AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Venganza o Alianza? [Privado]
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¿Venganza o Alianza? [Privado]
Crystall Van Wijs se había enterado de que Ruggero Rosso vivía en la Zona Residencia y no muy lejos de su propia mansión.
Esa mañana la bruja se había decidido a terminar lo que había empezado aquella noche de jueves en la que Derek casi perdía la vida a manos de aquel inquisidor. Crystall ya tenía una inquisidora asechándola y no pensaba que éste se le uniera a Killer Bee.
Antes de salir de su habitación, arreglado como una princesa, ataviada con perlas sobre su vestido de tonos verdes y la deslumbrante alianza de oro en su mano. Crystall dedicó unos segundos a ver a su esposo, a su amado Derek que aún dormía y que ignoraba lo que ella pretendía hacer. Le hubiera gustado despedirse de él, que le desease suerte o algo. Pero prefirió no despertarlo, no quería molestarlo. Crystall ya había notado un cambio en Derek, había dejado de ser el hombre de las eternas caricias, de los infinitos besos. Ahora era más reservado, ya no gozaba de sexo todas las noches e inclusive dos veces no llegó a casa. Se estaba convirtiendo en un clásico matrimonio, mas Crystall no exigía nada, no pretendía cambiar su vida, amaba a Derek y lo respetaría como él fuera.
Salió y se le a listó el carruaje, Crystall subió y tirado por dos yeguas blancas el coche inició la marcha. Cystall era curiosa y sin embargo, mantuvo la cortinas cerradas, estaba concentrada y las energías a su alrededor inquietas. De pronto el coche se detuvo, –¿tan pronto hemos llegado?– pensó Crystall y la puerta fue abierta.
—¡Hemos llegados sra. Van Wijs!— anunció el cochero y le extendió la mano para que bajara como la mujer de clase alta que era. Crystall asintió cortésmente y apoyada del cochero bajó.
—¡Esperame no tardaré!— ordenó.
La mansión de Ruggero era una edificación enorme y se encontraba rodeada por un hermoso cercado con enredaderas. A Crystall le encanto y mientras se encontraba contemplando el lugar una mujer se acercó a las puertas enrejadas.
—¡Buenos días, trabajo en un librería en la zona comercial. Mi nombre es Crystall. El sr. Rosso me venderá unos libros he venido para hablar con él!— se adelantó Crystall sonriéndole.
—Disculpe señorita el señor Rosso no se encuentra salió de viaje y no sabré decirle cuando regresa—
—Muy bien, gracias— y frustrada miró al suelo, –maldición, ese inquisidor ha abandonado París–
—Pero se encuentra su esposa, ella quizás sepa algo de los libros que menciona— dijo la criada, Crystall la miró a los ojos satisfecha y le sonrió, no estaba segura como le serviría la sra. Rosso pera estaba segura de que sacaría ventaja, era una oportunidad que no desaprovecharía. Y entonces Crystall se preguntaba ¿Cómo será su esposa, será una inquisidora también?
La puerta se abrió y caminaron por un camino empedrado, los jardines estaban perfectamente cuidados, el arco de la entrada principal era de mármol, muy lujoso y costoso, dinero de la iglesia.
Y entraron, la criada la llevó a la sala de estar y le invitó a tomar asiento. —En un momento le atenderán— y se retiró dejando a Crystall ansiosa. –¿Killer Bee podría ser la esposa de Ruggero?– se le ocurrió, no era una idea arrebatada, después de todo ambos eran inquisidores.
Pero lo que vería la sorprendería más de lo que esperaba cuando salió de su hogar, escuchó las zapatillas sobre el piso y atendió ese sutil y rítmico llamado. Con educación Crystall se levantó y giró para ver a su anfitriona.
—¡TU!— exclamó cuando la vio... Era la mujer de la alianza.
Esa mañana la bruja se había decidido a terminar lo que había empezado aquella noche de jueves en la que Derek casi perdía la vida a manos de aquel inquisidor. Crystall ya tenía una inquisidora asechándola y no pensaba que éste se le uniera a Killer Bee.
Antes de salir de su habitación, arreglado como una princesa, ataviada con perlas sobre su vestido de tonos verdes y la deslumbrante alianza de oro en su mano. Crystall dedicó unos segundos a ver a su esposo, a su amado Derek que aún dormía y que ignoraba lo que ella pretendía hacer. Le hubiera gustado despedirse de él, que le desease suerte o algo. Pero prefirió no despertarlo, no quería molestarlo. Crystall ya había notado un cambio en Derek, había dejado de ser el hombre de las eternas caricias, de los infinitos besos. Ahora era más reservado, ya no gozaba de sexo todas las noches e inclusive dos veces no llegó a casa. Se estaba convirtiendo en un clásico matrimonio, mas Crystall no exigía nada, no pretendía cambiar su vida, amaba a Derek y lo respetaría como él fuera.
Salió y se le a listó el carruaje, Crystall subió y tirado por dos yeguas blancas el coche inició la marcha. Cystall era curiosa y sin embargo, mantuvo la cortinas cerradas, estaba concentrada y las energías a su alrededor inquietas. De pronto el coche se detuvo, –¿tan pronto hemos llegado?– pensó Crystall y la puerta fue abierta.
—¡Hemos llegados sra. Van Wijs!— anunció el cochero y le extendió la mano para que bajara como la mujer de clase alta que era. Crystall asintió cortésmente y apoyada del cochero bajó.
—¡Esperame no tardaré!— ordenó.
La mansión de Ruggero era una edificación enorme y se encontraba rodeada por un hermoso cercado con enredaderas. A Crystall le encanto y mientras se encontraba contemplando el lugar una mujer se acercó a las puertas enrejadas.
—¡Buenos días, trabajo en un librería en la zona comercial. Mi nombre es Crystall. El sr. Rosso me venderá unos libros he venido para hablar con él!— se adelantó Crystall sonriéndole.
—Disculpe señorita el señor Rosso no se encuentra salió de viaje y no sabré decirle cuando regresa—
—Muy bien, gracias— y frustrada miró al suelo, –maldición, ese inquisidor ha abandonado París–
—Pero se encuentra su esposa, ella quizás sepa algo de los libros que menciona— dijo la criada, Crystall la miró a los ojos satisfecha y le sonrió, no estaba segura como le serviría la sra. Rosso pera estaba segura de que sacaría ventaja, era una oportunidad que no desaprovecharía. Y entonces Crystall se preguntaba ¿Cómo será su esposa, será una inquisidora también?
La puerta se abrió y caminaron por un camino empedrado, los jardines estaban perfectamente cuidados, el arco de la entrada principal era de mármol, muy lujoso y costoso, dinero de la iglesia.
Y entraron, la criada la llevó a la sala de estar y le invitó a tomar asiento. —En un momento le atenderán— y se retiró dejando a Crystall ansiosa. –¿Killer Bee podría ser la esposa de Ruggero?– se le ocurrió, no era una idea arrebatada, después de todo ambos eran inquisidores.
Pero lo que vería la sorprendería más de lo que esperaba cuando salió de su hogar, escuchó las zapatillas sobre el piso y atendió ese sutil y rítmico llamado. Con educación Crystall se levantó y giró para ver a su anfitriona.
—¡TU!— exclamó cuando la vio... Era la mujer de la alianza.
Última edición por Crystall Van Wijs el Mar Ene 15, 2013 11:40 pm, editado 1 vez
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/08/2012
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
La mañana se había presentado, gris y descolorida, como todas las anteriores desde que Ruggero partiera a ese viaje – maldito, viaje – pensó mientras posaba su mejilla en el cristal del ventanal. Sus ojos mostraban el cansancio de noches de insomnio y tristeza. Sus dedos escribieron una palabra en italiano, los cerró al pensar en la distancia que los separaba. Recordó como su sonrisa se desdibujó apenas verlo partir, se había quedado con la mano en alto, en un adiós interminable, aun después que su amor solo era un punto en la distancia, -¿cuantos días han transcurrido? – se dijo, poco importaba la respuesta, para ella estar separada de él por solo un día ya era un martirio.
Apenas partir, se dirigió a escribir unas líneas a su hermana, quien seguramente estaría preocupada, se rió, justo aquella muchachita que poco la conocía y menos cariño le tenía -no lo creo, pero sé que Cosimo si se preocupara – reflexiono, recordando al anciano enjuto, que era el mayordomo de la familia, se lo imaginaba despotricando en italiano veneciano, preguntándose cómo era posible que una señorita de su casa terminara casada entre gallos y medias noches con un casi completo extraño, - italiano de vaya uno a saber qué linaje – el pobre mayordomo la veía todavía como la señorita condesa, aunque no hubiera retenido el título. En la esquela le pedía que enviaran sus pertenencias a su nuevo hogar.
Agradeció que su hermano estuviera de viaje, ya se lo imaginaba entrando a la Mansión Rosso y arrastrándola de vuelta a su lado, como el cavernícola que era, sonrió pensando en la expresión de asombro cuando llegara y le contaran que se había casado en secreto, - pero Chiara, tú estás loca, como te puedes casar con un hombre como él, ¿acaso no huías de las consecuencias que la profesión de nuestra familia, causó en tu vida? ¿Crees que Ruggero no tiene enemigos? ¿O eres tan inocente de pensar que por el solo hecho de que abandonara su profesión los enemigos lo olvidaran?- no necesitaba tenerlo enfrente para saber qué le diría. Suspiró volviendo al presente, miró por la ventana y el jardín como todos los días la llamaba para buscar refugio en él. Tomó en sus manos un libro, la capelina y el parasol, recorrió el camino hasta el jardín. Bajó la gran escalera, cruzó la habitación de música, la biblioteca y entró en la sala de recibo, eran hermosas todas aquellas dependencias, pero ella ni les prestó atención. Abrió la cristalera que daba a una terraza con escaleras de mármol y de forma simétrica que descendían al parque y más allá la fragante y obscura arboleda. Casi en el límite del parque y el bosque había hecho colocar un juego de sillones y una mesita.
Su caminar era lento y delicado, ataviada con un bello vestido color celeste como los ojos de su amado, de gasas, encajes y cintas, de falda amplia y larga que se quedaba aprisionada entre el césped recortado. Al llegar, se acomodó la pamela y se sentó en la cheslong decorada con almohadones de raso color champagne, Descansó su espalda e inclinó su cabeza hasta apoyarla en el respaldo, las manos en el regazo, las piernas delicadamente cruzadas a la altura de sus tobillos, inspiró profundamente y suspiró antes de abrir el libro y proseguir con su lectura, aunque no pasara de las primeras diez páginas, porque siempre terminaba recordando alguna de las conversaciones que tuvieron, con su esposo antes de su partida.
La brisa le acariciaba las mejillas y el cuello y el sol aunque veraniego era agradable, aunque ella cuidaba mucho de no exponer su piel a los rayos, prefería su piel de alabastro a una más dorada. Levantó la vista y contempló como Estella se dirigía con paso enérgico a preguntarle algo – de dónde saca tanta energía – pensó mientras la mujer llegaba a su lado. – Disculpe Señora, ha llegado una señorita buscando al Señor Rosso, dice que viene por unos libros que su esposo le vendería - ella la miró con incertidumbre, pues su amado no le había comunicado nada y no tenía la menor idea de que libros serían, se quedó mirando fijamente el rostro de Estella, hasta que tomó una decisión – hazla pasar a la sala de recibo, la atenderé en breve – dijo mientras cerraba nuevamente el libro y lo depositaba en la mesita, recién en ese momento se dio cuenta que su ama de llaves tenía en sus manos una charola con un zumo de frutas – debe comer algo señora – le sonrió – sabes que no soporto nada en el estómago por las mañanas – pero tomó la copa y bebió dos sorbos - prometo intentar comer algo, ahora ve, en unos instantes estaré allí – se prodigaron las dos, miradas de ternura y comprensión, aunque en los de la empleada existía una sabiduría mayor y un conocimiento que ella todavía no comprendía, cuando le dio la espalda y la vio alejarse, se sonrió y tomó un sorbo más el cual tuvo que hacer un gran esfuerzo para aguantar la sensación de arcadas – prefiero tomar agua -, se dijo mientras dejaba junto al libro, la copa con su desayuno.
Se incorporó y un mareo le hizo tener que apoyarse en el respaldo de la cheslong, respirar hondo y caminar con paso más seguro hasta las escaleras de mármol que la conducirían nuevamente a la sala de recibo. No tardó en llegar, por la cristalera vio una mujer de espaldas, vestida de una forma exquisita, eso la sorprendió, pues Estela le había informado que era una empleada de aquella librería, pensó, mientras cruzaba la puerta y la mujer se incorporaba y giraba para verla, sus ojos quedaron fijos a los ajenos y el estupor y una sensación de inseguridad la atrapo apenas oírla, podría reconocerla en cualquier parte, era esa mujer, que se le había presentado en la habitación de la mansión del Duque Boussingaut, inspiró y manteniendo la mirada le respondió – Buenos dias Señora Van Wijs – una sonrisa algo forzada se dibujó en su rostro, se acercó a uno de los sillones y se sentó, manteniendo la compostura y a pocos centímetros del cordón para llamar a la servidumbre si la mujer intentaba hacerle algún mal, - por favor siéntese, así que busca a mi esposo – la voz le salió con un tono inseguro, aunque su expresión fuera de total seguridad, - digame pues, en que puedo ser útil – .
Apenas partir, se dirigió a escribir unas líneas a su hermana, quien seguramente estaría preocupada, se rió, justo aquella muchachita que poco la conocía y menos cariño le tenía -no lo creo, pero sé que Cosimo si se preocupara – reflexiono, recordando al anciano enjuto, que era el mayordomo de la familia, se lo imaginaba despotricando en italiano veneciano, preguntándose cómo era posible que una señorita de su casa terminara casada entre gallos y medias noches con un casi completo extraño, - italiano de vaya uno a saber qué linaje – el pobre mayordomo la veía todavía como la señorita condesa, aunque no hubiera retenido el título. En la esquela le pedía que enviaran sus pertenencias a su nuevo hogar.
Agradeció que su hermano estuviera de viaje, ya se lo imaginaba entrando a la Mansión Rosso y arrastrándola de vuelta a su lado, como el cavernícola que era, sonrió pensando en la expresión de asombro cuando llegara y le contaran que se había casado en secreto, - pero Chiara, tú estás loca, como te puedes casar con un hombre como él, ¿acaso no huías de las consecuencias que la profesión de nuestra familia, causó en tu vida? ¿Crees que Ruggero no tiene enemigos? ¿O eres tan inocente de pensar que por el solo hecho de que abandonara su profesión los enemigos lo olvidaran?- no necesitaba tenerlo enfrente para saber qué le diría. Suspiró volviendo al presente, miró por la ventana y el jardín como todos los días la llamaba para buscar refugio en él. Tomó en sus manos un libro, la capelina y el parasol, recorrió el camino hasta el jardín. Bajó la gran escalera, cruzó la habitación de música, la biblioteca y entró en la sala de recibo, eran hermosas todas aquellas dependencias, pero ella ni les prestó atención. Abrió la cristalera que daba a una terraza con escaleras de mármol y de forma simétrica que descendían al parque y más allá la fragante y obscura arboleda. Casi en el límite del parque y el bosque había hecho colocar un juego de sillones y una mesita.
Su caminar era lento y delicado, ataviada con un bello vestido color celeste como los ojos de su amado, de gasas, encajes y cintas, de falda amplia y larga que se quedaba aprisionada entre el césped recortado. Al llegar, se acomodó la pamela y se sentó en la cheslong decorada con almohadones de raso color champagne, Descansó su espalda e inclinó su cabeza hasta apoyarla en el respaldo, las manos en el regazo, las piernas delicadamente cruzadas a la altura de sus tobillos, inspiró profundamente y suspiró antes de abrir el libro y proseguir con su lectura, aunque no pasara de las primeras diez páginas, porque siempre terminaba recordando alguna de las conversaciones que tuvieron, con su esposo antes de su partida.
La brisa le acariciaba las mejillas y el cuello y el sol aunque veraniego era agradable, aunque ella cuidaba mucho de no exponer su piel a los rayos, prefería su piel de alabastro a una más dorada. Levantó la vista y contempló como Estella se dirigía con paso enérgico a preguntarle algo – de dónde saca tanta energía – pensó mientras la mujer llegaba a su lado. – Disculpe Señora, ha llegado una señorita buscando al Señor Rosso, dice que viene por unos libros que su esposo le vendería - ella la miró con incertidumbre, pues su amado no le había comunicado nada y no tenía la menor idea de que libros serían, se quedó mirando fijamente el rostro de Estella, hasta que tomó una decisión – hazla pasar a la sala de recibo, la atenderé en breve – dijo mientras cerraba nuevamente el libro y lo depositaba en la mesita, recién en ese momento se dio cuenta que su ama de llaves tenía en sus manos una charola con un zumo de frutas – debe comer algo señora – le sonrió – sabes que no soporto nada en el estómago por las mañanas – pero tomó la copa y bebió dos sorbos - prometo intentar comer algo, ahora ve, en unos instantes estaré allí – se prodigaron las dos, miradas de ternura y comprensión, aunque en los de la empleada existía una sabiduría mayor y un conocimiento que ella todavía no comprendía, cuando le dio la espalda y la vio alejarse, se sonrió y tomó un sorbo más el cual tuvo que hacer un gran esfuerzo para aguantar la sensación de arcadas – prefiero tomar agua -, se dijo mientras dejaba junto al libro, la copa con su desayuno.
Se incorporó y un mareo le hizo tener que apoyarse en el respaldo de la cheslong, respirar hondo y caminar con paso más seguro hasta las escaleras de mármol que la conducirían nuevamente a la sala de recibo. No tardó en llegar, por la cristalera vio una mujer de espaldas, vestida de una forma exquisita, eso la sorprendió, pues Estela le había informado que era una empleada de aquella librería, pensó, mientras cruzaba la puerta y la mujer se incorporaba y giraba para verla, sus ojos quedaron fijos a los ajenos y el estupor y una sensación de inseguridad la atrapo apenas oírla, podría reconocerla en cualquier parte, era esa mujer, que se le había presentado en la habitación de la mansión del Duque Boussingaut, inspiró y manteniendo la mirada le respondió – Buenos dias Señora Van Wijs – una sonrisa algo forzada se dibujó en su rostro, se acercó a uno de los sillones y se sentó, manteniendo la compostura y a pocos centímetros del cordón para llamar a la servidumbre si la mujer intentaba hacerle algún mal, - por favor siéntese, así que busca a mi esposo – la voz le salió con un tono inseguro, aunque su expresión fuera de total seguridad, - digame pues, en que puedo ser útil – .
