AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
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Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Un chorro de agua caliente corrió por su espalda recorriendo cada una de sus vertebras hasta dejarla relajada por completo, luego cerró el grifo, y salió de la ducha con una toalla pequeña alrededor de su cuerpo, envolviéndola para regalo.
Se vistió rápidamente con la poca ropa que llevaría puesta. Tenía un vestido rojo en desnivel con falda larga delante y un gran tajo y detrás descaradamente corta a punto tal que se notaba la parte superior del porta-ligas rojo en composé. Para disimular esto en la calle se llevó el tapado de rigor. Un tapado negro que la cubría las hasta las pantorrillas y disimulaba una posible pollera.
Apenas llegó al burdel saludó a sus compañeros de todas las noches y se dispuso a recibir al primer cliente con el cual se termino enojando profundamente porque abonó menos de lo que debía abonar, en cuanto le reclamó esto el hombre no tuvo mejor idea que asestarle una bofetada que la dejó tumbada en la cama con un dolor en la espalda importante por haber chocado la espina dorsal con el borde lateral de la cama. Estaba fuera de sus cabales cuando se acercó hasta la barra y vio llegar a Aemon bajando por las escaleras con un aire ganador que tenia por firma y que tanto gustaba al sexo opuesto y al propio también, ademas de su mirada que causaba venirse sin mas que mirarlo.
-Aemon- lo llamó con una seña mientras hacia pucheros.
Última edición por Sweet Von Teese el Vie Jun 21, 2013 8:25 pm, editado 1 vez
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
No se que manía tenían casi todos los hombres y mujeres de alta alcurnia de citarse con gente como yo en el burdel con la excusa de usar pasadizos secretos, escondrijos y mensajeros con tal de que no pudieran enlazarlos con nosotros. Si realmente no quieres que la gente se entere de tus quehaceres no los hagas o al menos no manejes tanto. De todos modos a mi me daba igual, además, así iba conociendo los trapicheos de cada uno y su forma de devolver los favores. Estaba esperando en una de las grandes habitaciones del burdel, con un gran salón, una habitación inmensa y un buen baño. Mis posaderas se encontraban a los pies de la cama, comprobando su comodidad y pensando que que suerte tenían las chicas o chicos que allí hubiesen trabajado con gusto, aunque yo fuese uno de ellos.
Ahora no estaba tan gozoso pues no sabía si me estaba volviendo a jugar la vida o eran solo imaginaciones mías. De pronto la puerta se abrió y entró un hombre con un sombrerete de terciopelo verde con una pluma roja portando una carta en la mano enguantada, me la dio y se largó tal y como había venido. No pude saber que pensaba porque no mudó el gesto, impenetrable. Abrí la carta y allí estaba... era una simple palabra, una seña entre quien había enviado al mensajero y yo pero que me llenó de alegría. Había pensado mi propuesta de pago y la había aceptado, pero había un "+" tras la palabra. ¿Qué querría decir? Iba a preocuparme cuando escuché que bajo la puerta del salón se colaba un papel. Me acerqué para cogerlo y allí estaba la explicación, seguramente dejada por el mismo mensajero en un juego expresamente pensado por aquél noble. En ella decía que me daba lo que pedía y una compensación mayor por mi forma de ser y que no olvidase deshacerme de esa segunda nota. La tiré a la chimenea y la vi arder antes de salir de allí.
Bajaba las escaleras contento, sin fijarme en el resto de cortesanos y cortesanas. Eran mis compañeros pero yo no trabajaba allí, era autónomo por llamarlo de alguna manera, tenía mi propia cartera aunque de vez en cuando fuese a visitar, a buscar clientes o simplemente a ser cliente yo mismo. El caso es que al terminar de bajar la escalera escuché mi nombre sobre el alboroto y giré la cabeza. Allí estaba Sweet, una chica que había visto algunas veces y que me caía bien. Era bonita de cara y tenía un cuerpo casi mejor lo que le servía para su oficio de una forma muy generosa. Me acerqué a ella y le acaricié la mejilla al verla hacer pucheros.- "¿Qué ocurre, Sweet?" -Pregunté dándole dos besos en la mejilla, con la cercanía que me caracterizaba y el poco pudor, algo que a muchos asustaba de mi persona, sobretodo cuando me veían correr en pelotas por el lago, lo que ya me había buscado algún problemilla con la justicia que resolvía corriendo más por las calles y escandalizando hasta escapar. Vi acercarse al camarero y miré a la morena.- "¿Quieres tomar algo? ¿Estás bien?" -La veía algo enfadada a pesar de su expresión, suponía que algo no iba bien, y si me había llamado estando así apartada no debía ser nada bueno, tal vez montarme como la amazona que era ella pero había algo más...
Ahora no estaba tan gozoso pues no sabía si me estaba volviendo a jugar la vida o eran solo imaginaciones mías. De pronto la puerta se abrió y entró un hombre con un sombrerete de terciopelo verde con una pluma roja portando una carta en la mano enguantada, me la dio y se largó tal y como había venido. No pude saber que pensaba porque no mudó el gesto, impenetrable. Abrí la carta y allí estaba... era una simple palabra, una seña entre quien había enviado al mensajero y yo pero que me llenó de alegría. Había pensado mi propuesta de pago y la había aceptado, pero había un "+" tras la palabra. ¿Qué querría decir? Iba a preocuparme cuando escuché que bajo la puerta del salón se colaba un papel. Me acerqué para cogerlo y allí estaba la explicación, seguramente dejada por el mismo mensajero en un juego expresamente pensado por aquél noble. En ella decía que me daba lo que pedía y una compensación mayor por mi forma de ser y que no olvidase deshacerme de esa segunda nota. La tiré a la chimenea y la vi arder antes de salir de allí.
Bajaba las escaleras contento, sin fijarme en el resto de cortesanos y cortesanas. Eran mis compañeros pero yo no trabajaba allí, era autónomo por llamarlo de alguna manera, tenía mi propia cartera aunque de vez en cuando fuese a visitar, a buscar clientes o simplemente a ser cliente yo mismo. El caso es que al terminar de bajar la escalera escuché mi nombre sobre el alboroto y giré la cabeza. Allí estaba Sweet, una chica que había visto algunas veces y que me caía bien. Era bonita de cara y tenía un cuerpo casi mejor lo que le servía para su oficio de una forma muy generosa. Me acerqué a ella y le acaricié la mejilla al verla hacer pucheros.- "¿Qué ocurre, Sweet?" -Pregunté dándole dos besos en la mejilla, con la cercanía que me caracterizaba y el poco pudor, algo que a muchos asustaba de mi persona, sobretodo cuando me veían correr en pelotas por el lago, lo que ya me había buscado algún problemilla con la justicia que resolvía corriendo más por las calles y escandalizando hasta escapar. Vi acercarse al camarero y miré a la morena.- "¿Quieres tomar algo? ¿Estás bien?" -La veía algo enfadada a pesar de su expresión, suponía que algo no iba bien, y si me había llamado estando así apartada no debía ser nada bueno, tal vez montarme como la amazona que era ella pero había algo más...
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Una caricia levemente la había transportado hacia otro mundo, un mundo donde la paz triunfaba sobre las adversidades, donde todo volvía a ser mas calmo, mas sereno. Por algún motivo particular esto le recordó a su casa en el campo, allí junto a su madre, en las laboriosas tareas domesticas. Hace rato no iba a ver a su madre, el tiempo escaseaba y prefería guardar el dinero del pasaje en bienes mejores, pero lo haría en poco tiempo apenas acumulara unos cuantos francos mas.
La caricia provenía de manos de nada mas ni nada menos que Aemon, un cortesano que no tenia la necesidad de pasarse por el burdel día y noche para ser de sirvientes del resto sino que era cuentapropista y tenia cartera propia, unos clientes de lo mas rebuscados como lo eran la gente de clase alta por como Sweet lo veía, los hombres de clase alta solían pedir cosas extravagantes incluso en la cama, cosas raras que apenas el dinero podía pagar porque si esto se difundía en las afueras de las habitaciones sería un escándalo terrible para la sociedad de la que se valían sus finanzas.
-Ok, tomemos algo Aemon, estoy algo maltratada el día de hoy- dijo aun con la mirada triste bajo ese puchero que era en parte cierto, a pesar de lo artificial que se lo veía. Aemon era de los hombres que Sweet llamaría, totalmente apuesto y fornido, el contorno de su cuerpo en sí no podía dar mas que a pensar cosas pecaminosas sumadas a su actitud totalmente descarada que solía portar y su ya nombrado aire de galantez. Era como un sueño.
Se acomodó un poco mas en el asiento mientras cruzaba sus piernas y se abrazaba al brazo del hombre en gesto de amistad, si bien con el no había hablado mas que unas pocas veces, tenia este tipo de afinidad con la gente que ella creía conocer a fondo a pesar de haber cruzado unas pocas palabras a menudo. Sweet se jactaba de darse cuenta de la pureza del alma de la persona solo con mirarla a los ojos, porque estos eran la ventana del alma. Sería eso cierto?
-Hoy un hombre me golpeó ademas que anteayer otro me persiguió por las habitaciones del 1er. piso queriendo abordarme sin siquiera haber pagado la mas mínima moneda ...- suspiro -A veces me siento vulnerable...- se sinceró mientras observaba al cantinero dejar frente a ellos unos vasos con bebida a rebosar.
La caricia provenía de manos de nada mas ni nada menos que Aemon, un cortesano que no tenia la necesidad de pasarse por el burdel día y noche para ser de sirvientes del resto sino que era cuentapropista y tenia cartera propia, unos clientes de lo mas rebuscados como lo eran la gente de clase alta por como Sweet lo veía, los hombres de clase alta solían pedir cosas extravagantes incluso en la cama, cosas raras que apenas el dinero podía pagar porque si esto se difundía en las afueras de las habitaciones sería un escándalo terrible para la sociedad de la que se valían sus finanzas.
-Ok, tomemos algo Aemon, estoy algo maltratada el día de hoy- dijo aun con la mirada triste bajo ese puchero que era en parte cierto, a pesar de lo artificial que se lo veía. Aemon era de los hombres que Sweet llamaría, totalmente apuesto y fornido, el contorno de su cuerpo en sí no podía dar mas que a pensar cosas pecaminosas sumadas a su actitud totalmente descarada que solía portar y su ya nombrado aire de galantez. Era como un sueño.
Se acomodó un poco mas en el asiento mientras cruzaba sus piernas y se abrazaba al brazo del hombre en gesto de amistad, si bien con el no había hablado mas que unas pocas veces, tenia este tipo de afinidad con la gente que ella creía conocer a fondo a pesar de haber cruzado unas pocas palabras a menudo. Sweet se jactaba de darse cuenta de la pureza del alma de la persona solo con mirarla a los ojos, porque estos eran la ventana del alma. Sería eso cierto?
-Hoy un hombre me golpeó ademas que anteayer otro me persiguió por las habitaciones del 1er. piso queriendo abordarme sin siquiera haber pagado la mas mínima moneda ...- suspiro -A veces me siento vulnerable...- se sinceró mientras observaba al cantinero dejar frente a ellos unos vasos con bebida a rebosar.
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Si todo salía bien estaría una temporada lejos del burdel, lejos de clientes adinerados y no tan apoderados, lejos de poner el culito o el rabito, lejos de vender mi cuerpo. Llevaba un tiempo pensando en dedicarme a mi otro oficio, el encubierto. Quería ayudar a la gente de Francia que no podía pagarse los cuidados médicos pero todabía no había tenido ni el tiempo ni el dinero como para poder ayudar al resto y no morirme de hambre en el intento. Algunos días había llegado al extremo de no dormir para atender a algunos niños pobres de los orfanatos y a un par de conocidos pero eso al final pasaba factura. Los que me contraban fuera del burdel me veían cansado y decían que preferían pagar por alguien con mejor aspecto que por mí, y eso que a mi no me tenían que dar dinero. De todos modos era feliz, ayudaba a la gente y ellos me daban lo que podían. Una veces manzanas, otras una cama para dormir, otras las gracias, que ya era mucho.
Sea como fuere, si todo salía como pensaba con el hombre de la carta, solo tenía que esperar una semanita y tendría suficiente de nuevo para dedicarme un mes por entero a los poco afortunados. Es indescriptible la cara sucia de un pequeño sonriendo, feliz al ver un poco de luz en tanta oscuridad opresiva. Pero mientras tanto, y tras una pequeña mala racha, tenía que estar en el burdel, solo una semana más. Ya no me importaba encontrar clientes o no, podía tirarme en una cama y pasar la semana así, si no fuese porque no quería ocupar la habitación de un compañero que la necesitase. Ahora estaba con Sweet y lo que me contaba no me gustaba mucho, pero me alegraba que me lo dijese tras recibir tan buena noticia puesto que eso me daba la libertad para hablar con ella y tal vez sacar mis dotes médicas para ayudarla a pasar mejor el mal rato.
Los brazos de Sweet alrededor del mío me permitieron notar uno de sus firmes pechos contra el mismo, agradándome el contacto y haciéndome sonreir. Levanté un brazo para pedir "lo de siempre" con ese gesto. A Sweet le traerían lo que sabían que le gustaba y a mi un zumo de naranja. Era extraño ver a alguien en aquella época que no bebiese o fumase y mucho más en un cortesano, pero era así. Igual que iba en pelotas cuando la gente se escandalizaría, me tomaba un zumito cuando lo normal era un whisky. Apoyé la mano del brazo que me cogía la morena en su muslo y lo acaricié despacio.- "Pero es normal, Sweet. Es nuestro trabajo y esos nuestros gajes." -La miré a los ojos mientras llegaban nuestros pedidos.- "Déjame ver el golpe, tal vez pueda ayudarte. ¿Te duele mucho?" -Dí un sorbo a mi bebida esperando la respuesta y, tal vez, que allí mismo me enseñase el lugar del golpe.
Mientras esperaba no pude evitar que a mi mente viniese la imagen de nosotros dos en una habitación, mientras cuidaba de su golpe. No pude evitar imaginarla desnuda, mordiéndose el labio y pidiéndome que entrase en ella. Tampoco pude evitar imaginarla gimiendo y pidiendo más y más y más. Empezaba a ponerme tonto y eso se podía notar levemente en mi pantalón, pero como siempre, no me importaba, era una reacción natural y al que no le guste que no mire.- "Odio a la gente así. Si no fuese porque podría traerle problemas al burdel y a todos vosotros me encanrgaría de que más de uno se lo pensase dos veces antes de acercarse aquí."
