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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Deiran Chassier Jue Mar 13, 2014 2:48 pm

‘’Los bichitos de luz oyeron mis ruegos y te han traído de regreso’’
¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que le vi? El cantante, su cabello, su sonrisa, su pálida piel, claro, sin olvidarme de su intacta alma humana, atrapada en el cuerpo de un cadavérico cuerpo de vampiro. El último día que le dejé frente a su mansión, después de aquel emotivo momento para él en donde no estuve seguro si fui yo quien le reencontró o fue él quien me encontró a mí había pasado varios meses me preguntaba cómo se encontraba. Tampoco quería que me creyese un acosador pero por dentro moría de ganas por saber qué había sido de él. Había pedido a mis empleados que me mantuviesen informado si había alguna especie de presentación o show de aquel talentoso cantante pero parecía que se lo hubiese tragado la mismísima tierra, logre averiguar por ahí que andaba de viaje, a lo que me causó satisfacción esperaba que aquellas vacaciones hubiesen sido tan placenteras como lo merecía quizás sus ánimos hubiesen mejorado desde esa última vez.
Sentado frente a aquella silla de cuero italiana meditabundo analizaba unos cuadros cuando noté que mi copa a la par de aquel montón de papeles se había esfumado, el contenido se había hecho agua en mi boca. Tiré mi cuerpo hacia atrás en aquella silla y miré el techo un momento cerrando mis ojos, cuantas cosas habían sucedido, rogaba a los demonios por que Hero Jaejoong hubiese tenido mejor suerte que yo en todo este tiempo aún llevaba conmigo un pequeño recuerdo bajo mis pantalones sobre el molesto tormento del pasado. Apreté el puente de mi nariz y unos pasos se detuvieron frente a mi puerta dando dos toques —Adelante- respondí secamente quedándome en aquella posición —Mi señor, hay noticias del cantante, le han visto en su mansión- murmuró el hombre con un tono desanimado pero seguro de lo que habla —Espero la información haya sido confirmada, Charles, no me gustan los errores- murmuré molesto —Lo ha sido mi señor- sonreí de medio lado lo cual duró poco y despedí al anciano hombre con una mano. Había regresado y yo tenía conmigo el pendiente de probar una copa junto a su compañía, entonces entendí la extraña analogía que antes había pasado con el vacío cristal que yacía sobre mí mesa.
En un abrir y cerrar de ojos había tomado todo lo que necesitaba. ¿Sería imprudente si lo llegaba a ver de esta manera tan imprevista? Quizás hice caso omiso a mis modales en ese momento, podían más las ganas de ver su sonrisa que traspasaba mis muros con  facilidad que la etiqueta y las buenas costumbres mandándolas al diablo por una noche qué más da. Salí de Camelias Vinn un tanto deseoso, sin carruaje, sólo mi velocidad y yo. El viento me daba en la cara refrescando como si en algún tiempo mi ser hubiese tenido vida, la noche prometía muchas cosas, yo solo quería ver su sonrisa.
Estando de frente a su aposento mis ojos se alzaron de manera escrutadora, tanteé el lugar y pude sentir su aroma desde afuera, todo era una exageración, su olor… parecía que se había metido en un bote de crema de vainilla y esas cosas que él usaba y se hubiese quedado a vivir allí. Sonreí de medio lado, en tiempo atrás no había tenido la delicadeza de apreciar su buen gusto por la arquitectura, realmente era una exquisitez. Caminé hasta la enorme puerta de manera y ésta fue abierta, miré al mayordomo, un tanto ‘simpático’ recordé sobre su advertencia de no tocar a sus empleados porque todos eran muy importantes para él y una mueca de agrado se dibujó en mi rostro —Vengo a visitar a Monsieur Jaejoong- murmuré viendo a los ojos a aquel hombre por lo que me dejó entrar a la sala de espera de invitados, entregué las dos botellas de vino que con especial cautela había escogido y tomé asiento observando las pintaras cerré los ojos, su aroma me inundaba realmente jamás había sentido tanta ansiedad.

‘’Ese aroma singular que vuelve a despertarme el alma ¿Qué es esa magia?’’
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Mensaje por Invitado Vie Mar 14, 2014 10:31 am

“Danzo en aventuras sofocantes, me sumerjo en universos que solo existen en mi mente y me relajo como un ave fénix a punto de resurgir de las cenizas.”  
Hacía ya más de un día entero que había podido volver a mi hogar, aún no había visto a Nicolás, pero sabía que estaba con mi creador en una de esas mansiones que tenía escondidas dentro de unas cuevas, debajo del acantilado, allí donde las olas pegan tan fuerte que destruyen cuerpos humanos. Un lugar que había sido construido por las propias manos de mi padre y su mujer. Tan secreto que siquiera los inquisidores condenados podían rastrear ese lugar, sin duda un brujo y un vampiro eran la pareja perfecta podían esconderse por años y de ser encontrados tenían las armas para enfrentarlos. Me habían dicho que a mi cuervo le faltaba un ojo y eso me había dejado devastado, sus orbes eran lo que me había enamorado y pensar en que tenía la mitad de ellos me hacía romper en llanto. Pero aun así estaba con ánimos, estábamos vivos, ¿no?, al llegar, la noche anterior me dieron la triste noticia de que mi ama de llaves había fallecido, pero mi gato seguía allí, reluciente como siempre. La casa estaba sucia, llena de polvo por donde se viera. La melancolía me envolvió al notar el abandono y sentí miedo. ¿Podría haberse alguien preocupado por mí? No había avisado nada y me habían tenido unos días en los calabozos, hasta que me habían torturado, no sabía cuántas noches habían sido. Y yo había prometido enviar cartas. Bueno, ya habría tiempo para todo eso.


Y entre suspiros, me puse a limpiar, me tranquilicé luego de más de ocho otras trapeando la enorme vivienda que me había dado mi padre como herencia. La había dejado reluciente y el perfume a mí mismo se sentía por todo el lugar, vainilla fresca. El sol estaba pronto a salir, pero el sueño no estaba siendo mi amigo. Decidí que debería terminar de acomodar las cosas y luego me bañaría, aún quedaba terminar el jardín, pero eso sería apenas entre la noche. Creo que me sentí en una extraña medida, relajado, como si tuviese un peso menos arriba. Aclaré mi cabello nuevamente, dejándolo tan brilloso como podía, parecidos a lo que recordaba eran los rayos del sol en una mañana fluorescente, casi blancos. Y luego de beber una copa de vino sencillo, lamentablemente no tenía whisky, aparte me había acostumbrado a aquel líquido espeso y sabroso, ya que mi cuervo lo bebía casi como si se tratara de sangre. Sangre… Era una de mis preocupaciones mayores, empezaba a tener hambre, en mi hogar teníamos algunos animales, por lo que tuve que aguantar con ellos. Antes de caer la noche siguiente maté a una de las gallinas. Las lágrimas caían de mis ojos al sentir al pobre animal retorcerse entre mis manos. Me sentía hipócrita, ya que solía cocinar pollo para mis conocidos, pero matarlo se sentía diferente. Tuve que exprimir al animal hasta que la sangre se terminó y todo estaba en un bote limpio.


Filtré todo aquello que podría haberse caído de los restos del animal y al mismo tiempo empecé a preparar el pollo al espiedo que le haría a mi mayordomo, el único que estaba en la casa, siempre habíamos sido solo tres, ahora que la señora había fallecido la casa estaba más silenciosa que nunca. Cuando lo empecé a beber de ello, el sonido de la campanilla de mi puerta se escuchó, no esperaba a nadie y me puso nervioso pensar que podía ser la inquisición. Tomé un sorbo ínfimo de mi bebida y como un niño me escurrí entre los pasillos, para mirar por un costado quién estaba allí. — ¿Quién es…? — Pregunté de lejos a aquel hombre de mediana edad que siempre cumplía mis caprichos. Pero no necesité respuesta, el aroma a vino añejo se notaba en el aire y la sonrisa blanca y con colmillos humanos se hizo relucir y corrí hacia la puerta de forma imprudente y casi vulgar. — ¡Deiran! Monsieur Deiran, que sorpresa tan grata, ¿cómo has estado? — Miré al mayordomo con excelencia y enseguida entendió que podía irse, por lo que pude acercarme sin cuidado. Él parecía cansado, ¿quizá también había tenido problemas? Lo único que esperaba es que no notara el hambre de días en mis ojos. Le busqué para abrazarle y enseguida me separé aún sonriente, buscando sentarme en el sillón a su lado, con la espalda dando hacía el apoya brazos y las piernas cruzadas como indio. — ¿Cómo supiste que estaba en casa? Llegué apenas ayer. — Comenté entusiasmado, haciendo mis gestos habituales con las manos, el lenguaje corporal siempre había sido demasiado excéntrico en mí.

“No pienses en nada, porque hay que disfrutar los momentos para así hacer recuerdos, recuerdos eternos.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Mar Mar 18, 2014 5:24 pm

Apagada está la llama, unos ojos tiernos cubiertos por barro y lodo… ¿Dónde está la chispa? Las luces se apagan, no quiero tu penumbra pero entiendo esa virtud.
El tiempo se hacía largo pero era paciente, ya había esperado lo más por él esto definitivamente no significaba nada, era su olor lo que me hacía exasperarme. Dejé de lado los pensamientos, sentí la energía del vampiro un par de habitaciones más adelante de donde yo me encontraba pero por qué se sentía tan tenue su luz que era hasta difícil de tocar. Negué esa idea con frialdad, no de todos los seres, él. Él era diferente, un paradigma que por siempre quería conservar, regalaba luz, así como siempre que le había visto me cautivaba y vertía en una copa vacía que jamás podía llenar una chispa que duraba una gran existencia. Me cuestioné todo aquello en un par de segundos. El silencio era más abrumador que de costumbre, los segundos se hicieron casi medio milenio tratando de entender lo que no tenía explicación, pronto mis dudas serían disipadas.
Su aroma se intensificó de manera mayor ¿cómo lo hacía? Cerré mis ojos y noté que la casa estaba prácticamente vacía, sólo se encontraba un ser viviente y dos inmortales. Sonreí pero no con regocijo porque era demasiado poco. En mi mansión siempre había abundancia de ánimas que aunque para mí eran un simple instrumento hacían sentir vivo aquella gran estructura llamada ‘’hogar’’, era lo más cercano al calor que podía recibir esa casa, qué estupidez.  Su voz fue música a mis oídos, su sonrisa saltona y sus ojos curiosos se encontraron rápidamente con los míos. Fue en cuestión de segundos cuando lo tenía a mi frente y todo alrededor se había esfumado, había cerrado mi cerco sólo para el cantante y yo en ese lugar que era suyo. —Hero…- su nombre se deslizó con tanta facilidad en mis labios ¿estaba feliz? Sentí una punzada en el pecho y le miré sin perderme ningún segundo todo su ser recorrer el ambiente —Siento mucho estar irrumpiendo a estas horas de la noche pero…- miré su cercanía a su intento de separarse de mi lado me hizo actuar de inmediato, tomándole de la mano le acerqué y le abracé lo más que pude, sintiendo su delgado cuerpo trincarme los huesos, encajaba  a la perfección. Mi desesperación había finalizado en ese momento, junto a él. —Recién mis empleados me han comentado de tu llegada- confesé cerca de su cuerpo, tratando de sostener el momento unos segundos más y aunque mi alma era un hoyo negro que le quería succionar logré separar mi cuerpo del ajeno y verle a los ojos —No es que te haya vigilado- me excusé de inmediato mintiendo —Pero como desapareciste así de pronto fue un poco abrumador asimilarlo.- no iba a confesarle que sabía más de su condición, su viaje, esperaba que fuese el quien contara las miles de aventuras que había dejado atrás tras unas semanas de relajación lejos de esta porquería de piedra llamada París.
Le miré con más escrutinio y mis ojos se entrecerraron. Algo no estaba bien y entonces el pánico volvió a mis pensamientos, lo que anterior me había cuestionado creaba fuerza arrasadora que se abría paso con mucha fuerza. Viéndole sentado a mi par tomé su mano sin esperar más y la presioné levemente. Su piel que era tersa como la de un bebé tenía una notable pérdida de la elasticidad. Miré sobre su coronilla y su aura rota estaba tan débil. —¿Hace cuándo?-  murmuré bajo —¿Desde cuándo no tomas sangre?- mis ojos se soldaron a sus labios y pequeños rasgos de sangre se dibujaba en la comisura de sus labios —¿Estabas tomando sangre de animal, Hero?- deteniéndome en seco me puse de pie —Necesitas alimentarte- miré alrededor —Y no creo que tu viejo sirviente sea un buena y apetitosa opción, iré por algo para ti- l idea de irme acabando de llegar me causaba molestia pero su sed me bloqueaba algo más que su rota aura. —No tardaré mucho- pensé en ese momento en algún empleado de Camelia Vinn pero antes de partir fue su misma voz la que me detuvo. Detuvo mi paso a su fin.
Las memorias son recuerdos que se mantienen pero es tu presencia la que perdura y que me siento en deuda a cuidar.
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Mensaje por Invitado Sáb Mar 22, 2014 1:42 pm

