Un policia, una asesina y un asesinato.(privado Zirano&Serenity)

Un nuevo cliente había venido a mí semanas atrás, pidiéndome que eliminara a una joven pareja de enamorados. Al principio dudé de su encargo, ¿por qué iba a meterme en aquella tontería? Todos sabían que Serena, como todos me conocían en mi nombre en clave, no hacía trabajitos estúpidos de celos. Aunque claro, una vez conseguida más información del contratista y de aquellas víctimas, me di cuenta de que la cosa era mucho más escabrosa de lo que me parecía al principio.

Divagué cuanto pude, sonriendo divertida cuando conseguía información jugosa de un par de estúpidos que no tenían precisamente mucho cuidado en donde guardaban sus cosas. En resumen, no es que me lo pusieran fácil, es que había sido incluso aun mejor. Cualquier principiante podría haber hecho ese trabajodo de investigación sin problema, pero claro, la cosa era conseguir el pequeño objeto que se hayaba más oculto que el resto de papales; Facturas, cartas, nombres... Sabía el resto de involucrados en la trama. Me la guardé y llevé a casa. Me habían mandado asesinarlos y conseguir el pequeño cofrecito donde contenía esa información tan valiosa y privada. Bueno, lo conseguiría.

Al final encontré el día propicio. Aun no era de noche y ya había dejado inconsciente a su gigante guardaespaldas. Ni uno más, ilusos... Me adentré en la residencia, ocultándome en las sombras con gran facilidad, en parte por mi traje negro azabache que me ayudaba a pasar inadvertida y, sobretodo, a no dejar ningún tipo de huella u olor. ¿Por qué lo último? Lo había rociado con algo de mi propia invención, mezclando varios tipos de plantas que me hacían completamente imposible de reconocer. Puntazo, super eficaz y asesinato en cuestión de meros segundos. Al principio la mujer se había resistido más de lo debido, pero no duró mucho en mis manos. Ni me vieron venir, ni pudieron gritar y casi ni sufrieron. Pues bien, ya que les quitaría la vida intentaba que fuera lo menos horrible posible.

Salí de aquel lugar con tranquilidad y fui a mi casa. No estaba lejos y quería bañarme y recoger mi traje de espía en mi lugar secreto. Una vez hecho, me puse mi colonia favorita, de un olor dulzón, y salí de allí a dar un paseo. Pasé por la casa, encontrándome a la policía en el lugar del crimen y al final me acerqué a ellos, preguntándoles con mi cara inocente que es lo que había pasado. Era genial, porque nadie jamás se imaginaría que yo sería una asesina despiadada. No solo por mi cara de buena, sino porque realmente siempre estaba sonriendo, mostrándome preocupada por los demás y riendo con las personas.

Me adentré a la casa con tranquilidad, prometiendo que no tocaría nada para poder ver al policía que había entrado. Ya lo conocía de antes y quería saber su opinión sobre el asunto. Si tenía que borrar algún tipo de huella de más, pero claro, era impécable y sabía perfectamente que había dejado todo perfecto. Era imposible que me pillaran.

-Zirano, le vi entrar y pedí permiso...-Susurré mientras miraba la sangre del suelo y los dos cádaveres rodeando el escritorio. Habían caido justo a los lados contrarios, con un par de agujeros de daga clavados en su cuello y nuca.- Que horror... ¿Quién ha podido hacer algo así?

Mis ojos se posaron en en os suyos en cuanto se digno a girarse para verme. Aquel hombre tenía algo extraño, algo que podría resultarme un inconveniente pero que, mientras no tuviera que enfrentarme a él, no investigaría. En si, era un policía que salía solo de noche, por ende, ¿cómo era posible que no le viera algo extraño? Además, era super divertido ayudarle en sus casos, porque unos cuantos los había asesinado yo y, siempre que podía, le daba las pocas pistas que ni él mismo podía haberse dado cuenta. Mi sentido del humor negro, claro. Solo lo sabía yo.

-Vivo cerca y como vi policía vine a ver que ocurría...-Susurré de manera inocente, como si aquella imagen de verdad me estuviera trastornando mientras que interiormente no podía dejar de sonreír ante lo eficaz y rápido que había hecho todo.

Observé como se agacha, como miraba aquella mujer y decía aquello. Evité una mueca de asco, ¿cómo se podían pensar aquellas cosas? Acababa de morir y ya estaban mirando su cuerpo con deseo y catalogándolo de desperdicio. ¿Es que acaso las personas no podían fijarse en otras cosas? Negué levemente y luego simplemente evité mirar a los cadáveres, dejándole ver que me incomodaba ver a personas así... Como si de verdad fuera eso cierto, aunque alcé la mirada para verle en cuanto volvió a hablar.