Sea como fuere, si todo salía como pensaba con el hombre de la carta, solo tenía que esperar una semanita y tendría suficiente de nuevo para dedicarme un mes por entero a los poco afortunados. Es indescriptible la cara sucia de un pequeño sonriendo, feliz al ver un poco de luz en tanta oscuridad opresiva. Pero mientras tanto, y tras una pequeña mala racha, tenía que estar en el burdel, solo una semana más. Ya no me importaba encontrar clientes o no, podía tirarme en una cama y pasar la semana así, si no fuese porque no quería ocupar la habitación de un compañero que la necesitase. Ahora estaba con Sweet y lo que me contaba no me gustaba mucho, pero me alegraba que me lo dijese tras recibir tan buena noticia puesto que eso me daba la libertad para hablar con ella y tal vez sacar mis dotes médicas para ayudarla a pasar mejor el mal rato.
Los brazos de Sweet alrededor del mío me permitieron notar uno de sus firmes pechos contra el mismo, agradándome el contacto y haciéndome sonreir. Levanté un brazo para pedir "lo de siempre" con ese gesto. A Sweet le traerían lo que sabían que le gustaba y a mi un zumo de naranja. Era extraño ver a alguien en aquella época que no bebiese o fumase y mucho más en un cortesano, pero era así. Igual que iba en pelotas cuando la gente se escandalizaría, me tomaba un zumito cuando lo normal era un whisky. Apoyé la mano del brazo que me cogía la morena en su muslo y lo acaricié despacio.- "Pero es normal, Sweet. Es nuestro trabajo y esos nuestros gajes." -La miré a los ojos mientras llegaban nuestros pedidos.- "Déjame ver el golpe, tal vez pueda ayudarte. ¿Te duele mucho?" -Dí un sorbo a mi bebida esperando la respuesta y, tal vez, que allí mismo me enseñase el lugar del golpe.
Mientras esperaba no pude evitar que a mi mente viniese la imagen de nosotros dos en una habitación, mientras cuidaba de su golpe. No pude evitar imaginarla desnuda, mordiéndose el labio y pidiéndome que entrase en ella. Tampoco pude evitar imaginarla gimiendo y pidiendo más y más y más. Empezaba a ponerme tonto y eso se podía notar levemente en mi pantalón, pero como siempre, no me importaba, era una reacción natural y al que no le guste que no mire.- "Odio a la gente así. Si no fuese porque podría traerle problemas al burdel y a todos vosotros me encanrgaría de que más de uno se lo pensase dos veces antes de acercarse aquí."
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Era cierto, Aemon tenia razón, eran gajes del oficio ese tipo de maltratos, pero ella se sentía vulnerable aun, recién llegada del campo, trabajando a nivel de pueblo de prostituta, y de repente ascendiendo al nivel de ciudad, estaba empezando a pesarle la mochila.
Aun así tendría que idear algún plan para poder zafar de situaciones similares y salir mejor parada antes que terminar con la espalda u otra parte del cuerpo rota a causa de las contusiones o los golpes. Aemon sabia de cuestiones del cuerpo, no solo de causarle placer sino también de sanarlo, de eso estaba al tanto. Muchos del lugar y mucha gente de afuera solía acudir a él como un medico accesible. Sweet misma solía recomendar a la gente que vivía con ella en el asilo que acudiera a él con algo de dinero, lo que sea por mas mínimo porque era un medico que no cobraba sumas exorbitantes por sus servicios, era un hombre de bien.
Tenia unas suaves manos, de seguro las cuidaba a menudo por la textura que tenían estas. lo notó mientras sentía a estas correr por sus muslos, y rozar las ligas que llevaba bajo su vestido. Su mente jugaba con ella, de forma que comenzaba a pensar que maravillas harían esas manos.
Apuró un poco su bebida, hasta el punto de que él hiciera lo mismo y ante su pregunta respondió.
-Me gustaría que la vieras, pero no puedo mostrártela aquí, porque es a la altura de la cintura, temo que no solo sea la espina dorsal la que me haya golpeado, mira si es una costilla también!. Acompáñame al vestuario quieres?-
El vestuario era un lugar tranquilo, en donde las damas solían cambiarse bien temprano, antes del turno noche del hotel, después del horario de apertura el lugar solía quedar vació en compañía de las ropas de dama, los maquillajes, labiales y rubores y sus muebles, que eran principalmente un diván de terciopelo, el espejo iluminado sobre la amplia mesa y el placard.
Aun así tendría que idear algún plan para poder zafar de situaciones similares y salir mejor parada antes que terminar con la espalda u otra parte del cuerpo rota a causa de las contusiones o los golpes. Aemon sabia de cuestiones del cuerpo, no solo de causarle placer sino también de sanarlo, de eso estaba al tanto. Muchos del lugar y mucha gente de afuera solía acudir a él como un medico accesible. Sweet misma solía recomendar a la gente que vivía con ella en el asilo que acudiera a él con algo de dinero, lo que sea por mas mínimo porque era un medico que no cobraba sumas exorbitantes por sus servicios, era un hombre de bien.
Tenia unas suaves manos, de seguro las cuidaba a menudo por la textura que tenían estas. lo notó mientras sentía a estas correr por sus muslos, y rozar las ligas que llevaba bajo su vestido. Su mente jugaba con ella, de forma que comenzaba a pensar que maravillas harían esas manos.
Apuró un poco su bebida, hasta el punto de que él hiciera lo mismo y ante su pregunta respondió.
-Me gustaría que la vieras, pero no puedo mostrártela aquí, porque es a la altura de la cintura, temo que no solo sea la espina dorsal la que me haya golpeado, mira si es una costilla también!. Acompáñame al vestuario quieres?-
El vestuario era un lugar tranquilo, en donde las damas solían cambiarse bien temprano, antes del turno noche del hotel, después del horario de apertura el lugar solía quedar vació en compañía de las ropas de dama, los maquillajes, labiales y rubores y sus muebles, que eran principalmente un diván de terciopelo, el espejo iluminado sobre la amplia mesa y el placard.
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Se me había ido el tiempo por las nubes. Ella tan preocupada por su golpe y yo allí, hablando de venganzas y enfados de chiquillos. La escuché y suspiré apenado por mi mismo. Ella tenía un golpe y eso era lo más importante, había que vigilarlo, seguir su evolución y curarlo, o quitarle el susto del cuerpo si era un golpe simple sin mayores implicaciones. La miré a los ojos mientras apuraba el vaso y le acaricié la pierna por última vez.- "No, mejor que no muestres eso aquí. No quiero que le dé un infarto a ningún cliente." -Le guiñé un ojo, quería animarla al no saber que podía encontrarme. Me puse en pie y le ofrecí un brazo, cuanto antes saliésemos de allí y me mostrase la herida mejor.
No os voy a negar que andar con una erección sea dificil pero ayuda ir acompañado de una joven bella. Mientras caminábamos a donde quiera que me fuese a llevar iba repasando mis conocimientos. El color que debían tener los hematomas, la clasificación, como podían ser las reacciones al tocar si era rotura, golpe o herida,...
A nuestro alrededor se escuchaban cuchicheos y algunas voces más. Lo típico en un burdel a cualquier hora del día, en unas más en otras menos. Entonces, aunque lo hubiese pensado antes, pregunté a donde quería que la llevase y que me susurrase al oido donde tenía el golpe. Si era por las costillas y la cintura podía ser por la parte frontal, lateral o posterior (espalda). Además, no me gustó cuando la vi acercarse, parecía dolerle demasiado, esperaba que solo fuese una actuación... la castigaría con un polvo. En cuanto se me pasó eso por la cabeza sonreí para mí mismo.- "Verás como no es nada. Ahora mismo veremos que tienes. Eso sí, seguramente necesitarás reposo, ¿entendido?"
No os voy a negar que andar con una erección sea dificil pero ayuda ir acompañado de una joven bella. Mientras caminábamos a donde quiera que me fuese a llevar iba repasando mis conocimientos. El color que debían tener los hematomas, la clasificación, como podían ser las reacciones al tocar si era rotura, golpe o herida,...
A nuestro alrededor se escuchaban cuchicheos y algunas voces más. Lo típico en un burdel a cualquier hora del día, en unas más en otras menos. Entonces, aunque lo hubiese pensado antes, pregunté a donde quería que la llevase y que me susurrase al oido donde tenía el golpe. Si era por las costillas y la cintura podía ser por la parte frontal, lateral o posterior (espalda). Además, no me gustó cuando la vi acercarse, parecía dolerle demasiado, esperaba que solo fuese una actuación... la castigaría con un polvo. En cuanto se me pasó eso por la cabeza sonreí para mí mismo.- "Verás como no es nada. Ahora mismo veremos que tienes. Eso sí, seguramente necesitarás reposo, ¿entendido?"
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Sweet rió ante el comentario del infarto, este hombre no solo estaba para la cama sino que valía la pena que ademas hablase. Tenia la vista fija en el mientras observaba sus ojos que no parecían decir nada pero que de seguro había muchos pensamientos detrás de esa mirada.
Tomó su brazo cuando se lo ofreció y notó la sensación del golpe que ya estaba empezando a olvidar. Como la mente juega con los dolores!
- Me vendría bien pasar mas tiempo en la cama, ya casi ni duermo, mi cuerpo necesita descanso y mimos de vez en cuando - dijo mientras una mirada picara cruzaba su rostro para luego volver en si ante la sonrisa de Aemon. - Gracias Aemon , no todos son tan amables con tu en este mundo, cariño - dijo mientras caminaba a su lado y depositaba un rápido beso en sus mejillas.
Acaso estaba coqueteando con el? Que me pasa? se preguntó varias veces mientras la duda se implantaba en ella como el clavel del aire a los arboles. Que sentía por este hombre con quien había cruzado un par de palabras laborales y con el cual se comportaba como una idiota! Un beso en la mejilla, seguramente de allí su apodo Sweet, pueblerina inmadura!. Y se rió de si misma por un momento.
Al llegar al vestuario, se soltó de Aemon y cerro la puerta tras de si haciendo una mueca de dolor, algo mayor al que realmente sentía. Fue hasta el sillón aterciopelado de dos cuerpos y demasiado bello para el lugar. En vez de sentarse apoyó una de sus rodillas sobre el asiento mientras desabrochaba los cordones del corset ajustado. Los hojales cedían al igual que la prenda revelando su espalda que parecía sin problemas hasta la altura de la parte baja del torso donde se podía ver una franja algo roja e hinchada.
Se apoyó con sus pechos sobre el respaldo del sillón y arrojó a un lado el corset. - Ves Aemon, esta doliendo un poco, quizá tenga suerte y solo sea un moretón, tu que opinas? - le dijo mientras lo miraba por sobre su hombro .
Tomó su brazo cuando se lo ofreció y notó la sensación del golpe que ya estaba empezando a olvidar. Como la mente juega con los dolores!
- Me vendría bien pasar mas tiempo en la cama, ya casi ni duermo, mi cuerpo necesita descanso y mimos de vez en cuando - dijo mientras una mirada picara cruzaba su rostro para luego volver en si ante la sonrisa de Aemon. - Gracias Aemon , no todos son tan amables con tu en este mundo, cariño - dijo mientras caminaba a su lado y depositaba un rápido beso en sus mejillas.
Acaso estaba coqueteando con el? Que me pasa? se preguntó varias veces mientras la duda se implantaba en ella como el clavel del aire a los arboles. Que sentía por este hombre con quien había cruzado un par de palabras laborales y con el cual se comportaba como una idiota! Un beso en la mejilla, seguramente de allí su apodo Sweet, pueblerina inmadura!. Y se rió de si misma por un momento.
Al llegar al vestuario, se soltó de Aemon y cerro la puerta tras de si haciendo una mueca de dolor, algo mayor al que realmente sentía. Fue hasta el sillón aterciopelado de dos cuerpos y demasiado bello para el lugar. En vez de sentarse apoyó una de sus rodillas sobre el asiento mientras desabrochaba los cordones del corset ajustado. Los hojales cedían al igual que la prenda revelando su espalda que parecía sin problemas hasta la altura de la parte baja del torso donde se podía ver una franja algo roja e hinchada.
Se apoyó con sus pechos sobre el respaldo del sillón y arrojó a un lado el corset. - Ves Aemon, esta doliendo un poco, quizá tenga suerte y solo sea un moretón, tu que opinas? - le dijo mientras lo miraba por sobre su hombro .
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Mi mente luchaba en dos frentes. Por un lado se encontraba el médico. Quería ver que tenía en la espalda, darle algunas indicaciones y que descansara. Quería cuidarla y comprobar que se recuperaba bien, tal vez hacerla reir de vez en cuando, puesto que había comprobado que la risa ayudaba a la mejoria de muchas dolencias. Esperaba que no fuese nada y que así pudiese volver a su vida normal cuanto antes.
Pero por otro lado estaba el Aemon cortesano, el que se había dedicado a esa profesión por deseo, por gusto, porque le encantaba el olor a sexo y porque tenía demasiada poca vergüenza, algo que en más de una ocasión le había jugado malas pasadas con la policía y con la hipócrita censura de aquél tiempo. Ese otro "yo" deseaba llevarla a algún lugar, mirar el golpe rápidamente, ver que no era nada y aprovechar para disfrutar del cuerpo de Sweet. Solo la había visto por allí algunas veces pero era dificil no mirar su cuerpo y que el pantalón empezase a doler horrores.
Fuese quien fuese el que ese día tuviese más control sobre mí solo pude sonreír ante su "cariño" y el beso en la mejilla. No pude evitar que de reojo mis ojos mirasen su escote y mi entrepierna se moviese bajo el pantalón. De cualquier modo, estaba acostumrado a las rápidas reacciones de mi cuerpo así que no le di mayor importancia que la que puede tener empalmarse al ver un cuerpo bonito. Seguí a Sweet, entre los clientes, hasta el vestuario con la firme intención de comportarme solo como médico, pero lo que hizo derrumbó esa idea en el acto.
La vi acercarse al sofá y ponerse prácticamente a cuatro patas. Realmente había apoyado una pierna en el sofá dándole la espalda y se estaba quitando el corsé. A pesar de quitárselo nada se movió del lugar, como si fuese ella la que mantenía el corsé en su sitio, en lugar de ser el corsé el que le mantenía las carnes colocadas. Me miró por encima del hombro y me acerqué ante su pregunta. Veía una marca rojiza en la parte baja de su cintura y, aunque me habría gustado ver mejor sus pechos, ahora apoyados en el respaldo, me dije que lo primero era la salud de mi compañera. Me acerqué despacio a su espalda para observar primero.- "Parece que has tenido suerte, pero será mejor asegurarse. Voy a tocarte y quiero que me digas si te duele y más o menos cuanto." -Me puse a su espalda y masajee sus hombros, echándolos ligeramente hacia atrás y adelante, para que su espalda se estirase un poco. Después bajé a los homóplatos para ver si el golpe se extendía más allá de lo visible. Después sus costados, las costillas superiores, en las que aproveché para acariciar, como al despiste, la base de sus senos, grandes en su justa medida, prietos y apetitosos. Bajé un poco más hasta las lumbares, casi en el lugar donde estaba la marca rojiza concentrado en lo que ella dijese y en los movimientos de su cuerpo, que pudiesen revelarme dolores que ella quisiese ocultar.
