AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Compañías en el bosque (+18). [Ania Lans]
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Compañías en el bosque (+18). [Ania Lans]
Y allí estaba yo... Una muchacha,a ojos humanos normal y corriente, aunque puede que no tanto, teniendo en cuenta que iba vestida con unos pantalones y una camisa de hombre... Una "muchacha" sentada en algún lugar perdido en mitad del bosque... ¿Qué hacía allí? No era muy difícil adivinarlo, teniendo en cuenta que sobre mis piernas cruzadas reposaba un cuaderno abierto con un boceto del mismo lugar en el que me encontraba... Pero en aquellos instantes no dibujaba, sólo me limitaba a observar el ambiente que me rodeaba, en especial un árbol que tenía en frente. Había dejado mi tarea porque siempre que veía algo que llamaba mi atención me centraba completamente en ello y me olvidaba de lo demás, aunque por esta vez no me había olvidado del todo del dibujo.
Mi mirada estaba totalmente centrada en una ardilla, que me observaba desde el tronco del árbol que había captado mi atención. Yo, por mi parte, además de admirar a aquel bonito animal intentando moverme lo menos posible, trataba de dejar grabada en mi memoria de la mejor forma posible aquella imagen, porque sabía que el pequeño animalito en cualquier momento podía irse... Y lo que yo quería era captarla con mi arte. Por parte de la ardilla, su forma de mirarme era diferente. Estaba muy quieta, apenas se notaba que estaba allí de no ser por el subir y bajar de su pequeña espalda a compás de su respiración. De vez en cuando movía graciosamente la nariz, olisqueando el ambiente. ¿Sería para ella un depredador, o una mera presencia que estaba allí?¿le supondría un peligro? Aunque bien mirado, para ella yo debía ser una especie de gigante... Y si yo me topase en mi camino con un gigante tendría miedo...
Cuando consideré que la ardilla estaba bien guardada en mi memoria, me moví al fin para sacar una hoja en blanco nueva y ponerme a dibujar, y como si hubiese dado permiso al animalito para hacerlo, en ese mismo instante se movió... Pero no para salir corriendo, si no curiosamente para acercarse a mí. Al parecer le inspiraba curiosidad, al igual que él a mi... Aunque me pilló demasiado concentrada en hacer un boceto rápido de lo que había grabado en mi memoria como para dedicarle mi atención. Los bocetos siempre iban primero, luego ya dibujaría los detalles.
Una vez hechos los primeros trazos, con la rapidez de un artista experimentado seguí con los detalles: los bigotes, profundizar los ojos, el pelaje, las pequeñas pezuñas del animal... El tronco en el que estaba agarrada... Y todo lo que se me ocurría que podía adornar un poco aquel dibujo. Cuando lo terminé la ardilla no estaba allí... Y yo estaba de nuevo sola, algo que no me desagradaba en absoluto, no era de aquellas personas que necesitaban compañía a todas horas... Era gracioso, aún siendo canina tenía eso en común con los gatos... Mi autonomía. Sonreí para mis adentros mirando durante unos instantes al vacío, como atontada... Hasta que un ruido me hizo agudizar los sentidos y ponerme un poco en guardia.
Mi mirada estaba totalmente centrada en una ardilla, que me observaba desde el tronco del árbol que había captado mi atención. Yo, por mi parte, además de admirar a aquel bonito animal intentando moverme lo menos posible, trataba de dejar grabada en mi memoria de la mejor forma posible aquella imagen, porque sabía que el pequeño animalito en cualquier momento podía irse... Y lo que yo quería era captarla con mi arte. Por parte de la ardilla, su forma de mirarme era diferente. Estaba muy quieta, apenas se notaba que estaba allí de no ser por el subir y bajar de su pequeña espalda a compás de su respiración. De vez en cuando movía graciosamente la nariz, olisqueando el ambiente. ¿Sería para ella un depredador, o una mera presencia que estaba allí?¿le supondría un peligro? Aunque bien mirado, para ella yo debía ser una especie de gigante... Y si yo me topase en mi camino con un gigante tendría miedo...
