AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El cuento de Cenicienta [Hero]
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El cuento de Cenicienta [Hero]
Las palabras de Hero, su digno andar y sus obstinados regaños, solo pudieron enternecerme más. No estaba acostumbrada a que nadie me obligara a algo, y si bien era cierto que el vampiro solo lo hacía por mi bien, me hacía sentir atrapada. Eso sería algo realmente malo para cualquier gitano, y mis palabras resultaban la ligera expresión de mi ego herido. Sin embargo… me reconfortaba esa manera de ser del pelinegro. Había dado por acabada la discusión cuando pareció detectar su hogar a lo lejos. Había pasado de mí por completo, a pesar de mis protestas, había mantenido su ritmo y había confesado su temor a la luz. Aquello había sido suficiente para hacerme callar. No me imaginaba lo que un pequeño rayo de luz podía causarle, y realmente, al mirarlo de reojo, reconocí que no deseaba averiguarlo. No deseaba escucharlo gemir de dolor, ni ver esos ojos serenos distorsionarse por la agonía. Suspiré resignada por la situación. Sería muy difícil admitir lo cansada que estaba, pero algo en el vampiro me decía que él lo notaría nada más me dejara en el suelo; hice un puchero casi infantil por la ventaja que me llevaba, hasta que una figura imponente me llamó la atención.
Se trataba de… ¿una mansión? Vale, Hero había mencionado algo sobre dinero, lujos y caprichos pero… ¡Eso era un castillo! No un castillo en toda regla, y aunque yo no era una experta en arquitectura, era evidente que una residencia así requería una cantidad obscena de dinero. Desde afuera, al otro lado de barrera que separaba el exterior de la propiedad, parecía solo la maqueta de un artista mundialmente reconocido. No me di cuenta que tenía la boca abierta y los ojos desorbitados hasta que, lo que parecía un escenario de cuentos de hadas, estuvo a pocos metros de nosotros. ‘¿De verdad es tu casa?’ –deseaba preguntarle- ‘¿O solo es producto de mi imaginación por leer aquel cuento de la Cenicienta?’
En este caso, no había príncipe ni princesa, aunque Hero podía pasar por un miembro de la realeza sin problemas. Sin embargo, supuse que así debía sentirse la sirvienta cubierta de hollín. No se trataba solo del castillo o el lujo, sino de verse protegida por alguien luego de pasar muchos años en soledad. Una palabra amable, un abrazo cálido, o para estos extremos, un músico, apuesto y millonario, y que además era vampiro, ofreciendo una taza de té en el interior de su enorme mansión estilo castillo. Bien, ya nada podía sorprenderme más. Sentía curiosidad por algo desde que había leído su mano, pero no me confiaba a preguntarle, puesto que su pasado parecía tan turbulento y delicado. Mantuve la boca cerrada hasta que mis ojos pudieran acostumbrarse a tanto resplandor.
- Increíble… - susurré en un suspiro. El interior era luminoso a pesar de la penumbra que aun yacía en el exterior, si bien algunas pinceladas de azul opaco iban decorando el cielo. Nada más entrar, me sentí hipnotizada por los cuadros, la escalera de mármol brillante y… en fin, ni dormida habría soñado algo tan bello. – Hero, este lugar es… precioso.
Sentí dentro de mi pequeño una pequeña opresión, como si mi corazón se ruborizara y saltara de alegría. Sí, ciertamente me sentía agradecida de poder haber apreciado semejante belleza en tan solo una noche; recordé de pronto a la bella dama que había conocido no hacía mucho tiempo, la única a demás de Hero que me demostraba que formar parte de la clase alta no los convertía en seres sin corazón, superficiales y avaros. En realidad, ambos tenían cierto parecido, y es que, aunque habían sido realmente amables conmigo, podía notarse cuanto disfrutaban de las ventajas de su posición, y es que… ¿quién en su sano juicio no lo haría? No pude evitar que mis labios formaran una sonrisa infantil, exponiendo un par de hoyuelos y unos pómulos sonrosados..
- Gracias, Hero.
Off: Perdona que esté tan sencillo por la falta de color, en la Pc en la que estoy no me deja, francamente, hacer nada bonito ¬¬ Ni seleccionar el texto puedo e.e Si tengo oportunidad lo edito después x'D
Se trataba de… ¿una mansión? Vale, Hero había mencionado algo sobre dinero, lujos y caprichos pero… ¡Eso era un castillo! No un castillo en toda regla, y aunque yo no era una experta en arquitectura, era evidente que una residencia así requería una cantidad obscena de dinero. Desde afuera, al otro lado de barrera que separaba el exterior de la propiedad, parecía solo la maqueta de un artista mundialmente reconocido. No me di cuenta que tenía la boca abierta y los ojos desorbitados hasta que, lo que parecía un escenario de cuentos de hadas, estuvo a pocos metros de nosotros. ‘¿De verdad es tu casa?’ –deseaba preguntarle- ‘¿O solo es producto de mi imaginación por leer aquel cuento de la Cenicienta?’
En este caso, no había príncipe ni princesa, aunque Hero podía pasar por un miembro de la realeza sin problemas. Sin embargo, supuse que así debía sentirse la sirvienta cubierta de hollín. No se trataba solo del castillo o el lujo, sino de verse protegida por alguien luego de pasar muchos años en soledad. Una palabra amable, un abrazo cálido, o para estos extremos, un músico, apuesto y millonario, y que además era vampiro, ofreciendo una taza de té en el interior de su enorme mansión estilo castillo. Bien, ya nada podía sorprenderme más. Sentía curiosidad por algo desde que había leído su mano, pero no me confiaba a preguntarle, puesto que su pasado parecía tan turbulento y delicado. Mantuve la boca cerrada hasta que mis ojos pudieran acostumbrarse a tanto resplandor.
- Increíble… - susurré en un suspiro. El interior era luminoso a pesar de la penumbra que aun yacía en el exterior, si bien algunas pinceladas de azul opaco iban decorando el cielo. Nada más entrar, me sentí hipnotizada por los cuadros, la escalera de mármol brillante y… en fin, ni dormida habría soñado algo tan bello. – Hero, este lugar es… precioso.
Sentí dentro de mi pequeño una pequeña opresión, como si mi corazón se ruborizara y saltara de alegría. Sí, ciertamente me sentía agradecida de poder haber apreciado semejante belleza en tan solo una noche; recordé de pronto a la bella dama que había conocido no hacía mucho tiempo, la única a demás de Hero que me demostraba que formar parte de la clase alta no los convertía en seres sin corazón, superficiales y avaros. En realidad, ambos tenían cierto parecido, y es que, aunque habían sido realmente amables conmigo, podía notarse cuanto disfrutaban de las ventajas de su posición, y es que… ¿quién en su sano juicio no lo haría? No pude evitar que mis labios formaran una sonrisa infantil, exponiendo un par de hoyuelos y unos pómulos sonrosados..
- Gracias, Hero.
Off: Perdona que esté tan sencillo por la falta de color, en la Pc en la que estoy no me deja, francamente, hacer nada bonito ¬¬ Ni seleccionar el texto puedo e.e Si tengo oportunidad lo edito después x'D
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
“Sonrisa torcida que florece ante el cansancio ajeno. Por qué eres más débil que yo? Por qué siento que debo protegerte? Será que mi corazón y sentimientos cada día son más blandos?”
