Cientos de colores de un minuto. |Abraxas|

por **Gareth Ackles** Lun Feb 04, 2013 5:04 pm

Siempre me hizo ilusión de ver las grand cantidad de mariposas e insectos que hay en ese hermoso lugar, quizás sea mi interés por ver esas especies, o mi interés por probar alguna de los animales que hay por allí sueltos, no recuerdo exactamente cuál ha sido la peor criatura que ha pasado por mis fauces.

-Oh... qué bonita...- Una flor llamó mi atención de forma particular, porque su aroma era una tentación para mi, de alguna forma ese olor me resultaba familiar de mi primer hogar en Francia, aquella endiablada mansión de los aristócratas que me tuvieron prisionero durante dos meses hasta que me vendieron por unos millares de francos.
- Y sin embargo aquí sigo, vivo y libre...-
Extendí mi brazo y me calé un gorra de tela gris sobre mis cabellos rubios y continué paseando por aquel prado lleno de plantas que tenía frente a mi, el único ruido que escuchaban mis oídos era el sonido del agua que corría cerca en fuentes y el de las hojas mecerse al viento.

por Abraxas* Mar Feb 12, 2013 7:09 pm

El jardín botánico era un lugar que siempre había llamado su atención, principalmente porque era como un pequeño pulmón en medio de la peste que era París. Un rinconcito verde, lleno de especies fascinantes. Siempre que iba allí, tenía que colarse en una de sus formas animales para que no lo echaran por pensar que era un pobre o un vagabundo, así que con el tiempo había perfeccionado algunas técnicas. Como por ejemplo, la de esconder algo de ropa detrás de unos matorrales que no necesitaban ser regados, así se aseguraba de que no terminaran mojados y llenos de barro.

Cuando entraba al lugar, buscaba ese sitio, cambiaba su forma a la humana y se ponía tanto los pantalones como una blusa. Seguía sin tener zapatos ni nada, pero al menos le daba algo de tiempo antes de que lo vieran y lo echaran con cuatro gritos. Una vez se vistió en esa ocasión, echó un vistazo dándose cuenta de que apenas había gente, el momento perfecto para pasear por el jardín sin tener mayores problemas.

Sin embargo, algo llamó poderosamente su atención. No fue una flor, una planta o alguna persona vestida de manera llamativa, fue la sensación de saber que allí había otro como él, como su madre, una persona capaz de transformarse en algún tipo de animal. Sus pasos no tardaron en guiarle hacia donde estaba el susodicho, aunque se mantuvo a una distancia prudente, solo observándolo. No sería de extrañar, que el chico notara aquellos ojos azules clavados en su nuca, con inmensa curiosidad. Su progenitora le había dicho que muchos eran hostiles, así que debía cuidarse, aun recordaba además el encontronazo con aquel felino. Así que solo esperó a ver si el otro hacía algún movimiento.

Cientos de colores de un minuto. |Abraxas|

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