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
—Buenos días, he de su poner que eres la señora Rosso— dijo olvidándose de la cortesía, hablándole de tu como si la mujer de cabellos dorados se lo hubiera permitido, después de todo por 6 años Crystall no vivió en su mundo de clase alta.
—Debo de confesar que no te esperaba a ti...— Crystall se echó a reír como lo hiciera con una amiga. —Sólo lo conozco de vista ¿cierto?— dijo en tono burlón, la bruja recordaba la conversación de aquella noche. –Pero un momento– pensó aún mirandola a los ojos, lucía tan diferente a aquella noche, se le veía segura, realmente como una mujer, como una esposa y no una jovencita aniñada.
Crystall se sentó luego de que la señora Rosso la invitara, noto el tono inseguro pero su semblante no cambió, se mantenía firme. La bruja le sonrió con malicia, movió sus dedos sobre su regazo, extendiendo su fuerza titiritera, sus hilos invisibles sobre las almas que se hallaban en la mansión, almas que seguramente pertenecían a Ruggero y sus cruzadas asesinas.
—¿En qué me puede servir? Es tan simple que ya lo sabes, vengo por Ruggero... ¿dónde está?— quiso intimidar con una dulce voz, no quería llamar la atención de la servidumbre aunque Crystall observó que la mujer de cabellos dorados se había sentado junto a un cordón, –de servicio– pensó.
—Así que, es tu marido... ¿y alguien de la alianza sabe de tu amor?— la cuestionaba con una malicia e interés que estaba segura provocar inseguridad en ella, quizás con su interrogatorio lograría obtener la información que deseaba, aunque después se detuvo a pensar... ¿si ya la engaño una vez, por qué lo delataría esta vez?
—Dime, el es un inquisidor, ¿acaso eres una espía, trabajas para ellos... tendré que hacerme cargo de ti entonces?— y se levantó de forma intimidante, pero se volvió a sentar. Quería respuestas. —Dime mujer, respondeme, dime que no eres una inquisidora, explica el motivo que te llevó a la alianza cuando tu marido es el enemigo— hizo un gesto con su mano y una de las almas tomó el cordón y lo alejó del alcance de la señora Rosso.
—¿Y bien...?—
—Debo de confesar que no te esperaba a ti...— Crystall se echó a reír como lo hiciera con una amiga. —Sólo lo conozco de vista ¿cierto?— dijo en tono burlón, la bruja recordaba la conversación de aquella noche. –Pero un momento– pensó aún mirandola a los ojos, lucía tan diferente a aquella noche, se le veía segura, realmente como una mujer, como una esposa y no una jovencita aniñada.
Crystall se sentó luego de que la señora Rosso la invitara, noto el tono inseguro pero su semblante no cambió, se mantenía firme. La bruja le sonrió con malicia, movió sus dedos sobre su regazo, extendiendo su fuerza titiritera, sus hilos invisibles sobre las almas que se hallaban en la mansión, almas que seguramente pertenecían a Ruggero y sus cruzadas asesinas.
—¿En qué me puede servir? Es tan simple que ya lo sabes, vengo por Ruggero... ¿dónde está?— quiso intimidar con una dulce voz, no quería llamar la atención de la servidumbre aunque Crystall observó que la mujer de cabellos dorados se había sentado junto a un cordón, –de servicio– pensó.
—Así que, es tu marido... ¿y alguien de la alianza sabe de tu amor?— la cuestionaba con una malicia e interés que estaba segura provocar inseguridad en ella, quizás con su interrogatorio lograría obtener la información que deseaba, aunque después se detuvo a pensar... ¿si ya la engaño una vez, por qué lo delataría esta vez?
—Dime, el es un inquisidor, ¿acaso eres una espía, trabajas para ellos... tendré que hacerme cargo de ti entonces?— y se levantó de forma intimidante, pero se volvió a sentar. Quería respuestas. —Dime mujer, respondeme, dime que no eres una inquisidora, explica el motivo que te llevó a la alianza cuando tu marido es el enemigo— hizo un gesto con su mano y una de las almas tomó el cordón y lo alejó del alcance de la señora Rosso.
—¿Y bien...?—
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
La forma impertinente en que la mujer la trataba, aunque le tendría que molestar no producía ese efecto, arqueó una ceja cuando le reprochó por la mentira o mejor dicho la omisión de cuanto era que conocía a Ruggero - discúlpeme, pero nunca le mentí – dijo – hacía muy poco que había conocido al Señor Rosso y en esa ocasión todavía no teníamos una relación tan estrecha – dijo algo incomoda y mosqueada, arregló los pliegues de la falda y la volvió a mirar a los ojos. Le había espetado un montón de preguntas, una detrás de la otra, e intentó darles respuesta a todas ellas. ¿Dónde se encontraba su esposo?, no pudo menos que sentir ansias de gritarle que se retirara de su casa, pero por lo que Crystall le había contado esa noche en la Mansión de La Alianza, sabía que cualquiera estaría enojada como en ese momento su invitada. Inspiró profundamente, tratando de encontrar tranquilidad y que su corazón no palpitara de esa forma. Buscó sentarse mejor y volvió a mirarla – ¿Que donde está? ¿Cree todavía que si lo supiera se lo diría?-, pensó mientras le sonreia con dulzura – Dime – la tuteo por primera vez – ¿tu dirías donde está tu esposo, si estuviera en peligro? – La miró con suma ternura, sabía que ella al igual que Crystall serían capaz de dar la vida por sus amores – ¿verdad que no? – tocó la cruz de rubí que su marido le había regalado, podía ser que estuviera sola, que Ruggero se encontrara muy lejos de aquella mansión, pero no dejaría que nada malo le ocurriera.
-si, es mi esposo y no tengo ningún motivo para negarlo, nos hemos casado, y no, no saben los de la alianza, pero no dudo que ya se enteraran… ¿verdad? – le contestó con firmeza y seguridad que ni ella misma sabía de donde surgía, - Ya te había dicho que de la misma forma que tendría que odiar a los sobrenaturales, solo busco vivir en paz, quiero una vida tranquila al lado de mi esposo, quiero que nuestros hijos no sientan temor o ira por otros seres – Tocó con sus dedos la alianza de oro que aprisionaba su delgado dedo anular. – ¿Acaso no luchas por lo mismo? , había sentido un escalofrió en su cuello y sonrió – claro no has venido sola – con el rabillo del ojo pudo apreciar como el cordón se había desplazado sin que nadie visible lo moviera –.
La mujer , afirmó que su esposo era un inquisidor, la sangre le tiño las mejillas y cerró sus manos en un puño – ¡no! – levantó un poco la voz esta vez cargada ya de hartazgo por tanto interrogatorio – no, señora mía, él ya no es un inquisidor, y aunque usted no lo crea, el amor cambia a las personas – mordió cada una de las palabras como un perro rabioso, sus ojos la fulminaron con la mirada. Dijo varios insultos en italiano por lo bajo y sacó todo el aire de sus pulmones para tomar nuevamente aire y calmar sus nervios.
Un momento después golpes suaves en la puerta llamaron la atención de Chiara – adelante – dijo con su voz melodiosa como si no hubiera pasado nada, éstas e abrió y entró Estella trayendo en sus brazos una enorme bandeja de plata con un juego de vajilla para te. El cordón cayó a su lado nuevamente, y supuso que la mujer habría querido pasar inadvertida. – Señora, me tome el atrevimiento de traerles té y masas –, Estella era toda dulzura, pero estaba segura que su fiel ama de llaves, había sentido algo extraño en la recién llegada, al fin y al cabo hasta no hacía mucho eran los empleados de un inquisidor y algún conocimiento tendrían, o por lo menos así lo pensó Chiara. Le sonrió, agradecida de poner un poco de paños fríos a esta situación de por sí muy estresante, - muchas gracias querida, deja que yo serviré a nuestra invitada -, la empleada asintió con la cabeza – pero por favor ama, coma algo, no es bueno que no se alimente - y tras una inclinación en señal de reverencia se retiró, - es un encanto de persona – dijo con la misma sonrisa dulce que mantuvo todo el tiempo – se preocupa mucho -.
Comenzó a servir las pequeñas tazas de porcelana decoradas primorosamente con diminutos ramilletes de flores silvestres, pintados a mano. Extendió la delicada vajilla y tras mirarla con tranquilidad le dijo – tomemos tranquilas y prometo contarle todo lo que me sea posible – terminó de servirse y le ofreció el azúcar en terroncitos, se endulzo y trató de tomar un sorbo, pero las arcadas volvieron. Su tasita tembló y tintineo en el platillo, la acomodó en la mesita y tras respirar profundamente y secarse unas gotas de sudor con un pañuelito bordado, le pidió disculpas – estos días no me he sentido del todo bien – se rió, - no se preocupe, no se pelear, ni defenderme, no soy inquisidora y hasta hace un año no sabía que ustedes existían – suspiró mientras reflexionaba en voz alta – nunca me di cuenta que la familia de mi madre era una estirpe de cazadores y la de mi padre, una pequeña rama, por cierto – afirmó con su índice en la barbilla - de brujos y licántropos – rió al pensar en la expresión de su esposo cuando se enterara – pero este que sea un pequeño secreto entre nosotras – acomodó mejor la vajilla y continuó – antes de la matanza de mi familia, vivía en un mundo paralelo, donde todo era normal y lo único importante eran las relaciones con la nobleza, ahora veo que estaba viviendo en una pompa de jabón que estalló esa madrugada de verano – llevó su mano a un pequeño bolsillo en su vestido, allí donde guardaba un silbato que le recordaba que le debía la vida a otro inquisidor – Priest – recordó mentalmente – cabezotas – una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
Volvió a mirarla – ¿cuál fue el motivo de unirme a la alianza?, ¿todavía debo responderte? – dijo haciendo un gesto de cansancio – lo volveré a explicar, pero atiende a lo que digo , no lo repetiré mil veces – la sermoneó, como si de una amiga se tratara – Cuando llegué a Paris no conocía nada de este mundo oculto, por dos meses viví con unos parientes lejanos que pensaron que acogiéndome tendrían acceso a los bienes de mi familia – sonrió al recordar lo frustrados que quedaron – pero una noche llegó un hombre diciendo que era mi hermano y que venía a hacerse cargo de mí, tenía documentación y legitimo poder sobre todos los bienes familiares. Así que me fui a vivir con él, allí me explicó de todo lo que no tenía idea y de la profesión de los hombres de la familia de mi madre – la miró a los ojos – solo los hombres que son de esa familia, no incluye a los Di Moncalieri – debía proteger a su hermano como fuera – y que la muerte de mi madre tenía que ver con matar a los últimos descendientes de la estirpe – hizo un gesto con los hombros levantándolos levemente - entonces todo lo vivido fue por ajuste de cuentas, por eso cuando conocí al Duque y me explicó mejor sobre los sobrenaturales y la lucha por vivir en armonía, pues me uní enseguida, haciendo que mi hermano colaborara con la causa sin saber cuál era el fin último de ésta – se rió por su propia picardía. De pronto se puso seria nuevamente y le espetó – y ya te dije que Ruggero no es más un inquisidor, ¿no te das cuenta que por mi culpa hoy él es un desertor? – esa verdad aflorando de sus labios y poniendo en palabras su gran temor la hizo palidecer abriendo los ojos de forma desmedida, tocó nuevamente la cruz - o por Dios- dijo casi en un hilo de voz mientras se tapaba el rostro con sus manos, sabiendo que había hablado de mas.
-si, es mi esposo y no tengo ningún motivo para negarlo, nos hemos casado, y no, no saben los de la alianza, pero no dudo que ya se enteraran… ¿verdad? – le contestó con firmeza y seguridad que ni ella misma sabía de donde surgía, - Ya te había dicho que de la misma forma que tendría que odiar a los sobrenaturales, solo busco vivir en paz, quiero una vida tranquila al lado de mi esposo, quiero que nuestros hijos no sientan temor o ira por otros seres – Tocó con sus dedos la alianza de oro que aprisionaba su delgado dedo anular. – ¿Acaso no luchas por lo mismo? , había sentido un escalofrió en su cuello y sonrió – claro no has venido sola – con el rabillo del ojo pudo apreciar como el cordón se había desplazado sin que nadie visible lo moviera –.
La mujer , afirmó que su esposo era un inquisidor, la sangre le tiño las mejillas y cerró sus manos en un puño – ¡no! – levantó un poco la voz esta vez cargada ya de hartazgo por tanto interrogatorio – no, señora mía, él ya no es un inquisidor, y aunque usted no lo crea, el amor cambia a las personas – mordió cada una de las palabras como un perro rabioso, sus ojos la fulminaron con la mirada. Dijo varios insultos en italiano por lo bajo y sacó todo el aire de sus pulmones para tomar nuevamente aire y calmar sus nervios.
Un momento después golpes suaves en la puerta llamaron la atención de Chiara – adelante – dijo con su voz melodiosa como si no hubiera pasado nada, éstas e abrió y entró Estella trayendo en sus brazos una enorme bandeja de plata con un juego de vajilla para te. El cordón cayó a su lado nuevamente, y supuso que la mujer habría querido pasar inadvertida. – Señora, me tome el atrevimiento de traerles té y masas –, Estella era toda dulzura, pero estaba segura que su fiel ama de llaves, había sentido algo extraño en la recién llegada, al fin y al cabo hasta no hacía mucho eran los empleados de un inquisidor y algún conocimiento tendrían, o por lo menos así lo pensó Chiara. Le sonrió, agradecida de poner un poco de paños fríos a esta situación de por sí muy estresante, - muchas gracias querida, deja que yo serviré a nuestra invitada -, la empleada asintió con la cabeza – pero por favor ama, coma algo, no es bueno que no se alimente - y tras una inclinación en señal de reverencia se retiró, - es un encanto de persona – dijo con la misma sonrisa dulce que mantuvo todo el tiempo – se preocupa mucho -.
Comenzó a servir las pequeñas tazas de porcelana decoradas primorosamente con diminutos ramilletes de flores silvestres, pintados a mano. Extendió la delicada vajilla y tras mirarla con tranquilidad le dijo – tomemos tranquilas y prometo contarle todo lo que me sea posible – terminó de servirse y le ofreció el azúcar en terroncitos, se endulzo y trató de tomar un sorbo, pero las arcadas volvieron. Su tasita tembló y tintineo en el platillo, la acomodó en la mesita y tras respirar profundamente y secarse unas gotas de sudor con un pañuelito bordado, le pidió disculpas – estos días no me he sentido del todo bien – se rió, - no se preocupe, no se pelear, ni defenderme, no soy inquisidora y hasta hace un año no sabía que ustedes existían – suspiró mientras reflexionaba en voz alta – nunca me di cuenta que la familia de mi madre era una estirpe de cazadores y la de mi padre, una pequeña rama, por cierto – afirmó con su índice en la barbilla - de brujos y licántropos – rió al pensar en la expresión de su esposo cuando se enterara – pero este que sea un pequeño secreto entre nosotras – acomodó mejor la vajilla y continuó – antes de la matanza de mi familia, vivía en un mundo paralelo, donde todo era normal y lo único importante eran las relaciones con la nobleza, ahora veo que estaba viviendo en una pompa de jabón que estalló esa madrugada de verano – llevó su mano a un pequeño bolsillo en su vestido, allí donde guardaba un silbato que le recordaba que le debía la vida a otro inquisidor – Priest – recordó mentalmente – cabezotas – una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
Volvió a mirarla – ¿cuál fue el motivo de unirme a la alianza?, ¿todavía debo responderte? – dijo haciendo un gesto de cansancio – lo volveré a explicar, pero atiende a lo que digo , no lo repetiré mil veces – la sermoneó, como si de una amiga se tratara – Cuando llegué a Paris no conocía nada de este mundo oculto, por dos meses viví con unos parientes lejanos que pensaron que acogiéndome tendrían acceso a los bienes de mi familia – sonrió al recordar lo frustrados que quedaron – pero una noche llegó un hombre diciendo que era mi hermano y que venía a hacerse cargo de mí, tenía documentación y legitimo poder sobre todos los bienes familiares. Así que me fui a vivir con él, allí me explicó de todo lo que no tenía idea y de la profesión de los hombres de la familia de mi madre – la miró a los ojos – solo los hombres que son de esa familia, no incluye a los Di Moncalieri – debía proteger a su hermano como fuera – y que la muerte de mi madre tenía que ver con matar a los últimos descendientes de la estirpe – hizo un gesto con los hombros levantándolos levemente - entonces todo lo vivido fue por ajuste de cuentas, por eso cuando conocí al Duque y me explicó mejor sobre los sobrenaturales y la lucha por vivir en armonía, pues me uní enseguida, haciendo que mi hermano colaborara con la causa sin saber cuál era el fin último de ésta – se rió por su propia picardía. De pronto se puso seria nuevamente y le espetó – y ya te dije que Ruggero no es más un inquisidor, ¿no te das cuenta que por mi culpa hoy él es un desertor? – esa verdad aflorando de sus labios y poniendo en palabras su gran temor la hizo palidecer abriendo los ojos de forma desmedida, tocó nuevamente la cruz - o por Dios- dijo casi en un hilo de voz mientras se tapaba el rostro con sus manos, sabiendo que había hablado de mas.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
A Crystall le brillaron los ojos cuando la señora Rosso le mencionara que no le mentía, le hubiera gustado decir «yo no he dicho eso» sin embargo, ¿acaso no le insinuó eso? No tenía caso regresar a lo mismo, por lo que decidió no interrumpirla, cruzó la pierna viéndola a los ojos.
