AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Travesuras de un par de sinvergüenzas
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Travesuras de un par de sinvergüenzas
Las campanas de la Iglesia dieron las diez en punto a lo lejos aquella concurrida mañana en el mercado. Nada parecía atraer la atención de una pequeña y despeinada muchacha que observaba con aparente desinterés el ir y venir de la gente, esperando tranquilamente a que su víctima apareciera…
Sophie compraba como siempre medio kilo de papas y dos zanahorias al viejo señor Falivene, quien como todos los días ponía un peso truqueado en la balanza, para cobrarle más de lo justo. Pero no eran ellos las personas que llamaron la atención de Kareena, si no la señora de la casa donde Sophie trabajaba de cocinera. Madame Cascone acompañaba ese día a su sirvienta vistiendo ridículamente un montón de accesorios. Kareena rio por lo bajo – Esta mujer busca que la roben, mira que venir al mercado luciendo por lo alto sus joyas; increíble… una presa fácil. – pensó mientras se escabullía hasta Madame Cascone y su sirvienta.
Lo que Kareena buscaba era un antiguo medallón de plata que le fue arrebatado injustamente a Selene por la misma señora Cascone antes de ser despedida acusándola de robarlo. El pago acordado por recuperarlo eran 3 francos, prácticamente una ganga; la muchacha no tenía otro recuerdo de su abuelo y Kareena sintió pena por ella aceptando sin saber la oportunidad que se le presentaría.
De la boca de la propia Sophie había escuchado, mientras cotilleaba con otras empleadas, que la familia Cascone estaba pasando por algunos apuros económicos, a pesar de que la señora trataba de ocultarlo a sus amistades gastando sin contemplaciones, se veía obligada a vender al usurero algunas joyas en secreto, el medallón entre ellas; decidiendo como el día propicio para sus negocios esa mañana.
La astuta ladroncilla podría llevarse un gran botín si jugaba bien sus cartas, y además aprovecharía la ocasión para obsequiarse el enorme placer de darle una lección a una engreída y petulante señora.
Kareena las siguió unos metros sin ser vista, hasta que Madame Cascone y Sophie se detuvieron ante una pequeña multitud que observaba a un simpático hurón hacer malabares. - ¡Excelente! Una distracción – pensó la chica, se acercó y lentamente abrió el bolso de llamativa señora, que refunfuñaba quejándose de que permitieran animales rondar por las calles… sacó un puño de objetos aparentemente valiosos pero ningún medallón aún; guardó lo obtenido en su bolsillo y metió la mano de nuevo en el ostentoso bolso rápidamente una y otra vez hasta vaciarlo sin encontrar lo que buscaba, en el momento en que miró el cuello de Madame Cascone lo vio: ahí, entre un montón de collares más, colgaba el plateado premio; mas antes de que pudiera hacer nada, la multitud empezó a separarse; algunos arrojaban monedillas al encantador hurón y otros se alejaban para continuar con sus tareas. - ¡Demonios! – maldijo Kareena y se apartó en dirección contraria a la gente; fue entonces cuando reparó en el peculiar olorcillo del pequeño malabarista y un dejo de nostalgia pasó por la cara de la joven, después de todo ella conocía bien ese aroma; un cambiaformas, y para variar, uno que podía convertirse en hurón… observó con detalle a la criatura que acababa de captar toda su atención y se dio cuenta de que también era observada por ella con una singular expresión.
– Quizá vio lo que hice, o quizá se dio cuenta de lo que soy… – se planteó la chica. – ¿Quién será? ¿Cuál es su nombre? ¿De dónde vino? ¿Por qué se gana la vida como actor callejero?… - La tormenta de preguntas invadió la mente de Kareena tan rápidamente que casi olvida su objetivo, sacudió la cabeza y volteó en busca de su víctima… ya no estaba.
A lo lejos vio el grotesco sombrero que Madame Cascone usaba, poco le faltaba para llegar con el usurero. Necesitaba actuar rápido. Giró en busca del interesante animalito, dio unos pasos hacia él, se agachó y le susurró lo más rápidamente que pudo desde una prudente distancia – ¿Viste a la señora del ridículo sombrero amarillo? Necesito algo que ella tiene. Ayúdame y te daré la mitad de lo que obtengamos… Ve primero, te alcanzaré en un minuto. – y entre dientes agregó - No puedo cambiar aquí… – Sin pensar, sacó lo primero que tomó de su bolsillo y lo dejó en el suelo. – Un adelanto. – dijo sin más, se levantó y corrió buscando uno de sus escondrijos para dejar la ropa y el botín seguros mientras se transformaba.
