AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
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Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Un chorro de agua caliente corrió por su espalda recorriendo cada una de sus vertebras hasta dejarla relajada por completo, luego cerró el grifo, y salió de la ducha con una toalla pequeña alrededor de su cuerpo, envolviéndola para regalo.
Se vistió rápidamente con la poca ropa que llevaría puesta. Tenía un vestido rojo en desnivel con falda larga delante y un gran tajo y detrás descaradamente corta a punto tal que se notaba la parte superior del porta-ligas rojo en composé. Para disimular esto en la calle se llevó el tapado de rigor. Un tapado negro que la cubría las hasta las pantorrillas y disimulaba una posible pollera.
Apenas llegó al burdel saludó a sus compañeros de todas las noches y se dispuso a recibir al primer cliente con el cual se termino enojando profundamente porque abonó menos de lo que debía abonar, en cuanto le reclamó esto el hombre no tuvo mejor idea que asestarle una bofetada que la dejó tumbada en la cama con un dolor en la espalda importante por haber chocado la espina dorsal con el borde lateral de la cama. Estaba fuera de sus cabales cuando se acercó hasta la barra y vio llegar a Aemon bajando por las escaleras con un aire ganador que tenia por firma y que tanto gustaba al sexo opuesto y al propio también, ademas de su mirada que causaba venirse sin mas que mirarlo.
-Aemon- lo llamó con una seña mientras hacia pucheros.
Un chorro de agua caliente corrió por su espalda recorriendo cada una de sus vertebras hasta dejarla relajada por completo, luego cerró el grifo, y salió de la ducha con una toalla pequeña alrededor de su cuerpo, envolviéndola para regalo.
Se vistió rápidamente con la poca ropa que llevaría puesta. Tenía un vestido rojo en desnivel con falda larga delante y un gran tajo y detrás descaradamente corta a punto tal que se notaba la parte superior del porta-ligas rojo en composé. Para disimular esto en la calle se llevó el tapado de rigor. Un tapado negro que la cubría las hasta las pantorrillas y disimulaba una posible pollera.
Apenas llegó al burdel saludó a sus compañeros de todas las noches y se dispuso a recibir al primer cliente con el cual se termino enojando profundamente porque abonó menos de lo que debía abonar, en cuanto le reclamó esto el hombre no tuvo mejor idea que asestarle una bofetada que la dejó tumbada en la cama con un dolor en la espalda importante por haber chocado la espina dorsal con el borde lateral de la cama. Estaba fuera de sus cabales cuando se acercó hasta la barra y vio llegar a Aemon bajando por las escaleras con un aire ganador que tenia por firma y que tanto gustaba al sexo opuesto y al propio también, ademas de su mirada que causaba venirse sin mas que mirarlo.
-Aemon- lo llamó con una seña mientras hacia pucheros.
Última edición por Sweet Von Teese el Vie Jun 21, 2013 8:25 pm, editado 1 vez
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Aemon era la perdición personificada, hubiera pagado noche tras noche por una sacudida como la que el daba a los demás. Fuera de la sacudida y las veces que el hombre la había hecho venir aun su clítoris clamaba por mas caricias, como si esto no cesara, su vagina se humedecía con cada toqueteo de sus dedos, era perverso y era algo que no iba a olvidar así de fácil. Si había tenido un golpe en la cintura eso ya era cosa del pasado y ni recuerdos quedaban de él, posiblemente ya no sería necesario buscar una excusa para acercarse a su compañerito de trabajo.
En medio de las embestidas, ya cuando había olvidado la cantidad de veces que este la había manipulado para penetrarla, en una de esas embestidas violentas que ella clamaba bajo su peso comienza a sentirse un rechinar aun mas fuerte de la mesa de maquillaje, normalmente los sonidos fuertes o provocan la detención o bien continuar aun con mas ímpetu que antes, obviamente esta situación daba para continuar mas sabiendo que el miembro de Aemon estaba sumamente duro maltratando las paredes de su ano, podía sentirse el vacio que dejaba cada vez que retiraba su miembro de ella y el placer de sentir sus testículos golpear con fuerza por debajo. No se demoró mucho en ceder por completo la mesa, por suerte el caballero la sostuvo y ella no tuvo mas opción que largar un gemido prolongado al contacto mas profundo de la polla del hombre contra sus húmedas zonas. La había empalado hasta el fondo creando los suspiros de ella que se meneaba en torno a él.
