Una lucha de egos puede terminar en romance (Privado)

Hayden era un amante del teatro y aunque en esa noche no estaba precisamente para disfrutar la función, eso estaba haciendo. El motivo de estar ahí era sencillo, una misión. Y ahí sentado nadie se imaginaba que fuera un inquisidor, así como nadie se imaginaba que el actor principal fuera un cambiaformas felino. Muy pronto uno de los camerinos serían testigos de la muerte de Soler el chita como le apodaban en la segunda vida asesina que llevaba, una vida que terminaría con lo que Hayden se jactaba, una victoria para él.

El joven inquisidor ya estaba más tranquilo, ya había pasado más de una semanas desde que mató a Dreik y ya nada se hablaba de los Rosso, era como si nada hubiera pasado, inclusive él se sentía seguro a las represalias que esperaba y no llegaban. Pero aún estaba Killer Bee con esa orden, - Cammy habrá hecho lo que le sugerí - pensaba Hayden sin saber en lo que pensaba hacer su compañera.

El telón bajó y se anunció el entremedio, Hayden revisó el libro de la obra, estaba compuesta por cuatro actos y desde aquel palco de primera el inquisidor espero paciente y en esa espera sacó de su chaqueta un pase que había conseguido para entrar a los camerinos, el sr. Falcone se había hecho llamar y pagó una fortuna por su asiento en la fila A y del que compró todos los lugares, así como los del B. El inquisidor deseaba extasiarse del teatro y no quería que se le interrumpiese directa o indirectamente. Su vanidad no le permitía pensar más allá de sí mismo cuando a placeres se refería, pese a no experimentar aún los carnales.

Quince minutos, fueron los que utilizaron los artistas para prepararse y ese mismo tiempo lo ocupó Hayden para pensar en Giulia Di Arezzo y el impacto que provocó en él. Que pesada mujer le había parecido, con un ego grande, apenas rivalizaba con el del propio inquisidor y aunque sus pensamientos para con ella no eran del todo agradables, Hayden mantuvo una sonrisa y una mirada seductora, como si la estuviera viendo de nuevo, algo que Hayden deseaba pero que su corazón no le permitía aceptar. Ella era una descendiente de una bruja, llevaba el mismo nombre. Por Dios, ¿pero acaso Chiara no era descendiente también? Pero la mente del inquisidor tenía que disfrazar ese sentimiento con algo, no permitiría que le sucediese lo mismo que su maestro, no lo imitaría y mucho menos involucrándose con esa familia que podría traer de nuevo problemas a los Rosso.

El telón se levantó y con éste un último pensamiento de Giulia Di Arezzo, aquel beso junto al lago.

El actor principal hizo presencia, Hayden reconocía que era un gran actor y un excelente interprete pues se trataba de un musical, un original y muy bien ensayado musical. - Será una lastima que las funciones se cancelen cuando encuentren el cadáver de ese condenado -, el acto se desarrolló de forma amena y con la intriga que exige el drama, para cuando el tercer acto terminó, Hayden se había unido a los aplausos, era una historia conmovedora y al alzarse de nuevo el telón anunciando el último acto el inquisidor se lamento, pues no vería el final, su misión no se lo permitiría. Pero era más importante su labor para con la Iglesia que una simple obra por muy buena que fuera. El joven no era el orgullo de su familia por dejarse llevar por los caprichos ajenos a la Iglesia, es más jactarse de esa rectitud alimentaba el ego de Hayden.

Giulia, no era de ir mucho a los teatros, eso pertenecía más a la vida lisonjera y acomodada de su hermana, a ella le agradaba más la naturaleza, el lago, el bosque, su tierra, eso era lo suyo, lo conocido, pero hacía días que se sentía rara, - desde la emboscada en el bosque – pensó, no podía entender como los propios inquisidores se lanzaban a la caza entre ellos, como si fueran presas apetitosas. En su mente se presentó un rostro, bello y arrogante. Giulia quien se estaba cepillando el pelo frente a l espejo bufó, - arrogante, egocéntrico – pensó – eso es usted señor - dijo mientras los dedos rosaban sus labios, recordando el beso que ella le robara en las ruinas, sonrió de costado en un gesto divertido y aquellos ojos de un color azul se presentaron nuevamente en su memoria, un revuelo de luciérnagas se apoderó de su estómago, se ruborizó – ¿me estas tomando el pelo Giulia? – se reprendió – es un enemigo y tú no estás para romances - pero ese rostro se negaba abandonar su mente.

Dejó el cepillo en la superficie de su cómoda y caminó hasta el ventanal, en poco menos de dos horas comenzaría la función del teatro y a ella le vendría bien distraerse, todo lo que aquel hombre le informara en esa noche había llegado a oídos de su hermano y ya estaban sobre aviso, la custodia de las propiedades se había cuadruplicado y ella había aceptado irse a vivir a la mansión de Maryeva, mientras ésta se escondía en otro lugar más seguro y secreto. Se podía decir que era la nueva dueña de esa propiedad, el paisaje que se veía por el ventanal no le ayudaba a despejar de su mente, los recuerdos de esa noche en el bosque, ya que la propiedad se encontraba a poca distancia del lago y de la zona donde habían estado.

Con suaves golpes la doncella se hizo presente, para ayudarla a vestirse y peinarse, juntas eligieron un traje – esta noche no intervendré en ninguna pelea, aunque quiera, me abstendré – se dijo mentalmente mientras sonreía coqueta mirándose engalanada con un precioso vestido azul zafiro, su pelo negro, fue recogido en un alto peinado con pequeños bucles que rosaban su cuello blanquísimo y desnudo, el escote generoso y provocador ornamentado con una bello aderezo de zafiros llevaban la atención directo a sus senos, aquella vestimenta, distaba mucho de sus camisas de entrenamiento. El corsé afinaba aún más su delgado talle levantando su busto el que parecía que en cualquier momento quedaría expuesto, se ruborizó pensando si algún hombre la vería con ojos de lobo hambriento – esto es demasiado – le dijo a la doncella, quien se sonrió – madmoiselle, es lo que se lleva en las galas de Paris – Giulia hizo girar sus ojos en un gesto de fastidio – está bien, mientras no me encuentre con… - se volvió a ruborizar y las luciérnagas atacaron nuevamente – algún conocido de la familia – dijo para no pensar en el hombre del bosque. Había decidido no pronunciar su nombre, para no darle entidad y poder, ante su persona, pero eso le estaba costando mucho.

Cuando estuvo lista, subió al carruaje y casi una hora después estaba bajando en la puerta del teatro, la ayudaron a desentender y entró cuidándose de donde apoyaba sus pies ya que parecía que la obra tenía un éxito importante – mucha mierd.. – pensó mientras esquivaba lo dejado por los caballos. Sonrió divertida pensando en alguna señora que descuidada callera sobre todos esos rastros de “éxito”. Al entrar, pudo ver que la obra ya había comenzado, no tenía problema ya que el palco que pertenecía a la familia estaba listo para albergarla, un empleado la acompañó hasta su lugar y muy diligente le acomodó la silla cuando ella se sentó, pudo ver los ojos del joven que se distraían en su escote, en un segundo una de sus dagas mostraba su presencia en el costado del hombre, - creo que se está tomando atribuciones que no debe – el rostro del empleado se había puesto lívido – no me gusta que me molesten puede retirarse… gracias – dijo sonriendo como si nada pasara, retiró su arma del torso del hombre, quien sin decir palabra salió como alma que se la lleva el diablo, Giulia soltó una suave y cristalina risa, complacida por el susto provocado al incauto, mientras miraba a los diferentes palcos para encontrar gente conocida.