Finalmente llegué al lugar de la marca rojiza pero aquél no iba a tocarlo puesto que si era algo grave un roce podría agravarlo. Pegué mi cintura a la suya y apoyé las manos sobre su cintura, obligandola, sin presionar, a que curvase la espalda hacia abajo; quería ver si tenía algún pinzamiento. Aquél movimiento no pudo evitar que mi erección y sus nalgas se tocasen, incluso se presionasen entre sí, aumentando el tamaño de lo que tenía entre las piernas, pero, de nuevo, no le presté atención, estaba tratando por todos los medios de seguir siendo el "doctor". Por suerte, parecía estar todo bien y ser solo un moratón que dolería un par de días y desaparecería en otro par.- "¿Te duele mucho esto?" -Dije masajeando los alrededores de la zona, sin separar mi cintura de la suya, sin darme cuenta estaba frotándome ligeramente con ella. ¿Un embrujo? ¿Un coqueteo? ¿Se me estaba yendo de las manos mi gusto por el sexo? Paré de frotarme pues no quería incomodarla, pero no me separé. Esperé a ver sus respuestas.
Pero por otro lado estaba el Aemon cortesano, el que se había dedicado a esa profesión por deseo, por gusto, porque le encantaba el olor a sexo y porque tenía demasiada poca vergüenza, algo que en más de una ocasión le había jugado malas pasadas con la policía y con la hipócrita censura de aquél tiempo. Ese otro "yo" deseaba llevarla a algún lugar, mirar el golpe rápidamente, ver que no era nada y aprovechar para disfrutar del cuerpo de Sweet. Solo la había visto por allí algunas veces pero era dificil no mirar su cuerpo y que el pantalón empezase a doler horrores.
Fuese quien fuese el que ese día tuviese más control sobre mí solo pude sonreír ante su "cariño" y el beso en la mejilla. No pude evitar que de reojo mis ojos mirasen su escote y mi entrepierna se moviese bajo el pantalón. De cualquier modo, estaba acostumrado a las rápidas reacciones de mi cuerpo así que no le di mayor importancia que la que puede tener empalmarse al ver un cuerpo bonito. Seguí a Sweet, entre los clientes, hasta el vestuario con la firme intención de comportarme solo como médico, pero lo que hizo derrumbó esa idea en el acto.
La vi acercarse al sofá y ponerse prácticamente a cuatro patas. Realmente había apoyado una pierna en el sofá dándole la espalda y se estaba quitando el corsé. A pesar de quitárselo nada se movió del lugar, como si fuese ella la que mantenía el corsé en su sitio, en lugar de ser el corsé el que le mantenía las carnes colocadas. Me miró por encima del hombro y me acerqué ante su pregunta. Veía una marca rojiza en la parte baja de su cintura y, aunque me habría gustado ver mejor sus pechos, ahora apoyados en el respaldo, me dije que lo primero era la salud de mi compañera. Me acerqué despacio a su espalda para observar primero.- "Parece que has tenido suerte, pero será mejor asegurarse. Voy a tocarte y quiero que me digas si te duele y más o menos cuanto." -Me puse a su espalda y masajee sus hombros, echándolos ligeramente hacia atrás y adelante, para que su espalda se estirase un poco. Después bajé a los homóplatos para ver si el golpe se extendía más allá de lo visible. Después sus costados, las costillas superiores, en las que aproveché para acariciar, como al despiste, la base de sus senos, grandes en su justa medida, prietos y apetitosos. Bajé un poco más hasta las lumbares, casi en el lugar donde estaba la marca rojiza concentrado en lo que ella dijese y en los movimientos de su cuerpo, que pudiesen revelarme dolores que ella quisiese ocultar.
Finalmente llegué al lugar de la marca rojiza pero aquél no iba a tocarlo puesto que si era algo grave un roce podría agravarlo. Pegué mi cintura a la suya y apoyé las manos sobre su cintura, obligandola, sin presionar, a que curvase la espalda hacia abajo; quería ver si tenía algún pinzamiento. Aquél movimiento no pudo evitar que mi erección y sus nalgas se tocasen, incluso se presionasen entre sí, aumentando el tamaño de lo que tenía entre las piernas, pero, de nuevo, no le presté atención, estaba tratando por todos los medios de seguir siendo el "doctor". Por suerte, parecía estar todo bien y ser solo un moratón que dolería un par de días y desaparecería en otro par.- "¿Te duele mucho esto?" -Dije masajeando los alrededores de la zona, sin separar mi cintura de la suya, sin darme cuenta estaba frotándome ligeramente con ella. ¿Un embrujo? ¿Un coqueteo? ¿Se me estaba yendo de las manos mi gusto por el sexo? Paré de frotarme pues no quería incomodarla, pero no me separé. Esperé a ver sus respuestas.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Me estaría extralimitando o pasando el limite entre nosotros? La idea era obviamente dar conocimiento de la herida a ver si esta era grave o no, pero la realidad era que al ver a Aemon siempre se le paso por la cabeza esa lejana y casi imposible idea de encontrárselo así como por casualidad y poder tener un encuentro con ese cortesano que dejaba a las damas en las habitaciones entre suspiros y promesas de volver por mas... no podía negar que no era tentador y la curiosidad llegó a su mente en varias oportunidades para saber que era lo que este hombre ofrecía.
Si, estaba siendo algo mas explicita de lo normal, quizá si, pero seguramente el conociendo el ámbito tenia en cuenta estas cosas, de seguro estaba mas que acostumbrado. O no? Un sentimiento parecía decir que algo mas podía pasar esa noche y iba a aprovecharlo de lleno en caso de ser así. Lo peor que podía pasar era que apareciese el regente del lugar y los obligara a volver a sus trabajos.
Sus manos comenzaron a acariciar la espalda cansada de Sweet y esta se sintió aliviada, el peso de la ropa, el corset y la cintura que no estaba en su mejor estado hacia que se inclinara ligeramente bajo la presión de sus dedos tan suaves y fuertes a la vez. Con movimientos descendentes provocaba el delirio, lo contrataría de ser necesario para que le diera masajes de por vida antes de empezar una ardua noche. El descenso continuaba hasta que un gemido se fugó de sus labios, un gemido entre placer acumulado y un leve dolor que se le presentaba en la zona baja, nada demasiado doloroso y de pronto sintió la proximidad de Aemon apoyado contra sus nalgas, pero no era su firme pierna la que tenia entre ellas; su miembro se erguía con presencia marcando sus movimientos y empujando con tirones desde su pantalón. Oh por Dios! pensó Sweet mientras su boca se abría en una O ante el contacto. Sus pechos se endurecieron al estremecerse y sus manos se aferraron aun mas al respaldo.
- Creo que solo duele un poco Aemon, pero no creo que sea de demasiada importancia, digo... solo molesta como si fuera un moretón - dijo mientras se incorporaba, para luego darse vuelta y tras observar el bulto que se había formando en la entrepierna de él, colocó sus brazos alrededor del cuello de él y se abrió paso con su lengua a través de los labios húmedos de este saboreando su interior, recorriéndolo, mientras su cuerpo con el torso desnudo se pegaba al del otro palpitante y anhelante.
Si, estaba siendo algo mas explicita de lo normal, quizá si, pero seguramente el conociendo el ámbito tenia en cuenta estas cosas, de seguro estaba mas que acostumbrado. O no? Un sentimiento parecía decir que algo mas podía pasar esa noche y iba a aprovecharlo de lleno en caso de ser así. Lo peor que podía pasar era que apareciese el regente del lugar y los obligara a volver a sus trabajos.
Sus manos comenzaron a acariciar la espalda cansada de Sweet y esta se sintió aliviada, el peso de la ropa, el corset y la cintura que no estaba en su mejor estado hacia que se inclinara ligeramente bajo la presión de sus dedos tan suaves y fuertes a la vez. Con movimientos descendentes provocaba el delirio, lo contrataría de ser necesario para que le diera masajes de por vida antes de empezar una ardua noche. El descenso continuaba hasta que un gemido se fugó de sus labios, un gemido entre placer acumulado y un leve dolor que se le presentaba en la zona baja, nada demasiado doloroso y de pronto sintió la proximidad de Aemon apoyado contra sus nalgas, pero no era su firme pierna la que tenia entre ellas; su miembro se erguía con presencia marcando sus movimientos y empujando con tirones desde su pantalón. Oh por Dios! pensó Sweet mientras su boca se abría en una O ante el contacto. Sus pechos se endurecieron al estremecerse y sus manos se aferraron aun mas al respaldo.
- Creo que solo duele un poco Aemon, pero no creo que sea de demasiada importancia, digo... solo molesta como si fuera un moretón - dijo mientras se incorporaba, para luego darse vuelta y tras observar el bulto que se había formando en la entrepierna de él, colocó sus brazos alrededor del cuello de él y se abrió paso con su lengua a través de los labios húmedos de este saboreando su interior, recorriéndolo, mientras su cuerpo con el torso desnudo se pegaba al del otro palpitante y anhelante.
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Parecía que ella misma se había dado cuenta de que simplemente era un golpe y que curaría en poco tiempo sin tener que darle mucha importancia. Eso me decía al menos mientras se giraba, haciendo aumentar el tamaño del bulto en mi pantalón. La miré de arriba a abajo y pude ver sus pezones duros como piedras.- "Si, un par de días y se reabsor..." -No pude acabar la frase cuando sus pechos se aplastaron contra mi cuerpo, queríendome apuñalar con los pezones, y su lengua se apoderó de mi boca. Al principio fui a apartarla pero ¿qué demonios? Estaba cachondo y ella también, no tenían por que pillarnos y ambos queríamos. Bajé mis manos por su cuerpo, por los costados hasta su cintura y la pegué a mí, para que notase como mi polla daba pequeños botes bajo el pantalón por ella.
De pronto me di cuenta de que aquello no era una habitación y que podrían decirnos algo. A mí me daría igual, pues tenía mi propia cartera de clientes y la forma de ganarme mis manzanas, pero no sabía como lo tenía ella. La separé ligeramente y la miré a los ojos, fue entonces cuando me di cuenta de que daría igual, si nos pillaban solo nos sacarían de allí, como mucho que nos mirasen como castigo y una pequeña reprimenda, no estaba la cosa como para tirar a una trabajadora como Sweet y a mí ya sabían que me daba bastante igual todo así que la cogí de las nalgas y la hice levantarse del suelo, para que me rodeara la cintura con las piernas y así ponerle los pechos a la altura de mi boca.- "Sweet... vamos a curarte ese moretón." -Y sin esperar más le mordí un pezón con suavidad, usando la lengua para lamerle la punta mientras giraba y me dejaba caer en el sofá. Apreté sus nalgas y liberé su pecho de mi boca.
En ese momento me di cuenta de que realmente íbamos a hacer lo que íbamos a hacer y de que la puerta estaba cerrada pero sin seguridad. Giré levemente para tumbarla de espaldas en el sofá y la besé en los labios.- "Voy a cerrar la puerta y cuando vuelva espero que estés lista para mí... al menos tanto como yo lo estoy para ti." -Y con esas últimas palabras acompañé su mano hacia el bulto de mi pantalón.- "Eso será tuyo si cuando cierre la puerta me enseñas como te tocas para mí." -Sabía que cerrando solo evitaría a los curiosos pues si quien mandaba en el burdel venía con la llave o se la dejaba a alguien abrirían la seguridad precaria de aquella sala, pero preferí omitirlo, seguramente ella lo sabría y lo obviaba como yo, o no lo sabía y le resultaría más cómodo así. El caso es que estaba deseando cerrar la puerta y verla con las piernas abiertas, mirándome y mostrándome su sexo acariciado por si misma. La besé de nuevo en los labios y me levanté despacio para ir hacia la puerta.
Me jodía, literalmente, separarme de aquél cuerpo, además de tener toda la sangre en cualquier parte menos en mi cabeza de pensar, así que llegar a la puerta fue un calvario, pero una vez llegué puse toda mi concentración en cerrar sin hacer prácticamente ruido. Una vez conseguido llevé una mano a mi paquete, donde antes hubiese llevado la de Sweet y apreté el bulto, logrando una mezcla de placer y excitación. Iba a girarme, y si ella estaba como le había pedido estaba seguro de que me correría allí mismo, figuradamente. Finalmente me giré esperando lo que tuviese que ser.
De pronto me di cuenta de que aquello no era una habitación y que podrían decirnos algo. A mí me daría igual, pues tenía mi propia cartera de clientes y la forma de ganarme mis manzanas, pero no sabía como lo tenía ella. La separé ligeramente y la miré a los ojos, fue entonces cuando me di cuenta de que daría igual, si nos pillaban solo nos sacarían de allí, como mucho que nos mirasen como castigo y una pequeña reprimenda, no estaba la cosa como para tirar a una trabajadora como Sweet y a mí ya sabían que me daba bastante igual todo así que la cogí de las nalgas y la hice levantarse del suelo, para que me rodeara la cintura con las piernas y así ponerle los pechos a la altura de mi boca.- "Sweet... vamos a curarte ese moretón." -Y sin esperar más le mordí un pezón con suavidad, usando la lengua para lamerle la punta mientras giraba y me dejaba caer en el sofá. Apreté sus nalgas y liberé su pecho de mi boca.
En ese momento me di cuenta de que realmente íbamos a hacer lo que íbamos a hacer y de que la puerta estaba cerrada pero sin seguridad. Giré levemente para tumbarla de espaldas en el sofá y la besé en los labios.- "Voy a cerrar la puerta y cuando vuelva espero que estés lista para mí... al menos tanto como yo lo estoy para ti." -Y con esas últimas palabras acompañé su mano hacia el bulto de mi pantalón.- "Eso será tuyo si cuando cierre la puerta me enseñas como te tocas para mí." -Sabía que cerrando solo evitaría a los curiosos pues si quien mandaba en el burdel venía con la llave o se la dejaba a alguien abrirían la seguridad precaria de aquella sala, pero preferí omitirlo, seguramente ella lo sabría y lo obviaba como yo, o no lo sabía y le resultaría más cómodo así. El caso es que estaba deseando cerrar la puerta y verla con las piernas abiertas, mirándome y mostrándome su sexo acariciado por si misma. La besé de nuevo en los labios y me levanté despacio para ir hacia la puerta.