-Si, bueno... Me quedé un poco helada al ver... bueno...-Bajé la mirada con pena, como si aquel cuadro de muerte y asesinato me afectara.

¿Niña asustadiza? Si eso fuera cierto no sería una de las mejores y más famosas asesinas de París y, en general, de lo países cercanos. Aunque bueno, que él lo pensara podría tranquilizarme sino fuera porque lo veía en sus ojos. Veía aquella desconfianza en mí, pero también nada de sospecha de que yo hubiera sido la asesina realmente buena que había acabado con esas personas que investigaba. Además, ¿no le había ayudado en más de un caso? Eran tan divertido hacerlo que solía volver alguna que otra vez solo para reírme de todo lo que decía o hacía... No me pillaría en su vida y me encantaba esa sensación de superioridad emocional.

Sigo con tranquilidad a Zirano, mirando al gorila de la entrada con tranquilidad. Le había dado demasiado fuerte, pero era un obstáculo para mi misión, así que en parte lamentaba su pérdida. Pobre hombre... cogí la mano del policía con duda y sin estar a gusto con ello, pero luego simplemente me quede quieta, mirando a mi alrededor mientras hablaba con el resto de policías.

-¿Esta noche?-Miré sus ojos, sintiéndome extraña y maldiciendo en mi fuero interior. Ya comprendía perfectamente.- Pues, no... La verdad.-Mi padre era un vampiro, lo había visto actuar desde niña y me había dicho todos y cada uno de los poderes vampíricos. Más me valdría tener cuidado con ese hombre.

Suspiré al dejar de sentir esa presión extraña, se habría dado cuenta y eso era un problema, pero podría imaginar simplemente que conocía a otros vampiros y no que lo fuera mi padre. Eso me produjo una leve nostalgia, pues hacía bastante que no le veía y estaba deseando pasar todo el tiempo que pudiera con él. Mi padre era lo más importante para mí, lo único que tenía en ese mundo que realmente apreciara.

-Uhm...-Escuché las palabras de los policías, sonriendo un poco mientras pensaba lo absurdo que era dejarse llevar así por sus instintos. Observé a Zirano, replanteándome un poco su oferta y acabando por asentir. ¿Por qué no?- ¿Por qué no? Pero tienes que prometerme que no habrá nada peligroso...-Le puse mi cara de niña buena preocupada y luego decidí darme la vuelta, con una dulce sonrisa mientras miraba a los otros dos policías.-En realidad no pego con ninguno de los tres, lo siento.

Y dicho eso, para dejarle claro, en especial a Zirano, que no tenían nada que hacer conmigo. ¿Cuántos hombres habían intentando llamar mi atención y habían acabado a dos velas? Había perdido la cuenta, de hecho, me importaban tan poco que ni siquiera los contaba. Simplemente sonreía y me negaba cuando me pedían algo más que un baile.

-Elija usted lugar, a mi no me importa.

Zirano andaba, y seguía andando, llevándome por un rumbo extraño que no me importaba los más mínimo. Me empezaba a replantear si había sido buena idea el hecho de haber aceptado aquella proposición de acompañamiento en su ronda nocturna, pues algo me decía que tenía cosas más interesantes que hacer. O por lo menos algo que pudiera entrenerme de verdad, como irme a alguna tienda de animales a observar los perros y pensar cual sería el fantástico para que mi padre me comprara. Aunque claro, primero debería hablar con él y convencerle de ello... Quería un perro.

Fue en esos instantes, cuando habíamos acabado en a saber que lugar pues ni siquiera había prestado atención a donde me estaba llevando, cuando vislumbré el brazo de aquel hombre protegiéndome. Alcé la ceja unos instantes, sin poder ocultar el hecho de que veía absurdo que lo intentara pues sabía hacerlo bastante bien solita, pero fueron unos escasos segundos hasta que pudo controlar mi expresión. Sabía que no se había percatado, pues estaba más ocupado en los gritos de fondo que en expresión facial.

-Esto no me gusta...-Susurré, poniéndome tras su espalda como si de verdad estuviera asustada. Mientras él lo creyera, todo iría bien, aunque yo jamás me había enfrentado a criaturas como aquellos. Solo conocía a mi padre y, el hecho de que hubiera más, se me hacía casi imposible.- Tengo miedo...