Al apoyarla en el piso, vi como tambaleaba un poco, parecía cansada, débil y me preocupaba, así que la mantenía con un brazo, para que no caiga, algo apurado por meternos allí dentro. Mansión que había preparado para mí y mi padre. Ningún rayo de luz podía entrar en la casa, los arbustos, los vidrios, todo había sido preparado para que ningún vampiro se quemara. Allí podíamos pasar el día no solo durmiendo, sino que también leía o tocaba el piano, me movía de aquí para allá, hasta que el sol se volvía a esconder. Eso significaba que pasaba casi el sesenta por ciento dentro de la casa. Y esa era la razón de estar tan adornada. Cuadros, reliquias, libros, por todos lados había millones de cosas, podría tardarme casi dos años en volver a ver cada cosa con detenimiento y aunque tenía la eternidad no me gustaría malgastar mi tiempo en ello.
Una sonrisa se formó en mis labios cuando dijo la palabra mágica “increíble”, y solo pude reír un poco, cubriéndome con el dorso de la mano, los labios, negando en lo que mi rostro volvía al calmo semblante original. Lleno de tranquilidad por estar adentro de la mansión ya con las puertas bien cerradas, veía como mi amada ama de llaves se acercaba algo preocupada. Era una señora de unos setenta años, que desde que me había mudado se había encargado de todo, tenía ayudantes pero estos no solía verlos. Más que cuando los necesitaba o cuando la señora no estaba para atenderme. Pues ella era realmente libre, solo nos cuidaba porque toda su familia había muerto y cada tanto se iba al cementerio o a comprar cosas. La vi acercándose y tocándome la cabeza. Al parecer la había preocupado. Pero ella no hablaba, mantenía un perfil tan bajo y sereno, que siquiera se la escuchaba.
-Mon Cher, ella es Roham. Se asentará un poco aquí. Ahh… Yah, yah, os pido mil disculpas por haber llegado es estar horas. Yo no lo noté. Pero es que ella estaba mal, tuvo un colapso, porque no la acompañáis a los sillones así descansa en lo que os preparo un té con panecillos calientes. Os pido por favor y de paso me serviré un whisky… Ah, es que me he pegado un buen susto!
De repente me di cuenta que la muchacha hablaba y la miré con una dulce sonrisa, cubriendo mis labios mientras hacía una pequeña reverencia con la cabeza por sus halagos, realmente me gustaba mi mansión. No la consideraba preciosa, más bien sofisticada y con muchas reliquias dentro. Pero también era interesante escuchar aquel tipo de descripciones. Apoyé una mano con mucho cuidado en su hombro y la guie unos pasos hacía el living, acaricié su melena como antes lo había hecho y en una sonrisa de lado moví la cabeza para invitarla a que vaya a sentarse. Estaba más que seguro que estaba cansada. Para mi suerte con pocas cosas me podía realmente cansar. Usualmente era en peleas, con aquel cuervo que ahora extrañaba tanto… O con La Alianza. Pero principalmente la primera, pues no paraba de romperle cosas, de correrlo y llorar y eso me desgastaba bastante y claro, él solía divertirse y luego enojarse por mis actos, pero jamás cansarse. Como sea, ahora no estaba haciendo ninguna de aquellas cosas.
-Vamos, os llevaré el té y los panecillos, llevadla, que se sienta cómoda Mon Cher, en o que voy y vuelvo de la cocina.
No esperé un sí o un no, y fui directamente hacía la gran sala donde se preparaban los alimentos. Ese era mi lugar preferido, en la mayoría de las mansiones ese lugar estaba alejado de todo. Pero allí yo solía cocinar a los invitados, así que tenía todo cerca por cualquier situación. Así fue como empezaba a preparar las cosas. Primero la hierba, el agua la dejaba calentándose. El fuego se prendía con mucho cuidado y empezaba a hacer las bolillas con la masa que había quedado guardada. Iba bastante rápido, costumbre y agilidad, reflejos y fuerza sobre humana estaban en mi favor. Tanto así que en unos diez minutos, ya estaría de vuelta. Preparaba los utensilios en una bandeja bastante grande, quesos y jamones repartía en pequeños tazones, luego los panecillos recién horneados en una panera y al terminar de servir los té y poner la tetera en la misma bandeja me encaminaba al lugar. Yo solo había puesto dos té y un vaso grueso de cristal vacío, para poder servirme el whisky, las bebidas calientes no se me daban.
-Ya… Ahora me diréis que es lo que os sucedió allá? Ahora que estamos más relajados… Mon Cher, si luego nos puedes dejar solos, os agradecería. Quizá no quiere que escuchéis vuestra conversación.
“En la penumbra, en la tormenta. Cuando nada se ve y lo congelado te quita el poder del tacto. Allí es cuando todo está perdido. Entonces, ahí será cuando me digas la verdad?”
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
El calor en mi pecho crecía con el paso de los minutos, tras cada pequeño gesto del vampiro, tras cada detalle de la mansión, que me deslumbraba y me maravillaba al mismo tiempo. La mansión me parecía una versión mucho más grande y fina que algunas caravanas de gitanos que había visto, repletas de pequeños tesoros, cada uno diferente al anterior. Aun así, resultaba ridículo comparar algo de Hero con gitanos. Conforme pasaba más tiempo con él, y conocía más sobre su forma de vida, comprendía lo diferente que podíamos llegar a ser. Pero su sonrisa era todo lo que necesitaba para alejar malos pensamientos de mi mente; de hecho, hacía que me fuera imposible permanecer seria y cohibida. Di un respingo cuando una mujer de edad avanzada se acercó a nosotros; parecía dulce y discreta, pero sus expresiones faciales demostraban cuan preocupada había estado por el pelinegro. En silencio, incliné la cabeza en señal de respeto, volviendo mi propia sonrisa una pequeña muestra de timidez.
― Oh, Bonsoir Madame… ― me di cuenta que, mientras hablaba, mi voz iba adquiriendo un matiz educado y delicado. ¿Acaso el ambiente de la mansión estaría aplacando mis malos modales? No estaba segura de lo que era con exactitud, ni siquiera si eran solo imaginaciones mías, pero tenía la extraña sensación de haber estado antes en aquel lugar. ¡Ridículo! Nunca había visitado lugar más fino en París que el teatro donde me había colado con mi querida Odette, y sin duda alguna, nunca había estado en aquella mansión. De cualquier modo, presté atención a las palabras de Hero y a su insistente deseo de servir té y bocadillos. Se me escapó una carcajada cuando lo vi alejarse a la cocina sin esperar respuesta, pensando que tenía un curioso gusto por alimentar y dar atenciones a otras personas.
El ama de llaves me miró con curiosidad, aunque sin esa venenosa mirada que solía tener cualquier servidumbre falta de chismes. Parecía la mujer más paciente que hubiese visto antes, cosa que no debía de extrañar, considerando las grandes exigencias que debía tener una residencia de proporciones tan extensas. Miré mis pies, una vez que estuve sentada sobre un precioso y cómodo sillón, el cual, en propiedad de un humano, debía ser usado para tomar el té por las tardes. Se me enrojecieron las mejillas al notar lo sucios que tenía los pies, y aunque no era una novedad, resultaba bochornosa una apariencia así en un sitio tan pulcro y limpio. Cuando Hero volvió con una charola llena de bocadillos y té, sentí que se me humedecían los ojos. ‘’Esto es un error’’ ―debí decirle cuanto antes― ‘’No soy la niña indefensa que crees que soy. Soy una ladrona y adivino futuros horribles. He tenido visiones de la muerte de algunas personas… y no las he prevenido. Soy exactamente como esos gitanos a los que tanto temes’’. No podía explicarle el tipo de maldición que significaba poder ver el futuro en visiones. Leer las cartas, las tazas de té o las manos no era tan peligroso o angustiante que tener una visión.
Miré al ama de llaves debajo de unas humedecidas pestañas, sin estar del todo segura de cuanto cambiaría su presencia mis ganas de contar el asunto de las visiones.