De pronto notó que este estaba sosteniendo la mesa con dificultad y le pidió correrse lo cual hizo inmediatamente, complaciéndose al rozar con su cuerpo transpirado contra el fuerte de este hombre, se posicionó detrás de él mientras acomodaba el desastre y se deleitó observando su rígida cola que ante los movimientos se contraía con gracia y mostraba una musculatura solida. Al volverse le prometió portarse bien y no decirle nada a nadie de lo que paso con la mesa, posiblemente con los años cedió, era una reliquia del lugar según las malas lenguas.
Aemon tomó su posición en el sillón una vez mas, esta vez pudo contemplar toda la extensión generosa de su verga y con ansias de saborearla se agachó en el piso avanzando hacia él en cuatro patas sacudiendo sus pechos bajo ella, le separó las piernas mientras este la observaba con manifiesto deleite y apoyó ambos pechos sobre sus piernas mientras tomaba control de su pene con ambas manos y estiraba su lengua para saborear la punta y luego tragársela por completo hasta que la misma tocó la campanilla de su garganta una y otra vez – Haré lo que usted diga mi señor – dijo sonando complaciente, normalmente los hombres no tenían el poder que este hombre ejercía sobre ella como si fuera una perra, y normalmente le gustaba sentirse así. Continuó con los masajes con las manos, los labios e incluso colocó su miembro entre sus pechos para prescindir de las manos, abrazándolo entre ellos. Cuando sintió que estaba acercándose el momento final le pregunto una vez mas – ¿Vas a dármela toda Aemon? – extendiendo un poco mas sus ojos dejándolos bien grandes puestos sobre los de él hasta que sintió la fricción en sus manos y sus fluidos manando por su boca y su garganta, deleitándose con el sabor de su ser, se relamió varias veces y secó sus labios con sus dedos tomando los restos del éxtasis que habían quedado en los mismos para luego arrojarse sobre la entrepierna de este a modo de descanso aun conservando la vista en sus ojos mientras un suspiro de placer abandonaba su cuerpo para siempre.
En medio de las embestidas, ya cuando había olvidado la cantidad de veces que este la había manipulado para penetrarla, en una de esas embestidas violentas que ella clamaba bajo su peso comienza a sentirse un rechinar aun mas fuerte de la mesa de maquillaje, normalmente los sonidos fuertes o provocan la detención o bien continuar aun con mas ímpetu que antes, obviamente esta situación daba para continuar mas sabiendo que el miembro de Aemon estaba sumamente duro maltratando las paredes de su ano, podía sentirse el vacio que dejaba cada vez que retiraba su miembro de ella y el placer de sentir sus testículos golpear con fuerza por debajo. No se demoró mucho en ceder por completo la mesa, por suerte el caballero la sostuvo y ella no tuvo mas opción que largar un gemido prolongado al contacto mas profundo de la polla del hombre contra sus húmedas zonas. La había empalado hasta el fondo creando los suspiros de ella que se meneaba en torno a él.
De pronto notó que este estaba sosteniendo la mesa con dificultad y le pidió correrse lo cual hizo inmediatamente, complaciéndose al rozar con su cuerpo transpirado contra el fuerte de este hombre, se posicionó detrás de él mientras acomodaba el desastre y se deleitó observando su rígida cola que ante los movimientos se contraía con gracia y mostraba una musculatura solida. Al volverse le prometió portarse bien y no decirle nada a nadie de lo que paso con la mesa, posiblemente con los años cedió, era una reliquia del lugar según las malas lenguas.