“El brillo arde en el interior de la cueva, se esconde pero nunca se pierde, escasea pero nunca se termina.”  
La risita se escabullía por mis labios, aunque tenía hambre, aunque estuviese enfermo de cólera o de tristeza, aún así, podía sonreír para él. Porque él me daba tranquilidad, me trasmitía toda esa protección y esos caprichos cumplidos que me suavizaban como un gatito siento peinado. No había dudas de que él me calmaba mucho más que los demás y eso era en cierta manera peligroso. Tantos tormentos y malas pasabas habían terminado desestabilizándome al punto que ya no sabía bien qué era lo que me convenía sentir en cada momento de mi vida. Intentaba dejar que mi cuerpo se afloje y el sentir sus brazos a mí alrededor, estrujándome y comprimiéndome por una parte me desesperaba y por otra me hacía simplemente reír, no recordaba que aquel vampiro gustara tanto del contacto. — Me vais a romper todo. No me molestáis, así que no te preocupes. Aunque llegaste en un momento incómodo. — Confesé de igual forma, la sangre estaba a punto de ser devorada por mí y ahora no podía hacerlo, la vergüenza sería demasiado profunda. Me negaba a que alguien me viese de esa forma, hasta que no encontrara un método más cómodo y limpio para hacerlo, no lograría calmar esas ansias. Cerré los ojos por unos momentos y lo escuché tranquilamente, mientras mis pies se movían en el aire juguetonamente.
— No pensaba estar tanto tiempo lejos, lo siento. Está bien… ¡No te preocupes! Me alegra que te hayas preocupado por mí, aunque yo no quería molestarte. Pensaba enviarte una carta en unos días. Todavía no me he estabilizado en casa otra vez, así que bueno… ¡Todo está limpio! Así que pasa, anda, esta todo ordenado, pero se nota lo dejado. — Repliqué, acomodando mi ropa cuando me dejó libre, siempre había notado aquel vacío en su cuerpo, como si algo me quisiera tragar. Pero yo no podía ser parte de él, ya era parte de alguien, quien había perdido un ojo por mí. Y por quien había perdido la mayor muestra de inmortalidad, los colmillos largos y filosos que nos marcaban como un tatuaje de demonio. Aun así no dije nada, aunque sabía que era cuestión de tiempo para que sepa que estaba hambriento y desnutrido. Y fue ese mismo momento en donde me sentí una de esas hormigas que siempre miraba. Quise hacerme un ovillo y salir huyendo. Pero al contrario le mantuve por unos segundos más la mirada y ante su pregunta lo poco que podía sonrosarme, lo hice. —No… Yo estaba a punto. Ugghhh, ¡no vayas! Quédate aquí, cuéntame, ¿Ha pasado algo nuevo en Paris? — Quise cambiar la conversación, como si quisiera traspasar una pared de acero a los golpes.
Imposible. Me levanté cuando él estaba por irse y tomé la punta de la manga de su saco y la tironeé apenas. — No vale la pena, no puedo alimentarme como solía hacerlo. Me arrancaron los colmillos. — Dije sin más y miré al suelo con tristeza, ahora si quería irse no le detendría. Solté la tela suave de su ropa y volví al sillón, poniendo ambas manos en mis rodillas, lamiendo la escasa sangre que había podido probar, limpiando mi tosquedad con cuidado. Suspiré y me apoyé en el respaldo del sillón, mirando hacia el techo. Él no se estaba yendo al parecer y por eso me relajé y lentamente proseguí, era obvio que de no contarlo, lo preguntaría y no quería forzar las cosas, al fin y al cabo no tenía mucho que ocultar, siempre había sido un vampiro que era el hazme reír del resto, no me preocupaba seguir siéndolo. — Iba a volver en menos de una semana, pero la inquisición llegó y no sé cuánto tiempo estuve viajando en la oscuridad total, luego estuve en un calabozo sin poder comer, siquiera las ratas aparecían por ahí. La luz artificial me torturó, haciéndome pensar que era el sol. Y luego sí llego el día de las preguntar y… — Recordarlo me torturaba el alma, sentí la lágrima correr uno de mis ojos y apoyé los pies en el sillón, para poder abrazar mis rodillas y apoyar mi mentón entre ellas. Mordí mi labio inferior y aguanté un momento más. Buscando a los costados un vaso de algo para tomar.
— Querían saber dónde se escondían los demás, querían nombres y yo no quería darlos, me sacaron el escondite de un gran grupo de vampiros, ¡yo no quería! Te juro que no… Pero me dolía, cuando me sacaron el primer colmillo pensé que me moriría, pero me dijo que no iba a matarme si le decía… Pero me sacó el otro porque no terminé de hablar y y… — Las lágrimas cayeron con tristeza por mis mejillas y me froté con ambas manos los ojos, lo hice hasta quedar rojo por el frote y escondí mi rostro entre las rodillas, quieto y melancólico, me frustraba llorar nuevamente frente a él. Había prometido que no lo volvería a hacer y allí estaba como un pequeño y triste estúpido, rogando por un perdón que no existía.

“Si pudiera ser un maldito pescador lo sería. Si tuviera la capacidad de ser cualquier cosa menos lo que soy, lo sería. No es divertido ser yo. Es una tortura.”
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Mensaje por Deiran Chassier Vie Mar 28, 2014 2:04 pm

‘’Se mantiene esa luz, tenue pero cálida. Sujeta pero limitada, hay que avivar esa llama mientras aparece quien ocasiona el incendio’’
Apenas y podía medir la intensidad de la fuerza con la que su sujetaba a aquel vampiro, era tan frágil. Después de un rato su risita que logró convencer que estaba consumiendo el oxígeno que por ratos introducía en su cuerpo sin ninguna necesidad. La sonrisa dibujada en mi rostro era jovial, jamás pensé verme así en ninguna manera pero ahora todo había cambiado desde su ausencia, París estaba de cabeza. ¿Podía notar él en su entorno que todo no era igual? No lo sabía con exactitud pero en el algo estaba diferente y llegaría hasta el fondo del asunto para descubrir qué era lo que le había hecho mal al vampiro. Me quedé observando el lugar mientras él se acomodaba, era grande y moderno su hogar, muy grande para estar tan solitariamente habitado por tres personas, quise preguntarle como hacía para mantener todo en su lugar pero lo vi innecesario, su cuerpo a pesar de oler a vainilla y las otras flores aromáticas que utilizaba tenía residuos de polvo y quizás sudor aunque era imposible, eso ya no existía en nuestros organismos. —Como te dije, siento mucho haber llegado sin haber avisado antes pero quise darte una pequeña sorpresa… Además que luego de tu regreso seguro tienes un sinnúmero de planes y yo no podría encontrarte en ningún lugar de nuevo, así que preferí adelantarme a los hechos, Hero- sentí un poco de preocupación y ansia en sus palabras, parecía sediento.
Sus palabras por un momento tranquilizaron el ambiente pero seguía con esa esquina encarnada en mis pensamientos que había algo más, a pesar que sonreía no lo hacía como de costumbre, yo había memorizado sus gesticulaciones y estaba seguro que fingía, fingía para ocultar lo que sea que su mente no quisiera decirme. —Veo que eres un muy administrador de casa, aún después del tiempo que debió tomarte limpiar todo por aquí estás impecable- hice referencia a su ropa y fue cuando el olor a sangre se introdujo hasta mi cerebro, sangre animal. Entonces lo ameno pasó a algún tipo de tensión molesta viéndome en la necesidad de buscar liquido carmesí para el cantante, no podía dejarlo ahí sin alimentarse pero me detuvo y no pude hacer nada, había olvidado lo que se sentía que sus deseos fuesen órdenes —Está bien- solté de manera tan fría que sentí como si le cortara pero era más allá de simple molestia, era preocupación. —En París…- miré hacia el enorme techo arriba de nuestras cabezas y asentí —En realidad sí, ha cambiado el ‘’ambiente’’- susurré —Hay problemas, Hero, problemas serios con la iglesia y su orden- mascullé mordiéndome los dientes pensando en el vampiro que me había informado tal acontecimiento pero me detuve en seco, tenía un presentimiento añejado de que él sabía algo, su tono fue persuasivo, como si esperaba que le dijera que sí. —Tienes que comer- concluí de manera errática y me crucé de brazos viéndole iba a irme desobedeciendo su mandato pero su mano me detuvo de manera rápida.
Le miré a la cara, enfrentándome a sus ojos, eran apagados, como si este día no hubiese querido que jamás existiera y entonces mis ojos se abrieron casi expresivos de sorpresa. Absorto me giré para mirarle y negué. —¿Cómo has dicho?- repetí sabiendo que había escuchado perfectamente, le habían quitado sus colmillos. Quedé callado unos instantes escuchando todo su relato, no iba a interrumpir su historia pero podía de manera perfecta regerar las escenas tal cual él me las contaba, me sentía molesto. Hero era un vampiro, uno joven pero al fin y al cabo un ser de una de las especies en el tope de la cadena alimentaria pero aun así, si delicada alma de humano era intacta, tan frágil y dócil que nada le podía tocar porque se quebraría en mil pedazos eso era lo que me atraía del cantante, su ingenuidad, viendo su expresión en aquel sillón donde parecía su lecho de muerte sus lágrimas comenzaron a rodar. —¿Quién?¿Quién fue ese inquisidor que te ha humillado?- el odio nació casi de inmediato, rogaría porque supiera su nombre sino yo me encargaría de encontrarle.
Tenía tantas interrogantes que podía ahogarlo en preguntas pero fue su llanto, su quebrada voz, su rota aura, sus palabras llenas de dolor las que me frenaron y sentándome a su par volví a abrazarle, esta vez con cuidado, ofreciendo mi pecho para que llorase así como lo había hecho hace un tiempo, sintiendo mi boca arder al imaginarme sus colmillos siendo arrancados —Está bien… Está bien- repetí dos veces pero, ¿realmente estaba bien? No, no lo estaba, esto era una guerra, una que había comenzado tomándonos con las manos vacías haciéndose notar lo estúpidos que fuimos creyéndonos superiores aunque lo éramos. —Sé que no querías, sé que te obligaron ¿Pero qué podías hacer si te estaban sometiendo? Ha comenzado la cacería Hero y temo por ti y por otros tres seres importantes para mí- murmuré molesto —¿cómo fue que escapaste?- quería saberlo todo pero necesitaba que el vampiro no fuese a caer en demencia por su falta de alimentación entonces hice lo que no esperé rasgué mi muñeca, casi arrancando todas las venas del lugar y tomando tanto como podía para después besar su boca y darle de beber, esa fue la primera vez que besé sus labios y no iban intenciones ocultas en ello.
‘’A veces vivimos pruebas que sólo hace que nuestro corazón se ennegrezca’’
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Mensaje por Invitado Mar Abr 01, 2014 12:14 am