Cuando consideré que la ardilla estaba bien guardada en mi memoria, me moví al fin para sacar una hoja en blanco nueva y ponerme a dibujar, y como si hubiese dado permiso al animalito para hacerlo, en ese mismo instante se movió... Pero no para salir corriendo, si no curiosamente para acercarse a mí. Al parecer le inspiraba curiosidad, al igual que él a mi... Aunque me pilló demasiado concentrada en hacer un boceto rápido de lo que había grabado en mi memoria como para dedicarle mi atención. Los bocetos siempre iban primero, luego ya dibujaría los detalles.
Una vez hechos los primeros trazos, con la rapidez de un artista experimentado seguí con los detalles: los bigotes, profundizar los ojos, el pelaje, las pequeñas pezuñas del animal... El tronco en el que estaba agarrada... Y todo lo que se me ocurría que podía adornar un poco aquel dibujo. Cuando lo terminé la ardilla no estaba allí... Y yo estaba de nuevo sola, algo que no me desagradaba en absoluto, no era de aquellas personas que necesitaban compañía a todas horas... Era gracioso, aún siendo canina tenía eso en común con los gatos... Mi autonomía. Sonreí para mis adentros mirando durante unos instantes al vacío, como atontada... Hasta que un ruido me hizo agudizar los sentidos y ponerme un poco en guardia.
Ellen Felutchi- Cambiante Clase Media
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Re: Compañías en el bosque (+18). [Ania Lans]
Cada día hay que entrenar y tener el cuerpo a disposición para los trabajos más difíciles y peligrosos entre matar y robar hay que tener un cuerpo flexible, con piernas firmes y manos delicadas y fuertes a la vez y ¿cuál es la mejor opción para ello? Una caminata al aire libre por los bosques, así se estiran las piernas y sobre todo se puede realizar ciertos movimientos de contorsión, el mejor lugar para ejercitarse los bosques.
Aquella mañana no tenía ganas de nada así que me puse lo primero que encontré un vestido muy normal, nada provocativo, de hecho hasta podría pasar como una gitana más o como alguien aburrida, no como la mujer que suele ser cada noche, y eso me hizo sonreír -Un cambio viene bien de vez en cuando- murmuro mientras tomo un baño relajante con sales y rosas para perfumar el cuerpo y el cabello, luego de aquel ritual de belleza, salgo de mi humilde hogar con rumbo a los bosques, y ni aun porque voy con un vestido de dos, una blusa y una falda con una pañoleta atada a la cintura, todo digno de una gitana, los hombres dejan de verme y de mirarme lascivamente, quizás aquel fuego lo llevo en la sangre, en la piel pero bueno esta vez estoy buscando algo más para cazar, creo que algo de adrenalina, un polvo que te haga perder la cabeza y te sea tan difícil pero que al final valga la pena, un espíritu rebelde y atormentado como el de una mismo…
Mis pasos van lentos pateando las hojas secas y caídas, y otras verdes, una que otra ramita hasta adentrarme al bosque…me estiro por completo, primero con los brazos estirados hacia arriba y colocándome en puntas para dejar que mis huesos se sientan más libres, luego en esa posición comencé a bajar los brazos de tal manera que ahora tocaban mis pies y al final giraba mis caderas, con las manos estiradas hacia adelantes unidas por los dedos después de ello, comencé con unos pasos de baile, de puntas como si fuera sobre la cuerda floja, elevaba mis pies lo más que podía inclinando mi cuerpo hacia adelante y luego hacia atrás mis pies se movían haciendo círculos ligeros con la punta del pie sobre las hojas…la falda comenzó a molestar y me la subí un poco pero luego comenzó algo más laborioso, mi cuerpo se inclinaba hacia atrás y mis pie zurdo se elevaba quedando mi cuerpo en una posición vertical pero invertida y luego con mi pie diestro comencé a dar unos cuantos giros y todo ello con la respiración aguantada y los ojos cerrados ¿Cuál es el propósito de ello? Concentración y equilibrio, ser consciente del medio en el que estas y usarlo a tu beneficio en el trabajo, además de que así se vuelven más flexibles tus extremidades.
