Camiligatis {Camila De Rose}

Aquella mañana era para mi gusto particularmente hermosa y perfecta para pasear. Me encantaba salir en mi forma gatuna de noche, simplemente era mi hora predilecta para pasear por las calles y callejones de París pero también me gustaba salir a pasear por las mañanas porque la dinámica a esa hora era completamente diferente.
De noche era meramente un divertido paseo en el que cualquier cosa y cualquier encuentro era posible y ya había tenido encuentros nocturnos para corroborar aquello.
De día la cosa era diferente; salía a observar a la gente realizar sus actividades diarias, a toparme con uno que otro adulto o niño amante de los gatos que me acariciaría e iba a las visitas a diversos hogares en donde me mimaban como a una mascota común. La vida era maravillosa de día y de eso no me cabía la menor duda.

Salí por el techo de mi casa con esa peculiar forma de gato de caminar; elegante y orgullosa. Los techos eran sin duda alguna el mejor camino que se podía seguir pues de esa manera se tenía mejor vista del panorama general de las calles y las situaciones que se estaban llevando a cabo en el momento en que yo pasaba.
Vague por los techos un buen rato pensando a donde dirigiría mis gatunos andares, hasta que recordé que ya tenía un buen tiempo sin visitar a una anciana bastante amable que se alegraba simplemente por acariciarme un rato. Con andar veloz me dirigí entonces a la dirección en la que se encontraba la casa de aquella buena mujer ya pudiendo sentir sus dedos recorriendo mi pelaje, cosa que era sumamente relajante para mi.

Salte hacía una calle que debía cruzar por el suelo; una pequeña distancia en la que nada malo podría pasar. Continuaba viendome a mi misma relajada en aquella casa tan agradable cuando el ladrido de un perro me alerto. Bufe y me esponje justo como todo gato cuando ve a su enemigo natural para después emprender la huida.
Como odiaba aquella rutina de perros y gatos; me había visto perseguida infinidad de veces por aquellas despreciables criaturas de hocicos babeantes y dientes listos para cerrarse sobre cualquier parte de mi gatuno cuerpo.

Corrí hasta que divise un lugar más solitario que las calles por las que antes estaba y sonreí para mi misma. Había deseado darle una buena lección a un perro durante tanto tiempo y parecía que finalmente mis planes de cobrarme una de tantas se verían realizados en aquella callejuela oscura. Aquel sitió tenia suficientes cajas como para que me ocultara entre ellas, cosa que hice para poder cambiar de forma abandonando así al inocente gatito y dejando en su lugar al lince que también era.
Fue entonces cuando me mantuve inmóvil, esperando que la fierecilla entrara y entonces le daría una buena lección para que no le quedaran más ganas de seguir gatos inocentes.

El sonido de las patas golpeando el suelo me indicaron que estaba cerca y que era hora de hacer mi aparición especial, así que salte de donde me encontraba para que tan pronto como caí el perro diera un salto y comenzara a alejarse. Una sensación de decepción llego hasta mi pues esperaba aquello fuera por lo menos algo divertido unos minutos; comenzaba a darme la vuelta para subir a las cajas y buscar la forma de llegar a los techos cuando el ladrido llegó hasta mi haciendo que me girara bruscamente.
"Así que el animalucho se decidió a venir para que le diera una lección, eso es excelente"
Los diálogos mentales eran también divertidos y bastante convenientes…bueno solo lo eran cuando el otro era cambiaformas pero aún así no podía evitar decir aquello como si aquel perro también pudiera entenderme.

Animales… no se podía divertir uno con ellos un rato porque sus mentes carentes de pensamiento alguno les llevaban a actuar siempre instintivamente. No era que yo siempre actuara de manera racional pero al menos lo intentaba.
Al ver de nueva cuenta el perro iniciar su partida me quede sintiendo intrigada; ¿Por qué regresar y hacer alboroto si al final no harán nada? pero volviendo a lo de antes, no soy completamente un animal como para saber porque actuaban de esa manera. Claro que yo podría caer en ese estado de "salvajismo" como muchos otros cambiaformas menos afortunados que de manera deprimente habían perdido su humanidad para sacar la parte más salvaje de sus seres; desde el fondo de mi persona esperaba no caer nunca en eso.