 “Detiene la flama, porque puede quemarte. Calma el dolor por que puede enfermarte. Terminarás ahogado por el calor, cenizas es lo único que quedará si intentas tomar de la copa de la tentación.” 
Pensé lo que me decía seriamente, en realidad no tenía ningún plan armado. Sabía que quería ver a todas esas personas que habían entrado en mi vida desde hacía ya dos años. Pero no les había mandado cartas, ni encomiendas, siquiera había ido de compras como para poder hacer comida para el mayordomo, el cual ya me había dicho que estaba pensando en retirarse y mi casa quedaría sola, vacía y triste. Jugué con mis dedos, apretando uno con otro por la yema y luego levanté la mirada para encontrarme con esos ojos claros y penetrantes que tanto me agradaban, como si fuesen el cielo, aunque no fueran mi cielo. — Está bien. No se hable más de eso, ahora estás aquí y me alegra verte. — Tomé su mano entre las mías, apretándola un poco, dejando que mi sonrisita descasada se muestre sin preocupaciones. Realmente me agradaba verlo, pronto dejaría todo, me volvería a mudar, pero a un lugar más pequeño, vendería todas las cosas y me compraría un terreno en la ciudad, pensaba en hacerle un gran pozo, y allí poner mi habitación, el suelo y arriba otra pieza. Me mantendría en un lugar más cómodo y la pondría como casa vacacional para que nadie sepa que estaba allí, no saldría por la puerta, viviría en el anonimato, al menos durante un tiempo, hasta que en la iglesia, ya no se recuerde mi caso. Pero aún había tiempo para eso y ahí estaba él, con el que podía contar si lo necesitaba. ¿Era egoísta, no? 
— ¿Que… clase de problemas? Ughh, pero ya ves que no puedo comer, dime qué está pasando… Necesito tu ayuda, necesito que me escondas. — Susurré bajito al tiempo que me acurrucaba y asentía a esa mirada de descontrol que él me proporcionaba, parecía que se iba a comer al mundo y me recordó a un cuervo negro, capaz de arrasar con lo que estuviese en su camino. No pude responder sus interrogantes, más sentí que mi lengua se la había comido un ratón. Me acurruqué en mí mismo, deseando sentir algo de calor en mi piel, pero seguía el frio, el frío mortal de las pinzas cuando se aferraron a mi boca, el gusto a cobre salir de mis encías, la sangre roja manchando mi alma y mi orgullo. Era un vampiro, siempre había estado feliz siendo lo que era, obviamente, no lo había pedido, pero tampoco me quejaba con ello. Me sentía a gusto conmigo mismo, no era un vampiro horrible y atemorizante como otros que había conocido, era sencillo y así estaba bien. Pero ahora no podía seguir viviendo como antes, ahora ya no podía alimentarme como era debido y eso sin duda me perjudicaba en más de un sentido. — No, yo no sé el nombre, no tiene importancia. La mujer lo hizo, tal como lo hubiese hecho cualquier otro, en realidad, gracias a la tortura lenta y dolorosa que me dio, pudieron rescatarme, porque me dio tiempo. De ser otro, quizá ahora sería ceniza… — Dije entre lagrimones, mientras mandaba las gotas a los costados, las alas de mi nariz se pegaban contra las ventanas, hasta que la sangre se acumulaba y se ponía roja. Odiaba llorar, me veía horrible y eso me hacía poner aún peor. 
Sentí su abrazo fuerte, libertador, pero al mismo tiempo me encerraba. Me estrujaba con fuerzas suficientes para calmar mi dolor, pero para no romperme. Y me quedé allí dejando caer más lágrimas profundamente dañadas, eran sangre corroía, ácido deslizándose por harina. Alcé las manos para apretar su ropa, él no sabía cómo me sentía. Era un traidor, debería haberme callado la boca y morir como un buen soldado, al menos eso era más honorable que estar en la situación actual. Pero yo tenía algo por lo que seguir existiendo, era lo único que me mantenía en pie. Y por eso había sacrificado lo único que hacía notar la especie que era. — ¿Qué cacería? Están cazando a todos… ¿Lo que me dijeron es verdad? ¿Qué haré…? ¡Ahmg-! — Antes de poder seguir hablando el olor a sangre vieja se espació por el ambiente, sentí el hambre destrozando mi piel y dejé salir un leve jadeo, buscando de dónde provenía aquello, no esperé encontrarme con esa situación. Sus labios se apoyaban con cuidado sobre mis suaves y cuidados pétalos. La sangre corría por mi garganta con avidez, era absorbida en los instantes en los que entraba en mí. Se sentía dulce y poderosa, pero me negaba a él, apoyé mis manos sobre su pecho y empujé con odio, sintiendo las lágrimas cayendo más descontroladamente que antes. Pero no fue hasta que la sangre se acabó que pude desprenderme y me trasladé a la punta del sillón, mirando al suelo mientras mis piernas y brazos temblaban entre el odio y la tristeza. 
— Me salvó mi creador y su esposa, que es una bruja… Deiran, aunque me esté muriendo de hambre, nunca más vuelvas a hacer eso. Te hace mal a ti y a mí también. Encontraré una forma de alimentarme, pero no… ¡no así! ¡No así! — Apreté un almohadón y lo tiré contra él dejando salir un suave sollozo, mientras saboreaba inconscientemente su sangre, me sentía levemente rehabilitado, pero estaba tan molesto que las lágrimas corrompieron nuevamente mi rostro y me levanté del lugar, yendo hacia la parte de la cocina. Necesitaba beber algo. Empujé con fuerza una mesa tallada a mano que se interponía en mi camino, contra la pared y golpeé la puerta que separaba los alcoholes de la sala principal con tal intensidad que se quebró a mi paso. Obviamente no era algo que otro no pudiera hacer, pero no era lo habitual en mí. Me escondí entre las botellas y busqué una en especial, color verde con un líquido transparente dentro, era la bebida de mi pueblo natal y pensaba tomármela toda. Era prácticamente lo único que quedaba en la casa, lo agarré con fuerzas y lo destapé, para volcarlo en un gran cuenco de plata. — ¿Cómo pudiste? Le arrancaron un ojo a la persona que amo y no está conmigo ahora porque hui de su mirada, como un cobarde. Eres muy malo… — Negando derramé todo en mi garganta y las lágrimas volvieron a salir, ahora con más intensidad, mientras me frotaba una y otra vez los ojos, deseando que me hubiese devorado entero, para así dejar de existir. 

“No busques en el vacío aquellas cosas que siguen existiendo y que debes vencer.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Dom Abr 06, 2014 10:07 pm

‘’No se puede ver más allá del horizonte cuando se está enfrascado en la pequeña ventisca que mueve el árbol’’
Una vez más la ira contra esos que se dicen ser ‘’hijos del rey del mundo’’ estaba encendida, las acciones iban en serio en contra nuestra y lo peor eran miembros de nuestra propia especie los que ejecutaban sus órdenes, eran unos perros de la iglesia. Por dentro ira en mí era casi insoportable y viendo al cantante descompuesto, herido como una paloma con la ala rota llorar en el suelo no era de mucha ayuda, era ahí donde yo mismo confirmaba la existencia de ese dios que todos dicen amar y adoras pero siempre los débiles son los que pagaban el alto precio de su ignorancia y terminaban por morir, menos mal esa luz que estaba encerrada en su cuerpo había conseguido mantenerse encendida aunque ahora su lumbrera estuviese por extinguirse, esa era la preocupación que desde que mis ojos se cruzaron con los de él sintieron dolor por ver su ser quebrado por algo más que golpes. Miré hasta la pared tratando de ignorar la idea que él me presentaba al hablarme, recrearme la figura de esa inquisidora torturándolo ¿cómo podía ser? Seguía sin entender pero era obvio algo estaba naciendo en mí arrasando con todo a su paso sin dar tregua. —Varios seres Hero, inmortales, perros, y cambiaformas han ido desapareciendo sin explicación, se encuentran días después con marcas únicas en sus cuellos, olor a plata o con crucifijos entre sus manos como un ritual blasfemo- confesé molesto —Y ahora tú…- apreté los puños notando su mano bajo éstos así que desistí de la idea. — Necesito saber quién es ella, al menos su rotros- confesé viéndole a los ojos sin poder soportar verle lloriquear —Tengo un contacto, una bruja, puede ver atrás de los pensamientos imágenes, ella podría retratarme la cara de ella y cobrar venganza- sonreí de manera desquiciada pero volviendo en sí no quería ser un demonio alborotado no sin antes que me hayan dado la piedra para aporrear almas.
Le seguía viendo sosteniendo su cuerpo que era frágil como un mondadientes que en cualquier momento se podía fracturar, miré su rostro lloroso y traté de ignorar las escenas pero era demasiado necesario recreármelas una vez más. Lo habían humillado con uno de los actos más bajos que a un vampiro podían causarle arrancándole los colmillos dejándolo sin poder alimentarse decentemente he ahí mi genial idea de besarle para darle de mi sangre y no tuviese que probar animales pestilentes con sangre vieja, no era digno de su organismo, ¿no se daba cuenta? Mantuve mis ojos abiertos, alimentando su cuerpo, sentía escurrir mi sangre por su boca y aquella lengua ávida por el líquido. Su empujón me tensó y le sostuve con cautela esperando a que terminara su alimento como un buen niño que acaba todo lo de su plato y sin un segundo más para estar unidos de esa manera se despegó bruscamente tirándose hacia atrás yo me quedé parado viéndole sin expresión aparente. —Hero…- susurré extendiendo mi mano pero aquel parecía traumado regañándome por algo que supuestamente hice.
Fruncí mi ceño poniéndome de pie le miré en aquella posición —No voy a disculparme por algo que no estoy arrepentido de hacer Hero, vi la necesidad de hacerlo y lo haría cuantas veces fuesen necesario, no espero que te haya gustado fue lo más próximo que se me ocurrió, eso o darte más de esa sangre de gallina- miré el almohadón que pegó justo en mi abdomen y cayó como roca al suelo y le seguí con la mirada sin moverme de dónde estaba. El desastre en la otra habitación hacía que me sintiera incómodo pero definitivamente esta no era mi casa, el cantante podía quemarla si deseaba, era el ardor de su molestia lo que me tensaba completamente, no se calmaba y yo no entendía por qué tanto escándalo por ello hasta que le vi entrar de nuevo con un vaso y un licor de procedencia extranjera que olía fuertísimo y aquel ahogándose en él como niño molesto. Me acerqué con cautela escuchándole y entonces entendí a lo que se refería, sentía como si hubiese traicionado la confianza de su amante. —Por la misma razón que tu pareja sacrificó el ojo que es tu bienestar fue que lo hice, ¿Qué quieres?- alcé una ceja —Que cuando él te encuentre de nuevo te vea raquítico y desnutrido?, viendo a su luz alimentado de una gallina? No lo creo Hero, no creo que ese hombre quiera verte destrozado porque entonces la pérdida de su ojo va a ser en vano - saqué el pañuelo que llevaba detrás del pantalón y lo extendí para entregárselo y sentándome a su par concluí —¿Piensas emborracharte?- sonreí calmado secando yo mismo sus lágrimas y despeinando su cabello esperando que entendiera que habían sacrificios que no necesitan ser agradecidos más sí honrados.
‘’No se puede llenar un espacio que ya se encuentra ocupado pero se puede entrar aunque se es invitado’’
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Mensaje por Invitado Mar Abr 15, 2014 10:44 am

“No quiero ver, no quiero ver nunca más lo que en realidad me hace daño. Viviré en la oscuridad.”
Negaba persuasivamente, empezaba a forjar ese semblante cambiante que solo yo podía crear sin que se mueva un pelo de mi perfecta actuación. No quería que él me vengue, no, yo lo haría con mis propias manos, tomaría lo que me pertenecía de aquel cráneo sublime y la degollaría tal como lo hacía con las gallinas para beber su sangre. La cual ahora hervía en mi interior. Sentía una satisfacción molesta, un odio incomprensible, pero lo disimulaba con lágrimas que eran de ira, pero parecían de miedo y tristeza. Gimoteaba y negaba, mordiendo mi labio inferior, para luego levantar la vista. ¿Estaría bien si le daba los datos que me pedía? Él era tan terco como yo, al final, terminaría cediendo a la información. — Es una mujer hermosa en realidad, una humana que tiene un canino chiquito de compañero, parece inofensiva, pero le tiene un odio retorcido a los vampiros, pero lo mismo que le dije antes, no puedes matar a todos los hombres rubios, solo porque uno te hizo mal en algún momento. Es estúpido, pero supongo que no todos lo piensan de ese modo…  No sé su nombre, es morocha, de piel blanca y ojos oscuros, no tiene algo relevante y de todos modos no quiero que te metas con ella. — Aclaré en un murmullo y volteé la mirada, dando por terminada esa conversación que solo estiraba más mis heridas.
Volví a mover la cabeza a los lados ante la propuesta de una bruja, no, para eso ya tenía una bruja que podía hacer esas cosas, pero yo estaba buscando mi propio pesar, porque no podía desligarme de esas imágenes que torturaban mi cabeza, desde niño, mi creador había eliminado de mi memoria las cosas que me hacían daño, pero al parecer ahora ya no lo haría. No sabía si era porque estaba muy ocupado con su esposa o porque pensaba que ya era lo suficientemente mayor como para conservar los recuerdos dolorosos. Ambas tenían el mismo resultado, que era mi sufrimiento.  — ¡Pues la sangre de gallina no es tan mala como crees! Ya encontraré la forma de alimentarme, ¡tus labios a un metro de los míos! — Reproché nuevamente, en lo que iba por el licor, parecía que las personas se organizaban para hacer de mi vida una miseria. Volví a tirarle el almohadón en el estómago cuando regresaba y fruncí el ceño, para así sentarme acurrucado en una esquina, bebiendo como si quisiera alcanzar algún final. Cerré los ojos por un momento, escuchándole, sintiendo como se acercaba, quería volver a golpearlo, pero me contuve agarrando con fuerzas mi vaso. Estúpido Deiran, estúpido, estúpido. Me regañé a mí mismo por todo y mis ojos se sintieron avivados por un fuego intenso, después de todo, tener la sangre de ese hombre en mi cuerpo no era cosa de broma, era poderosa y se sentía bien. Aun así no era algo que repetiría, al menos no de ese modo tan personal y particular.
— No hables sobre su ojo o tú terminarás sin lengua. No tienes derecho a hablar de él, ni a compararlo con esta situación. Aparte, he vivido de animales tiempo atrás y no estaba tan… desnutrido, ya encontraré la forma, quizá con algún cuchillo que se disimule. — Murmuré abochornado cerrando los ojos en lo que dejaba que me limpiara, después de todo, sabía que él no tenía malas intenciones para conmigo, aunque era testarudo, bastante tonto y persuasivo, pero sus palabras siempre me calmaban, aunque no tuviesen significado, quizá era su voz la que me mantenía en equilibro, como una fuente de calor externa. Sacudí la cabeza y le sonreí de lado. — No me pongo borracho tan fácilmente, en realidad creo que nunca he estado borracho, solo una vez, cuando la sangre del humano tiene alcohol, me hace marear. — Especifiqué mirando al techo y asentí a mis palabras, recordando cómo una vez bebí de una mujer que estaba dormida en medio del parque, borracha hasta la médula, su sangre era deliciosa, pero luego de ello, caminé estampándome contra las paredes del mareo que tenía. Rasqué mis cabellos que ahora estaban revueltos por todos lados y apoyé la cabeza en el sillón con claro cansancio, que hasta un suspiro salió.
— Han pasado tantas cosas, siento que no puedo terminar de procesarlo todo, como sea, necesito un herrero, quizá un colgante, con alguna forma de ave o mmm… — Me levanté yendo a buscar una hoja y una pluma, volví al instante y me quedé frente a aquel papel blanco, procesé mis ideas e hice una especie de dragón o serpiente con dos cabezas, una en el cabo y otra en el rabo, cruzadas por arriba y con unos garabatos sobre el lomo. (Logo, Ignis Fraternitatem) Lo había leído en algún lado cuando era más chico, cosas antiquísimas de las cuales apenas me acordaba el nombre. — En las cabezas podría tener dos tipos de cuchillos pequeños uno con hoja tipo bowie, con filo normal y dentado, los dientes en punta y en la otra uno normal. ¿Daría resultado? Aparte me quedaría lindo, ¿no? De plata toda, me gusta ese color. — Divagaba con una sonrisa, mientras movía la cabeza a un lado y al otro, para luego verle a los ojos y sonreírle. Después de todo, él me quería así de ridículo como era y eso me daba confianza y tranquilidad, lo que merecía que tenga un perdón rápido.