Además mis manos se iban ya apoyando al suelo para hacer menos peso en el cuerpo si no ahora pasar a bajar la pierna hasta el otro extremo, como si fuera una luna completa. Había que hacer ciertos movimientos cuando uno tiene que entrar a ciertos lugares donde el sigilo es lo que prepondera. Luego de ello saque de mi talones un par de dagas y comencé a “danzar” usando estas en cada alto o bajo de la danza, pero luego de un rato sentí la presencia de alguien, no me había percatado que no estaba sola…así que en una de esos momentos di un giro rápido haciendo girar cual ruleta rusa y antes de parar, la daga sale volando y se incrusta al pie de aquella joven, en el suelo…asustando a uno que otro animalillo, mi mirada fueron a la de la joven con una sonrisa y mi extendida, pidiendo la daga –Lo siento Ma cherie se salió a volandas la daga, no quería lastimarte- no era verdad ni mentira, no quería lastimarla era verdad, pero que se fue a volandas era mentira, lo había hecho para hacer notorio que ni una de las dos se había dado cuenta de la otra en el lugar.
Aquella mañana no tenía ganas de nada así que me puse lo primero que encontré un vestido muy normal, nada provocativo, de hecho hasta podría pasar como una gitana más o como alguien aburrida, no como la mujer que suele ser cada noche, y eso me hizo sonreír -Un cambio viene bien de vez en cuando- murmuro mientras tomo un baño relajante con sales y rosas para perfumar el cuerpo y el cabello, luego de aquel ritual de belleza, salgo de mi humilde hogar con rumbo a los bosques, y ni aun porque voy con un vestido de dos, una blusa y una falda con una pañoleta atada a la cintura, todo digno de una gitana, los hombres dejan de verme y de mirarme lascivamente, quizás aquel fuego lo llevo en la sangre, en la piel pero bueno esta vez estoy buscando algo más para cazar, creo que algo de adrenalina, un polvo que te haga perder la cabeza y te sea tan difícil pero que al final valga la pena, un espíritu rebelde y atormentado como el de una mismo…
Mis pasos van lentos pateando las hojas secas y caídas, y otras verdes, una que otra ramita hasta adentrarme al bosque…me estiro por completo, primero con los brazos estirados hacia arriba y colocándome en puntas para dejar que mis huesos se sientan más libres, luego en esa posición comencé a bajar los brazos de tal manera que ahora tocaban mis pies y al final giraba mis caderas, con las manos estiradas hacia adelantes unidas por los dedos después de ello, comencé con unos pasos de baile, de puntas como si fuera sobre la cuerda floja, elevaba mis pies lo más que podía inclinando mi cuerpo hacia adelante y luego hacia atrás mis pies se movían haciendo círculos ligeros con la punta del pie sobre las hojas…la falda comenzó a molestar y me la subí un poco pero luego comenzó algo más laborioso, mi cuerpo se inclinaba hacia atrás y mis pie zurdo se elevaba quedando mi cuerpo en una posición vertical pero invertida y luego con mi pie diestro comencé a dar unos cuantos giros y todo ello con la respiración aguantada y los ojos cerrados ¿Cuál es el propósito de ello? Concentración y equilibrio, ser consciente del medio en el que estas y usarlo a tu beneficio en el trabajo, además de que así se vuelven más flexibles tus extremidades.
Además mis manos se iban ya apoyando al suelo para hacer menos peso en el cuerpo si no ahora pasar a bajar la pierna hasta el otro extremo, como si fuera una luna completa. Había que hacer ciertos movimientos cuando uno tiene que entrar a ciertos lugares donde el sigilo es lo que prepondera. Luego de ello saque de mi talones un par de dagas y comencé a “danzar” usando estas en cada alto o bajo de la danza, pero luego de un rato sentí la presencia de alguien, no me había percatado que no estaba sola…así que en una de esos momentos di un giro rápido haciendo girar cual ruleta rusa y antes de parar, la daga sale volando y se incrusta al pie de aquella joven, en el suelo…asustando a uno que otro animalillo, mi mirada fueron a la de la joven con una sonrisa y mi extendida, pidiendo la daga –Lo siento Ma cherie se salió a volandas la daga, no quería lastimarte- no era verdad ni mentira, no quería lastimarla era verdad, pero que se fue a volandas era mentira, lo había hecho para hacer notorio que ni una de las dos se había dado cuenta de la otra en el lugar.
