Déjate convencer, duerme esta noche conmigo | Dayane Wheton.

por **Rory Pond** Miér Feb 27, 2013 12:23 pm

"Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!"

Te desnudas igual - Jaime Sabines

— No me quieres… — le da la espalda, intenta que sea una broma pero la voz le sale teñida de un pequeño dolor que no es fácil de disimular. — ¿Me quisiste alguna vez siquiera? ¿En algún momento? ¿Antes? — suspira cansada, se da por vencida aún cuando no tiene claridad sobre que batalla es la que está librando. ¿Con quién pelea? ¿Contra quién? La guerra contra si misma es la más dura, la guerra contra lo que no puede cambiar es lo que la frustra y lo que la llena de dudas sobre si seguir adelante. Lleva una mano a su cabello y lo desordena, cuando resopla parece expulsar en ese aire sus frustraciones y los problemas que no suele compartir. — No tienes que responder, fueron preguntas estúpidas… — miente, otra vez, espera que ella se acerca y por lo mismo le da la espalda.

Cuando Rory caminaba de vuelta de atender a un cliente en una casa cercana, con el vestido que deja poco a la imaginación arremolinado en sus pies y la capa agitada por el viento que no ayuda mucho, tenía las mejillas sonrojadas y todo en su rostro que indicaba lo que acababa de hacer. Vio entonces un arcoiris y le costó un par de segundos notar que el cielo está oscuro por lo que es imposible que esa mezcla de colores sea un efecto producido por el sol o la lluvia. Antes de poder continuar preguntándose qué es lo que genera esa imagen que tiene al frente, un rostro aparece y bajando un poco la mirada nota una serpiente que le rodea el cuello. Los pies de Aurora corren rápido hasta la mujer creyendo que debe salvarla de algún peligro, pero su posterior sonrisa fue el indicativo de que todo está en calma.

¿Cuántas veces más hará lo mismo? Pide, exige, se confunde. Quiere una entrega total de su parte y ella no es capaz ni está posibilitada de hacerlo del mismo modo. Es injusto, pero ambos conocen la historia desde el comienzo. Esa noche en que se encontraron por primera vez ambos quedaron expuestas, la casualidad las llevó a encontrarse en una situación que si bien pudo ser incómoda para ellas fue el momento perfecto que dio además el inicio a todo lo demás. Pero tal como ese inicio brusco ha sido el resto del camino, un par de meses intensos pero también lleno de baches. — ¿Recuerdas la primera noche en que nos vimos? Ese día en que estabas cansada y las fuerzas te alcanzaban sólo para sonreír… ¿Por qué no me besas como lo hiciste esa noche? Dame un beso Dayane… dame uno de tus besos… —

por **Dayane Wheton** Jue Mar 07, 2013 9:35 am

Mis ojos la contemplaban con tranquilidad, incluso una sonrisa sincera en los labios mientras contemplaba su precioso rostro. Burla. Eso quería hacer ver en sus palabras, mientras que yo no podía evitar ver ese dolor que despredían aun cuando no quería mostrármelo. ¿Cómo decirle a esa mujer que si que la quería cuando no me gusta admitir sentimientos? Sentimientos... cosa desagradable que pensaba quitar de mi pecho.

Aun recordaba aquel horrible dolor que sentí cuando vi a Merrick con la otra mujer, pero, ¿acaso no le debía que ahora fuera libre? Si, la libertad era todo cuanto en esos instantes poseía, y los sentimientos solo habían conseguido volverme esclava de las personas, solo había que ver a aquel maldito hombre, al cual me ligué como una estúpida en cuanto le maldije de por vida. Mi esclavo para toda la eternidad. Pero aquello, obviamente, era un caso totalmente diferente.

-No las responderé, pero no será porque tu no quieras una respuesta por muy preguntas estúpidas que sean.- Sonreí ladina, sin dejar de mirarla con tranquilidad. Rory era una mujer interesante, apasionante a su manera y me encantaba pasar mi rato con ella. ¿Cuántas personas habían conseguido que pronunciara palabra? Ella se lo merecía. Se merecía mis respuestas, mi presencia y mi opinión. Pero si tenía que expresar algo, lo haría por gestos y no por burdas palabras que nunca llevaban a nada.- ¿Cómo voy a negarme a una petición así?

Sonreí ladina, mientras recordaba aquella noche que me nombraba, pensando en lo irónico que era aquella frase. ¿Solo tenía fuerzas para sonreír? No lo hacía amenudo, pero estaba claro que ella se fijó en ello. Alcé mi mano, tan solo para poder acariciar su rostro con suavidad, como si pudiera romperse en cualquiero momento y, teniendo en cuenta mi amor por la serpientes, era factible ese hecho. La veía como una pequeña muñeca de porcela que podía caerse y romperse en cualquier momento... Me encantaba. Al final junté mis labios con los suyos, rozando más la dulzura que la lujuria.

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