Justo frente a ella un grupo de palcos estaban vacíos, a excepción de uno, donde un hombre apuesto y bien trajeado observaba el espectáculo con detenimiento, o mejor dicho como si eligiera una presa entre los actores, sacó de su bolso un artilugio que un amigo Milanés le había obsequiado, era un tipo de lupa que permitía ver las cosas que estaban muy lejos como si estuvieran, en realidad, al alcance de la mano. Se lo acercó a sus ojos y cuando enfocó su objetivo, las luciérnagas en su estómago le hicieron que el corazón le diera un vuelco – no puede ser – se dijo disgustada. Esperó paciente que pasaran los diferentes intervalos, rogaba que no la reconociera, lo vio sonreírse – ¿de qué se ríe? – se dijo algo mosqueada.

La función llegaba a su fin y el inquisidor abrió un poco su chaqueta para ver la cartuchera montada por debajo de su axila del brazo izquierdo, y que cargaba una nueva arma, similar a un revólver, era la única arma que aquella noche él tenía, las balas de platas estaban bañadas en un veneno mortífero que ahogaría el grito de la bestia. De uno de sus bolsillo sacó un tubo metálico pequeño, que en verdad era un artilugio que se colocaba en el arma y silenciaba el sonido provocado por el disparo. Desenfundó el arma y en la boquilla enroscó el silenciador, haciendo que el arma creciera. Volvió a enfundarla y se levantó mientras abotonaba la chaqueta.

Llegó a la puerta y el acomodador le facilitó la salida abriendo la puerta, - Sr. Falcone - despidió con una reverencia y cerró la puerta detrás de Hayden, la música se apagó sumiendo el lugar en un sonido nulo.

Los pasillos estaban abandonados, Hayden bajaba las escaleras con paciencia, recreando en su orgullosa mente las formas posibles en matar a esa bestia, aunque esos pensamientos eran solo para distraerse pues él sabía como lo haría. Abrir la puerta, esperar a que llegué su presa, cerrar la puerta y disparar, ninguna posibilidad de error, al menos con la intervención de un tercero.

Pero todo estaba tan organizado y preparado que la posibilidad de intervención a su plan era casi mínimo, llegó hasta el Lobby y se dirigió a un nuevo conjunto de escaleras y de ahí tomo una desviación para los camerinos, sacó su pase y lo mostró al primer guardia, le dejaron pasar y lo volvió a mostrar al segundo y último guardia. Hayden ya tuvo acceso a los bastidores, la zona de decorado y camerinos.

- Bienvenido Monsieur Falcone - se apresuró a alcanzarlo madame Guillirely la productora principal de la obra. - ¿Desea un recorrido Monsieur? - y tomó el brazo del inquisidor coqueteándole. Hayden vio el rostro arrugado de la mujer y sintió repulsión, - Dios antes me pego un tiro que verme así - ironizó y no pudo contener una maliciosa sonrisa que madame Guillirely pudo interpretar a su voluntad. Hayden asintió y guiado por la productora recorrió el lugar, la chillona voz de la productora le estaba fastidiando escuchar las razones por las que produjo la obra poco le interesaba y cuando estuvo apuntó de zafarse de esa situación llegaron hasta los camerinos y se escuchó el nombre de madame Guillerely, - te veo después querido hoy cumplimos 100 representaciones y me harán un reconocimiento - le cerró el ojo, - lo siento madame yo ya me retiraré por la salida de los camerinos, tengo otro compromiso pero muchas felicidades la próxima vez, en su representación 101 vendré a ver la obra completa - hizo una reverencia y vio partir a la productora que le sonrió con sinceridad antes de darle la espalda.

La sonrisa vanidosa de Hayden volvió a surcar su rostro, sus ojos triunfantes contemplaron el camerino de Soler y se dirigió a éste, abrió la puerta como lo planeó, la cerró y se ocultó entre la vestimenta, desde ahí se escuchó el discurso de la productora y después un barullo afuera, en la zona de camerinos. Había llegado el momento pronto esa manija giraría y entraría Soler por última vez a su camerino, al menos, en vida. Dos segundos más esperó cuando la manija giró.

Lo vio incorporarse y salir del palco, y la curiosidad se apoderó de ella, deseaba saber que estaría haciendo Hayden en ese lugar,- ¿estaría acaso en una misión?- pensó, había observado como la atención del inquisidor se había centrado toda la función en el protagonista y supuso que seguramente se trataría de un tipo de sobrenatural, ella también lo había notado, la forma felina de moverse, el encanto particular, esa característica sensual de ser, que no tenía nada que ver con su actuación, estaba casi segura que se trataba de un cambia forma felino, las mismas características tenía su cuñada Maryeva y por eso le había sido relativamente fácil encontrar los puntos de comparación.

Se levantó y abandono ella también el palco, cruzó las escaleras hasta donde se unían las dos alas y lo vio escurrirse en dirección de los camerinos, se percató que él poseía un pase que le permitiría pasar sin problema y ella no lo tenía, pero si poseía algo que la dejaría atravesar todos los obstáculos. Se contoneó sensualmente mientras se acercaba a los guardias, les explicó que había quedado con su amante de encontrarse en su camarín, les guiño un ojo y ellos rieron, era sabido que el actor tenía amantes bellas, de sociedad y una mujer hermosa como Giulia sería un plato apetitoso para un amante insaciable según los comentarios de las mujeres en las reuniones sociales. Lo mismo hizo con otro guardia que custodiaba un sector más cercano a los camerinos. Al pasar ese lugar pudo ver la escalerilla que llevaba al escenario, se escondió cuando oyó la voz del inquisidor y lo vio pasar con una mujer mayor que no dejaba de mirarlo como una loba en selo, desnudándolo con la mirada, a Giulia un sentimiento de celos se apoderó de su ser, tuvo ganas de salir de su escondite y arrancarle la peluca a esa vieja que miraba a Hayden. Cerró sus puños para contenerse y respiró profundo buscando calmarse.

La mujer se perdió rumbo a las escalerillas y tras aplausos y vitoreo, los actores comenzaron a descender, al final bajó la mujer quien le tiraba indirectas al primer actor y que al ver que no recibiría ningún afecto por parte del hombre se retiró enfadada. Giulia rio, justo en el momento en que el cambia forma pasaba por su escondite quedando en evidencia, el hombre se volvió y la tomó de la mano sacándola al pasillo – pero bueno, que tenemos aquí, una gatita adorable – le dijo mirándola a los ojos con los suyos cargados de lujuria. Ella intentó zafar pero él se lo impidió – dime sino, ¿para que has venido a los camerinos? – un guardia pasó por el lado de la pareja y ella bajó el rostro. Fue un segundo en el que se descuidó, pero el suficiente para que el actor la aprisionara entre la puerta del camarín y su cuerpo que de forma lasciva apretaba contra el vestido, ella esquivó el rostro cuando intentó besarla y trató de alcanzar el picaporte para poder huir de aquella prisión – donde te metiste Giulia y porque no lo pateas en sus testículos – se enfureció, pero no quería que la sacaran a empujones del teatro, debía encontrar la forma de que cuando lo desmayara nadie pensara que ella lo había hecho.

