Travesuras de las Cenizas

Habían pasado algunos días desde la tragedia en el teatro y yo ni siquiera podía salir por una miserable gota de la sangre humana, mi dieta se había basado en algo menos sucio que los humanos.. en ratas, todo por no lastimar a Selena, no sabía exactamente si la noche estaba por concluir o si el amanecer junto con su odiosa luz ya estaba arruinando el paisaje -Necesito salir- mumuré alli abajo en mi cueva, no podía hablar en voz alta, mi invitada dormía -Que me importa si vienen esos inutiles policías de pacotilla, necesito respirar, ver como ha quedado mi hogar- tome la gabardina y retorne por medio de la barca al escenario, todo estaba destruido, las vigas caidas, los colores consumidos, casi borrados dejando al desnudo la realidad de las cosas, de los cuerpos caidos no había más que las siluetas que se marcaron con las cenizas, mismas que flotaban en el aire, las telas estaban carcomidas mientras el telón estaba tocido y con las telas que alguna vez fueron intensamente rojas, ahora solo eran grises y sumamente cortas, mientras las butacas estaban salpicadas en todos lados menos en su sitio original y el silencio era ahora el amo y señor del lugar.
Mis ojos se hicieron aún más rojos, podía decirse vulgarmente que escucpían fuego y mis ansias no podían tolerar que siguiera pasando el tiempo sin que tuviese al miserable cazador muerto de miles de formas que solo yo podía imaginar con placer sadico, mientras a sus complices les haría sufrir hasta que terminaran por hartarme y entonces con mucho gusto tendría que matarlos.
Todos esos pensamientos fueron interrumpidos cuando a lo lejos escuche que un carruaje se acercaba a todo galope por decirlo de algo manera ingeniosa, pues venía tranquilo era más que obvio que no podía ser del detective ese cargo de la investigación, ese hombre si que era un desesperado -¿Un carruaje?, supongo que entonces el sol saldrá dentro de algunos momentos- negue -Yo no se porque la luna no lo mata de una buena vez...¡Maldito sea el sol, maldita sea su luz que solo se empeñaba en burlarse de lo poco que quedaba de mi cara!- sin emabargo detiene esos impulsos que son caracteristica muy mía, el carroaje que había escuchado se detiene justo en la puerta de mi palacio derrumabado.
Si más me apresuré a ocultarme en cualquier punto sombrio desde donde pudiera contemplar de quién se tarataba, si debía ver algo "positivo" dentro del desastre es que ese araña estorbosa y llena de ese maldito esplandor que muestra las cosas tal y como son ahora ya no estorbaba, de hecho pude esconderme justo detrás de su enorme estructura derrumbada, quemada y con pequeñas manchas de sangre de esas gentes que por algo mi acción las mando al infierno, fue desde ese lugar que a parte de la brisa que hacia más fresco y frío el lugar, el andar de una dama, de inmediato pensé que Montserrat, esa descarada, malagradecida había venido a intetar pedirme perdón de rodillas pero no se lo daría para ella ya tenía preparada la tortura que pondría fin a su patetica existencia que no sirve más que para armar de ella una comedia.
El silencio vuelve a reinar ese lugar donde todas mis obras fueron aplaudidas y vistas en todo su espledor, como me gustaría que volviera a sonar la música entre los muros y los asientos... mi música necesitaba revivir pero mientras eso sucedia debía además de fundirme con mi oscuridad, con el silencio para poder predecir los movientos de la mujer -Quizás lleve tantas almas ante el rey de los infiernos y el me recompensará mandandome una deliciosa chica para deleitar los instintos más oscuros que poseo y que el sabe que necesita nutrirlos para llevarle nuevas almas para avivar aún más el calor de sus dominios- pero entonces fue otro aorma el que dijo con palabras quedas que esta vez no era ni una victima o una recompensa humana -Esa frangancia... me es familiar- no era azufre o sangre fresca era... ella... la joven que alguna vez estuvo en estos lares donde el arte era la tarjeta de presentación del famoso "Fantasma de la ópera", una más que no ha tenido miedo de lo soy y que sueña en que yo era más que un misterio, era un ángel, si podía serlo, pero a diferencia de lo divino tenía el alma negra, sin posibilidades de ser mía de nuevo y en definitiva eso no era de un Dios sino de lo opuesto -Eres tú, mi máscara y mi voz-mi mente se va por unos momentos recordando todo lo de la noche del fantasma, la noche que sin saberlo conocio y acepto ser la porta voz de un farsante, sin embargo necesita aliados, ella podía ser uno de ellos -Baby Doll- murmuré mientras como un alma en pena me paseaba por entre los escombros, buscando las sombras -Siempre eres oportuna- o quizás queria saber que había pasado en el teatro donde ahora mis manos en guantes de piel acariciaban cada cosa o material calcinado durante mi camino de regreso al escenario, que tenía ahora tintes más oscuros, un matiz lleno de incertidumbre de color negro al que en poco tiempo que tardo en llegar me entrego dejando ver solo un ojo abierto y atento a lo que pasa alrededor -No te vayas- hable en voz alta como si pudiese oirme y dtener los pasos que pronto aunque lentos se marchaban -Necesito mi voz, mi faz mortal en estos momentos- declare con aires serios.
Aparte la gabardina de mis manos, mientras las extendía hacia el frente, concentrandome fijamente hacia la destrozada sala que estaba iluminada a medias, una rafaga de viento se dejo venir pronto sin motivo aparente -¡Abran las puertas!- ordene como un mago de circo ordena a su sombrero le de un conejo, mis ordenes las cumple ese helado pero envolviente viento puesto que las puertas protestan fuertemente de que han sido abiertas a la fuerza y la madera tan antigua con las que está hecha se queja del dolor que le provoca el choque contra el muro de la fachada.
Puedo escuchar como esa briza empuja las hojas caidas de los árboles y desprende algunos anuncios de mi última ópera -Yo soy tú angel de alas negras-sin pensarlo tanto untilice esa telepatía que no me agradaba en lo más minimo, un error al usarla y la fantasí podia venirse abajo -Yo soy tú angel de la música- hablo seductora y misteriosamente de tal forma que sus pasos en vez de ir hacia su transporte regresen a mí, al mundo que ella ya conoce -Ven con tú ángel, recuerda que yo soy tú ángel, mientras que mi hermosa flor, tú eres mi máscara y mi voz- sigo sonado atrayente dentro de su pensamiento, mientras escucho que sus tacones la devuelven del lugar donde se había marchado -Ven con tú ángel...- termino esos susurros cuando mis oidos se percatan que la dama ya esta adentro -Bienvenida seas de nuevo a mi teatro, rosa de mi oscuro huerto- el viento vuelve a envolverle mientrás le guía que camino debe seguir para llegar hasta a mi -Ven... mi ángel, ven a mi-.

