Noche de Dudas y Desiciones - libre

Se terminó de arreglar, su esposa ya había partido a una presentación de libros o algo así, en verdad, de un tiempo a esta parte, le prestaba poca atención, no sabía si era porque al poder leer su mente todo el tiempo, la magia de la sorpresas y tratar de entender que le pasaba se había esfumado. Las cosas no estaban yendo muy bien, aunque amaba a su esposa y adorara el hijo de ambos, algo en su relación se estaba resquebrajando, casi se podría decir que se estaban convirtiendo en hermanos y esos lo estaba sacando de las casillas. Debía pensar en lo que haría, pues no sería justo que simplemente se pirara de allí como un cobarde, se puso perfume y tomó su capa, sombrero y bastón, bajó a la sala y de allí a la puerta principal, se demoró un segundo tocando con su mano enguantada el pomo de la puerta - estas seguro Tiziano de lo que vas a hacer- se preguntó mentalmente mientras accionaba el mecanismo que la abriría, - sí, no hay vuelta atrás – salió a la noche, a buscar lo que en su hogar creía ya no podía encontrar.

La noche era agradable, una suave brisa se colaba por su cuello y acariciaba su rostro perfectamente rasurado. Bufó mientras caminaba, por aquellas calles del Paris nocturno, aquel que mezclaba el glamour con la decadencia, la alta sociedad con los vicios propios de una metrópolis, deseaba olvidar todo por lo menos un rato. Su mujer estaba en esa bendita reunión de libros sobre sus temitas preferidos y él verdaderamente no tenía ningunas ganas de acompañarla como perro faldero a una tertulia tan pesada. Que podía hacer entre gente que hablaría de hierbas, inciensos y todas esas cosas que usaran los brujos?

Casi al llegar a una esquina un par de mujeres pasó a su lado, mirándolo curiosas, contempló a las damas que pasaban a su lado y las ansias de probar esa sangre hizo que su mirada se volviera más penétrate y sensual, las aludidas le miraron sonrojándose y cuchicheando entre ellas – atrevido, desvergonzado – le dijo una,- déjalo y vámonos – acotó la más joven, él le hizo una pequeña reverencia mientras, no logró contener sus ganas de reir, soltó una carcajada pues podía escuchar sus pensamiento, - así que te gustaría que te desnudara ¿no solamente con la mirada? -, pensó mirando a la mujer, - no te preocupes pequeña hay Tiziano para las dos - , solo las miró a los ojos y siguió su camino.

Decidió que esa noche tomaría el problema por las astas, pero antes debía probarse a sí mismo que no sentía nada por Consuelo, esa mujer le había trastornado la cabeza desde el momento que la conoció siendo apenas un chaval y quería darse la oportunidad de saber si en los brazos de otra mujer podía sentir la pasión que en su cuerpo encontraba. Tomo la dirección hacia uno de los burdeles – buscaré una buena… mujer y veremos qué pasa – se dijo mientras pensaba que también querría ver si esa sangre era tan deliciosa como la que pro baba en su casa.