- Al fin – pensó cuando su mano tocó el picaporte, el hombre la tomó por la cintura y hundió el rostro en el cuello de la joven - suélteme – le ordenó, pero el individuo la empujó más cuando la puerta cedió - saque sus sucias manos de mi – le gritó, en ese momento el cambia formas la arrastró hacia la mitad de la habitación, riendo como un demente, ella intentó pegarle, pero él la tiró al suelo de un cachetazo abalanzándose sobre Giulia, sus intenciones eran claras y ella se paralizó, no tanto por el sobrenatural, ya que podía fácilmente hundirle una de sus dagas en el cuello, sino por el hombre que parado tras la puerta miraba la escena.

Hayden quedó asombrado cuando de la puerta entraron Giulia y Soler. Se paralizó, pero no de temor, sino de ira, un arrebato de celos se acrecentó en su corazón, - ¿Qué demonios hace ella aquí? - gritó en su interior.

Al parecer ella pretendía propasarse, por supuesto que Hayden no lo permitiría, la iglesia lo castigaría sino actuaba ante una injusticia como la que sus ojos estaban por presenciar. Ella peleaba como lo haría una mujer común contra un hombre común, salvo una diferencia aquí, éste no era un hombre común, era una bestia. Hayden tenía las cejas caídas para cuando sacó el arma, estaba totalmente furioso, no solamente por Soler, sino, por ella. De pronto, ella se congeló, había descubierto la presencia de Hayden que no mudó de expresión.

El inquisidor dio un paso, tiempo en el que Soler desgarró parte del vestido con sus felinas manos, Hayden entonces cerró la puerta con estruendo, Soler de inmediato atendió la perturbación pero cuando giró se encontró con el arma apuntándole. El cambia formas trató de actuar pero Hayden no se lo permitió, le disparó y la bala le atravesó el corazón, hizo dos disparos más, el segundo fue en los testículos y el tercero que le arrebató la vida fue en la frente desgarrándole el cerebro.

Soler cayó a un costado, la expresión de Hayden poco había cambiado, ignoró a Giulia y tomó a Soler por las piernas, arrastrándolo a una trampa que él mismo había creado para sus fechorías, pues aquel camerino era el lugar donde vivía y necesitaba una forma de escapar del teatro sin que se le viera y pudieran relacionarlo con sus crímenes, ¿no es así?

El inquisidor descubrió como abrir la trampa y tiró el cuerpo muerto de Soler, cerró la trampa y se levantó, dio un vistazo a la puerta y vio la cama de Soler, se decía que en el colchón se encontraba el tesoro de Soler, un tesoro que Hayden tenía que llevarse, sin embargo, lo único que quería era irse, Giulia lo había decepcionado.

Pero cuando se dirigió a la puerta no pudo contener más esa furia y confrontó a Giulia. - ¡¿Qué demonios estabais haciendo aquí, acaso otra de vuestras máscaras es ser una puta y este tío resultó ser muy rudo?! - Hayden no esperó a que ella le abofeteara por semejante insulto, sino que arremetió contra ella y la empujó a una pared poniendo la boquilla del arma en el mentón de ella. - ¡¿O cuál era tu objetivo fastidiarme, para quién trabajáis, dame una maldita razón para no matarte?! - pequeñas lágrimas de dolor surcaron las mejillas del inquisidor, pero Hayden se mantuvo ahí, sin mudar de expresión y sin bajar la guardia.

El Cambia formas, la tomó por un brazo y con su mano libre rasgó parte del escote del traje de Giulia, dejando más al descubierto sus pechos blancos como alabastro, ella gritó y las lágrimas saltaron de sus ojos – en que te metiste – se reprendía sin saber cómo salir de esa situación, los ojos del inquisidor al mirarlo por sobre el hombro del actor, mostraban una furia incontenible, la quemaban, se sentía sucia, como si le estuviera siendo infiel, como si le reprochara por su comportamiento, reprendiéndole como si entre ellos existiera una relación, pero la verdad era que no existía ningún alianza entre ellos –¿o sí? – se preguntó mientras intentaba en vano protegerse de los avances del felino, ella era fuerte en los combates cuerpo a cuerpo, pero no en esa situación, desconcentrada con la mirada de hielo que la hería como si fuera un puñal.

El portazo, que Hayden realizó al cerrar la puerta, hizo que el hombre se diera cuenta que no estaban solos, descuido que Giulia utilizó para alejarse del hombre y tomar una capa para cubrir sus pechos. La frialdad con que el inquisidor aniquiló al sobrenatural la hicieron estremecer , se quedó muda, llorando en silencio y viendo como el hombre arrastraba el cuerpo sin vida del actor a una trampa en el suelo, cuando lo hubo metido allí y cerrado la abertura, ella pensó que todo había acabado, estaba asustada, dolida, por la forma en que la mirara hacía tan solo unos instantes, como si le estuviera gritando que era una prostituta – nada más alejado de la realidad – pensó – nunca he estado con un hombre – caviló mientras parada cerca de la pared de la habitación contemplaba como él se dirigía a la salida, sin mirarla, sin siquiera preguntarle si en el momento del desgarro le había herido.

Bajó la vista y sollozó angustiada, no sabía cómo poder decirle lo que en realidad había pasado, pero cuando el inquisidor iba a tomar el picaporte, se dio vuelta acercándose a ella con grandes zancadas hasta tomarla con fuerza por los hombros y estamparla contra la pared haciéndole doler la espalda y los brazos que aprisionaba con furia y sin miramientos, las palabras que surgieron de sus labios la desgarraron, en vez de provocar furia, no intentó abofetearlo lo miró a los ojos desesperada, - ¿como podía pensar eso de mí? - pero sabía que las apariencias engañaban y que en ese vestido demasiado provocador, en el camerino de un hombre de ganada fama de Don Juan, era lógico que se pensara de ella que era una de las amantes del actor.

Intentó explicar, pero entonces él le colocó el cañón frío en su mentón, los ojos de Giulia, no mostraron miedo, ni rencor, sino que las lágrimas se deslizaban suaves por sus mejillas y su barbilla mojando el arma – no, no soy una prostituta, ni he venido a desbaratar vuestro trabajo – dijo en un hilo de voz, mientras su piel iba enrojeciendo por la presión ejercida sobre su mentón – solo os he seguido, os he visto abandonar el palco y he venido a buscaros – las lágrimas comenzaron a descender mas rápido y furiosas, los ojos de Giulia cambiaron de la pena a la total ira, en un movimiento tomó la mano de Hayden y llevó el arma al centro de su pecho, un poco debajo de su pecho izquierdo, que desnudo y tibio rosó la mano del inquisidor – si no me creéis podéis disparar, no tengo nada de que arrepentirme, no os he sido infiel, y no puedo ser puta por la simple razón de que… - cayó por un segundo, no sabía si decirlo, o si él lo creería, pero ahora era ella quien estaba decepcionada , así que continuó - que… nunca he estado con un hombre – en todo momento lo había enfrentado con la mirada pero al decir su verdad miró hacia otro lado, deseaba que él le disparara, si no era capaz de darse cuenta que ella le decía la verdad.

