblemente, el que su antigua amiga estuviera muerta a lo mejor era por su culpa aunque ella se culpase por ello pero al parecer, otros estaban confusos y no sabían a quién culpar de lo sucedido. Vamos, es lógico lo que paso.

Se detuvo a mitad de los grandes pasillos de aquella mansión, se apoyó en la columna y recordó la sensación efímera de los labios de Roger sobre los suyos. Solo fue una vez que si fuera por ella misma, repetiría una y otra vez. Sin esperárselo se puso a llorar, arrodillándose, haciéndose una bola contra la misma columna y recordando el dolor sacándolo en llanto.

por **Jong Bum Kim** Sáb Mayo 16, 2015 7:12 pm

Aquellos labios pronunciando su nombre, que se disolvió en el aire para terminar nombrándole con su título nobiliario, ese formalismo, acorde al protocolo, lo hicieron enarcar una de sus cejas, - muy bien, así debe dirigirse pero ¿Cuánto tiempo aguantará antes de romper el protocolo? – se preguntó por un segundo, hasta que la respuesta llegó sin demora, pues Rosalie, se acercó más a él, quedando separados solo por el escritorio, aunque trató de que su semblante no variara a las palabras de la joven, no podía negar que deseaba saltar el mueble y abrazarla, pero no podía hacer eso delante del mayordomo, por más que ella fuera tan importante para su corazón, debía seguir el protocolo, así lo había educado, quisiera o no, esa era su vida. Oyó cada una de sus palabras, hasta que vio como el rostro del mayordomo palidecía, y la mirada le centellaba. Quiso advertirle que no era buena idea intentar detenerla, porque bien sabía él, que su pequeña fierecilla podría darle una buena lección.

Todo pasó en pocos segundos, los movimientos rápidos y expertos de la joven, lograron tirar al hombre al piso, dejándolo casi desvanecido en el suelo. Solo pudo observar un vuelo de faldas que huía por la puerta en dirección a los pasillos y la escalera principal.

Sonrió con malicia mientras se acercaba a ver a su querido amigo y sirviente – ay amigo, bien te la has merecido, ¿acaso te has olvidado de la señorita Miller? Es una dulzura que termina siendo más peligrosa que un tigre de Bengala – sonrió, mientras le ayudaba a levantarse, - vamos, ahora ve a que María te haga unas refriegas y mime un poco… yo me haré cargo de nuestra feroz… invitada… creo que bien sabes, ella y yo, nos debemos una charla -, el joven mayordomo asintió con un gesto de cabeza mientras se masajeaba el cuello – mi señor tiene razón… pero solo le pido que tenga cuidado y que se mantenga fuera del alcance de esa… salvaje – dijo con voz ronca y enojado por lo que acababa de pasar. Roger asintió con un movimiento de cabeza, - sí, ya no te preocupes, solo ve a descansar un poco -.

Cuando estuvo seguro que su fiel servidor se dirigía, por uno de los pasadizos secretos, hacia la zona de servicio, dirigió sus pasos hasta la gran escalera,y no muy lejos de allí la encontró. Se detuvo a una distancia prudente, y la observó, un sentimiento de ternura y compasión se apoderó de él, pero a la vez, no podía dejar pasar lo que ella había provocado hacía apenas unos minutos. Suspiró y dejó que el suspiro saliera con un dejo de fastidio, - vamos Rosalie, deja de comportarte como una chiquilla… explícame que fue esa reacción que has tenido contra el pobre Peter, que lo conoces de Inverness y no hizo más que intentar siguieras un protocolo – se paró frente a ella, con sus brazos cruzados, su mirada dura, intentando ser fuerte ante ella. – Si tenemos temas pendientes, deberías haber esperado que estuviéramos solos, o conviniéramos un momento y lugar para hablar de… - se sintió incómodo – eso – terminó con un tono de voz seco y frio.

por **Rosalie Muller** Jue Mayo 21, 2015 5:43 pm

Sus llantos cesaron en cuanto había pasado un instante, levanto el rostro para poder levantarse, pero en cuanto lo hizo quiso gritar enseguida al ver el espectro de una conocida suya que enseguida se metió dentro de ella, dejándola inconsciente unos instantes hasta que volvió en sí, se volvió a poner de nuevo como estaba y entonces fue cuando Roger, su amigo de toda la vida apareció recordándole que no era una niña.

Rosalie no dijo nada más que una mirada asesina que dirigió hacia Roger, del puro odio que sentía en ese instante y como Rosalie era manejada por lo que había en su interior, quien estuviera dentro de ella, estaba levantando la falda para mostrar parte de la pierna desnuda con un liguero demasiado sensual atado a unas medias negras -¿Te gustaría follarte de nuevo a Rosalie, Roger? –Pregunto sin esconderse aquella mujer que ahora tenía posesión del cuerpo de Rosalie - ¿Cómo seguramente me eras infiel con la puta de Rosalie? –Aquel espectro movía las manos de Rosalie a su antojo, haciendo una mala imagen de ella, abriéndose de piernas contra la escalera.

