AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Te encontré (Privado)
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Te encontré (Privado)
...Corrí veloz entre los callejones, ocultándome, vigilando, mirando a todos lados...
Me seguían hacía tres horas, y lo cierto es que empezaba a sentirme encerrado en Paris, como si la misma ciudad se me hiciera pequeña de escapar tanto, casi como si fuera una ratonera.
Me apoye en una pared y empece a tomar aire. Habia llegado a la ciudad hacia unas cuantas lunas llenas...y aun me habituaba a las calles, a los callejones, y a los misteriosos habitantes de París. Moviéndome sigiloso, siempre de aquí para allá, pero manteniendome siempre cerca del centro.
Pues lo cierto, es que había algo que me ataba a la ciudad y me exponia al ejercito de los reyes y eso era el vigilar los pasos de ella...
Iris...
Mi hermana...
Le había visto siempre salir de una edificación para entrar en otra, en ocasiones acompañada, en ocasiones sola... Siempre en movimiento, siempre ocupada.
Seguramente como inquisidora, su trabajo le absorveria bastante tiempo.
y aunque la duda me carcomia por dentro no podia evitar pensarlo una y otra vez...¿Querría verme o escucharme siquiera cuando le contase quien era yo realmente?...¿o se decantaría por llamar a sus aliados para darme caza?...
Había tanto que desconocía sobre ella, sobre nuestra historia, sobre que habia pasado realmente en nuestra niñez...que me sentía como si me hubieran robado una parte de mi vida, sin que hubiese podido hacer nada.
Solté un suspiro y estire mis cabellos hacia atras, estaba realmente cansado y realmente hambriento. Aquello empezaba a ser un sin vivir. Sin embargo intente controlarme y no pensar en la enorme sed que me quemaba por dentro.
Entonces, escabullendome entre los rincones oscuros, me percate de la calma que inundaba todo...Seguramente me habrían perdido la pista al menos por un instante. Por lo que tenia que aprovechar el tiempo que tenia.
Entonces, a altas horas de la madrugada, volví a verla...
ahi estaba...
Llevaba mas de un mes tras su pista.Y hacia largos dias que le habia perdido el rastro. Sin embargo ahora...¡al fin! ...le volvia a ver. y como cada vez que le encontraba, me volvia a sentir ansioso, y aun asi volvia a sentir que no era el momento adecuado para aparecer...y es que no podia hacerle frente, -No solo por esperar su rechazo,- sino porque en cierto modo, me preocupaba mi misma condicion, y el hecho de sentir sed cerca suyo. Y porque no sabia que decir..como comenzar...¿Como explicarle quien era sin que creyera que era un demente?
Intente calmar mi respiración, pues ya hiperventilaba una vez mas. por lo que intente centrarme, decidiéndome...
Aquella tenia que ser la noche, y tendría que moverme rápido. Pues ni siquiera sabia cuanto faltaría para el amanecer. De nada serviría alargar mas el suplicio. Ya pensaría algo cuando aparecieran sus aliados inquisidores.
Ella salio de un lugar, acompañada de un hombre cuya altura definitivamente era mayor a la media, iba encapuchado. Ambos parecieron intercambiar algo entre sus manos y luego de eso Iris se coloco su capucha antes de mirar a todos lados y subir al carruaje sin dilación alguna, mientras que el otro encapuchado se marchaba a paso rápido.
En aquel entonces las campanadas retumbaron en las paredes de los callejones, mientras yo me inmiscuía entre las sombras, a la siga de aquella que en su carruaje parecía alejarse cada vez mas de la ciudad.
Me seguían hacía tres horas, y lo cierto es que empezaba a sentirme encerrado en Paris, como si la misma ciudad se me hiciera pequeña de escapar tanto, casi como si fuera una ratonera.
Me apoye en una pared y empece a tomar aire. Habia llegado a la ciudad hacia unas cuantas lunas llenas...y aun me habituaba a las calles, a los callejones, y a los misteriosos habitantes de París. Moviéndome sigiloso, siempre de aquí para allá, pero manteniendome siempre cerca del centro.
Pues lo cierto, es que había algo que me ataba a la ciudad y me exponia al ejercito de los reyes y eso era el vigilar los pasos de ella...
Iris...
Mi hermana...