La respuesta de Giulia desgarró el corazón de Hayden, ¿cómo podía desconfiar de esa voz, de esas lágrimas, de ese rostro?, el inquisidor entró en conflicto y sus lágrimas se hicieron más constantes. - Os creo, os creo - se dijo pero no habló, de pronto se sintió una escoria por haber levantado ese falso, pero no se explicaba a que se debió ese arranque de ¿celos?

Hayden arrojó el arma a un costado, el monstruo negro se oculto de ellos y con el corazón desbocado por la propia apatía hacía él dio un paso hacía atrás. La capa había caído luego del arrebato que Hayden había tenido por lo que se quitó la chaqueta en un tiempo y arropó a Giulia con ella. Después, la tomó de los hombros y la acercó a su cuerpo, en un abrazo desconcertante. - Perdón, no debí haber dicho semejante ofensa. Os creo y no me explico que me sucedió, lo único que os puedo decir es que provocáis en mi una revolución de sentimientos que no puedo explicar. Me alegra saber que estáis bien y me duele mi comportamiento - y comenzó a frotarle los hombros como si hiciera frío y pretendiera calentar ese frágil cuerpo que abrazaba.

Estuvieron abrazados un tiempo más, - no os he sido infiel - repitió el inquisidor en su mente, - ¿por qué habrá dicho eso? - se preguntó a una respuesta que sería lógica para cualquier otra persona, para alguna persona con experiencia en el amor, pero para Hayden todo le resultaba tan nuevo, tan abrumador. Al fin se separó de ella y con sus dos manos capturó ese bello rostro. - No sé que provocáis en mí, es un tormento que no me puedo explicar, porque no es para nada lógico, no es un sufrimiento es una dicha, es... - se silenció, vio en los ojos de ella comprensión como si también lo experimentara y le quiso pregunta ¿qué era? Pero no lo hizo, - Como sentir revoloteos en el estomago - siguió contemplándola, a sus conquistadores ojos que le impedían desviar su mirada y luego, como si se tratara un imán el rostro de Hayden se acercó al de Giulia y sus labios se unieron en un beso casto, infinitamente distinto al que se dieran aquella noche en el bosque. Los ojos de ambos estaban cerrados, las manos de Hayden se deslizaron a la nuca de ella y la cabeza adoptó una postura más favorecedora para el beso que le pareció eterno a Hayden. Y cuando el beso terminó, el inquisidor dio un par de pasos hacía atrás totalmente ruborizado, - lo siento, no sé que... - ya no supo que decir, era un atrevido pero y aunque lo negara deseaba volver a hacerlo.

- Ven... - le dijo y la tomó de las manos encaminándola al lecho y en un gesto le sugirió sentarse, luego él caminó hasta el ropero de Soler, - tenéis que vestiros ese animal os arruinó el vestido - y se dedicó a buscarle una prenda dándole la espalda, - ¿sabéis?, yo tampoco he estado con una mujer - dijo como si le hubieran preguntado, algo en él lo había obligado a confesarse pero Hayden no se detuvo a pensar en ello, sólo lo había hecho sin más, sin buscar algo. Por fin encontró algo que le agradó y lo sacó, - ¿qué os parece? - y le sonrió esperando que el ambiente dejara de estar tenso.

El arma fue arrojada a un lado mientras en los ojos del inquisidor un mar de sentimientos encontrados pugnaba por salir. Giulia aun lloraba angustiada, con sus manos aferradas a la falda del vestido, giró el rostro buscando el ajeno, cuando sintió que la soltaba y se alejaba de ella, aun con la mirada dolida por la afrenta recibida, por la desconfianza que él había hecho vivir, preguntándose si él no era capaz de entenderla - ¿acaso no se daba cuenta que ese beso en el bosque era algo importante para mí? – se dijo mentalmente – tal vez para el no, pero para mi corazón… si - , lo observó sacarse el abrigo y cubrirla colocándoselo a modo de capa, en verdad lo necesitaba, se sentía fría como un tempano, comenzaba a temblar, si hasta le parecía que le castañeteaban los dientes, sus labios estaban algo morados y el corazón le dolía.

Mientras le pedía perdón, la atrajo a su pecho, ella no supo qué hacer con sus manos, pero a cada palabra que él decía, sus brazos se acercaron a la espalda del hombre hasta aferrarse a ella, como lo haría un náufrago a un madero, en donde poderse aferrar en medio de una tormenta. El perfume que el hombre usaba le llegó a sus fosas nasales, inspiró profundamente, era un aroma agradable, excitante, era él, eso era todo, Hayden provocaba en ella algo que la asustaba y la atraía, - no puedes enamorarte, no eres nada – se reprochó, pero hundió su cabeza en el pecho del inquisidor, quería pensar que por un segundo era digna de ser amada.

Cuando se separó un poco de ella sus manos se resbalaron desde la espalda hasta la cintura masculina, él le tomo su rostro con las dos manos, le habló de lo que estaba sintiendo por ella y se sintió totalmente identificada, dejando que esos ojos azules le traspasaran el alma, la conquistaran, la besó, Giulia cerró sus ojos cuajados de lágrimas, y se perdió en ese sentimiento que se estaba anidando en su corazón, en su alma. Por un segundo, estuvo tentada a separarse – no quiero sufrir, que me abandone cuando se canse de mí, que encuentre una mujer de buena familia, con orígenes claros y yo quedaré relegada a un bello recuerdo – quiso llorar, pero no se lo permitió – no importa, que el mundo se venga encima mañana, quiero creer que puedo vivir un amor, aunque no sea eterno – se dijo, mientras sentía como las manos de Hayden la tomaban por el cuello aprisionando su nuca y acercándola aún más, sus labios se pusieron rojos y calientes, toda en ella se encendió como los leños en una hoguera, tembló por ese sentimiento que la estaba consumiendo.

El la soltó, ruborizado y le pidió perdón, ella lo miró con arrobada pasión, no debía pedir perdón por algo que sentían los dos, pero no se animó a decir nada, solo bajó su mirada, estaba avergonzada, apretó el abrigo para ocultar mejor su pecho desnudo, sintió el contacto de las manos de él en sus manos y la guio hasta hacerla sentar en la cama del cambia formas, luego se dirigió a buscar algo que ella pudiera usar para salir de ese lugar, apenas unos minutos después, mientras seguía hurgando el guardarropas del actor, él le contó una verdad que la hizo dirigir su mirada a la espalda masculina mientras pensaba – ¿nunca estuvo con una mujer? – se sintió extraña, ella entendía por qué una mujer no entregaba su virginidad tan fácilmente, ¿pero un hombre porque no lo hacía?, se preguntó turbada, por un momento se imaginó amándose, entregándose mutuamente y se ruborizó cuando él se giró y la miró a los ojos, le pareció que podría leer en su rostro la imagen que en su mente todavía se presentaba. Él se acercó mostrando una prenda, ella clavó sus ojos en Hayden y luego en el traje, era una prenda femenina – se ve que de sus conquistas guardaba trofeos – pensó observando un vestido gris, más sencillo y de escote cerrado, con puños decorados con pequeños botones de perlas, sonrió, era un típico vestido de señorita, seguramente pertenecía a una incauta que había terminado en ese lecho, Giulia se envaró al darse cuenta que muchos momentos como los que ella imaginaba en ese segundo habían pasado en aquella alcoba, el inquisidor llegó a su lado trayéndolo en sus brazos.