El viento tiene voz. Hace temblar con sus mudas palabras las puertas del teatro a mis espaldas. Me hace volver la mirada, provoca un respingo nacer de mis labios. Aferro mi abrigo con ambas manos. Permanece la suave prenda fiel, conmigo, todo lo demás se estremece a la caricia fría. Vuelan las hojas, vuelan los títulos y los anuncios. Se despiden algunos con suave roce en mis mejillas, revolotean entre mis cabellos y pierden fuerza a la distancia. Un relinchido se escucha más mis ojos no tienen otro objeto de admiración que las puertas del palacio de las Máscaras.

Una vez hubo un sueño, una vez hubo un teatro, una vez existió un pasadizo secreto y una voz de terciopelo. Una vez soñé que a mí venía el Fantasma de la Opera. Llegó el día, las llamas y el humo. El silencio y el tiempo no son buenos amigos de las historias y los cuentos, de las fantasías, de las esperanzas.

A mi mente vuelve la voz. La diestra se posa en la reja de la entrada buscando apoyo a la sorpresa que le hace temblar. Entre abro los labios, las palabras se quedan atrapadas en la bruma que se escurre hacia adentro del teatro. Mis ojos van al carruaje. El cochero no escuchó nada ¿el hechizo sólo cae en los terrenos del teatro o es sobre mí quién tiene poder? Él llama. Un titubeo que trae el recuerdo de un beso fantasma, de un despertar precipitado. La voz insiste, desvanece el miedo, la seducción penetra las telas, la porcelana, acelera el corazón. Un paso, otro más, tres, cuatro y voy de camino a la casa de la música. Aún las cosas grises, llenas de hollín y abandonadas al desorden, parecen vivas con su presencia llenando la atmósfera entera. Le da vida al teatro.

Las luces titilantes de las velas en ningún lugar alumbran la penumbra ceniza. Una briza gentil revuelve mis cabellos, me conduce aligerando el peso del blanco abrigo que cae al suelo en el camino. Los asientos de deslucidos rojos pasan a mi lado uno tras otro. El escenario al frente posee un trémulo resplandor. Los escalones que ascienden hasta allí desaparecen uno a uno bajo la seda del vestido lavanda. La silueta de la noche espera a que la danza rítmica de mis pasos termine. Frente a mí el ángel de la música lejos está de ser fugaz sueño, aunque si frágil. Temo respirar, temo que desaparezca.

-Estás aquí...

¿por qué me llamas ahora después de tanto tiempo?-

bajo la mirada

-Curiosidad humana.

Tuve miedo por ti, por el fuego, por los rumores de esos hombres... pero no estaba segura... -

dos líneas aparecen en mi entrecejo, busco sus ojos de nuevo.

-La noche que me llamaste estaba contigo y después no sé que ocurrió... eres... ¿eres real ángel mío?