Camine un poco por el callejón pues ya no tenia nada más hacer, solo volver de manera definitiva a mis planes originales. Salte de caja en caja dispuesta a llegar a los tejados e irme; pero antes de eso mi oreja se movió ligeramente detectando de nuevo patas sobre el suelo.
"Nada mejor que la curiosidad animal" me detuve en mi camino esperando nuevamente hasta que salte de mi escondite y… ¿un bulldog?
Observe como aquel perro salía corriendo hasta que di un respingo al sentir mi cola atrapada cosa que me hizo girar bruscamente para ver al perro que antes me seguía "¿Pero qué?" y entonces cayo al suelo ante mi mirada. "¡Lo he matado!" grito mi mente alarmada; porque aquella era la primera vez que efectuaba algo de esa naturaleza y había terminado matando al animal.
Cambie mi forma, regresando a ser nada más que un simple e inofensivo gato que con movimientos lentos llegó a situarse justo al lado del perro.
"No volveré a hacer eso nunca, soy una asesina de perros" la culpabilidad invadió un poco mi corazón "Debo deshacerme del cadáver" me acerque entonces y… lengüetazos.

De golpe me aleje, aquella jugarreta de mal gusto me molesto pero a la vez me alivio, sobre todo por el punto de que podía escuchar una voz un tanto juguetona que venía de aquel can.
"Y ahora me dirás que por lo que antes me perseguías era justamente para que viera lo sexy que eras y no para darme una buena mordida. Además debiste decirme que eras un cambiaformas también pudimos habernos lastimado; pulgoso inconsciente." comunique aquello de la manera más sería de la que pude aunque sus palabras me causaron una gracia tremenda " Mi nombre es Camila ¿y el tuyo? mi galante canino?" de manera elegantemente gatuna me senté y en un gesto absolutamente animal lamí una de mis patas esperando ver que hacía o me comunicaba el pulgoso aquel.

¡Touche! me había cerrado la conversación y la reprimenda con eso de que era un perro y como tal le gustaba perseguir perros; aquello era algo que simplemente no podía negar, era algo un tanto instintivo en nosotros como en los animales divertirnos o hacer las cosas que ellos hacían y era completamente natural así que no podía reprenderle por actuar como debía.
- Tienes un punto perrito - le reafirme, pues debía admitir mi leve derrota en ese aspecto.

Aquel pequeñín era sin duda bastante divertido, sus padres debían de cuidarle más a mi perspectiva pues un perrito tan animado como aquel podía meterse en apuros fácilmente y entonces no habría quien pudiera salvarle; terminar como una mascota también era una opción y esa idea era absolutamente desagradable.
Mis pensamientos se iban a las cosas malas que podían pasarle, pero debía ver lo positivo de que anduviera solo por las calles ya que de esa manera se volvía independiente y sabría defenderse solo que era mucho mejor a que siempre dependiera de otros y al estar en peligro no supiera que hacer.

¡El cachorro me reclamaba!, osaba reclamarme siendo que él se lanzo en mi contra.
- Pues veras, cuando una inocente y frágil felina como yo es perseguida por demasiados perros en su vida llega un momento en que decide dar a uno la lección de su existencia - aquello era completamente sincero, pues estaba harta de ser perseguida - al menos gracias a eso fui capaz de toparme con alguien tan coqueto como tú, y no te paso nada así que estamos en paz -no podía alejar mi mirada felina de él; hacer aquellas cosas de canes era sumamente divertido, más porque no me atacaba y al único cambiaformas canino que conocía era Noah; al tener el más o menos mi edad no hacía tantas cosas como las que aquel pequeñín efectuaba.
Deje de lamer mi pata - ¿Camilagatis?… - la mezcla de mi nombre con aquello que era en realidad - no suena mal… claro que puedes llamarme así, eres el primero en ponerme un sobrenombre tan curioso como ese - mire al cachorro y a su patita - Seoirse, que lindo nombre… a ti ¿Te dicen de alguna forma? - pregunte antes de estirar mi pata para saludarlo. La escena debía ser de lo más cómica pero al menos solo nosotros estábamos allá.