Ella sonrió, asintió con la cabeza, expresando que le gustaba, - pero tendréis que ayudarme a desvestirme – dijo girando y dejando caer el abrigo del inquisidor, la espalda del vestido dejaba ver un entramado de cintas que debían ser desajustadas para poder salir de su interior , giró la cabeza y lo miró por sobre el hombro, - entonces, ¿me ayudáis? – .

La vio ruborizarse y le sonrió de otra forma, de una forma divertida sin siquiera imaginarse a que se debía. Hayden lo atribuía al vestido, ¿o a qué otra cosa?, él no lo sospechaba, su mente un tanto inocente había sido motivo de burla para su mentor que no se explicaba como permanecía en una inocencia con toda esa vanidad y atractivo que en misiones él mismo aprovechaba, no encontraba lógica, el hecho era que el seductivo Hayden no identificaba un coqueteó puro, un rubor como el suyo...

Se acercó con el vestido en sus manos y la afirmación de Giulia de haberle agradado le alegro, como si lo que había dicho ya hubiera sanado y por vez primera se dio cuenta de que uno de los pechos de Giulia habían sufrido el ataque de Soler quedando desnudo y arañado, ella tenía la chaqueta bien ajustada por encima sin embargo, el inquisidor logró identificarlo y se perdió unos instantes. Era la primera vez que veía un pecho desnudo, al menos después de su niñez.

Luego vino la petición de Giulia, el inquisidor volvió a mostrar un rubor y tragó saliva. En sus seducciones sobre sobrenaturales había escuchado un par de veces eso, pero para nada era igual, porque todo terminaba de una forma con la muerte de la abominación de Dios a sangre fría por Hayden. Ahora se lo pedía una mujer de verdad, una verdadera humano y no cualquiera; sino, Giulia que le causaba esa revolución de sentimientos que lo torturaba para bien. Ella se dio la vuelta mostrándole su espalda, el entramado del vestido que ella no podría desajustar por más que lo intentara, era por ello que Hayden no podía negarse, no si querían irse de ahí sin que la vieran con un vestido deplorable.

Hayden no dijo absolutamente nada, sólo asintió con la cabeza. Giulia no dejó de verle de reojo lo que puso más nervioso al inquisidor, lento sus dedos deshicieron el nudo en moño que desencadenaría las cintas del vestido. Las fue removiendo una a una, sin prisa y conforme bajaba el vestido se desajustaba. Ella lo sostenía para que no cayera, como se abren los pétalos de una flor.

Pero Hayden sintió curiosidad sobre ese cuerpo pequeño y blanco que estaba frente a él, tiró las cintas al suelo y tomó el vestido del entramado abriéndolo mostrando la espalda desnuda de Giulia que lo permitió, entonces Hayden llevó un par de dedos a la nuca descendiendo hasta encontrarse con su prenda interior también desgarrada. La desabotonó y Giulia respondió al movimiento de Hayden dejándola caer pero con sus manos aún bien sujetas al vestido y ocultando sus pechos. El inquisidor usó su palma para recorrer la espalda de la mujer que le provocaba una atracción como nunca sintió, ni siquiera hacía sí mismo. De nuevo sintió que el cuerpo de ella le llamaba acercándosele como si de un imán se tratara y sus labios besaron la nuca, escuchó emitir a Giulia un sonido y eso lo excitó. Volvió a besarla esta vez en un hombro obstaculizando la vista de Giulia que nunca perdió detalle a todo lo que Hayden hizo, abandonó la nuca y ahora fue a su cuello, ella fue girando en una reacción de inercia quedando frente a frente, el inquisidor nuevamente la beso en la boca, esta vez con pasión, un beso ardiente que avivaba ese sentimiento hacía ella, ese deseo y mientras la besaba una erección creció y eso lo desconcertó, alejándose de ella, desvió su mirada ruborizado y le dio la espalda.

- Me parece que ya podréis vestirte desde ahora, tendremos que permanecer un par de horas aquí hasta que esté completamente vacío el teatro - y no dijo nada más, no se atrevió a regresar a ese cuerpo y poseerlo como tanto deseaba.

Hayden, dejó el vestido sobre el lecho y la ayudó a incorporarse, le fue desajustando el vestido y lentamente éste fue abriéndose dejando ver un poco más la piel alabastrina de Giulia, sintió como él hacía presión y abría el vestido, su espalda quedó expuesta y unos dedos masculinos la tocaron descendiendo por su nuca hasta tocar el bode de su ropa interior que desajustaron y al igual que con el vestido se perdieron en dirección del piso. Él parecía estar en transe y aunque ella lo observaba en silencio y algo asustada, no lograba articular palabra, ni para pedirle que la dejara vestirse o para pedirle que siguiera acariciándola. El hombre continuó recorriéndola, esta vez acariciando su espalda con la palma de su mano, aquella caricia de total intimidad, solo posible entre amantes la hizo temblara. Los bellos de su piel se erizaron, él no podía entender lo que estaba sintiendo Giulia en ese momento, solo ella sabía que ningún hombre había tocado su piel, por eso aquel contacto le causaba una tormenta de sensaciones.

Pudo sentir el calor que emanaba el cuerpo del inquisidor pegándose a su espalda desnuda, ella inclinó su cabeza hacia adelante, exponiendo su cuello, que fue asaltado por los labios de Hayden, involuntariamente de los labios femeninos surgió un gemido, una respuesta a esa sensación que le estaba erizando la piel y endureciendo sus pezones. Cerró los ojos dejándose llevar por la emoción que la inundaba y que deseaba seguir sintiendo. Los labios abandonaron su nuca para posarse en su hombro desnudo, de allí volvió a su nuca y fue creando un camino de besos que recorrían su cuello y que impulsaron a Giulia a girarse hasta estar enfrentados. Los ojos de Hayden la miraban sin ver, como si estuviera viviendo un sueño despierto, como si las sensaciones que en la piel y el alma de la joven se iban marcando con el enrojecimiento de su piel, reflejaran la pasión que emanaba del interior del inquisidor.

Los centímetros que los separaron se fueron esfumando hasta que sus labios se juntaron nuevamente, esta vez en un beso, cargado de pasión que la sumieron en sentimientos encontrados, deseaba seguir explorando esto que les estaba pasando, pero tenía mucho miedo. El inquisidor, la mantenía aprisionada entre sus brazos, ella había soltado el vestido y se aferraba al cuerpo de él, respondiendo a esos besos con la misma pasión que él le brindaba. Las manos del inquisidor recorrieron su espalda hasta llegar a la curva de los glúteos, eso la hizo abrir los ojos, algo asustada y volver a la realidad. No supo si su reacción había hecho que él se alejara, desviando la mirada y dándole la espalda, o si sus besos no habían sido del agrado de Hayden, eso la entristeció, entonces se dio cuenta turbada y ruborizada que el vestido había cedido y se encontraba parada totalmente desnuda a excepción del pequeño calzón que ocultaba su pubis.