¿o sueña esta Máscara con el Fantasma del teatro?-

El hechizo había funcionado mejor de lo que esperaba, dando me cuenta que aún tenía el suficiente poder para persuadir a las personas, para poseerlas, para introducirlos en las fantasías que solo yo puedo ejecutar, para envolverlos poco a poco entre mis sombras y el misterio de mi sola presencia.
Tal encanto había logrado que sin más aquella dama entrará por las abiertas que una vez que vieron su bella silueta caminar por en medio de ellas se cerraron al instante, con un gran golpe debido al brusco choque cuyo sonido inundo cada parte desierta y deshecha del camino por donde la joven vagaba.
La rafaga de viento seguía viva y latente al únisono con mi voz que le llama insistentemente dentro de su cabeza -El sueño se hace realidad- murmuraba -El fantasma de la ópera soy yo y estoy dentro de tí- perpretaba en su mente haciendo que avanzara por donde se sentia un frio aliento producto de un aire que no tenía alguna entrada o salida por donde se originaba, o al menos eso podía pensar cualquier despreciable mortal, quién me ha oido sabe de donde proviene tal magia, de allí de las sombras donde una voz habla o anuncia la muerte.
-Ven con tu ángel de la música- empezaba a deslizarme por las sombras, conociendo los terrenos destrozados por el enfrentamiento -Ven a mí- tierras consumidas por el fuego -Ven a mí- murmure por vez ultima antes de que sus pasos se escucharan aún más cerca de donde estaba, aquella vieja sala, que de ella no quedaba nada, donde aún estaba el telón clacinado y el suelo de madera que conformaba el escenario era cenizas, donde había una minima cantidad de luz que dejaba vivir a las sombras que ocultaban en el cobijo de su oscuridad, permitiendome conocer y dominar sus mantos hilados de profano misterio, tanto como de lo que yo estoy hecho al ojo ajeno.
Sus palabras finalmente lograron romper las barreras de sus labios rosados, frases que parecían ser dichas a la nada -Seres como yo no estamos excentos de los renocres y de la incredulidad terrenal-dijo esa voz viva que ya no estaba más en su cabeza, mi voz con el matiz que solo utilizaba con ella, el matiz que ya conocía, el que necesitaba para que nada me desenmascarara -Mortales sin fe ni religión, sin moral ni respeto por mí me han mantenido ocupado todo este tiempo- seguí hablandole en un lugar y después en otro costado, permitiendo que el eco de mi voz abundara en todas partes y en todas direcciones donde su vista curiosa intentará ubicarme -He pasado tiempo cuidando de mis tierras pero... tus ojos pueden contemplar que todos mis esfuerzos fueron en vano- mientras ella continuaba yo recorria las orillas, tocando las paredes, observando como el fino papel tapiz se iba desmoronando con el roce apenas delicado de mis dedos enfundados en mis guantes de piel -Esos hombres son igual que el causante de toda la desgracia que vino a destruir mi paraiso- siempre recuerda que el mundo es prejuicioso, que todo siempre intentarán inventar mitos y fantasías que les den más fama o dinero... que tengan a su merced un ramo de mujeres bellas con las cuales jugar para rato-suspiré profundamente -Este ángel jamás morirá mientras viva bajo el combijo de mi oscuridad... mientras algunas almas más puras que la mía crean en mi poder, crean que mi existencia va más allá de un simple sueño, como tú...mujeres que sean tan listas para no caer en las injurias del mundo que se asoma ante la luz del sol o las velas que alumbran los lechos y los aposentos-.
Me deslice un poco más, despacio sin ninguna prisa, así podía medir la sonoridad del lugar, aprender que dimensiones tenía esa parte de mi teatro, conocer los caminos, los atajos por los cuales llegar a estar más cerca de ella, pero sin que ella me viera o el carmín encendido del ojo descubierto pudiera delatarme -Y así era, estabas conmigo- asentí marcadamente -Pero mis noches aunque eternas son muy cortas, necesitaba...- ¿Sangre? ¿Muerte? ¿Diversión obtenida de los cuerpos torturados o completamente irreconocibles?, era muy pronto para que supiera que no era quién decia ser, además necesitaba un aliado y otro a quién vería más tarde.. era la única en quién podía confiar para tales fines -Necesitaba-retome el dialogo -Deshacerme de estupido mortal que ha vuelto de mi vida el mismo infierno-gurade silencio dejando que el misterio se adueñara del lugar -Todo es real hasta que decido convertirlo en todo lo contrario- hable aunque lejos por detras suyo -Yo fui real cuando te llame... y después decidí convertirlo en sueño para que no resultaras ser alguno de los muertos que salio de este lugar- negue con la cabeza deslizandome hacia los costados, era como estar caminando en media luna puesto que en el escenario habían dejado todos los inuteles trabajadores cientos velas cimentadas con la cera en la poca madera que estaba lisa y estas eran en conmemoración de sus compañeros caidos -Esta vez no transformare todo en sueños, esta vez seré tan real como la rosa que arroje aquel día, será como mi tacto que toca tu hombro ahora- el guante se poso un breve instante en su hombro del que no podía sentir ni la piel o la tela que le cubria, era el interior del guante lo único que mi mano podía sentir, aunque solo fueran tres de los cinco dedos los que tenían piel y en las puentas yemas y uñas -Así de real es todo ahora- murmuré a su oido y antes de que ella dirigiese la mirada a sus espaldas yo habia desaparecido internandome en las sombras con la rapidez que solo un ser como yo podía hacerlo -Este ángel necesita de tu ayuda... necesito que seas mi máscara como en aquel sueño prometimos... necesito de ti Baby Doll- mi voz se desvanecio lentamente esperando que vinieran las más que seguras interrogaciones de esa joven que llegaría para ser el rostro más bello que entre mortales jamás poseí y como todo en este mundo la llave que me llevaría hasta el enemigo o ¿Ella vendría a advertirme de otro?, vaya... era una cuestión que no había pensado, ¿pero que otro peligro salvo Lev... ese maldito infeliz puede existir que atente contra mí?.

-¿La luz del fuego a alcanzado a tocarte Ángel Oscuro
o son temores que sólo afligen el corazón de los mortales?-

pregunto al silencio que observa. Justicia sobre un mortal que desafío el alma del teatro. Otro silencio, de pronto ya había olvidado la otra razón por la que estaba aquí aunque pareciera una locura, un sueño que se desvanece como aquellos que se tienen al despertar. Etereo y sustancial a su vez. Tenía que advertirle. Su voz me distrae de nuevo, lo busco detrás mío. Lejos, se escucha lejos. Habla de muerte una vez más. Jadeo al sentir su mano sobre mi hombro repentinamente tan cerca. La rosa, el pañuelo son tan reales como él ahora. El perfume de su aliento roza mi cuello cuando él susurra a mi oído. Los párpados caen un instante y los ojos de la muñequita de porcelana buscan de pronto tras de sí al Angel. Se ha ido. No sólo su forma se fue, él sigue aquí. Necesita de mí necesita...