Me jodía, literalmente, separarme de aquél cuerpo, además de tener toda la sangre en cualquier parte menos en mi cabeza de pensar, así que llegar a la puerta fue un calvario, pero una vez llegué puse toda mi concentración en cerrar sin hacer prácticamente ruido. Una vez conseguido llevé una mano a mi paquete, donde antes hubiese llevado la de Sweet y apreté el bulto, logrando una mezcla de placer y excitación. Iba a girarme, y si ella estaba como le había pedido estaba seguro de que me correría allí mismo, figuradamente. Finalmente me giré esperando lo que tuviese que ser.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Sweet no se contenía al sentir su cuerpo tensionado, duro, fuerte y no dejaba de pensar en como sería su verga si así de duro lo sentía a él. Como respuesta a sus preguntas internas se presentó una presión desmedida cercana a sus muslos y no resistió sentir la humedad en sus partes intimas. No siempre contaba con la posibilidad de tener sexo con alguien que realmente le atraiga. Este encuentro se le presentaba con lo prohibido de tener relaciones con otros que no sean sus clientes y mucho menos con un compañero mas, ademas de lo obsceno de presentarse esta posibilidad en el lugar donde solían vestirse y producirse todos los días.
En cuanto la levanto sobre sus caderas soltó, sin poder soportarlo mas, un gemido tímido; estaba excitada, sentía sus pechos duros y sus partes intimas anhelantes, esos masajes que le dio despertaron las imágenes mas acaloradas que podía haberse imaginado. Lo deseaba, quería satisfacerlo y luego sentir su sexo dentro de ella recorriéndola por completo, palpitante en su interior. Sus dos manos las sentía como mil manos juntar recorriéndola de pies a cabeza, rozando toda su piel.
Soltó un grito ahogado al sentir la presión de su boca sobre uno de sus pechos y sus castigos sexuales no hacían mas que ponerla mas húmeda, sus caderas se movían inconscientemente rogando por mas. La dejó sobre el sofá desnuda y sus pechos rígidos y su torso levantado, ella puso su mano en la entrepierna de él, quería sentir su dureza y complacerlo por ese momento que le estaba regalando. Después de depositar un beso en sus labios se levantó al recordar la puerta que estaba abierta. Por ella no hubiera sido problema, poco le importaba lo que pensaran los demás, cuando el calor la invadía pocas cosas podían ponerla mal, un buen polvo cambiaba la perspectiva completa del día.
Lo observó mientras se acercaba a la puerta, sus mejillas se tiñeron de colorado cuando observó su cuerpo con la ropa alborotada por las mismas manos que buscaban piel. Sus deseos se volvieron ordenes y obedeció
-Lo que usted diga Doctor, sus deseos son ordenes- dijo mientras se quitaba la parte inferior de la ropa y conservaba solo sus prenda intima inferior, de encaje, la cual corrió para poder colocar sus dedos alrededor del clítoris y comenzar a frotarlo lentamente hacia adelante y hacia atrás dándose placer a si misma, aunque dudaba poder resistirse mucho mas. Su cuerpo respondía a los estímulos y se contorneaba ansioso, pequeños gritos brotaban de sus labios como breves respiraciones mientras lo hacia. Abrió sus ojos y notó la atenta y complacida mirada de Aemon con su mano sobre el bulto y se precipito a mostrarle un poco mas aun.
Con sus manos abrió un poco sus muslos para mostrarse un poco mas a él, colocándose sus dedos en la boca se precipitó a introducirlos delicadamente en su vagina sintiéndose como se estremecía, como sus caderas parecían pedir clemencia y un momento de paz. Recorría los labios internos y volvía a introducirse los dedos una y otra vez, recostada sobre el sillón y con las piernas separadas, su mirada se adormilaba, sus gemidos subían de tono a cada caricia.
- Quieres que siga así o prefieres darme una mano? - le dijo intentando mantener su vista fija en el objeto de su deseo, el único hombre presente que no dejaba de mirarla y tocarse a medida que ella avanzaba con sus movimientos.
En cuanto la levanto sobre sus caderas soltó, sin poder soportarlo mas, un gemido tímido; estaba excitada, sentía sus pechos duros y sus partes intimas anhelantes, esos masajes que le dio despertaron las imágenes mas acaloradas que podía haberse imaginado. Lo deseaba, quería satisfacerlo y luego sentir su sexo dentro de ella recorriéndola por completo, palpitante en su interior. Sus dos manos las sentía como mil manos juntar recorriéndola de pies a cabeza, rozando toda su piel.
Soltó un grito ahogado al sentir la presión de su boca sobre uno de sus pechos y sus castigos sexuales no hacían mas que ponerla mas húmeda, sus caderas se movían inconscientemente rogando por mas. La dejó sobre el sofá desnuda y sus pechos rígidos y su torso levantado, ella puso su mano en la entrepierna de él, quería sentir su dureza y complacerlo por ese momento que le estaba regalando. Después de depositar un beso en sus labios se levantó al recordar la puerta que estaba abierta. Por ella no hubiera sido problema, poco le importaba lo que pensaran los demás, cuando el calor la invadía pocas cosas podían ponerla mal, un buen polvo cambiaba la perspectiva completa del día.
Lo observó mientras se acercaba a la puerta, sus mejillas se tiñeron de colorado cuando observó su cuerpo con la ropa alborotada por las mismas manos que buscaban piel. Sus deseos se volvieron ordenes y obedeció
-Lo que usted diga Doctor, sus deseos son ordenes- dijo mientras se quitaba la parte inferior de la ropa y conservaba solo sus prenda intima inferior, de encaje, la cual corrió para poder colocar sus dedos alrededor del clítoris y comenzar a frotarlo lentamente hacia adelante y hacia atrás dándose placer a si misma, aunque dudaba poder resistirse mucho mas. Su cuerpo respondía a los estímulos y se contorneaba ansioso, pequeños gritos brotaban de sus labios como breves respiraciones mientras lo hacia. Abrió sus ojos y notó la atenta y complacida mirada de Aemon con su mano sobre el bulto y se precipito a mostrarle un poco mas aun.
Con sus manos abrió un poco sus muslos para mostrarse un poco mas a él, colocándose sus dedos en la boca se precipitó a introducirlos delicadamente en su vagina sintiéndose como se estremecía, como sus caderas parecían pedir clemencia y un momento de paz. Recorría los labios internos y volvía a introducirse los dedos una y otra vez, recostada sobre el sillón y con las piernas separadas, su mirada se adormilaba, sus gemidos subían de tono a cada caricia.
- Quieres que siga así o prefieres darme una mano? - le dijo intentando mantener su vista fija en el objeto de su deseo, el único hombre presente que no dejaba de mirarla y tocarse a medida que ella avanzaba con sus movimientos.
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
No podía creerme lo que veían mis ojos en ese momento. Al otro lado de la pequeña habitación estaba Sweet, recostada en el sofá, espalda en el respaldo, culo en el borde y una mano sobre su sexo introduciendose los dedos. Vi sus pechos duros, su mirada turbia, su boca entreabierta, sus piernas ligeramente separadas dándome una perfecta vista de lo que hacía aumentar el dolor de mi entrepierna y en general un cuerpo que ya no tenía duda que iba a follarme, si, si, follarme, hasta que me escociese. No tenía muy claro como habíamos llegado de un simple golpe, una simple consulta, a aquello, pero no había vuelta a atrás.
Sonreí antes su pregunta y me acerqué despacio mientras me desabotonaba la camisa. No podía dejar de repasar su cuerpo con la mirada durante el corto trayecto hasta el sofá. Una vez allí me incliné ligeramente para besarla en los labios en un juego lascivo de mordidas y lenguas salvajes. Mi mano derecha bajó por su vientre hasta encontrar a la de Sweet que se afanaba en autocomplacerse. Al principio la acompañé, acariciándole la mano y dando caricias a su clítoris cuando ella no lo hacía por introducirse los dedos, más tarde simplemente dejé que siguiese acariciándose mientras bajaba mis besos a sus pechos y le quitaba la última prenda que cubría su cuerpo. Una vez hecho eso me separé un poco tirando la prenda lejos de nosotros y la observé.- "Hoy no te escapas, Sweet" -Murmuré para mí aunque lo dijese en voz alta y me acerqué a ella. Cogí sus manos con suavidad y las guié hacia mis pectorales mientras me descalzaba. Primero un pie ayudaba a uno y luego el primero al segundo. De esta manera pude masturbarla suavemente con mis pies, una pequeña idea surgida de mi depravada mente que había perfeccionado con el tiempo. Al poco tiempo, tal vez un minuto, tal vez dos, devolví sus manos a sus pechos, para que ella misma se los excitase mientras me arrodillaba entre sus piernas. Lo que ví me dejó fascinado.
No podía entender como en una sala como aquella, llena de vestidos, trajes y complementos, con un par de pequeños cuartitos, un sofá, un banquito y una mesa pequeña, pudiese haber semejante tesoro. Entre tantos colores, la mayoría cálidos, la mayoría rojizos, uno algo más pálido resaltaba sobre los demás.
Aquél coño, y perdón por la expresión, era algo sublime. Hinchado como estaba me dejaba ver los labios mayores en todo su explendor, cubriendo los menores y dando una visión tímida de aquél clítoris excitado y rojizo. Lo miré durante unos segundos antes de separar los labios mayores con el índice y el pulgar. Me acerqué a olerlo y acaricié con la nariz aquella "pepitilla". Me moría por probarlo y no lo retrasé más. Di un beso sonoro a sus labios menores y con la lengua comencé a lamerle el clítoris. Era suave y tierno, estaba caliente y húmedo y podía notar los movimientos de su cuerpo, muestra de que nada era fingido. No se el tiempo que pasaría allí metido, pero se me hizo corto. Solo quería hacerla llegar al clímax. Introduje dos dedos en su sexo y seguí lamiendo cual perro sediento tras una semana sin bebida ni sustento. Escuchaba el chapotear de mis dedos en su interior y la tensión de mi mandíbula por mantener la lengua fuera. En alguna ocasión daba alguna mordida o chupetón a su sexo o a su clítoris, todo para hacerla disfrutar cuanto más mejor. No me importó esperar a recibir su regalo, pero cuando llegó lo saboree y traté de alargarle el climax lo más posible, aunque acabé con la cara remojada en su placer.
Sonréi y le di un beso allí mismo, dejando que se recuperara mientras lamía los restos de su corrida de los muslos. Me incorporé de nuevo despacio y la besé en los labios dejando que ella misma se catase mientras guiaba sus manos de sus pechos a mi paquete cada vez más abultado.- "Esto es para ti, Sweet, te has ganado el desempaquetarlo." -Sonreí y le mordí el labio inferior. Al fin las cosas se ponían verdaderamente interesantes.
Sonreí antes su pregunta y me acerqué despacio mientras me desabotonaba la camisa. No podía dejar de repasar su cuerpo con la mirada durante el corto trayecto hasta el sofá. Una vez allí me incliné ligeramente para besarla en los labios en un juego lascivo de mordidas y lenguas salvajes. Mi mano derecha bajó por su vientre hasta encontrar a la de Sweet que se afanaba en autocomplacerse. Al principio la acompañé, acariciándole la mano y dando caricias a su clítoris cuando ella no lo hacía por introducirse los dedos, más tarde simplemente dejé que siguiese acariciándose mientras bajaba mis besos a sus pechos y le quitaba la última prenda que cubría su cuerpo. Una vez hecho eso me separé un poco tirando la prenda lejos de nosotros y la observé.- "Hoy no te escapas, Sweet" -Murmuré para mí aunque lo dijese en voz alta y me acerqué a ella. Cogí sus manos con suavidad y las guié hacia mis pectorales mientras me descalzaba. Primero un pie ayudaba a uno y luego el primero al segundo. De esta manera pude masturbarla suavemente con mis pies, una pequeña idea surgida de mi depravada mente que había perfeccionado con el tiempo. Al poco tiempo, tal vez un minuto, tal vez dos, devolví sus manos a sus pechos, para que ella misma se los excitase mientras me arrodillaba entre sus piernas. Lo que ví me dejó fascinado.
No podía entender como en una sala como aquella, llena de vestidos, trajes y complementos, con un par de pequeños cuartitos, un sofá, un banquito y una mesa pequeña, pudiese haber semejante tesoro. Entre tantos colores, la mayoría cálidos, la mayoría rojizos, uno algo más pálido resaltaba sobre los demás.
Aquél coño, y perdón por la expresión, era algo sublime. Hinchado como estaba me dejaba ver los labios mayores en todo su explendor, cubriendo los menores y dando una visión tímida de aquél clítoris excitado y rojizo. Lo miré durante unos segundos antes de separar los labios mayores con el índice y el pulgar. Me acerqué a olerlo y acaricié con la nariz aquella "pepitilla". Me moría por probarlo y no lo retrasé más. Di un beso sonoro a sus labios menores y con la lengua comencé a lamerle el clítoris. Era suave y tierno, estaba caliente y húmedo y podía notar los movimientos de su cuerpo, muestra de que nada era fingido. No se el tiempo que pasaría allí metido, pero se me hizo corto. Solo quería hacerla llegar al clímax. Introduje dos dedos en su sexo y seguí lamiendo cual perro sediento tras una semana sin bebida ni sustento. Escuchaba el chapotear de mis dedos en su interior y la tensión de mi mandíbula por mantener la lengua fuera. En alguna ocasión daba alguna mordida o chupetón a su sexo o a su clítoris, todo para hacerla disfrutar cuanto más mejor. No me importó esperar a recibir su regalo, pero cuando llegó lo saboree y traté de alargarle el climax lo más posible, aunque acabé con la cara remojada en su placer.
Sonréi y le di un beso allí mismo, dejando que se recuperara mientras lamía los restos de su corrida de los muslos. Me incorporé de nuevo despacio y la besé en los labios dejando que ella misma se catase mientras guiaba sus manos de sus pechos a mi paquete cada vez más abultado.- "Esto es para ti, Sweet, te has ganado el desempaquetarlo." -Sonreí y le mordí el labio inferior. Al fin las cosas se ponían verdaderamente interesantes.
- Spoiler:
- Off: Espero que te guste.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
- off rol:
- *-* Ohhh me encanto!