― Yo… uhm… las visiones, eso… bueno, son algo una cosa realmente molesta. ― negué con la cabeza, frustrada. ― Como te dije antes, tener una visión sin poder controlarla, es como si se presentara la imagen de un paisaje nevado en medio de un paseo por la playa. Sin embargo… es más complicado que eso. Algunas veces las visiones pronostican cosas muy, muy malas. Y lo peor es que yo no puedo evitarlo. ¡Es que si supieras cuantas veces lo he intentado! Es horrible… porque siempre sucede de alguna manera. Y hoy vi… jum… ― mis labios se convirtieron en una fina línea, tensa como cuerda de violín. Miré una de las dos tazas de té y suspiré. ― En fin, no sé lo que vi… solo sé que no quiero verlo de nuevo. ¿Nunca te ha sucedido que, aunque sabes que algo es incorregible e innegable, sigues con el deseo de cambiarlo? ¡Y es tan cansado el intento!
― Oh, Bonsoir Madame… ― me di cuenta que, mientras hablaba, mi voz iba adquiriendo un matiz educado y delicado. ¿Acaso el ambiente de la mansión estaría aplacando mis malos modales? No estaba segura de lo que era con exactitud, ni siquiera si eran solo imaginaciones mías, pero tenía la extraña sensación de haber estado antes en aquel lugar. ¡Ridículo! Nunca había visitado lugar más fino en París que el teatro donde me había colado con mi querida Odette, y sin duda alguna, nunca había estado en aquella mansión. De cualquier modo, presté atención a las palabras de Hero y a su insistente deseo de servir té y bocadillos. Se me escapó una carcajada cuando lo vi alejarse a la cocina sin esperar respuesta, pensando que tenía un curioso gusto por alimentar y dar atenciones a otras personas.
El ama de llaves me miró con curiosidad, aunque sin esa venenosa mirada que solía tener cualquier servidumbre falta de chismes. Parecía la mujer más paciente que hubiese visto antes, cosa que no debía de extrañar, considerando las grandes exigencias que debía tener una residencia de proporciones tan extensas. Miré mis pies, una vez que estuve sentada sobre un precioso y cómodo sillón, el cual, en propiedad de un humano, debía ser usado para tomar el té por las tardes. Se me enrojecieron las mejillas al notar lo sucios que tenía los pies, y aunque no era una novedad, resultaba bochornosa una apariencia así en un sitio tan pulcro y limpio. Cuando Hero volvió con una charola llena de bocadillos y té, sentí que se me humedecían los ojos. ‘’Esto es un error’’ ―debí decirle cuanto antes― ‘’No soy la niña indefensa que crees que soy. Soy una ladrona y adivino futuros horribles. He tenido visiones de la muerte de algunas personas… y no las he prevenido. Soy exactamente como esos gitanos a los que tanto temes’’. No podía explicarle el tipo de maldición que significaba poder ver el futuro en visiones. Leer las cartas, las tazas de té o las manos no era tan peligroso o angustiante que tener una visión.
Miré al ama de llaves debajo de unas humedecidas pestañas, sin estar del todo segura de cuanto cambiaría su presencia mis ganas de contar el asunto de las visiones.
― Yo… uhm… las visiones, eso… bueno, son algo una cosa realmente molesta. ― negué con la cabeza, frustrada. ― Como te dije antes, tener una visión sin poder controlarla, es como si se presentara la imagen de un paisaje nevado en medio de un paseo por la playa. Sin embargo… es más complicado que eso. Algunas veces las visiones pronostican cosas muy, muy malas. Y lo peor es que yo no puedo evitarlo. ¡Es que si supieras cuantas veces lo he intentado! Es horrible… porque siempre sucede de alguna manera. Y hoy vi… jum… ― mis labios se convirtieron en una fina línea, tensa como cuerda de violín. Miré una de las dos tazas de té y suspiré. ― En fin, no sé lo que vi… solo sé que no quiero verlo de nuevo. ¿Nunca te ha sucedido que, aunque sabes que algo es incorregible e innegable, sigues con el deseo de cambiarlo? ¡Y es tan cansado el intento!
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
“Las risas son la compañía de los hombres, son la gracia que nos acompaña. La risa, es lo que nos deja seguir viviendo, aún en este mundo de dolor y amarguras”
Cuando ella empezó a reír inevitablemente la miré y negué con desaprobación, para luego sonreírle con dulzura, como avisándole que solo era una broma que quizá para ella podía ser de mal gusto, aunque me hubiese gustado verla asustada o algo tildada. Como si realmente me hubiese fastidiado. La realidad era que pocas cosas en mi vida me molestaban. Y que se rían de mi no era una de ellas, más bien estaba acostumbrado a aquello. De reojo fui observando cómo se retiraban hacía donde había indicado y me proponía a hacer mis deberes. Acomodando la cocina en tanto me disponía a preparar las cosas. Acomodando la bandeja con sus debidas proporciones, empezando a caminar, hasta llegar al lugar. Allí apoyé un poco las cosas y empecé a servir a cada una lo propuesto.
-Ahh… Qué pasa? Por qué esa carita? No os gusta el té? Puedo hacer otra cosa. Creo que haré un lugar para enseñar cocina algún día!
Decía con diversión, apoyándome en un sillón en solitario, cerca del de la muchacha. Tenía mi copa de whisky y la empezaba a beber, abriendo los ojos, escuchándola atentamente. Sí, eso ya lo había dicho, pero me preocupaba que fuera lo que en su cabeza había visto. No quería pensar que había sido algo horrible, aunque era lo único que se cruzaba por mi mente. Ya que de no ser así, ella no estaría tan triste. Sus ojos profundos y perlados me hacían sentir mal. Quizá alguien nos atacaba. Quizá era por mi culpa! Ah! Sería tan molesto que la inquisición nos atacara por mi culpa. Pero era raro, pues yo siempre estaba de incognito en las peleas. Jamás aparecía nada de mí. Al ser una persona bastante reconocida entre los vampiros, principalmente los músicos, ellos procuraban protegerme. Aún con mis condiciones y se los agradecería eternamente. Pues de no dejarme entrar en la alianza y ser un cantante al mismo tiempo, probablemente, mi vida sería un infierno.
-No podéis evitarlo en qué sentido? Vuestras visiones siempre se hacen reales? O no puedes evitar tenerlas? Que habéis visto, decidme, porque si no lo decís, os quedaréis con la mala sensación; y con la frustración de que si sucede vosotros no hiciste nada. Pero de otra manera, yo os puedo decir que si eso que vio sucede no os culparé. Que os parece? No seáis tímida, no me mintáis. Decidme de una vez que os sucedió, en cualquier momento os pego!
Casi alzando las manos, me ponía nervioso, siempre con las cosas a medias. Pero bueno, al final ella me dijo algo que me hizo pensar. Que me sacó completamente de la galaxia. “Algo que es incorregible, innegable, algo que no cambia…” Mi cuervo… Pero siempre que se quiere, se puede, no? Aún aunque me canse, aún a pesar de todas las cosas que habíamos pasado. Yo seguía allí, esperándole. Todos los días, todas las noches. Me había unido a una corporación con el fin del proteger a aquel hermoso ser que desde el primer encuentro había cautivado mi corazón y como negarlo!! Como negar que aquel ser era terriblemente poderoso, estaba maldito. Tan triste, tan solitario. Aún y con todo yo seguía atrás. Inevitablemente, me había enamorado y con ello todas mis cosas se había ido. Ya no quedaba mas Jaejoong, solo había ocho letras que me perseguían. Un apellido que me había temblar. Un nombre que era puro y casto. Pero jamás, jamás encontraría la solución. Aunque tenía fe, en que lo cautivaría, algún día sería mío para siempre.