Crystall desvió la mirada cuando la anfitriona planteó la primera pregunta, los ojos de Crystall vieron la nada y ella misma se interrogo... –Tenía razón –, «¿sería capaz de revelar la identidad de su esposo y la suya propia cuando peligran con el pecado que ambos cometieron en el lecho de los Van Wijs?» y sus gestos se entristecieron, los argumentos de su anfitriona eran indiscutibles o al menos, Crystall no tenía motivos para discutirlos, no quería pero cuando la señora Rosso se percató de las almas que la rodeaban y la que alzó el cordón una leve sonrisa apareció en su rostro, pero no abandonó su postura, no le entregó su mirada vacía.
«No es mi compañía, son las almas de los seres que tu amor a matado» le hubiera dicho antes, cuando su ímpetu no se había apagado.
Su anfitriona sonaba cada vez más segura, era la dueña de la conversación, del momento. No negó ser la esposa de Ruggero pero lo que le llamó la atención fue cuando le mencionó que había abandonado la inquisición. –El amor cambia a las personas– repitió arqueando las cejas, Crystall volteó a verla, de forma retadora, ignoraba lo que reprochaba en otra lengua su anfitriona, insultos pensaba Crystall, mas ella pensaba debatirle algo pero no encontró razones. Ella también había cambiado por Derek, discutirlo sería hipocresía.
En éstas, sonó la puerta y entró la criada en compañía de una bandeja con un juego de vajilla de té. Su entrada aminoró el ambiente y el alma abandonó el cordón dejando que cayera. Crystall miraba como su anfitriona servía con refinamiento las tazas, le propuso contar lo que fuese y Crystall aceptó con un ligero movimiento de cabeza, el aroma del té le estaba relajando. Era un hecho que ella no era una inquisidora en absoluto. No tenía ninguna alma en su alrededor, notaba cierta aura un tanto grisácea pero lo adjudico al absolvería de Ruggero, fuera de eso, en el plano espiritual su anfitriona brilla con una luz dorada.
Crystall comenzó a sentir enviada por esa mujer y sintió ganas de llorar. Sin duda amaba al inquisidor y el amor de ellos se debió de consumir de una forma única. Y la rabia la invadió, ella también había perdido su virginidad con un inquisidor, pero no como le hubiera gustado, aquellas violaciones en España invadieron su mente le costaba trabajo respirar, estaba tensa y la presión iba en aumento. Varias energías generaron un torbellino a la altura de la cabeza de Crystall, lograron tomar fuerza y el cabello de la bruja se alzó como si una brisa suave los hiciera danzar.
Pero entonces algo relajó a la bruja, un apellido que había escuchado en sus viajes, en libros... "Di Moncalieri", la bruja se había perdido gran parte de la conversación cuando la mente la atacaba con las imágenes de sus múltiples violaciones, pero ese nombre resonó por su cabeza con tanta intensidad que fue capaz de apaciguar la tempestad que le provocaban sus recuerdos.
—Un desertor...— susurró Crystall cuando su anfitriona había terminado de hablar, nuevamente su expresión cambió a tristeza, –¿cómo una relación como la de ellos puede ser condenada?– pensó sabiendo lo que los inquisidores hacen a sus desertores, lo vio cuando ella estaba presa en España. –No es justo– y quería echarse a llorar, las almas le decían en susurros que su anfitriona no mentía, le narraban el amor de los Rosso y un par de lágrimas se escaparon de los ojos tristes de la bruja.
—¿Es usted una Di Moncalieri?... ¿Cuál es su nombre?— preguntó con voz ausente.
Crystall desvió la mirada cuando la anfitriona planteó la primera pregunta, los ojos de Crystall vieron la nada y ella misma se interrogo... –Tenía razón –, «¿sería capaz de revelar la identidad de su esposo y la suya propia cuando peligran con el pecado que ambos cometieron en el lecho de los Van Wijs?» y sus gestos se entristecieron, los argumentos de su anfitriona eran indiscutibles o al menos, Crystall no tenía motivos para discutirlos, no quería pero cuando la señora Rosso se percató de las almas que la rodeaban y la que alzó el cordón una leve sonrisa apareció en su rostro, pero no abandonó su postura, no le entregó su mirada vacía.
«No es mi compañía, son las almas de los seres que tu amor a matado» le hubiera dicho antes, cuando su ímpetu no se había apagado.
Su anfitriona sonaba cada vez más segura, era la dueña de la conversación, del momento. No negó ser la esposa de Ruggero pero lo que le llamó la atención fue cuando le mencionó que había abandonado la inquisición. –El amor cambia a las personas– repitió arqueando las cejas, Crystall volteó a verla, de forma retadora, ignoraba lo que reprochaba en otra lengua su anfitriona, insultos pensaba Crystall, mas ella pensaba debatirle algo pero no encontró razones. Ella también había cambiado por Derek, discutirlo sería hipocresía.
En éstas, sonó la puerta y entró la criada en compañía de una bandeja con un juego de vajilla de té. Su entrada aminoró el ambiente y el alma abandonó el cordón dejando que cayera. Crystall miraba como su anfitriona servía con refinamiento las tazas, le propuso contar lo que fuese y Crystall aceptó con un ligero movimiento de cabeza, el aroma del té le estaba relajando. Era un hecho que ella no era una inquisidora en absoluto. No tenía ninguna alma en su alrededor, notaba cierta aura un tanto grisácea pero lo adjudico al absolvería de Ruggero, fuera de eso, en el plano espiritual su anfitriona brilla con una luz dorada.
Crystall comenzó a sentir enviada por esa mujer y sintió ganas de llorar. Sin duda amaba al inquisidor y el amor de ellos se debió de consumir de una forma única. Y la rabia la invadió, ella también había perdido su virginidad con un inquisidor, pero no como le hubiera gustado, aquellas violaciones en España invadieron su mente le costaba trabajo respirar, estaba tensa y la presión iba en aumento. Varias energías generaron un torbellino a la altura de la cabeza de Crystall, lograron tomar fuerza y el cabello de la bruja se alzó como si una brisa suave los hiciera danzar.
Pero entonces algo relajó a la bruja, un apellido que había escuchado en sus viajes, en libros... "Di Moncalieri", la bruja se había perdido gran parte de la conversación cuando la mente la atacaba con las imágenes de sus múltiples violaciones, pero ese nombre resonó por su cabeza con tanta intensidad que fue capaz de apaciguar la tempestad que le provocaban sus recuerdos.
—Un desertor...— susurró Crystall cuando su anfitriona había terminado de hablar, nuevamente su expresión cambió a tristeza, –¿cómo una relación como la de ellos puede ser condenada?– pensó sabiendo lo que los inquisidores hacen a sus desertores, lo vio cuando ella estaba presa en España. –No es justo– y quería echarse a llorar, las almas le decían en susurros que su anfitriona no mentía, le narraban el amor de los Rosso y un par de lágrimas se escaparon de los ojos tristes de la bruja.
—¿Es usted una Di Moncalieri?... ¿Cuál es su nombre?— preguntó con voz ausente.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Chiara trató de serenarse, pero las lágrimas caían libremente por sus mejillas, la angustia que aquella noche Ruggero exorcizara con caricias y besos ahora había vuelto para atormentarla. Secó sus lágrimas y miró a su visita – ¿por qué llora? – pensó angustiada aun, ¿qué había dicho en ese largo soliloquio que llevara a la Señora Van Wijs a llorar?, se preguntaba, en un impulso estuvo a punto de levantarse para ir a consolarla. Ella era así, no podía ver sufrir a las personas, aun a sus enemigos. Se quedó mirándola, era tan hermosa, aun enojada, le sonrió nuevamente – como me gustaría llegar a ser su amiga – pensó – calla tonta, no ves que vino por Ruggero – se reprendió. Suspiró mientras intentaba tomar otro sorbo de té, esta vez pudo tragar sin problemas y se sintió algo aliviada.
Estaba contemplando su tasita de té, girando metódicamente la pequeña cuchara dentro del líquido que comenzaba a enfriarse cuando escuchó que le preguntaba si era una Di Moncalieri y como se llamaba, Levantó la vista y la clavó en los ojos de Crystall. Se llevó la mano a la frente y se sonrió – no puedo haber sido tan descortés, por favor discúlpeme, pensé que lo sabía – dijo mientras apoyaba la vajilla en la bandeja – mi nombre de soltera es Chiara Di Moncalieri, solo que al casarme cambie al de mi esposo – la estudió por un segundo, - ¿porque este repentino interés en su apellido? – pensó, entonces recordó lo que anteriormente le había confesado de sus dos ancestros sobrenaturales, pero ahora se daba cuenta que la mujer no había puesto atención en ello.
- Mi familia proviene de Italia, de la ciudad de Turín, mi padre fue el Conde Di Moncalieri, pero en verdad la casa original de la familia se encuentra en Siena, allí tomó el título de Conde mi Tátara Abuelo Girolamo Di Moncalieri, él era un gran pintor y retratista, pintó a muchos personajes importantes de la realeza, fue en una época de su vida que decidió dejarlo todo y recorrer el mundo – le divertía pensar como habría sido ese hombre, libre de ataduras y lazos. - Tenía una hermana, que él adoraba y que retrató en un cuadro que aún se conserva en la Villa allí en Italia. Se llamaba Giulia Di Moncalieri, todos dicen que me parezco mucho físicamente – Le encantaba hablar de su familia y prefería mil veces a volver al tema de donde estaba su esposo. Miró en derredor como buscando algo y entonces se acordó.
Se levantó, con un poco de dificultad, un mareo hizo que todo girara a su alrededor, inspiró profundamente y se dirigió a un mueble que se encontraba casi al lado de donde estaba sentada Crystall. Buscó en un cajón un pequeño arcón de madera labrada finamente con incrustaciones de piedras preciosas, lo abrió y sacó una bella miniatura – este es una copia del retrato de mi ancestro – la delicada pieza de porcelana, exquisitamente pintada, mostraba una mujer de cabellos rojizos y largos, pero el mismo rostro de Chiara, se lo pasó con sumo cuidado a su invitada – esta es Giulia, ¿no opina que nos parecemos bastante? – una sombra de tristeza le cubrió el rostro – claro, espero no parecerme en la suerte que corrió con respecto a su amor – dijo mientras se volvía a sentar. – si me permite le narraré la historia que no hace mucho descubrí sobre Giulia – dijo mirando la miniatura en los elegantes dedos de Crystall.
Perdió su vista por el ventanal abierto y dejó que los recuerdos de lo leído en el diario de su Tía Abuela llegaran a su mente – Giulia fue una joven muy feliz y enamorada, hasta que, su hermano fue asesinado por los señores Di Medici – pensó un momento y se corrigió – bueno en verdad no fue así, él no había muerto pero si desaparecido, todos pensaron que lo dicho por los Medici era cierto y aquella noticia golpeó duro en el corazón de la joven… eso y… Sabe ella amaba a alguien que no debía, se habían enamorado y de esa unión crecía un niño en su vientre, pero los que deberían haberla cuidado le hicieron un daño irreparable – bajó su mirada a sus manos – mataron su alma, destruyeron sus sueños y ella, buscó en el conocimiento, en lo prohibido la forma de liberarse y cobrar venganzas – sonrió tristemente – ¿pero que fue lo que logro al final? Nunca lo supe, espero que al final haya encontrado paz para su alma. – suspiró tratando de entender algo que no lograba hacerlo del todo. – Toda su historia, su vida y sus recuerdos fueron ocultados por años y siglos por nuestra familia, no era bueno recordar que con esos conocimientos ella se había convertido en una asesina - miró a la mujer a los ojos mientras decía esa última palabra en voz baja y con una sonrisa maliciosa en los labios.- ¿que como me enteré?, pues… cuando fui a vivir con mi hermano, en una de esas noches de insomnio, busque algo que leer entre los libros de la biblioteca y llamó mi atención uno de encuadernación muy sencilla, de esos que por lo general uno pasa de largo, viejo, pero bien conservado, estaba escondido como apropósito, entonces lo tome, era un diario, el Diario de Giulia, en él relata de quienes se vengó y cómo fue su vida hasta que encontró la paz . Además contienen recetas que no entiendo, ni quiero entender – sonrió nerviosa – conociendo su historia sé que buenas no deben ser, pero… si me pongo en su lugar, si el amor de mi vida está en peligro o lo he perdido, si no tengo nada que perder o que ganar… pues, no podría juzgarla, porque tal vez haría exactamente lo mismo-. Se giró, mirando nuevamente hacia el jardín, y más allá la arboleda, todo ese tiempo se había mantenido parada junto al ventanal observando a su visitante - Quiero creer que Giulia, Ignazio y el hijo de ambos, Cosimo, pudieron por fin estar juntos – alzó los hombros en un gesto – supongo que como Ignazio al final era de la nobleza pudo protegerlos, no lo sé, pero creo que se merecían ser felices. - concluyo.
Estaba contemplando su tasita de té, girando metódicamente la pequeña cuchara dentro del líquido que comenzaba a enfriarse cuando escuchó que le preguntaba si era una Di Moncalieri y como se llamaba, Levantó la vista y la clavó en los ojos de Crystall. Se llevó la mano a la frente y se sonrió – no puedo haber sido tan descortés, por favor discúlpeme, pensé que lo sabía – dijo mientras apoyaba la vajilla en la bandeja – mi nombre de soltera es Chiara Di Moncalieri, solo que al casarme cambie al de mi esposo – la estudió por un segundo, - ¿porque este repentino interés en su apellido? – pensó, entonces recordó lo que anteriormente le había confesado de sus dos ancestros sobrenaturales, pero ahora se daba cuenta que la mujer no había puesto atención en ello.
- Mi familia proviene de Italia, de la ciudad de Turín, mi padre fue el Conde Di Moncalieri, pero en verdad la casa original de la familia se encuentra en Siena, allí tomó el título de Conde mi Tátara Abuelo Girolamo Di Moncalieri, él era un gran pintor y retratista, pintó a muchos personajes importantes de la realeza, fue en una época de su vida que decidió dejarlo todo y recorrer el mundo – le divertía pensar como habría sido ese hombre, libre de ataduras y lazos. - Tenía una hermana, que él adoraba y que retrató en un cuadro que aún se conserva en la Villa allí en Italia. Se llamaba Giulia Di Moncalieri, todos dicen que me parezco mucho físicamente – Le encantaba hablar de su familia y prefería mil veces a volver al tema de donde estaba su esposo. Miró en derredor como buscando algo y entonces se acordó.
Se levantó, con un poco de dificultad, un mareo hizo que todo girara a su alrededor, inspiró profundamente y se dirigió a un mueble que se encontraba casi al lado de donde estaba sentada Crystall. Buscó en un cajón un pequeño arcón de madera labrada finamente con incrustaciones de piedras preciosas, lo abrió y sacó una bella miniatura – este es una copia del retrato de mi ancestro – la delicada pieza de porcelana, exquisitamente pintada, mostraba una mujer de cabellos rojizos y largos, pero el mismo rostro de Chiara, se lo pasó con sumo cuidado a su invitada – esta es Giulia, ¿no opina que nos parecemos bastante? – una sombra de tristeza le cubrió el rostro – claro, espero no parecerme en la suerte que corrió con respecto a su amor – dijo mientras se volvía a sentar. – si me permite le narraré la historia que no hace mucho descubrí sobre Giulia – dijo mirando la miniatura en los elegantes dedos de Crystall.
Perdió su vista por el ventanal abierto y dejó que los recuerdos de lo leído en el diario de su Tía Abuela llegaran a su mente – Giulia fue una joven muy feliz y enamorada, hasta que, su hermano fue asesinado por los señores Di Medici – pensó un momento y se corrigió – bueno en verdad no fue así, él no había muerto pero si desaparecido, todos pensaron que lo dicho por los Medici era cierto y aquella noticia golpeó duro en el corazón de la joven… eso y… Sabe ella amaba a alguien que no debía, se habían enamorado y de esa unión crecía un niño en su vientre, pero los que deberían haberla cuidado le hicieron un daño irreparable – bajó su mirada a sus manos – mataron su alma, destruyeron sus sueños y ella, buscó en el conocimiento, en lo prohibido la forma de liberarse y cobrar venganzas – sonrió tristemente – ¿pero que fue lo que logro al final? Nunca lo supe, espero que al final haya encontrado paz para su alma. – suspiró tratando de entender algo que no lograba hacerlo del todo. – Toda su historia, su vida y sus recuerdos fueron ocultados por años y siglos por nuestra familia, no era bueno recordar que con esos conocimientos ella se había convertido en una asesina - miró a la mujer a los ojos mientras decía esa última palabra en voz baja y con una sonrisa maliciosa en los labios.- ¿que como me enteré?, pues… cuando fui a vivir con mi hermano, en una de esas noches de insomnio, busque algo que leer entre los libros de la biblioteca y llamó mi atención uno de encuadernación muy sencilla, de esos que por lo general uno pasa de largo, viejo, pero bien conservado, estaba escondido como apropósito, entonces lo tome, era un diario, el Diario de Giulia, en él relata de quienes se vengó y cómo fue su vida hasta que encontró la paz . Además contienen recetas que no entiendo, ni quiero entender – sonrió nerviosa – conociendo su historia sé que buenas no deben ser, pero… si me pongo en su lugar, si el amor de mi vida está en peligro o lo he perdido, si no tengo nada que perder o que ganar… pues, no podría juzgarla, porque tal vez haría exactamente lo mismo-. Se giró, mirando nuevamente hacia el jardín, y más allá la arboleda, todo ese tiempo se había mantenido parada junto al ventanal observando a su visitante - Quiero creer que Giulia, Ignazio y el hijo de ambos, Cosimo, pudieron por fin estar juntos – alzó los hombros en un gesto – supongo que como Ignazio al final era de la nobleza pudo protegerlos, no lo sé, pero creo que se merecían ser felices. - concluyo.
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
La taza de té aún desprendía vapor, Crystall tomó dos terronsitos y lo endulzó, sabía que seria una descortesía no tocar el té. Dio unos sorbos, su sabor era exquisito y la relajó. Escuchó la disculpa de de su anfitriona y después con interés su nombre. Llevó su taza a la mesa y cruzó sus piernas por debajo de su falda.
—Si hubiera sabido su nombre señora Chiara Di Moncalieri...— se detuvo y se corrigió, —señora Di Rosso— y sonrió con ternura, como no lo había hecho para nadie que no fuera Derek. Chiara comenzaba a transmitirle paz y confianza «¿Tendrá alguna conexión con Giulla Di Moncalieri, la bruja de la que escuchó en su estancia en Turín?» y la ansiedad hacía que su sonrisa no desaparecía.
