AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
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Salazar Phantomhive
Ruslana Del Mar
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Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
«Todo tiene que acabar alguna vez, incluso la vida»
El reloj de la enorme sala en la que me hallaba, seguía haciendo eco del tan famoso tic-tac. Música desesperante para aquellos que esperan, que ansían la llegada del amado, la de los amigos, y como no, la del engaño. No podría tenerlo todo, no podía ser feliz para siempre. El hombre necesita altibajos, caer en el abismo para aprender a levantarse en la oscuridad. Pero todo esto carece de sentido, y lo tiene posee a la vez. Meras diatribas, en una mente joven e inocente. Sueños y fantasías que danzaban, con su imaginación, por toda la estancia. Sombras negras que tomaban sus manos e iluminadas por el fuego de la hoguera, mecían sus cuerpos de ideas.
El calor que manaba de la chimenea hacía agradable el tocar con los dedos de sus pies el suelo de madera. El largo camisón blanco, cubierto con una bata rosada de seda, golpeaba el diván en el que estaba acostada, y después besaba el suelo con cada movimiento que realizaban sus pies. Sus manos jugaban con el lazo en que finalizaba su trenza, y sus labios se mantenían en una apretada mueca de desafío. Su tía la había comprometido sin su consentimiento, y por si no fuera suficiente, le había prohibido salir de la mansión hasta que se recuperase de su "caída de caballo". Lo cierto era, que su tía no se estaba comportando de un modo natural. Llevaba semanas sin asistir a eventos sociales, sin querer hablar con ella. Sólo hacía preguntas acerca de los barcos que tenían a su disposición, del dinero que tenían en las arcas, y de su futuro enlace.
Frunció más sus labios, y fijó la mirada en la chimenea. Necesitaba despejar su mente de sus problemas, por eso había acordado un encuentro entre Brett y sus amigos. Y si conocía bien sus habilidades, tal vez se les unieran más personajes a la noche. Afortunadamente para ella, su tía había fingido tener un dolor de cabeza terrible y se había ido a acostar temprano. Si no estuviese tan enfadada, probablemente iría a visitarla a sus habitaciones y asegurarse de que estuviera bien. Pero ya no quería verla. La había traicionado, y para un Del Mar, eso era imperdonable.
El sonido de unas campañas le llegó de forma amortiguada, por la puerta abierta de la sala. Sonrió y se sentó con rapidez. Arreglándose la falda del camisón y atándose con fuerza la bata rosada. La noche había comenzado, y sus invitados ya habían comenzado a llegar.
El reloj de la enorme sala en la que me hallaba, seguía haciendo eco del tan famoso tic-tac. Música desesperante para aquellos que esperan, que ansían la llegada del amado, la de los amigos, y como no, la del engaño. No podría tenerlo todo, no podía ser feliz para siempre. El hombre necesita altibajos, caer en el abismo para aprender a levantarse en la oscuridad. Pero todo esto carece de sentido, y lo tiene posee a la vez. Meras diatribas, en una mente joven e inocente. Sueños y fantasías que danzaban, con su imaginación, por toda la estancia. Sombras negras que tomaban sus manos e iluminadas por el fuego de la hoguera, mecían sus cuerpos de ideas.
El calor que manaba de la chimenea hacía agradable el tocar con los dedos de sus pies el suelo de madera. El largo camisón blanco, cubierto con una bata rosada de seda, golpeaba el diván en el que estaba acostada, y después besaba el suelo con cada movimiento que realizaban sus pies. Sus manos jugaban con el lazo en que finalizaba su trenza, y sus labios se mantenían en una apretada mueca de desafío. Su tía la había comprometido sin su consentimiento, y por si no fuera suficiente, le había prohibido salir de la mansión hasta que se recuperase de su "caída de caballo". Lo cierto era, que su tía no se estaba comportando de un modo natural. Llevaba semanas sin asistir a eventos sociales, sin querer hablar con ella. Sólo hacía preguntas acerca de los barcos que tenían a su disposición, del dinero que tenían en las arcas, y de su futuro enlace.