Le había visto siempre salir de una edificación para entrar en otra, en ocasiones acompañada, en ocasiones sola... Siempre en movimiento, siempre ocupada.
Seguramente como inquisidora, su trabajo le absorveria bastante tiempo.
y aunque la duda me carcomia por dentro no podia evitar pensarlo una y otra vez...¿Querría verme o escucharme siquiera cuando le contase quien era yo realmente?...¿o se decantaría por llamar a sus aliados para darme caza?...
Había tanto que desconocía sobre ella, sobre nuestra historia, sobre que habia pasado realmente en nuestra niñez...que me sentía como si me hubieran robado una parte de mi vida, sin que hubiese podido hacer nada.
Solté un suspiro y estire mis cabellos hacia atras, estaba realmente cansado y realmente hambriento. Aquello empezaba a ser un sin vivir. Sin embargo intente controlarme y no pensar en la enorme sed que me quemaba por dentro.
Entonces, escabullendome entre los rincones oscuros, me percate de la calma que inundaba todo...Seguramente me habrían perdido la pista al menos por un instante. Por lo que tenia que aprovechar el tiempo que tenia.
Entonces, a altas horas de la madrugada, volví a verla...
ahi estaba...
Llevaba mas de un mes tras su pista.Y hacia largos dias que le habia perdido el rastro. Sin embargo ahora...¡al fin! ...le volvia a ver. y como cada vez que le encontraba, me volvia a sentir ansioso, y aun asi volvia a sentir que no era el momento adecuado para aparecer...y es que no podia hacerle frente, -No solo por esperar su rechazo,- sino porque en cierto modo, me preocupaba mi misma condicion, y el hecho de sentir sed cerca suyo. Y porque no sabia que decir..como comenzar...¿Como explicarle quien era sin que creyera que era un demente?
Intente calmar mi respiración, pues ya hiperventilaba una vez mas. por lo que intente centrarme, decidiéndome...
Aquella tenia que ser la noche, y tendría que moverme rápido. Pues ni siquiera sabia cuanto faltaría para el amanecer. De nada serviría alargar mas el suplicio. Ya pensaría algo cuando aparecieran sus aliados inquisidores.
Ella salio de un lugar, acompañada de un hombre cuya altura definitivamente era mayor a la media, iba encapuchado. Ambos parecieron intercambiar algo entre sus manos y luego de eso Iris se coloco su capucha antes de mirar a todos lados y subir al carruaje sin dilación alguna, mientras que el otro encapuchado se marchaba a paso rápido.
En aquel entonces las campanadas retumbaron en las paredes de los callejones, mientras yo me inmiscuía entre las sombras, a la siga de aquella que en su carruaje parecía alejarse cada vez mas de la ciudad.
Jensen E. de Løbeild- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 04/11/2012
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Re: Te encontré (Privado)
Me preocupaba el origen de aquella reunión clandestina que Gerry había organizado con tanta prisa para aquella misma noche, solicitando mi presencia y la de Diétrich a un recóndito lugar del casco antiguo de París, exactamente, en una pensión abandonada cuyo cartel parecía estar a punto de caer al suelo en cuanto la brisa soplara con cierta intensidad.
Diétrich se me adelantó a la hora de entrar, alumbrando el camino que subía por las escaleras que crujían a cada paso que dábamos, fijándome en la cantidad de polvo y telarañas que indicaban que al menos, hacía años que nadie pisaba aquél edificio. ¿Y si se nos derrumbaba? ¿Y si...? Bueno, lo cierto es que si me puse nerviosa no fue por la escasa higiene que encontré, sino por la sensación claustrofóbica de aquella estrecha escalera de caracol que subía y subía y no veía fin alguno... hasta que Diétrich se detuvo de golpe y choqué contra su espalda, quejándome por ello más por el susto que por el golpe recibido. No obstante, él pidió mi silencio y me indicó que le siguiera, así que obedecí con el ceño fruncido hasta llegar al rellano, caminando ahora por un largo y estrecho pasillo sin a penas muebles que lo adornaran y que nos condujo a una pequeña sala dónde, sentado sobre el alféizar pude distinguir la figura de Gerard, únicamente iluminado por la vela encendida sobre el parqué desgastado. Parecía disperso, con la mirada fija en la lejanía, como si no se hubiera percatado de nuestra presencia cuando nos situamos en el umbral de la sala. Con un simple gesto de su cabeza nos invitó a entrar y Diétrich se sentó como si fuera a meditar mientras yo me acercaba a Gerry, un tanto nerviosa por tanto secretismo. Pero cuando mi mano iba a posarse sobre su hombro para instarle a reaccionar, su voz se adelantó.