Y cuando la historia de su familia estaba siendo narrada en voz de la señora Di Rosso Crystall estalló en euforia, como una niña quería ponerse de pie y saltar de alegría, hasta que finalmente mencionó el esperado nombre "Giulla Di Moncalieri", Crystall tomó la taza de té y dio un sorbo, en un intentó de disfrazar su euforia, estaba enfrente de una descendiente de Giulla, «¿Tendrá el diario de Giulla, notas de sus hechizos o algo similar?» quería asediar de esas preguntas. Mas Chiara se acercó con un retrato, viejo pero nítido, ella afirmaba parecerse o más bien otros lo decían, Crystall puso la taza en la mesita y cogió el retrato.
—Si, es su viva imagen— respondía Crystall de forma automática, y no un como cumplido, Crystall se perdió contemplando a Giulla, era tan bella y ese cabello rojo la hacía lucir intimidante. «¿Cuánto le hubiera gustado a Crystall aprender de ella?» aunque era algo imposible, era una leyenda en la hechicería oscura, hechicería desarrollada con motivos de venganza, odio y despecho, lo que se llama hechicería oscura pura. –¿Cuánto sabrá Chiara de ella?– se preguntaba sin abandonar los ojos de Giulla.
Su anfitriona comenzó a narrar la historia de su antepasada, y con cada palabra Crystall reafirmaba lo que había escuchado años atrás, le era imposible sonreír, sus dedos sostenían una valiosa joya y sus oídos escuchaban la más dulce sonata. Todo lo que se tratara de Giulla Di Moncalieri seria para Crystall maravilloso.
—¿Cómo se enteró de todo ello señora Di Rosso?— de pronto preguntó Crystall, impaciente por saber más de las posesiones de Giulla. Chiara continuó con el relato y con cada palabra, la satisfacción de estar ahí, de conocer a Chiara fue para Crystall algo indescriptible para su corazón.
Cuando Chiara terminó su relató, se generó un silencio incomodo, silencio que fue abolido cuando Crystall depositó el retrato en la mesita. Había hecho un gran esfuerzo para desprenderse de éste, pero Crystall no era conocida por ladrona. Se levantó de su asiento y caminó hasta su anfitriona, se plantó frente a ella y la tomó de las manos, Crystall generó una dulce mirada, se dedicó a ver los grandes y hermosos ojos color gris de Chiara, sus facciones y deseo abrazarla como si de una hermana se tratase y recordó el motivo de su visita. Sus ojos se apagaron y suspiró.
—No me mientes y tampoco lo hace Ruggero, su amor es verdadero. Esta casa esta llena de almas y energías, testigos de su amor, de sus pensamientos, de sus preocupaciones y alegrías...— hizo una pausa para soltar las manos de Chiara, luego dio unos pasos hacía el ventanal y perdió su mirada en los jardines. —Verás, soy una bruja, puedo ver, hablar, invocar, controlar y manipular a los muertos, y eso incluye almas y energías— volvió a suspirar y clavó sus ojos en Chiara. —¿Sabes lo que les hacen a los desertores? Espero que tu esposo no haya sido tan idiota para ir al Vaticano como me lo informan las almas. Porque no regresará— dijo y se acercó hacía su anfitriona, quería consolarla pero dudo en hacerlo.
—Si hubiera sabido su nombre señora Chiara Di Moncalieri...— se detuvo y se corrigió, —señora Di Rosso— y sonrió con ternura, como no lo había hecho para nadie que no fuera Derek. Chiara comenzaba a transmitirle paz y confianza «¿Tendrá alguna conexión con Giulla Di Moncalieri, la bruja de la que escuchó en su estancia en Turín?» y la ansiedad hacía que su sonrisa no desaparecía.
Y cuando la historia de su familia estaba siendo narrada en voz de la señora Di Rosso Crystall estalló en euforia, como una niña quería ponerse de pie y saltar de alegría, hasta que finalmente mencionó el esperado nombre "Giulla Di Moncalieri", Crystall tomó la taza de té y dio un sorbo, en un intentó de disfrazar su euforia, estaba enfrente de una descendiente de Giulla, «¿Tendrá el diario de Giulla, notas de sus hechizos o algo similar?» quería asediar de esas preguntas. Mas Chiara se acercó con un retrato, viejo pero nítido, ella afirmaba parecerse o más bien otros lo decían, Crystall puso la taza en la mesita y cogió el retrato.
—Si, es su viva imagen— respondía Crystall de forma automática, y no un como cumplido, Crystall se perdió contemplando a Giulla, era tan bella y ese cabello rojo la hacía lucir intimidante. «¿Cuánto le hubiera gustado a Crystall aprender de ella?» aunque era algo imposible, era una leyenda en la hechicería oscura, hechicería desarrollada con motivos de venganza, odio y despecho, lo que se llama hechicería oscura pura. –¿Cuánto sabrá Chiara de ella?– se preguntaba sin abandonar los ojos de Giulla.
Su anfitriona comenzó a narrar la historia de su antepasada, y con cada palabra Crystall reafirmaba lo que había escuchado años atrás, le era imposible sonreír, sus dedos sostenían una valiosa joya y sus oídos escuchaban la más dulce sonata. Todo lo que se tratara de Giulla Di Moncalieri seria para Crystall maravilloso.
—¿Cómo se enteró de todo ello señora Di Rosso?— de pronto preguntó Crystall, impaciente por saber más de las posesiones de Giulla. Chiara continuó con el relato y con cada palabra, la satisfacción de estar ahí, de conocer a Chiara fue para Crystall algo indescriptible para su corazón.
Cuando Chiara terminó su relató, se generó un silencio incomodo, silencio que fue abolido cuando Crystall depositó el retrato en la mesita. Había hecho un gran esfuerzo para desprenderse de éste, pero Crystall no era conocida por ladrona. Se levantó de su asiento y caminó hasta su anfitriona, se plantó frente a ella y la tomó de las manos, Crystall generó una dulce mirada, se dedicó a ver los grandes y hermosos ojos color gris de Chiara, sus facciones y deseo abrazarla como si de una hermana se tratase y recordó el motivo de su visita. Sus ojos se apagaron y suspiró.
—No me mientes y tampoco lo hace Ruggero, su amor es verdadero. Esta casa esta llena de almas y energías, testigos de su amor, de sus pensamientos, de sus preocupaciones y alegrías...— hizo una pausa para soltar las manos de Chiara, luego dio unos pasos hacía el ventanal y perdió su mirada en los jardines. —Verás, soy una bruja, puedo ver, hablar, invocar, controlar y manipular a los muertos, y eso incluye almas y energías— volvió a suspirar y clavó sus ojos en Chiara. —¿Sabes lo que les hacen a los desertores? Espero que tu esposo no haya sido tan idiota para ir al Vaticano como me lo informan las almas. Porque no regresará— dijo y se acercó hacía su anfitriona, quería consolarla pero dudo en hacerlo.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
La contempló, como sostenía con delicadeza el retrato y la veneración que parecía tener con su ancestro, eso la sorprendió y le causó ternura, pues ahora sabía que, no era la única en sentir cariño por esa mujer que aunque todos dijeran que era un demonio, ella la quería, además había sido valiente, en un tiempo en que el que ser mujer era mucho peor que ahora, y a pesar de ello, pudo de alguna manera dirigir su destino. Cuando quedaron en silencio, no supo que debía hacer. Se desplazó hasta donde estaba el juego de té, volvió a tomar otro sorbo y contenta sintió que por primera vez en días podía tomar casi media taza de té sin desear vomitar. Le sonrió, mientras dejaba nuevamente la taza en la mesita y se secaba la comisura de sus labios con las servilletas bordadas que hacían juego con la vajilla.
Suspiró aliviada, la brisa del jardín hacía mecer las cortinas de gasa que tamizaban el sol de la mañana, que entraba por la cristalera, su cabellos se movieron con la suave caricia del viento y cerró los ojos pensando en su amado – ¿por dónde estarás?, ¿habrás llegado a Siena? – pensó mientras dirigía su mirada a Crystall y le mostraba una suave sonrisa. Ella estaba dejando el retrato en la mesilla y se levantaba, se acercó hasta donde estaba Chiara. Al tomarla de las manos, se sobresaltó aunque hizo el esfuerzo para que esto no se notara, tenía miedo, le había quedado de la vez en la mansión de la Alianza, no estaba claro para ella que tipo de Sobrenatural era Crystall pero poderosa, sí que lo era. La sonrisa en aquel bello rostro, sus ojos dulcificados por esa mirada, por un momento no supo si la contemplaba a ella de esa forma tan dulce, o se imaginaba que era Giulia, sonrió algo nerviosa y bajó la mirada, pero apretó las manos de la mujer en señal de asentimiento y agradecimiento.
Cuando la mujer habló sobre lo verdadero del amor que sentían Ruggero y Chiara, afirmando que las almas en esa casa se lo estaban contando un repelús le corrió por la espalda, aunque a decir verdad, ella ya se había dado cuenta, algo raro pasaba, olores, sensaciones de frio, suspiros, susurros, pero lo que más le llamaba la atención, era que no le daban miedo, al contrario los sentía como parte de su nuevo hogar. Escuchó atenta cuando ella le dijo - … soy una bruja, puedo ver, hablar, invocar, controlar y manipular a los muertos, y eso incluye almas y energías…- , abrió sus ojos y contempló asombrada los ajenos – como Giulia – dijo con una sonrisa en los labios, se sentía agradecida, pues podría conocer un poco a una mujer como su antepasado y eso la alegro, su corazón latía feliz como cuando era pequeña y su padre le traía un regalo de sus viajes a otros reinos, o cuando recibió aquel cofre en su décimo sexto cumpleaños, ese año su nana, le contó un poco la historia de Giulia, pero refiriéndose que como ella, Giulia estuvo separada de su hermano Girolamo por muchos años. Aun le dolía esos años de ausencia y recordaba los gritos de su padre diciéndole que Girolamo era un bastardo, que se alejara de él y que lo considerara muerto. Esos recuerdos entristecieron un poco a Chiara, - pero ya pasó, ahora lo tienes de nuevo a tu lado y también esta Ruggero, debes ser feliz por ello- pensó mientras Crystall soltaba sus manos.
Los ojos de la bruja se posaron en los suyos, eran tristes y a la vez parecían estar a punto de darle una sentencia -¿Sabes lo que les hacen a los desertores? Espero que tu esposo no haya sido tan idiota para ir al Vaticano como me lo informan las almas. Porque no regresará -, se quedó callada, la miró de hito en hito, mientras todo su ser temblaba, sintió como un frio intenso la cubriera y la piel se le puso blanca, sus labios cambiaron al azul y sus ojos perdieron la luz, casi sin voz gritó – No!, el volverá, no… por Dios… no! - las fuerzas se le desvanecieron y cayó al suelo inconsciente. En ese momento entraba Estella a retirar la bandeja, abrió la puerta y hablaba pidiendo permiso cuando vio cómo su ama se desvanecía a los pies de la invitada. Corrió a socorrerla y mientras la intentaba reanimas le gritó a la mujer – que le dijo, que era tan importante para ponerla en riesgo – la levantó un poco y acarició los cabellos de Chiara - Juan!!! Ven aquí, la señora, Juan!!! – gritaba desesperada, Chiara no reaccionaba y los segundos eran valiosos. Los ojos de la Mujer se llenaron de lágrimas – no se da cuenta que puede perder a la criatura! – le reprochó a Crystall mientras Juan, su esposo, entraba a la Sala y tomaba en vilo a la señora, partiendo apresurados a la habitación de Ruggero escaleras arriba. Estella miró con severidad a Crystall – no se quede ahí, cuando llegue el médico, usted tendrá que explicar que paso para que Chiara se desvaneciera así - no esperó respuestas y apresuró su paso subiendo las escaleras.
Suspiró aliviada, la brisa del jardín hacía mecer las cortinas de gasa que tamizaban el sol de la mañana, que entraba por la cristalera, su cabellos se movieron con la suave caricia del viento y cerró los ojos pensando en su amado – ¿por dónde estarás?, ¿habrás llegado a Siena? – pensó mientras dirigía su mirada a Crystall y le mostraba una suave sonrisa. Ella estaba dejando el retrato en la mesilla y se levantaba, se acercó hasta donde estaba Chiara. Al tomarla de las manos, se sobresaltó aunque hizo el esfuerzo para que esto no se notara, tenía miedo, le había quedado de la vez en la mansión de la Alianza, no estaba claro para ella que tipo de Sobrenatural era Crystall pero poderosa, sí que lo era. La sonrisa en aquel bello rostro, sus ojos dulcificados por esa mirada, por un momento no supo si la contemplaba a ella de esa forma tan dulce, o se imaginaba que era Giulia, sonrió algo nerviosa y bajó la mirada, pero apretó las manos de la mujer en señal de asentimiento y agradecimiento.
Cuando la mujer habló sobre lo verdadero del amor que sentían Ruggero y Chiara, afirmando que las almas en esa casa se lo estaban contando un repelús le corrió por la espalda, aunque a decir verdad, ella ya se había dado cuenta, algo raro pasaba, olores, sensaciones de frio, suspiros, susurros, pero lo que más le llamaba la atención, era que no le daban miedo, al contrario los sentía como parte de su nuevo hogar. Escuchó atenta cuando ella le dijo - … soy una bruja, puedo ver, hablar, invocar, controlar y manipular a los muertos, y eso incluye almas y energías…- , abrió sus ojos y contempló asombrada los ajenos – como Giulia – dijo con una sonrisa en los labios, se sentía agradecida, pues podría conocer un poco a una mujer como su antepasado y eso la alegro, su corazón latía feliz como cuando era pequeña y su padre le traía un regalo de sus viajes a otros reinos, o cuando recibió aquel cofre en su décimo sexto cumpleaños, ese año su nana, le contó un poco la historia de Giulia, pero refiriéndose que como ella, Giulia estuvo separada de su hermano Girolamo por muchos años. Aun le dolía esos años de ausencia y recordaba los gritos de su padre diciéndole que Girolamo era un bastardo, que se alejara de él y que lo considerara muerto. Esos recuerdos entristecieron un poco a Chiara, - pero ya pasó, ahora lo tienes de nuevo a tu lado y también esta Ruggero, debes ser feliz por ello- pensó mientras Crystall soltaba sus manos.
Los ojos de la bruja se posaron en los suyos, eran tristes y a la vez parecían estar a punto de darle una sentencia -¿Sabes lo que les hacen a los desertores? Espero que tu esposo no haya sido tan idiota para ir al Vaticano como me lo informan las almas. Porque no regresará -, se quedó callada, la miró de hito en hito, mientras todo su ser temblaba, sintió como un frio intenso la cubriera y la piel se le puso blanca, sus labios cambiaron al azul y sus ojos perdieron la luz, casi sin voz gritó – No!, el volverá, no… por Dios… no! - las fuerzas se le desvanecieron y cayó al suelo inconsciente. En ese momento entraba Estella a retirar la bandeja, abrió la puerta y hablaba pidiendo permiso cuando vio cómo su ama se desvanecía a los pies de la invitada. Corrió a socorrerla y mientras la intentaba reanimas le gritó a la mujer – que le dijo, que era tan importante para ponerla en riesgo – la levantó un poco y acarició los cabellos de Chiara - Juan!!! Ven aquí, la señora, Juan!!! – gritaba desesperada, Chiara no reaccionaba y los segundos eran valiosos. Los ojos de la Mujer se llenaron de lágrimas – no se da cuenta que puede perder a la criatura! – le reprochó a Crystall mientras Juan, su esposo, entraba a la Sala y tomaba en vilo a la señora, partiendo apresurados a la habitación de Ruggero escaleras arriba. Estella miró con severidad a Crystall – no se quede ahí, cuando llegue el médico, usted tendrá que explicar que paso para que Chiara se desvaneciera así - no esperó respuestas y apresuró su paso subiendo las escaleras.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Su anfitriona tembló, una debilidad se manifestó en ella y histérica le gritó una esperanza del suceso que ella misma conocía. La criada entró a motivo de atenderlas y junto a Crystall fueron testigas de como Chiara se desvanecía.
Reaccionando a algo que Crystall no pudo, la criada se lanzó en auxilió de su ama. Estaba muy preocupada, se dedicó a reanimarla como una mujer de casa experimentada, de esas mujeres que conocen remedios para situaciones similares. Crystall seguía sin reaccionar.
—Que le dijo, que era tan importante para ponerla en riesgo— le gritó la criada al ver que su ama no respondía, y quizás en un intento de que Crystall hiciese algo. —La verdad— susurró la bruja con una voz baja que dudó que la criada haya escuchado.
El llanto de la criada no se hizo esperar, y llamó a otra persona, otro criado y disgustada, con voz molesta volvió a dirigirse a Crystall —no se da cuenta que puede perder a la criatura!—. «¿Perderá a la criatura?» y la bruja fue reaccionando, «¿está embarazada?»
El hombre entró, tomó en brazos a Chiara y se apresuró a salir de la sala. —no se quede ahí, cuando llegue el médico, usted tendrá que explicar que paso para que Chiara se desvaneciera así— riñó la criada, mirando severamente a la bruja. Crystall obedeció y subió las escaleras siguiendo el apresurado paso de la criada. Cuando llegaron a la bella habitación, Chiara fue depositada en la cama.
Crystall comprendió que cuando despertara Chiara no estaría bien, estaría inquieta. La razón de que corriera peligro su esposo, la incertidumbre podría incluso matarla en ese estado. –Tengo que hacer algo, no importa que suceda pero tengo que terminar con las dudas de ella. Si Ruggero sobrevivirá sólo conozco una persona que podrá saberlo... Derek– pensó mientras desviaba su mirada de la atención que daban a su anfitriona.
Tomó una de las almas con su poder titiritero y la acercó a ella, luego, usando su poder nigromante se comunicó ordenándole, —Ve y anuncia a mi hermano lo ocurrido, dile que lo necesito— susurró y vio desaparecer al alma. Crystall volvió a acercarse a Chiara, la criada la fulminó con la mirada. —Suficiente has hecho— reprendió. Mas Crystall no se ofendió, sino que se sentó en un sillón próximo y se recostó, entraría al cuerpo de Chiara mediante la posesión, consolaría el alma de la anfitriona para que al reaccionar despertara tranquila.