Aemon tomó su posición en el sillón una vez mas, esta vez pudo contemplar toda la extensión generosa de su verga y con ansias de saborearla se agachó en el piso avanzando hacia él en cuatro patas sacudiendo sus pechos bajo ella, le separó las piernas mientras este la observaba con manifiesto deleite y apoyó ambos pechos sobre sus piernas mientras tomaba control de su pene con ambas manos y estiraba su lengua para saborear la punta y luego tragársela por completo hasta que la misma tocó la campanilla de su garganta una y otra vez – Haré lo que usted diga mi señor – dijo sonando complaciente, normalmente los hombres no tenían el poder que este hombre ejercía sobre ella como si fuera una perra, y normalmente le gustaba sentirse así. Continuó con los masajes con las manos, los labios e incluso colocó su miembro entre sus pechos para prescindir de las manos, abrazándolo entre ellos. Cuando sintió que estaba acercándose el momento final le pregunto una vez mas – ¿Vas a dármela toda Aemon? – extendiendo un poco mas sus ojos dejándolos bien grandes puestos sobre los de él hasta que sintió la fricción en sus manos y sus fluidos manando por su boca y su garganta, deleitándose con el sabor de su ser, se relamió varias veces y secó sus labios con sus dedos tomando los restos del éxtasis que habían quedado en los mismos para luego arrojarse sobre la entrepierna de este a modo de descanso aun conservando la vista en sus ojos mientras un suspiro de placer abandonaba su cuerpo para siempre.
Sweet Von Teese*- Mensajes : 88
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Re: Ay, que tensión... dame unos masajes quieres?(Aemon) [+18]
Desde mi posición privilegiada, con mi verga erecta cogida con una mano, podía ver perfectamente a Sweet. Ahí de pie parecía una diosa griega centrada en la belleza y el sexo. Podía ver la curva de sus caderas y la de sus pechos, podía ver como sus piernas se juntaban en un sexo húmedo y rojizo que hacía las delicias de cualquiera, y que aparecía brillante, al igual que el interior de sus muslos. Sus brazos y hombros fuertes la hacían parecer casi una amazona sin perder esa feminidad que se le escapaba por cada poro de su cuerpo y hacía que mi pene creciese más con solo mirarla. En su rostro, sudoroso, podía ver que sus ojos brillaban con cierto deseo por todo lo ocurrido, a pesar de romper la pata de la mesilla. Tenía un rostro acorde con la descripción que estoy dando de ella, que todavía la hacía parecer más una diosa.
Me relamí los labios observando como una gota de sudor caía desde su frente bajando perezosa por el costado de su nariz. Pude ver como recorría el contorno de sus labios y se le escurría por la barbilla hasta el cuello. La seguí con la mirada mientras bajaba por el centro del mismo y llegaba hasta el lugar donde sus pechos se unían. Desapareció un momento de mi vista hasta que reapareció en su abdomen trabajado, rodeó su ombligo y llegó a su sexo, donde se unió a los demás fluidos y desapareció para siempre. A la vez, mi lengua, antes de entrar de nuevo en la boca, recogió una gota de mi sudor, aumentando las sensaciones de lo que acababa de ver. Mi pecho subía y bajaba relajado pero ampliamente, llenando de sangre mi cuerpo y mi verga tiesa. Todavía no me había corrido ni una sola vez y eso se notaba en mi cuerpo, completamente tenso y agitado, incluso algo escocido en cierta parte. Me lo tenía merecido por pararme siempre antes de llegar para hacer que ella disfrutase más. ¿Una tontería? No, realmente disfrutaba casi igual haciendo gozar a mi compañera que haciéndolo yo. Y ella me demostraba su disfrute de una forma increible.
Cuando la vi ponerse a cuatro patas sonreí como un tonto pícaro con un juguete nuevo. Podía ver su cara de vicio venir hacia mí, sus pechos bamboleándose seductores mientras avanzaba y sus nalgas deslizarse sensualmente. ¿Había algo mejor en el mundo que ver a una bella mujer acercarse así hacia ti? Cuando sus manos acariciaron mis piernas reclamando espacio las separé para ofrecérselo. Era un placer tenerla entre ellas de nuevo y notar sus cálidos pechos apoyarse suavemente y con confianza en mis muslos. Podía notar sus erectos pezones contra ellos y me gustó saber aquello, síntoma de que seguía excitada. Sin apartar la mirada de ella escuché fuera, todo seguía igual; música, gritos y risas. Sonreí y entonces ella se dispuso a hacerme terminar por primera vez desde que empezase todo esto, y yo no se lo impedí.
