Detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen {Jánuman}

por **Summer J. Abadie** Miér Feb 13, 2013 2:15 pm

Para mi vida hambrienta, ¡Eres la presa única, eres la presa eterna!
Delmira Agustini

Risas, gritos, exclamaciones de sorpresa. Los sonidos provocados por la ruidosa muchedumbre parecían presionar sus oídos de forma aguda, casi con dolor. Podía escuchar hasta el ruido de un alfiler caer si se concentraba en ello gracias al vampirismo. Estar encerrada en su silenciosa y solitaria finca la había desacostumbrado a la sensación de pertenecer al gentío. Un gentío al que Summer tenía claro que no pertenecía.
Para empezar, sus ropas la distinguían de todos los demás. Resultaba ridículo que se hubiera arreglado tanto para ir al circo de gitanos. Ella iba con su vestido de amplias faldas y fina tela color crema. Su pelo arreglado en un moño del que dos mechones rebeldes se escapaban y caían junto a sus mejillas. Quizás esta vez no traía sus tacones; traía cómodas sandalias bajo la ropa por si necesitaba correr en algún momento, pero no se había quitado sus guantes de puntilla blancos ni su collar de perlas.
El contraste con los gitanos, de ropas baratas y pies en el suelo provocaba que llamara la atención indeseada. No le preocupaba que algún hombre se quisiera meter con ella, era fuerte y podía defenderse. Pero, ¿qué dirían de una mujer vagando sola por el circo? Completamente inapropiado.

-¡Venga! ¡Pase y descubra a las criaturas más extrañas que el ojo humano haya visto nunca!- gritaba un hombre vestido de rojo que se encontraba junto a la entrada a una gigantesca carpa. Rojo. Rojo carmesí. Rojo sangre.

'Contrólate Summer', se tuvo que reprender. La sed la estaba cegando completamente. Mejor se encontraba una buena presa rápido.

Se detuvo a un lado, donde no interrumpiera el flujo de gente, y por vez primera en muchos días hizo contacto visual con las personas presentes. Inhalo aire exageradamente, buscando algún aroma que captara su atención. Sangre humana, sangre humana, brujos, cambiaformas, sangre humana. No había el tipo de sangre que le gustaba cerca, aunque ahora que miraba con más atención los rostros de la gente y sus facciones ya no eran manchas borrosas que pasaban a su lado podía ver como la miraban. Suspiró dramáticamente y se ajustó los guantes.

Tendría que recurrir a la encandilación y seducción.

por **Yannick Dómine** Vie Feb 15, 2013 1:31 pm

Que la tripulación de un barco regresara a su puerto de origen solo significaba que todos tenían cosas que hacer; familia que visitar, amigos que atender y hasta algún negocio que arreglar. Eso daba al primate mucho tiempo libre. Sus visitas a casa eran rápidas, llegar y saludar para luego marcharse a seguir con sus cosas. A veces regresaba para dormir, pero eso solo era si no pasaba la noche en algún burdel o en la cama de alguno de sus amantes franceses.

La cuestión es que tenía poco que hacer y muchas ganas de hacer de todo. Así que después de darse un paseíto por la ciudad, decidió hacer su aparición en el circo gitano. Allí seguro que encontraba algo de entretenimiento, o como mínimo, alguna muchacha joven y de raza, que estuviera dispuesta a pasar un buen rato con él. Iba vestido de forma normalita, sin representar a la clase alta a la que pertenecía, en realidad iba más como si fuera un muchacho de clase media sin mucho bajo el brazo. Puras apariencias, obviamente. Además, andando entre marineros uno aprendía a pasar totalmente de lujos innecesarios, que en el mar no interesaban a nadie.

De todas formas, no tardó mucho en saber que las ropas no le iban a durar. Se encontró con una antigua amiga suya, una gitana traviesa. Aunque estaba más grande que la última vez que la había visto. Fue con ella a su caravana, y para darle el gusto, tomó su forma de mono capuchino y dejó que le pusiera uno de los trajecitos que había hecho para él. No era nada fuera de lo normal, solo un chalequito color rojo y con decoraciones doradas. Un cinturoncito con un saco para llevar cosas y un sombrerito. Era toda una visión vamos. Luego salió con ella y estuvieron un rato haciendo trucos, lo que le consiguió a la chica bastantes francos, valga decir.

Sin embargo, en un momento dado, algo llamó su atención, y fue nada más y nada menos que aquella vampiresa que parecía un elemento mal colocado en un cuadro que no le correspondía. Le hizo un gesto a su amiga para que supiera que iba a desaparecer unos minutos, así que ella siguió con su trabajo. El mono se acercó despacio a la mujer, por detrás, había tanta gente alrededor que dudaba se fuera a percatar de que se acercaba más de la cuenta. Aunque quería llamar su atención, prefería no hacerlo hasta que fuera tarde.

De un ágil salto, trepó por su vestido, aferrando con las manos las perlas que llevaba al cuello y tirando de estas, saltando luego de nuevo al suelo y echando a correr con el tesoro recién adquirido bien aferrado, con la esperanza de irritar a la dama para que lo siguiera y comenzar con un pequeño y divertido juego de caza.

por **Summer J. Abadie** Lun Feb 18, 2013 1:12 pm

Un hombre grande y musculoso, con aspecto descuidado, pasó a su lado y le dijo un par de cosas irrepetibles. ‘Como si fuera una cortesana’ pensó con desprecio. Estuvo a punto de sacar sus colmillos, pero hacer una escena allí no sería una buena idea así que le dio la espalda y dejó que el hombre se alejara riendo. Que cerdo.

Posó la mirada en una mujer a dos metros suyo que observaba un curioso espectáculo con cuchillos y fuego. Si que olía delicioso, sin contar lo hermosa que era. Summer no se consideraba bisexual, aunque sabía apreciar la belleza en otras mujeres y más de una vez había participado en un acto sexual en el que hubiera presente otra mujer. ¿Para qué ponerle etiquetas? Ella hacía lo que le daba la gana y cuando le daba la gana, punto.

Estaba calculando como sería mejor alejar a la muchacha de allí a un lugar más privado cuando sintió que algo tiraba de su vestido y luego un doloroso tirón del collar. ¿Un mono? Malditos gitanos, siempre con sus juegos sucios. Agarró sus faldas y echó a correr detrás de la pequeña y peluda criatura. No iba a dejar ir sus perlas, mucho menos para que las vendieran como baratijas en algún mercado.

El mono se alejó un poco de la gente, el ruido y las luces. Mientras lo seguía un par de pasos por detrás reparo en que tomar sangre de animal se volvía cada vez más atractivo. Y por dios, sí que era ágil. Su pequeñez le ayudaba en mucho.

Summer resbaló en el piso de tierra y lodo y ensució su vestido. –Ven aquí, maldita criatura- chilló con algo de histeria.

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