-Yo... -
-Lamento que destruyeran tu santuario...
Se lo difícil que es.-
-Yo vine aquí por que quería comprobar que estuvieras bien,
tenía la esperanza de que aparecieras si llamaba a tu puerta. Temí

porque escuché a unos hombres hablar sobre el espíritu del teatro... sobre ti en la Máscarada en que estuve durante tres días. Vengo de allí-

me abrazó a mi misma con los brazos. De pronto reparo en que debí arreglar las sedas que me cubren, volver a perfumar mi cuello y cepillar los cabellos rojos antes de venir a su presencia. El abrigo que me cubría ya no estaba conmigo. Reprimo un suspiro. -Uno de ellos tenía una máscara de un buhó, con plumas tan blancas
que llamó mi atención. Uno de sus compañeros me invito a estar cerca de él y entonces los escuche.

Eran amantes importantes-

-Hombres importantes- corrijo
cierro los ojos, normalmente no divago tanto con las palabras. Después de tres noches de juegos, deliciosos licores y apasionadas compañías el cuerpo de la muñequita pide descanso. -Su nombre era Roschach y habló de acabar con los responsables por lo ocurrido aquí para que "otros secretos no salieran a la luz"- Las palabras cobran sentido estando en medio del caos que dejó el fuego. Una vez más mi mano derecha vuela a mi garganta en afán de protegerla de un daño invisible. Un habito recientemente adquirido despues de...

-¿No solo fue un mortal verdad?

Dime ¿qué les motiva a hacerlo? ¿Ambición, envidia? ¿Orgullo?-
acarició mi mejilla al recuerdo del frío beso del metal de aquél amante, la marca fina que dejó en la piel. -No le dije nada, no sabía nada...
el dijo cosas horribles de ti- esta vez el suspiro se escapa -Por un momento pensé que aparecerías y luego
creí que no podías por que eras un sueño de un mundo diferente al mío ¿lo viste?...

¿Qué necesitas de mí? ¿Cómo puedo ayudarte?-

-Dejame verte a distancia  
sólo un momento para saber que no me he vuelto loca o que sueño de nuevo.-