Tuve que esforzarme bastante para no echar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos y así poder ver como me la agarraba a dos manos para lamer el glande. De todos modos llegó un momento, cuando decidió engullirla por completo, que no pude aguantar más. Mis brazo estirados a lo largo del respaldo del sofá, mi cabeza apoyada en el mismo y echada hacia atrás, mis ojos cerrados y mi boca abierta para conseguir el máximo oxifeno posible. Notaba como sus labios se apoderaban del tronco y como su lengua sacaba brillo a la punta y a pesar de tener la boca abierta había momentos que me faltaba el aire. En un par de ocasiones dejé que una mano bajase hasta sus cabellos para mantenerla con mi pene dentro por completo unos segundos, sin fuerza, solo como una ayuda, mientras gemidos y jadeos se escapaban sin control de mis labios.
Entonces, con toda la malicia de la que era capaz, atrapó mi verga con sus senos en una fantástica cubana y me preguntó algo que escuché como a lo lejos, en sueños. No se ni como pude contestarle.- "Ah... ah... si-sigue así... N-no me llames...Oh, joder, sí... Señor, soy A-a-aemon... Y te daré-eeeeeemmmm... tanta como puedas... n-no, no pares ahora... tanta como puedas conseguiii-i-iiir...Aaaaah...ah... No eres na... Ah, ah... Natural... No es normal lo que... coño, que aaah gusto... lo que haces con la boca... pero no te dete...aaaaah...detengas mmmm..." -Tampoco tardé mucho más en apretar los cojines del respaldo del sofá, morderme el labio inferior para no gritar del gusto e inundar su boca con mi semen. Exploté como si hiciese días que no hubiese descargado. Fueron cerca de siete descargar, cada una menos potente que la anterior, pero todas lanzadas con el mismo placer que recorría mi cuerpo como una descarga eléctrica. Algo más repuesto, y mientras recuperaba el aliento, volví a abrir los ojos para ver como, ya limpia mi polla, se limpiaba ella misma la comisura de los labios y los dedos. Me tuve que morder de nuevo el labio inferior ante aquella estampa, la lujuria en estado puro.
Cuando ella se subió de nuevo a mi casi no tenía fuerzas ni para abrazarla y el penetrarla estaba todavía lejos de poder repetirse, pues ese trozo de carne ahora estaba blando, caido y babeado. Pero eso no me importaba. La abracé por la cintura sin apartar la vista de sus ojos y la besé en los labios, tirando un poco al finalizar. Pude notar ligeramente mi propio sabor en su lengua.- "¿Estoy rico, Sweet?" -Comenté sonriendo y acariciando su espalda baja. Ya se me había acompasado la respiración y la vista por lo que pude admirar su belleza más de cerca.- "Por cierto, ¿Sweet es tu verdadero nombre? Significa dulce en mi tierra, y no se desencamina de lo que eres para mí." -Esta vez acompañé la frase con otro beso, esta vez en su nariz. No se estaba mal así, junto a ella, a pesar de que parecía, tal y como estabamos, que nada de lo anterior había pasado. De parecer dos animales en celo encerrados en una habitación a dos amantes sentados en un banco de un parque. Pero así era mi vida y me gustaba.
Me relamí los labios observando como una gota de sudor caía desde su frente bajando perezosa por el costado de su nariz. Pude ver como recorría el contorno de sus labios y se le escurría por la barbilla hasta el cuello. La seguí con la mirada mientras bajaba por el centro del mismo y llegaba hasta el lugar donde sus pechos se unían. Desapareció un momento de mi vista hasta que reapareció en su abdomen trabajado, rodeó su ombligo y llegó a su sexo, donde se unió a los demás fluidos y desapareció para siempre. A la vez, mi lengua, antes de entrar de nuevo en la boca, recogió una gota de mi sudor, aumentando las sensaciones de lo que acababa de ver. Mi pecho subía y bajaba relajado pero ampliamente, llenando de sangre mi cuerpo y mi verga tiesa. Todavía no me había corrido ni una sola vez y eso se notaba en mi cuerpo, completamente tenso y agitado, incluso algo escocido en cierta parte. Me lo tenía merecido por pararme siempre antes de llegar para hacer que ella disfrutase más. ¿Una tontería? No, realmente disfrutaba casi igual haciendo gozar a mi compañera que haciéndolo yo. Y ella me demostraba su disfrute de una forma increible.