- Oh pero no pensaba escaparme a menos que así lo quieras Aemon, quieres que me resista a tu verga? Va a ser difícil pero podría intentarlo si con eso logras penetrarme mas fuerte y profundo - susurró a sus oídos después que este murmurara.
La tenia encantada su cuerpo, entendía porque era tan solicitado, y su miembro viril y duro presionando sus pantalones, tenia necesidad de liberarlo para tocarlo y masajearlo hasta hacerlo acabar aunque sea dentro suyo. Estaba tan caliente que así lo permitiría si la oportunidad se presentaba, a pesar que intentaba evitar normalmente que los hombres eyacules en su vagina.
Sus pies la ayudaban a masturbarse con precisión y el roce con sus muslos era tentador, sus pezones eran duros como sus pectorales y no dudó en apretarlos y rasguñarlos en oportunidades, deleitándose al observar sus habilidades y atributos que tanto admiraba y tan poco conocía. Las manos volvieron a sus pechos mientras él se encargaba de su zona baja ella se ocupaba de apretarse los pezones, juntar sus pechos y dejarlos caer viéndolos rebotar, para luego volver a ejecutar la acción solo por gusto.
Mas y mas gemidos de placer escapaban cual gritos implorando por mas, su lengua recorría su clítoris de una manera sabrosa, lo besaba, lo mordía y lo mismo hacia con los labios internos de su vagina hinchada por la excitación, sentía que nada podía ser mejor hasta que la medicina llego en manos de sus dedos gruesos y largos, sintiéndolos como un pene en su interior un grito brotó de su boca al sentirlos introducidos en ella mientras su pubis se movía inconteniblemente por el placer, quería mas, quería mas...
Ella mantenía sus manos sujetas con fuerza a sus pechos estrujándolos contra si mientras los dedos de Aemon la recorrían tocando su punto G con fuerza, a la búsqueda de las contracciones mas fuertes para que al fin de unos pocos minutos y ruborizándose, disparó un grito por causa del orgasmo y termino acabando sobre su lengua , sus piernas aun temblaban cuando él lamia sus fluidos y sus muslos por donde se habían empezados a escurrir ante tal sacudón de sus caderas. Respiraba con dificultad como si acabara de correr muchas cuadras cuando sus lenguas se fundieron en un encuentro donde ella pudo saborear su éxtasis de la boca de su compañero. Le parecía de lo mas sensual y de ser multiorgasmica hubiera acabado por segunda vez en ese mismo momento.
Ante la invitación de Aemon fue directamente al encuentro con ese firme miembro que la esperaba ya erguido y duro, presto a mojarse en ella. Retiro la ropa que lo cubría para luego tomarlo entre sus manos y saborearlo completamente moviendo sus labios hacia atrás y hacia adelante de forma delicada primero y luego mas intenso. La extremidad de su miembro rozaba la garganta de ella a medida que lo introducía mas y mas dentro de su boca hasta meterlo por completo con sus testículos golpeándola con fuerza ante las arremetidas de este. Para completar esto juntó sus pechos y mostrándoselos aguardó a que él colocara su pene entremedio de estos para luego ir saboreándole la cabeza al mismo.
- Complácete Aemon, vamos hazme lo que te de la gana, violarme si así gustas!- lo instó mientras le ofrecía su mirada desde abajo mientras con la punta de su lengua rodeaba la extremidad de su miembro. Su excitación se notaba aun mas al notar que se empezaba a mojar nuevamente ante tal visión en primer plano.
La tenia encantada su cuerpo, entendía porque era tan solicitado, y su miembro viril y duro presionando sus pantalones, tenia necesidad de liberarlo para tocarlo y masajearlo hasta hacerlo acabar aunque sea dentro suyo. Estaba tan caliente que así lo permitiría si la oportunidad se presentaba, a pesar que intentaba evitar normalmente que los hombres eyacules en su vagina.
Sus pies la ayudaban a masturbarse con precisión y el roce con sus muslos era tentador, sus pezones eran duros como sus pectorales y no dudó en apretarlos y rasguñarlos en oportunidades, deleitándose al observar sus habilidades y atributos que tanto admiraba y tan poco conocía. Las manos volvieron a sus pechos mientras él se encargaba de su zona baja ella se ocupaba de apretarse los pezones, juntar sus pechos y dejarlos caer viéndolos rebotar, para luego volver a ejecutar la acción solo por gusto.
Mas y mas gemidos de placer escapaban cual gritos implorando por mas, su lengua recorría su clítoris de una manera sabrosa, lo besaba, lo mordía y lo mismo hacia con los labios internos de su vagina hinchada por la excitación, sentía que nada podía ser mejor hasta que la medicina llego en manos de sus dedos gruesos y largos, sintiéndolos como un pene en su interior un grito brotó de su boca al sentirlos introducidos en ella mientras su pubis se movía inconteniblemente por el placer, quería mas, quería mas...
Ella mantenía sus manos sujetas con fuerza a sus pechos estrujándolos contra si mientras los dedos de Aemon la recorrían tocando su punto G con fuerza, a la búsqueda de las contracciones mas fuertes para que al fin de unos pocos minutos y ruborizándose, disparó un grito por causa del orgasmo y termino acabando sobre su lengua , sus piernas aun temblaban cuando él lamia sus fluidos y sus muslos por donde se habían empezados a escurrir ante tal sacudón de sus caderas. Respiraba con dificultad como si acabara de correr muchas cuadras cuando sus lenguas se fundieron en un encuentro donde ella pudo saborear su éxtasis de la boca de su compañero. Le parecía de lo mas sensual y de ser multiorgasmica hubiera acabado por segunda vez en ese mismo momento.
Ante la invitación de Aemon fue directamente al encuentro con ese firme miembro que la esperaba ya erguido y duro, presto a mojarse en ella. Retiro la ropa que lo cubría para luego tomarlo entre sus manos y saborearlo completamente moviendo sus labios hacia atrás y hacia adelante de forma delicada primero y luego mas intenso. La extremidad de su miembro rozaba la garganta de ella a medida que lo introducía mas y mas dentro de su boca hasta meterlo por completo con sus testículos golpeándola con fuerza ante las arremetidas de este. Para completar esto juntó sus pechos y mostrándoselos aguardó a que él colocara su pene entremedio de estos para luego ir saboreándole la cabeza al mismo.
- Complácete Aemon, vamos hazme lo que te de la gana, violarme si así gustas!- lo instó mientras le ofrecía su mirada desde abajo mientras con la punta de su lengua rodeaba la extremidad de su miembro. Su excitación se notaba aun mas al notar que se empezaba a mojar nuevamente ante tal visión en primer plano.
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Me quedé mirando como deshacía la lazada del pantalón y lo bajaba, no se si le sorprendería o no ver que no llevaba ropa interior, pero no pareció importarle al menos. El deslizamiento del pantalón por mis piernas me puso la piel de gallina, sabía lo que venía ahora pero aquellos labios parecían querer demostrarme algo más. Me quité despacio la camisa mientras ella descubría su regalo. Saqué un brazo cuanddo ella me agarraba el miembro y salió el otro cuando sus labios acariciaban mi inflado glande. Lancé la camisa a un lado antes de ponerle una mano en la nuca, tras retirarle el cabello que pudiese estorbarle en la felación. En ese momento pude ver mejor su cara pero tuve que cerrar los ojos unos instantes cuando sus labios fueron a recorrer la largaria del tronco de mi pene. Se sentía demasiado bien.
Cuando los volví a abrir pude ver como mi miembro, ya erecto pero todavía algo morcillón, aparecía y desaparecía entre sus labios. Se le daba muy bien y parecía disfrutarlo. Cuando detecté el ritmo de su mamada decidí ayudarla un poco de la única forma que podía. Me incliné ligeramente para acariciarle un pecho con la mano libre y empecé a mover mi cintura al ritmo. Todavía recordaba el suave tacto de su mano a lo largo del miembro, como retiraba la piel y su lengua, húmeda, cálida y viva lamía mi glande, que pronto estaría rojizo y brillante para ella. Ahora eran sus labios carnosos los que engullían y hacían crecer aquél trozo de carne que palpitaba en el interior de su boca, húmeda y tibia, esperaba que fuese la antesala de su coño, en el que no iba a dejar pasar, al menos, una visita guiada.
La mano de su nuca hizo que un par de veces parara el movimiento, obligándola, sin fuerza, a aguantar ese miembro en su boca hasta el fondo antes de dejarla respirar. No era una obligación, en cuanto ella echaba la cabeza ligeramente hacia atrás soltaba, incluso no intentaba que tragase más, sino solo mantenerla ahí, notando el fondo de su garganta y la presión que ejercía en la punta de mi pene. Llegó un momento en el que el ritmo era tan frenético, marcado por ella que no por mí, que noté como mis testículos golpeaban en su brillante y mojada barbilla. Notaba como mi miembro, ahora ya completamente erecto, brillaba por su saliva.
Cuando ella decidió que era hora de jugar a otro juego y dejó salir ese trozo de carne caliente de su boca, un hilillo de baba unió el glande con su lengua durante un tiempo. Podría parecer algo asqueroso pero a mi me encantó; esperaba que dentro de poco ese hilillo fuese de sus fluidos vaginales, no podía esperar más a clavársela como me pedían sus ojos y sus acciones. Y ahora no se escaparía con un simple polvo, quería más de ella y al parecer ella no iba a tener inconveniente en dármelo. Pero volvamos al nuevo juego en el que Sweet colocó el pene entre sus pechos y optó por lamer y chupar la cabeza del mismo cada vez que llegaba a sus labios. Eran unos pechos grandes pero no enormes, en su justa medida. Al cogerlos con las manos quedaba algo de carne fuera pero no eran pechos caidos sino firmes y prietos. Los pezones, duros como estacas, demostraban la excitación de Sweet por lo que estaba ocurriendo, además de ser deliciosos para mí.
Notaba mi piel tensa, debido a que lo que me hacía me complacía de gran manera. Notaba mis músculos prietos y los suyos de igual forma. Me mordí el labio pensando en su cuerpo y cuando me dijo eso de hacerle lo que quisiese me reí, saqué mi polla de entre sus senos y le golpee los pezones con el glande antes de volver a colocarla entre ellos para continuar con esa corbata francesa, que me estaba volviendo loco.- "Dudo que pueda violarte porque ya he visto que estás chorreando porque te folle pero..." -Me acerqué a su oido mientras la ayudaba a levantarse, dejando de lado la corbata francesa.- "...antes de dejar que juegues tú con mi cuerpo jugaré con el tuyo como me pides." -Y una mano bajó a su encharcado coño para separar los labios vaginales e introducir dos dedos mientras el pulgar se encargaba de animar a su clítoris.- "Dime... ¿tienes alguna petición o alguna condición? Si no tienes ninguna condición usaré cada agujero de tu cuerpo y cada posición que nos haga disfrutar. Si tienes alguna petición no dudes en hacerla... tengo la polla dura para tí, preciosa." -Y me acerqué a ella para que notase mi miembro duro contra su vientre mientras la masturbaba. La pelota estaba en su tejado pero dentro de poco sería mi polla la que estaría en su cuerpo. Después... ya le tocaría el turno de usarme ella a mí.
Cuando los volví a abrir pude ver como mi miembro, ya erecto pero todavía algo morcillón, aparecía y desaparecía entre sus labios. Se le daba muy bien y parecía disfrutarlo. Cuando detecté el ritmo de su mamada decidí ayudarla un poco de la única forma que podía. Me incliné ligeramente para acariciarle un pecho con la mano libre y empecé a mover mi cintura al ritmo. Todavía recordaba el suave tacto de su mano a lo largo del miembro, como retiraba la piel y su lengua, húmeda, cálida y viva lamía mi glande, que pronto estaría rojizo y brillante para ella. Ahora eran sus labios carnosos los que engullían y hacían crecer aquél trozo de carne que palpitaba en el interior de su boca, húmeda y tibia, esperaba que fuese la antesala de su coño, en el que no iba a dejar pasar, al menos, una visita guiada.
La mano de su nuca hizo que un par de veces parara el movimiento, obligándola, sin fuerza, a aguantar ese miembro en su boca hasta el fondo antes de dejarla respirar. No era una obligación, en cuanto ella echaba la cabeza ligeramente hacia atrás soltaba, incluso no intentaba que tragase más, sino solo mantenerla ahí, notando el fondo de su garganta y la presión que ejercía en la punta de mi pene. Llegó un momento en el que el ritmo era tan frenético, marcado por ella que no por mí, que noté como mis testículos golpeaban en su brillante y mojada barbilla. Notaba como mi miembro, ahora ya completamente erecto, brillaba por su saliva.
Cuando ella decidió que era hora de jugar a otro juego y dejó salir ese trozo de carne caliente de su boca, un hilillo de baba unió el glande con su lengua durante un tiempo. Podría parecer algo asqueroso pero a mi me encantó; esperaba que dentro de poco ese hilillo fuese de sus fluidos vaginales, no podía esperar más a clavársela como me pedían sus ojos y sus acciones. Y ahora no se escaparía con un simple polvo, quería más de ella y al parecer ella no iba a tener inconveniente en dármelo. Pero volvamos al nuevo juego en el que Sweet colocó el pene entre sus pechos y optó por lamer y chupar la cabeza del mismo cada vez que llegaba a sus labios. Eran unos pechos grandes pero no enormes, en su justa medida. Al cogerlos con las manos quedaba algo de carne fuera pero no eran pechos caidos sino firmes y prietos. Los pezones, duros como estacas, demostraban la excitación de Sweet por lo que estaba ocurriendo, además de ser deliciosos para mí.
Notaba mi piel tensa, debido a que lo que me hacía me complacía de gran manera. Notaba mis músculos prietos y los suyos de igual forma. Me mordí el labio pensando en su cuerpo y cuando me dijo eso de hacerle lo que quisiese me reí, saqué mi polla de entre sus senos y le golpee los pezones con el glande antes de volver a colocarla entre ellos para continuar con esa corbata francesa, que me estaba volviendo loco.- "Dudo que pueda violarte porque ya he visto que estás chorreando porque te folle pero..." -Me acerqué a su oido mientras la ayudaba a levantarse, dejando de lado la corbata francesa.- "...antes de dejar que juegues tú con mi cuerpo jugaré con el tuyo como me pides." -Y una mano bajó a su encharcado coño para separar los labios vaginales e introducir dos dedos mientras el pulgar se encargaba de animar a su clítoris.- "Dime... ¿tienes alguna petición o alguna condición? Si no tienes ninguna condición usaré cada agujero de tu cuerpo y cada posición que nos haga disfrutar. Si tienes alguna petición no dudes en hacerla... tengo la polla dura para tí, preciosa." -Y me acerqué a ella para que notase mi miembro duro contra su vientre mientras la masturbaba. La pelota estaba en su tejado pero dentro de poco sería mi polla la que estaría en su cuerpo. Después... ya le tocaría el turno de usarme ella a mí.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Mon Dieu! Le encantaban los hombres con la personalidad de Aemon, a pesar que esta la tomo por desprevenida ya que sabia que tenia carisma pero algo que le encantaba era el descaro, la desfachatez, la masculinidad que vibraba y sudaba el cuerpo de este hombre.