Frunció más sus labios, y fijó la mirada en la chimenea. Necesitaba despejar su mente de sus problemas, por eso había acordado un encuentro entre Brett y sus amigos. Y si conocía bien sus habilidades, tal vez se les unieran más personajes a la noche. Afortunadamente para ella, su tía había fingido tener un dolor de cabeza terrible y se había ido a acostar temprano. Si no estuviese tan enfadada, probablemente iría a visitarla a sus habitaciones y asegurarse de que estuviera bien. Pero ya no quería verla. La había traicionado, y para un Del Mar, eso era imperdonable.
El sonido de unas campañas le llegó de forma amortiguada, por la puerta abierta de la sala. Sonrió y se sentó con rapidez. Arreglándose la falda del camisón y atándose con fuerza la bata rosada. La noche había comenzado, y sus invitados ya habían comenzado a llegar.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/10/2012
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Acto I
Sentado en la gran habitación de mayordomo contemplaba el inerte cuerpo del muñeco que había contenido a Karl, hace tanto tiempo. Aquella bruja tonta lo había envenenado con sentimientos injustos para nuestra causa. Había perdido esa lucha, la lucha que me había mantenido vivo por mucho tiempo. ¿Qué razón había para seguir viviendo sino era la simple venganza? Recordé Hamlet y como moría en su venganza, aunque se llevaba por delante muchas otras vidas.
Matar a Ruslana no sería suficiente... si algo entendía de la muerte era el corto sufrimiento que producía en la misma persona. Debía darle dónde más le dolía. Hacer que sus bondad desapareciese y con ella todo lo que quería. Me levanté y caminé hasta encontrar mi amado libro de pociones. Eché un vistazo y encontré lo que quería. Sonreí de manera siniestra. Todo estaba listo para el fin.
La noche había caído sobre París. Mostrando un aura misteriosa. Llevaba una botella de vino y dentro el contenido de la poción mezclado con el frutado y dulce sabor del líquido escarlata. Salí en pos de la mansión Del Mar. Esa noche sería divertida. Por su puesto iba con mi puñal oculto. Listo para ser usado o para ser prestado si las cosas se volvía interesante. Con una misteriosa sonrisa llamé a la puerta de aquella bruja tonta. Solo esperé que nada saliese mal. Esperé impaciente a que alguien me abriera la puerta. Un mayordomo me abrió y me miró de arriba abajo.
-Buenas noches, caballero. Soy Salazar Phantomhive y vengo a ver a Lady Del Mar. Dile que tengo un asunto de importancia que tratar con ella y que será de su agrado.- Mi sonrisa era cordial, lo suficiente para que no pareciese falsa.
El mayordomo me condujo hasta la puerta donde ella se encontraba. Entró. Escuché como me presentaba. Sonreí. De momento todo marchaba bien. Aunque me imaginaba la cara de sorpresa de la orgullosa Ruslana. El Mayordomo me hizo pasar. Y allí estaba ella, con una maravillosa trenza y un camisón que a cualquiera le quitaría el aliento. Pero desde que le hizo eso a Karl ya no la miraba como una mujer. Simplemente era la bruja tonta.
-Buenas noches Ruslana.- dije amablemente mientras el mayordomo se retiraba. Le enseñé el vino.- Vengo a daros una noticia que os encantará. Pero no por ello os estoy agradecido.- Caminé hasta ella.- Karl se ha ido, me temo. Entendí que mi empresa no era viable. Al igual que estoy cambiando. No he conocido a la mujer de mi vida como previste pero el hecho de mi nuevo trabajo y que, para mi desgracia, estoy haciendo amigos... vengo a decirle que has ganado, señorita Ruslana. Por eso os traigo ese vino para que lo celebre conmigo .- Para mi suerte yo ya había tomado un antídoto para la poción. Aunque si alguien es malvado no le afecta.
Sentado en la gran habitación de mayordomo contemplaba el inerte cuerpo del muñeco que había contenido a Karl, hace tanto tiempo. Aquella bruja tonta lo había envenenado con sentimientos injustos para nuestra causa. Había perdido esa lucha, la lucha que me había mantenido vivo por mucho tiempo. ¿Qué razón había para seguir viviendo sino era la simple venganza? Recordé Hamlet y como moría en su venganza, aunque se llevaba por delante muchas otras vidas.