-Se a lo que os referís y os juro que entiendo que sea cansador. Pero realmente si el destino, si el mundo, el universo, quiere que eso suceda… Se puede, si el tiempo desea que eso cambie, lo hará. Con muchas fuerzas, con esfuerzo y esmero. Claro que se puede. Pero supongo que en vuestro caso, no es algo que se pueda cambiar. Lo digo porque muchas veces no es algo que os interese. Pero en el caso de que fuese una sola cosa. Algo puntual. Creedme, que os puedo decir que se puede. Poco a poco… Hahaha
Un ligero sonrojo se formaba en mis mejillas, la ama de llaves ya se había levantado para retirarse, estaba ya alejándose de nosotros y se despedía con una reverencia a lo cual, le respondía de la misma manera. Estaba tan abrumado por lo que había dicho, ahora era evidente que me había pasado o más bien que me pasaba actualmente. En la espera de aquel hombre, que me había prometido que volvería. Era de alguna forma emocionante y estaba seguro que al verlo regresar todo sería aún mejor. Las cosas se renovarían y como siempre decía los renuevos siempre son mejores que tirar de la cuerda hasta el final. Aunque era claro, que la que yo veía siempre era irrompible.
-Me habéis dicho que lo habéis intentado. Contadme un poco de vuestras aventuras. Me encanta escuchar de eso. Siempre escucho de un amigo esas cosas y una vez le pedí a una muchacha que encontré leyendo que me relate más de aventuras. No te parecen muy interesantes? Ah! Os parecen… Os pido disculpas, es que no soy muy bueno en el protocolo.
“Sensaciones, suaves y ligeras sensaciones, que te inundan desde lo más profundo de tu ser. Algunas veces se siente como mariposas en el estomago, otras como un simple picazón y las peores son los sonrojos profundos”
Invitado- Invitado
Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
― Sencillamente he descubierto que es más difícil lidiar con un amable millonario que con el villano de algún cuento. ― murmuré en voz baja, más para mí que para nadie más. Era un poco injusta la afirmación, pero me había tomado por sorpresa cada emoción que había surgido de haber conocido al vampiro. Acostumbraba enfrentarme a personas con malas intenciones, y apartarme resultaba fácil, pero en el caso de Hero, mantenerme apartada parecía una tarea digna de un titán.
No dejaba de preguntarme que tipo de persona podía resistirse a él y su sonrisa. Suponía que con otras personas su personalidad podía ser diferente a la que mostraba conmigo, pero no dejaba de ser un hombre cautivador. Contuve una sonrisa ante la bizarra idea de que, aun cubierto de sangre y gruñendo, Hero me parecería la persona más amigable que hubiera conocido jamás. La insistencia del mismo me hizo estremecer, quizás porque nadie había intentado sonsacarme información de una manera no agresiva; lo miré a los ojos con la misma intensidad de cuando me topé con él en el parque, y por un momento la distancia que había entre cada sillón pareció desaparecer. Noté un cambio repentino en la expresión del vampiro, como si algo de lo que hubiera dicho lo hubiese hecho meditar.
Sus rasgos eran jóvenes y tersos, de manera que no sufría la misma cantidad de gestos que un humano normal. Aun así, presté atención y noté el pequeño gesto de los labios, el movimiento de los ojos y las cejas, el imperceptible temblor en su mejilla. Debía ser un pensamiento intenso. Me encontraba curiosa a preguntarle más sobre el rumbo que tomaban sus pensamientos, si quizás tenían algo que ver con aquella persona que vi marcada en su mano. Pero entonces volvió a hablar y me hizo entender que conocía la sensación de impotencia; sus palabras me reconfortaron tanto o más que el té caliente, al cual le di un sorbo más hasta dejar la fina porcelana seca y con pedacitos de hierbas.
― Te aseguro que he intentado cambiar cada destino que he visto, sin importar de quien se trate. ― afirmé, con la voz convertida en un murmullo. Sin embargo, dejé que sus palabras siguieran fluyeron, pues ahora me sentía más relajada y optimista. Ciertamente, lo primero que había aprendido de mi padre había sido que cada destino está sellado, pero algunas veces lo malinterpretamos y confundimos la realidad con los deseos y temores. Y siempre ayudaba tener como ancla la opinión de un gadjo como Hero.
Ante sus últimas palabras, me removí en el asiento y sonreí con timidez. ¿Qué más podría contarle? No es que no tuviera experiencias que servirían como un cuento matutino, pero la mayoría de ellas implicaban costumbres romanís que podían asustarlo. Al final, me decidí por algo relacionado con mi infancia.
― En una ocasión, cuando aun vivía acompañada de una caravana, tuve una visión. Fue confuso y doloroso porque solo tenía 13 años, pero mi padre y mi mejor amigo me aseguraron que todo iría bien. No vi nada desagradable en aquella visión, pero para una niña gitana que no ha conocido del todo la independencia, la imagen podía causar algo de pánico. Me vi a mi misma, de esa edad, con un vampiro. No podía verlo de frente y no había escuchado su nombre, pero según mi padre, el aura que vi no podía ser de nadie más que de un hijo de la noche. Pasé cada noche de ese año escondiéndome bajo un montón de ropa y cobijas solo porque creía que así ningún vampiro podría encontrarme. ¿Lo crees? No fue hasta que cumplí 14 años que… bueno… ― desvié la mirada con un leve rubor en las mejillas. ― Digamos que mi cuerpo cambió lo suficiente para creer que la premonición no se cumpliría.
No dejaba de preguntarme que tipo de persona podía resistirse a él y su sonrisa. Suponía que con otras personas su personalidad podía ser diferente a la que mostraba conmigo, pero no dejaba de ser un hombre cautivador. Contuve una sonrisa ante la bizarra idea de que, aun cubierto de sangre y gruñendo, Hero me parecería la persona más amigable que hubiera conocido jamás. La insistencia del mismo me hizo estremecer, quizás porque nadie había intentado sonsacarme información de una manera no agresiva; lo miré a los ojos con la misma intensidad de cuando me topé con él en el parque, y por un momento la distancia que había entre cada sillón pareció desaparecer. Noté un cambio repentino en la expresión del vampiro, como si algo de lo que hubiera dicho lo hubiese hecho meditar.
Sus rasgos eran jóvenes y tersos, de manera que no sufría la misma cantidad de gestos que un humano normal. Aun así, presté atención y noté el pequeño gesto de los labios, el movimiento de los ojos y las cejas, el imperceptible temblor en su mejilla. Debía ser un pensamiento intenso. Me encontraba curiosa a preguntarle más sobre el rumbo que tomaban sus pensamientos, si quizás tenían algo que ver con aquella persona que vi marcada en su mano. Pero entonces volvió a hablar y me hizo entender que conocía la sensación de impotencia; sus palabras me reconfortaron tanto o más que el té caliente, al cual le di un sorbo más hasta dejar la fina porcelana seca y con pedacitos de hierbas.
― Te aseguro que he intentado cambiar cada destino que he visto, sin importar de quien se trate. ― afirmé, con la voz convertida en un murmullo. Sin embargo, dejé que sus palabras siguieran fluyeron, pues ahora me sentía más relajada y optimista. Ciertamente, lo primero que había aprendido de mi padre había sido que cada destino está sellado, pero algunas veces lo malinterpretamos y confundimos la realidad con los deseos y temores. Y siempre ayudaba tener como ancla la opinión de un gadjo como Hero.
Ante sus últimas palabras, me removí en el asiento y sonreí con timidez. ¿Qué más podría contarle? No es que no tuviera experiencias que servirían como un cuento matutino, pero la mayoría de ellas implicaban costumbres romanís que podían asustarlo. Al final, me decidí por algo relacionado con mi infancia.