- Siento las molestias que os pude haber causado viniendo aquí, pero por favor... necesito vuestra ayuda.- suplicó con voz firme y sin un ápice de duda.- Hay un asesino en serie en la ciudad. Supongo que habréis oído hablar de él en los periódicos, ¿cierto? Por algún motivo, el propio director del cuerpo policíaco, Giorkas, vino a mí en busca de consejo. Sé cosas que nadie más sabe sobre éste caso y sin embargo, ni juntos hemos podido resolver los misterios de éstos crímenes que...
- Gerry... ¿qué tenemos nosotros que ver con todo ésto?- interrumpí, ignorando la fulminación de sus ojos cuando me buscaron en la penumbra de la sala.
- Giorkas detuvo al autor de ésos crímenes.
- ¿Entonces ya está resuelto? ¡Maravi...!
- ¡No!- gritó de repente, girándose hacia mí con una vena palpitando en su frente, haciéndome tragar saliva ruidosamente y retroceder un solo paso ante su semblante furioso, dejándole hablar.- Los crímenes continúan y siguiendo el mismo patrón, por lo que Giorkas cree que tiene cómplices. Yo en cambio, creo que el tipo al que detuvo fue una cabeza de turco, no el verdadero culpable, ni siquiera debe tener idea de lo que se le involucra.- refunfuñó algo y suspiró antes de proseguir.- El supuesto autor es un condenado, Iris. Un condenado traidor. ¡Un loco desquiciado!
- Aun no entiendo qué tenemos que ver con todo ésto, Gerry.- musité con firmeza.
- Le pedí a Naeem que le visitara ésta noche en la cárcel para que le haga un estudio psicológico y determine si se trata o no de un enfermo mental. Necesito saber si puedo o no creer en sus palabras cuando señala un nombre como su mentor, como el verdadero culpable de éstas atrocidades.
Abrí de nuevo los labios, pero él se adelantó.
- Es a Magnus a quién señala, Iris. Y a menos que hagamos algo ahora, mañana por la mañana Giorkas en persona irá a por él y no escuchará ni una palabra de su boca. ¿Entiendes el aprieto? Tenemos una noche para dar con el asesino o será Magnus el sentenciado.
Las rodillas me temblaban y el aliento había desaparecido de mis pulmones, por lo que pronto creí sentir de nuevo aquella sensación claustrofóbica en mi pecho. Todo me daba vueltas y me sentí mareada, a punto de desfallecer. De hecho, caí de rodillas y mis ojos miraban la nada, pues en mi cabeza sólo daban vueltas las palabras de Gerry, que aun y viendo mi estado, prosiguió con total calma, sin moverse de aquél alféizar.
- El nombre del suicida no lo sabemos, pero sí su apodo, Laoconte. Oh, y otro dato, por si puede ayudaros... Siempre repite una frase: "Veis los cadáveres, el humo... pero los árboles no os dejan ver el bosque." ¿Tenéis idea de qué puede...?
No terminó la frase e imaginé que Diétrich se lo pidió con algún gesto, pues mi primo se puso en pie y me abrazó por la espalda, acuclillándose a mi altura mientras Gerard daba un brinco y se dirigía hacia la puerta con pasos pequeños, aun pensativo.
- Estaré en la Biblioteca estudiando el caso. Si alguien encontrara alguna pieza de éste puzzle... por Dios, hacédmelo saber. Por cierto... Hay un hombre que parece espiarnos. Id con cuidado.
Diétrich asintió en silencio y esperó a que Gerry desapareciera para reclamar mi mirada aun confusa, hablándome sosegadamente para que me tranquilizara y pudiera pensar con claridad. Juntos tramamos un plan aquella noche, pues el tiempo corría en nuestra desventaja y algo debíamos hacer para impedir aquella injusticia, aunque habían demasiadas piezas que no encajaban.