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Re: Compañías en el bosque (+18). [Ania Lans]
Unos segundos pueden suponer la diferencia entre salir bien parado de una situación... O lo contrario... Y esta vez estar distraída me supuso la última de las opciones. Me había puesto en guardia demasiado tarde... Tan pronto como quise girarme para observar si había alguien a los alrededores, y había visto la figura de una mujer, sentí un dolor punzante en el pie, que hizo salir de mi pecho un pequeño alarido, e instintivamente llevarme las manos a la pierna. Observé mi pie sin entender lo que estaba pasando, sólo veía sangre empezando a cubrir el zapato y una daga clavada en el mismo. En cuanto comprendí que acababan de herirme llevé una mano al arma. Dolía, mucho, pero fríamente enrosqué los dedos alrededor del mango, cerrando el puño con fuerza, al igual que cerré los ojos, y tiré lo más rápido que pude de aquel utensilio, mientras ahogaba un alarido mordiéndome el brazo libre...
Al menos tenía la suerte de que cualquier herida se me curaba más rápido que a cualquier ser humano, dependiendo de la gravedad de la misma. Dejé la daga a un lado, pero lo suficientemente cerca como para cogerla y defenderme en caso de necesitarlo y me quité el zapato para observar la herida. Era profunda, pero bastante limpia, se me curaría bastante rápido. Parecía que estaba obrando con la frialdad de quien está acostumbrado a ver sangre... Tanto propia como ajena, pero en el fondo estaba realmente desconcertada, y no tenía ni idea de cómo reaccionar ante aquello.
Parecía que estaba ignorando a mi agresora, pero la vigilaba de reojo, y había enfocado la atención de mi oído y mi olfato únicamente en ella (aunque este último estaba un tanto “aturdido” por el olor de la sangre) si se movía lo sabría. En cuanto vi que la herida comenzaba a curarse dejé el cuaderno que aún reposaba sobre mis piernas a un lado, cogí la daga, enroscando de nuevo en ella el puño con fuerza, tratando de contener aquella rabia mezclada con incomprensión que sentía, y me armé de valor para ponerme en pie de cara a aquella mujer, que estaba allí erguida, impasible. Apoyé mi peso en el pie sano esperando a que se curase lo suficiente para poder apoyarlo. “Se salió a volandas, no quería lastimarte”. “Menuda excusa” pensé. La miré fijamente a los ojos y cuando sentí que podía caminar me acerqué hasta ella sin articular aún ni una palabra. Era más alta que yo, pero aquello me daba igual, no me intimidaba. Me situé a escasos centímetros de ella y le tendí la daga aún mirándola a los ojos, sin perderla de vista en ningún instante.-Ten más cuidado la próxima vez.- Dije con seriedad, preguntándome qué efecto tendría aquella reacción por mi parte en la chica que estaba allí de pie, a escasos pasos de mí.
Mi cabeza había hecho un rápido análisis de la situación, aquella mujer andaba por el bosque y con dagas... ¿Quién hacía eso?. Por sus ropas se podía ver que era gitana. Había un montón de supersticiones con los gitanos, pero yo no acababa de entenderlas, nunca había tenido nada contra nadie por ser de alguna clase social... Y en fin... Debía reconocer que era una mujer muy atractiva...