― En una ocasión, cuando aun vivía acompañada de una caravana, tuve una visión. Fue confuso y doloroso porque solo tenía 13 años, pero mi padre y mi mejor amigo me aseguraron que todo iría bien. No vi nada desagradable en aquella visión, pero para una niña gitana que no ha conocido del todo la independencia, la imagen podía causar algo de pánico. Me vi a mi misma, de esa edad, con un vampiro. No podía verlo de frente y no había escuchado su nombre, pero según mi padre, el aura que vi no podía ser de nadie más que de un hijo de la noche. Pasé cada noche de ese año escondiéndome bajo un montón de ropa y cobijas solo porque creía que así ningún vampiro podría encontrarme. ¿Lo crees? No fue hasta que cumplí 14 años que… bueno… ― desvié la mirada con un leve rubor en las mejillas. ― Digamos que mi cuerpo cambió lo suficiente para creer que la premonición no se cumpliría.
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
“Las cosas buenas, las personas que uno ama, son las que tienen el placer de dañarte. Si sabes que algo es malo, creas un caparazón, para no sorprenderte de lo que ya sabías”
Una sonrisa fornida se formaba en mis labios al escucharla. Ciertamente, era mucho más fácil lidiar con un villano. Cuando sabes que hay alguien realmente malo frente a ti, solo atinas a “matar”. Pero claro, si no sabes que es esa persona, si es buena, mala o simplemente no la conoces. No sabes cómo reaccionar. Personalmente, solía mantener todo en mi interior, cubrirme, aún si era alguien que me parecía bueno. Solo a dos personas había abierto realmente mi corazón. A mi amado y dulce cuervo, que ahora mismo no tenía idea donde estaba y a mi bella gata, la cambia formas que me había ablandado el corazón y probablemente, nadie lograría llegar tan profundo como ellos. Principalmente, por que los cupos eran limitados, no quería verme demasiado vinculado con otras personas y menos si de humanos se trataba.
-No sé cómo tomar aquello, hahaha, pero no os preocupéis, ofenderme seguro que no.
Saqué la lengua con ironía y quedé observándola atentamente, parecía estar realmente sumida en sus pensamientos y aquello me daba gracia, me recordaba a mí mismo. Esos momentos en que deliraba pensando en aquel hombre de cabellos rubios. Pero ella parecía estar pensando en algo más serio, o menos fantasioso. Quizá en lo que estaba ocurriendo allí mismo con la información que iba y venía de nuestras bocas. Era interesante, era un ambiente calmado y que realmente me relajaba. Más aún con mi vaso de whisky, donde daba tragos cada tanto, manteniendo la sonrisa, los colmillos que se notaban un poco y mis dedos que se deslizaban por mi cabellos, llevándolo hacía atrás. Intentaba volver a mi semblante de antes, aunque era difícil. El rumbo de la conversación se acercaba a terreno peligroso, terreno que quizá no quería tocar demasiado. No quería sentirme humillado o avergonzado, no aún.
-Es que no es vuestro deber cambiar nada. Deja que fluya y si tiene que ir a algún lugar, es porque es así… Qué sentido tiene cambiar algo que está escrito? Verlo… Ver el futuro, es ver el futuro! Como podrías cambiar algo que ya está, solo que en otro tiempo? Si alguien tiene que morir es porque le ha llegado la hora. Por algo no me quejo de lo que soy… No es que realmente me agrade ser un ser de la noche, pero fue por algo! Si el destino lo selló así… Aparte, ahora, en este presente, supongo que agradezco, tengo la eternidad para esperar… Tengo la eternidad para poder encontrarme con alguien. Es ahora cuando me doy cuenta de las cosas y lo sabrás tú también. Ya verás, la vida es emocionante si la miras desde lugares objetivos y optimistas!
No sabía si mis palabras eran para ella o para mí. No sabía si intentaba reconfortarme a mí mismo o si era todo para la muchacha. Es porque me sentía devastado en esos días, que buscaba el optimismo a pleno. Cuando uno ya está perfecto, no necesita aquel “optimismo”. Ya que el mismo es para los que están en una situación mala. Entonces, mis palabras eran, Hipócritas? Contradictorias? Que es lo que eran? De seguro no eran exactamente la verdad, aunque… Que era realmente la verdad? Según el punto de vista. Si a ella la reconfortaban serían la verdad. A mí también me sacaban una sonrisa. Me daban un poco de esperanza. Aquella esperanza que había perdido. Ya cuando empezó a hablar, mis ojos se quedaron fijos en sus labios, atento a lo que decía, asintiendo que me sorprendía de lo que escuchaba. Un vampiro… Como sería ver a esa edad a uno de los nuestros? Yo no recordaba mucho de mi pasado, no tenía idea si mi padre me había agarrado por esa edad o de más grande. Solo tenía entendido que me había encontrado, que me habían abandonado y esa era toda la historia. Claro que no tenía idea sería verdad, pero no me importaba. No me interesaba saberlo o recordarlo.
-Por qué? Por qué decís que es por vuestro cuerpo que lo notaste? No entiendo que es… Por qué os escondías? Pero os había hecho algo malo ese vampiro en la premonición? O fue solo verlo. Y al final nunca sucedió? Ahh… Yah, entonces, porque no vivís más con la caravana? Os habéis separado… Ellos eran vuestra familia? Sois vos alguien muy interesante. Pero aun así sois una gitana y no dejáis de darme miedo, hahaha. Aunque creo que ahora lo estoy superando un poco. Hace tiempo fui con una amiga a el circo gitano, la pasé realmente mal, ambos nos sentíamos como objetos de estudio. Es por que ustedes notan que somos.
Le contaba divertido, pues realmente aquellos días había sido una total fuente de diversión, era cuando aún no comenzaban los malos ratos, las misiones sangrientas. Aún podíamos ser un tanto inocentes y pasear y jugar en las ferias. Pero el tiempo pasaba. Los ojos de las personas que asesinan personas se van opacando. Y los míos, solo conservan el brillo, por la esperanza del amor. Pero poco a poco la sangre y el dolor, se volvió algo cotidiano. Algo que realmente no me daba mucho temor. Pero la gitana no necesitaba saber aquellas cosas y con solo una sonrisa tomé la tetera y volví a llenar su taza de té. Poniendo un pastelito más en su plato, insistiéndole en que coma, aunque ya había comido bastante en el parque de diversiones.
"Las sonrisas, los ojos, son las puertas del alma, las lágrimas la sangre de la misma. Que sucede cuando ya no hay mas sangre para dar y las puertas se cierran?"
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
Cuando Hero me miró sin comprender a lo que me refería con el cambio de mi cuerpo, el color de mis mejillas se intensificó todavía más. Tuve la tentación de esconder mi rostro entre los mullidos cojines que había a lo largo de los sillones, y solo el aprecio por la finura del lugar me retuvo a hacerlo. Comprendí que en las charlas con Hero siempre acabaría frustrada, avergonzada y muy, muy satisfecha. En verdad podía arrancarme sonrisas, lágrimas y secretos, cosa que, pensándolo mejor, no cualquiera conseguía de mí. ¿No era curioso? Un vampiro me había robado el sueño de no muy buena manera por todo un año, había temido a su visita y a sus colmillos afilados; y, ahora, estaba bebiendo té apaciblemente con uno, que me dejaba ver las puntas blancas de sus colmillos cada vez que hablaba o reía. ¿El mundo habría cambiado… o habría sido solo yo? De cualquier manera, la alegría no era lo único que podía sentir al estar a su lado.