La bruja parpadeó y abandonó su cuerpo, flotó como las almas y se dirigió hacía el cuerpo inconsciente de su anfitriona. Esta era la primera vez en la que Crystall tomaba posesión de un cuerpo mortal.
El alma se recostó sobre el cuerpo de Chiara y como si se tratara de abrir una puerta, Crystall se halló dentro de ella. Buscó el alma en la mente, en una perfecta recreación de una mansión, reviso cada habitación, hasta que la encontró llorando en una recamara.
—Tranquila Chiara, todo saldrá bien— pronunció mientras se acercaba lentamente, aunque Crystall no supo porqué dijo esas palabras o si eran las adecuadas. Llegó hasta el alma y la tomó en brazos, de forma fraternal y besó la frente de su bello rostro. —Te prometo que no permitiré que le suceda algo a tu esposo, si mi propósito es resguardar su amor, hago una alianza a su amor. Mi esposo viene en camino, el revelará la suerte de Ruggero, él nos dirá cuando regresará— le dijo sonriéndole, en una sonrisa de esperanza.
Reaccionando a algo que Crystall no pudo, la criada se lanzó en auxilió de su ama. Estaba muy preocupada, se dedicó a reanimarla como una mujer de casa experimentada, de esas mujeres que conocen remedios para situaciones similares. Crystall seguía sin reaccionar.
—Que le dijo, que era tan importante para ponerla en riesgo— le gritó la criada al ver que su ama no respondía, y quizás en un intento de que Crystall hiciese algo. —La verdad— susurró la bruja con una voz baja que dudó que la criada haya escuchado.
El llanto de la criada no se hizo esperar, y llamó a otra persona, otro criado y disgustada, con voz molesta volvió a dirigirse a Crystall —no se da cuenta que puede perder a la criatura!—. «¿Perderá a la criatura?» y la bruja fue reaccionando, «¿está embarazada?»
El hombre entró, tomó en brazos a Chiara y se apresuró a salir de la sala. —no se quede ahí, cuando llegue el médico, usted tendrá que explicar que paso para que Chiara se desvaneciera así— riñó la criada, mirando severamente a la bruja. Crystall obedeció y subió las escaleras siguiendo el apresurado paso de la criada. Cuando llegaron a la bella habitación, Chiara fue depositada en la cama.
Crystall comprendió que cuando despertara Chiara no estaría bien, estaría inquieta. La razón de que corriera peligro su esposo, la incertidumbre podría incluso matarla en ese estado. –Tengo que hacer algo, no importa que suceda pero tengo que terminar con las dudas de ella. Si Ruggero sobrevivirá sólo conozco una persona que podrá saberlo... Derek– pensó mientras desviaba su mirada de la atención que daban a su anfitriona.
Tomó una de las almas con su poder titiritero y la acercó a ella, luego, usando su poder nigromante se comunicó ordenándole, —Ve y anuncia a mi hermano lo ocurrido, dile que lo necesito— susurró y vio desaparecer al alma. Crystall volvió a acercarse a Chiara, la criada la fulminó con la mirada. —Suficiente has hecho— reprendió. Mas Crystall no se ofendió, sino que se sentó en un sillón próximo y se recostó, entraría al cuerpo de Chiara mediante la posesión, consolaría el alma de la anfitriona para que al reaccionar despertara tranquila.
La bruja parpadeó y abandonó su cuerpo, flotó como las almas y se dirigió hacía el cuerpo inconsciente de su anfitriona. Esta era la primera vez en la que Crystall tomaba posesión de un cuerpo mortal.
El alma se recostó sobre el cuerpo de Chiara y como si se tratara de abrir una puerta, Crystall se halló dentro de ella. Buscó el alma en la mente, en una perfecta recreación de una mansión, reviso cada habitación, hasta que la encontró llorando en una recamara.
—Tranquila Chiara, todo saldrá bien— pronunció mientras se acercaba lentamente, aunque Crystall no supo porqué dijo esas palabras o si eran las adecuadas. Llegó hasta el alma y la tomó en brazos, de forma fraternal y besó la frente de su bello rostro. —Te prometo que no permitiré que le suceda algo a tu esposo, si mi propósito es resguardar su amor, hago una alianza a su amor. Mi esposo viene en camino, el revelará la suerte de Ruggero, él nos dirá cuando regresará— le dijo sonriéndole, en una sonrisa de esperanza.
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Chiara, se encontró en su querida Villa Scotty, no podía entender como había llegado allí pero se alegró porque su amado esposo le había dicho que pasaría por aquella propiedad de camino a Los Estados Pontificios, si tenía suerte lo encontraría. Se sentía tan bien, su cuerpo no pesaba, no estaba mareada y… pronto él la abrasaría, le diría que todo lo dicho por Crystall era mentira, que él estaría bien y que regresarían juntos, rió feliz mientras caminaba casi corriendo por el pasillo que llevaba a su recamara, estaba segura que la esperaría allí.
Abrió la puerta con la urgencia de una niña que busca su regalo, con una enorme sonrisa – Ruggero, amor mío, ya llegue…- pero la habitación estaba vacía, era cierto, el perfume de su amado envolvía toda la estancia pero no lo encontraba, el balcón con su vidriería abierta y las cortinas de gasa tamizando el sol la llamaban, sintió el sonido de cascos en el exterior y corrió hasta salir al balcón, entonces lo distinguió, era él, pero se alejaba, cada vez más, desesperada gritó con todas sus fuerza – Ruggero, aquí estoy, no me dejes, vuelve… vuelve…- pero él estaba demasiado lejos y no la escucharía, siguió llamándolo, sus fuerzas la había abandonado nuevamente y se dejó caer en el piso del balcón, lloró con desesperación y frustración, la última oportunidad para salvarlo o para unir sus destinos se esfumaba.
Con dificultad caminó hacia el interior del dormitorio y en la cama se dejó caer, abrazando la almohada que aun retenía el perfume de ese ser que tanto amaba. Se preguntó qué haría de su vida si lo expresado por la bruja, se volvía realidad. Entonces una voz suave y melodiosa, como la suya propia, surgió desde las sombras de la habitación, - sabes bien que hacer, ¿o acaso lo has olvidado? – Le preguntó mientras una mujer de rojos cabellos y la apariencia de un ángel se acercaba, - pequeña, sabes que escondido entre mi diario está el veneno que te llevará a sus brazos y no deberás temer. ¿Si, él, ya no está en este mundo, que esperaras para buscarlo? – Chiara supo al instante quien era, le sonrió tristemente y extendió sus brazos buscando su consuelo – si, Giulia, si él me deja, te prometo que buscaré tu regalo aquel que abrirá las puertas de esta celda y me deje volar hasta sus brazos – dijo, mientras sentía el abrazo y las caricias en su espalda y en su rubia cabelleras. Así se quedó por un tiempo que no pudo precisar, la mujer como había llegado se fue, dejándola sola nuevamente y prorrumpió en llanto.
La luz del atardecer se extendía por la habitación cuando por la puerta entró otra figura, al principio, por sus lágrimas no la reconoció, pero conforme se iba acercando y en el momento que le habló, no tuvo dudas de quien se trataba. La bruja, se detuvo a su lado —Tranquila Chiara, todo saldrá bien—, le sonrió tristemente – ¿cómo puede decirme eso, luego de afirmar que él no volvería más a mí? – se dijo, no la miró a los ojos, no quería que viera su poca fe, siguió acariciando un pañuelo, que sabía pertenecía a su esposo, pero no entendía cómo había llegado a sus manos.
Crystall se acercó aún más, la abrazó, besó su frente y Chiara sorprendida y angustiada se dejó consolar, mientras que por el hombro de la mujer, veía a su amada tía abuela, que le sonreía y mostraba la botellita con el veneno antes de desvanecerse en el aire. Entonces escuchó nuevamente la voz dulce de Crystall —Te prometo que no permitiré que le suceda algo a tu esposo, si mi propósito es resguardar su amor, hago una alianza a su amor. Mi esposo viene en camino, el revelará la suerte de Ruggero, él nos dirá cuando regresará— le sonrió incrédula, ¿cómo llegaría si se encontraban en Siena?, pero esas palabras la consolaron, dejó que sus ojos se cerraran y en un interminable suspiro dejo que su alma abatida descansara.
Cuando quiso volver a abrir los ojos, esto le costó muchísimo, apenas abriéndolos distinguió que ya no se encontraba en Villa Scotty, sino su casa, la de Ruggero, el peso en su pecho no era tan fuerte, dejo que las lágrimas fluyeran, giró su cabeza hacia el balcón, al sillón que le traía tantos recuerdos y entonces la vio, allí se encontraba la bruja, mirándola, con ternura. Trató de expresar una sonrisa pero todo le causaba un gran esfuerzo.
Volvió a girar su cabeza y encontró la mirada angustiada de Estella - ¿se encuentra mejor, señora? – le preguntó, Chiara asintió con un leve movimiento de su cabeza - ya está en camino el médico, no por favor no se mueva, solo descanse – le sonrió y vio que se acercaba a su invitada, seguramente para echarla – Estella, deja que la Señora Van Wijs se quede y cuando llegue su esposo tráelo hasta aquí – la criada la miró algo sorprendida pero asintió con la cabeza, sin muchas ganas de dejar a su ama y aquella extraña mujer solas en el cuarto.
Al quedar solas, Chiara miró a su tocador y allí lo vio, entre medio de todos sus perfumes, una adorable botella de cristal de Murano del color de los ojos de su amado – esa es la llave que te conducirá a tu amado – se dijo antes de caer nuevamente en la inconciencia.
Abrió la puerta con la urgencia de una niña que busca su regalo, con una enorme sonrisa – Ruggero, amor mío, ya llegue…- pero la habitación estaba vacía, era cierto, el perfume de su amado envolvía toda la estancia pero no lo encontraba, el balcón con su vidriería abierta y las cortinas de gasa tamizando el sol la llamaban, sintió el sonido de cascos en el exterior y corrió hasta salir al balcón, entonces lo distinguió, era él, pero se alejaba, cada vez más, desesperada gritó con todas sus fuerza – Ruggero, aquí estoy, no me dejes, vuelve… vuelve…- pero él estaba demasiado lejos y no la escucharía, siguió llamándolo, sus fuerzas la había abandonado nuevamente y se dejó caer en el piso del balcón, lloró con desesperación y frustración, la última oportunidad para salvarlo o para unir sus destinos se esfumaba.
Con dificultad caminó hacia el interior del dormitorio y en la cama se dejó caer, abrazando la almohada que aun retenía el perfume de ese ser que tanto amaba. Se preguntó qué haría de su vida si lo expresado por la bruja, se volvía realidad. Entonces una voz suave y melodiosa, como la suya propia, surgió desde las sombras de la habitación, - sabes bien que hacer, ¿o acaso lo has olvidado? – Le preguntó mientras una mujer de rojos cabellos y la apariencia de un ángel se acercaba, - pequeña, sabes que escondido entre mi diario está el veneno que te llevará a sus brazos y no deberás temer. ¿Si, él, ya no está en este mundo, que esperaras para buscarlo? – Chiara supo al instante quien era, le sonrió tristemente y extendió sus brazos buscando su consuelo – si, Giulia, si él me deja, te prometo que buscaré tu regalo aquel que abrirá las puertas de esta celda y me deje volar hasta sus brazos – dijo, mientras sentía el abrazo y las caricias en su espalda y en su rubia cabelleras. Así se quedó por un tiempo que no pudo precisar, la mujer como había llegado se fue, dejándola sola nuevamente y prorrumpió en llanto.
La luz del atardecer se extendía por la habitación cuando por la puerta entró otra figura, al principio, por sus lágrimas no la reconoció, pero conforme se iba acercando y en el momento que le habló, no tuvo dudas de quien se trataba. La bruja, se detuvo a su lado —Tranquila Chiara, todo saldrá bien—, le sonrió tristemente – ¿cómo puede decirme eso, luego de afirmar que él no volvería más a mí? – se dijo, no la miró a los ojos, no quería que viera su poca fe, siguió acariciando un pañuelo, que sabía pertenecía a su esposo, pero no entendía cómo había llegado a sus manos.
Crystall se acercó aún más, la abrazó, besó su frente y Chiara sorprendida y angustiada se dejó consolar, mientras que por el hombro de la mujer, veía a su amada tía abuela, que le sonreía y mostraba la botellita con el veneno antes de desvanecerse en el aire. Entonces escuchó nuevamente la voz dulce de Crystall —Te prometo que no permitiré que le suceda algo a tu esposo, si mi propósito es resguardar su amor, hago una alianza a su amor. Mi esposo viene en camino, el revelará la suerte de Ruggero, él nos dirá cuando regresará— le sonrió incrédula, ¿cómo llegaría si se encontraban en Siena?, pero esas palabras la consolaron, dejó que sus ojos se cerraran y en un interminable suspiro dejo que su alma abatida descansara.
Cuando quiso volver a abrir los ojos, esto le costó muchísimo, apenas abriéndolos distinguió que ya no se encontraba en Villa Scotty, sino su casa, la de Ruggero, el peso en su pecho no era tan fuerte, dejo que las lágrimas fluyeran, giró su cabeza hacia el balcón, al sillón que le traía tantos recuerdos y entonces la vio, allí se encontraba la bruja, mirándola, con ternura. Trató de expresar una sonrisa pero todo le causaba un gran esfuerzo.
Volvió a girar su cabeza y encontró la mirada angustiada de Estella - ¿se encuentra mejor, señora? – le preguntó, Chiara asintió con un leve movimiento de su cabeza - ya está en camino el médico, no por favor no se mueva, solo descanse – le sonrió y vio que se acercaba a su invitada, seguramente para echarla – Estella, deja que la Señora Van Wijs se quede y cuando llegue su esposo tráelo hasta aquí – la criada la miró algo sorprendida pero asintió con la cabeza, sin muchas ganas de dejar a su ama y aquella extraña mujer solas en el cuarto.
Al quedar solas, Chiara miró a su tocador y allí lo vio, entre medio de todos sus perfumes, una adorable botella de cristal de Murano del color de los ojos de su amado – esa es la llave que te conducirá a tu amado – se dijo antes de caer nuevamente en la inconciencia.
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
"Abrigamos muchos prejuicios si no dudamos, alguna vez,
de todo en lo que hallemos la menor sospecha de incertidumbre"
René Descartes
de todo en lo que hallemos la menor sospecha de incertidumbre"
René Descartes
Derek despertó tarde. Últimamente lo estaba haciendo, el matrimonio con su hermana comenzaba a verse a los ojos de Derek diferente, como cuando se le da forma a una vasija; de su materia original a su moldeo final, así Derek notaba el cambio de su relación con ella. Y así justificó la ausencia de Crystall.
Cuando se levantó camino al baño, había agua ya preparada, aún estaba tibia por lo que no hacía mucho que había sido preparada. Derek se bañó y más tarde se vistió. Luego, estando perfectamente limpio y vestido de traje, con una camisa roja escarlata y gemelos de rubí, Derek fue a su biblioteca y comenzó a leer sentado en su sillón carmín.
Se encontraba concentrado en su lectura cuando de pronto un fuerte aire se coló por los ventanales abiertos, el viento tomó una apariencia humanoide forzando a que Derek le prestara atención. La manifestación de corrientes chocó contra varios libros y éstos cayeron al suelo. Derek se levantó irritado. –¿Qué demonios?– pensó y fue a donde los libros estaban abiertos, y ahí entre las hojas varias palabras se estaban escribiendo.
Derek se agachó y tomó el libro, “¡Te necesito!” estaba escrito en grande y lo acompañaba una dirección... –¿Mansión Rosso? Pero que está haciendo allá– pensó con desaprobación y salió una vez que las letras dejaron de aparecer.
Salió por los ventanales de la biblioteca, y corrió hasta donde estaban los caballos, Damian lo vio y se acercó. Sin embargo, no le dijo nada, sólo dejó que su amo tomara el caballo negro de crines largas y salió a toda velocidad.
Derek no era buen jinete por lo que montar a Seth le estaba costado trabajo, pero con el tiempo se idealizó y domó completamente al animal, haciéndose uno con él.
Y llegó, era una colosal construcción, inclusive más majestuosa que la de los Van Wijs, –Lo que la iglesia puede comprar– se dijo reprobando con la cabeza. Y a su sorpresa ya lo esperaban.
—¿Señor Van Wijs?— dijo un hombre en la entrada, un sirviente. Derek asintió con expresión seria. —Por favor, sigame mi señora y su esposa lo esperan— continuó. En éstas Derek desmontaba y miró fijamente al hombre, —¿Su señora?... ¿Y el señor Rosso?— preguntó y sin embargo no esperó respuesta y perdió los ojos del presente llevándolos al futuro.
Pudo ver a Crystall en una lujosa habitación, estaba sentada junto a una mujer... ¿Acaso era la mujer de la Alianza? Chiara había pronunciado Crystall en la visión, y también estaba Derek, sosteniendo las manos de Chiara.
—Salió de viaje— dijo el hombre y el trance de Derek terminó, la visión se esfumó. Como cuando alguien echa una cubeta de agua sobre un montículo de tierra y ésta se riega hasta dejar de ser visible, así la visión desapareció. —Lleveme entonces— le apresuró Derek, Crystall no corría peligro pero la presencia de Chiara y él tomándole la mano le intrigó... –¿Qué es lo que buscas Crystall?– pensó.
Entraron a una gran sala y subieron por las escaleras, recorrieron un pasillo alfombrado y llegaron hasta unas finas y perfectamente talladas puertas. El sirviente tocó preparando nuestra entrada. Por dentro se escuchó la autorización y el sirviente seguido de Derek entraron a la habitación. Si, era justo como la había visualizado, con cada detalle, las dos con los mismos vestidos, las mismas joyas y apariencia.
Crystall se acercó a él y lo besó en los labios, en un beso tímido. —Tienes que ayudarla— dijo y Derek se desconcertó.
Chiara lucía frágil, estaba débil... ¿pero que esperaba Crystall de él... Qué la curara con sus manos o algo así, Crystall sabía que Derek no podría hacer eso? Y la intriga creció en él.