La naturaleza propia de los mortales me hacía sentir tan fuerte, tan dominante... tan divino, pero si bien debía reconocer en aquella rosa era de una sutil curiosidad que no me permitía burlarme o atribuir a mi ego tanta grandeza.
-Deberías dejar de preocuparte tanto por este desdichado ángel- hablo desde las alturas aquella sombra que le llamó muy dentro de sus pensamientos -Las llamas poco pueden hacerme, hace mucho que en mi dejaron una huella que ahora me permite obtener del fuego respeto y sumisión- la voz, mi voz cambiaba de colatura, en raros sonaba misterioso y en otros sonaba acogedora, necesitaba aliados y quizás ella podría fungir el papel de mi máscara bella y terrenal, tan diferente a la original, tan demacrada y de aspecto infernal -El corazón de los mortales por naturaleza no es puro... está lleno de fijaciones vanas y de sentimientos artificiales, tan pútrido que hace piedra y entonces deja de latir... deja de sentir... se vuelve el arma más hiriente contra el más débil- cada palabra dicha con coraje y la respiración agitada, fue fluyendo poco a poco -Sin embargo esa creencia cambia cuando veo desde las alturas tu preocupación de corazón afligido reflejarse en tu rostro y en piel de porcelana, de esas manos que recorren tu cuello porque algo dentro de ti se estremece, algo más que la ansiedad de la tragedia ¿Sucede algo más que tu no me has dicho?- pregunte con tono comprensivo y consolador, la única razón por la que alguien podría hacer ese tipo de gesto era alguien atacado por imbécil que dejo con vida su presa o... ¿Podría ser yo el que provocara su sospecha en mis palabras, en mi tono, en mis cambios de humor o en ese sueño inconcluso en este teatro? -Dime... ¿Algún miserable se ha atrevido a tomar las sustancia que llenan de vida tu tallo y pétalos?.. Solo basta que me des una orden y me encargaré del infeliz- mis pasos eran sigilosos, apenas audibles en las pocas vigas que quedaban en pie, ahora era mi único truco para cambiar la dirección del sonido, el maldito cazador destrozo mi cúpula...
-¿Que necesito de ti?- camine de regreso y de nuevo descendí para caminar entre los muros, los escombros y la cenizas -¿Recuerdas que en ese sueño inconcluso en el que este ángel decidió cobijarte entre sus alas te suplico que fueras mi máscara?- la silueta se esforzaba por permanecer escondida, mientras hablaba de manera en que pudiese envolverla, poseerla -Como podrás comprender los tontos de mis administradores, aprovecharon para culparme de cosas sin sentido con la justicia... ¡Cuando yo soy el genio tras óperas, obras que jamás llevan mi nombre!- suspire implorando la calma -La policía me busca, espera ver algo sospechoso aquí y es claro que un ángel no podría estar tras la rejas pues sería condena inmediata para todos- y no tanto porque fuera del cielo, ni porque en realidad sea partencia del mismo infierno, sino porque yo mataría a cuanto pudiera así como lo hice con el mal nacido del circo que me tuvo por esclavo siglos atrás -Además presiento que todos los crédulos que confiaron París en las manos de ese... cazador se mueven durante el día y la luz puede destruir la oscuridad magistral de mi música- el guante se deslizaba por los muros llenos de ceniza, de manchas de sangre, de mi esencia a muerte -Pero... mi máscara puede seguir a esos infames que solo buscan de mi la extinción misma de mi existencia, nadie puede dudar de ese rostro perfecto y angelical como el tuyo mi pequeño flor, nadie... necesito... una silueta diurna que pueda atraer hasta mí cualquiera de los que ha osado a destruir mi hogar, mi perpetuo y oscuro hogar-.
De nuevo vino hacia ella ese monstruo de enorme tamaño que se apoderaba de ella y la tomaba en sus garras, poco a poco el león con cabeza y alas de águila le regresaba a sus dominios -No tienes por qué lamentarlo... este recinto se levantara porque ¡Yo soy el ángel de música, el hombre alado de negro!- grite como si Leviathán desde allí pudiese escucharme, como anhelaba que lo hiciera, quién dice y no puedo decirle eso el día que la espada le este cortando el cuello de manera lenta para mi deleite.