Matar a Ruslana no sería suficiente... si algo entendía de la muerte era el corto sufrimiento que producía en la misma persona. Debía darle dónde más le dolía. Hacer que sus bondad desapareciese y con ella todo lo que quería. Me levanté y caminé hasta encontrar mi amado libro de pociones. Eché un vistazo y encontré lo que quería. Sonreí de manera siniestra. Todo estaba listo para el fin.
La noche había caído sobre París. Mostrando un aura misteriosa. Llevaba una botella de vino y dentro el contenido de la poción mezclado con el frutado y dulce sabor del líquido escarlata. Salí en pos de la mansión Del Mar. Esa noche sería divertida. Por su puesto iba con mi puñal oculto. Listo para ser usado o para ser prestado si las cosas se volvía interesante. Con una misteriosa sonrisa llamé a la puerta de aquella bruja tonta. Solo esperé que nada saliese mal. Esperé impaciente a que alguien me abriera la puerta. Un mayordomo me abrió y me miró de arriba abajo.
-Buenas noches, caballero. Soy Salazar Phantomhive y vengo a ver a Lady Del Mar. Dile que tengo un asunto de importancia que tratar con ella y que será de su agrado.- Mi sonrisa era cordial, lo suficiente para que no pareciese falsa.
El mayordomo me condujo hasta la puerta donde ella se encontraba. Entró. Escuché como me presentaba. Sonreí. De momento todo marchaba bien. Aunque me imaginaba la cara de sorpresa de la orgullosa Ruslana. El Mayordomo me hizo pasar. Y allí estaba ella, con una maravillosa trenza y un camisón que a cualquiera le quitaría el aliento. Pero desde que le hizo eso a Karl ya no la miraba como una mujer. Simplemente era la bruja tonta.
-Buenas noches Ruslana.- dije amablemente mientras el mayordomo se retiraba. Le enseñé el vino.- Vengo a daros una noticia que os encantará. Pero no por ello os estoy agradecido.- Caminé hasta ella.- Karl se ha ido, me temo. Entendí que mi empresa no era viable. Al igual que estoy cambiando. No he conocido a la mujer de mi vida como previste pero el hecho de mi nuevo trabajo y que, para mi desgracia, estoy haciendo amigos... vengo a decirle que has ganado, señorita Ruslana. Por eso os traigo ese vino para que lo celebre conmigo .- Para mi suerte yo ya había tomado un antídoto para la poción. Aunque si alguien es malvado no le afecta.
Salazar Phantomhive- Hechicero Clase Baja
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Me levante de un salto, había tenido una terrible pesadilla la cual hacía ya mas de dos meses que no la tenía, ¿Por qué hoy?, hacia tanto desde la última vez que todo había sido tan real que incluso llegue a creérmelo por un momento, creerme el hecho de no ser un sueño. Estaba sudando, mi corazón latía con mucha intensidad y era capaz de sentirlo y oírlo. Frote mis ojos incorporando las piernas fuera de la cama, no me gustaba despertarme con estos sobresaltos, eran bastante incomodos. Me dirigí al baño, como todas las mañanas, quería darme una ducha y salir a comprar algo para Ruslana, hoy quería presentarme a algunos de sus amigos para poder “darme a conocer”, era gracioso, hacía mucho que no me pasaba algo como esto. Gire la llave del grifo de la ducha para que el agua fuera saliendo mientras buscaba una toalla limpia.
El agua estaba fría, como de costumbre en los días como este, mañana era luna llena y mi cuerpo quemaba, incluso el agua fría me parecía caliente. Deje que el agua resbalase por todo mi cuerpo, necesitaba relajarme un momento, necesitaba respirar, como ya dije había sido una mala noche y era necesario un momento de tranquilidad.