“Quiero vivir, seguir viviendo eternamente en el tiempo.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Sáb Abr 19, 2014 2:43 am

No dejaré que huyas a esa cueva oscura, lo prometo.
Sus demandas eran molestas, no podía negarlo. ¿Pedirme que dejara las cosas así? ¿Realmente lo miraba viable? No lo creía. Pero como no podía negarme a sus órdenes estaba sometido a esa mata de cabellos negros que parecía nervioso apagado y sin luz. No era para menos, estaba exhausto y de cierta manera me sentía culpable por hacerle recordar cosas que él quería olvidar. Le escuché con atención mientras narraba la descripción de aquella vil humana que se había atrevido a tocarlo, no tuvo compasión, esa bestia inmunda iba a pagar, me lo estaba prometiendo. No era tan útil la información que el cantante me daba pero ¿qué más podía hacer? Simplemente seguía atento para que con punto y coma sus palabras se quedaran guardadas en mí así podía hacerle visita a esa bruja conocida para ver si podía darme un dibujo con el rostro de esa perra de la iglesia. Los detestaba más que nunca por lo que mi cara en aquel relato no era la más amigable posible pero pronto terminó el semblante pasó a ser uno más calmado con él no iba a pagar la rabia de saber que le habían tocado, no me lo concebía dejando de lado por la paz mental el tema viendo que Hero también deseaba olvidarlo y no iba a estar abriendo y cerrando la herida por mero placer.
Esbocé una pequeña sonrisa al escucharle decir que la sangre de gallina no era tan mala ¿se estaba escuchando? Creo que no. ¿Cómo se conformaba sólo con eso? Con beber sangre de gallina… Era inconcebible y de nuevo el fuego en mis ojos se hizo presente sin poder evitar querer destruir medio vaticano en busca de esa mujer. —Hero…- susurré justo como me gustaba que su nombre sonara en mis labios sólo que con un tono más peculiar —¿Ves el drama que estás haciendo?- sugerí molesto extendiendo mis manos para tratar de darle una representación gráfica de su escándalo por el ‘’beso’’ que ni siquiera eso había sido.  Asentí como niño regañado y no pudo ser más humillante, lo que me resultó molesto —Veremos qué vamos a hacer para que te alimentes decentemente y descuida, mis labios no estarán más en las opciones- sonreí más molesto que feliz sin saber el alboroto que vendría desde la otra habitación. El cantante a pesar de todo no cambiaba lo que me reconfortó por un momento. El tenerlo frente a mí con el alcohol verdoso me causó gracia y asentí de nuevo a sus regaños sin decirle nada más que aceptar su molestia pero no pude evitar lo recuperado que se veía aunque no era suficiente si tan solo me dejara repetir de nuevo lo que hace unos minutos hice pero negué de inmediato sabiendo que París ardería si lo hacía así fuese jugando.
Limpiando sus lágrimas dejé que desahogara todo lo que llevaba dentro. Aunque sus palabras me irritaban un poco pues no estaba en condición de reclamarme dejé que aquello sucediera por el simple hecho que, ¿desde hace cuánto él no  había podido hablar con alguien? Me había dicho que recién ayer llegó a París ¿Alguien más sabía de esto? No quería que más pestilencia se acumulara en su alma humana que parecía tan rota como un agujero sin fin —No me estoy comparando Hero Jaejoong-  le paré en seco —No quiero que te alimentes de animales, serán humanos.- sentencie —Si no es porque no fuese posible te aseguro que juraría que terminarías  desapareciendo si sigues con este estilo de vida- ladeé el rostro mirando a habitación y le aparté un mechón de su frente.
Sonreí por su comparación con el alcohol a lo que me lo imaginé  ebrio ¿Habría una diferencia a lo que era su personalidad diaria? Borré aquella imagen y después éste camino buscando algo a lo que escuchaba sus peticiones que eran casi como mandatos pidiendo ser cumplidos. —Podrás con ello, sé que no es fácil para ti todo esto pero sé que puedes poner en orden esa pequeña cabecilla- sonriendo estudie sus facciones —¿Un herrero?- alcé la ceja y tomé la hoja observando exactamente lo que el vampiro pedía a lo que me concentré en aquel símbolo —¿Por qué un dragón?- le miré fijo un tanto sorprendido, la idea sonaba bien. —Me gusta un animal de esa mitología, es demasiado poderoso, como nosotros- acoté —Conozco a alguien, no un herrero, es una mujer que trabaja con piedras preciosas, justo puede hacer lo que quieras- comenté tranquilo —E indudablemente te quedaría bien, vampiro cambiante- sonreí por sus cambios de humor que eran en un momento unos y en un instante otros. Frunciendo el ceño ¿Qué podía hacer? Así era el cantante al que no podía negarme. —Por cierto, te traje de mis vinos- me puse de pie y tomé aquel pequeño cuenco en donde estaba el licor extranjero, oliendo un poco y después sorbiendo cerré los ojos queriendo escupir el líquido pero me contuve, detestaba el alcohol que no tuviera tanta preparación como el vino. —Te aseguro es mejor que esto- murmuré con la mano en el bolsillo y la otra devolviéndole su recipiente —Iré por una copa- caminé hasta su cocina dejándole ahí pasando el umbral de la noche.
Los nuevos comienzos siempre son los más difíciles.
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Mensaje por Invitado Mar Abr 29, 2014 10:34 pm

“Déjame huir más no quiero vivir.”
Me arrepentí de haberle dicho aquellas palabras tan hirientes, estaba siendo muy duro con él y no se lo merecía. Siempre me trataba tan hermosamente, me arrullaba en mis caprichos y doblegaba sus instintos ante mí. Y yo como un ingrato le respondía alejándolo, despreciándolo. Aunque lo quería algo cerca, tampoco demasiado. Me daba miedo pensar que Nicolás podría armar un escándalo por algo que siquiera cruzaba por mi mente. Aunque no sabía nada de él. Quizá estaba tan herido de que lo haya dejado, para esconderme de mi propia humillación, qué se había tirado al sol. Había tantas posibilidades que la sola idea me causaba indeseables nauseas. Me sujetaba la barriga y miraba a Deiran con pena, en mis ojos se notaba mi arrepentimiento y se dejó ver aún más, cuando mi mirada cayó al suelo. Pero tomé aire y no dije nada, tampoco podía flaquear tan rápidamente. Y fue su voz sonando mi nombre lo que me hizo sonreír brillantemente, mostrando mis dientes de lado a lado y pestañeé, preguntándome qué es lo que él preguntaría con semejante tono, mi nombre siembre sonaba bello en sus labios.
— ¿A-ah…? Uugghh… No hagas así con el dedo… ¡Yah! Sí, ya sé, pero es que me da miedo. Bueno, bueno, perdón, lo siento, ¿sí? ¡Exageré! — Alzando ambas manos acepté el reproche y moví las piernas a los lados, asintiendo a sus palabras, encontraríamos la forma de que me pueda alimentar con lujos y gustos y que no fuese con sus labios ni desgarrando pieles. No podía estar así tanto tiempo, porque al mes mi cuerpo empezaba a ponerse transparente y las venas eran imposibles de disimular. Trague saliva y moví mi cabeza a los lados, no deseaba que vuelva a suceder eso conmigo, era realmente horrible, principalmente cuando se marcaban en mi cuello y en los bordes de mis ojos, me hacían ver como uno de esos vampiros ficticios de los libros de fantasía. Cerré los ojos cuando sus dedos limpiaron de mi rostro los cabellos alborotados y le miré fijamente, mordí mi labio y bufé. No sabía qué era lo que él estaba pensando, pero me enloquecían mis cambios de humor casi más que a él. —No desapareceré, tengo muchos a quien fastidiarles la vida aún. Pero me cuesta todo esto, deberías haber llegado ayer, quizá podría haberte recibido con un poco de mejor organización en mí mismo. — Murmuré más para mí que para él y bebí un trago largo, cerrando los orbes en tanto disfrutaba la quemazón en mi garganta y como bajaba hacía mi estómago y empezaba a irse directamente hacía mis venas. Tan placentero y relajante que me hacía volver en sí por al menos unos segundos.
— ¿Tú crees que ella pueda? Sí, me gustan mucho esos animales, son fuertes, resistentes al fuego, algo que nosotros no somos en lo absoluto. Así que no, no creo que sean como nosotros, más bien son muchísimo más superiores. ¡Pero son feos! ¿Cambiante? Ah… ¡Bueno trae y bebemos! — Mostré mis dientes, sonriendo magistralmente, acomodando mi dibujo a un costado, en tanto me volví a sentar en el sillón y abanicaba mis pies de adelante hacía atrás. No sabía bien a qué se refería, quizá había notado mi cambio repentino de humor, la soberbia que alguna vez había poseído mi mente salía algunas veces, luchaba contra egos de mi propia cabeza. En los momentos en donde la tensión se acumulaba, explotaba en diversas personalidades que no podía contener. Pero ahora debía hacerlo, tomé aire y apreté el cojín a mi lado, esperé por su regreso, con mis ojos parpadeando un sinfín de veces. — Eres un exagerado. Te acompaño, están ahí abajo, no tomo mucho vino, así que mejor las lavo antes de usar, suelo beber en los vasos de base gorda, para licores. — No iba a seguirle, pero decidí que sería mejor dar un paseo. Fui a la parte baja de la barra de tragos y saqué dos copas largas y anchas arriba, típica copa de vino, con un reborde en oro que aclamaba la finura que tenía todo en mi hogar, en eso nunca perdería mi toque.
Las lavé con cuidado y las sequé con un trapo seco y suave, para apoyarlas luego frente al hombre que estaba del otro lado. Le sonreí calmadamente y apoyé mis hombros sobre la barra. — Nos conocimos en una barra de tragos, ¿no? Tu cara ha cambiado un poco desde ese día. Creo que está más viva. Como si hubieses tenido más sentimientos desde aquel momento. ¿Nada nuevo para contarme? Siempre hablo de mí, soy un pesado. — Cacareé bajando mis manos, para cruzarlas unas con otras, apoyándome en el hueco que quedaba, en tanto mis caderas buscaban la silla alta que tenía y me apoyaba cómodamente, de repente, la necesidad de volver al pasado me embriagó. De estar cantando como siempre, no tener ligaduras a nadie, no sufrir más que por desafinar una nota en escenario. Bajar de él y sentir que el mundo era mío y que no había nada más que felicidad y tranquilidad a mí alrededor. ¿Era demasiado pedir? Sentí los ojos brillosos, como si quisiera volver a llorar.