Mis labios volvieron a ser una fina línea pálida, una expresión muy común en mí cuando resentía el cambio de tema. Solía evitar los temas complicados, especialmente los que tenían que ver con cosas malas que no podía cambiar. Hacía mucho tiempo que no me habría tanto con alguien, pero había límites que no podría cruzar, tal vez ni siquiera con Hero. Pensé en las palabras optimistas que había recitado como una canción, con el único propósito de hacer sonreír a una persona, y aun así, tuve dudas. Ciertamente, no había otra opción más que tener esperanza, pero… ¿eso aliviaba la tristeza? Había noches donde las pesadillas me frustraban el intento.
Tampoco sabía lo que era ser un vampiro, pero siempre había tenido la idea de que serían seres melancólicos y atormentados por una maldición. Después de todo, ¿sería suficiente vivir una eternidad sin ver la luz del amanecer? ¿O privarse de un amor inocente debido a su… modo de alimentarse? Mirando los ojos oscuros y rasgados de Hero, me fue imposible leer su expresión. No solía tener problemas para descifrar los secretos de una persona solo con ver sus facciones, pero ese vampiro en especial tenía… no lo sé, una fachada perfecta. Suspiré, comprendiendo que mi deseo de ver más allá de esa fachada, tendría que esperar.
― Cuando tenía 13 años era una chica con cuerpo de niña. Es decir, a esa edad la mayoría de las niñas comenzaba a notar las curvas de su cuerpo, pero yo resultaba plana como una tabla. ― me fue imposible no reír de vergüenza. Probablemente, en el mundo de la clase alta aquella explicación habría sido, además de escandalosa, muy inapropiada, pero me hacía a la idea de que con el músico, sería preferible hablar sin pelos en la lengua. ― A los 14 mi cuerpo fue más parecido al que tengo ahora. Por eso, deduje que no se cumpliría mi visión, ya que en ella seguía tan plana como antes.
Suspiré nuevamente, cansada. Lo único que conseguía mantenerme despierta y atenta era la emoción que me transmitía Hero. Después de comer tanto, y beber algo caliente, mi cuerpo se había rendido contra el sillón, y mis parpados amenazaban con cerrarse. Temía no volver a verle, pero sabía que en tales condiciones no podría quedarme más tiempo sin dormir.
― Sé que eres muy reservado, pero alguna vez tendré que preguntarte algo realmente íntimo. Ya sabes, uno de esos secretos que, si lo contaras, tendrías que matar a quien se lo dijeras. ― dije, claramente en broma. Mi sonrisa se desvaneció ligeramente cuando pensé, preocupada, si no resultaría un humor un tanto negro para el vampiro. Olvidaba que no todos los gadjos disfrutaban del humor gitano. Me puse de pie como pude, y con mucha delicadeza, me acerqué a Hero y lo abracé por el cuello. ― Gracias por ayudarme. No me digas que fue porque yo te ayudé a ti, porque no hay una equivalencia justa. De cualquier modo… me encantó conocerte. Sé que si me quedo más tiempo me engordarás y temeré que quieras comerme como la bruja de los hermanos Grimm.
Mis labios volvieron a ser una fina línea pálida, una expresión muy común en mí cuando resentía el cambio de tema. Solía evitar los temas complicados, especialmente los que tenían que ver con cosas malas que no podía cambiar. Hacía mucho tiempo que no me habría tanto con alguien, pero había límites que no podría cruzar, tal vez ni siquiera con Hero. Pensé en las palabras optimistas que había recitado como una canción, con el único propósito de hacer sonreír a una persona, y aun así, tuve dudas. Ciertamente, no había otra opción más que tener esperanza, pero… ¿eso aliviaba la tristeza? Había noches donde las pesadillas me frustraban el intento.
Tampoco sabía lo que era ser un vampiro, pero siempre había tenido la idea de que serían seres melancólicos y atormentados por una maldición. Después de todo, ¿sería suficiente vivir una eternidad sin ver la luz del amanecer? ¿O privarse de un amor inocente debido a su… modo de alimentarse? Mirando los ojos oscuros y rasgados de Hero, me fue imposible leer su expresión. No solía tener problemas para descifrar los secretos de una persona solo con ver sus facciones, pero ese vampiro en especial tenía… no lo sé, una fachada perfecta. Suspiré, comprendiendo que mi deseo de ver más allá de esa fachada, tendría que esperar.
― Cuando tenía 13 años era una chica con cuerpo de niña. Es decir, a esa edad la mayoría de las niñas comenzaba a notar las curvas de su cuerpo, pero yo resultaba plana como una tabla. ― me fue imposible no reír de vergüenza. Probablemente, en el mundo de la clase alta aquella explicación habría sido, además de escandalosa, muy inapropiada, pero me hacía a la idea de que con el músico, sería preferible hablar sin pelos en la lengua. ― A los 14 mi cuerpo fue más parecido al que tengo ahora. Por eso, deduje que no se cumpliría mi visión, ya que en ella seguía tan plana como antes.
Suspiré nuevamente, cansada. Lo único que conseguía mantenerme despierta y atenta era la emoción que me transmitía Hero. Después de comer tanto, y beber algo caliente, mi cuerpo se había rendido contra el sillón, y mis parpados amenazaban con cerrarse. Temía no volver a verle, pero sabía que en tales condiciones no podría quedarme más tiempo sin dormir.
― Sé que eres muy reservado, pero alguna vez tendré que preguntarte algo realmente íntimo. Ya sabes, uno de esos secretos que, si lo contaras, tendrías que matar a quien se lo dijeras. ― dije, claramente en broma. Mi sonrisa se desvaneció ligeramente cuando pensé, preocupada, si no resultaría un humor un tanto negro para el vampiro. Olvidaba que no todos los gadjos disfrutaban del humor gitano. Me puse de pie como pude, y con mucha delicadeza, me acerqué a Hero y lo abracé por el cuello. ― Gracias por ayudarme. No me digas que fue porque yo te ayudé a ti, porque no hay una equivalencia justa. De cualquier modo… me encantó conocerte. Sé que si me quedo más tiempo me engordarás y temeré que quieras comerme como la bruja de los hermanos Grimm.
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
“El sonrojo, es sangre que tiembla en los pómulos. Puedo olerla, puedo sentir los latidos de tu corazón. Bombeas la sangre, tus palpitaciones suben un poco. Por qué te avergüenzas de las palabras?”
Una risita salió de mis labios por su sonrojo. Realmente yo no terminaba de entender a lo que se refería y luego comprendí. La mutación de un humano, cuando las personas crecen. Claro, yo no recordaba haber experimentado algo así. Desde siempre había tenido la misma contextura física y mi cuerpo solo cambiaba levemente cuando no comía o comía mucho. Con los cambios de color del cabello o las marcas en mi cuerpo. Pero jamás había estado más bajo o más alto de estatura. Mi cabello siempre tenía la misma medida y solo podía hacerse corto si lo cortaba apenas me levantaba y de ese modo me duraba por el resto de la noche. Pero cuando iba a dormir, al despertar, mi cabello estaba de corte mediano nuevamente. Por lo que tuve que sonreírle y asentir ante su explicación, me sentía cómodo con ella. Y me gustaba que no se ofendiera por las preguntas que le hacía. Era una lástima que fuese tan tarde, pues pronto sería la hora de despedirnos, aquello me daba un poco de tristeza, pues quería hablar más. Pero el sol… Ella debía dormir, igual que yo. También me estaba agarrando sueño. Deseaba ir a envolverme en sabanas en la oscuridad, soñar y disfrutar de los sonidos de los pájaros que estaban por afuera de la mansión. Siempre había pájaros en el jardín. Principalmente en la fuente, mi ama de llaves solía decir que se bañaban allí. Pero como era en la mañana, jamás pude verlos.