No me había arreglado mucho, no me gustaba eso de ir con traje. Salí de casa con las llaves en mi bolsillo derecho y me dirigí a la ciudad, quería comprar algo bonito a Rus, hacía una semana desde que no la pude ver y quería compensárselo, ¿Qué podía comprarla?, tenía que ser algo especial, algo que sepa a ciencia cierta que la va a gustar. Comencé a deambular por las calles de París, ciertamente se me daba fatal esto de buscar regalos pero sabía que acabaría encontrando algo perfecto para ella, podría ser ¿Una joya?, miraba y remiraba las tiendas del centro, hasta que finalmente me topé con aquello, era maravilloso.
La mansión de Rus era increíble, me encantaba cada uno de los detalles que la gran estructura poseía, aquellas puertas, ventanas, incluso las enredaderas que tenía. La puerta de entrada era bastante grande, imponiendo respeto. Di dos golpes a la puerta, siempre llamaba de esa forma para que Rus supiera que era yo, en un principio era para distraer a su Mayordomo y así poder colarme por su ventana pero hoy era todo distinto.
Aquel mayordomo abrió la puerta, con la misma expresión de siempre, nunca sabía si estaba feliz o no, incluso el aura que desprendía su cuerpo poseía un color conjunto, era todo muy confuso en él. Me desplazo hasta la alcoba en la que iba a ser la reunión y al entrar me encontré con ella, estaba increíble, mas guapa que nunca, ahí sentada, mostrando su sensualidad, mostrando su belleza y sobretodo aquella gran sonrisa que siempre me ponía al verme. Tuve que esperar a que el mayordomo cerrara la puerta y siendo sincero esa espera me estaba matando, necesitaba tenerla entre mis brazos para poder besar su frente como solía hacer todos los días. – Por fin. – Susurre a su oído.
A su lado ya había llegado uno de sus “amigos”, al cual salude con un cordial apretón de manos. – Svensson Brett C., un placer. -
El agua estaba fría, como de costumbre en los días como este, mañana era luna llena y mi cuerpo quemaba, incluso el agua fría me parecía caliente. Deje que el agua resbalase por todo mi cuerpo, necesitaba relajarme un momento, necesitaba respirar, como ya dije había sido una mala noche y era necesario un momento de tranquilidad.
No me había arreglado mucho, no me gustaba eso de ir con traje. Salí de casa con las llaves en mi bolsillo derecho y me dirigí a la ciudad, quería comprar algo bonito a Rus, hacía una semana desde que no la pude ver y quería compensárselo, ¿Qué podía comprarla?, tenía que ser algo especial, algo que sepa a ciencia cierta que la va a gustar. Comencé a deambular por las calles de París, ciertamente se me daba fatal esto de buscar regalos pero sabía que acabaría encontrando algo perfecto para ella, podría ser ¿Una joya?, miraba y remiraba las tiendas del centro, hasta que finalmente me topé con aquello, era maravilloso.
La mansión de Rus era increíble, me encantaba cada uno de los detalles que la gran estructura poseía, aquellas puertas, ventanas, incluso las enredaderas que tenía. La puerta de entrada era bastante grande, imponiendo respeto. Di dos golpes a la puerta, siempre llamaba de esa forma para que Rus supiera que era yo, en un principio era para distraer a su Mayordomo y así poder colarme por su ventana pero hoy era todo distinto.
Aquel mayordomo abrió la puerta, con la misma expresión de siempre, nunca sabía si estaba feliz o no, incluso el aura que desprendía su cuerpo poseía un color conjunto, era todo muy confuso en él. Me desplazo hasta la alcoba en la que iba a ser la reunión y al entrar me encontré con ella, estaba increíble, mas guapa que nunca, ahí sentada, mostrando su sensualidad, mostrando su belleza y sobretodo aquella gran sonrisa que siempre me ponía al verme. Tuve que esperar a que el mayordomo cerrara la puerta y siendo sincero esa espera me estaba matando, necesitaba tenerla entre mis brazos para poder besar su frente como solía hacer todos los días. – Por fin. – Susurre a su oído.
