Un momento de paz después del placer {Privado}

por **Isaura Van Dyck** Miér Feb 06, 2013 3:38 pm

Había sido... Extraño, como siempre que hacía aquello con cualquiera. Ni siquiera tenía tiempo para hablar un poco con ellos y conocerles mejor, no, porque a ellos no les importaba eso, tan solo venían por mi cuerpo. ¿Pero que debía esperar? Realmente ya podía ir olvidándome de toda esas tontadas de encontrar el amor y, en especial, ese sueño roto desde hace días de que la primera vez fuera con alguien realmente especial.

Suspiré, intentando quitar esos pensamientos de encima mientras miraba a aquel hombre con una honda tristeza. Sabía que no debía ser así, que tenía que comportarme de otra forma pues no creía que fuera a gustarle a los clientes que me pagaban, pero aun me costaba muchísimo aceptar esa nueva vida, me costaba creer que, después de todo lo que había pasado, realmente hubiera acabado de aquella manera que me resultaba tan triste. ¿A dónde había ido mi dignidad? En si no importaba, pues ese sentimiento no era precisamente el que iba a darme de comer.

Me incorporé un poco en la cama, tapando mi cuerpo con la sábana sin apartar la mirada de esta. Era absurdo y lo sabía, pues acababa de ver mi cuerpo por completo, pero eso no significaba que no siguiera dándome vergüenza. Intentaba pensar que algún día cambiaría, y no refiriéndome precisamente a que saldría de ahí, sino a que me acabaría acostumbrando a ello y lo vería de otra forma muchísimo más llevadera y agradable. O por lo menos, rezaría para que así fuera, porque no podría soportar toda mi vida con aquella carga en el pecho que llevaba en esos instantes.

-Espero que le haya satisfecho, monsieur.- Mi voz era un simple susurro, apenas audible si no fuera porque estaba realmente cerca de mí.

por **Kerevan D. Flourite** Miér Feb 13, 2013 1:37 pm

La compañía de mujeres de esa clase era algo que solía contratar, muy de vez en cuando. Tenía a su esposa en casa si lo que quería era retozar con una hembra, así que normalmente si se escapaba a los burdeles, intentaba encontrar algún muchacho dispuesto a ser su compañero a cambio de unos francos. Pero a veces hacía excepciones, cuando estaba enojado o frustrado con su mujer o cuando alguna llamaba especialmente su atención. A Isaura solía visitarla más o menos una vez cada quince días, a veces una al mes, dependiendo de qué tan ocupado estuviera, así que esa había sido la noche.

De nuevo, su esposa le había dicho que seguía sin estar embarazada, así que con la rabia que aquello le daba, se había ido a retozar con la cortesana, para tratar de dejar a un lado la idea de que había contraído nupcias con una mujer que tenía el útero podrido o algo así, ya que él sabía con seguridad que el problema no era suyo, a las pruebas se remitían, a ese hijo que había engendrado con su madrastra años atrás.

— Has tenido días mejores. — dijo directo y sin piedad, sin siquiera mirarla y acomodándose un poco mejor en la cama al escucharla. Apoyó la espalda en el cabecero, dejando escapar un suspiro y alzando una de las rodillas — Sin que sirva de precedente, muchacha...hoy tengo ganas de escucharte. — no era su costumbre, en realidad no le gustaba hablar con las prostitutas, que no eran personas importantes, solo estaban para satisfacer a la carne y ya, pero realmente le apetecía distraerse y pensar en otras cosas — ¿Nunca has tenido la oportunidad de una vida mejor? Casarte, tener hijos...ser útil para algún hombre y no para todos los que te paguen? — a pesar de preguntarle ni siquiera la miraba, se puso en pie, acercándose a una cómoda de la habitación donde había dejado rato atrás una botella con licor y un vaso. A él le dio igual que viera su desnudez, no tenía pudor alguno.

por **Isaura Van Dyck** Sáb Feb 16, 2013 7:52 am

¿Días mejores? En si no me importa absolutamente nada eso. Yo me dejaba hacer y hacía lo que ellos me decían, si les gustaba más o menos no era asunto mía. Pero ahí estaba una de las grandes puebras de lo asquerosos que podían ser los hombres. Me volví a tumbar,cubriendo mi cuerpo con las mantas mientras no dejaba pensar en lo arquerosa que era mi vida cuando siguió hablando.

Escuché sus palabras, sintiendo un hondo dolor en el pecho. No, no había tenido oportunidad por aquel hombre que debía llamar padre, por su forma de haberme evadido por completo de su mundo. Daba igual que fuera su hija, no iba a reconocerme y, por eso, me dejo en la calle donde me moría de hambre y tuve que acabar así. Miré a otra parte, evitando que él pudiera fijarse en mi rostro. ¿Qué le importaba reamente? Nunca hacía preguntar, a ese hombre no le importaba en absoluto, pero parecía querer hablar hoy. Por motivos egoistas, eso seguro.

-Si la hubiera tenido, monsieur, no estaría en la cama ahora mismo con usted.- Mi voz no era brusca para nada, solo un suave susurro que salía de mis labios. Que los hombres me tocaran de aquellas maneras, el tener que dejarme y que hicieran conmigo lo que ellos desearan, no me gustaba ni un pelo. ¿Pero sino que iba a hacer? Nada. Era eso o morir de hambre.- Es extraño que quiera saber sobre mí. ¿Está usted bien?

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