La licencia de Aemon bastaría porque esta noche quería terminar de cama, no le importaba no trabajarla. De esta forma realmente valía la pena perderla en un polvo espontaneo, o no tan espontaneo.
Sus palabras provocaron que este le pegara con su miembro en los pechos, solo para lograr endurecerlos mas, él podía hacerle lo que quisiera, su cuerpo se había entregado completamente a este nuevo placer en manos de un experto. Su entrepierna parecía no dejar de humedecerse, ya hasta podía darle vergüenza en otra situación, pero no en esta.
- Es verdad Aemon, vas a dejarme seca si sigues así. Ademas, estoy tan acostumbrada a los fracasados que apenas saben masturbarse que tu eres como el diablo en persona frente mio, con sus mañas, con sus atributos, con su verga larga - dijo susurrando a su oído apenas el termino de susurrarle al de ella y agregó ruborizándose como acto no planificado - Oh como te deseo! - se aferró a sus cabellos mientras el introducía sus dos dedos y masajeaba su clítoris como todo un profesional. La mano de él se empapaba de ella continuamente y solo contribuía a desear mas y mas su cuerpo dentro de ella. Se volvía una necesidad, los labios de su vagina parecían pedirlo a gritos, palpitando internamente.
Sintió en su abdomen como latía y ardía el de él mientras este le hacia la pregunta sobre que condiciones pondría. Condiciones? Haha, las condiciones eran tener sexo en todas las posiciones y si encima a ello le sumaban hacerlo repetidas veces en la noche, mucho mejor!
- Penétrame por cada agujero de mi cuerpo cariño, quiero sentirte dentro mio como si tuvieras tentáculos y me cogieras por todas partes a la vez. Mis condiciones son que me hagas todo lo que tengas ganas, ni mas ni menos - agregó con una sonrisa y humedad en sus ojos, el frío recorría su columna vertebral y volvería a acabar sobre sus dedos si continuaba con esos movimientos.
Pasó su pierna derecha por el costado de su cadera para aferrarse mas cerca y sentirlo aun mas gimiendo de placer ante el contacto y colocando sus manos alrededor de su cuerpo, mientras sus caderas se movían sin control, impotentes ante tal sensación. Sus gemidos estaban algo elevados y decidió bajarlos un poco al notar un golpeteo en la puerta, si era alguien que trabajaba aquí tendría que retirarse y si era otro, no tenia porque entrar. Así que en susurros continua expresándose mientras le pedía a Aemon que no parara, que siguiera hasta llevarla al extremo. Lo levó con ella hasta el peinador con espejo y se sentó sobre este mientras él continuaba mojando sus dedos en ella.
La licencia de Aemon bastaría porque esta noche quería terminar de cama, no le importaba no trabajarla. De esta forma realmente valía la pena perderla en un polvo espontaneo, o no tan espontaneo.
Sus palabras provocaron que este le pegara con su miembro en los pechos, solo para lograr endurecerlos mas, él podía hacerle lo que quisiera, su cuerpo se había entregado completamente a este nuevo placer en manos de un experto. Su entrepierna parecía no dejar de humedecerse, ya hasta podía darle vergüenza en otra situación, pero no en esta.
- Es verdad Aemon, vas a dejarme seca si sigues así. Ademas, estoy tan acostumbrada a los fracasados que apenas saben masturbarse que tu eres como el diablo en persona frente mio, con sus mañas, con sus atributos, con su verga larga - dijo susurrando a su oído apenas el termino de susurrarle al de ella y agregó ruborizándose como acto no planificado - Oh como te deseo! - se aferró a sus cabellos mientras el introducía sus dos dedos y masajeaba su clítoris como todo un profesional. La mano de él se empapaba de ella continuamente y solo contribuía a desear mas y mas su cuerpo dentro de ella. Se volvía una necesidad, los labios de su vagina parecían pedirlo a gritos, palpitando internamente.
Sintió en su abdomen como latía y ardía el de él mientras este le hacia la pregunta sobre que condiciones pondría. Condiciones? Haha, las condiciones eran tener sexo en todas las posiciones y si encima a ello le sumaban hacerlo repetidas veces en la noche, mucho mejor!
- Penétrame por cada agujero de mi cuerpo cariño, quiero sentirte dentro mio como si tuvieras tentáculos y me cogieras por todas partes a la vez. Mis condiciones son que me hagas todo lo que tengas ganas, ni mas ni menos - agregó con una sonrisa y humedad en sus ojos, el frío recorría su columna vertebral y volvería a acabar sobre sus dedos si continuaba con esos movimientos.
Pasó su pierna derecha por el costado de su cadera para aferrarse mas cerca y sentirlo aun mas gimiendo de placer ante el contacto y colocando sus manos alrededor de su cuerpo, mientras sus caderas se movían sin control, impotentes ante tal sensación. Sus gemidos estaban algo elevados y decidió bajarlos un poco al notar un golpeteo en la puerta, si era alguien que trabajaba aquí tendría que retirarse y si era otro, no tenia porque entrar. Así que en susurros continua expresándose mientras le pedía a Aemon que no parara, que siguiera hasta llevarla al extremo. Lo levó con ella hasta el peinador con espejo y se sentó sobre este mientras él continuaba mojando sus dedos en ella.
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Notaba mis dedos húmedos, mojados por la excitación de su cuerpo. Mientras ellos desaparecian sin cesar en el interior de su sexo, quedando el pulgar para el clítoris y el indice y meñique para apretar y masajear sus labios mayores, llevé la otra mano a mi pantalón para quitarlo, así al menos ambos estaríamos desnudos y más cómodos. Al fin me encontraba libre y cómodo. Notaba mi polla tiesa, venciendo a la gravedad por y para ella mientras sus dedos desaparecían en mi pelo. De pronto alguien llamó a la puerta, no se si por equivocación, si fue un tropiezo o fueron los gemidos de Sweet y un compañero/a vino a avisarnos de que así nos pillarían, pero ella enseguida disminuyó el volumen de sus gemidos a lo que respondí con una mirada lujuriosa y un beso en los labios acabado con un tirón de su labio inferior. Me encantaba que fuese así, y que demostrase que quería follar como fuese conmigo.
No pude responder más, ya estaba todo dicho, ahora solo tenía cabeza para pensar en las formas que podría disfrutar de ella y como hacerla gemir mi nombre hasta que perdiese el conocimiento. Estaba en ello cuando me hizo parar para llevarme al peinador, donde se sentó con las piernas abiertas; aquello me dio la idea final, ya sabía como quería que empezase aquella velada con Sweet. La besé y me arrodillé delante de ella, dejando que sus piernas pasasen sobre mis hombros, quedando sus pies en mi espalda y la atraje hacia el borde del peinador.- "Será mejor que te cojas, Sweety." -Y sin darle tiempo a más pasé mi lengua desde su ano, prieto y joven, hasta su clítoris, rojizo y excitado.
Quería llevarla al mismísimo borde del orgasmo, que chorrease pero no se corriese, que tuviese convulsiones pero el clímax no estuviese a su alcance. Podía conseguirlo concentrándome en las contracciones de sus paredes vaginales y su respiración. Rodeé sus muslos con los brazos para que mis manos quedasen en sus pechos, para jugar con ellos apretándolos y acariciando sus pezones, duros como piedras.
Fuera de la habitación se escuchaban voces y alguna música tímida que empezaba a sonar. Al parecer el local se animaba un poco, eso era bueno y malo a su vez puesto que nos podían dejar más en paz para hacer caso a los clientes o aparecer por allí para cambiarse de ropa. De todos modos me daba igual, tenía a Sweet ahí mismo y que me pillasen era una de las cosas que no me importaba en absoluto, era lo bueno de ser como era.
Ya podía notar que el vientre de Sweet se contraía como cuando te hacen cosquillas en los costados y como su sexo parecía respirar, síntoma de que el cuerpo estaba demasiado excitado. Miré hacia arriba buscando sus ojos y sonreí. Sí, la iba a dejar a las puertas de su segundo orgasmo. Me separé para levantarme y ponerme frente a ella mientras pasaba el glande por sus labios menores, manteniendo así a Sweet al borde del abismo pero no dejándola caer en el placer; sí, podía ser un poco cruel cuando me lo proponía. Durante las lamidas había introducido un dedo en su ano, incluso dos al final, además de pasar la lengua y haberla movido en un par de ocasiones de forma circular en su interior para prepararla. Una vez todo listo, y yo demasiado excitado, la hice bajar del peinador para darle la vuelta y que apoyase las manos o el cuerpo sobre el peinador. Me acerqué a su oido y susurre.- "Sweet, siente como me tienes ahora mismo." -Dije esas palabras mientras la besaba tras la oreja y pasaba el tronco de mi polla entre sus prietas nalgas. Finalmente apoyé la punta del miembro en la entrada de su ano. Una mano seguía sobre su sexo, acariciando lo justo para mantenerla al borde del orgasmo mientras la otra guiaba al trozo de carne que antes felase Sweet por su otra entrada, lubricándola con cuidado y algo de amor. Finalmente, y muy despacio, empujé las caderas contra las suyas notando presión sobre mi glande. Poco a poco fui venciendo esa presión hasta que éste desapareció en su interior dejándome notar como absorbía centímetro a centímetro esa larga verga demoniaca que decía que le encantaba.
Estaba estrecha y húmeda en aquél lugar pero no me importaba, aquello era la descripción de placer. Cuando llegué al final, hasta donde pude meter, me quedé parado para coger aire y salí un poco, despacio, antes de volver a entrar. No quería hacerle daño así que iba con cuidado, pero me encantaba como su cuerpo me recibía.- "¿Lo notas, Sweet? Q-Que gusto..." -Abrí los ojos y miré sus nalgas, subí la mirada por su espalda y sus hombros y finalmente la separé de su cuerpo para mirar el espejo. Me veía de frente, con ella delante mirando también al espejo. Podía ver su canalillo y micara de placer casi a la vez. Eso me excitó más y no pude evitar crecer dentro de ella.
No pude responder más, ya estaba todo dicho, ahora solo tenía cabeza para pensar en las formas que podría disfrutar de ella y como hacerla gemir mi nombre hasta que perdiese el conocimiento. Estaba en ello cuando me hizo parar para llevarme al peinador, donde se sentó con las piernas abiertas; aquello me dio la idea final, ya sabía como quería que empezase aquella velada con Sweet. La besé y me arrodillé delante de ella, dejando que sus piernas pasasen sobre mis hombros, quedando sus pies en mi espalda y la atraje hacia el borde del peinador.- "Será mejor que te cojas, Sweety." -Y sin darle tiempo a más pasé mi lengua desde su ano, prieto y joven, hasta su clítoris, rojizo y excitado.
Quería llevarla al mismísimo borde del orgasmo, que chorrease pero no se corriese, que tuviese convulsiones pero el clímax no estuviese a su alcance. Podía conseguirlo concentrándome en las contracciones de sus paredes vaginales y su respiración. Rodeé sus muslos con los brazos para que mis manos quedasen en sus pechos, para jugar con ellos apretándolos y acariciando sus pezones, duros como piedras.
Fuera de la habitación se escuchaban voces y alguna música tímida que empezaba a sonar. Al parecer el local se animaba un poco, eso era bueno y malo a su vez puesto que nos podían dejar más en paz para hacer caso a los clientes o aparecer por allí para cambiarse de ropa. De todos modos me daba igual, tenía a Sweet ahí mismo y que me pillasen era una de las cosas que no me importaba en absoluto, era lo bueno de ser como era.
Ya podía notar que el vientre de Sweet se contraía como cuando te hacen cosquillas en los costados y como su sexo parecía respirar, síntoma de que el cuerpo estaba demasiado excitado. Miré hacia arriba buscando sus ojos y sonreí. Sí, la iba a dejar a las puertas de su segundo orgasmo. Me separé para levantarme y ponerme frente a ella mientras pasaba el glande por sus labios menores, manteniendo así a Sweet al borde del abismo pero no dejándola caer en el placer; sí, podía ser un poco cruel cuando me lo proponía. Durante las lamidas había introducido un dedo en su ano, incluso dos al final, además de pasar la lengua y haberla movido en un par de ocasiones de forma circular en su interior para prepararla. Una vez todo listo, y yo demasiado excitado, la hice bajar del peinador para darle la vuelta y que apoyase las manos o el cuerpo sobre el peinador. Me acerqué a su oido y susurre.- "Sweet, siente como me tienes ahora mismo." -Dije esas palabras mientras la besaba tras la oreja y pasaba el tronco de mi polla entre sus prietas nalgas. Finalmente apoyé la punta del miembro en la entrada de su ano. Una mano seguía sobre su sexo, acariciando lo justo para mantenerla al borde del orgasmo mientras la otra guiaba al trozo de carne que antes felase Sweet por su otra entrada, lubricándola con cuidado y algo de amor. Finalmente, y muy despacio, empujé las caderas contra las suyas notando presión sobre mi glande. Poco a poco fui venciendo esa presión hasta que éste desapareció en su interior dejándome notar como absorbía centímetro a centímetro esa larga verga demoniaca que decía que le encantaba.
Estaba estrecha y húmeda en aquél lugar pero no me importaba, aquello era la descripción de placer. Cuando llegué al final, hasta donde pude meter, me quedé parado para coger aire y salí un poco, despacio, antes de volver a entrar. No quería hacerle daño así que iba con cuidado, pero me encantaba como su cuerpo me recibía.- "¿Lo notas, Sweet? Q-Que gusto..." -Abrí los ojos y miré sus nalgas, subí la mirada por su espalda y sus hombros y finalmente la separé de su cuerpo para mirar el espejo. Me veía de frente, con ella delante mirando también al espejo. Podía ver su canalillo y micara de placer casi a la vez. Eso me excitó más y no pude evitar crecer dentro de ella.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Estando sobre el peinador su idea fue cogerla desprevenida y aun mojada como estaba llevarla nuevamente a otro punto limite, esta vez pasando por la entrada trasera mientras sentía como su lengua se desplazaba como si fuera su mano adiestrada por estas dos zonas. Su lengua se introdujo por entre sus labios hinchados una vez mas, aferrándose de sus muslos para acompañarse mientras la espalda de ella se arqueaba hacia atrás, pasando el limite del espejo y arrojando al piso algunos artículos que estaban sobre ella. Ya nada tenia mas importancia que la lengua de Aemon.