Después de discutir un buen rato tuve que asentir a regañadientes cuando él me pidió que fuera a casa e intentara poner a salvo a papá mientras él se jugaba el cuello -como siempre- por nosotros. Y aunque bajé con él y me despedí prometiéndole obedecerle, no pensaba hacerlo.
- Cuídate mucho, Kaél.- le susurré mientras me desabrochaba un colgante de mi cuello y se lo cedía a él, cerrando su puño con delicadeza.- Es mi amuleto, para que te proteja.
Aquella vez no le besé. No por falta de ganas o ansiedad, ni mucho menos. Simplemente por temor a que alguien pudiera descubrirnos, pese a parecer que las calles permanecían desiertas. Gerry lo había dicho, alguien nos espiaba. Y a ese alguien pensaba enfrentarme.
Por ello subí al carruaje tras cubrirme con la capucha y disimuladamente, fui girando el rostro varias veces hacia atrás, contemplando cómo Kaél se marchaba a paso ligero y cómo una sombra humana parecía seguirme. Torcí una sonrisa y esperé que él fuera la pieza del puzzle que nos permitiría liberar a mi padre de toda sospecha. Deseé que él fuera el asesino.
Dejé que el carruaje me llevara lejos del centro como si me dirigiera a casa pero, al llegar al puente que cruzaba el río, salté con el carruaje aun en marcha y caí acuclillada sobre los adoquines, mirando al frente, desafiante y con ganas de cortar cabezas. Y ante mí, aquella sombra se detuvo, permitiéndome contemplarle bajo la luz de la tenue luna.
- ¿Me buscabas?- inquirí con desdén.
Diétrich se me adelantó a la hora de entrar, alumbrando el camino que subía por las escaleras que crujían a cada paso que dábamos, fijándome en la cantidad de polvo y telarañas que indicaban que al menos, hacía años que nadie pisaba aquél edificio. ¿Y si se nos derrumbaba? ¿Y si...? Bueno, lo cierto es que si me puse nerviosa no fue por la escasa higiene que encontré, sino por la sensación claustrofóbica de aquella estrecha escalera de caracol que subía y subía y no veía fin alguno... hasta que Diétrich se detuvo de golpe y choqué contra su espalda, quejándome por ello más por el susto que por el golpe recibido. No obstante, él pidió mi silencio y me indicó que le siguiera, así que obedecí con el ceño fruncido hasta llegar al rellano, caminando ahora por un largo y estrecho pasillo sin a penas muebles que lo adornaran y que nos condujo a una pequeña sala dónde, sentado sobre el alféizar pude distinguir la figura de Gerard, únicamente iluminado por la vela encendida sobre el parqué desgastado. Parecía disperso, con la mirada fija en la lejanía, como si no se hubiera percatado de nuestra presencia cuando nos situamos en el umbral de la sala. Con un simple gesto de su cabeza nos invitó a entrar y Diétrich se sentó como si fuera a meditar mientras yo me acercaba a Gerry, un tanto nerviosa por tanto secretismo. Pero cuando mi mano iba a posarse sobre su hombro para instarle a reaccionar, su voz se adelantó.
- Siento las molestias que os pude haber causado viniendo aquí, pero por favor... necesito vuestra ayuda.- suplicó con voz firme y sin un ápice de duda.- Hay un asesino en serie en la ciudad. Supongo que habréis oído hablar de él en los periódicos, ¿cierto? Por algún motivo, el propio director del cuerpo policíaco, Giorkas, vino a mí en busca de consejo. Sé cosas que nadie más sabe sobre éste caso y sin embargo, ni juntos hemos podido resolver los misterios de éstos crímenes que...
- Gerry... ¿qué tenemos nosotros que ver con todo ésto?- interrumpí, ignorando la fulminación de sus ojos cuando me buscaron en la penumbra de la sala.
- Giorkas detuvo al autor de ésos crímenes.
- ¿Entonces ya está resuelto? ¡Maravi...!
- ¡No!- gritó de repente, girándose hacia mí con una vena palpitando en su frente, haciéndome tragar saliva ruidosamente y retroceder un solo paso ante su semblante furioso, dejándole hablar.- Los crímenes continúan y siguiendo el mismo patrón, por lo que Giorkas cree que tiene cómplices. Yo en cambio, creo que el tipo al que detuvo fue una cabeza de turco, no el verdadero culpable, ni siquiera debe tener idea de lo que se le involucra.- refunfuñó algo y suspiró antes de proseguir.- El supuesto autor es un condenado, Iris. Un condenado traidor. ¡Un loco desquiciado!