Cuando la vi ponerse a cuatro patas sonreí como un tonto pícaro con un juguete nuevo. Podía ver su cara de vicio venir hacia mí, sus pechos bamboleándose seductores mientras avanzaba y sus nalgas deslizarse sensualmente. ¿Había algo mejor en el mundo que ver a una bella mujer acercarse así hacia ti? Cuando sus manos acariciaron mis piernas reclamando espacio las separé para ofrecérselo. Era un placer tenerla entre ellas de nuevo y notar sus cálidos pechos apoyarse suavemente y con confianza en mis muslos. Podía notar sus erectos pezones contra ellos y me gustó saber aquello, síntoma de que seguía excitada. Sin apartar la mirada de ella escuché fuera, todo seguía igual; música, gritos y risas. Sonreí y entonces ella se dispuso a hacerme terminar por primera vez desde que empezase todo esto, y yo no se lo impedí.
Tuve que esforzarme bastante para no echar la cabeza hacia atrás y cerrar los ojos y así poder ver como me la agarraba a dos manos para lamer el glande. De todos modos llegó un momento, cuando decidió engullirla por completo, que no pude aguantar más. Mis brazo estirados a lo largo del respaldo del sofá, mi cabeza apoyada en el mismo y echada hacia atrás, mis ojos cerrados y mi boca abierta para conseguir el máximo oxifeno posible. Notaba como sus labios se apoderaban del tronco y como su lengua sacaba brillo a la punta y a pesar de tener la boca abierta había momentos que me faltaba el aire. En un par de ocasiones dejé que una mano bajase hasta sus cabellos para mantenerla con mi pene dentro por completo unos segundos, sin fuerza, solo como una ayuda, mientras gemidos y jadeos se escapaban sin control de mis labios.
Entonces, con toda la malicia de la que era capaz, atrapó mi verga con sus senos en una fantástica cubana y me preguntó algo que escuché como a lo lejos, en sueños. No se ni como pude contestarle.- "Ah... ah... si-sigue así... N-no me llames...Oh, joder, sí... Señor, soy A-a-aemon... Y te daré-eeeeeemmmm... tanta como puedas... n-no, no pares ahora... tanta como puedas conseguiii-i-iiir...Aaaaah...ah... No eres na... Ah, ah... Natural... No es normal lo que... coño, que aaah gusto... lo que haces con la boca... pero no te dete...aaaaah...detengas mmmm..." -Tampoco tardé mucho más en apretar los cojines del respaldo del sofá, morderme el labio inferior para no gritar del gusto e inundar su boca con mi semen. Exploté como si hiciese días que no hubiese descargado. Fueron cerca de siete descargar, cada una menos potente que la anterior, pero todas lanzadas con el mismo placer que recorría mi cuerpo como una descarga eléctrica. Algo más repuesto, y mientras recuperaba el aliento, volví a abrir los ojos para ver como, ya limpia mi polla, se limpiaba ella misma la comisura de los labios y los dedos. Me tuve que morder de nuevo el labio inferior ante aquella estampa, la lujuria en estado puro.
Cuando ella se subió de nuevo a mi casi no tenía fuerzas ni para abrazarla y el penetrarla estaba todavía lejos de poder repetirse, pues ese trozo de carne ahora estaba blando, caido y babeado. Pero eso no me importaba. La abracé por la cintura sin apartar la vista de sus ojos y la besé en los labios, tirando un poco al finalizar. Pude notar ligeramente mi propio sabor en su lengua.- "¿Estoy rico, Sweet?" -Comenté sonriendo y acariciando su espalda baja. Ya se me había acompasado la respiración y la vista por lo que pude admirar su belleza más de cerca.- "Por cierto, ¿Sweet es tu verdadero nombre? Significa dulce en mi tierra, y no se desencamina de lo que eres para mí." -Esta vez acompañé la frase con otro beso, esta vez en su nariz. No se estaba mal así, junto a ella, a pesar de que parecía, tal y como estabamos, que nada de lo anterior había pasado. De parecer dos animales en celo encerrados en una habitación a dos amantes sentados en un banco de un parque. Pero así era mi vida y me gustaba.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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