Más las palabras que de sus labios emanaban me distrajeron de ese olor, de ese momento que descubrí necesitaba, que ya ansiaba que sucediera, como si todo lo que pensaba era una profecía que se cumplirá en cualquier momento -¿Un búho?- la voz oscura con matices de delicadeza sonó interesada, probablemente entonces esos amantes importantes eran los culpables que ella acariciara la porcelana de su tersa piel -¿Un inquisidor?- solté un carcajada –Jamás me había sentido tan alagado por tanta atención recibida… aunque confieso eso empieza despertar otra parte mí que…- interrumpí mis palabras, la mortal estaba allí abajo, un solo error, una palabra más y la farsa sería desmentida –No te preocupes pequeña flor, soy un inmortal… lo sabes porque soy tú ángel y los que vivimos en medio de la noche… somos imperceptibles, somos sombras, antes de que ellos puedan verme… ellos ya no respiraran- asentí enfurecido –O tendrán lengua ni sangre para contar el horrible rostro que vieron- pensé mientras comenzaba a jadear, un inmenso coraje emano de mis poros, era como si ese Fantasma, como si el sanguinario Erick Destler volviera a poseerme –Otros secretos… ¿Acaso será mi rostro o los asesinatos?- era demasiado pronto para preguntar, lo que estaba seguro es que igual que a Leviathán les declararía la guerra y no descansare hasta que cada uno derrame su sangre y tiña de rojos mis dedos, los ahorque o les coloque monedas de oro en los ojos… eso era magníficamente perfecto, el viejo músico necesitaba sangre y era este el momento, los ojos comenzaron a cambiarme, se hicieron de malva y la sonrisa de la muerte volvió a asomarse por la escasa piel de los labios.
-¿Por qué lo hacen?- suspiré -¡Porque un idiota me declaro la guerra enfrente de todo París y ellos desean hacer lo mismo!- exclame -¿Quién no quisiera arrancar la cabeza de un ángel para que deje de pregonar su oscura existencia con su música?- los puños se cerraron y sin pensarlo golpee el muro lleno de tizne y de sangre seca -¡Maldita sea!- musité –No te preocupes, aunque no haya podido verle puesto que a pesar de estar entre las sombras y las alturas no puedo cuidarte… te prometo que ese miserable pagará el daño que te hizo y el llamado Rorschach… también caerá ante mis pies completamente desplumado- me escuché agitado -¡Todos caerán, al final todos estarán a mis pies!.... se arrepentirán ¡Todos se van arrepentir!- calme mi furia –Lo lamento… no te asustes, te lo ruego.. . estoy sin aliados… y hay todo un jardín, mi castillo que debo proteger - tome un poco de aire –Y eso es lo que necesito de ti… necesito un aliada… una máscara que pueda moverse en la realidad y su luz cegadora, escuchar, ver y atraer a uno de mis aparentes seguidores hasta aquí y que me digan que es lo que desean de este ángel de alas negras- le contemple con el único ojo que permanecía descubierto tras la tela -¿Estarías dispuesta a hacer lo que yo te pida por mí?- cuestione con mucho sigilo, mi voz cambio de posición y bajando despacio me acerque muy cerca de una vela que me ayudo a proyectar mi sombra mientras esta se paseaba por los asientos destrozados –Soy tan real… tan real- tome una pausa, seguí sigiloso recorriendo el lugar en circulo –Tan real como la tela que suple a tu abrigo- dije a sus espaldas, mientras le colocaba una de las capas que traía puesta, una de las pocas que tenían terciopelo y un forro acogedor que proporcionaba calor, esa prenda fue alguna vez de la primera víctima que cayó en mis manos siglos atrás –Créeme esta vez no hay más sueños…- retorne a las alturas por el mismo sendero donde la vela estaba de por medio –Esta vez es…. La música de la noche es la que te llama… la música… la música- me desvanecí regresando a mis terrenos, la penumbra era mi mejor vestido a falta de la capa que me acababa por despojar -¿Crees que soy real ahora?-.

La voz de la música de la noche me cuenta sobre las cicatrices que le dejo el fuego. Sus palabras me hacen pensar en lo que he escuchado, un recuerdo sobre el difícil y largo camino de los ángeles caídos de quienes dicen que en su lucha contra los demonios hace mucho mucho tiempo, cayeron del cielo y fueron condenados a pasar la eternidad en la tierra hasta el día del juicio en que recuperarán sus alas para pelear en defensa de la humanidad. ¿Eso fue lo que le ocurrió al guardián del teatro?

Giro sobre mi misma. Una marca de mis huellas entre las cenizas, una estela gris que hace despertar el polvo negro a su paso y levantarse de su sueño. La presencia del ángel de la música es tan frágil, tan evasiva como las cenizas que lo cubren todo. Él me rodea de algún modo aunque no pueda verlo, con sus palabras me hace creer que el mundo y sus reglas terminan tras la puerta del teatro. Describe la naturaleza del corazón humano: voluble, vulnerable, caja de sentimientos que se vuelve rencor frío. El propio enojo del ángel en cada palabra me sobrecoge.