- Aun no entiendo qué tenemos que ver con todo ésto, Gerry.- musité con firmeza.
- Le pedí a Naeem que le visitara ésta noche en la cárcel para que le haga un estudio psicológico y determine si se trata o no de un enfermo mental. Necesito saber si puedo o no creer en sus palabras cuando señala un nombre como su mentor, como el verdadero culpable de éstas atrocidades.
Abrí de nuevo los labios, pero él se adelantó.
- Es a Magnus a quién señala, Iris. Y a menos que hagamos algo ahora, mañana por la mañana Giorkas en persona irá a por él y no escuchará ni una palabra de su boca. ¿Entiendes el aprieto? Tenemos una noche para dar con el asesino o será Magnus el sentenciado.
Las rodillas me temblaban y el aliento había desaparecido de mis pulmones, por lo que pronto creí sentir de nuevo aquella sensación claustrofóbica en mi pecho. Todo me daba vueltas y me sentí mareada, a punto de desfallecer. De hecho, caí de rodillas y mis ojos miraban la nada, pues en mi cabeza sólo daban vueltas las palabras de Gerry, que aun y viendo mi estado, prosiguió con total calma, sin moverse de aquél alféizar.
- El nombre del suicida no lo sabemos, pero sí su apodo, Laoconte. Oh, y otro dato, por si puede ayudaros... Siempre repite una frase: "Veis los cadáveres, el humo... pero los árboles no os dejan ver el bosque." ¿Tenéis idea de qué puede...?
No terminó la frase e imaginé que Diétrich se lo pidió con algún gesto, pues mi primo se puso en pie y me abrazó por la espalda, acuclillándose a mi altura mientras Gerard daba un brinco y se dirigía hacia la puerta con pasos pequeños, aun pensativo.
- Estaré en la Biblioteca estudiando el caso. Si alguien encontrara alguna pieza de éste puzzle... por Dios, hacédmelo saber. Por cierto... Hay un hombre que parece espiarnos. Id con cuidado.
Diétrich asintió en silencio y esperó a que Gerry desapareciera para reclamar mi mirada aun confusa, hablándome sosegadamente para que me tranquilizara y pudiera pensar con claridad. Juntos tramamos un plan aquella noche, pues el tiempo corría en nuestra desventaja y algo debíamos hacer para impedir aquella injusticia, aunque habían demasiadas piezas que no encajaban.
Después de discutir un buen rato tuve que asentir a regañadientes cuando él me pidió que fuera a casa e intentara poner a salvo a papá mientras él se jugaba el cuello -como siempre- por nosotros. Y aunque bajé con él y me despedí prometiéndole obedecerle, no pensaba hacerlo.
- Cuídate mucho, Kaél.- le susurré mientras me desabrochaba un colgante de mi cuello y se lo cedía a él, cerrando su puño con delicadeza.- Es mi amuleto, para que te proteja.
Aquella vez no le besé. No por falta de ganas o ansiedad, ni mucho menos. Simplemente por temor a que alguien pudiera descubrirnos, pese a parecer que las calles permanecían desiertas. Gerry lo había dicho, alguien nos espiaba. Y a ese alguien pensaba enfrentarme.
Por ello subí al carruaje tras cubrirme con la capucha y disimuladamente, fui girando el rostro varias veces hacia atrás, contemplando cómo Kaél se marchaba a paso ligero y cómo una sombra humana parecía seguirme. Torcí una sonrisa y esperé que él fuera la pieza del puzzle que nos permitiría liberar a mi padre de toda sospecha. Deseé que él fuera el asesino.
Dejé que el carruaje me llevara lejos del centro como si me dirigiera a casa pero, al llegar al puente que cruzaba el río, salté con el carruaje aun en marcha y caí acuclillada sobre los adoquines, mirando al frente, desafiante y con ganas de cortar cabezas. Y ante mí, aquella sombra se detuvo, permitiéndome contemplarle bajo la luz de la tenue luna.
- ¿Me buscabas?- inquirí con desdén.