Agradeció que él no se hubiera dado cuenta y se contorsionó tratando de alcanzar el vestido gris, en cuanto lo tuvo a su alcance lo usó para cubrirse. Nerviosa como estaba sus manos temblaban y le costaba muchísimo poder abrir los botones que servían de cierre en la parte posterior. Cuando logró abrirlo, se enfundó rápidamente en él y comenzó a cerrarse como pudo los botones en la espalda pero no podía hacerlo del todo sola. Volvió a ruborizarse cuando sin otra opción le habló nuevamente al inquisidor, - lamento molestaros nuevamente, pero necesitaré que me cierre el vestido – dijo mirando la espalda del hombre y bajando la vista en cuanto se dio cuenta que giraba y se dirigía hacia ella. Con los ojos clavados en el piso y las manos apretadas a la falda del vestido se quedó quieta esperando que él hiciera lo que le había pedido, - gracias – dijo casi en un hilo de voz, su corazón latía con tal fuerza que en sus oídos los latidos se oían como si fuesen tambores que retumbaban mareándola un poco.

Hayden imaginó una continuación a lo que había experimentado, la imaginó desnuda con sus manos recorriendo toda su piel, sus besos se habían unido para experimentar lo que las egoístas manos querían sentir, él la tomaba entre su brazos y la cargaba hasta el tocador algo brusco golpeándola accidentalmente al espejo, ella no le decía nada y en ese momento le arrebataba la virginidad. Una erección creció en él y agitó su cabeza, - Dios, aleja de mí estos pensamientos lujuriosos, ayúdame a no caer en el pecado - y llevó sus dedos al tabique de la nariz inclinando un poco la cabeza mientras cerraba sus ojos, intentando alejar esas ideas.

Volvió a escuchar la voz de ella, pidiéndole nuevamente ayuda,esta vez para ajustar el vestido. Hayden se giró para encontrarse con esos ojos que lo sometieron a una hipnosis, el inquisidor luchó consigo mismo y avanzó hasta ella, ambos se quedaron viéndose unos instantes hasta que Giulia le dio la espalda mostrando los botones por abrochar. Hayden suspiró y fue abotonando el vestido que comenzaba a ocultar la espalda de Giulia. El inquisidor bajo la mirada, volviéndola a desnudar con su mente, pero antes de que siguiera creciendo esa fantasía desvió ligeramente la mirada cerrando sus ojos.

- Ahora esperemos - propuso Hayden, no tenían otra opción, sino querían que los descubrieran tendrían que esperar. Hayden se alejó de ella, del imán que eran sus labios y se sentó en un lugar apartado, aunque antes recogió su arma y la guardó. Desde donde se encontraba la contempló, que hermosa era, realmente era como las descripciones de los ángeles, el inquisidor la deseaba, no sólo poseerla, no, recordó las palabras de su padre y supo que quería pasar el resto de su vida con Giulia, estaba convencido, - te quiero - dijo en una voz a penas audible, pero no dijo más.

Pronto el lugar cayó en un silencio incómodo, el corazón de Hayden se estremecía, - Giulia, te quiero, te deseo, te necesito se mía - pensaba sin atreverse a decir algo hasta que no pudo más y se levantó. Caminó hasta ella, - el vestido es hermoso y te veis bien en el, pero sólo oculta la verdadera belleza que sois - no supo porque le dijo eso, pero no le importó, llevó una de sus manos al rostro de ella en una caricia. - El beso que no debí de haberos dado está quemando mi alma, estar a vuestro lado y no poder expresas mis sentimientos es un tormento que no quiero soportar. Giulia, decidme que significó para el beso vuestro corazón que para el mío fue el paraíso - quiso volver a besarla pero se contuvo, la espero, ansiaba escuchar lo que Giulia diría aunque cabía posibilidades de que ella destruyera su corazón con las palabras que no quería escuchar decir de ella.

La había ayudado a cerrar el vestido, ella, había estado todo ese tiempo temblando, al sentir esas manos tan cerca de su piel nuevamente, las podía sentir como le quemaban, como en verdad deseaba que la desnudaran, quería sentir esos dedos enterrarse en sus cabellos, esa boca fundirse en la suya, sentir la respiración acelerada al prodigarse besos, como había pasado hacía un momento.

Mil sensaciones se apoderaban de su cuerpo y de su mente, había tragado saliva al sentir como le acomodaba unos mechones de su cabello a la altura de la nuca, hubiera querido sentir esos labios en ella, sus fuertes brazos abrazándola, su pecho apretando su espalda, su mandíbula apoyada en su coronilla, ya que él era mucho más alto que ella, pero solo pudo sentir el vacío que se expandía entre ellos, él se alejaba de ella.

Giulia cerró sus ojos y entonces una imagen vino a su mente, la vez que a la orilla del lago, él se había ido, dejándola sola. La noche en que se habían conocido, él luego de un beso en la comisura de sus labios, se había marchado, sin mirar atrás, sin volver sus ojos a los de ella. Recordó el vacío, la tristeza y por un segundo ese sentimiento la quiso poseer. Temía que hiciera lo mismo, que simplemente la dejara, lo miró con tristeza, pero él le daba la espalda y no la vio.

Se mordió los labios y refrenó una lagrima de frustración, cruzo sus brazos como dándose calor, inclinó su cabeza hasta casi tocar el cuello del vestido con la barbilla. Deseaba el calor del cuerpo masculino, deseaba que le dijera que era importante para él, que ese beso que se dieron y disfrutaron no había sido un juego . Pero Hayden se había sentado alejado de ella y la contemplaba mientras le hablaba de la importancia de quedarse allí por un tiempo prudencial para así poder escapar sin ser vistos, ella asentía con la cabeza, pero sus ojos se clavaban en los ajenos, esperando que él le dijera algo más personal.

Entonces algo paso, a sus oídos llegó una frase apenas audible, sus ojos habían captado los movimientos de esos labios y de ellos había surgido un tímido “Te Quiero” ella, se estremeció y lo miró asombrada, clavó sus ojos en aquel rostro, - ¿qué dijiste? – le preguntó. Él se levantó y se fue acercando, le dijo que el vestido era bello pero que su belleza era opacada por la de ella, Giulia se estremeció, tembló cuando la mano de él acarició su rostro, delineando su mandíbula, cerró los ojos he inclinó su cabeza para que su rostro fuera acunado por esa palma, para disfrutar más de la caricia.

Hayden le expresaba sentimientos que eran los propios, ella también deseaba lo que él esperaba, cuando le pidió que le dijera que había significado para ella aquel beso, Giulia lo miró a los ojos, llevó sus dedos a los labios masculinos, los acaricio y se perdió en ellos, luego lo miró con dulzura y a la vez con miedo, temor de abrirse y ser dañada. Tomó aire y lo confrontó, - para mi vuestro beso fue llegar a un paraíso también, a las alturas del cielo, desearía que no se acabara nunca, que vuestras caricias no cesaran -, dijo acercado sus labios a los de Hayden, pegando su cuerpo al masculino, - os quiero… os amo – dijo, bajando su cabeza, apoyando su frente en el pecho del hombre. Tuvo miedo, que solo fuera una broma y que él se jactara de como ella había desnudado su alma. Temía a los hombres, y él era uno a quien ella había comenzado a amar.