Sentía como poco a poco sus labios se hinchaban mas y mas y su clítoris parecía hacer lo mismo, sintió una leve presión en el agujero de su ano, y luego el alivio, sus dedos la recorrían por este agujero ahora preparándolo para ser penetrado, no era difícil mantenerlo lubricado teniendo en cuenta como se manejaba el hombre con estas artes. Su cuerpo se estremecía involuntariamente rogando por su verga. Hasta que esta dura, se apoyó contra sus labios tocándolos con el apoyo del glande en los mismos. Y pensó que allí acabaría, su vientre se contrajo totalmente pero Aemon la acompañó a apoyarse sobre el mismo de espaldas, se volvió a arquear, sintiendo mas relajada la zona, al menos no volvería a mojarse. Pero la tenia al limite. La penetración por detrás solía alcanzar su punto G llevándola a veces a acabar pronto o al limite de sentir que se orinaba encima.
-Oh, como te odio Aemon! Méteme esa verga ya, ohh! - se estremecía mientras observaba la sonrisa en la cara de este a través del espejo, se reía por poder llevarla a tal punto de rogar por que se la cogiera. Era un maldito demonio, pero así lo quería. Masoquismo? Si, realmente le encantaba, el sexo es un juego y cada uno lo juega como mas le guste. Este tipo de juegos le encantaban. Sus mejillas se tiñeron de rojo al sentir la punta del miembro erguido de este en el agujero trasero. Sintió como este peleaba por entrar lentamente, humedeciéndose en cada breve empuje, hasta ingresar completamente en ella, sintiendo como su ano se elongaba para él y la llenaba por completo. Se apretó los pechos sintiendo ademas la mano de Aemon desplazándose por su pubis.
Mas gemidos de placer se agolpaban en sus labios mientras este la embestía contra la mesa, que ahora parecía perder compostura, con los potentes golpes de este cedería en poco tiempo. Igualmente eso tampoco le importaba ahora a ella. Prefería pagar por la mesa antes que él dejara de penetrarla. Levanto aun mas su cola para él mientras este observaba el espejo, luego cuando ya sintió que su miembro estaba completamente húmedo acompañó sus movimientos acompasándolos a los mismos para luego obligarlo a retirarlo e introducirlo bestialmente dentro del agujero que había creado, una vez, dos, luego tres y muchas mas veces hasta sentir el aro completamente abierto y dilatado para él. Se abrió las nalgas mientras lo hacia solo para ofrecerle una mejor visión panorámica a este.
- Dios te debería haber concedido dos pollas, y serias su sucesor, mon dieu! - agregó entre gemidos de lujuria. La música afuera se acrecentaba, mucho mejor aun, ahora podría gritar cuando este la volviera a penetrar con fuerza. No creía poder contenerse mucho, los gritos era lo que salia de su boca cuando disfrutaba y era difícil callarla a menos que la amordacen o le colocasen algo en su boca para llenarla
Sentía como poco a poco sus labios se hinchaban mas y mas y su clítoris parecía hacer lo mismo, sintió una leve presión en el agujero de su ano, y luego el alivio, sus dedos la recorrían por este agujero ahora preparándolo para ser penetrado, no era difícil mantenerlo lubricado teniendo en cuenta como se manejaba el hombre con estas artes. Su cuerpo se estremecía involuntariamente rogando por su verga. Hasta que esta dura, se apoyó contra sus labios tocándolos con el apoyo del glande en los mismos. Y pensó que allí acabaría, su vientre se contrajo totalmente pero Aemon la acompañó a apoyarse sobre el mismo de espaldas, se volvió a arquear, sintiendo mas relajada la zona, al menos no volvería a mojarse. Pero la tenia al limite. La penetración por detrás solía alcanzar su punto G llevándola a veces a acabar pronto o al limite de sentir que se orinaba encima.
-Oh, como te odio Aemon! Méteme esa verga ya, ohh! - se estremecía mientras observaba la sonrisa en la cara de este a través del espejo, se reía por poder llevarla a tal punto de rogar por que se la cogiera. Era un maldito demonio, pero así lo quería. Masoquismo? Si, realmente le encantaba, el sexo es un juego y cada uno lo juega como mas le guste. Este tipo de juegos le encantaban. Sus mejillas se tiñeron de rojo al sentir la punta del miembro erguido de este en el agujero trasero. Sintió como este peleaba por entrar lentamente, humedeciéndose en cada breve empuje, hasta ingresar completamente en ella, sintiendo como su ano se elongaba para él y la llenaba por completo. Se apretó los pechos sintiendo ademas la mano de Aemon desplazándose por su pubis.
Mas gemidos de placer se agolpaban en sus labios mientras este la embestía contra la mesa, que ahora parecía perder compostura, con los potentes golpes de este cedería en poco tiempo. Igualmente eso tampoco le importaba ahora a ella. Prefería pagar por la mesa antes que él dejara de penetrarla. Levanto aun mas su cola para él mientras este observaba el espejo, luego cuando ya sintió que su miembro estaba completamente húmedo acompañó sus movimientos acompasándolos a los mismos para luego obligarlo a retirarlo e introducirlo bestialmente dentro del agujero que había creado, una vez, dos, luego tres y muchas mas veces hasta sentir el aro completamente abierto y dilatado para él. Se abrió las nalgas mientras lo hacia solo para ofrecerle una mejor visión panorámica a este.
- Dios te debería haber concedido dos pollas, y serias su sucesor, mon dieu! - agregó entre gemidos de lujuria. La música afuera se acrecentaba, mucho mejor aun, ahora podría gritar cuando este la volviera a penetrar con fuerza. No creía poder contenerse mucho, los gritos era lo que salia de su boca cuando disfrutaba y era difícil callarla a menos que la amordacen o le colocasen algo en su boca para llenarla
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
No me creía que aquello fuese real hasta que una gota de sudor hizo que notase su sabor salado en mi boca. Pasé la lengua por mis labios húmedos y volví a saborear el gusto de su sexo en ellos. Mi nariz todavía tenía clavado el aroma de su cuerpo y mis oidos se deleitaban con sus gemidos y el chocar de nuestras caderas, que producían un sonido constante de chapoteo y fricción placentera. Una de mis manos seguía sobre su sexo, introduciendo dos dedos y acariciándole ese botón del clímax con un tercero. La otra, más amigable y animal, se aferraba a uno de sus pechos como la boca de un bebé. La música del exterior parecía acompañar nuestro encuentro y en un momento de desfase mental por lo que sucedía me vi mordiendo, juguetón, su hombro y hundiendo mis caderas en las suyas en una embestida que prolongó el tiempo que mantuve mi polla en su interior hasta diez segundos, sin dejar de empujar. Acto seguido volví a marcar el ritmo de penetración que ella pedía.
No me esperaba esa forma de moverse. Normalmente el anal no era algo que le gustase a la gente y menos en aquella época. Es más, muchos se sentían mal al disfrutarlo. Pero Sweet llevaba esa faceta al límite. La notaba completamente abierta y como ella movía la cintura sobre mi falo, incluso llegó un momento que dejé de masturbarla y apretarle el pecho para dejar las manos sobre sus caderas y acompañar sus movimientos, de pie tras ella. Solo podía ver como ese agujerito, ahora ya un agujero en toda regla, engullía mi falo con gula.
Luego estaba la forma en que ella misma se separaba las nalgas ofreciéndome una perfecta visión de aquél espectáculo. Todavía juraría con el miembro sobre ascuas vivas que aquellas cuatro paredes no habían visto tanta pasión en un polvo como en aquella ocasión, y creo que aun pasarán años para que otra escena similar ocurriese entre ellas. Es más, parecía que el local nos quisiese dar intimidad pues los gritos y la música de fuera iba en aumento y ya nadie paseaba por delante de la puerta. Nos daban libertad al menos unos minutos, tal vez más tarde no tuviesemos tanta suerte.
No hacía mucho que tenía mis manos en su cintura y que las embestidas se habían tornado en fuertes golpes de ariete contra las puertas de sus entrañas cuando recordé que ella estaba a las puertas del orgasmo desde hacía tiempo. Yo podía ser algo cabroncete pero no un ser despiadado así que en una de aquellas decidí jugar mi carta y desviar mi miembro ligeramente hacia abajo cuando ella reiteraba una de sus enculadas, es decir, mover el cuerpo hacia atrás para que mi miembro volviese a entrar en ella con fuerza. Coincidió con su deseo de que tuviese dos pollas el hecho de que la única que poseía entrase como un relámpago, por la velocidad de Sweet, en su encharcado coño, arrancandome un gemido y haciendome quedar parado durante un par de segundos para disfrutar de esa nueva estrechez. Al momento volví a moverme para proporcionarle ese orgasmo que ella deseaba aunque llevé una mano a su boca ofreciéndole lamer dos dedos para que disminuyesen sus gemidos.
Así estuve, disfrutando de su vagina húmeda y caliente hasta notar como se estremecía. Esa era mi intención, puesto que ella estaba a punto antes de que yo entrase en ella y así podría sentir su climax sobre mi miembro y luego correrme en ella en su ano, evitando posibles problemas pero disfrutando completamente del momento. Cuando ella terminó, y antes de volver a su entrada trasera, la senté en el peinador, que había convertido en el primer lugar de aquella velada, cara a mi y atraje su cintura hacia el borde.- "Sweet... Ah... Eres deliciosa... Y Dios ya me ha concedido algo mejor que dos pollas..." -La besé e introduje mi polla en su ano de nuevo.- "Me ha dado tu cuerpo para follarlo hasta quedarme seco." -El peinador volvió a sufrir los envites del acto de nosotros dos.- "Así... No voy a aguantar... Sí, sí..." -No podía pensar ya en mucho más que en correrme en su ano y comerle los labios y los pechos, perdiéndome a veces en su cuello para coger aire.
Off: Espero que te guste...
No me esperaba esa forma de moverse. Normalmente el anal no era algo que le gustase a la gente y menos en aquella época. Es más, muchos se sentían mal al disfrutarlo. Pero Sweet llevaba esa faceta al límite. La notaba completamente abierta y como ella movía la cintura sobre mi falo, incluso llegó un momento que dejé de masturbarla y apretarle el pecho para dejar las manos sobre sus caderas y acompañar sus movimientos, de pie tras ella. Solo podía ver como ese agujerito, ahora ya un agujero en toda regla, engullía mi falo con gula.
Luego estaba la forma en que ella misma se separaba las nalgas ofreciéndome una perfecta visión de aquél espectáculo. Todavía juraría con el miembro sobre ascuas vivas que aquellas cuatro paredes no habían visto tanta pasión en un polvo como en aquella ocasión, y creo que aun pasarán años para que otra escena similar ocurriese entre ellas. Es más, parecía que el local nos quisiese dar intimidad pues los gritos y la música de fuera iba en aumento y ya nadie paseaba por delante de la puerta. Nos daban libertad al menos unos minutos, tal vez más tarde no tuviesemos tanta suerte.
No hacía mucho que tenía mis manos en su cintura y que las embestidas se habían tornado en fuertes golpes de ariete contra las puertas de sus entrañas cuando recordé que ella estaba a las puertas del orgasmo desde hacía tiempo. Yo podía ser algo cabroncete pero no un ser despiadado así que en una de aquellas decidí jugar mi carta y desviar mi miembro ligeramente hacia abajo cuando ella reiteraba una de sus enculadas, es decir, mover el cuerpo hacia atrás para que mi miembro volviese a entrar en ella con fuerza. Coincidió con su deseo de que tuviese dos pollas el hecho de que la única que poseía entrase como un relámpago, por la velocidad de Sweet, en su encharcado coño, arrancandome un gemido y haciendome quedar parado durante un par de segundos para disfrutar de esa nueva estrechez. Al momento volví a moverme para proporcionarle ese orgasmo que ella deseaba aunque llevé una mano a su boca ofreciéndole lamer dos dedos para que disminuyesen sus gemidos.
Así estuve, disfrutando de su vagina húmeda y caliente hasta notar como se estremecía. Esa era mi intención, puesto que ella estaba a punto antes de que yo entrase en ella y así podría sentir su climax sobre mi miembro y luego correrme en ella en su ano, evitando posibles problemas pero disfrutando completamente del momento. Cuando ella terminó, y antes de volver a su entrada trasera, la senté en el peinador, que había convertido en el primer lugar de aquella velada, cara a mi y atraje su cintura hacia el borde.- "Sweet... Ah... Eres deliciosa... Y Dios ya me ha concedido algo mejor que dos pollas..." -La besé e introduje mi polla en su ano de nuevo.- "Me ha dado tu cuerpo para follarlo hasta quedarme seco." -El peinador volvió a sufrir los envites del acto de nosotros dos.- "Así... No voy a aguantar... Sí, sí..." -No podía pensar ya en mucho más que en correrme en su ano y comerle los labios y los pechos, perdiéndome a veces en su cuello para coger aire.
Off: Espero que te guste...
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Como se sentía? Placentero... No, posiblemente eso era poco, no podía describirse como una sola palabra, sentía placer, calor, las embestidas provocaban que cada vez que Aemon retiraba su miembro de la cavidad, ella sintiera la falta y un hormigueo que se desvanecía con una nueva embestida. Un sensación similar a la que sintió cuando se le ofreció ser parte de un trío, un hombre penetrándola por el ano, el otro por la vagina. Eso había sido el clímax mas exquisito de toda su vida. Ahora este momento se veía rápidamente desplazado por el poder y la habilidad de este único espécimen que parecía no saciarse solamente como mojar su miembro, sino que devoraba cada parte de su cuerpo con cada embestida.
Se sentía tocada por todo el cuerpo, desde ya entregada completamente al otro, no podía evitar que un escalofrió recorriera su espalda haciendo que los pelitos de sus brazos se levantaran y sus pezones se volvieran pequeñas pasas duras que Aemon acompañaba apretándolos con sus dedos. La frágil mesa con espejo no dejaba de vibrar ante cada sacudón, posiblemente colapsaría, no estaba acostumbrada a recibir estos tratos. Separó mas sus piernas, temblaban, se estremecían y sentía que se iba a orinar cuando de repente desde lo mas profundo de su ser noto un calor y un cosquilleo que provocó convulsiones en su zona baja y pulsaciones aceleradas. El tiempo se detuvo de pronto. El calor seguía en aumento desplazándose por cada centímetro de su cuerpo sacudiéndolo y aferrándose a la mesa sobre la que estaba apoyada se dejó llevar por los movimientos que su cuerpo no podía dejar pasar, sintió los fluidos del orgasmo correrse por entre sus muslos mientras Aemon la seguía envistiendo, disfrutando de la vista.