– Sé que quieres tirártela ahora, tener los hijos que deseaste con ella ahora mismo –Dijo una voz ronca y maldita, el cuerpo de Rosalie se levantó para ponerse de pie, se abrió el escote mostrando abiertamente sus senos, pero, milagrosamente el enlace con el cuerpo solido de Rosalie no duró tanto que enseguida la verdadera Rosalie despertó de pie, llorando sin ni siquiera gimotear, con el escote roto y con la sensación de haberse insinuado sin haberlo hecho ella misma.

Entonces se dio cuenta que Roger la miraba. Enseguida se tapó con lo que podía del escote roto, intentando que Roger no viera nada y enseguida saltó en lágrimas, acurrucándose sin previo aviso en el torso fuerte de Roger sin ni siquiera poder articular palabra alguna. Ella seguía llorando – Vendré otro día –Dijo Rosalie esta vez con menos lágrimas y encarándole – Si es quien yo creo que es, aquí no estoy segura –No habían hablado de nada, habría sido una visita fugaz justo como habría querido aquel espectro que la quería fuera de la faz de la tierra. Se puso de camino hacia la puerta y se puso el abrigo, se lo abotonó pero en el momento que puso un pie en la escalera exterior, nuevamente aquella amenaza la golpeo en la espalda haciendo que cayera rodando escaleras abajo, rodando y que cayera inconsciente en el suelo de piedra rodeado de un hermoso césped lleno de hermosas flores.

por **Jong Bum Kim** Lun Jun 01, 2015 6:27 pm

La mirada de Rosalie, le hizo que se helara la sangre, inmediatamente supo que no era ella realmente. Las frases que salían de esos hermosos labios, tampoco podía atribuírselos a ella y menos aún los movimientos vulgares propios de una prostituta de poca monta. Cerró los ojos, negándose a ver semejante espectáculo, - por favor Berenice, déjanos en paz… jamás te fui infiel con ella… y lo sabes bien -.

La última afirmación hizo que volviera a verla, su mirada era de profunda tristeza, - ¿en verdad crees que no estaba ilusionado con nuestro hijo? ¿Acaso crees que me sentí feliz cuando perdiste a nuestro pequeño? - Le dijo casi sin voz, con el corazón herido por aquellas palabras – podíamos ya no amarnos de la misma forma como al principio… podría estar en ese momento enamorado de otra persona… pero jamás… hubiera deseado la muerte de nuestro hijo… ni la tuya – le reclamó, con los puños cerrados, intentando no perder la compostura. – Por favor, deja de molestar a ésta pobre mujer, ella no tiene la culpa de nada… déjala tranquila -.

De repente, como si el espectro de su difunta esposa hubiera entendido lo que él le dijera, pudo comprobar como Rosalie volvía a ser dueña de sus actos. Pudo ver la angustia y la tristeza en esos hermosos ojos y la observó huir de allí, escaleras abajo, hasta llegar a la puerta. Corrió tras ella, - Rosalie, espera, no te vayas – logró decir antes de verla caer por las escaleras de la entrada.

Había corrido a donde la joven se encontraba mientras llamaba a gritos a los sirvientes quienes se presentaron ante él presurosos. En pocos minutos la volvieron a entrar, llevándola hasta una de las habitaciones de invitados, Roger mandó a su cochero por el médico, quien pronto se presentó para revisar a la paciente, diciéndole que no había sido más que un susto pero que sería bueno que descansara y pasara varios días en reposo, - el golpe fue bastante duro, pero no tiene ninguna fractura, solo necesita cuidados y descanso – le dijo sonriendo francamente, - no se preocupe, su señora pronto se recuperara – Roger quiso explicarle que no era su mujer, pero prefirió callar, no quería poner en peligro la reputación de Rosalie, París era una ciudad demasiado chismosa y no quería que el buen nombre de la joven quedara ensuciado por lo que había ocurrido allí.

por **Rosalie Muller** Dom Jun 21, 2015 7:27 pm

Rosalie despertó con un dolor punzante en su cabeza. Fue incorporándose sentada en ¿Una cama? Se vio a si misma encima de una cama, sirvientes yendo de aquí para allá y suspiro, pero se sobresaltó cuando vio de pie a Roger a su lado – Roger…. ¿Qué. Que ha pasado? –se preguntó ligeramente desorientada. Buscaba algo que pudiera humedecer su lengua o su boca entera - ¿Me traes algo de agua por favor? –Pregunto y enseguida un sirviente llegó con un vaso de agua que ofreció a Rosalie. Era aquel que había pegado a Rosalie, ¿sería una disculpa?
–Lamento haber hablado…así…
-No, perdóname a mí. Soy algo perfeccionista y no debí pegarte. No está en mis principios hacer eso. Por favor, discúlpame

Rosalie sonrió, hasta quiso llorar pero recordó que Roger estaba frente suya y le resultaría bastante embarazoso realmente llorar. Dejo el vaso de agua en la mesita que había a su derecha y sinceramente intento ponerse de pie, pero no lo consiguió, al parecer estaba completamente dolorida – Roger….que embarazosa situación…-Le colocaron más cojines en su espalda para que estuviera cómoda y al final los dejaron a solas.