El guardián de las mil máscaras pregunta sobre el gesto inconsciente, ahora su tono es más suave, el tono íntimo de un confidente, de un amante. Mis dedos abandonan pronto el cuello arrepintiéndose de sus movimientos. Los recuerdos saltan a mi mente en desorden como las gotas de agua de una cascada que se quiebra contra las piedras en mil trozo diamantinos. Más son algunas lágrimas que ruedan por mis mejillas las que brotan de las únicas rasgaduras de este capullo de porcelana y seda.


-No podría olvidarlo-
-Ellos no deben saber, te creen una fuerza maligna-
-...¿un cazador?- frunzo el ceño. Mis ojos intentan seguir una sombra, y mi mente sus palabras. Demasiadas cosas, demasiada magia.
-Te entiendo, mejor de lo que yo misma puedo imaginar.
la dulzura que se sobre pone al carbonizo silencio. Se mantiene este último en la lengua, escucho su deseo y pronto se vuelve mío también. Quiero saber por qué un mortal cazaría a un inmortal declarándole la guerra y quemando su santuario. Si es locura quiero conocer si es contagiosa y alejarla de la noche y su música, si es maldad él ángel sabrá que hacer.

Respingo al ver su sombra fugaz flotar sobre los asientos carcomidos por el fuego. Anhelo volverme y encontrar la figura que proyecta esa silueta más temo que se desvanezca al intentarlo. Mis ojos siguen su andar sigiloso. Aún aguarda respuesta. De pronto su capa se posa sobre los hombros de la muñequita de porcelana. Contengo la respiración y son mis dedos los que confirman que no alucino. La capa esta fría como si nadie la hubiera portado. Apenas reparo en esto me giró, la vela tartamudea, único rastro de su camino.



-eres real-

-No te cuestionaré más- digo desde un punto oscuro y lejano -Si no quieres decirme cual es la verdad tras ese gesto, tras esas lágrimas que puedo ver perfectamente desde estas penumbras, no me molestaré, por lo menos no contigo- la frase quedo incompleta, conocía bien la naturaleza humana, esa miserable y diminuta existencia que ante su complejo prefiere sentirse grande cada que encuentra un alma frágil como fue la mía... esa alma que lloraba como ella en esos momentos, los monstruos más temidos en esas pesadillas a las que refiere no pueden ser otros más que los humanos.
Finalmente empiezo creer en la justicia del infierno, mismo que con sus llamas a marcado la mente de la joven cortesana, aún sin haberme visto estoy dentro de ella, tengo poder sobre alguien de nueva cuenta, la emoción vuelve y así con la misma rapidez se aleja, cuando los labios rosados de la dama mencionan las ideas que Leviathán a cada insignificante mortal le introdujo en su repugnante cabeza -¡Esas son calumnias, inventadas por el enemigo!- respondo sin poner contener mi exaltación -¿Cuando se ha visto que un ángel sea la personificación del mal entre los hombres?- suspiro -De serlo así ni Da Vinci, mucho menos  Miguel Ángel se hubieran atrevido a mezclarlos entre sus obras, ¡Ese maldito cazador y todo el que cree en el son unos ignorantes! ¡Los detesto!-el sonido de mis pasos perdían su discreción a medida que caminaba más rápido, el simple hecho de recordar lo que h sucedido y su máscara entre las llamas me hace sentir el rencor, ese sentir que me hace falta para acabar con él, la sensación vuelve ahora que sé alguien puede estar de mi lado y para mi suerte ella es la mejor de todos mis rostros falsos -Al parecer sí- contesto más tranquilo a su interrogante, no es mi deseo decirle que Leviathán era un cazador de inmortales, sobre todo cuando la sospecha volvía a renacer en mis ideas, al figurarme el gesto improvisado y sin pensar de la frágil mujer -El cazador parece que es ambicioso y no conforme con una bestia, quizás un oso o un león... quiere cazar un ángel... humanos si entre ellos no se respetan y se matan por lo más innecesario y material que puedes esperar que hagan con un tesoro de alas negras, un rubí oscuro que parece ser más valioso que un sin fin de joyas- la mirada de color rojo que emanaba el único ojo descubierto, se posaba en cada uno de sus finos detalles, observaba y analizaba, sus sensaciones estaban muy bien impresas en las expresiones de su rostro -Pobre, tan confundida entre la irrealidad y el suelo que ahora pisa- sonreí complacido, los humanos no han cambiado pese a que los siglos han pasado.
Los muros carcomidos y un escenario destruido da a luz lo que yo necesito, mi encanto ha influido en ella, el misterio como siempre me ayuda, sonrió complacido aunque ella no lo pueda apreciar, mis ojos se posan en donde antes un candil pendía -Y no me arrepiento de haberte señalado desde la fantasía en la que te encierro para protegerte del mal inhumano de la prejuiciosa sociedad- mis palabras son cálidas que derriten el hielo de aquellas que con furia exclame hace unos momentos -Sé de alguien que es probable que pueda decir lo que yo necesito saber... El sacerdote Jean Claude Frollo, ese que de cristiano tiene el nombre, desde las alturas, desde las penumbras puedo escuchar lo que se dice de él y pude verle una noche en que los gitanos se refugiaron en el suelo que ahora pisas buscando refugio y huir de sus armas... él está detrás de todo esto, puedo sentirlo- los recuerdos brotaban -Mentiras, mentiras o dulces mentiras- clamaba en mi interior -Frollo, tiene un secreto tan sucio como él mío y uno de sus dos Zodiacos tiene mucho que ver en esto- mis parpados, cubren mis pupilas... recuerdo su rostro, Jean Claude rezaba y después se burlaba de mí... "Hijo del demonio" así me llamaba prejuiciosamente y todo para que, para que terminara haciendo tratos con brujos que le dieran gracias a la magia negra un ente de inmortalidad, era demasiado complejo para explicarlo ahora, pero la historia está escrita inconclusamente, yo la he leído y le daré un final -Jean Claude cae fácilmente ante cualquier flor de una noche pero tú, como una de las más bellas de mi oscuro edén se rendirá ante ti, tráemelo junto con su guardián, el siempre le cuida pero nadie a él, destruyendo su protectora sombra Jean Claude Frollo será cenizas- comencé a inducirle en medio de susurros provenientes de las oscuridad -Tráemelo... sedúcelo y condúcelo hasta mi oscura presencia... es todo lo que quiero que hagas por mí- y fue en medio de todo esto que mi toque parecía estremecerla, de pronto sus piernas se quebraban y su cuerpo se desplomaba dirigiéndose a las cenizas sin poder sostenerse, de inmediato la escena me trae a la cabeza la figura de Selena en medio de las ráfagas que casi la arrastraban hasta las puertas de la muerte, no puedo evitarlo y mis brazos terminan sosteniéndole, respiraba pero todo sentido se había marchado -¿Que hago ahora?- me cuestione desesperado, es mi única aliada por el momento como para demostrar quién era en realidad, por mi podía dejarle allí, pero eso no me convenía -No puedo llevarla a la guarida principal.. allí esta Selena- sin embargo recordé que el teatro contaba con catacumbas más abajo de la mía, le cargue y en trayecto más o menos largo, donde la media luz era dueña y señora vigilaba celosa la entrada, podía sentirse la humedad y el frio que solo un lugar tan antiguo y olvidado podía emanar, todo estaba hecho de piedra y numerosas velas estaban encendidas, allí parecía que el torbellino de Leviathán no había pasado nunca, solo la cera parecía cada vez más cansada, el escenario lucia plagado ellas, eran innumerables y para mí todas tenían un nombre y una escancia distinta.
No muy a lo lejos había instalado otra cama, allí le deposite retirando las cobijas para que sus finos ropajes no se ensuciaran de la suciedad proveniente del descuido de aquel lugar, tenía tantos meses sin bajar hasta allí, no era de mi agrado ir de escalón por escalón hasta el fondo de los cimientos pero ahora no tenía ninguna alternativa.
Cual instinto mis ojos seguían la delgada y fina línea de sus cuello bañado en un color marfil, decorado con unos hermosos rizos que seducían pero no como a los hombres con quienes comparte sus noches, yo quería su sangre... la idea me torturaba y prefería guardar mi distancia y allí cerca de la cabecera me escondí como siempre entre mi reino de penumbras, desde allí vigilaría su sueño mientras trataría de reprimir el instinto, -Debe despertar antes que mi sed decida saciar, antes de que aroma, su fragancia termine por invitarme a lo inevitable-.