Exhaló hasta sentir como este la daba vuelta una vez mas, sintiendo el mármol de la mesada bajo sus caderas. Tenia las mejillas coloradas, los ojos lagrimeaban pero no por dolor, no por sufrimiento por la herida de la baja cintura. Las lagrimas contenidas eran de lujuria, de pasión desenfrenada. Esta noche iba a ser difícilmente superable por alguien mas...
Vio las fuertes manos de él nuevamente atrayéndola hacia el cuerpo por lo que separó sus piernas una vez mas levantándolas un poco mas arriba porque bien parecía que este iría por su cola una vez mas. Había aprendido a soportar la penetración de este tipo porque era la mas buscada por muchos hombres, que preferían este agujero por ser el mas estrecho y ademas para no tener descendencia no deseada. Muchas mujeres no querían hacerlo pero Sweet había aprendido a verle el lado bueno a esta parte de su cuerpo. Debía evitar cometer los mismos errores que su madre. Formando una V con sus piernas se quedo frente a Aemon , observando las pequeñas gotas de sudor que se formaban en sus sienes y su cuerpo que parecía aceitado por la transpiración de su cuerpo.
A pesar de estar nuevamente húmeda, extasiada, sintió como nuevamente era penetrada por detrás, pero esta vez deleitándose con las miradas y muecas de pasión que emitía su compañero. De su boca volvieron a escapar mas gemidos y como había hecho antes cuando él le colocó dos dedos en su boca para acallarla, volvió a repetir lo mismo llevándose sus dedos a la misma y saboreándolos, rodeándolos con su lengua. Sus caderas no podían reprimir un movimiento ascendente a medida que lo sentía mas dentro de ella y mientras el le confesaba que no iba a aguantarse mas así...había saciado todas sus expectativas, en realidad las superaba. Una cosa era un polvo, otra muy distinta era este tipo de clase magistral que acababa de darle sobre como manipular el cuerpo de una mujer llevándolo al máximo. Era todo un caballero y eso nadie podía negarlo. Sabia como tratar a las mujeres, seria igual con los hombres? Pero...acaso importaba eso ahora. Lo que ahora quería sentir era su sexo y las caderas de Aemon moverse en torno a la suya como había pasado instantes antes con las de ella cuando se desplomó con un gran orgasmo. Pero antes...
-Aemon... quiero que me obligues a saborearte, a lamer tus fluidos y deleitarme con ellos -
Esas palabras acaban de salir de sus labios? No podía dar crédito a ello, así que solo esperó a ver si este le contestaba, estaba totalmente fuera de si, ya ni sus palabras respondían a sus ordenes y solo se entregaba a este momento de lujuria que la embargaba.
OFF: Me encanto!! . Espero que te guste la respuesta
Se sentía tocada por todo el cuerpo, desde ya entregada completamente al otro, no podía evitar que un escalofrió recorriera su espalda haciendo que los pelitos de sus brazos se levantaran y sus pezones se volvieran pequeñas pasas duras que Aemon acompañaba apretándolos con sus dedos. La frágil mesa con espejo no dejaba de vibrar ante cada sacudón, posiblemente colapsaría, no estaba acostumbrada a recibir estos tratos. Separó mas sus piernas, temblaban, se estremecían y sentía que se iba a orinar cuando de repente desde lo mas profundo de su ser noto un calor y un cosquilleo que provocó convulsiones en su zona baja y pulsaciones aceleradas. El tiempo se detuvo de pronto. El calor seguía en aumento desplazándose por cada centímetro de su cuerpo sacudiéndolo y aferrándose a la mesa sobre la que estaba apoyada se dejó llevar por los movimientos que su cuerpo no podía dejar pasar, sintió los fluidos del orgasmo correrse por entre sus muslos mientras Aemon la seguía envistiendo, disfrutando de la vista.
Exhaló hasta sentir como este la daba vuelta una vez mas, sintiendo el mármol de la mesada bajo sus caderas. Tenia las mejillas coloradas, los ojos lagrimeaban pero no por dolor, no por sufrimiento por la herida de la baja cintura. Las lagrimas contenidas eran de lujuria, de pasión desenfrenada. Esta noche iba a ser difícilmente superable por alguien mas...
Vio las fuertes manos de él nuevamente atrayéndola hacia el cuerpo por lo que separó sus piernas una vez mas levantándolas un poco mas arriba porque bien parecía que este iría por su cola una vez mas. Había aprendido a soportar la penetración de este tipo porque era la mas buscada por muchos hombres, que preferían este agujero por ser el mas estrecho y ademas para no tener descendencia no deseada. Muchas mujeres no querían hacerlo pero Sweet había aprendido a verle el lado bueno a esta parte de su cuerpo. Debía evitar cometer los mismos errores que su madre. Formando una V con sus piernas se quedo frente a Aemon , observando las pequeñas gotas de sudor que se formaban en sus sienes y su cuerpo que parecía aceitado por la transpiración de su cuerpo.
A pesar de estar nuevamente húmeda, extasiada, sintió como nuevamente era penetrada por detrás, pero esta vez deleitándose con las miradas y muecas de pasión que emitía su compañero. De su boca volvieron a escapar mas gemidos y como había hecho antes cuando él le colocó dos dedos en su boca para acallarla, volvió a repetir lo mismo llevándose sus dedos a la misma y saboreándolos, rodeándolos con su lengua. Sus caderas no podían reprimir un movimiento ascendente a medida que lo sentía mas dentro de ella y mientras el le confesaba que no iba a aguantarse mas así...había saciado todas sus expectativas, en realidad las superaba. Una cosa era un polvo, otra muy distinta era este tipo de clase magistral que acababa de darle sobre como manipular el cuerpo de una mujer llevándolo al máximo. Era todo un caballero y eso nadie podía negarlo. Sabia como tratar a las mujeres, seria igual con los hombres? Pero...acaso importaba eso ahora. Lo que ahora quería sentir era su sexo y las caderas de Aemon moverse en torno a la suya como había pasado instantes antes con las de ella cuando se desplomó con un gran orgasmo. Pero antes...
-Aemon... quiero que me obligues a saborearte, a lamer tus fluidos y deleitarme con ellos -
Esas palabras acaban de salir de sus labios? No podía dar crédito a ello, así que solo esperó a ver si este le contestaba, estaba totalmente fuera de si, ya ni sus palabras respondían a sus ordenes y solo se entregaba a este momento de lujuria que la embargaba.
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Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Noté como su cuerpo me apretaba en su interior mientras sus fluidos abrillantaban y lubricaban mi polla sin miramientos. Podía notar como la cara interna de nuestros muslos se humedecían con su corrida pero no importaba, pronto la mía se uniría al juego. Es más, aquella humedad era un regalo para mí, una muestra de que ella no fingía de que realmente lo había disfrutado... y mucho al parecer. Por eso mismo fue por lo que la giré, a pesar de que estabamos jugando ya demasiado con la integridad del peinador, para acabar por su "puerta" trasera y demostrarle que yo también estaba disfrutando de tan agradable... "velada".
Ahora estabamos de nuevo enganchados, muchos dirían que como monos en celo, moviendo nuestras cinturas al compás. Yo disfrutando nuevamente de su ano, y ella de ese regalo de Dios tan diábolico que era mi polla. Me hacía sonreír esa ironía que los sensuales labios de Sweet habían diluido en el aire, esos mismos labios que ofrecían un paraiso pecaminoso como pocos. Podía sentir sus glúteos prietos en mis manos, y como mis pulgares se aferraban al nacimiento de los mismos, al final de la espalda, con el fin de evitarle daños en la zona dolorida a pesar de los movimientos. Las patas del peinador y el espejo del mismo temblaban con osadía bajo nuestros impulsos sexuales y parecían quejarse aunque nosotros hiciesemos oidos sordos. Finalmente los quejidos no fueron lo único que el peinador usó para avisarnos.
En una de las últimas penetraciones, con una gota de sudor cayendo de mi frente hasta la punta de mi nariz, mientras mordía uno de los pezones tiesos y duros de Sweet, el peinador finiquitó su vida útil en el burdel. Una de las patas, más exactamente la pata delantera derecha, se desprendió como mantequilla del resto del mueble. La pata cayó al suelo con un golpe seco y una pequeña reverberación aunque la música estaba bastante más alta por lo que casi ni escuché yo aquél sonido, pero si lo sentí. Noté como el espejo se separaba de la mesita y como un peso se clavaba en mi pierna derecha. Sujeté a Sweet contra la pared, con el miembro empotrado hasta el fondo en sus entrañas, con mis testículos apretados contra sus nalgas, para sujetar la mesa con las piernas y el espejo, tras la espalda de Sweet, contra la pared. La besé, quitándo las manos de sus nalgas, para llevarlas al mueble; una al espejo y otra a la mesita.- "Sweet, baja un momento, por favor." -Le dije antes de besarla y mover la cintura hacia atrás, para salir de ella y dejarle un espacio, lo justo para que pasase por debajo de mi brazo izquierdo, aunque tendría que rozarse bastante conmigo.
Esperé a que lo hiciese, sin desaprovechar la ocasión de besarle el hombro o rozarla de forma pícara durante sus movimientos, siempre sujetando la mesita y el espejo, antes de moverme y arrodillarme para dejar descansando el mueble destartalado junto a la pared y en el suelo. Cuando me levanté para observar la obra vi una pata suelta, la mesita de lado contra la pared y el espejo sobre los cajones que miraban al techo. Me reí por lo que habíamos "logrado" y la acerqué rodeándola con una brazo por la cintura.- "No diré nada si tu no dices nada." -Murmuré contra sus labios y, tras callar unos segundos por si me respondía, añadí.- "Ahora vas a chupármela como tu sabes y a limpiármela mejor que nunca. La quiero como los chorros del oro y quiero ver como mientras tanto disfrutas de mi corrida. Me da igual como lo hagas, como si te la quieres tragar o bañarte en ella, pero..." -La besé y masturbé un poco, con tres dedos en el interior de su sexo, con furia amorosa.- "... quiero ver como desaparece entre tus labios de nuevo." -Acto seguido la nalgueé con cierta fuerza y apreté su nalga. Normalmente yo no era así, pero tampoco me importaba serlo si la otra persona parecía disfrutar con aquello. Finalmente me senté de nuevo en el sofá donde, en un principio, había observado ese feo golpe en los lumbares de Sweet, me agarré el miembro y lo zarandeé un poco.- "Vamos, gatita, ven a por tu lechita." -Dije mirando aquél cuerpo esculturas deseando a partes iguales que me hiciese llegar al clímax y que aquello fuese lo que ella me pedía. La cosa mejoraba a acada instante aunque estuviese próxima o no a concluir.
Ahora estabamos de nuevo enganchados, muchos dirían que como monos en celo, moviendo nuestras cinturas al compás. Yo disfrutando nuevamente de su ano, y ella de ese regalo de Dios tan diábolico que era mi polla. Me hacía sonreír esa ironía que los sensuales labios de Sweet habían diluido en el aire, esos mismos labios que ofrecían un paraiso pecaminoso como pocos. Podía sentir sus glúteos prietos en mis manos, y como mis pulgares se aferraban al nacimiento de los mismos, al final de la espalda, con el fin de evitarle daños en la zona dolorida a pesar de los movimientos. Las patas del peinador y el espejo del mismo temblaban con osadía bajo nuestros impulsos sexuales y parecían quejarse aunque nosotros hiciesemos oidos sordos. Finalmente los quejidos no fueron lo único que el peinador usó para avisarnos.
En una de las últimas penetraciones, con una gota de sudor cayendo de mi frente hasta la punta de mi nariz, mientras mordía uno de los pezones tiesos y duros de Sweet, el peinador finiquitó su vida útil en el burdel. Una de las patas, más exactamente la pata delantera derecha, se desprendió como mantequilla del resto del mueble. La pata cayó al suelo con un golpe seco y una pequeña reverberación aunque la música estaba bastante más alta por lo que casi ni escuché yo aquél sonido, pero si lo sentí. Noté como el espejo se separaba de la mesita y como un peso se clavaba en mi pierna derecha. Sujeté a Sweet contra la pared, con el miembro empotrado hasta el fondo en sus entrañas, con mis testículos apretados contra sus nalgas, para sujetar la mesa con las piernas y el espejo, tras la espalda de Sweet, contra la pared. La besé, quitándo las manos de sus nalgas, para llevarlas al mueble; una al espejo y otra a la mesita.- "Sweet, baja un momento, por favor." -Le dije antes de besarla y mover la cintura hacia atrás, para salir de ella y dejarle un espacio, lo justo para que pasase por debajo de mi brazo izquierdo, aunque tendría que rozarse bastante conmigo.
Esperé a que lo hiciese, sin desaprovechar la ocasión de besarle el hombro o rozarla de forma pícara durante sus movimientos, siempre sujetando la mesita y el espejo, antes de moverme y arrodillarme para dejar descansando el mueble destartalado junto a la pared y en el suelo. Cuando me levanté para observar la obra vi una pata suelta, la mesita de lado contra la pared y el espejo sobre los cajones que miraban al techo. Me reí por lo que habíamos "logrado" y la acerqué rodeándola con una brazo por la cintura.- "No diré nada si tu no dices nada." -Murmuré contra sus labios y, tras callar unos segundos por si me respondía, añadí.- "Ahora vas a chupármela como tu sabes y a limpiármela mejor que nunca. La quiero como los chorros del oro y quiero ver como mientras tanto disfrutas de mi corrida. Me da igual como lo hagas, como si te la quieres tragar o bañarte en ella, pero..." -La besé y masturbé un poco, con tres dedos en el interior de su sexo, con furia amorosa.- "... quiero ver como desaparece entre tus labios de nuevo." -Acto seguido la nalgueé con cierta fuerza y apreté su nalga. Normalmente yo no era así, pero tampoco me importaba serlo si la otra persona parecía disfrutar con aquello. Finalmente me senté de nuevo en el sofá donde, en un principio, había observado ese feo golpe en los lumbares de Sweet, me agarré el miembro y lo zarandeé un poco.- "Vamos, gatita, ven a por tu lechita." -Dije mirando aquél cuerpo esculturas deseando a partes iguales que me hiciese llegar al clímax y que aquello fuese lo que ella me pedía. La cosa mejoraba a acada instante aunque estuviese próxima o no a concluir.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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