Rosalie se fijó en la expresión de Roger – Cambia tu cara de tristeza, estoy mareada pero mejor…creo –murmuro, no quería volver a repetir lo mismo que paso hace unos segundos. Pensó que debería de estar loca al trabajar ahí mismo pero se puso en contacto con la mirada de Roger – Roger, ven –Le dijo llamándole con una mano al que después comenzó a dolerle, como si estuviera dolida –Agh…-Se cogió la mano y se vio que la tenía hinchada – La tengo hinchada Roger, llama al médico de nuevo. –Pero una doncella fue más rápida que el barón y el medico entró, vio el problema y le vendo la mano tras echarle una crema especial – fortalece los huesos –murmuro sonriente el médico y de nuevo se fue, empujando hacia dentro de la habitación a Roger con sutileza, cerró la puerta y Rosalie se rio al ver a Roger – Nos quieren dejar a solas, eso está claro.

por **Jong Bum Kim** Mar Jun 23, 2015 7:56 pm

Cuando todos abandonaron la habitación, Roger sonrió complacido, le parecía que con su mirada había estado echándolos, uno por uno, - ¿es que no se daban cuenta que necesitamos estar solos? - de preguntó mientras la puerta se cerraba tras el último de los sirvientes. Bien sabía él, que en verdad solo deseaba estar a solas con la única mujer que había amado.

Colocó el cerrojo en la puerta y se giró para buscar el rostro de Rosalie, - Pues bien que hacen… ¿no te parece que nos merecemos una larga charla? – mantuvo la sonrisa seductora y carismática que usaba siempre que enfrentaba un problema. Se quedó un momento con la espalda recostada en la madera de la puerta, - estás hermosa, así, con los cabellos revueltos, y ese adorable color rosado en tus mejillas -, dijo, sin darse cuenta que sus pensamientos salían de su boca sin censura alguna, presentándose ante ella, tal cual era, ese hombre que a pesar de los meces transcurridos, seguía sintiendo los mismos sentimientos que en Escocia.

Carraspeó y llevó su mirada a una de las mesas de luz que había en la habitación junto a la cama. Se acercó al lecho y tomó el vaso de cristal, para luego llevarlo a la cómoda y servir agua en el, posteriormente, llevo el vaso de nuevo a la mesita y lo colocó en su lugar, - aquí tienes, por si sientes sed - su voz salió algo quebrada, nerviosa, y el objeto tintineó, antes de quedar firmemente depositado sobre la superficie de mármol, de la tapa del mueble.

No permitió que la joven se levantara, acercó una silla y dándola vuelta se sentó a horcajadas, interponiendo el respaldo entre su torso y el lecho, como una forma de impedirse llegar hasta ella. Lo hacía para que supiera que no se acercaría a ella, si no se lo permitía. Haría todo lo que aquella dulce mujercita quisiera. Apoyó sus brazos cruzándolos uno sobre el otro en el filo del respaldo y su barbilla sobre éstos, - muy bien, ahora ya no nos interrumpirá nadie, creo, así que puedes contarme… ¿como llegaste a París?, si mal no recuerdo la última vez que nos vimos, fue unas semanas después que Berenice… - se quedó callado, no le gustaba nombrarla, le recordaba su gran perdida, la muerte de su hijo no nato. Aun así inspiró profundo y volvió a sonreírle, - cuando las cosas se complicaron… se que ella te lo pidió… no en muy buenos términos… en realidad los peores... que dejaras nuestro hogar - sus ojos se quedaron prendidos a la mirada dulce y triste de Rosalie - perdóname… fui un cobarde… tendría que haberme impuesto… no dejar que te alejara de mi lado… pero estaba tan herido… tan desolado por aquella perdida… - bajó la mirada y negó con la cabeza – no… no es del todo verdad… hubiera muerto… si la que perdiera un niño fueras tú – caviló, quiso gritarlo, decirle por fin aquella verdad, pero no fue capaz de pronunciar ni una sola palabras.

por Contenido patrocinado

Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]

Re: Las sorpresas que trae la vida siempre nos sorprenden [priv]