Al menos tenía la suerte de que cualquier herida se me curaba más rápido que a cualquier ser humano, dependiendo de la gravedad de la misma. Dejé la daga a un lado, pero lo suficientemente cerca como para cogerla y defenderme en caso de necesitarlo y me quité el zapato para observar la herida. Era profunda, pero bastante limpia, se me curaría bastante rápido. Parecía que estaba obrando con la frialdad de quien está acostumbrado a ver sangre... Tanto propia como ajena, pero en el fondo estaba realmente desconcertada, y no tenía ni idea de cómo reaccionar ante aquello.
Parecía que estaba ignorando a mi agresora, pero la vigilaba de reojo, y había enfocado la atención de mi oído y mi olfato únicamente en ella (aunque este último estaba un tanto “aturdido” por el olor de la sangre) si se movía lo sabría. En cuanto vi que la herida comenzaba a curarse dejé el cuaderno que aún reposaba sobre mis piernas a un lado, cogí la daga, enroscando de nuevo en ella el puño con fuerza, tratando de contener aquella rabia mezclada con incomprensión que sentía, y me armé de valor para ponerme en pie de cara a aquella mujer, que estaba allí erguida, impasible. Apoyé mi peso en el pie sano esperando a que se curase lo suficiente para poder apoyarlo. “Se salió a volandas, no quería lastimarte”. “Menuda excusa” pensé. La miré fijamente a los ojos y cuando sentí que podía caminar me acerqué hasta ella sin articular aún ni una palabra. Era más alta que yo, pero aquello me daba igual, no me intimidaba. Me situé a escasos centímetros de ella y le tendí la daga aún mirándola a los ojos, sin perderla de vista en ningún instante.-Ten más cuidado la próxima vez.- Dije con seriedad, preguntándome qué efecto tendría aquella reacción por mi parte en la chica que estaba allí de pie, a escasos pasos de mí.
Mi cabeza había hecho un rápido análisis de la situación, aquella mujer andaba por el bosque y con dagas... ¿Quién hacía eso?. Por sus ropas se podía ver que era gitana. Había un montón de supersticiones con los gitanos, pero yo no acababa de entenderlas, nunca había tenido nada contra nadie por ser de alguna clase social... Y en fin... Debía reconocer que era una mujer muy atractiva...
Ellen Felutchi- Cambiante Clase Media
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Re: Compañías en el bosque (+18). [Ania Lans]
Era una joven, un poco menor a mí al parecer quizás unos dos años…aunque quizás podría ser más su aura era de una cambiaforma lo que me indicaba que podría ser o bien mayor o bien menor, así que lentamente me acerque a ella tomando su mano con la mía para retirar aquella daga pero cuando iba tocando su mano algo extraño pasó…sentí una corriente en mis dedos, esa corriente que te alerta de “Aléjate o algo pasará” bien, ese tipo de alerta recibí y luego en la boca de mi estómago se sentía un tremendo vació, mi boca sedienta y mis pies acercándose hasta estar a escasos centímetros de la joven mirándola viendo esos labios moverse y esa mirada de ira…
-Tranquila Cherrie, no volverá a pasar, aunque quizás alguien debería enseñarme a ser más cuidadosa no crees- mi zurda se elevó y acaricio un mechón de su cabello lentamente enredándose en este…mientras mis labios susurraban las palabras de forma tan calmada y algo sensual -Quizás una pequeña cambiaforma podría ayudarme a no dejar caer mis dagas- una sonrisa y mis dedos tocaron su mejilla mientras mis pies daban pasos hacia atrás lentamente alejándose…con la sonrisa coqueta en mi rostro.
¡Maldición Ania es una jovencita y ya quieres coquetearle….bueno también es cierto que no se puede dejar pasar por alto su belleza y su luz que irradia…veamos qué tan jovencita es! Sonreí y giré sobre mis talones, en eso sentí los tambores del infierno moverse a mis pies lentamente… -Aunque claro también está que una joven como tú no debería estar a solas en un lugar tan peligroso como este, aun cuando seas una sobrenatural, no sabes cuantos peligros te puedes topar por aquí…- sonreí mientras movía el arma en mis manos tocando su filo y la sangre de la joven –Quizás tu debas quedarte con esta daga, al fin de cuenta ya tiene tu aroma y no sería muy apropiado que alguna bruja o gitana se quedará con ella, te podría hechizar- solté una gran risa, pues recordé los mitos y secretos de los gitanos, con sus maldiciones y hechizos antiguos y olvidados del tiempo…aquellas falsedades de que te hechizan y roban tu alma…no éramos brujos, pero si era cierto que por los largos años y de generación en generación una que otra maldición sabíamos, pero no las usábamos, a menos que fuera necesario.