Hayden se estremeció con las palabras de Giulia, estaba confundido y ella se refugió en su pecho, ocultándole ese rostro que comenzaba a amar, la melódica voz de la mujer que estaba dispuesto a amar por el resto de su vida resonó en su cabeza y ese mar de luciérnagas se apoderaron de su estomago, provocando un ligero mareo.

- Amada mía, no os escondáis de mí. Dejadme que os vea a los ojos y os diga cuando os quiero - la tomó de la barbilla y dulcificó su expresión, mostrando ternura, clavó sus ojos en los de ella y en esa mirada expresó sus sentimientos. Acercó sus labios al imán de los de ella y la besó con pasión, la entrega de ella hizo que Hayden rodeara la cintura de Giulia con sus manos y la acercara aún más a él, poniéndola de puntas para que el beso fuera más intenso. Los brazos de ella se hicieron de su cuello y una de sus manos se aferró al cabello del inquisidor. Normalmente Hayden odiaba que alguien le tocara el cabello, pero en este caso lo permitió, nada de lo que hiciera Giulia podría ocasionarle molestia, o al menos eso pensaba él.

Se perdieron en aquel beso pasional un tiempo indefinido, ninguno de los dos querían separarse y como si desconfiaran el uno del otro aferraron sus cuerpos más. Los pechos de Giulia oprimidos contra el cuerpo del inquisidor mostraban unos pezones duros y bien definidos, la carencia de la ropa intima que Soler había desgarrado no podía ocultar ese hecho del que Hayden entregado con sus ojos cerrados al beso ignoraba.

Sus bocas se separaron un tiempo para recuperar aliento, Hayden besó la comisura de la boca que deseaba, Giulia trató de buscar esos labios pero Hayden huyó de ellos y en besos bajo al cuello, lo recorrió todo, el aroma y él sabor de éste lo excitaron hasta demostrar la erección debajo de su pantalón, y que, al estar ambos cuerpos unidos Giulia lo sin duda se percató. Pero a Hayden no le importaba y entonces vio los pezones erectos de ella y sintió deseos de desabrochar el vestido y dejarlo caer, probar los pechos femeninos y más tarde el elixir de la cuna de la vida.

Continuó sus besos en el cuello, en los hombros y los dedos de Giulia se enterraron en la cabeza de él, sintió un jalón e intensificó los besos. Se estancó en el hombro derecho y dejó caer la prenda desnudando el pequeño hombro, hizo lo mismo con el izquierdo, sin embargo, los pechos no fueron descubiertos, el cierre del vestido lo impidió. Entonces Hayden comprendió que iba muy rápido y estaba siendo muy atrevido. Se detuvo y dio un paso hacía atrás.

Tomó las manos de su amada y se arrodilló, - Os amo, con todo mi ser... - se sacó el anillo de oro de la familia y lo colocó en el dedo anular de Giulia. - Se mi esposa, quiero pasar el resto de mi vida a vuestro lado, con vuestro amar que vuestros ojos me dicen que es tan grande como el mío... criemos a nuestros hijos y envejezcamos juntos... Os amo - y se quedó ahí arrodillado, temblando, con el temor de ser rechazado pero no podía contenerse, sólo de esta forma podría dar el siguiente paso. La educación de Hayden lo obligaba a respetar la virginidad de una mujer y si Giulia lo rechazaba él la respetaría de cualquier forma, no la insultaría arrebatándola de lo más valioso de una mujer, no la dejaría en evidencia o ensuciaría su alma.

Se dejó arrastrar por esas olas de pasión y locura que los envolvían, las manos de Hayden recorriendo su espalda, sus caderas. Ese beso que le quitaba el aliento y que aun apunto de desfallecer, deseaba seguir sintiendo, disfrutando los mantenía unidos y ajenos a todo lo que pasaba a su alrededor. Sus manos corrieron por el pecho masculino y el cuello hasta la nuca y el cabello, sus dedos se enredaron en ellos, estrujándolos, tironeando de él. Cuanto más lo hacía, Hayden la apretaba más a su cuerpo, y el de ella respondía también, sus pechos aprisionados por el torso masculino, rosaban en la tela del vestido, aquella fricción provocaba que éstos se pusieran duros y arrebataran de su boca gemidos de un placer que no conocía pero que le hacían experimentar oleadas de sensaciones en el centro del cuerpo.

Una de las manos de él, se deslizó espalda arriba, aprisionando la base de su cabeza e inmovilizándola, entonces los besos se volvieron más atrevidos, sus bocas se abrieron y dejaron que, aunque tímidamente al principio, las lenguas comenzaran a explorarse mutuamente, los ojos de Giulia se mantenían cerrados, y unas lágrimas surgieron de ellos, no eran de tristeza, sino de felicidad, no deseaba negar más ese amor que había surgido entre ellos, aunque aquello los arrimara al peligro, ¿a la muerte?, apretó los parpados para tratar de alejar ese pensamiento, no deseaba que ese momento se arruinara con premoniciones de futuros inciertos o trágicos.

El beso terminó por un momento y él alejó su rostro, ella abrió los ojos y buscó esa mirada de cielo que la acercaba al paraíso. Hayden, la miraba intensamente y ella se ruborizo, los labios volvieron a estar muy juntos, pero él la besó en la comisura de sus labios y cuando ella buscó esos labios para que volvieran a explorarse él aun abrazándola, tomó sus cabellos y tiró de ellos haciendo que ella inclinara la cabeza, dejando expuesto su cuello, los ojos de Giulia al principio mostraron asombro, pero cuando sintió los besos en el cuello, en sus hombros, entornó los parpados y abrió su boca, un estallido de sensaciones se apoderaron de cada centímetro de su cuerpo, sus manos volvieron a enterrar los dedos en el cabello de Hayden y acercó la cabeza masculina a su pecho, no sabía bien que intentaba hacer, solo dejaba que el instinto dirigiera esos movimientos, sus piernas temblaban y creía que en cualquier momento caería al suelo, si él no la mantenía abrazada.

Entonces, los besos, las caricias, y el calor de los cuerpos cesaron, él se alejaba de ella. De pronto se sintió muy indefensa, y estuvo a punto de llorar, abrió los ojos llena de sorpresa y angustia – ¿porque se aleja? – pensó desesperada, asustada de haber caído en una trampa. Aun con la respiración entrecortada, y algo mareada, buscó la mirada de su amado. El la contemplaba con una arrobación tan grande como la suya, lo vio quitarse un anillo e inclinarse, poniéndose de rodillas, - ¿qué está haciendo? – se dijo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas al escuchar cada una de las palabras que él le decía y la acción de ponerle el anillo en su dedo anular.

Le estaba pidiendo matrimonio, las emociones se apoderaron de ella, esa mujercita que hasta no hacía mucho, no creía en el amor, en los hombres y en que alguna vez pudiera disfrutar de un amor apasionado y sublime como el de sus hermanos, estaba viviendo su sueño más preciado, aquel que pensó que por su origen nunca podría permitirse el lujo de experimentar.