“Pensar en un mundo perfecto, es quizá el peor trago amargo para tomar.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Dom Mayo 04, 2014 1:10 pm

‘’En esa oscuridad permanecerás pero no en soledad’’
La noche tan pasajera y yo sentado en el mismo mueble con el cantante. Pensé de manera aleatoria en las múltiples actividades de cada casa alrededor de esta aunque la lejanía claro, era impedimento. Mientras los humanos guardaban sus cuerpos en cajas de fósforos en sus camas yo estaba aquí descubriendo que nuestra especie estaba siendo atacada y que uno de mis protegidos había sido violentado y así como muchas cosas más de este enfermo mundo se me vinieron encima sin poder centrarme en una sola cosa pero decidido en que iba a luchar por él y por otros más que tenía bajo mis preceptos proteger sus vidas. Cerré los ojos unos instantes sabiendo que él no iba a rendirse aunque parecía derrotado pero siempre se levantaría de las cenizas lo que me hizo estar tranquilo aguardaría con él hasta que estuviera listo. Recostando mi cuerpo más en el asiento pero siempre pendiente de la plática recordé cuando le oí cantar en aquel prado verde rodeados de las luciérnagas que tanto le fascinaron. Su voz sería igual, sonaría igual que antes, o mejor lo sabía, eso le iba a servir para fortalecer cada una de las vértebras de su piel así su voz tendría más potencia que nunca.
—Creo que por la paz de esta casa deberíamos de dejar de hablar del tema de tu alimentación, Hero- abrí los ojos y le miré fijo haciendo su cuerpo un acto de circo, realmente era único. Mi cara que estaba paralizada se derribó a sus acciones lo que sonreí —No sé por qué tuve temor que hubieses cambiado… Muchos dejan que las garras de los golpes internos abran nuevas brechas en sus personalidades- confesé de manera natural sin importar lo extraño que se hacía contarle a alguien más mi manera de ver la vida —Pero sigues siendo tú y eso me hace sentir aliviado de cierto modo- seguí acomodándole en cabello pese a su demanda de que dejara de hacerlo pero es que era único haciendo esas caras. —Ni menciones lo de esta visita, siento un poco de arrepentimiento porque he llegado de esta manera, estaba pendiente de tu llegaba a París aunque si no hubiese irrumpido tu paz seguro habría un cementerio de gallinas en tu patio- bromeé con él sin poder evitar sonreír dejando de lado sus caprichos por un instante olisqueando su licor extranjero seguramente de su país.
Pensaba en muchas posibilidades sobre el dije que quería el cantante, la idea me resultaba totalmente buena incluso pensé en decirle que si esto era por la causa que tenía sobre luchar contra el papado y la iglesia quería uno de esos en representación también usándolo como símbolo de unidad entre razas y sangre. —Claro que ella podría. Es muy habilidosa, dame la muestra y yo me encargaré de ello si así lo deseas… - miré el pedazo de papel mientras iba en camino hacia la barra por las copas y el vino, mi dulce elixir. —En un rato eres fuego, después nieve, agua y terminas en una explosión- confesé sereno sin detener el paso hasta la barra de bebidas percatándome que él venía tras mío —No vivías aquí antes de que te pasara todo esto cierto?- diciéndolo por sus palabras hechas referencia a su amante y localizando la hielera donde estaba el excelso vino esperando se abierto saboreé mis labios con una sonrisa cínica viéndole todo el tiempo.
La botella derramando sus gotas, mojando la mesa, derretida por el calor del ambiente estaba justo en medio de él y yo además de la barra de madera. Esperé las copas estuvieran listas para sacar con el corcho la esencia que haciendo un leve puff y salir su ahora inundando todo la habitación. Cerré los ojos y tomé una copa llevándola hasta la mitad sonriendo de lado —Sí, en el teatro- asentí a su pregunta rememorando el instante en que vi sus ojos negros por primera vez —No has cambiado nada…. A excepción del color de tu cabello- sonreí complacido entregando la copa al cantante —Y claro en ese momento era un cliente más, hoy al parecer tu bartender personalizado- bromeé escuchando y frunciendo el ceño de inmediato medité ¿diferente? Cuestioné en mis adentros sin saber por qué lo que muchas cosas se me vinieron a la cabeza. —El tiempo avanza y consigo trae…. sorpresas- murmuré no tan convencido negando —Sabes que no soy de los que habla de su vida, prefiero oírte pero ya que insistes…- murmuré bajo —Hay alguien…. Un inmortal, como tú o como yo- rememoré su sonrisa y los dientes crujieron en el acto —Que ha pasado a ser parte de mi existencia sin querer que lo sea- me escuché lo que estaba diciendo y no me lo podía creer, ¿realmente estaba diciendo esto? —Quizás sea eso, estoy compitiendo con un grande y no puedo dejar que me ganen- corregí de inmediato para que la conversación no se desviara a otro sitio después de todo no me sentía en libertad de hablar de su nombre aunque lo atara con palabras. —Salud- dije chocando la copa obviando el tema de la ex cazadora que lo usaría de excusa para verle de nuevo.
‘’Cada quien construye su perfección aunque éste sea un infierno’’
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Mensaje por Invitado Miér Mayo 07, 2014 9:08 am

“No quiero estar solo, amo demasiado el mundo que me rodea”
No resistí a sonreírle, con los ojos bien abiertos y los dientes radiantes, riendo a medias por aquello que decía. Pues sí, era mejor dejar aquel tema allí y con suerte no volveríamos a tener otra situación tan tediosa, tajante y mal llevada como aquella, en general no me gustaba enojarme y menos si se trataba de una persona a la que le tenía aprecio. Principalmente por miedo a que aquella parte mal hablada y desagradable de mí saliera al descubierto. Escuché pronto sus siguientes palabras en silencio, estas que estaban de alguna forma fuertemente ligadas a mí esencia, se arrullaron y me causaron una especie de melancolía que ignoré antes de que llegara a mi cabeza y simplemente asentí, acordando en mi subconsciente que no volvería a dejarme vencer y que por ningún motivo cambiaría, había luchado contra mucho para poder estar como ahora. Recordaba ser una persona detestable antes de llegar a Paris, altanera y demasiado egocéntrica, debido a mi creador y su forma de educarme y luego a una maldición que se pegó a mi alma, la soberbia en su estado puro había entrado a mí. Pero ahora era una persona diferente y no podía dejarme vencer. ― ¿No crees que ya tengo muchas personalidades como para corroer en otra más? No te preocupes, soy muy fuerte, en lo que es mi cabeza, obvio~― Tranquilicé aquella mirada queme examinaba, buscando algún tipo de diferencia con meses atrás, me sentía casi desnudo.
Asentí con seguridad cuando él me miro con la misma, al decirme que tendría mi dije, seguro se vería muy bonito y me alcanzaría para no tener que ir por allí sufriendo de hambre y con una vergüenza al tragar que me haría sentir pésimo y el hecho de tener que lastimar a tal grado a una persona tampoco me agradaba del todo, era mucho más fácil hacerlo con los colmillos, en la noche, sin dejar rastros, pero al menos ahora cortaría con gracia y estilo. Me sentí satisfecho y en mi cara se dibujó una sonrisita triunfante y algo estúpida al mismo tiempo, como si fuese un gato recién alimentado y a punto de ir a dormir. Y levante mi cuerpo de allí al mismo instante que él, tenía una habilidad perfecta para seguir a la gente, estiré la mano moviendo el papel de un lado a otro. ― Sí deseo, toma, toma. Será grandioso, quedará muy bonito, me gustaría en plateado si se puede. ― Pestañeé en una gracia de hacerle ojitos y pronto nos vimos llegando a la barra que era en general todo un hermoso recinto. Allí lavé lo que me propuse, en tanto miraba a sus ojos que calculadores pensaban quizá, de más.
― No, vivía en una casa más cerca de los bosques hace un tiempo y anteriormente en lo que es la dinastía Joseon. Llamada aquí el reino ermitaño. Seguramente conozcas más que yo de la historia, aunque no creo, no vengo de un lugar demasiado relevante en esta parte del mundo, de ahí el nombre que le pusieron. ― Le comenté con tranquilidad en tanto rompía unos pedazos de hielo con la mano, que estaban cubiertos por sal, técnica que se utilizaba para que el hielo no se derrita, muy práctica realmente. Pronto dejé los pedazos en un contenedor y sobre la barra, sentándome cómodamente, escuchando y viendo como preparaba todo su ritual para beber aquel elixir que al mayor tanto le gustaba. ― Claro que no he cambiado en nada, estoy muerto y petrificado en el tiempo. ¿Debería volver al colorado? Aunque en realidad me he dejado mi negro natural para pasar un poco desapercibido, antes era más fácil escabullirse de la iglesia, ahora es todo un proyecto de vida hacerlo. De esta manera al menos parezco un “chino raro” y no un “chino, colorado y extravagante” ― Dejé salir la risa con ímpetu y tomé mi copa con ansias, se olía bastante atractivo aunque aún no terminaba por gustarme el raspar en mi garganta, siempre se me hacía raro, de donde venía no había tanta uva para hacer vino.
Pronto unas palabras más que interesantes se formaron en el aire, abrí los ojos y busqué controlarme para no hacer expresiones que delataran mis pensamientos, era obvio que aquel señor tenía un pretendiente, pero no me lo quería decir y lo que era peor, parecía que le gustaba. Eso me hizo sentir un poco más idiota respecto al beso, casi me retorcí en el acto y mis mejillas terminaron por delatarme volviéndose con un rosa pálido producto de una extraña acumulación de sangre. Mordí mi labio inferior y tomé un poco de la copa, saboreé el vino y decidí que era el mejor que había probado en cuestión de gusto, no estaba tan fuerte, pero tampoco tenía el sabor de un vino blanco, era exquisito al rozar, me saboreé y cerré los ojos esperando que el fuego entre a mi parte baja del estómago. ― Ohh… ¿Hace vinos como tú? Debe ser re divertido pisar las uvas, ¿tú pisas las uvas para hacer el vino o tienes gente que la pisa por ti? ¿O no se pisan más? ― Desde mi ignorancia abrí los labios curiosamente y la risita suave y melodiosa salió crujiendo al instante que chocamos las copas. Miré un momento hacía arriba y me debatí entre decirle lo que pensaba o no. ― Bueno, ¿y es un caballero negro o blanco? Seguro que es tan viejo como tú, si no ya lo hubieses matado, tú eres muy malo, ¡no me sorprendería! Yo estaba pensando en poner alguna tienda por aquí en París, quizá un restaurante, me gustaría tener un tiempo de paz, aunque no creo que sea el momento, todo está tan raro. ― Me acomodé con los codos unidos, la copa en una mano y la cabeza apoyada en la otra, en tanto le miraba con una sonrisa de lado. ― Lo sé, nunca hablas mucho, pero es interesante escuchar a los demás. Bueno, si no puedo ponerme la tienda tendré que invertir mi tiempo en algo, estoy estresado por todo esto, quizá empiece a entrenar, necesito sacar esta furia que tengo en algún lado o ¡terminaré explotando! ― Alcé ambos brazos y bebí la copa de vino entera, alargando para esperar más de aquel elixir. ― Está riquísimo. ―

“En mi sonrisa podrás encontrar miles de gritos, que desesperados buscan salir. Y una luz que es capaz de guiarte o cegarte por siempre.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Lun Mayo 12, 2014 9:01 pm

