Heavenly surrender [Privado]

Irisviel, perteneciente a una familia de brujos, nunca esperó verse convertida en lo que ahora era. Lejos de su hogar por su propia necedad, ahora estaba en aquel sitio buscando un lugar tranquilo para sopesar lo que haría.

La bella ciudad de París de la que tanto hablaban no le parecía tan sorprendente. Lo que se había encontrado, con seres de la noche y además con que no era nada de lo que sus expectativas le habían pintado. De cualquier forma ella no debía estar ahí. Si lo estaba era porque quería proteger a su hermana, que había sido enviada para que desarrollara, tal vez, ese lado de personalidad que ahora no poseía pero que le sería necesario al volver con su familia.

Y si se trata de un lugar para meditar, por alguna razón lo primero que cruzó su mente fue el cementerio. Nunca había visto a personas ir en las noches a un lugar como ese. Con poco tiempo de haber sido transformada, estaba omitiendo el hecho de que seres como ella, pudiesen estar ahí.

Sus pasos, tal como siempre lo habían sido, pesados a oídos inmortales, pues poco o nada se daba cuenta que no tenía porque moverse como lo había hecho siendo humana. Un reflejo de lo que había sido hasta que arribó a París.

Un suspiro de cansancio le abordó antes de avanzar lo suficiente y darse cuenta de que no estaba sola. Más allá, a unos metros de ella, había un hombre, con esos rasgos que le hicieron pararse y observarlo. Su rostro alargado, sus ojos que parecían tan diferentes a los propios. Y le sonrió como si estuviesen a plena luz del día y su encuentro no fuese una sorpresa. Caminó hasta estar más cerca, como si la razón de cada uno para estar ahí a esas horas no fuese incierta.

-Buenas Noches -Saludó y quiso pasar a su lado como quien va a visitar una tumba, cuando en realidad no había enterrado bajo ellas nadie que conociera. Las lápidas, muchas gastadas, otras nuevas, unos bellos sepulcros unos, otros solo un recordatorio de que los restos de alguien ahí descansaban. En algunos los nombres y lo que había escrito en ellas ya no podía leerse.

El clima templado que había sentido por el camino parecía haberse vuelto un poco más cálido al entrar al camposanto, se preguntaba si era justo por el lugar que se trataba. Y mientras avanzaba, no pudo evitar mirarle de nuevo, al hombre de finas facciones que le había dirigido la mirada cuando apareció ahí. Preguntar algo casual fue lo que pensó -¿Algún familiar? -Preguntó sin la delicadeza que debía -O solo ha tomado un paseo por este sitio -Sonrió, porque pensó que contestaría que no era de ese modo, aún cuando ella lo estaba haciendo. Fue entonces que notó el color de su piel y logró vislumbrar otros detalles. Pero su inexperiencia en esos casos no le dejó claro si había lago extraño en él o una afinidad con ella.

Su reacción fue nula hasta que sacó el arma. Con su mente sin haberse aún acostumbrado a aquella existencia, temía a la muerte justo como antes. Pero noe ra la primera vez que pasaba por algo difícil. Como cuando le habian transformado. Tuvo que sonreír de forma algo cínica -Tal vez te han ahorrado algo más que eso... - Clavó sus ojos en él. Su carácter algo poco conveniente. Altanero a veces, otras tantas grosero. Pero no tanto como otros que había conocido.

-Pero creo que te equivocas, la oscuridad no solo está para hacer que el miedo se haga más intenso -susurró arrastrando la voz -Sirve para ocultarse entre ellas y evitar ser visto en ocasiones diversas - Le miró de reojo. Sentía miedo, pero no pensaba demostrarlo -Con un amante quizás... con una víctima... Depende de tu imaginación a dónde puede llegar - Si mostrabas temor, podría irte peor. Eso había aprendido hacía no tanto tiempo.

Ella buscaba a su creador, porque aunque había visto a otros vampiros, no habia entablado conversación con ninguno. ¿Qué tan diferentes podían ser entre ellos? Probablemente tan diferentes como un humano cualquiera. Irisviel solo sabía que ahora tenía más fuerza y sus sentidos eran más agudos.

No miró el arma, como diciendo que no temía ser herida por esta. Eramuy pronto para pensar en si algo ocurriría ahí o no -¿Y es que planea usted tomar mi cuerpo, torturarme y arrancar mis cabellos? - Le sonrió con diversión -¿Eso le apetece? ¿Le divierte? - De alguna forma eso le parecía infantil, pero seguro que más de uno pensaba en eso como algo que entretuviese más que muchas otras cosas. No podía criticarlo, no había sentido el poder que podía tener sobre alguien más, no aparte de tener una vida en sus manos cuando se alimentaba.

Tenía pensamientos, que áun no seguía, que aún se negaba a aceptar. Y lo haría aún un tiempo más -Pero siento decirle, que incluso si no me está preguntando, no seré su juguete - Eso sí, Iris tenía ego y vanidad como toda mujer, pero tenía otra cosa en mente ahora, era consciente gracias a esa arma apuntándole -¿Tan atractiva le he resultado? - Había sentido sus labios y una extraña sensación le inundó. Tal vez a causa de los recuerdos. No estaba segura. Noe ra la primera vez que le daban un beso similar a ese, pero si antes, en su adolescencia hubiese sucedido, lo habría pasado como algo sin importancia y que no tenía sentido. Así se había comportado en esos tiempos, divirtiéndose sin llegar a los extremos.

Pero no quería ser el juguete de nadie, de haber pensado que no importaba o que tal vez quería experimentar, probablemente lo haría con su creador. Si bien no confiaba en él, de alguna forma sentía la unión que había entre ellos. Él le había arrebatado la vida, pero con ello le había dado ciertas cosas al hacerle una vampiresa. Pero no estaba dispuesta a ser solo la diversión del vampiro que tenía frente de sí.

-Pero no me parezco nada a la señorita de su historia - No creía que decir eso ayudara en algo. En realidad, poco importaba si era o no así. Desde que había captado la atención de su acompañante probablemente noe ra una opción que él quisiese darle -No seré su juguete -dijo sonriendo, poniendo sus manos, con aquellos delgados y finos dedos sobre el pecho del vampiro. Ahora lo veía bien. Con rasgos finos, alto y delgado. La textura de su piel y cómo se veía. Ella nunca había visto a alguien así, pocos extranjeros había visto y habían sido muy diferentes a el. Aún así, era algo que no importaba en ese momento. Quería huir, pero tampoco quería pasar por algo innecesario. Noq uería que disparara el arma. Probablemente él sería más rápido que ella y terminaría hiriéndole si corría repentinamente.