-“Angel my soul was weak, forgive me.Staybymyside… guide me”-
-Siento miedo-
-Siento miedo de volver a extraviarme.
Mucho tiempo he recorrido una larga senda…
una larga senda que viene de ningún lado y  va a ningún lugar- Los ojos de la muñequita recorren el recinto adornado con cera marchita y perfume de acordes y notas. –Más no he de fallarte, si buscas al llamado Frollo, me esforzaré en encantarle,
en ser primera en sus deseos y fantasías y lo traeré hasta a ti.
Porque aunque mi corazón  teme por ti,
sé que son sólo miedos humanos
y aunque no comprende mi alma la grandeza de tu ser,
te serviré fielmente… tanto tiempo como tú me quieras a tu lado… -

Allí donde las velas representan el poder que tengo sobre los mortales, la joven cortesana reposa en lecho que no ha sido usado por mí durante tanto tiempo que no puedo recordar, el lugar se impregna de su dulce fragancia y deja atrás la humedad que ha permanecido aquí durante siglos.
A lo lejos de aquel sótano, hay un rincón que permanece a salvo de la luz atroz de las velas, desde ese punto mi cuerpo permanece quieto vigilando su sueño y su despertar, el ojo carmesí observa su el fino tallo de su cuerpo, su piel blanca, tan blanca como la nieve y sus rizos que juguetean traviesos con el viento proveniente del exterior, solo a él le permito acariciar a esa bella flor de mi edén, la más fiel a la mano que le cuida -Solo dos rosas han sabido ser leales con su demoniaco jardinero- pienso internamente, mi voz no se atreve a profanar aquel sitio -Selena, mi Selena- inspiro profundamente, recordando cada detalle de su exquisita figura -Esto es para protegerte de él- ella está en el sótano principal, pero me justifico en silencio como si ella pudiese ver esta escena.
De pronto algo distrae mi mente, un bajo instinto comienza a aprisionarme, de pronto la garganta está seca y la escasa carne de mis labios parece quebrarse, demasiados días y noches he contenido a mi demonio voraz, matando animales y ratas, todo sacrificio valía la pena por Selena, lo que no sabía era mis alcances al verme frente a la tentación de una vida, una vida muy joven, una mortal indefensa, con un cuello largo y hermoso expuesto hacia mí, solo para mis colmillos, para mantener contento al diablo.
Vacilo ante la idea de ir y atacar sin piedad, pero algo me detiene, son sus ojos los que se abren lentamente y entonces me doy cuenta que el jardinero iba a cortar de un tajo a una rosa de inigualable valor, retrocedo y regreso a mi oscuro rincón, mis ojos se cierran instantáneamente, mis sentidos se alistan para escucharle hablar.
Cada palabra dicha con la confusión propia de una pesadilla, alaga mi ser, alimento mi ego y mis infinitos deseos de poder y dominación –Una rosa, aliada de su protector- interiorizo y el fantasma de una sonrisa parece dibujarse detrás de la máscara, cuando sus primaras palabras finalizan, llamándome dentro de una oración, su propia oración –No temas pequeña rosa de mi oscuro edén- susurro  -Aquí está tu ángel, cuidando de ti, velando por tu sueño, cubriéndote con sus alas negras, mis alas que ahora sean despojado de mi silueta para envolver la tuya- mi voz impera como un canto armonioso, la voz grave y ternura en mi tono y acento al hablar –No te equivocas me bella rosa- prosigo después de un breve silencio provocado por mi acción de contemplarle detenidamente –Yo soy tu ángel y solo yo puedo guiarte, niña aduladora no tengo nada de que perdonarte,  solo promete estar a mi lado, servirme, ayudarme y de jamás de ti me alejaré… recuerda vivo en tu mente y en toda oscuridad- la voz parece desvanecerse, se va silenciando hasta que solo se percibe la respiración humana, la fragilidad del mortal.
-No temas- interrumpo autoritario –Soy la sombra que cuida de ti, el jardinero que cuida de la rosa, un fiel protector que es capaz de hacer cualquier cosa en contra de quién ose en destruir mi rosal, ¡la sociedad y el hombre son malos, prejuiciosos por naturaleza yo de ellos y de mi mismo te protegeré!- exclamo tratando de eliminar de mi toda furia, suprimirla de nuevo a lo más profundo de mis adentros –Aún no es tiempo- me digo y entonces mis ojos se abren esta vez para permanecer fijos en aquella silueta femenina -Nada ni nadie te sacara de la tierra donde yo te he plantado- entonces dicho esto la idea de dañarle se va al parecer momentáneamente.
Comienzo a dar unos pasos sigilosos, mi silueta se desprende del desconocido mundo de la oscuridad mientras le escucho, mis movimientos permiten desplazarme rápido y fugaz, mi esencia mueve el brillo de las velas, dejando huella fiel de mi paso entre ellas y también  sé que ella puede ver solo una figura sin rostro y sin color aproximarse a su lado –Nunca me has fallado y jamás lo harás… Frollo pretende destruirme, evitar a toda costa que la gente se dé cuenta de que los ángeles existen y yo se que tu no permitirás que eso suceda ¿O me equivoco?- interrogo tratando con ello de que me dé una respuesta merecedora de mi oscuro voto de confianza –Solo tráemelo- susurro tras de ella –Y no temas, al final la luna vence al sol y la noche al día, aquí no será la excepción- un ráfaga de viento azoto fuertemente el lugar, las llamas se movían de un lado a otro, solo una fue apagada –Mientras yo no haga lo mismo con otro vela, tienes mi promesa de que siempre estaré a tu lado… porque donde quiera que vayas yo estaré siempre… La pregunta es ¿Tu lo harás?-

-Yo… -
Me pongo de pie aun sosteniendo la capa en rededor mío. Bajo la mirada, respeto. –Los bondadosos,
temen la oscuridad de la noche. Aquellos seducidos por las tinieblas, aquellos que yacen con ellas en tormentoso abrazo, carne con carne, deseo con deseo, placer con castigo, no tememos sino la luz.-
-¿Eres un ángel de la muerte?-
–No hay nada debajo de estas sedas y perfumes
que puedas mancillar con tu aliento helado,
tan sólo sería un sueño reparador, un sueño perpetuo bien recibido.- Secretos, confesiones.
–El jardinero que cuida el rosal es así mismo el padre de la semilla que germinó en flor,
por su mano y gracia ha de sostenerse.
Tan sólo ha de ser la indiferencia entre los dedos del jardinero, o la vergüenza o la deshonra o el desinterés o la condena, la pasión ofuscada que aquellas le inspiran y que viene de lo profundo de su ser lo que marque el último aliento de las hijas del rosal.-

–Aprobaría que quebraran el cuerpo de porcelana antes de permitir…. – –…de permitir… tal atrocidad… -
–Lo traeré a tus pies ángel mío.- Un juramento apasionado en un murmullo. El viento se levanta de la nada, agita el pulso de las llamas de cada vela, vuélvelo tembloroso. Danza con los rizos rojos, con las sedas de mi vestido. Obedece a una mano invisible. Giro sobre mi misma más se ha ido la sombra. Su voz permanece, nada más. Una llama se apaga ante mis ojos. Promesas, promesas son lo que invoca. Mi corazón se agita, una, dos, tres veces más veloz bajo mi pecho. Las promesas de un ángel son inquebrantables más… –Las humanas promesas son amantes volubles y caprichosos y están llenas de remilgos. Mi señor conoce
demasiado bien a los humanos que en esta tierra habitan.
Las promesas que de estos labios pueden brotar para muchos carecen de valor… - –Sellar el pacto requerirá algo más, algo que nadie ha tomado de mí en mucho tiempo, algo que creí sólo una sombra,
un fantasma relegado al perchero de los recuerdos abandonados de esta tuya rosa.
Un algo que todos protegen del deshonor, de la infamia y que cuidan y pulen como una joya preciosa.
Un algo que pensaron arrebatarme, más tus palabras le han despertado de su sueño eterno en mi interior…
te daré el nombre detrás de Baby Doll.- Cierro los ojos y escapa un suspiro muy bajo. Escapa el nombre prohibido sólo para sus oídos, para la noche que guardará el secreto del teatro y de a partir de ahora también el mío.