-Ahora comprendo! Pero… mmm bueno sí, supongo que sí. Es solo que se me ocurrió pensar que las visiones quizá no lo reflejan todo exactamente. Pero me habéis dicho que sí. Entonces ya no sé. Hahaha, pero porque… Bueno, creo que queréis dejar ese tema. Mejor paramos aquel. Lo siento. Mi curiosidad es más grande de la que aparenta.
Me acomodé entre los cojines y me dispuse a beber de mi vaso, mirándola de reojo, ella parecía querer buscar algo. Y no podía encontrarlo. Me preguntaba qué era, pero no quería preguntarlo, tampoco es que quisiera revolver tanto en su interior. Yo solo deseaba comprender un poco más. Pasaba mucho tiempo entre persona “mágicas” tenía casi ningún amigo humano. Y los gitanos a pesar de todo eran humanos con habilidades especiales. Mantenían la edad de alguien común. Cosa que aún los brujos no hacían, había algunos de doscientos años, que cambiaban sus almas de cuerpo constantemente. Los lobos y cambia formas, vivían el doble. Pero los gitanos, nunca había sabido nada de que tuviesen ese tipo de habilidades. Por esa razón quería informarme, de alguien directo, pero que no me tuviese miedo. Y ella parecía ser, completamente la indicada.
Sus palabras últimas, me tomaron completamente por sorpresa. Tanto, que mis mejillas se colorearon de un suave rosado. Me quedé mirándola aún con el vaso en los labios y lentamente fue bajándolo. Escuchando, pestañeando y sorprendiéndome un poco más. Algo personal? Algo intimo? Qué podría ser? Me embriagaba la curiosidad, pero no debía, no me animaba a decirle que lo siga ahora. Aparte, que en su rostro, podía notar el sueño, la pesadez. Y asentí en indirecta, de que ya era hora de despedirnos. Sería lamentable, pero siempre volvería a haber otras oportunidades para juntarnos.
-Y que sucede si te mato por aquello? Aceptarías morir con tal de que te cuente un secreto así de intimo? … Hahahah! Me imagino que casi te la crees, no es así?
La sonrisa salía de mis labios con devoción. Básicamente, también bromeaba. Pero ella lo sabría? Mi expresión era perfectamente real, como si realmente pensara en matarla luego de contárselo. Pero en realidad, jamás había matado a nadie, ni a algo. Cuando reí lo hice con vergüenza, pocas veces tenía la oportunidad de bromear de esa manera, de forma tan bizarra y poco convencional, cubrí mis labios con ambas manos y negué suave, asintiendo luego por sus palabras. Se estaba despidiendo y aquello me entristecía. Pero ya luego la podría volver a ver. Mi tiempo era evidentemente eterno. Me levanté al tiempo que ella lo hacía y acaricié sus cabellos con mucha suavidad, sonriendo y negando por aquel abrazo cálido que me regalaba, aparentemente, había olvidado un poco el contacto humano.
“El abrazo es tan suave. Los abrazos son tan cálidos. Será que el tacto es más sofisticado cuando uno ya esta muerto?”
-Oh sí, la verdad, me gusta beber sangre con grasa~ Hahaha, fue un placer. Y no diré nada, solo “Si me tratas bien, yo te trato mejor” Es algo que he aprendido con el paso del tiempo. Como sea… Ambos nos estamos quedando dormidos. Ya sabéis mi dirección, mi nombre… Cuando deseéis volver a comunicaros conmigo, sabréis donde encontrarme. Cuando el sol está por arriba, mi ama de llave os atenderá. De lo contrario, puede que este yo, como puede que no. Sois una gitana y no os sacaré de vuestras costumbres. Así que esperaré a que vosotros queráis volverse a juntar. No quiero que me digáis donde vivís o algo que os comprometa…. Mi ama de llave os llevará a la puerta, yo no puedo acompañaros. Lo siento.
Bufé por aquello, agachando la cabeza. Hubiese querido hacerlo, pero era imposible, me moriría en el trayecto. Y la verdad es que apreciaba completamente mi vida. No veía el momento de acurrucarme entre mis sabanas. Y dormir hasta que caiga el sol. Con una sonrisa la miré fijo y empecé a despedirla. Acariciándole los cabellos, me separaba en una sonrisa blanca y reluciente.
“No veremos pronto, Roham”
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
Estaba tan cerca del placer fraternal que la simple idea de apartarme me dolió, pero me obligué a mi misma a no soltarme a llorar. Estaba siendo muy posesiva. No había más que esperar siendo yo una mujer romaní, aferrada a quienes se ganaban mi confianza y mi afecto, deseosa de una conversación más, un descubrimiento más, una sonrisa más. Había mucho que dar y quizás mucho por recibir, pero todo se resumía en cuanto tardara en volver a toparme con él. Después de todo, aunque su hogar me parecía exquisito y bello, también se asemejaba a una jaula de oro y diamantes. Un romaní nunca se sentiría atraído por la idea de quedarse en un solo lugar, ni de poseer tierras ni bienes materiales que lo retuvieran aislado. Soñábamos con la libertad de recorrer toda clase de lugares. O al menos así era cuando tenía sentido viajar. Desde la muerte de mi familia, el instinto, las tradiciones, las palabras en la vieja lengua, todo eso había quedado reducido a costumbres vacías. Mientras sentía el cuerpo firme y un tanto frío de Hero, pensé que, en algunas ocasiones, el destino podía ser muy travieso y caprichoso. Deseaba quedarme con él y verlo dormir, aunque yo misma no pudiera permanecer despierta un minuto más.
En lugar de llorar o suplicar un momento más a su lado, me aparté con la sonrisa tatuada en el rostro. No quería verle triste o con un sentimiento de obligación. Agradecía la forma en como mi lado más civilizado salía a relucir con él, así que aproveché el hecho para guardar la compostura y retirar las delicadas lágrimas que habían escapado de mis ojos. Había reído cuando él había sucumbido a mi humor tan negro, con un ingenioso toque de maldad. Había sonado perfectamente creíble, y no parecía de sorprender que un vampiro matara a un humano tan solo por confiarle un grave secreto, pero en el fondo sabía que Hero no lo haría. Un punto de luz en sus ojos oscuros me decía que no llegaría a hacerlo bajo su propio deseo jamás.
― Eres el hombre más comprensible que haya conocido. ― le confié sonriendo, sin dejar de poder acariciar su rostro. Sentí sus propios dedos rozar mi cabello y me deleité ante el hecho de que poco a poco, aquel detalle, se iba convirtiendo en una costumbre cálida y familiar. ― En ese caso, tendré que dejar un poco mis andanzas y vagar por estos rumbos más seguido. Si el destino es generoso me traerá de vuelta a tu casa. Más te vale dormir bien. ― le advertí en un tono de fingida severidad. Dejé pasar una pausa antes de suavizar la mirada y la voz.― No te preocupes, quiero que estés a salvo de la luz. Sé como volver y júralo que ha sido la noche más divertida, extraña y fabulosa que haya tenido en mucho tiempo.
Había tanto que quería decirle, tanto que anhelaba contarle y preguntarle. Pero el día comenzaba a penas, y para él, que era una criatura de la oscuridad, significaba la hora de descanso. Presentía que algo diferente sucedería en cuanto saliera de la mansión, como si una amenaza me esperara pacientemente bajo el amanecer de París. Sin embargo, sabía que estaba volviendome paranoica con el tiempo, y que cada indicio de peligro que advertía mi cuerpo solía ser ridículo y exagerado. Como por ejemplo, Hero. Al conocerlo, verlo, y sentir sus dedos por primera vez, había sentido tal cantidad de miedo, que casi había salido corriendo. Y no lo hice, y al quedarme descubrí que maravillosa persona era. Entonces, debía dejar de lado mi orgullo por un tiempo de ahora en adelante. Suspiré, resignada, disfrutando las últimas caricias de Hero Jaejoong.