—Dime de una vez Crystall, ¿qué es lo que quieres que haga?— le dijo con calma sin dejar de ver los hermosos ojos de Chiara, luceros grises y capturaron el interés de Derek, así como el anzuelo en una caña de pescar, un anzuelo que engaña al pez y lo conduce a su final. Así sus ojos frágiles e inocentes sedujeron la atención de Derek.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Chiara se traquilizó y cerró sus ojos, Crystall supo que estaría por despertar y no era prudente seguir ahí. Se alejó y salió por la puerta. Afuera, en aquel pasillo lujoso todo se desmoronó y el alma de Crystall salió expulsada como si algo la succionara desde afuera.
Estando afuera se dirigió directamente a su cuerpo, era muy recelosa a la hora de abandonar su carne, siempre tenía el temor de que algún alma tomara posesión de él. Aunque Crystall supiera que era poco probable y a la bruja no le sería difícil expulsar el alma para recuperar el cuerpo, después de todo. Cuerpo y alma son uno.
Crystall se reincorporó sentándose verticalmente y con la espalda derecha, como una dama. A Chiara le ayudaron a reincorporarse, estaba sentada y respiraba más tranquila, aún estaba débil y cuando la criada sintió que podía dejarla sola. Se levantó a dirigirse a Crystall, sus gestos solo le decían una cosa a Crystall... La echaría de la mansión «¿Quién no actuaría así después de que dañaran a un ser querido?» Pero Chiara intervino, le ordenó dejar la compañía de Crystall y anunció que llegaría Derek y debía ser llevado a donde ellas.
Cuando estuvieron solas Crystall se levantó y caminó hasta ella, sentándose en la cama, junto a su anfitriona y le tomó las manos. Sonreía dulcemente con la boca y los ojos, Crystall sintió de pronto un cariño especial por Chiara. —Había venido a esta mansión a matar a Ruggero o que él lo hicera conmigo...— soltó las manos de Chiara y desvió su mirada, entristeció y continuó —... Y es que, una inquisidora nos amenaza, no quería que tuviera un aliado más— Crystall pensó en Killer Bee y se reprendió por no haberse dado cuenta de que era una inquisidora.
Ella le había abierto las puertas a su vida, a sus secretos... Ella había condenado su matrimonio y sentía el deber de protegerlo.
De pronto se puso de pie y caminó hasta el sillón, donde volvió a sentarse. —No me arrepiento de haber venido, ahora sé que no tenemos de que preocuparnos— y sonrió. Un tristeza la abrazó difuminando la dulzura de su rostro. Temía que Derek le mostrara a Chiara muerte y destrucción, quería a Chiara, así como quería a Dalma. Y estaba preparada para salir a donde estuviera Ruggero y pensó en la ironía «¿Qué pasaría en ese encuentro?»
Los recuerdos de la inquisición regresaron a su mente y lágrimas volvieron a generarse en sus ojos, como hubiera deseado que su primera vez hubiera sido como la que las almas que describían el encuentro de Chiara y Ruggero. Y de pronto se echó a llorar, con tanto sentimiento que no pudo parar pese a que siempre se había reservado a llorar en silencio, en soledad o al menos con mortales, pues Dalma siempre estaba ahí para consolarla y le hubiera gustado que estuviera ahí para eso, consolarla, pues Dalma sabría perfectamente de que iba su llanto.
Entonces sintió a su anfitriona junto a ella y un alivió reconfortante la apaciguó, el llanto comenzó a cesar hasta que sólo sollozaba. Tocaron a la puerta y anunciaron a Derek, Crystall limpió sus lágrimas y cuando vio a su hermano corrió hasta él como lo hace una niña al ver lo que más quiere y se lanzó a sus brazos. Lo besó y después vio a su anfitriona.
—Tienes que ayudarla— pidió Crystall mientras Derek la contemplaba, mientras él analizaba a su anfitriona. —Ella es la señora Di Rosso, su esposo es Ruggero Rosso y necesita nuestra ayuda... Ha abandonado la iglesia y fue al Vaticano a hacer oficial su renuncia, sólo queremos que uses tu premonición y nos digas su futuro, bueno o malo— continuó después de que Derek le hiciera la primera pregunta.
—¿Por qué ayudaría al hombre intentó matarme?— respondió indiferente, «¿y no era difícil ayudar al hombre que atento contra ti?» era algo que Crystall no había pensado, realmente creía que Derek haría lo que Crystall pediría.
—Por mí... Por ella... Por su amor— dijo Crystall con esperanza y mirandolo dulcemente.
Estando afuera se dirigió directamente a su cuerpo, era muy recelosa a la hora de abandonar su carne, siempre tenía el temor de que algún alma tomara posesión de él. Aunque Crystall supiera que era poco probable y a la bruja no le sería difícil expulsar el alma para recuperar el cuerpo, después de todo. Cuerpo y alma son uno.
Crystall se reincorporó sentándose verticalmente y con la espalda derecha, como una dama. A Chiara le ayudaron a reincorporarse, estaba sentada y respiraba más tranquila, aún estaba débil y cuando la criada sintió que podía dejarla sola. Se levantó a dirigirse a Crystall, sus gestos solo le decían una cosa a Crystall... La echaría de la mansión «¿Quién no actuaría así después de que dañaran a un ser querido?» Pero Chiara intervino, le ordenó dejar la compañía de Crystall y anunció que llegaría Derek y debía ser llevado a donde ellas.
Cuando estuvieron solas Crystall se levantó y caminó hasta ella, sentándose en la cama, junto a su anfitriona y le tomó las manos. Sonreía dulcemente con la boca y los ojos, Crystall sintió de pronto un cariño especial por Chiara. —Había venido a esta mansión a matar a Ruggero o que él lo hicera conmigo...— soltó las manos de Chiara y desvió su mirada, entristeció y continuó —... Y es que, una inquisidora nos amenaza, no quería que tuviera un aliado más— Crystall pensó en Killer Bee y se reprendió por no haberse dado cuenta de que era una inquisidora.
Ella le había abierto las puertas a su vida, a sus secretos... Ella había condenado su matrimonio y sentía el deber de protegerlo.
De pronto se puso de pie y caminó hasta el sillón, donde volvió a sentarse. —No me arrepiento de haber venido, ahora sé que no tenemos de que preocuparnos— y sonrió. Un tristeza la abrazó difuminando la dulzura de su rostro. Temía que Derek le mostrara a Chiara muerte y destrucción, quería a Chiara, así como quería a Dalma. Y estaba preparada para salir a donde estuviera Ruggero y pensó en la ironía «¿Qué pasaría en ese encuentro?»
Los recuerdos de la inquisición regresaron a su mente y lágrimas volvieron a generarse en sus ojos, como hubiera deseado que su primera vez hubiera sido como la que las almas que describían el encuentro de Chiara y Ruggero. Y de pronto se echó a llorar, con tanto sentimiento que no pudo parar pese a que siempre se había reservado a llorar en silencio, en soledad o al menos con mortales, pues Dalma siempre estaba ahí para consolarla y le hubiera gustado que estuviera ahí para eso, consolarla, pues Dalma sabría perfectamente de que iba su llanto.
Entonces sintió a su anfitriona junto a ella y un alivió reconfortante la apaciguó, el llanto comenzó a cesar hasta que sólo sollozaba. Tocaron a la puerta y anunciaron a Derek, Crystall limpió sus lágrimas y cuando vio a su hermano corrió hasta él como lo hace una niña al ver lo que más quiere y se lanzó a sus brazos. Lo besó y después vio a su anfitriona.
—Tienes que ayudarla— pidió Crystall mientras Derek la contemplaba, mientras él analizaba a su anfitriona. —Ella es la señora Di Rosso, su esposo es Ruggero Rosso y necesita nuestra ayuda... Ha abandonado la iglesia y fue al Vaticano a hacer oficial su renuncia, sólo queremos que uses tu premonición y nos digas su futuro, bueno o malo— continuó después de que Derek le hiciera la primera pregunta.
—¿Por qué ayudaría al hombre intentó matarme?— respondió indiferente, «¿y no era difícil ayudar al hombre que atento contra ti?» era algo que Crystall no había pensado, realmente creía que Derek haría lo que Crystall pediría.
—Por mí... Por ella... Por su amor— dijo Crystall con esperanza y mirandolo dulcemente.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Su invitada, al quedar las dos solas, se acercó al lecho y se sentó a su lado, ella se ruborizó un poco, ese lugar era su santuario, su refugio y estaba colmado de recuerdos de la única noche que hasta el momento su amado y ella habían convivido como esposos, sus ojos siempre la habían traicionado revelando sus sentimientos, por ello miró la mano suave de la mujer, esquivando sus ojos, para que no pudiera contemplar la pasión, que despertaba en ella el recuerdo de su amado. Las manos que tomaban las suyas eran tan bellas y delicadas que pensó en las de su madre que siempre que se encontraba mal venía a darle consuelo. Volvió a levantar su mirada y la fijó en esos bellos astros.
Cuando Crystall le reveló sus verdaderas intenciones al llegar a la mansión - Había venido a esta mansión a matar a Ruggero o que él lo hiciera conmigo… - aquellas palabras no la asustaron, apretó las manos de la bruja y muy suave le contesto – no te aflijas, en tu lugar hubiera hecho lo mismo – se sonrió tristemente – perdón… perdón por lo que Ruggero trató de hacerles – bajó su mirada mientras escuchaba sobre la inquisidora que los estaba amenazando. La bruja soltó sus manos y se incorporó, dirigiéndose al sillón y sentándose, la escuchó decirle que no se arrepentía de estar allí ya que con eso se habían podido conocer, Chiara asintió con un leve movimiento de su cabeza y le devolvió la sonrisa – agradezco al destino que te puso en mi camino – le dijo, mientras la contemplaba, vio como algo pasaba en el interior de aquel ser, la sonrisa se desvanecía y una gran tristeza la estaba envolviendo.
De pronto las lágrimas manaban libres de aquellos luceros apagados por la tristeza, la mujer comenzó a llorar con una intensidad tan grande que el corazón de Chiara se le arrugó de angustia. Con las pocas fuerzas que lograban volver a ella, se levantó y se dirigió a su lado, acuclillada la abrazó, acarició sus bellos y suaves cabellos, besó su coronilla – no te preocupes no dejaré que nada malo les pase, mi hermano los protegerá, Ruggero lo hará y si debo pedir que Girolamo mueva sus influencias también lo hare, pero te prometo que no dejaré que esa inquisidora les haga daño – suplicó al cielo por que le permitiera cumplir con su promesa, que su hermano le hiciera caso no era problema, que Ruggero cuidara a los que antes perseguía por amor, era un poco más difícil pero no imposible,pero que las influencias que como condesa podría haber tenido ante el Estado pontificio, esas se habían casi extinguido o por lo menos eso creía, ella no conocía ningún secreto – aunque… - caviló, - Girolamo siempre tenía un haz bajo la manga, querido sinvergüenza – se reconfortó pensando en su adorado hermano y abrazó con fuerza a su nueva amiga.
Tocaron a la puerta y Chiara se reincorporó, se dirigió a su lecho, acomodada, dio permiso para que entraran. Detrás de Juan, venía un hombre que ella había visto antes, - pero donde – se dijo, entonces recordó, en una calle de Paris hacía unos meses atrás, allí los conoció a ambos, pero entonces eran novios, siempre le habían parecido una pareja preciosa, es más, recordaba que en ese momento hasta había sentido envidia del amor que se profesaban delante de cualquier persona – Ojalá alguna vez alguien me ame así – había pensado en ese momento, sonrió tímidamente, mientras Crystall corría a los brazos de su amado, como ella lo hacía cuando veía llegar a Ruggero a sus encuentros, como ese hermoso día en el Jardín Botánico, - que lejanos parecen esos días – pensó con tristeza y ese sentimiento se coló nuevamente en su corazón.
Desde donde Chiara se encontraba no pudo escuchar lo que se decían pero podía ver el rostro del esposo de Crystall, fijó sus ojos en los del hombre, siempre hacía eso, recordó lo que su nana le explicaba – si una persona mira en tus ojos y tú en los suyos, si su mirada es cristalina como el agua de una fuente, si no rehúye tu mirada y si éstas no se tiñen con rencor, entonces puedes, hija mía, saber que el alma de aquella persona es pura como el lirio que a pesar de la intemperie florece para dar al mundo su belleza – mantuvo fijos sus ojos en los ajenos y no pudo controlar sus lágrimas cuando en una angustiada y silenciosa suplica le pedía que perdonara los errores de su amado. Esos ojos como los de Crystall solo mostraban almas inmaculada, dolidas, angustiadas, cargadas de sufrimiento pero bellas como los lirios de su amada villa.
Cuando Crystall le reveló sus verdaderas intenciones al llegar a la mansión - Había venido a esta mansión a matar a Ruggero o que él lo hiciera conmigo… - aquellas palabras no la asustaron, apretó las manos de la bruja y muy suave le contesto – no te aflijas, en tu lugar hubiera hecho lo mismo – se sonrió tristemente – perdón… perdón por lo que Ruggero trató de hacerles – bajó su mirada mientras escuchaba sobre la inquisidora que los estaba amenazando. La bruja soltó sus manos y se incorporó, dirigiéndose al sillón y sentándose, la escuchó decirle que no se arrepentía de estar allí ya que con eso se habían podido conocer, Chiara asintió con un leve movimiento de su cabeza y le devolvió la sonrisa – agradezco al destino que te puso en mi camino – le dijo, mientras la contemplaba, vio como algo pasaba en el interior de aquel ser, la sonrisa se desvanecía y una gran tristeza la estaba envolviendo.
De pronto las lágrimas manaban libres de aquellos luceros apagados por la tristeza, la mujer comenzó a llorar con una intensidad tan grande que el corazón de Chiara se le arrugó de angustia. Con las pocas fuerzas que lograban volver a ella, se levantó y se dirigió a su lado, acuclillada la abrazó, acarició sus bellos y suaves cabellos, besó su coronilla – no te preocupes no dejaré que nada malo les pase, mi hermano los protegerá, Ruggero lo hará y si debo pedir que Girolamo mueva sus influencias también lo hare, pero te prometo que no dejaré que esa inquisidora les haga daño – suplicó al cielo por que le permitiera cumplir con su promesa, que su hermano le hiciera caso no era problema, que Ruggero cuidara a los que antes perseguía por amor, era un poco más difícil pero no imposible,pero que las influencias que como condesa podría haber tenido ante el Estado pontificio, esas se habían casi extinguido o por lo menos eso creía, ella no conocía ningún secreto – aunque… - caviló, - Girolamo siempre tenía un haz bajo la manga, querido sinvergüenza – se reconfortó pensando en su adorado hermano y abrazó con fuerza a su nueva amiga.
Tocaron a la puerta y Chiara se reincorporó, se dirigió a su lecho, acomodada, dio permiso para que entraran. Detrás de Juan, venía un hombre que ella había visto antes, - pero donde – se dijo, entonces recordó, en una calle de Paris hacía unos meses atrás, allí los conoció a ambos, pero entonces eran novios, siempre le habían parecido una pareja preciosa, es más, recordaba que en ese momento hasta había sentido envidia del amor que se profesaban delante de cualquier persona – Ojalá alguna vez alguien me ame así – había pensado en ese momento, sonrió tímidamente, mientras Crystall corría a los brazos de su amado, como ella lo hacía cuando veía llegar a Ruggero a sus encuentros, como ese hermoso día en el Jardín Botánico, - que lejanos parecen esos días – pensó con tristeza y ese sentimiento se coló nuevamente en su corazón.
Desde donde Chiara se encontraba no pudo escuchar lo que se decían pero podía ver el rostro del esposo de Crystall, fijó sus ojos en los del hombre, siempre hacía eso, recordó lo que su nana le explicaba – si una persona mira en tus ojos y tú en los suyos, si su mirada es cristalina como el agua de una fuente, si no rehúye tu mirada y si éstas no se tiñen con rencor, entonces puedes, hija mía, saber que el alma de aquella persona es pura como el lirio que a pesar de la intemperie florece para dar al mundo su belleza – mantuvo fijos sus ojos en los ajenos y no pudo controlar sus lágrimas cuando en una angustiada y silenciosa suplica le pedía que perdonara los errores de su amado. Esos ojos como los de Crystall solo mostraban almas inmaculada, dolidas, angustiadas, cargadas de sufrimiento pero bellas como los lirios de su amada villa.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
“Acepta las cosas a las que el destino te ata, ama a la gente a la que el destino
te ha unido, pero hazlo todo con tu corazón”
Marco Elio Aurelio
te ha unido, pero hazlo todo con tu corazón”
Marco Elio Aurelio
¿Por qué le pedía eso Crystall, no era que ayudara directamente al inquisidor que pretendió matarlo, pero era una forma de favorecer?
Derek suspiró luego de los argumentos de Crystall, pese a que no quería hacerlo, lo aceptaría, ayudaría a esa mujer y a su esposo si era necesario, no por ellos, sino por Crystall que parecía les importaba y mucho.
Derek caminó hasta la anfitriona sin dejar de mirar sus ojos, ella no rehuía a su mirada, lo seguía. —Buenos días señora Di Rosso— saludó con una reverencia y le tomó de las manos, —disculpe mi atrevimiento, pero creo que lo que desea es saber la sombra del futuro de su esposo... Y sólo tomándola de las manos podré que lo vea por sus propios y no escucharlos de mis palabras— y se sentó junto a ella.
Pero lo que vio Derek no era lo que deseaba, en vez de premonición, la reminiscencia se había activado al tocar la cama.
Era una noche, una noche en que la cama no sólo resguardó el sueño del matrimonio Rosso, sino, la pasión del consumo de dos cuerpos. Vio la desnudez de su anfitriona, su cuerpo blanco y torneado que en manos del inquisidor dejaba marcas rojas. Pero también vio la desnudez de Ruggero. Derek cerró sus ojos y agachó su cabeza en un intento vano de difuminar la visión.
Se levantó y la visión desapareció, aquella cama y los pensamientos de Chiara acerca de ella, de la intimidad de su lecho le hacían a Derek su tarea más difícil.