Iris M. Der Kláuseen- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 05/03/2012
Localización : París
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Re: Te encontré (Privado)
Bien...
Al fin movimiento.
Me desplace entre los callejones, terminando por subir a los tejados, para de ese modo, correr y vislumbrar la dirección que tomaba el carruaje. Contemplando como se alejaba por polvorientos senderos, conduciéndose a las afueras de la ciudad, viéndome arrastrado a bajar de los tejados para moverme tras ella cuando la ciudad comenzó a acabarse.
Hasta que de pronto ante mi sorpresa, le vi esperándome a pocos pasos de mi en el puente, con gesto ceñudo y una expresión ... propia de una inquisidora...
Camine lentamente hacia ella y alce poco a poco los brazos para mostrarle las palmas de mis manos desnudas, queriendo decirle que estaba desarmado, que no iba a atacar, sin embargo su postura cambió, tornándose mas estable. Reconocí el gesto inmediatamente, era una posición defensiva, por lo que tome precauciones para no incomodarla, quedándome a una distancia prudencial y segura para ambos.
Si, te estaba buscando, Iris.
Necesito hablar contigo, es urgente. Su rostro se mostró aun mas severo, -por lo que vi en su mente-, por el hecho de saber su nombre, sin embargo no fue eso lo que me altero, sino el escuchar el susurro de su mente y el hervidero de pensamientos que azotaba su cabeza y la mía -por tenerla cerca y no poder hacer nada por dejar de escuchar.- Por lo que intente centrarme, ya que era un tormento escuchar mis pensamientos y los de otros a la vez.
"¿Kael? ¿Quien era kael!? ¿y Gerard...Naeem...?
Ábelem...
Magnus!"
Abrí los ojos de par en par, preocupado al sentir que su mente se centraba en su persona, preocupada de el.
Quise hablar sin rodeos, quise ser sincero pero sus ideas me distrajeron, haciéndome mirarla ceñudo y en silencio, sin darme cuenta siquiera que me acercaba hasta ella.
¿Que le ocurre a Magnus!? ¿Se encuentra bien? Le pedí alterado y preocupado por partes iguales ante su gesto consternado y quizás furioso.
Pero entonces antes de poder dejarle decir o decir yo nada. Me percate de un ligero susurro con el oído finísimo que ahora poseía, y aquello fue mas que suficiente para dejar de mirar a Iris. Gire el rostro hacia ambos lados, para terminar mirándola a ella, así como a los dardos que se dirigían hacia su espalda.
Por lo que no lo dude siquiera, le mire y comencé a correr hacia Iris mientras ella cambiaba su gesto y giraba el rostro para ver lo que se le venia encima mientras yo sin perder tiempo, me abalanzaba sobre ella, rodando ambos por el pedregoso terreno de forma violenta, quedando Iris encima de mi, ahora mirándome fijamente y apuntándome con sus armas sin perder un momento.
Te dejaré que me arranques la cabeza y que me tuestes al sol si lo deseas... Pero antes de eso...
alce mis manos poco a poco dejándola que me viese hacerlo para llevar mi mano derecha a mi hombro izquierdo, donde tome y le di un fuerte tirón a los tres dardos que se me clavaban en la carne, aquellos que yo había recibido en su lugar, dejándolos caer a un lado entre mis dedos.
Antes de eso...hay que moverse. No estamos solos, por favor, ¡tienes que creerme!
Al parecer, los enviados de Axásveroth habían vuelto a recuperar mi pista y me maldecí infinitamente por ello y por arrastrar ahora a Iris a aquella situación, pues ahora la ficharían por mi negligencia...
Contemple sus ojos y no pude evitar pensar en él...Ella tenia sus ojos, podía ver ese atisbo de brillo, y ese aire decidido y penetrante en su mirar, ella se parecía a Magnus...y eso me agradó. Por lo que mientras esperaba su reacción o su ataque hacia mi, me pregunté, si ella y yo nos parecíamos en algo, si podríamos tener quizás alguna cosa en común. Pero cerré los ojos y tragué saliva. No era momento de sentimentalismo alguno, tenia encima a una inquisidora armada, y cerca en el bosque al séquito de mi creador. No era un momento para pensar en tonterías, tenia que tener la cabeza fria, mi "no-existencia" dependía de ello.