Mientras no lo quieras no pasará.
No pude evitar soltar una sonrisa, él era increíble. Siempre había tenido esa duda. ¿Cómo había sido él de humano? No encontraba ninguna diferencia con la de ahora, quizás un poco  más rosado, con color a vivo. Su sonrisa sin dudar sería la misma, su cuerpo, su voz, sus palabras así como sus muecas, esas que no podía evitar querer enmarcar, era como un niño caprichoso queriendo ser grande, se forzaba a crecer sin tener éxito, quizás por eso era tan fácil de engañar, quebrar y herir y era lo que hacía que por momentos se me olvidara que estaba con esa persona de cristal y querer ir directo al papado pidiendo una explicación sanguinaria del por qué había atacado a ese niño que sólo deseaba cantar. Su seguridad me apartó los pensamientos y sin contenerme más respondí sin estar tangible a sus demandas. Ni nosotros mismos como ‘’inmortales’’ estamos excentos al dolor, lo más que podríamos es cerrarnos en una coraza impenetrable y volvernos fríos, más que nuestra piel perdiéndolo todo, no quisiera ver a Hero convertido en algo como eso, sé convencido que no hay peor dolor que ni la muerte cura. — No me lo tomes a mal pero he visto a grandes caer y es difícil salir de ese pozo. Pero estoy seguro que tú puedes con todo, sería interesante contabilizar tus demonios— algo en mí desapareció, seguro  mis ojos estarían tan negros como el cabello del cantante sonreí al final de mis palabras regresando de nuevo con él.
— Que tus deseos sean ordenes— detuve mi paso antes de llegar a la barra de bebidas girándome y haciendo un ridículo gesto de reverencia al pronunciar las palabras sin dejar de verle con esas ganas irrevocables de volver todos sus caprichos realidad y alzando la ceja —Me ocuparé personalmente que quede tal cual me lo estás diciendo ahora mismo. Será de color plateado pero obviamente no será de plata a menos que quieras que cada vez que toque tu piel te queme recordándote lo que significa para ti y que no se te olvide —miré sus ojos y  después el trozo de papel retirándolo con educación de sus manos irguiendo la espalda simultáneamente en lo que doblaba en cuatro partes el papel y lo guardaba en mi bolsillo siguiendo el paso, sediento de vino.  Una vez ahí hice mi trabajo, jamás había servido a alguien siempre había sido el contrario, me sentía extraño, podría jurar que hasta él me veía extraño.
Solté un leve quejido oyendo su historia de cuando vivía en otra casa. Lo sabía mi instinto no me engañaba y pese a que este sitio realmente era impresionante tal como él guardaba aire a olvidado. — Qué interesante. Por eso siempre el olor a fresco en tu cuerpo Hero, ¿extrañas el lugar? Ahora hueles a citadino insalubre— hice una mueca arrugando levemente la cara conteniéndome una sonrisa, sabía que eso lo iba a alterar, él me había dicho que su olor entre otras cosas de su aspecto eran muy importantes. —Tus raíces son tan legendarias que mi inmortalidad no llega hasta esa época — pensé haciendo referencia a lo que decía un tanto dubitante y luego mis preceptos se quebraron. Mi vista se fijó en su cabello como foco central sintiéndome como esas damas que van a los centros de belleza a hablar de todo un poco y terminan en moda y esas cosas que me irritan —Creo que no serviría de mucho tu cabello, ya puedes pasarlo a blanco, tus rasgos te delatan — sonreí —No hay muchos ¿chinos?  Por París, son contados y la iglesia tampoco es que es torpe pero sí voluble. Me gusta lo natural.— terminé de verter en la copa el helado vino que jugaba conmigo.
Mis ojos se clavaron en él sintiéndome irritado, algo avergonzado quizás. Quise disimularlo sin poder querer saber qué pasaba por la cabeza de vampiro que parecía estar especulando sobre mis palabras y bebí mi copa de un solo tratando de obviar ese hecho. Serví rápidamente ahogándome en el fuego del licor finamente endulzado. En lugar de desviar la atención del cantante hacia otro tema él seguía empecinado en descubrir más. — Pues.— dije torpemente tratando de ordenar ideas, tenía que tener cuidado con lo que iba a decir no quería levantar sospechas aunque así como le miraba él ya tenía sus conjeturas — No, él hace licores fuertes— recordé la primera vez que le vi y tensé los labios —Es un competidor grande. Difícil de persuadir — seguido se vino a mí memoria lo que pasó en mi mansión y me ardía la piel — Y sí Hero, las uvas se pisan porque es así la única manera de extraer el jugo en su totalidad, los demás lo hacen con las manos pero es…— le escuché que seguía hablando del demonio con el que vivía en la cabeza noche y día aunque ni él ni el otro lo supieran — Inútil— terminé de soltar sobre la elaboración del vino que podía pasar hablando toda la noche pero me distraje cuando me pidió describirlo. Me sentí en ese momento transportado, rodeado de mil imágenes de cómo recordaba a ese oso gruñón — Es tan negro que su presencia invita a asesinarle. Es tan mayor que tendría que haber nacido hace tres milenios atrás, un guerrero vikingo más bien— y noté que casi acababa la copa, la segunda queme había servido —Es tan pedante y… — fruncí el ceño —¿Por qué el interés? — sonreí levemente —Deberías dedicarte al rubro de la comida si lo deseas sólo que con lo que me has comentado es mejor pasar desapercibido. Un bajo estatus quo quizás. Hay que ahorrar apariencias pero dudo que quieras fingir — me lo imaginé vestido de pordiosero y algo en mí volvió a enseriarse —¿Vas a extrañar? Sabes… Cantar en el Théátre des Vampires — noté la copa ajena vacía y llenando aquella, serví un poco más en la mía deseando haber traído una botella más así ahogarnos ambos en nuestros propios augurios.
Elijo lo que quieras darme, siempre seguiré tus pasos para cumplir eso que quieres.
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Mensaje por Invitado Dom Mayo 18, 2014 11:34 pm

“¿Y si algún día lo quiero? ¿Me lo darás?”
No pude saber a qué se refería realmente. “Los grandes” me sonaba a reyes, países o personas, quizá también inmortales, pero ¿por qué habían caído ellos? Mis ojos estaban abiertos, sorprendidos y dispuestos a entender de qué se trataba lo que él me decía. Aunque no podía comprender del todo, ya que acababa de salir de un lapsus de dolores que me habían dejado quizá un poco más tonto que antes, pero mucho más firme en decisiones que hacía unos meses había pensado en dejar de lado para siempre. Que idiota podía llegar a ser, pensé que si no me metía con ellos, ellos no lo harían conmigo, pero de forma u otra había terminado peor y ahora solo me quedaba mirar al frente, porque detrás había solo dolor y oscuridad. Tomé aire y subí los hombros en modo de respuesta, tampoco es que no aceptara sus palabras, pero yo no sería uno de ellos, lucharía hasta el final y aún si tenía que romper votos de no matar por placer o por simple impulso, seguiría el camino para degollar a quien me había quitado parte de ‘mi todo’. — ¡Ah…! Gracias, ¡eres genial! — Un suave sonrojo de una sangre que apenas revoloteaba entre mis huesos y venas se hizo presente. ¿No podía evitar hacerme sentir así de feliz y complacido? Porque él era el único que cumplía mis caprichos al pie de la letra, pero no era quien me gustaba, no era a quien amaba. ¿Estaba mal lo que hacía? Pues la verdad es que no tenía idea y en ese momento tampoco se me ocurrió preguntar.
Asentí suave a sus palabras, ciertamente ese no era mi hogar habitual, me había comprado otra mansión con la idea de estar seguro de las personas y también darle seguridad a la mujer con la que vivía, una gitana que a pesar de que estaba acostumbrada a lo sobrenatural, podía asustarse o meterse en líos si veía algo que no tenía que ver. Aparte por aquel cuervo negro, tampoco quería que él se enterara. Moví la cabeza a los lados, intentando apartar esos pensamientos de mi cabeza y volví a una sonrisa fuerte y decidida. — Los bosques son ricos y el aroma de mi jardín es excelente, ojalá esté como yo lo dejé. — Subí los hombros y cerré los ojos, bebiendo de mi copa con extrema delicadeza, seguramente todo sería un desastre cuando llegara a la otra casa, pero eso no me importaba, lo único que yo deseaba saber era si todos estaban vivos, esas personas que conocía desde que me había mudado a parís, gente que había hecho un nuevo hueco en mi mundo y me había abierto la puerta a cosas tan humanas que mi propio corazón parecía haber empezado a latir. —Ugghh… ¡Nadie te invitó! Así que vete así me puedo asear en paz. ¿Sabes que eres muy malo, no? Voy a tirarte con unos carbones encendidos si vuelves a decirme algo así. — Rehinché los dientes romos unos con otros y negué estupefacto, sonrojado de la vergüenza, siquiera quería olerme, estaba seguro que mis ropas y rasgos estaban tan sucios como aún lo estaba mi alma.
— Hay algunos chinos, vienen a negociar por algunas cosas, pero no puedo hacerme occidental, así que tendré que conformarme con parecer natural. Tengo miedo de que me agarren otra vez. ¿Me sacarán la existencia si vuelven a capturarme? — La pregunta era más bien una afirmación y mis ojos se aguaron un poco. Lo detuve al instante, reprimí los pensamientos y apreté la copa de vino, volviendo a beber, disfrutando de verlo servirme, era tan extraño pero divertido al mismo tiempo. Pronto comenzó a explicarme como era todo eso del vino, yo había intentado hacerlo hacía varios meses, pisando uvas, colándolas y luego poniéndole whisky. Pero había resultado cualquier cosa, menos algo tomable. Había reído mucho ese día junto con aquella amiga tan querida, pero me guardé esa historia para mí y simplemente seguí escuchando, apoyando mi mentón en mis dos manos, abriendo los ojos tan grandes como podía. — ¿Es inútil hacerlo con las manos o el tipo vikingo malote es el inutil que hace los licores fuertes? — Alcé ambas manitos, sorprendido por lo que escuchaba, al parecer Deiran tenía un competidor grande y yo siquiera me había enterado, sin duda debería ayudarlo a salir a delante y promocionar sus vinos por todos lados. Lo haría de sorpresa, como paga por mandarme a hacer aquel collar que me permitiría cortar gargantas correctamente.
Estaba a punto de responder el porqué de mi curiosidad hacía el ser antiguo, que sin duda no tenía muchos argumentos, simplemente quería saberlo, porque en sus ojos se podía ver el completo interés y quizá el odio hacia esa persona. Siempre había sido bueno con la empatía simple, esa que tienen todos los seres existentes, para darse cuenta de qué pasaba por la mirada del otro. Quizá porque yo mismo me conocía muy bien y con eso podía empezar a conocer a los demás. En cualquier caso, cuando me recordó el teatro mis ojos se apagaron un poco. Yo prácticamente había empezado mi vida allí y ahora se caía a pedazos. Contuve el aliento que no necesitaba y le miré un poco, examinando si de verdad me preguntaba o si lo hacía para cambiar de tema. Como fuese, consiguió que mi cerebro se desenganchara de la anterior conversación. —Sí. Lo extrañaré, pero seguir allí es como invitarlos a que nos maten a todos. Hay una bruja muy afín a mí, que pondrá unas barreras de limpieza, para que los vampiros pasen desapercibidos, pero yo no me puedo acercar por allí y casi por ningún otro lado. Me han dicho que me guardarán el puesto, que cuando vuelva habrá lugar para mí, pero… Eso ya no es tan importante. — Moví la mano con deje de no importancia y me levanté de mi banco, caminando un poco en círculos, cerré los ojos unos momentos, me sentía algo mal, quizá hasta mareado y pronto dejé la copa arriba de la mesa. Apoyando ambos brazos allí, recosté mi cabeza y me quedé mirándole, con mis ojos cansados, sin duda quería dormir, tranquilo, bañado y entre plumas — ¿Tienes miedo? ¿De qué tienes miedo o haz tenido miedo? ¿Me quieres hablar desde la puerta del baño? Me siento mal y quiero limpiarme. — Froté mi cabeza contra mis brazos, escondiendo mi dolor.
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Mensaje por Deiran Chassier Jue Mayo 29, 2014 9:26 pm

‘’Siempre y cuando permanezcas con la chispa, serviré de barrera hasta que te conviertas en incendio’’.

Se podía decir que ambos respirábamos el mismo aire buscando el sentido bizarro a las palabras pues era obvio que hace tiempo no era posible, miré al cantante con ojos escrutadores sacando mis conclusiones, hallando un parecido en una realidad lejana, en mi caso, vivía tan lejos de los humanos por dos sencillas razones, la primera era porque detesto el bullicio y la algarabía y segundo porque no suelo mezclarme con ellos a menos que goce de algún interés en específico, como alimento por ejemplo y eso era fisiología natural . Pese a todo, su excentrismo y su peculiar forma de ser, me sentía acogido por esa mata de cabellos negros que sonría agradeciéndole a la vida por una noche más. Pensé si detrás de aquellas palabras y gestos no propios de un vampiro había un pasado oscuro, estaba consciente que hace poco el destino le había jugado una mala broma pero quién era realmente años atrás. ¿Quién era Hero Jaejoong? ¿Se preguntaría él lo mismo de mí? Supongo que los vampiros gozamos de una especie de ‘’beneficio de la duda’’ no importaba, yo estaba concentrado en el ser que había visto cantar lo demás salía sobrando y de eso estaba enteramente convencido.

—Seguramente nadie me ha invitado, te lo dije… Quizás fue el olor a sangre de gallina que me trajo hasta aquí, sabes… es muy atractiva- sonreí tomando un trago de la copa mientras miraba al otro quejarse y haciendo los mohines que estaba acostumbrado a verle desde ya hace un tiempo. —Es una broma Hero- confesé sin estar arrepentido porque gozaba de sus facciones de niño molesto —Te lo dije desde que te conocí, tu olor siempre me ha atraído- y mencioné eso no como un cumplido sino como un secreto porque de esa manera lo miraba yo, un círculo vicioso que no me permitiría nunca salir de él. Olfateé un poco el aroma del elixir de uva y me deleité un rato, era tan virgen como las mujeres que se paseaban con su cuerpo sin ser profanado, una exquisitez. De reojo me convencí del tiempo, los segundos sonaban pesados en aquel reloj de pie que tenía el cantante en su sala de estar y frunciendo el ceño levemente me centré la atención en él tratando de obviar ciertas preocupaciones que se me venían a la cabeza, parecía un insulso más, atado de pies a cabeza.

—Creo que la próxima vez no tendrán piedad- dije con una voz segura, quizás no debí mencionarlo de esa forma pero tampoco es que fuese a mentirle sobre la situación real que aquejaba París, prefería que  el hondo de su alma se acostumbrara al sentimiento del acecho y cuidado a que fuese un despreocupado bullicioso, los tiempos no eran los mismos de ayer. —Entre menos sospechas levantes estarás mejor, no creo que la iglesia haya quedado feliz por saber que has escapado, seguro querrán reprender a la inquisidora que fue tan descuidada contigo, llámalo suerte…- mirando la copa vacía —A veces sólo nos sonríe una vez, Hero ¿Te estás dando cuenta? Más que  ninguno sabes de lo que son capaz- me quedé absorto sin siquiera poderle consolar entonces su siguiente comentario me sacó de mis pensamientos y clavando mis ojos en los ajenos no pude evitar sonreír, un descuidado con las palabras era lo que era —Las dos cosas, el vino y él… Él es bueno en todo lo que hace- musité con cuidado esas palabras trayendo más remembranzas a mi memoria y un frío inexplicable me recorrió la espina dorsal haciéndome volver en sí —Nada que no pueda manejar- solté con cierta mentira, la verdadera historia era otra pero tampoco sería la hora ni el día indicado para hablarle de ello al cantante.

