Keeping watch in the night [Kareena]

Ya había oscurecido por completo cuando Cosette salió de la casa de su patrona para dirigirse a la suya. Había tenido un día relativamente relajado, tan sólo había tenido que hacer un par de compras por la tarde y ordenar un poco la casa, pero en general había sido una jornada tranquila. Se alegraba de poder volver a casa y pasar un rato con sus hermanos, aunque para entonces probablemente estuviesen ya dormidos. Bueno, aquello era algo que tenía que sacrificar si quería ganarse algunas monedas.

Los transeúntes ya habían desalojado las calles casi por completo y las últimas personas que aún rondaban por esa zona se marchaban para refugiarse de la noche. Las estrellas brillaban en lo alto, suspendidas como centinelas que vigilaban las acciones de aquellos abajo. El cielo estaba despejado y eso hacía que el ambiente no resultase tan oscuro ni lúgubre, aunque Cosette sabía que esas eran horas inseguras y que uno no debía confiarse.

Avanzó en silencio doblando a la izquierda y a la derecha según aparecía el camino que la llevaría hasta su hogar. Cruzó un pequeño puente, atravesó un pasadizo medio escondido entre las sombras y cuando llegó a una calle un poco más amplia, escuchó unas voces masculinas muy ruidosas que la alertaron de inmediato. Se detuvo cerca de una muralla que le serviría de escondite pero que a la vez le permitiría observar quiénes eran los causantes de aquel barullo.

Se trataba de un grupo de hombres que parecían haberse apoderado de aquella calle desierta. Podía escucharlos reír a carcajadas y hablar de manera irreconocible a causa del estado de ebriedad en el que se encontraban. Pudo oír el ruido de una botella rompiéndose, más risas y algunas palabras groseras. Resopló sin moverse de donde estaba; definitivamente no haría ni el intento de atravesar aquella calle sola.

Dio media vuelta y empezó a desandar el camino que había recorrido, tendría que tomar la siguiente calle para evitar a aquellos hombres borrachos. Podía notarse el contraste entre las diferentes zonas de París. El lugar en el que vivía su señora era tranquilo y bonito, pero a medida que se alejaba de ahí para adentrarse al sitio en el que ella vivía, las calles parecían volverse más oscuras, más sucias y más peligrosas. Una rata pasó corriendo frente a ella y Cosette la vio perderse entre la basura esparcida de un contenedor.

Mientras pasaba cerca de un callejón escuchó un ruido que le hizo detenerse en seco. Escrutó la oscuridad tratando de distinguir alguna cosa pero se le hizo imposible.
-¿Quién anda ahí? –preguntó casi por reflejo sin quitar la vista de aquel callejón.
Podía ser alguno de esos animales callejeros o bien el ruido del viento, pero detenerse ahí no era una gran idea. Sería mejor seguir avanzando antes de llevarse una sorpresa desagradable.

Ya se disponía a seguir con su camino cuando un segundo ruido le hizo reconsiderar la idea. Una pequeña piedra salió rodando en su dirección y luego la figura de una persona apareció de entre las sombras. Como por reflejo Cosette dio un paso hacia atrás pero se detuvo al darse cuenta de que se trataba de una chica.
Relajó el cuerpo cuando la joven empezó a hablarle, agradeciendo por dentro que no se hubiese tratado de otro hombre borracho o algo similar. La observó con detenimiento mientras escuchaba sus palabras; la camiseta desgastada que llevaba (y que además parecía quedarle demasiado grande, como si fuera de otra persona) le hizo pensar que se trataba de una chica de clase baja igual que ella, aunque ese tipo de cosas no podían juzgarse tan fácilmente a la primera mirada.

No parecía ser mayor que ella, y además era bastante pequeña de estatura. Tenía unos ojos grandes y de un color que incluso en la oscuridad podía distinguirse. Algo en su mirada le hizo ponerse un poco nerviosa, pero al menos no resultaba intimidante.
Le miró un tanto extrañada cuando la joven empezó a contarle lo que había ocurrido en los últimos días, asaltos y desapariciones de los cuales ella era consciente pues cualquier persona que estuviese familiarizada con las calles de París sabía que esos no eran sitios seguros para andar de noche, y mucho menos sola. ¿Acaso le decía esas cosas a propósito, para causarle temor? ¡Como si no tuviera ya suficiente! De haber sido otra persona la que le hablaba, incluso podría habérselo tomado como alguna especie de amenaza indirecta debido a aquella última frase.

-No, no necesito ayuda. No estoy perdida –le explicó con el ceño levemente fruncido y dedicándole una mirada desconfiada. Luego le escuchó reír… ¿Reír? ¿Qué era lo que le causaba gracia? Aquella zona de la ciudad, sumida en oscuridad y peligro oculto, no parecía ser el sitio adecuado para recibir aquellas risas.
-Acabo de salir del trabajo, siempre termino a estas horas y por las noches vuelvo a casa –le dijo aun manteniendo la distancia. En realidad no sabía por qué le contaba esas cosas, no le debía ninguna clase de explicación a ella.
Al escucharle decir que quería saber su nombre estuvo a punto de responderle que no era asunto suyo, después de todo se le hacía muy raro que una chiquilla saliera de en medio de la nada diciéndole que tuviera cuidado con los peligros de la noche y luego preguntándole cómo se llamaba.

Pero se controló, respiró profundo y suspiró tratando de convencerse de que estaba siendo demasiado paranoica. La joven se veía agradable al fin y al cabo, al menos eso era lo que transmitía con su sonrisa. Finalmente dio un paso hacia adelante para acercársele un poco más y le respondió.
-Cosette Renaud –dijo mirándole a los ojos.
-¿Y tú? –como mínimo esperaba que ella también le dijera su nombre.
-Tú misma has dicho que estos lugares son peligrosos, así que creo que tampoco deberías andar por ahí oculta entre las sombras a estas horas –le advirtió considerando la idea de que quizás ella también hubiese acabado de salir del trabajo, en cuyo caso se encontrarían en las mismas.