No es que confiara en el cambiaformas sólo por ser un hurón como su fallecida madre; pese a eso, lo peor que podía pasar es que el intrigante animalito huyera llevándose el par de joyas que le dejó… por otro lado, si le ayudaba, era porque quizá Kareena se había topado con un interesante personaje, y gustosa pagaría ese precio por descubrirlo.
Sophie compraba como siempre medio kilo de papas y dos zanahorias al viejo señor Falivene, quien como todos los días ponía un peso truqueado en la balanza, para cobrarle más de lo justo. Pero no eran ellos las personas que llamaron la atención de Kareena, si no la señora de la casa donde Sophie trabajaba de cocinera. Madame Cascone acompañaba ese día a su sirvienta vistiendo ridículamente un montón de accesorios. Kareena rio por lo bajo – Esta mujer busca que la roben, mira que venir al mercado luciendo por lo alto sus joyas; increíble… una presa fácil. – pensó mientras se escabullía hasta Madame Cascone y su sirvienta.
Lo que Kareena buscaba era un antiguo medallón de plata que le fue arrebatado injustamente a Selene por la misma señora Cascone antes de ser despedida acusándola de robarlo. El pago acordado por recuperarlo eran 3 francos, prácticamente una ganga; la muchacha no tenía otro recuerdo de su abuelo y Kareena sintió pena por ella aceptando sin saber la oportunidad que se le presentaría.
De la boca de la propia Sophie había escuchado, mientras cotilleaba con otras empleadas, que la familia Cascone estaba pasando por algunos apuros económicos, a pesar de que la señora trataba de ocultarlo a sus amistades gastando sin contemplaciones, se veía obligada a vender al usurero algunas joyas en secreto, el medallón entre ellas; decidiendo como el día propicio para sus negocios esa mañana.
La astuta ladroncilla podría llevarse un gran botín si jugaba bien sus cartas, y además aprovecharía la ocasión para obsequiarse el enorme placer de darle una lección a una engreída y petulante señora.
Kareena las siguió unos metros sin ser vista, hasta que Madame Cascone y Sophie se detuvieron ante una pequeña multitud que observaba a un simpático hurón hacer malabares. - ¡Excelente! Una distracción – pensó la chica, se acercó y lentamente abrió el bolso de llamativa señora, que refunfuñaba quejándose de que permitieran animales rondar por las calles… sacó un puño de objetos aparentemente valiosos pero ningún medallón aún; guardó lo obtenido en su bolsillo y metió la mano de nuevo en el ostentoso bolso rápidamente una y otra vez hasta vaciarlo sin encontrar lo que buscaba, en el momento en que miró el cuello de Madame Cascone lo vio: ahí, entre un montón de collares más, colgaba el plateado premio; mas antes de que pudiera hacer nada, la multitud empezó a separarse; algunos arrojaban monedillas al encantador hurón y otros se alejaban para continuar con sus tareas. - ¡Demonios! – maldijo Kareena y se apartó en dirección contraria a la gente; fue entonces cuando reparó en el peculiar olorcillo del pequeño malabarista y un dejo de nostalgia pasó por la cara de la joven, después de todo ella conocía bien ese aroma; un cambiaformas, y para variar, uno que podía convertirse en hurón… observó con detalle a la criatura que acababa de captar toda su atención y se dio cuenta de que también era observada por ella con una singular expresión.
– Quizá vio lo que hice, o quizá se dio cuenta de lo que soy… – se planteó la chica. – ¿Quién será? ¿Cuál es su nombre? ¿De dónde vino? ¿Por qué se gana la vida como actor callejero?… - La tormenta de preguntas invadió la mente de Kareena tan rápidamente que casi olvida su objetivo, sacudió la cabeza y volteó en busca de su víctima… ya no estaba.
A lo lejos vio el grotesco sombrero que Madame Cascone usaba, poco le faltaba para llegar con el usurero. Necesitaba actuar rápido. Giró en busca del interesante animalito, dio unos pasos hacia él, se agachó y le susurró lo más rápidamente que pudo desde una prudente distancia – ¿Viste a la señora del ridículo sombrero amarillo? Necesito algo que ella tiene. Ayúdame y te daré la mitad de lo que obtengamos… Ve primero, te alcanzaré en un minuto. – y entre dientes agregó - No puedo cambiar aquí… – Sin pensar, sacó lo primero que tomó de su bolsillo y lo dejó en el suelo. – Un adelanto. – dijo sin más, se levantó y corrió buscando uno de sus escondrijos para dejar la ropa y el botín seguros mientras se transformaba.
No es que confiara en el cambiaformas sólo por ser un hurón como su fallecida madre; pese a eso, lo peor que podía pasar es que el intrigante animalito huyera llevándose el par de joyas que le dejó… por otro lado, si le ayudaba, era porque quizá Kareena se había topado con un interesante personaje, y gustosa pagaría ese precio por descubrirlo.
