Compañías imprevista {Libre}

por **Aphrodite Caruso** Miér Abr 08, 2015 9:33 pm

Todos estaban durmiendo menos ella, esperaba la salida del sol para poder "escaparse" un rato de la casa de sus hermanos, le gustaba ese "peculiar hogar" al que había llegado, nunca había tenido un lugar al que llamar hogar y aun así había días que necesitaba salir y despejarse de todo lo que la rodeaba, en especial desde que anunciaron el supuesto compromiso y es que ¿Quien podía sentirse conforme con algo así de repentino?. Así que antes de que que alguien la viera se dispuso a salir. Quitándose las sabanas de encima, salio de la cama buscando que ponerse, opto por un vestido verde menta floreado, un chal y los zapatos mas cómodos que tenia. Abriendo la puerta lo mas despacio que pudo, camino aun en penumbras, bajando las largas escaleras hasta llegar a la planta baja. Miro a ambos lados apretando los labios. Termino de cepillarse el cabello dejando el sapillo escondido en una de las mesitas cerca del balcón de la planta baja por donde simplemente de un brinco se dejo caer a la calle.

Los minutos pasaban y pronto el sol ilumino con cálidos rayos - Tic tic, buen día señor sol - susurro en una sutil tonada tal cual como hacia de pequeña y sin esperarlo su estomago trono percatándose que había salidos sin nada que comer. Estaba muerta de hambre pues no había pasado para comer o para tomar algo de leche, no, solamente escapo y echo a correr hasta que había llegado al mercado ambulante.

Comenzó a andar, mirando a las personas vender fruta fresca, cerca las panaderías comenzaban a sacar el pan recién horneado. Se le hacia agua la boca. Un bizcochos de chocolate, si, eso compraría. Se apresuro hacia aquel puesto, tenía hambre, corrió, se choco contra algo o mejor dicho alguien yéndose para atrás cayendo de centón - ¡¡Ay!! ...OH Dios, perdóname... - en cuanto miro hacia adelante poniéndose de pie de un brinco vio a la persona que había tirado en el suelo. Ay que torpe que era. - ¿Se encuentra bien? - Ofreciendo su mano ayudo a poner de pie y percatándose de las naranjas que había tumbado junto a la persona comenzó a ayudar a recoger las naranjas que se les cayó al suelo - ¿Se encuentra bien? Cuento lo siento, en verdad - agrego depositando los últimos dos frutos en manos de su nuevo conocido cuando sin previo aviso le tonaron las tripas una vez mas.

Las mejillas le ardían de pena.

Vestido:

por **Azure Mancini** Miér Abr 08, 2015 10:10 pm

Se encontraba totalmente aturdida, había salido a elegir telas para algunos vestidos que necesitaba muy temprano por la mañana para evitarse los parloteos incesantes de las debutantes mimadas que plagaban todas las tiendas femeninas durante esa época del año y antes de que su cerebro pudiese despertar totalmente se había encontrado arrojada contra un carro de naranjas. Decir que estaba molesta sería mentir, debía de estar más consiente de la situación para enfadarse, más bien le parecía una situación totalmente ajena, como si la estuviese observando desde un palco. Le gustaba el olor de las naranjas, era dulce sin resultar empalagoso, quizás podría encargar en la perfumería algo que se le asemejara...

-Esta bien, estoy bien, aunque detesto decirlo creo que puedo comprender que a estas horas no sea del todo dueña de su cuerpo -usualmente no era tan amable con las personas, pero mientras todo comenzaba a encajar pudo observar el vestido de la persona que había ocasionado su caída. Era sencillo pero de buena calidad, un corte original, después le preguntaría quien lo había diseñado- Lo que me preocupa son las naranjas del vendedor, creo que debemos reponerlas antes de que se enoje.-

Le dirigió una sonrisa cómplice a la chica después de escuchar el gruñido de su estomago, esperando tranquilizarla y que no pensara que el altercado podía terminar de forma desagradable, no le convenía enemistarse con nadie, y menos si parecía de buena cuna como ella, además de que últimamente se sentía sola, casi aburrida por su escasa vida social fuera de la búsqueda de su hermano y los infructuosos intentos de sus padres para conseguirle marido.

-Aunque me fascinan las naranjas no creo que sean un buen desayuno, me parece que pueden irritarle el estomago, lo mejor sería ir a una panadería o algún bistró me atrevería a proponer, debe haber una por aquí.-

Mientras depositaba unas monedas de oro en las manos del extraño sus ojos buscaban un sitio decente para que pudiesen tomar un bocadillo, incluso entablar una conversación. No pretendía resultar impositiva, solo estaba acostumbrada a que la gente hiciese lo que ella quería, porque antes incluso las mujeres buscaban ganarse su favor a la espera de que las presentase con pretendientes descartados o su hermana, pero con esto debía ser más cuidadosa, no podía permitirse ofenderle con miedo a que bloquease cualquier tipo de información futura.

por **Aphrodite Caruso** Lun Nov 23, 2015 5:46 pm

Aphrodite parpadeo un par de veces antes de depositar de ultima naranja en manos del mercader que parecía nada molesto gracias a la chica de largos y vistosos cabellos rojos junto a una voz suave y puede que hasta cálida a comparación de lo que acostumbraba a escuchar a diario de parte de su hermano mayor y ni mencionar a su prometido y su explosiva forma en la que ambo se hablaban y en los problemas en los que terminaban cada que se encentraban. Esfumo sus pensamientos pues a fin de cuentas había salido de casa para despejar su mente, para mantenerse lejos de todo eso que la estaba volviendo mas loca de lo que ya estaba.

- Estoy acostumbrada a despertar antes del que salga el sol señorita - por desgracia, la joven castaña no solía ser para nada amable e incluso cuando lo intentaba sonaba demasiado dura o simple, demasiada seria sin emoción alguna - No suelo ser muy social, disculpe mi descortesía - agrego nuevamente forzando una sonrisa alejándose junto a la joven del puesto de las naranjas, el hombre había estado tan contento que ni caso les había hecho cuando se fueron hacia la panadería.

- No lo creo, suelo tomar jugo por la mañana, no me gusta el café… - lo que sus hermanos mayores tomaban a diario por las mañanas. Se sentía in poco incomoda, no solía hablar con facilidad o mejor dicho era raro, realmente extraño que alguien quisiera dirigirse siquiera a ella. - Aunque prefiero el té o un vaso con leche. Si continuamos por esa calle y doblamos hasta la esquina encontraremos un bistró ¿No eres de por aquí? - pregunto mirándola por un momento antes de intentar recogerse un poco el cabello. *Así que también eres una bruja* piensa reconociendo el aura verdosa que desprende la joven, sin embargo no percibe esa sensación para ponerse en guardia. *¿Qué estás haciendo? ¿Socializando? ¿Conociendo una nueva amiga?* la mete de la bruja se burla de ella misma de forma pesada *¡Oh! Ya cállate* piensa molesta pues no acostumbra a tener amistades, ni siquiera está segura si puede hablar con otra persona antes de ahuyentara.

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