Una oleada de preguntas me ataco instantáneamente después del saludo, y aunque memorice todas las que alcanzo a formular le detuve antes de que continuara con aquel interrogatorio y ambos nos perdiéramos entre todo ese asunto - ¡Wow!… calmado… primero deja responder esas y después preguntas más si quieres - tuve que ordenar las cosas que tenía en mente para responder en orden a lo que decía - Me transformo en lince, pero ese ya lo viste - reí - solo en gato y lince. ¿Una mujer grande? yo aún me siento joven pero si fuera humana normal, si, sería grande. ¿Trucos? - ese punto era algo difícil para mi - Se caer de pie - aquella era una habilidad felina que podía considerarse truco - la verdad nunca me he dado cuenta de si puedo hacer algún truco en particular y respecto a robar, no que yo recuerde pero quizás cuando era más pequeña… ahora, dime tú antes de que me preguntes más y olvide las cosas - con ese comentario sonaba como una mujer grande sin duda, pero era lindo estar frente a alguien tan evidentemente joven como Seoirse de vez en cuando.

Me preguntaba realmente ¿Cuantos años tenía aquel canino? No lucia muy grande y su forma de comportarse pertenecía a la de un niño cosa que me enterneció en gran medida. Yo sentía que poseía mucha energía pero aquel cachorro dejaba a mi exceso de actividad por los suelos; se movía de un lado a otro hacía una cosa y otra. Era entretenido estar observando e incluso hacía que me dieran ganas de moverme justo como él-

Reí al escuchar sus nombres. La gente normal solía llamarnos de cada forma tan singular pero bueno, ellos no sabían lo que éramos así que no podíamos culparlos.
- Seoirse, así son los humanos - suspire - a mi me han dicho nombres raros también y no solo eso - mi lomo se esponjo levemente - me han lanzado cosas, afortunadamente nada ha dado en el blanco - mencione orgullosa de mis propios logros felinos.

- Si, se que todos los gatos lo sabemos pero aún así es un truco y… - era realmente triste que no fuera capaz de encontrar un truco real que fuera capaz de hacer pero por más que busque de nuevo, no encontré nada fuera de lo común - aprenderé entonces un truco y te lo mostrare - ahora tenia un reto completamente personal - pero tranquilo, no me apuro que sé que no soy tonta - que linda era la sinceridad infantil; la información más clara y verídica podía esperarse siempre de los más pequeños que hablan sin la intención real de herir, si no con la de informar sobre como veían ellos el mundo y lo que les rodeaba.

Con mi pata le pegue en la nariz despacio para no hacerle daño - No soy TAN grande, así que no digas eso - reí - pero de que lo soy más que tu es cierto, como lo es que nos volvemos viejos más lento aunque… - pensé un poco - para nosotros es normal, solo para los humanos es diferente. Yo no puedo imaginar como será envejecer como un humano ¿y tu? - doble las orejas y al ver su cola moverse agitadamente retando a la mía, la balancee de manera suave de un lado a otro - si puedo mover mi cola, pero no como tu mira - y la moví un poco más rápido para que viera.

Su repentino salto hizo que mi lomo se erizara y mi cola detuviera su movimiento; me alarme por su repentina actitud pero tan rápido como me alarme volví a calmarme, fascinada por la idea de ir a jugar un rato.
- Vamos, vamos - me levante después de haber permanecido casi todo el tiempo sentada - me encanta jugar con lana - eso decía pero debía ser obvio que me interesaba mucho eso porque al final el juego me llamaba como a una verdadera felina.
Comencé a caminar detrás de él, sinceramente no sabía si quería robar porque jamás lo había necesitado, pero si no dañaba a nadie… no era malo ¿verdad?. Continúe con mi andar hasta que solo a unos pasos más allá de donde nos encontrábamos se detuvo. Había captado un pequeño detalle que yo también note pero del cual no dije nada.
-Nunca he robado nada pero si me enseñas te ayudare - se acerco a olisquearme y permití que lo hiciera porque me gustaba su curiosidad - de verdad te ayudare, tu dime y haré lo que sea lo juro, juradito - levante mi para a modo de promesa

Que era lo que en realidad  me llevaba a salir a las calles… ¿Adrenalina? Como lo que el cachorrillo decía… no, lo que me llevaba a mi a salir era siempre sentirme libre porque mi instinto quería que fuera así. No podía vivir encerrada en una casa, ni siquiera aunque fuera la mía.
- Pues porque es muy aburrido estar solo en casa y hay cosas más interesantes que hacer fuera; además sigo siendo un animal en el fondo así que me gusta salir de vez en cuando - me aleje caminando para las afueras del callejón - entonces ¿me enseñas a donde vamos? - moví mu cola emocionada de un lado a otro esperando para seguirle a cualquier lado - ¡Vamos que quiero ir a jugar!