Pero bueno la gente siempre que los gitanos son brujos de la magia negra, que usan huesos y sangre en sus rituales paganos, así que si ella creía lo mismo se asustaría y saldría corriendo, pero si no lo hacía se reiría o se enojaría…y trataría de defender que ella no es como esos que dicen aquello…ahí vería como era su mente y que tantos años tendría en ella, para saber si cometía algún pecado, bueno no es que no me gusten los pecados pero a veces uno se topa con gente que es tan moralista y un simple beso les haría arden en el infierno de su fe…pero no en el mío y a esa joven quería quemar entre mis fuegos y calmar esas heridas con mi lengua para luego escucharla gritar mi nombre…
Que pensamientos tan oscuros se van albergando en mi mente…
-Tranquila Cherrie, no volverá a pasar, aunque quizás alguien debería enseñarme a ser más cuidadosa no crees- mi zurda se elevó y acaricio un mechón de su cabello lentamente enredándose en este…mientras mis labios susurraban las palabras de forma tan calmada y algo sensual -Quizás una pequeña cambiaforma podría ayudarme a no dejar caer mis dagas- una sonrisa y mis dedos tocaron su mejilla mientras mis pies daban pasos hacia atrás lentamente alejándose…con la sonrisa coqueta en mi rostro.
¡Maldición Ania es una jovencita y ya quieres coquetearle….bueno también es cierto que no se puede dejar pasar por alto su belleza y su luz que irradia…veamos qué tan jovencita es! Sonreí y giré sobre mis talones, en eso sentí los tambores del infierno moverse a mis pies lentamente… -Aunque claro también está que una joven como tú no debería estar a solas en un lugar tan peligroso como este, aun cuando seas una sobrenatural, no sabes cuantos peligros te puedes topar por aquí…- sonreí mientras movía el arma en mis manos tocando su filo y la sangre de la joven –Quizás tu debas quedarte con esta daga, al fin de cuenta ya tiene tu aroma y no sería muy apropiado que alguna bruja o gitana se quedará con ella, te podría hechizar- solté una gran risa, pues recordé los mitos y secretos de los gitanos, con sus maldiciones y hechizos antiguos y olvidados del tiempo…aquellas falsedades de que te hechizan y roban tu alma…no éramos brujos, pero si era cierto que por los largos años y de generación en generación una que otra maldición sabíamos, pero no las usábamos, a menos que fuera necesario.
Pero bueno la gente siempre que los gitanos son brujos de la magia negra, que usan huesos y sangre en sus rituales paganos, así que si ella creía lo mismo se asustaría y saldría corriendo, pero si no lo hacía se reiría o se enojaría…y trataría de defender que ella no es como esos que dicen aquello…ahí vería como era su mente y que tantos años tendría en ella, para saber si cometía algún pecado, bueno no es que no me gusten los pecados pero a veces uno se topa con gente que es tan moralista y un simple beso les haría arden en el infierno de su fe…pero no en el mío y a esa joven quería quemar entre mis fuegos y calmar esas heridas con mi lengua para luego escucharla gritar mi nombre…
Que pensamientos tan oscuros se van albergando en mi mente…
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Re: Compañías en el bosque (+18). [Ania Lans]
No aparté mis ojos de los suyos en ningún momento, sin apartarme del contacto de las llemas de sus dedos contra mi piel pero tampoco correspondiéndolo, ¿trataba de seducirme?, si era así aquello se podía convertir en un juego muy interesante, al que siempre me había gustado jugar, y más tratándose de mujeres como la que tenía delante... Seguras, desafiantes... Un reto, y los retos, me encantaban.-Podría ser... Si una mujer como tu se dejase ayudar por una cambiaformas como yo-Respondí haciendo mi tono de voz también pausado, atrayente.