― Duerme bien, phral. ― mis ojos se mantuvieron fijos en los suyos casi con malicia, sabiendo que aquella palabra sería, probablemente, desconocida para él. Estaba dispuesta a decirla en francés algún día. Me aparté y me encaminé guiada por la encantadora ama de llaves, hasta toparme con la salida de tan hermosa mansión. Cuando crucé el umbral y me topé con una débil luz matutina, me dejé enternecer por los colores casi infantiles que el cielo iba tiñendo. Me despedí en voz baja del ama de llaves, agradecí su cortesía, y finalmente me marché.
Sabiendo que volvería a ver tarde o temprano a Hero Jaejoong.
En lugar de llorar o suplicar un momento más a su lado, me aparté con la sonrisa tatuada en el rostro. No quería verle triste o con un sentimiento de obligación. Agradecía la forma en como mi lado más civilizado salía a relucir con él, así que aproveché el hecho para guardar la compostura y retirar las delicadas lágrimas que habían escapado de mis ojos. Había reído cuando él había sucumbido a mi humor tan negro, con un ingenioso toque de maldad. Había sonado perfectamente creíble, y no parecía de sorprender que un vampiro matara a un humano tan solo por confiarle un grave secreto, pero en el fondo sabía que Hero no lo haría. Un punto de luz en sus ojos oscuros me decía que no llegaría a hacerlo bajo su propio deseo jamás.
― Eres el hombre más comprensible que haya conocido. ― le confié sonriendo, sin dejar de poder acariciar su rostro. Sentí sus propios dedos rozar mi cabello y me deleité ante el hecho de que poco a poco, aquel detalle, se iba convirtiendo en una costumbre cálida y familiar. ― En ese caso, tendré que dejar un poco mis andanzas y vagar por estos rumbos más seguido. Si el destino es generoso me traerá de vuelta a tu casa. Más te vale dormir bien. ― le advertí en un tono de fingida severidad. Dejé pasar una pausa antes de suavizar la mirada y la voz.― No te preocupes, quiero que estés a salvo de la luz. Sé como volver y júralo que ha sido la noche más divertida, extraña y fabulosa que haya tenido en mucho tiempo.
Había tanto que quería decirle, tanto que anhelaba contarle y preguntarle. Pero el día comenzaba a penas, y para él, que era una criatura de la oscuridad, significaba la hora de descanso. Presentía que algo diferente sucedería en cuanto saliera de la mansión, como si una amenaza me esperara pacientemente bajo el amanecer de París. Sin embargo, sabía que estaba volviendome paranoica con el tiempo, y que cada indicio de peligro que advertía mi cuerpo solía ser ridículo y exagerado. Como por ejemplo, Hero. Al conocerlo, verlo, y sentir sus dedos por primera vez, había sentido tal cantidad de miedo, que casi había salido corriendo. Y no lo hice, y al quedarme descubrí que maravillosa persona era. Entonces, debía dejar de lado mi orgullo por un tiempo de ahora en adelante. Suspiré, resignada, disfrutando las últimas caricias de Hero Jaejoong.
― Duerme bien, phral. ― mis ojos se mantuvieron fijos en los suyos casi con malicia, sabiendo que aquella palabra sería, probablemente, desconocida para él. Estaba dispuesta a decirla en francés algún día. Me aparté y me encaminé guiada por la encantadora ama de llaves, hasta toparme con la salida de tan hermosa mansión. Cuando crucé el umbral y me topé con una débil luz matutina, me dejé enternecer por los colores casi infantiles que el cielo iba tiñendo. Me despedí en voz baja del ama de llaves, agradecí su cortesía, y finalmente me marché.
Sabiendo que volvería a ver tarde o temprano a Hero Jaejoong.
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Re: El cuento de Cenicienta [Hero]
“No desperdicies tu hermosa alma en las penumbras de un vampiro caprichoso. Soy solo ceniza, ya no hay carbón, ya no hay posibilidad de un diamante. Aun así, deseas quererme?”
Sus lágrimas me habían puesto un poco melancólico, las acaricié y lamí una de aquellas gotas, cerrando un ojo por lo salado, para luego reír por aquel rostro que había puesto. Mis propias gotas de llanto, eran dulces, eran agua con sangre. Y por eso sentía la abismal diferencia. Suspire y la observé con ternura, negando por sus palabras que solo atinaba a acariciar sus cabellos, ella era pequeña, miraba hacia abajo para poder quedarme fijo en sus ojos, riendo entre dientes, sintiendo como mis colmillos se mostraban al aire y los dedos ajenos pasaban por mi marfilado rostro de terciopelo. Aquello dedos eran cálidos, me hacían desear más caricias. Pero la despedida estaba sellada. Y asintiendo me quedé pensativo, ella era una gitana… Eso significaba que se iría de parís cuando menos lo esperara. Abandonaría mi pequeño trozo de amistad que le había cedido, aquel pequeño espacio de confianza y cariño. Mis ojos se abrieron sorprendidos, pero no pude decir nada. Simplemente me lo trague, volviendo al semblante anterior.
-Y vosotros sois la gitana más simpática que haya conocido, hahaha. Os agradezco, sería un placer volveros a ver. Os haré más comida la próxima. A ver si os engordo! Descansad vos también… Y no os preocupéis, dormiré enseguida. No es que no tenga sueño, a decir verdad en cualquier momento, caigo al piso. Roham, ha sido un placer.
Me quedé moviendo la cabeza cuando ella dijo aquella palabra “phral”, no tenía idea que significaba, mis ojos se quedaron fijos en los ajenos, como esperando a que repita o a que diga el significado, pero ella no parecía estar dispuesta a decir nada y bufando, me brucé de brazos. Sorprendiéndome aún más al ver que se iba, simplemente no me la creía. Se iría sin decirme? Di un paso hacia ella, queriendo tomarle del brazo, pero ella estaba caminando como si nada y pronto abrirían la puerta. FRunci mi entrecejo y luego mis puños se cerraron, mirando a los lados; despistadamente. Pensaba en gritarle o detenerla. Pero no. Simplemente, no hice nada. Después de todo, pronto volvería a verla y con una sonrisa de aceptación, empecé a ir hacia atrás, escondiéndome de aquel sol que amenazaba por entrar en cualquier momento. Hice un simbólica reverencia hacia la puerta, que ya se abría y empecé a caminar hacia la oscuridad de la mansión. Observándola hasta que todo terminó. Nos separábamos, nuevamente cada uno a nuestras vidas. La aventura había terminado.
-Adiós, Roham, os encontraré pronto. Si no venís a mí, yo iré a vos. Habéis sido… Gitana… Ahh… Me he juntado con una gitana. Debería escribirlo en el diario. Mmm, también debería contaros a Camila de esto… Hahaha… Mmmrg
Hablaba para mí mismo mientras me dirigía a mi cuarto, abriendo la puerta, metiéndome entre las sabanas mientras empezaba a escribir en el diario, tenía mucho sueño, pero era inevitable. Quería plasmarlo cuanto antes, moviendo la cabeza. Empezando a descambiarme para ingresar en los sueños de los no vivos. Disfrutar la serenidad de los días, mientras me recubría con las sabanas y pronto aquella cama, empezaba a doblarse, transformándola en un ataúd algo excéntrico, me acobijaba entre la seda y así, la aventura que había añorado que no termine se completaba. Había sido encantadora. La ceremonia, el hecho de haberla conocido. Mi sonrisa desbordaba aún dentro de aquella madera. Deseando que pronto, sea el día en el cual la volvería a ver.
“La aventura nunca terminará, pronto volveré a verte. Pronto nos encontraremos y disfrutaremos una noche más”
[CERRADO]
[CERRADO]
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