Terminando de llenar las copas a más de lo permitido por la clase y la etiqueta casi a rebalsarse miré al vampiro, sabía que la pregunta que le acababa de hacer no era fácil para él, ni para nadie que viviera en un mundo así como el otro, yo por mi parte no tenía nada más que el vino como profesión, era un tanto molesto pensar que de la noche a la mañana tuviese que dejar lo que me llevaba a un placer inexplicable y más si era por el dios humano que todos veneraban. —No lo creo y sé que lucharás por ello, en cuanto al teatro… El vacío será palpable sin ti, puedes asegurarlo, no hay noche que no llore por una voz perdida- susurré casi sin aliento, no entendía porque debía de complicarse las cosas para alguien tan inofensivo para la ley de la vida  una reprimenda más para odiar a dios.

Miré la ausencia de los labios en la copa que quedó a medio llenar y su andar torpe por el living realmente había sido un golpe duro el que le había caído sobre la espalda y asentí —Todos tenemos miedos… Miedos ocultos, miedos visibles, tocables, encerrados, mostrados. Nadie está exento de ello, podemos ocultarlos más no ignorarlos. Lo que siento ahora mismo es ira contra ellos, contra los que han develado en ti tal padecimiento que no te deja vivir y por otros más que debo proteger  - tensé la mandíbula asintiendo, todo lo que él pidiese sería una orden, empujando levemente su espalda sin saber a ciencia cierta donde estaba su baño o quizás su habitación comencé a llevar su cuerpo en una marcha fúnebre al entierro con agua y mis sentidos rápidamente se enfocaron en una sola habitación, subiendo y recorriendo el lugar como si conociera el camino a la perfección me detuve con el frente a una habitación que por intuición asumí era la suya, los olores a él no mentían y susurré  a su oído, de espaldas a él —Los miedos se convierten en las mejores fortalezas, Hero… No hay miedo a atacar, sólo quieres destruir ese sentimiento que no te deja descansar - y esperando como buen siervo me separé de él tratando de inyectar un poco más de fuerza a sus débiles pies.

Nacimos para morir… Son sólo cicatrices la que nos lo recuerdan.
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Mensaje por Invitado Miér Jun 04, 2014 8:15 am

“Siendo sincero, siempre me has causado una sensación extraña en mi interior.”
Aun en esos momentos donde yo sentía timidez y al mismo tiempo un poco de enfado, el encontraba la forma de hacerme reír. Cubriéndome los labios mientras suspiraba dulcemente, aquel tonto vampiro, siempre tan escrupuloso, guardando miles de secretos, ¿qué me decían sus ojos? Sin duda me hablaban de un vampiro antiguo que había pasado parte de su vida viviendo cómodamente, aburrido y con pocas miradas hacia lo mundano. ¡Típico vampiro malhumorado! Eso les pasaba por ver la eternidad de una forma monótona. Pero había una chispa que me contaba que algo había cambiado, quizá era simplemente una ilusión mía, pero me enteraría en algún momento, tarde o temprano yo siempre terminaba sabiendo las cosas. —Sí, sí, no te creo ni una palabra, ahora déjame molestarme un ratito. — Reproché ante su rápido cambio de que era una broma, pero en cierta medida no y miré al techo, sintiéndome muy avergonzado, ¿cuándo fue la última vez que me había podido bañar? De pensarlo me temblaban las piernas y quise llorar otra vez, pero no lo hice, al menos había podido limpiar todo el lugar, ahora solo faltaba terminar conmigo. Un baño largo, suave y lento era lo que necesitaba, luego de mucho trabajo y dolor, seguramente sería una buena cura a mi alma. Solo pensar que seguía teniendo el olor a las heces de un humano en descomposición me daba nauseas. No me hacía ensuciado con aquello, pero si lo había tenido demasiado cerca para mi gusto.
— Se supone aún no se han enterado de que pude escapar, me rescataron con una bruja y dejaron todo como si yo hubiese muerto, quizá se den cuenta en algún momento, pero aún tengo algo de tiempo para acomodarme. — Mis manos se acobijaron una con otra, empezando a tener una especie de tic nervioso, solo imaginar que podría volver allí, atado por doquier, sintiendo las pinzas retorciendo mis partes, el dolor y la sangre cayendo a lluvia por mi cuerpo, me abracé a mí mismo y suspiré, necesitaba reprimir esos pesares no podía seguir con ese miedo, tenía que superarlo o no podría sobrellevar lo que estaba próximo a ocurrir. — No necesito que me recuerdes eso, tienen cosas que me pertenecen y no hablo solo de mis colmillos. Me han dicho que el ojo de mi cuervo está allí. Lo conseguiré y si para cuando tomo venganza no lo tienen, me quedaré con los de ellos. Haré un museo con ojos de inquisidor. — Maldije con los puños cerrados y los ojos enormes y negros lubricados. Tomé aire y en un suspiro rápido escuché su respuesta a las preguntas anteriores, me reí en voz baja y alcé mis piernas para acurrucarlas contra mi pecho, negando en tanto me apoyaba entre las rodillas. — Así que es bueno en todo… Está bien, quizá lo conozca algún día. Seguro es tenebroso como tú. — Jugué con la copa llena de vino y disfruté de beberla con los ojos cerrados, saboreando con extrema dulzura, el escozor de mi boca me hacía saber que mi sangre estaba procesando la bebida correctamente.
—No me mires de esa manera, no estoy angustiado, puedo seguir cantando, puedo tocar una pieza de piano si así lo quiero. No necesito estar en un escenario para ser feliz. — Con ímpetu le alisté una sonrisa, aunque sí extrañaría aquel escenario, ya no era parte de mí. Pero aún tenía que hablar con el dueño, no podía dejar todo así como así. Tenía que conseguir la forma de que me guarden bien el lugar, saber qué es lo que Nicolás pensaba hacer, ya que allí lo había conocido, ambos trabajábamos en el teatro de los vampiros, él como un talentoso y maniático violinista y yo como un cantante capaz de inculcar una seducción poco conocida por los demás. Después de todo, ese era mi don. — Deja de gruñir, no pasa nada, si no miras con luz el camino, te comerá la oscuridad. Y no me empujes que me quitaron los colmillos no las piernas. — Aunque ciertamente estaban delgadas, muy débiles y casi parecían solo hueso y piel, como dos tallarines colgando desde mi pecho, pero caminé y le fui guiando con una manito hacía donde tenía que doblar. El agua tenía que ser calentada, pero los carbones estaban dispuestos en aquella estufa. Estaban prendidos y llameantes, solo había que colocarlos en el hueco de metal que había debajo de la enorme bañera de madera. Y así lo hice, lentamente con aquella pinza larga los fui agarrando y metiendo en el lugar. — Odio hacer esto, siempre me da miedo quemarme, pero bueno. Puedes sentarte en la cama, no va a comerte. No hay mucho por aquí, me mudaré pronto y he mandado a llevar muchas cosas. Tengo que hacer todo rápido, antes que noten que sigo vivo. — Conversé casi al aire y cuando del agua empezó a salir un suave vapor me metí atrás del cambiador, para quitarme las prendas, las cuales directamente mandaría a quemar.
— ¿Alguna vez te agarró la inquisición? Mis miedos siempre han sido barreras, es cierto, pero también me distancian de las personas. Aunque supongo que así me va mejor. — Sonreí mientras me limpiaba con una toalla húmeda, primero había que barrer la suciedad notoria, dejando solo la que estaba impregnada para quitar con el agua. Lo hice rápido y salí con una bata, corriendo a la bañera que estaba esperándome, caliente y dulce. No tardé mucho en meterme, la bata cayó al suelo y mi piel de marfil quedó expuesta. Era como la de un vampiro antiguo, tan blanca y fina que parecía ser vela. Para ese momento no tenía siquiera un músculo marcado, más bien era los huesos, que como un perro desnutrido se marcaban a los costados. No quería que me viesen por lo que solo medio segundo estuve afuera, hasta que el agua me cubrió por completo y la misma se deslizó un poco por afuera de la tina. Las heridas que aún estaban cicatrizándose hicieron presencia y dejé salir un jadeo doloroso, me froté los ojos y esperé a que se me pasara. Odiaba sentirme así.

“No es humillación, es algo más profundo y doloroso.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Jue Jul 03, 2014 1:42 pm

Siempre se querrá lo que por ley no se tiene.

De cierta manera la plática se había convertido en una más tranquila y amena. Había dejado por unos segundos de pensar en la inquisición y sus posesiones demoniacas con los sobrenaturales. El hecho de que Hero se esté alimentando de gallinas o simplemente la tortuosa existencia del mundo, por esa fracción de segundos solo éramos él y yo compartiendo una copa de vino tinto y una charla que quizás una cosa llevaba a la otra pero me había hecho olvidar la amargura con la que a veces veía el mundo, justo como siempre él lo hacía. Cerré los ojos apretando con dos dedos mis globos oculares y negué pero de nuevo sus deseos eran órdenes pese a que me gustaban esos cambios espontáneos y repentinos de humor, me recordaba su cristalina alma.
El trago más amargo de lo último de esa copa se deslizó por mi garganta y alcé la ceja viéndole —Entonces ningún lugar es seguro… ¿Has pensado en considerar irte de París?-cierra los ojos —Entiendo tu afán por vengar lo que le ha ocurrido a tu amante Hero Jaejoong- murmuré su nombre completo porque me parecía un acto de disconformidad. No podía arriesgarse pero quién era yo para prohibirle, nada más pude negarme a su ofrecimiento. Dudaba que su ojo aún permaneciera en ese sitio y coleccionar el de los inquisidores parecía prometedor pero no muy sabio de su parte, si quería venganza debía de pensarlo con la cabeza fría, no ahora, no cuando su mente soltara al viento sus pensamientos y memorias. Tenía que ser claro de que las cosas no eran siempre de un solo color. —¿Pero crees que es lo más conveniente? Yo sinceramente no lo creo. El tiempo se encargará de darte las herramientas necesarias para acabar uno a uno si deseas con esos fanáticos- mis ojos perdieron cierto brillo y se enfocaron en el vestigio de vino que aun quedaba en el fondo de la copa.
—No querrás conocer a ese demonio. Es un salvaje sin modales. Un oso gruñón.- acoté tratando de sonar natural y aún más por el cambio de tema, no quería seguir hablándolo aunque en un futuro  más cercano pediría su opinión  de acuerdo a muchas dudas que por veces me embargaban la cabeza. Sonreí con cinismo. Hero dándome consejos, nada más y nada menos, eso sería extraño. Aunque quizás subestimaba mucho al vampiro cantante, con un voto de confianza no haría mal. Cerré los ojos centrándome en sus palabras, la nostalgia era eco en su voz aunque no lo quisiese admitir. —No puedes comparar una cosa con la otra, Hero. Aunque si dices que no te hará falta…- murmuré con cierto desaire pues sabía la falsedad de esas palabras, una falacia completa.
El camino se hacía corto con los pasos cansados del cantante y yo terminaba de hacer lo que jamás había hecho. Me sentía como un niñero cuidando a su responsabilidad lo que me hizo sentirme un poco irritado pues jamás había dado estos tratos a nadie a excepción de Yuna cuando se ponía fastidiosa pero esto era diferente, él estaba tan roto y quebrado que parecía que en cualquier momento iba a fracturarse en mil pedazos. Adentrándome a su habitación noté que lo vacío que estaba su habitación, pocas cosas quedaban. Me apoyé en uno de los respaldares de la cama viendo a través de su ventana escuchando como retiraba la ropa vieja de su cuerpo y me perdí en la luz que por ésta se colaba. —¿Entonces vas a irte? Pero siento que es algo riesgoso, ¿vivirás encerrado para siempre? Por ahora creo que es lo mejor -sugerí con cuidado oyendo sus pies trotar en el suelo y sonreí de lado tratando de soportar las ganas de girarme y verle huir siendo tan niño.
Caminé hasta la puerta del baño y me quedé parado en un costado de los marcos sin poder ver dentro. Tampoco es que iba a invadir su espacio personal pero sí quería estar lo suficientemente cerca para que si por alguna razón llegase a sentir un poco de temor el tenerme allí borrara esos vestigios de inseguridad. —Jamás me han atrapado pero he sido testigo de su justicia- pegué la cabeza en  el marco de la puerta de espaldas a este y cerré los ojos recordando las escenas de esa pequeña niña de cabellos rojos, una bruja que apuesto venía puliendo apenas sus habilidades, fue despedazada por uno de nuestra especie sin siquiera oír su estruendoso llanto. Tensé la mandíbula —Los miedos se convierten en coraza, Hero, una fortaleza que puede ser ventajosa o puede ser tu destrucción total. Si lo más conveniente es estar muriendo en soledad para proteger lo que más ansían tus demonios debes alimentar esa sed- sonreí de lado —¿Te crees capaz de algo como eso?- abrí un ojo y miré con cuidado dentro del baño donde solo me saludó el humo del agua. Se hacía tarde y pronto sabría que esta plática finalizaría, debía de descansar mientras yo me las pensaría bien para meditar mis siguientes pasos.