Observé sus movimientos, y sonreí con aprobación, se notaba que los tenía medidos a la perfección, aquella mujer sabía lo que eran las tablas, sabía perfectamente que armas tenía consigo y cómo utilizarlas... Pero por suerte yo también tenía las mías. Empecé a caminar en círculos alrededor de ella, contoneando levemente las caderas, a una cierta distancia.-Una bruja puede...-Empecé a seguirle el juego.-Pero tenía entendido que los gitanos ya no llevaban a cabo sus ritos antiguos.-Empecé a acercarme a ella dentro de su campo visual pero dirigiéndome a su espalda. Me puse justo detrás de ella, sin rozarle la espalda, ni tocarla con las manos, tan sólo acercando los labios a su oído, prácticamente rozando su piel pero sin llegar a hacerlo.-No creo en los ritos gitanos...-Comencé a susurrar sensualmente.-Pero si en los poderes de las mujeres.- Una vez hecho aquello empecé a caminar hacia atrás alejándome de ella, siempre observándola.-Aunque claro... Sigue sin gustarme que vayas armada.-Comenté abiertamente, cambiando repentinamente mi tono de voz.
Todo atisbo de la rabia que había sentido antes, había sido sustituido por la curiosidad que me había provocado aquella mujer. Había empezado a meterse en un terreno que conocía muy bien, pero no por ello debía dejar de tener cuidado, aquello podía ser una mera forma de distraerme por su parte, por lo que no bajé la guardia, pendiente de sus movimientos, de sus reacciones. Observaba sus manos, esperándome cualquier movimiento ofensivo por su parte para estar preparada para pararlo si me hacía falta.
Volví a situarme en frente de ella, esta vez más lejos mirándola a los ojos de nuevo pero esta vez de manera diferente. Más que desafiándola a atacar, desafiándola a jugar a algo bien diferente, pero qué le apetecería más, ¿oírme gritar de dolor, o de placer?... Aquello estaba por ver.
Observé sus movimientos, y sonreí con aprobación, se notaba que los tenía medidos a la perfección, aquella mujer sabía lo que eran las tablas, sabía perfectamente que armas tenía consigo y cómo utilizarlas... Pero por suerte yo también tenía las mías. Empecé a caminar en círculos alrededor de ella, contoneando levemente las caderas, a una cierta distancia.-Una bruja puede...-Empecé a seguirle el juego.-Pero tenía entendido que los gitanos ya no llevaban a cabo sus ritos antiguos.-Empecé a acercarme a ella dentro de su campo visual pero dirigiéndome a su espalda. Me puse justo detrás de ella, sin rozarle la espalda, ni tocarla con las manos, tan sólo acercando los labios a su oído, prácticamente rozando su piel pero sin llegar a hacerlo.-No creo en los ritos gitanos...-Comencé a susurrar sensualmente.-Pero si en los poderes de las mujeres.- Una vez hecho aquello empecé a caminar hacia atrás alejándome de ella, siempre observándola.-Aunque claro... Sigue sin gustarme que vayas armada.-Comenté abiertamente, cambiando repentinamente mi tono de voz.
Todo atisbo de la rabia que había sentido antes, había sido sustituido por la curiosidad que me había provocado aquella mujer. Había empezado a meterse en un terreno que conocía muy bien, pero no por ello debía dejar de tener cuidado, aquello podía ser una mera forma de distraerme por su parte, por lo que no bajé la guardia, pendiente de sus movimientos, de sus reacciones. Observaba sus manos, esperándome cualquier movimiento ofensivo por su parte para estar preparada para pararlo si me hacía falta.
Volví a situarme en frente de ella, esta vez más lejos mirándola a los ojos de nuevo pero esta vez de manera diferente. Más que desafiándola a atacar, desafiándola a jugar a algo bien diferente, pero qué le apetecería más, ¿oírme gritar de dolor, o de placer?... Aquello estaba por ver.
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