Kareena Blair- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 25/01/2013
Localización : París, Francia
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Re: Travesuras de un par de sinvergüenzas
El sol entra por la ventana de la habitación siendo hurona bostezo y me paro en dos patas para desperezarme completamente…los huesos me crujen CRACK CRACK…CRICK huy no esa fue mi tripa hambrienta baje de mi hamaquita, aun conservo el cajón de cartón donde dormía en los callejones ahí pongo todos mis tesoros…si bueno es mi cofre del tesoro y gracias a que duermo en una pequeña hamaquita y rara vez como humana en la cama, pues nadie entra a mi cuarto a hacer el aseo, lo hago yo solita. Después de un baño, como humana, salgo hecha hurón a la cocina a por una manzana y semillas eso haría bien, los trozos de manzana los guardo en mi pequeña bolsita junto a mi peque espadita y con un sombrero en mi cabeza y pañuelo con mis cosas para trabajar. Salgo de casa camino al mercado, el mejor lugar para robar, digo trabajar, tiendo mi pañuelo y pongo una cuerda de un extremo de un puesto a otro de ahí las pelotitas y luego los aros lentamente me acomodo el sombrero y pego un chiflido, un niño me mira es el primero ¡bah es un niño pobre también, pero bueno al menos disfruta del espectáculo! Pienso y le sonrío llamando con la manitas de ahí la gente se va acercando cada vez más y más.
¡esto es vida! Pienso con una gran sonrisita en mi hociquito y puedo ver mientras paso en la cuerda floja lentamente, observo a un hombre con un reloj de plata colgando de su bolsillo, una mujer con unos pendientes carísimos y una gorda fea y extraña y ridícula con muchas joyas…mis ojos se abrieron cuando comencé a jugar con las pelotitas haciendo malabares, ahí vi a otra joven con un collar de oro puro ¡wow una ganga ese collar! Pienso y pienso mientras mis ojos van a una mano que se mete al bolso de la gorda apestosa esa… ¡y a este que bicho le pico…hey que esta es mi zona y a los que llamo les robo yo…shu shu! Hice una mueca cuando me retiro el sombrero rápido…quería terminar el show para darle su tate quieto a la niña es y luego seguir con mi mayor y duro trabajo…la gente buena te deja una que otra moneda o billetes y otros te hacen muecas de desagrado como es gorda y otros hombres más que se lamentan haberse quedado a ver mi son –Yo no te dije que te quedarás además estas más chiro que mis bolsillos peludos…ya lárgate calvito- le digo mientras junto mis cosas de ahí para salir tras mis cuatro objetivos de la mañana, la señora, la gorda ridícula, la joven flaca y el señor bigotes, pero en eso cuando tengo toda mi bolsita llena y con las monedas en el tarro el aroma de los cambiantes llega a mi nariz y en dos patas miro a la niña –ah con que eres como yo eh-hablo, sé que me entiende, alguien me dijo que los cambiaformas humanos entienden a otros cambiaformas animales, si ya tienen tiempo y si no pues solo oyen chillidos de animales pero el aroma esta presente.
Ladeo mi cabeza algo extrañada por sus palabras ¡y a esta extraña que se fumó, opio pasado o que nueva droga se mete! Le miro y le mira rascándome la cabeza y la oreja derecha ¡quiere que vaya tras la vieja y la entretenga…a cuenta de que…y de paso me pide que trabaje para ella…bueno al menos ganaré algo más para la casa! Hago una mueca con mi hocico y acepto, no sin antes indicarle mis cosas –guarda mis cosas o me hará el paso lento- miro a todos lados y luego bajo las faldas de una vieja pomposa me transformo en comadreja de la pradera para salí corriendo rápido por las calles empedradas hasta alcanzar las faldas de aquella mujer. Voy debajo de ella y comienzo a marear… -Guacala que acaso no te bañas…puaj- bingo una hurona que le teme al agua habla de baños…bueno solo como hurona, como humana si me baño, me tapo la nariz justo cuando esa mujer se para y con mi pequeña cola le toco las piernas regordetas, la vieja se paralizó y susurró algo a su acompañante…justo cuando le volví a hacer eso, ella pega el grito y se levanta las faldas a lo que me permite agarrarme de la tela de su vestido amarillento y sucio por dentro…daba saltos y más saltos diciendo que una rata le había tocado que había sentido a una rata…comencé a reír y luego me salté a su sombrero haciéndolo caer sobre mi cuerpo y comenzar a correr por las calles…
-Mi sombreeero…atrapen ese sombrero que esta huyendo- los gritos y la gente que trataba de pisarme… -Ah que fallaste…ah que no me das…huy casito me pisas…ah que no me pillas- hasta entre los pasos la alejé del mercado, no sabía si había hecho bien llevarla hasta la parte de las especies pero ahí andábamos hasta que sentí el pie de alguien atrapándome… -Me lleva y ahora- murmuro poco y me cambio a hurona, al menos así no les daría tanto asco la apariencia de ladrona… -Ah mala hora le bien a hacer caso a esa niña…ahora me despellejarán- murmuro levemente y cierro mis ojitos ¡santa huronita de los pecadores hurones…safame de esta y te prometo que me tomo la leche y me baño y me dejo despulgar sin hacer tanto drama…pero sácame ilesa de esta! rezo en mi mente para despejar el miedo a los humanos…los peores animales de la historia.