—Por favor, acompáñeme al sillón, ahí estaremos más cómodos— y ayudó a levantarse a Chiara, estaba débil por lo que la tomó de la cintura, no apresuraron el paso, no existía ninguna prisa. Cuando se sentaron nuevamente, Derek volvió a tomarla de las manos, ya estaban calientes y sudorosas. Derek volvió a buscar esos hermosos luceros. —¿Lista?—
Y la visión se reveló a ambos, una gran explanada con muchos inquisidores eran testigos del caminar de Ruggero. Todos ignorantes a lo que el ex-inquisidor pretendía. Todos en lo suyo. Derek adelantó el tiempo y vieron al Papa discutiendo con el inquisidor, no había sonido, regularmente no lo había. La discusión de ambos creció, ambos se atacaban con ademanes y Ruggero le dio la espalda, pero no existía peligro. De pronto, no una escena, una imagen, una noche oscura y la inquisidora que asechaba a los Van Wijs... “Killer Bee”, Derek se vio sorprendido. La imagen se desvaneció. Un nuevo escenario, y éste con sonido, los jardines de la mansión Rosso, Ruggero, su esposa, Crystall, Killer Bee y otro hombre, otro inquisidor.
—Sabías que tarde o temprano llegaría este momento— dijo Killer Bee y apuntó a Ruggero.
Nuevas imágenes al azar: Ruggero llorando con una carta en mano. Un hombre que Chiara llamó hermano golpéando una mesa irritado. Killer Bee golpeando a Ruggero. Un torbellino rodeando a Crystall con ojos inyectados de sangre y lágrimas corriendo por sus mejillas. El Papa entregando un pergamino a Killer Bee. Killer Bee saliendo de una cabaña cerca de un lago. Chiara embarazada de unos 6 meses. Una discusión de Chiara y su hermano. Killer Bee mostrando una sonrisa maliciosa. Chiara intentando apaciguar la ira de Ruggero. El duque Emerick y aliados en otra reunión. Un lobo asechando la mansión Rosso. El inquisidor que acompaña a Killer Bee solo frente a los Rosso. Crystall conversando con Ruggero. Derek rechazando la disculpa de Ruggero. Killer Bee, esta vez con cabello rubio y largo. Chiara con bebé en brazos. Killer Bee arrojando un revólver a los pies de Ruggero “ llamándolo maestro”. Crystall auxiliando el inconsciente cuerpo de Chiara. Ruggero visitando una tumba. Chiara dando a luz. Ruggero cargando al bebé en brazos y riendo mientras lo alza.
Derek soltó las manos y dejó que Chiara procesara todo cuanto había visto. —El futuro siempre puede cambiar— y le volvió a tomar de las manos.
Era un lunes y Ruggero llegaba de su largo viaje, Chiara salía a recibirlo, preocupada y lloraba; se besaban y ella le anunciaba algo.
Y la visión se aventuró a los años. Ruggero desde el balcón de su mansión contemplaba el medio día, y un niño entraba en escena. Les daba la espalda, estaba vestido cual príncipe, con el cabello dorado, lacio y corto. Llamó papá a Ruggero y éste se dio la vuelta, llevaba algo consigo ¿un obsequio? Eso parecía, Ruggero se agachó a cogerlo en brazos, una dulce criatura de unos 4 o 5 años, lo besó en las mejillas y lo alzo a lo alto, ambos reían y el niño los miró. Tenía los ojos de Chiara pero de un color azul como el mar, su piel blanca y cejas delgadas, estaba claro que era el hijo de la unión de ambos. Y luego Chiara apareció, ¿Feliz cumpleaños, había dicho? Sí, lo había dicho y Ruggero la abrazó sin soltar al pequeño, se besaron y él le dijo que la amaba. Y los tres se veían felices y les dieron la espalda.
Derek soltó las manos de su anfitriona y le sonrió. —¡Felicidades!— le dijo y vio el vientre de Chiara.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Desde donde se encontraba, recostada entre los almohadones y almohadas, que la cobijaban, como si fuera un tesoro de cristal que se pudiera romper, vio como el esposo de Crystall se acercaba lenta pero decididamente hasta ella, le saludó cortésmente y se disculpó por tomarle las manos explicándole por que debía hacerlo, ella asintió con un leve movimiento de cabeza y buscó la mirada de Crystall, cuando observó esos ojos que la miraban dulcemente y algo preocupados, sintió un amor inmenso por esa bella mujer. Le sonrió y volvió a mirar al hombre que seguía sentado en el borde de la cama, pero éste inclinaba la cabeza, a ella le dio la impresión que no estaba cómodo con el pedido que su esposa le había hecho, o que algo malo estaba pasando, se asustó un poco y su corazón comenzó a latir más fuerte.
Derek se reincorporó y le pidió si podían sentarse en el sillón, a lo que ella asintió y con su ayuda recorrió el camino que la separaba hasta el lugar elegido. Se sentaron y volvió a tomarle de las manos – ¿lista? – Le había preguntado a lo que ella hubiera correspondido diciendo – no, mejor no, ¿y si lo que me harás ver es algo que no deseo saber?- , pero calló, solo sonrió tristemente y suspiró – lista – .
La primera imagen hizo que sintiera una sensación de desasosiego, ver a su amado, en medio de tantos inquisidores y después mantener esa discusión acalorada con el hombre más poderoso de toda Europa la asustó, pero tan rápido como surgió desapareció, en su lugar vio a una mujer que nunca había conocido, - ¿quién es? – preguntó al sentir una presión en sus manos como si el hombre hubiera reconocido a aquella dama, tras esto otra escena en el jardín cerca del bosque, estaba Crystall, la mujer de la imagen anterior y un hombre al que tampoco reconocia, Ruggero y ella, de pronto aquella mujer le decía a su amado —Sabías que tarde o temprano llegaría este momento— y le apuntaba con un arma, ella sintió que el corazón se le detenía, la escena era tan vivida que de haber podido hubiera puesto su cuerpo como escudo para protegerlo.
La escena anterior se desvaneció pero la que siguió no fue mejor, ver llorar a aquel hombre al que amaba le destrozaba el corazón – que dirá esa carta para qué sufra sí - pensó mientras las imágenes se sucedían unas tras otras. Se sorprendió, ver en una escena a su querido hermano, que le estaba pasando. Hacía días que no tenía noticias de él, que podía estar viviendo para que se enojara de esa forma, - Maryeva – susurró, lo único que podía poner así a Girolamo era su amor por esa mujer, ahora ella entendía a su cuñada y a su hermano. El hecho que después apareciera nuevamente esa inquisidora y tuviera una sonrisa maligna, provocó en Chiara otro malestar, la piel se le erizo. Se vio tratando de que Ruggero no se enojara – ¿de qué y porque? – era como estar viendo un rompecabezas, todo desarmado y tener pocas piezas identificadas. – La alianza - , pensó al reconocer al Duque y una reunión como la que había asistido, el significado del lobo que asechaba la casa no lo entendió y luego otras imágenes, el mismo hombre que acompañaba a la inquisidora ahora estaba hablando con ellos pero sin la mujer. Los esposos Van Wijs hablando con Ruggero y se notaba que Derek no estaba dispuesto a perdonarlo – perdón por todo el mal que les hemos causado– dijo apretando levemente las manos del hombre.
Las siguientes imágenes la desconcertaron, la inquisidora con cabellos rubios como los suyos y luego ella con un bebé en brazos, para luego ver como la mujer arrojaba un arma a los pies de su esposo y lo llamaba - ¿maestro? - , la imagen se desdibujo y se vio desvanecida y socorrida por Crystall, luego su esposo frente a una tumba y por un leve segundo se pensó que moriría – si con eso salvo su vida, está bien – se dijo contenta, pero la visión no acababa allí, otra escena más, una maravillosa, ella en trabajo de parto y luego su esposo riendo y feliz con un bebé en brazos.
Derek soltó sus manos, y las imágenes cesaron, la miró a los ojos y le dijo que el destino podía modificarse, ella lo miró con ternura – sí, lo sé, cada alma cambia el destino de la que toca en cada instante de nuestras vidas, el que teníamos Crystall y yo, hasta esta mañana, no es el mismo luego de que hemos modificado nuestras almas – le contestó, mientras ahora era ella quien tomaba las manos de Derek y sonreía a la mujer que se encontraba junto a ellos.
Lo que vio la asustó nuevamente, ¿qué podía ser que la hiciera llorar de esa manera, en vez de estar feliz por el retorno de su amado? Lo que le decía seguramente cambiaba algo importante en la vida de la familia, volvió a su mente los nombres de Girolamo y Maryeva y al hacerlo tuvo ganas de llorar. Por suerte la visión que le siguió fue una agradable, feliz, vio a su esposo en el balcón de su recamara, y luego un pequeño hermoso como su esposo y a la vez le recordaba a sus propios hermanos, el corazón se le estrujó recordándoles, unas lágrimas surgieron en sus ojos. Vio a Ruggero abrazar y alzar a esa criatura y se vio a si misma uniéndose en el abrazo, felices y por fin juntos y en paz.
Aun no salía del shock emocional, cuando sintió la voz del esposo de Crystall que la felicitaba y posaba sus ojos en su vientre, ella, recién estaba cayendo en la cuenta que el niño que había visto, era el que hoy estaba creciendo en sus entrañas, sus ojos se abrieron sorprendida y buscó los ojos de Crystall y extendió sus brazos, quería llorar de alegría abrasada a la que desde hoy era su amiga y por quien haría hasta lo imposible para que su vida fuera tan feliz como aquella escena final.
Derek se reincorporó y le pidió si podían sentarse en el sillón, a lo que ella asintió y con su ayuda recorrió el camino que la separaba hasta el lugar elegido. Se sentaron y volvió a tomarle de las manos – ¿lista? – Le había preguntado a lo que ella hubiera correspondido diciendo – no, mejor no, ¿y si lo que me harás ver es algo que no deseo saber?- , pero calló, solo sonrió tristemente y suspiró – lista – .
La primera imagen hizo que sintiera una sensación de desasosiego, ver a su amado, en medio de tantos inquisidores y después mantener esa discusión acalorada con el hombre más poderoso de toda Europa la asustó, pero tan rápido como surgió desapareció, en su lugar vio a una mujer que nunca había conocido, - ¿quién es? – preguntó al sentir una presión en sus manos como si el hombre hubiera reconocido a aquella dama, tras esto otra escena en el jardín cerca del bosque, estaba Crystall, la mujer de la imagen anterior y un hombre al que tampoco reconocia, Ruggero y ella, de pronto aquella mujer le decía a su amado —Sabías que tarde o temprano llegaría este momento— y le apuntaba con un arma, ella sintió que el corazón se le detenía, la escena era tan vivida que de haber podido hubiera puesto su cuerpo como escudo para protegerlo.
La escena anterior se desvaneció pero la que siguió no fue mejor, ver llorar a aquel hombre al que amaba le destrozaba el corazón – que dirá esa carta para qué sufra sí - pensó mientras las imágenes se sucedían unas tras otras. Se sorprendió, ver en una escena a su querido hermano, que le estaba pasando. Hacía días que no tenía noticias de él, que podía estar viviendo para que se enojara de esa forma, - Maryeva – susurró, lo único que podía poner así a Girolamo era su amor por esa mujer, ahora ella entendía a su cuñada y a su hermano. El hecho que después apareciera nuevamente esa inquisidora y tuviera una sonrisa maligna, provocó en Chiara otro malestar, la piel se le erizo. Se vio tratando de que Ruggero no se enojara – ¿de qué y porque? – era como estar viendo un rompecabezas, todo desarmado y tener pocas piezas identificadas. – La alianza - , pensó al reconocer al Duque y una reunión como la que había asistido, el significado del lobo que asechaba la casa no lo entendió y luego otras imágenes, el mismo hombre que acompañaba a la inquisidora ahora estaba hablando con ellos pero sin la mujer. Los esposos Van Wijs hablando con Ruggero y se notaba que Derek no estaba dispuesto a perdonarlo – perdón por todo el mal que les hemos causado– dijo apretando levemente las manos del hombre.
Las siguientes imágenes la desconcertaron, la inquisidora con cabellos rubios como los suyos y luego ella con un bebé en brazos, para luego ver como la mujer arrojaba un arma a los pies de su esposo y lo llamaba - ¿maestro? - , la imagen se desdibujo y se vio desvanecida y socorrida por Crystall, luego su esposo frente a una tumba y por un leve segundo se pensó que moriría – si con eso salvo su vida, está bien – se dijo contenta, pero la visión no acababa allí, otra escena más, una maravillosa, ella en trabajo de parto y luego su esposo riendo y feliz con un bebé en brazos.
Derek soltó sus manos, y las imágenes cesaron, la miró a los ojos y le dijo que el destino podía modificarse, ella lo miró con ternura – sí, lo sé, cada alma cambia el destino de la que toca en cada instante de nuestras vidas, el que teníamos Crystall y yo, hasta esta mañana, no es el mismo luego de que hemos modificado nuestras almas – le contestó, mientras ahora era ella quien tomaba las manos de Derek y sonreía a la mujer que se encontraba junto a ellos.
Lo que vio la asustó nuevamente, ¿qué podía ser que la hiciera llorar de esa manera, en vez de estar feliz por el retorno de su amado? Lo que le decía seguramente cambiaba algo importante en la vida de la familia, volvió a su mente los nombres de Girolamo y Maryeva y al hacerlo tuvo ganas de llorar. Por suerte la visión que le siguió fue una agradable, feliz, vio a su esposo en el balcón de su recamara, y luego un pequeño hermoso como su esposo y a la vez le recordaba a sus propios hermanos, el corazón se le estrujó recordándoles, unas lágrimas surgieron en sus ojos. Vio a Ruggero abrazar y alzar a esa criatura y se vio a si misma uniéndose en el abrazo, felices y por fin juntos y en paz.
Aun no salía del shock emocional, cuando sintió la voz del esposo de Crystall que la felicitaba y posaba sus ojos en su vientre, ella, recién estaba cayendo en la cuenta que el niño que había visto, era el que hoy estaba creciendo en sus entrañas, sus ojos se abrieron sorprendida y buscó los ojos de Crystall y extendió sus brazos, quería llorar de alegría abrasada a la que desde hoy era su amiga y por quien haría hasta lo imposible para que su vida fuera tan feliz como aquella escena final.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
—¡Felicidades!— había escuchado decir a Derek y él miraba el vientre de la anfitriona... «Entonces si esta embarazada» Chiara estaba en shock y cuando fue reaccionando miró los ojos de Crystall, la bruja le dedicó una sonrisa y al ver que Chiara le extendía su brazos fue a ella.
Derek se apartó dejando que Crystall no tuviera problemas en abrazar a la que ahora era su amiga, el abrazo cálido de Chiara contagió a Crystall borrándole de la cabeza cualquier pensamiento de dolor que la bruja pudiera experimentar, su anfitriona era tan pura, era todo amor que el llanto que Chiara pensaba derramar por una felicidad que no cabía en su ser, Crystall lo quería compartir.
—Lo sé— de pronto dijo Crystall adelantándose a su anfitriona cuando ésta estaba por decirle algo. —¡Felicidades, tendrás que decirme como se siente!— y rió con lágrimas en sus ojos, —amiga— se apartó y la vio a los ojos, Crystall lloraba con una sonrisa en su cara. —Creo que en casi toda mi estancia aquí sólo lloré, has de pensar que soy una chillona— y volvió a reír limpiándose el lagrimar con un pañuelo con el grabado Van Wijs. Luego y sin saber porqué, el motivo de su impulso , besó de forma fraternal una mejilla de su anfitriona.
Crystall se levantó y caminó hasta Derek, se recargó en él, en su pecho y lo abrazó sin dejar de mirar a su anfitriona. —Mirala que feliz es, ese inquisidor tuvo suerte al encontrarla— se dirigió en un susurro a Derek, con una voz suave y tierna. —¿Qué viste amor, lo confrontaremos... lo perdonarás?— preguntó intentando interpretar las expresiones que Derek tuvo mientras proyectaba sus visiones a Chiara.
—¿Por cierto, qué día es hoy... Lunes?—
Derek se apartó dejando que Crystall no tuviera problemas en abrazar a la que ahora era su amiga, el abrazo cálido de Chiara contagió a Crystall borrándole de la cabeza cualquier pensamiento de dolor que la bruja pudiera experimentar, su anfitriona era tan pura, era todo amor que el llanto que Chiara pensaba derramar por una felicidad que no cabía en su ser, Crystall lo quería compartir.
—Lo sé— de pronto dijo Crystall adelantándose a su anfitriona cuando ésta estaba por decirle algo. —¡Felicidades, tendrás que decirme como se siente!— y rió con lágrimas en sus ojos, —amiga— se apartó y la vio a los ojos, Crystall lloraba con una sonrisa en su cara. —Creo que en casi toda mi estancia aquí sólo lloré, has de pensar que soy una chillona— y volvió a reír limpiándose el lagrimar con un pañuelo con el grabado Van Wijs. Luego y sin saber porqué, el motivo de su impulso , besó de forma fraternal una mejilla de su anfitriona.
Crystall se levantó y caminó hasta Derek, se recargó en él, en su pecho y lo abrazó sin dejar de mirar a su anfitriona. —Mirala que feliz es, ese inquisidor tuvo suerte al encontrarla— se dirigió en un susurro a Derek, con una voz suave y tierna. —¿Qué viste amor, lo confrontaremos... lo perdonarás?— preguntó intentando interpretar las expresiones que Derek tuvo mientras proyectaba sus visiones a Chiara.
—¿Por cierto, qué día es hoy... Lunes?—
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
La confrontación con el Papa había sido difícil y Ruggero no comprendía del todo por qué su santidad no lo había retenido ahí, frente a tantos inquisidores, a tantos testigos que vieron como el ex inquisidor argumentaba su decisión de desertar. Aquel dialogo había estallado en una riña respetuosa y Ruggero había salido librado de la muerte.
Su viaje había sido largo y cada noche sin su amada en sus brazos le había sido muy difícil, casi insoportable, sus deseos de estar junto a ella crecían tanto que sólo pensaba en ella y conforme más se acercaba a la mansión de ambos más feliz estaba.
Vería a su esposa, la abrazaría y le diría te dije que regresaría ya nunca más nos separaremos. La besaría, la cargaría y poseería ese cuerpo nuevamente, el bello y torneado cuerpo de su amada.