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Mensaje por Invitado Sáb Jul 05, 2014 11:11 pm

“Es como un truco, un día esta y al siguiente desaparece”
Suspiré cansado pero con la sonrisa marcada a los lados, por momentos pensé que él quería verme encerrado, “protegido” por un féretro mientras los años pasaban y pasaban. Pero yo estaba como una paloma a punto de ser liberada, soñaba con la noche en la que pudiese salir y volver a cantar en medio de la plaza, alzar un escenario con los compañeros que hacía unos años estaban conmigo en las payasadas, disfrutar de las miradas curiosas de la gente. Lo anhelaba demasiado y estaba dispuesto a luchar contra todo para poder volver a sentirlo. Aún si no tenía colmillos con lo que luchar, si me quitaban las garras, aún con todo, si seguía teniendo mi alma y destino en manos, estaría dispuesto a pelear. —No me iré de Paris. Aún no sé qué será de mí en lo que va del tiempo, pero no pienso irme, no por miedo. — Respondí seco y directo, con los ojos que parecían tener todo el peso que había perdido en ellos. Pues claro que estaba exhausto y por ello no falto mucho para llevarlo arriba, a seguir charlando mientras me intentaba relajar. Daba gracias que era él, ese vampiro que siempre me había apoyado y que por momentos en su mirada podía notar el amor que me tenía. Uno que no era correspondido de la misma manera, pero que poco a poco se iría apaciguando. Al parecer Deiran había encontrado a alguien, en sus orbes lo notaba, esa aceptación que en varios allegados había encontrado a lo largo del tiempo.
— Todo será a su debido tiempo, no tengo pensado ir contra ellos ahora mismo, mira mi cuerpo, siquiera puedo pensar correctamente por culpa del hambre. — Murmuré en un chistido mientras me acariciaba los cabellos y los tiraba hacía atrás, estaban tan finos que pensaba en la posibilidad de que se me cayeran. Apreté mis mejillas un poco y me reí cual niño cuando sus intenciones de ayudarme fueron explayadas. Sentí una leve presión en el pecho, le miré a los ojos fijamente, observé su color, me quedé atontado con sus palabras y poco a poco me perdí en el líquido del vaso que daba vueltas sin parar. Pensé en que él había descubierto esa mentira de la cual yo estaba al tanto, pero aún si lo hacía eran cosas evidentes. — Si lo digo, es así… — Sentencié el silencio cuando sus palabras terminaron de fluir y froté las manos, esperando al fin llegar a la habitación que ahora estaba tan vacía. El vampiro mayor me conocía, de eso estaba seguro, pero aún si lo hacía yo tenía la esperanza de que guardara mis secretos, porque si exponía la verdad de mis sentires en ese momento, simplemente me haría llorar por más horas de las que ya había llorado. Sabía que estaba perdiéndolo todo, que como una puta el destino me había dado y quitado.
Pronto volví a negar, aunque él no me veía, estaba girado de manera que no espiaba mi cuerpo que parecía ser transparente. Eso me daba algo de seguridad, que no me viera, que no se riera de la tristeza de mis extremidades, que no sintiera que estaba hablando con un cadáver, aunque literalmente lo era, los éramos, cadáveres andantes… Sin un corazón latente. Pero estaba tan demacrado que era razonable pensar que cualquier cosa podría romperme. —No Deiran, no viviré encerrado, me iré de esta casa, compré otra, luego te diré dónde está. Pero solo estoy cambiando de lugar, no puedo darme el lujo de seguir en los lugares habituales. Pero no me esconderé para siempre… Solo por ahora, hasta recuperarme. ¿Me ayudarás? ¿Tú podrías entrenarme? —Mientras el agua calaba en mi cuerpo, el suave suspiro se hacía presente, temblaba como una ratita y lentamente empezaba a frotarme con una esponja suave. Las sales estaban dentro y quemaban mi piel, las heridas se hacían presentes pero también buscaban sanarse. —Su justicia… ¿Estarán ellos tan equivocados? ¿Será que en realidad tienen razón? Algunas veces pienso en que quizá deberíamos estar muertos. — Las lágrimas rosadas escurrían por mis mejillas, sabía que estaba en la puerta de entrar en una depresión de la cual había salido apenas un año atrás. Me froté disimulándolas, en tanto el suave vapor se pegaba a mi cabello hasta terminar por mojarme completamente.
— ¿Tú me crees capaz? Haz visto mi mirada, eres el único que me ha visto en todas mis facetas, ¿piensas que no puedo? Piénsalo, soy torpe, mi cerebro es chiquitito y no puedo pelear mucho. Pero si te digo que quiero algo… Siempre lo obtengo, ¿no? — Fue un susurro cargado con capricho, miré a la pared que estaba frente a mí, tan blanca y el vapor tan marcado. Igual que mis ojos que estaban duros, inflexibles, dispuestos a todo. Parecían un mar rojo, sentí como se avivaba mi interior, las palabras desafiantes que Deiran me daba, solo eran una fuente de alimento para mi odio, que me volvía a revivir. Que me dijera que no, solo hacía que yo quisiera aún más esas cosas. Paso poco menos de un minuto, cuando los perfumes de mi baño empezaron a caer en mi cabeza, el aroma suave a vainilla se colaba por toda la habitación y una tonta risa dulce se escuchó de mis labios. — Se hace tarde, ¿No deberías irte? Voy a ir a visitarte en tres semanas, espérame entonces en tu casa. Quiero de ese vino. Verás que en ese tiempo, giraré las cartas. También lo haré por ti. — Recalqué en lo que me levantaba de la bañera, terminando de enjuagar mis partes, como si nuevamente mi personalidad que antes quería esconderse, se hubiese escapado. Y una más despreocupada y vanidosa hubiese entrado. El vapor poco a poco se disipaba y la bata que tenía en manos se deslizaba a cubrir la piel nívea. —Tomaré mi venganza. No importa que tanto no quieras y me acompañarás en ella, porque no me dejarás morir así como así. —
Le espeté acercándome, teniendo atado el batón en mi cintura, mi mano se acercaba y mis dedos que eran como finas plumas se posaron en su mejilla, le acaricié tan solo un poco y sonreí, mostré unos dientes romos y blancos y unos ojos tan cálidos, que parecían ser de fuego.

“Esta es mi condena y también la tuya.” 
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Mensaje por Deiran Chassier Vie Jul 18, 2014 3:57 pm

‘’Que permanezca o falte, todo depende de ti’’
El brillo de sus ojos que por un momento creí que había muerto de manera completa comenzaba a agarrar un tono más vivo y cálido. Era de cierta manera lo que me atraía de él, un imán que arrastraba a su paso lo que sea que quisiese, era muy adictivo. Como buen niño que caía después de querer aprender a caminar, se levantaba con las rodillas arañadas volvía con una sonrisa al campo de batalla de nueva cuenta sin mirar atrás ni notar las cicatrices que sus errores le había hecho pasar. El arduo camino le esperaba y sin ceder se iba a cobrar cada una de las lágrimas que en silencio estaba derramando. Aunque ese cadavérico vampiro no miraba luz en la penumbra donde se encontraba encerrado estaba seguro que la llama para poder encender el infierno estaba comenzando a encenderse y así hacer un gran incendio. Cerré los ojos tratando de callar sus sollozos, claro no eran unos en donde se escandalizara todo París, ni siquiera eran perceptibles en la habitación pero me había concentrado tanto en sus emociones que sentía como si fuera mi piel la que se estaba levantando poco a poco quedando expuesta.
Después de unos minutos en la comodidad de su habitación seguía mirando la oscuridad de la ventana y la leve entrada plata que se perdía en el suelo hasta llegar a la cama. Los árboles se mecían de manera extraña en un leve danzar y en mi mente trataba de encontrar las palabra adecuadas para el cantante que desnudaba su dolida alma y agredido cuerpo. Al momento de caerse hay que aprender a levantarse y ahí estaría yo para ver como el ave fénix hecha cenizas extendía sus alas. Había aprendido con el paso del tiempo que la vida solo es una y esta aberrante condición de inmortalidad sólo deja lecciones que quizás de humanos no fuimos capaces de escarmentar y claro, unas eran más duras que otras, merecidas o no, estaba en el ser quedarse tendido bajo el lodo o levantar la cabeza y decidir no caer jamás. Él claramente estaba renunciando a su vida anterior por salvar lo poco que tenía, lo que me hizo preguntarme. ¿Cuál sería el precio que yo tendría que pagar? Esta condición no solo me  amenazaba a mí como sobrenatural sino a cada vampiro, sería interesante ver hasta dónde el dolor nos dejaría avanzar.
—Espero sea algo modesto Hero, sabes, ellos querrán atar cabos por donde sea, seguramente han investigado tus amistades, familiares, gustos, penas, lo que sea. Querrán encontrarte y espero entiendas la severidad de mis palabras- musité de manera automática cuando oí su mudanza, esperaba que no fuese descuidado quizás estuviera sobreprotegiendo a ese vampiro  y mis ojos verdes se cruzaron con los ajenos aunque a la la lejanía eran incapaces de encontrarse —Por supuesto que estaré ahí para ti. Cuenta conmigo en lo que necesites, esos perros de la inquisición necesitarán saber que no son los únicos que estarán listos para redimirse- de cierta manera esas palabras me causaron rabia y gracia. Quién puede pensar  en ese vampiro como un guerrero, su cuerpo es tan frágil que de un solo golpe podría fracturarse y volverse papel, quizás exageraba pero quería pensar lo peor por su bien. —Entrenarte suena más razonable, aunque no soy un buen maestro- recordaba los intentos fallidos con Yuna y mi problema de falta de paciencia, si sucedía él sería un gran reto —Pero tu pide y será hecho- agregué de manera natural a la conversación como si con eso estuviera firmando un contrato.
En un momento la conversación se tornó más seria de cómo él la había orientado hasta ahora y un grito de horror escandalizó mis pensamientos donde fui el único capaz de oírlo porque fue dentro de mi cabeza que ese retorcido recuerdo se mostraba como película de terror. La puerta entreabierta de donde se encontraba en vampiro me daba la bienvenida pero contra la pared resté el peso de mi cuerpo —Te responderás con el tiempo esa pregunta tú solo, aun eres un vampiro muy joven para cuestionarte de esa manera la existencia. Por ahora te haré una que no quiero que contestes ¿Consideras correcto  que algo deba durar para siempre?- una sonrisa de medio lado se dejó ver  y sólo supe que no había sido la mejor reflexión de la noche que hubiese podido sembrar en su loca cabeza pero las verdades no siempre son placenteras y él debía tarde o temprano caer en cuenta.  Sus sollozos cada vez eran más sonoros pese a que el chocar del agua contra su piel disimulaba muy bien sus quejidos, quería entrar a ese baño y cerciorarme que todo estuviese bien pero mis pies no se movieron.  El olor característico de su piel con aquellas cremas y perfumes hicieron que cada receptor de mi piel se tranquilizara. El ambiente se inundó de él.
—Creo que eso es lo que más me asusta, Hero- sonreí ladinamente volviendo a cerrar los ojos dejando que el olor penetrase en mi nariz —De una manera u otra terminas obteniendo lo que deseas, así que ellos deberían darse por vencidos en contra tuya- bromeé sabiendo que esas palabras eran verdaderas, la capacidad con las muchos seres se dotaban con el tiempo era impresionante. Se dice que el talento es heredado por la vida pero, ¿qué si no se nace con éste? El cantante que estaba en esa tina nunca debió ser un vampiro, no tenía habilidad para asesinar, ni ser cruel, un esclavo de la sangre con sed de luz pero era precisamente ése su reto, trabajaría duro hasta obtener los resultados que quería, eso define el don de la perfección.  —Tienes razón, se hace tarde y debes de descansar, suficiente por esta noche. Estaré esperando  tu visita, sino tendré que cobrarla por mí mismo, además de que han quedado ciertas cosas que he querido comentarte pero está por demás…- como un ser salido de una especie de mundo, el humo daba paso a su figura saliendo por la puerta.  Enderecé la espalda y quedamos frente a frente, otra aire soplaba en el ambiente.
—Mi pecado fue haberte jurado fidelidad en silencio desde el día en que tu voz dijo mi nombre. Ahí estaré. El camino recién comienza, Hero. - su mano se posó en mi mejilla y entrecerré los ojos  besando su pálida frente e hice una reverencia para despedirme de su presencia. Sin girar hacia atrás salí de su habitación así como segundos después de su predio y de camino iba recordando, como lo amargo en el paladar se convierte en dulce.
‘’Lo supe desde cuando ellas danzaron para ti’’
 
TEMA FINALIZADO
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