¡esto es vida! Pienso con una gran sonrisita en mi hociquito y puedo ver mientras paso en la cuerda floja lentamente, observo a un hombre con un reloj de plata colgando de su bolsillo, una mujer con unos pendientes carísimos y una gorda fea y extraña y ridícula con muchas joyas…mis ojos se abrieron cuando comencé a jugar con las pelotitas haciendo malabares, ahí vi a otra joven con un collar de oro puro ¡wow una ganga ese collar! Pienso y pienso mientras mis ojos van a una mano que se mete al bolso de la gorda apestosa esa… ¡y a este que bicho le pico…hey que esta es mi zona y a los que llamo les robo yo…shu shu! Hice una mueca cuando me retiro el sombrero rápido…quería terminar el show para darle su tate quieto a la niña es y luego seguir con mi mayor y duro trabajo…la gente buena te deja una que otra moneda o billetes y otros te hacen muecas de desagrado como es gorda y otros hombres más que se lamentan haberse quedado a ver mi son –Yo no te dije que te quedarás además estas más chiro que mis bolsillos peludos…ya lárgate calvito- le digo mientras junto mis cosas de ahí para salir tras mis cuatro objetivos de la mañana, la señora, la gorda ridícula, la joven flaca y el señor bigotes, pero en eso cuando tengo toda mi bolsita llena y con las monedas en el tarro el aroma de los cambiantes llega a mi nariz y en dos patas miro a la niña –ah con que eres como yo eh-hablo, sé que me entiende, alguien me dijo que los cambiaformas humanos entienden a otros cambiaformas animales, si ya tienen tiempo y si no pues solo oyen chillidos de animales pero el aroma esta presente.
Ladeo mi cabeza algo extrañada por sus palabras ¡y a esta extraña que se fumó, opio pasado o que nueva droga se mete! Le miro y le mira rascándome la cabeza y la oreja derecha ¡quiere que vaya tras la vieja y la entretenga…a cuenta de que…y de paso me pide que trabaje para ella…bueno al menos ganaré algo más para la casa! Hago una mueca con mi hocico y acepto, no sin antes indicarle mis cosas –guarda mis cosas o me hará el paso lento- miro a todos lados y luego bajo las faldas de una vieja pomposa me transformo en comadreja de la pradera para salí corriendo rápido por las calles empedradas hasta alcanzar las faldas de aquella mujer. Voy debajo de ella y comienzo a marear… -Guacala que acaso no te bañas…puaj- bingo una hurona que le teme al agua habla de baños…bueno solo como hurona, como humana si me baño, me tapo la nariz justo cuando esa mujer se para y con mi pequeña cola le toco las piernas regordetas, la vieja se paralizó y susurró algo a su acompañante…justo cuando le volví a hacer eso, ella pega el grito y se levanta las faldas a lo que me permite agarrarme de la tela de su vestido amarillento y sucio por dentro…daba saltos y más saltos diciendo que una rata le había tocado que había sentido a una rata…comencé a reír y luego me salté a su sombrero haciéndolo caer sobre mi cuerpo y comenzar a correr por las calles…
-Mi sombreeero…atrapen ese sombrero que esta huyendo- los gritos y la gente que trataba de pisarme… -Ah que fallaste…ah que no me das…huy casito me pisas…ah que no me pillas- hasta entre los pasos la alejé del mercado, no sabía si había hecho bien llevarla hasta la parte de las especies pero ahí andábamos hasta que sentí el pie de alguien atrapándome… -Me lleva y ahora- murmuro poco y me cambio a hurona, al menos así no les daría tanto asco la apariencia de ladrona… -Ah mala hora le bien a hacer caso a esa niña…ahora me despellejarán- murmuro levemente y cierro mis ojitos ¡santa huronita de los pecadores hurones…safame de esta y te prometo que me tomo la leche y me baño y me dejo despulgar sin hacer tanto drama…pero sácame ilesa de esta! rezo en mi mente para despejar el miedo a los humanos…los peores animales de la historia.
Eleonor Divella- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 218
Fecha de inscripción : 28/04/2012
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