Vislumbró la mansión a lo lejos y por primera vez sintió que llegaba a su hogar, tenía ha alguien que lo esperaba. Cerró sus ojos fantaseando en Chiara, su esposa. Y cuando los abrió ya estaba frente de los portones, Juan fue el primero que lo vio y corrió para abrirle las puertas.
-Mi señor bienvenido -
Ruggero asintió con la cabeza y bajó de su caballo. - Gracias por recibirme Juan y abrazó a éste, Juan se sorprendió, nunca su amo había expresado su cariño, y cuando pasó ese momento de confusión le regresó el abrazo, - dile a mi amada esposa que he regresado - y al ex inquisidor le brillaron los ojos, haber dicho eso le había hecho feliz y las ansias de ir él mismo a buscarla casi lo doblegaron.
- Ah, y dile a Estella que preparé algo de comer, yo guardaré al caballo le sonrió y caminó hasta el establo. Sentía un ligero dolor en la espalda, había apresurado su camino para llegar más pronto, forzándose a él y al caballo. Era por ese motivo que no permitió que Juan lo llevase, el animal estaba exhausto y Ruggero quería verle los ojos antes de dejarlo descansar.
Cuando llegaron al establo, Ruggero lo tomó de la cabeza y lo acarició, -gracias amigo por traerme a casa, a con mi amada... ahora descansa y el animal caminó hasta el bebedero y se sació de agua mientras Ruggero salía y tomaba uno de los caminos del jardín que lo guiarían a la puerta principal, a su esposa.
Su corazón se desbocó, la imagen de su amada en sus brazos no abandonaron su mente, ya quería verla, ya quería besar sus labios. Y entonces se abrió la puerta, los latidos se incrementaron en una euforia de sentirse a salvo, sentirse feliz. Salió de ella Estella, le sonreía y Ruggero le regresó la sonrisa, pero no era a Estella a la que quería ver, no en esos momentos.
Su viaje había sido largo y cada noche sin su amada en sus brazos le había sido muy difícil, casi insoportable, sus deseos de estar junto a ella crecían tanto que sólo pensaba en ella y conforme más se acercaba a la mansión de ambos más feliz estaba.
Vería a su esposa, la abrazaría y le diría te dije que regresaría ya nunca más nos separaremos. La besaría, la cargaría y poseería ese cuerpo nuevamente, el bello y torneado cuerpo de su amada.
Vislumbró la mansión a lo lejos y por primera vez sintió que llegaba a su hogar, tenía ha alguien que lo esperaba. Cerró sus ojos fantaseando en Chiara, su esposa. Y cuando los abrió ya estaba frente de los portones, Juan fue el primero que lo vio y corrió para abrirle las puertas.
-Mi señor bienvenido -
Ruggero asintió con la cabeza y bajó de su caballo. - Gracias por recibirme Juan y abrazó a éste, Juan se sorprendió, nunca su amo había expresado su cariño, y cuando pasó ese momento de confusión le regresó el abrazo, - dile a mi amada esposa que he regresado - y al ex inquisidor le brillaron los ojos, haber dicho eso le había hecho feliz y las ansias de ir él mismo a buscarla casi lo doblegaron.
- Ah, y dile a Estella que preparé algo de comer, yo guardaré al caballo le sonrió y caminó hasta el establo. Sentía un ligero dolor en la espalda, había apresurado su camino para llegar más pronto, forzándose a él y al caballo. Era por ese motivo que no permitió que Juan lo llevase, el animal estaba exhausto y Ruggero quería verle los ojos antes de dejarlo descansar.
Cuando llegaron al establo, Ruggero lo tomó de la cabeza y lo acarició, -gracias amigo por traerme a casa, a con mi amada... ahora descansa y el animal caminó hasta el bebedero y se sació de agua mientras Ruggero salía y tomaba uno de los caminos del jardín que lo guiarían a la puerta principal, a su esposa.
Su corazón se desbocó, la imagen de su amada en sus brazos no abandonaron su mente, ya quería verla, ya quería besar sus labios. Y entonces se abrió la puerta, los latidos se incrementaron en una euforia de sentirse a salvo, sentirse feliz. Salió de ella Estella, le sonreía y Ruggero le regresó la sonrisa, pero no era a Estella a la que quería ver, no en esos momentos.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
El abrazo cálido y protector de Crystall, la confortó – amor, ojalá estuvieras aquí a mi lado, para decirte que nuestro anhelo se cumplirá – pensó mientras disfrutaba del cariño que había nacido entre la bruja y ella. – Pues por ahí en poco tú también lo experimentes – dijo tan impulsiva como siempre, mirando esos hermosos ojos, entonces se percató que con ellas estaba Derek y sus mejillas se colorearon, ya que era una frase para una charla intima de mujeres, y no para ser escuchada por un hombre, lo miró fugaz mente y bajó su mirada avergonzada. Rió al segundo comentario de Crystall – pues no fuiste la única, así que seremos dos mujeres extremadamente sensibles, creo que nos describe mejor, ¿Verdad? – dijo tomando su mano. Sintió el beso suave de la mujer y le sonrió mientras acariciaba la huella de aquel beso.
Crystall se acercó a su marido y verlos abrasarse con tanta ternura la emocionó, - cuanto me gustaría que me abrasaras, extraño tanto tus caricias, tu ternura – caviló, mientras acariciaba su vientre, - y desde ahora seremos dos los que te añoraremos – se dijo en voz baja. Sus pensamientos, volvieron a la imagen de Ruggero cargando al bebé, su alegría, la felicidad que había experimentado en esa fugaz imagen.
Los cascos de un caballo se comenzaron a escuchar, como si un jinete se acercara cada vez más a la propiedad. – ¿Será el médico que decidió venir a caballo en vez de en carruaje? -, conjeturó mientras continuaba admirando el cariño de Crystall para con su esposo, aunque le parecía que él estaba algo nervioso por un comentario de ella – ¿o será que se ha vuelto un caballero más tímido y pudoroso? - estaba pensando en ello cuando oyó voces afuera, no podía distinguirlas bien, pero un presentimiento la asaltó, giró su cabeza hacia el ventanal del balcón – sí, una de las voces era de Juan y la otra… es… ¿Ruggero? – su corazón se desbocó, no podía ser, sus ansias de verlo la hacían desvariar, pero no pudo contenerse, con dificultad, se levantó, caminó hasta la puerta de cristal y la abrió, pero cuando salió al balcón y miró en dirección a la entrada, a los portones, no vio a nadie.
Apoyada en la balaustrada cerró sus ojos y lágrimas se deslizaron por su rostro – amor, cuanto más deberé esperar, no tener noticia tuyas me desespera – aún con los ojos entornados, sintió las voces de sus invitados y golpes en la puerta, se giró mientras abría sus ojos, dirigía sus pasos a la habitación, seguramente sería el médico y prefería recibirlo recostada, aún se sentía muy débil, inspiró profundamente, en el momento que daba permiso para ingresar.
La puerta se abrió, era Juan – Señora, vengo a informar que ya llego… - Chiara no lo dejó terminar – sí, sí, as que suba el médico – le contestos, el cochero sonrió con dulzura - señora, es vuestro esposo quien acaba de llegar -, le costó una milésima de segundo darse cuenta lo que acababa de escuchar – ¿ha llegado? – sus manos se dispararon a su pecho, donde los latidos de su corazón, eran un golpeteo continuo en mitad de su ser, los latidos le sonaban en los oídos y no podía moverse, deseaba salir corriendo escaleras abajo a buscar su abrazo, sus besos y sin embargo sus pies no reaccionaban, pero en el momento cuando volvió a respirar, dio un grito de alegría y como si lo que había vivido hasta ese instante hubiera sido un mal sueño, se precipitó a la puerta de la recamara.
Juan intentó detenerla pero ella lo esquivó, mientras tomaba sus faldas y las levantaba para poder caminar más deprisa, llegó a lo alto de la escalera, la puerta fue abierta por Estella y la luz potente del día, la segaba, impidiendo ver quien era, no lo necesitó, la mujer lo saludaba, se aferró de la barandilla mientras gritaba – Ruggero, Amor mío - , su sonrisa se amplió en su rostro mientras esperaba que él acortara la distancia, aún estaba mareada y tuvo miedo de trastabillar y rodar por las escaleras.
Crystall se acercó a su marido y verlos abrasarse con tanta ternura la emocionó, - cuanto me gustaría que me abrasaras, extraño tanto tus caricias, tu ternura – caviló, mientras acariciaba su vientre, - y desde ahora seremos dos los que te añoraremos – se dijo en voz baja. Sus pensamientos, volvieron a la imagen de Ruggero cargando al bebé, su alegría, la felicidad que había experimentado en esa fugaz imagen.
Los cascos de un caballo se comenzaron a escuchar, como si un jinete se acercara cada vez más a la propiedad. – ¿Será el médico que decidió venir a caballo en vez de en carruaje? -, conjeturó mientras continuaba admirando el cariño de Crystall para con su esposo, aunque le parecía que él estaba algo nervioso por un comentario de ella – ¿o será que se ha vuelto un caballero más tímido y pudoroso? - estaba pensando en ello cuando oyó voces afuera, no podía distinguirlas bien, pero un presentimiento la asaltó, giró su cabeza hacia el ventanal del balcón – sí, una de las voces era de Juan y la otra… es… ¿Ruggero? – su corazón se desbocó, no podía ser, sus ansias de verlo la hacían desvariar, pero no pudo contenerse, con dificultad, se levantó, caminó hasta la puerta de cristal y la abrió, pero cuando salió al balcón y miró en dirección a la entrada, a los portones, no vio a nadie.
Apoyada en la balaustrada cerró sus ojos y lágrimas se deslizaron por su rostro – amor, cuanto más deberé esperar, no tener noticia tuyas me desespera – aún con los ojos entornados, sintió las voces de sus invitados y golpes en la puerta, se giró mientras abría sus ojos, dirigía sus pasos a la habitación, seguramente sería el médico y prefería recibirlo recostada, aún se sentía muy débil, inspiró profundamente, en el momento que daba permiso para ingresar.
La puerta se abrió, era Juan – Señora, vengo a informar que ya llego… - Chiara no lo dejó terminar – sí, sí, as que suba el médico – le contestos, el cochero sonrió con dulzura - señora, es vuestro esposo quien acaba de llegar -, le costó una milésima de segundo darse cuenta lo que acababa de escuchar – ¿ha llegado? – sus manos se dispararon a su pecho, donde los latidos de su corazón, eran un golpeteo continuo en mitad de su ser, los latidos le sonaban en los oídos y no podía moverse, deseaba salir corriendo escaleras abajo a buscar su abrazo, sus besos y sin embargo sus pies no reaccionaban, pero en el momento cuando volvió a respirar, dio un grito de alegría y como si lo que había vivido hasta ese instante hubiera sido un mal sueño, se precipitó a la puerta de la recamara.
Juan intentó detenerla pero ella lo esquivó, mientras tomaba sus faldas y las levantaba para poder caminar más deprisa, llegó a lo alto de la escalera, la puerta fue abierta por Estella y la luz potente del día, la segaba, impidiendo ver quien era, no lo necesitó, la mujer lo saludaba, se aferró de la barandilla mientras gritaba – Ruggero, Amor mío - , su sonrisa se amplió en su rostro mientras esperaba que él acortara la distancia, aún estaba mareada y tuvo miedo de trastabillar y rodar por las escaleras.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
"Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien
que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo"
William Shakespeare
que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo"
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—No, nuestras decisiones están atadas a nuestros destinos. El futuro se cambia con sacrificios— Derek pretendió continuar pero comprendió que no era necesario dar una cátedra del por qué, así que dejó que su hermana se acercara. Les dejó espacio y Crystall se entregó a los brazos de Chiara, como si fuera amigas de años. Derek se incomodó, estar en la casa del hombre que casi lo mató no era de su agrado, por mucho que en la visión hubiera visto el abandono de la inquisición de aquel hombre por el amor de su anfitriona, no creyó que él no volviera a buscar a los Van Wijs.
De pronto sintió los brazos de su hermana, de su amada Crystall que se acurrucó en su pecho. Derek le sonrió y le acarició su cabello, amaba a su hermana, a su esposa, mientras le brindaba esas caricias en su pelo oscuro la alianza brillaba en su dedo y recordó su boda y se preguntó… ¿Cómo habrá sido la boda de los Rosso? Lo ignoraba y los deseos de usar su reminiscencia lo invadieron, peor se resistió.
Derek besó a Crystall continuamente, como si inconscientemente quisiera en celar a su anfitriona, decirle ve lo que tu esposo no puede hacer, las caricias que no recibes.
Fue entonces que su anfitriona se levantó, como si hubiera escuchado o quizás ante la pregunta que su esposa había dicho, En la visión se mostraba un Lunes su regresó. Desde la ventana Derek comprobó el cielo idéntico al de la visión… -¿Será acaso que es hoy el día en el que Ruggero regresará?- se preguntó continuando sus caricias sobre el cabello de Crystall.
La anfitriona dejó de ver afuera, su rostro seguía mostrando debilidad y esta vez tristeza, de pronto la voz del hombre que lo guió hasta ellas se escuchó acompañado de los golpes de la puerta, anunció la llegada de alguien, o al menos estaba por hacerlo cuando su anfitriona se adelantó, como deduciendo de quién se trataba.
-El doctor- pensó Derek deduciendo su rostro débil y algo le hizo pensar que Crystall había provocado esa debilidad, ella y la criatura que crecía en la bella anfitriona. Pero no se trataba de quien pensaban, era ¡Ruggero!, los ojos de su anfitriona se abrieron como platos, una felicidad la invadió, pero en Derek una tensión se apoderó de él. Recordó la noche del jueves, de su última actuación y la cicatriz de la bala que le provocara Ruggero, le ardió, como si se le abriese como si fuera aquel día y suprimió un quejido de dolor.
Su anfitriona corrió a recibir a Ruggero, esquivó a su sirviente con una energía que todos no supieron de donde surgió, Crystall quiso ir detrás de ella pero Derek la detuvo por el brazo y con la cabeza le indicó que no lo hiciera. Ella asintió, y esperaron a que Juan fuera detrás de su ama, cuando lo hizo Derek y Crystall fueron detrás de ellos, bajaron unas escaleras y vieron a su anfitriona a mitad de éstas. Descansando, sus energías al parecer se le agotaron y recargada en la puerta esperaba a que Ruggero entrara y la tomara en brazos.
Por su parte, Derek sostuvo a Crystall de la mano, pendiente a lo que Ruggero haría, defendería a su mujer si era necesario.
Derek Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: ¿Venganza o Alianza? [Privado]
Ruggero se acercó más a la entrada y saludó inesperadamente a Estella con un beso en la mejilla. Era un hombre nuevo, Estella lo descubrió en el brillo de aquellos ojos azules que a su amada tanto le fascinaban.
- Me alegra veros - pero entonces escuchó la voz más hermosa que no había escuchado desde su viaje al Vaticano... Su amada esposa.
- Ruggero, Amor mío - gritaba su esposa que se detuvo a la mitad de los escalones, se le veía agotada y débil. Ruggero corrió hasta ella con una sonrisa que no cabía en su rostro. Era su sol, el motivo de su existencia, aquellas dolencias de su cuerpo por el viaje habían desaparecido.
Llegó hasta ella y tomandola por la cintura la alzó y juntos dieron una vuelta, rió y la abrazó. - ¡Oh amor, te extrañé tanto cada día que pasé sin verte fue un tormento para mi corazón. Pero ahora estoy aquí, te amo amor, ya todo esta arreglado, nada nos separará! - buscó los ansiados labios, aquellos labios que nunca abandonaron su conciencia y que deseaba.
La besó y ella se entregó a su besó, Ruggero la tomó de la nuca y mientras se besaban quiso reír. Estaba tan feliz, que nada parecía importar, volvió a abrazar a su esposa. Fue entonces cuando su mirada subió al final de los escalones y los vio. Era aquel mago Doreckmair, había sobrevivido y junto a él aquella bruja que frustró su cometido aquel jueves.
En una reacción natural, de instinto, Ruggero dio un paso hacía adelante y ocultó a su amante de los que creía enemigos, la resguardó con su espalda y sacó un cañón apuntándole a la bruja.
- ¡No se que hacéis aquí, prometí no volver a matar, pero lo haré si mi esposa corre peligro! - y Ruggero quitó el seguro afianzando su dedo en el gatillo, aquel brujo no representaba problema, la bruja era a quién tenía que matar.
- Me alegra veros - pero entonces escuchó la voz más hermosa que no había escuchado desde su viaje al Vaticano... Su amada esposa.
- Ruggero, Amor mío - gritaba su esposa que se detuvo a la mitad de los escalones, se le veía agotada y débil. Ruggero corrió hasta ella con una sonrisa que no cabía en su rostro. Era su sol, el motivo de su existencia, aquellas dolencias de su cuerpo por el viaje habían desaparecido.
Llegó hasta ella y tomandola por la cintura la alzó y juntos dieron una vuelta, rió y la abrazó. - ¡Oh amor, te extrañé tanto cada día que pasé sin verte fue un tormento para mi corazón. Pero ahora estoy aquí, te amo amor, ya todo esta arreglado, nada nos separará! - buscó los ansiados labios, aquellos labios que nunca abandonaron su conciencia y que deseaba.
La besó y ella se entregó a su besó, Ruggero la tomó de la nuca y mientras se besaban quiso reír. Estaba tan feliz, que nada parecía importar, volvió a abrazar a su esposa. Fue entonces cuando su mirada subió al final de los escalones y los vio. Era aquel mago Doreckmair, había sobrevivido y junto a él aquella bruja que frustró su cometido aquel jueves.
En una reacción natural, de instinto, Ruggero dio un paso hacía adelante y ocultó a su amante de los que creía enemigos, la resguardó con su espalda y sacó un cañón apuntándole a la bruja.
- ¡No se que hacéis aquí, prometí no volver a matar, pero lo haré si mi esposa corre peligro! - y Ruggero quitó el seguro afianzando su dedo en el gatillo, aquel brujo no representaba problema, la bruja era a quién tenía que matar.
Ruggero Rosso- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/08/2012
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