Se dejó caer de rodillas mientras lo abrazaba y escondía su rostro en el cuello masculino, aun con lágrimas en los ojos, se despegó un poco de él y lo miró a los ojos, asintió primero con la cabeza, luego con un tímido si, que repitió una y otra vez – sí, amor mío, deseo todo lo que vos, deseo estar a vuestro lado, criar nuestros hijos y envejecer juntos – dijo acariciando con sus manos el rostro masculino, y entregándose en un beso apasionado.

Escuchar las palabras de su amada fue una gran euforia, lo había aceptado, a él, a un asesino. A ella no podía engañarla, sabía lo que era y que era muy probable que Hayden terminara en los infiernos por tantos pecados cometidos, por tantas muertes otorgadas en el nombre del Señor, y aún así Giulia le había dicho que si. Ella se arrojó a él en un beso de pasión, el inquisidor la rodeó con sus brazos y no la dejó apartarse. Allí en el suelo ambos se perdieron en el beso.

Por su cabeza llegaron a su mente la imágenes de la última boda a la que asistió, la unión de un primo con una importante familia italiana. Hayden se imaginó vestido de gala y con Giulia a su lado, en un majestuoso vestido de blanco, el de su madre, que felices se veían en ese sueño, sintió una desesperación por que llegara ese día que abandonó los labios de su prometida.

- Tenemos que irnos lo antes posible, viajar Italia y celebrar nuestra boda. Giulia no puedo esperar a verte vestida como novia, arrebataros un beso así - no esperó contestación, volvió a esos labios que reclamaba como suyos. Perdieron el equilibrio y el cayó sobre ella, el olor del perfume de Giulia sedujo el olfato del inquisidor y cegado por la lujuria provocada, olvidó su educación y se dedicó a besar el cuello de su prometida. Bajó al provocador escote, sus besos se prolongaban sobre la casta piel. Los brazos de Hayden la tomaron de la espalda y comenzó a desabrochar el vestido, cuando terminó su labor. Descubrió los pechos blancos de Giulia, contempló por unos instantes los pezones erectos, su prometida los cubrió de inmediato, él la miró a los ojos y apartó los brazos de ella que no se resistió.

Hayden quedó en horcajadas sobre ella, llevó sus manos a los pechos firmes y los masajeó, escuchó el jadeó de ella, vio su rubor y de inmediato creció un bulto en el pantalón de Hayden, el inquisidor bajó a ellos y los besos, lamió y chupó los pezones, sintió de nuevo los delgados dedos de ella sobre su cabello, presionaba su rostro contra sus pechos, al mismo tiempo que alborotaba el cabello del vanidoso inquisidor.

Entonces Hayden se fue levantando sosteniendo a Giulia de sus caderas, ella dio un saltó sobre él cruzando sus piernas en un gesto instintivo, tenía su cabeza echada hacia atrás dando a Hayden más comodidad de poseer los pechos de la que sería su mujer, cayeron a la cama el vestido se alzó ligeramente mostrando la hermosa pierna de Giulia, el inquisidor la acarició desnudando la extremidad por completo, se detuvo en el muslo. Ella liberó la llave que sus piernas habían hecho entorno a la cintura de Hayden y colocó la planta de sus botas sobre la cama con las rodillas hacía arriba.

El cuerpo de Hayden cayó por completo sobre ella, el bulto de su pantalón rozó la ropa interior de ella, ambos ya ardían en deseos de unir sus cuerpos, de culminar el derroche de amor que surgía de sus cuerpos, el inquisidor abandonó los pechos y la besó, regresó a esos labios que ya lo habían extrañado y en la boca le dijo - os amo -

Giulia se perdió en el beso que él le prodigaba, en la felicidad que apenas le entraba en el pecho, y aunque las dudas y los miedos la asaltaban por pequeños segundos, las sensaciones que estaba experimentando por primera vez con Hayden, le nublaban el entendimiento. Cayeron al piso y él se colocó encima de ella, sintió las fuertes piernas cerrarse entorno de sus caderas y su cuerpo recargado sobre el suyo. Aquellos labios dejaron los suyos para recorrer y conquistar su cuello, sus hombros y explorar el escote seductor del vestido. Los besos que se volvían cada vez más exigentes, profundos y provocadores. Las manos del inquisidor la rodearon y sintió cuando con apremio desprendió el vestido.

Hayden le desnudó el torso, dejando expuesto sus senos blancos y sus pezones erectos y castos, Giulia inconscientemente los cubrió con sus manos, jamás mirada alguna los había contemplado y ahora él la observaba con deseo y pasión, con dulzura él tomó sus manos y las elevó sobre su cabeza bajando sus labios a los pezones que al sentir el calor de la boca del inquisidor se endurecieron hasta hacer que ella gimiera, esa lengua los lamia, aquellos labios los succionaba y corrían de uno a otro, las manos de él soltaron las suyas y en vez de apartarlo, como debería haber hecho una casta señorita, Giulia acarició con ternura y pasión esa cabeza apretándola contra su pecho cada vez que sentía esos labios que se apoderaban de alguno de los pezones.

Su rostro estaba arrebolado, por los jadeos que se desprendían de sus labios y las sensaciones nuevas y excitantes que vivía, entre sus piernas sentía un calor y una humedad que la avergonzaban, ¿Qué era aquello? ¿Era acaso algo pecaminoso lo que estaban haciendo?, mil preguntas se agolpaban en su mente pero eran destruidas con cada nueva oleada de sensación que la inundaba.

Hayden, se fue incorporando abrazándola desde la cintura y la espalda, levantándola, cuando se encontraron parados sobre sus pies, ella sin pensarlo saltó a esas caderas masculinas, abrazándolas apretando sus pechos desnudos al torso del hombre, buscando sus labios, cegada por esas sensaciones que él le provocaba, al abrazarlo sintió un bulto en la entrepierna del inquisidor y por un momento su rostro se cubrió de un color rojizo, hundió su rostro en el cuello de su prometido mientras él la acercaba al lecho.

Cayeron sobre las sabanas y la falda del vestido se elevó dejando expuesta sus largas y torneadas piernas, con sus brazos rodeando los hombros y el cuello de Hayden y acariciando su nuca lo miró a los ojos, preguntándole en silencio que debían hacer, que era lo que él deseaba hacerle, se ruborizó nuevamente y se mordió los labios mientras cerraba sus ojos al sentir las manos de él acariciar sus piernas, las destrabó apoyándolas en la cama abriéndolas un poco más y sintiendo como el miembro erecto de su prometido hacía presión sobre ella. Hayden seguía torturando sus pezones, lamiéndolos, haciendo que ella instintivamente levantara su pelvis intentando unir su cadera con la de él, en un momento el inquisidor dejó aquellos besos para recorrer el camino hasta su boca y unirse a ella en un beso apasionado que le robó el aliento, lo oyó decir que la amaba y se sintió inmensamente feliz, en los labios masculinos ella le susurró – sois el dueño de mi alma, y seréis el dueño de mi cuerpo, pero por favor sed gentil, tengo miedo – lo miró a los ojos, Giulia era totalmente sincera, ella, que nunca había tenido miedo a nada, ahora temblaba al pensar que él la poseería.