Al fin movimiento.
Me desplace entre los callejones, terminando por subir a los tejados, para de ese modo, correr y vislumbrar la dirección que tomaba el carruaje. Contemplando como se alejaba por polvorientos senderos, conduciéndose a las afueras de la ciudad, viéndome arrastrado a bajar de los tejados para moverme tras ella cuando la ciudad comenzó a acabarse.
Hasta que de pronto ante mi sorpresa, le vi esperándome a pocos pasos de mi en el puente, con gesto ceñudo y una expresión ... propia de una inquisidora...
Camine lentamente hacia ella y alce poco a poco los brazos para mostrarle las palmas de mis manos desnudas, queriendo decirle que estaba desarmado, que no iba a atacar, sin embargo su postura cambió, tornándose mas estable. Reconocí el gesto inmediatamente, era una posición defensiva, por lo que tome precauciones para no incomodarla, quedándome a una distancia prudencial y segura para ambos.
Si, te estaba buscando, Iris.
Necesito hablar contigo, es urgente. Su rostro se mostró aun mas severo, -por lo que vi en su mente-, por el hecho de saber su nombre, sin embargo no fue eso lo que me altero, sino el escuchar el susurro de su mente y el hervidero de pensamientos que azotaba su cabeza y la mía -por tenerla cerca y no poder hacer nada por dejar de escuchar.- Por lo que intente centrarme, ya que era un tormento escuchar mis pensamientos y los de otros a la vez.
"¿Kael? ¿Quien era kael!? ¿y Gerard...Naeem...?
Ábelem...
Magnus!"
Abrí los ojos de par en par, preocupado al sentir que su mente se centraba en su persona, preocupada de el.
Quise hablar sin rodeos, quise ser sincero pero sus ideas me distrajeron, haciéndome mirarla ceñudo y en silencio, sin darme cuenta siquiera que me acercaba hasta ella.
¿Que le ocurre a Magnus!? ¿Se encuentra bien? Le pedí alterado y preocupado por partes iguales ante su gesto consternado y quizás furioso.
Pero entonces antes de poder dejarle decir o decir yo nada. Me percate de un ligero susurro con el oído finísimo que ahora poseía, y aquello fue mas que suficiente para dejar de mirar a Iris. Gire el rostro hacia ambos lados, para terminar mirándola a ella, así como a los dardos que se dirigían hacia su espalda.
Por lo que no lo dude siquiera, le mire y comencé a correr hacia Iris mientras ella cambiaba su gesto y giraba el rostro para ver lo que se le venia encima mientras yo sin perder tiempo, me abalanzaba sobre ella, rodando ambos por el pedregoso terreno de forma violenta, quedando Iris encima de mi, ahora mirándome fijamente y apuntándome con sus armas sin perder un momento.
Te dejaré que me arranques la cabeza y que me tuestes al sol si lo deseas... Pero antes de eso...
alce mis manos poco a poco dejándola que me viese hacerlo para llevar mi mano derecha a mi hombro izquierdo, donde tome y le di un fuerte tirón a los tres dardos que se me clavaban en la carne, aquellos que yo había recibido en su lugar, dejándolos caer a un lado entre mis dedos.
Antes de eso...hay que moverse. No estamos solos, por favor, ¡tienes que creerme!
Al parecer, los enviados de Axásveroth habían vuelto a recuperar mi pista y me maldecí infinitamente por ello y por arrastrar ahora a Iris a aquella situación, pues ahora la ficharían por mi negligencia...
Contemple sus ojos y no pude evitar pensar en él...Ella tenia sus ojos, podía ver ese atisbo de brillo, y ese aire decidido y penetrante en su mirar, ella se parecía a Magnus...y eso me agradó. Por lo que mientras esperaba su reacción o su ataque hacia mi, me pregunté, si ella y yo nos parecíamos en algo, si podríamos tener quizás alguna cosa en común. Pero cerré los ojos y tragué saliva. No era momento de sentimentalismo alguno, tenia encima a una inquisidora armada, y cerca en el bosque al séquito de mi creador. No era un momento para pensar en tonterías, tenia que tener la cabeza fria, mi "no-existencia" dependía de ello.
Jensen E. de Løbeild- Hechicero Clase Baja
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