A su lado ya había llegado uno de sus “amigos”, al cual salude con un cordial apretón de manos. – Svensson Brett C., un placer. -
Brett C. Svensson- Licántropo Clase Alta
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Ismael volvió a leer la nota que le había llegado. Ruslana quería presentar oficialmente a su novio. Ismael chasqueó la lengua, molesto. El hecho de que Ruslana tuviera novio no le importaba, al contrario, le alegraba. Aquella mujer se merecía tener un buen novio… pero ¿ese? Los recuerdos de la pasada luna llena estaban en su cabeza. Se pasó la mano por el rostro y suspiró. Mientras esa bestia no se acercará a su hermana en los días de Luna llena tenía que pasar de él. Se preparó, siempre con su espada disimulada en aquella funda que le hacía parecer un bastón. Sonrió con cierta malicia al ponerse en su mano derecha un anillo de plata.
A la hora prevista estaba enfrente de la gran Mansión. Era la segunda vez que estaba allí y parecía que siempre se sorprendería de la belleza que tenía aquel lugar. Sin más reparo llamó a la puerta, preguntándose dónde estaría su hermana. Si ya estaría al lado de aquella bestia. Mañana era Luna llena y tenía pensado vigilar aquel ser. El mayordomo alzó una ceja al verlo, desde luego yo no le caía bien.- ¡Ey!- le dije cordialmente y pasé sin que él me diera permiso. – Esto… va déjalo, prefiero encontrar el lugar yo solo.- Escuchó el rechinar de los dientes del mayordomo.
La casa de Ruslana era grande pero él era un cazador. Observó el suelo con detenimiento y pudo ver resto de polvo de unas pisadas, que a simple vista nadie se habría dado cuenta. Empezó a caminar en esa dirección. Consciente de que eran las pisadas de un hombre. Desmesuradamente grandes para ser las de su hermana y demasiado grande para ser las de Ruslana. Las pisadas los llevaron hasta una puerta cerrada. Iba a entrar sin avisar pero finalmente decidió llamar primero a la puerta y después asomó su cabeza. Allí estaba Ruslana, hermosa. Ella siempre estaba hermosa. Le dio pena que ya estuviera cogida. Al lado de ella estaba El Chucho y también había un segundo hombre. No lo conocía pero algo le hizo ponerse alerta. Caminó hasta Ruslana, le tomó la mano y le besó el dorso.- Buenas, pequeño ruiseñor.- dijo con complicidad y después se giró hacia Brett. Le puso la mano del anillo en el cuello, dónde pudiera rozarlo.- ¡Así qué ya es oficial!- Quité la mano tras un pequeño rato y después, por último, se giró hacia el otro hombre. Le tendió la mano, el cuál fue correspondido. No reaccionaba al anillo de plata y no estaba frío.- Hola, yo soy Ismael Gómez, encantado.- Volvió a mirar a Ruslana.- ¿Y mi hermana?
A la hora prevista estaba enfrente de la gran Mansión. Era la segunda vez que estaba allí y parecía que siempre se sorprendería de la belleza que tenía aquel lugar. Sin más reparo llamó a la puerta, preguntándose dónde estaría su hermana. Si ya estaría al lado de aquella bestia. Mañana era Luna llena y tenía pensado vigilar aquel ser. El mayordomo alzó una ceja al verlo, desde luego yo no le caía bien.- ¡Ey!- le dije cordialmente y pasé sin que él me diera permiso. – Esto… va déjalo, prefiero encontrar el lugar yo solo.- Escuchó el rechinar de los dientes del mayordomo.
La casa de Ruslana era grande pero él era un cazador. Observó el suelo con detenimiento y pudo ver resto de polvo de unas pisadas, que a simple vista nadie se habría dado cuenta. Empezó a caminar en esa dirección. Consciente de que eran las pisadas de un hombre. Desmesuradamente grandes para ser las de su hermana y demasiado grande para ser las de Ruslana. Las pisadas los llevaron hasta una puerta cerrada. Iba a entrar sin avisar pero finalmente decidió llamar primero a la puerta y después asomó su cabeza. Allí estaba Ruslana, hermosa. Ella siempre estaba hermosa. Le dio pena que ya estuviera cogida. Al lado de ella estaba El Chucho y también había un segundo hombre. No lo conocía pero algo le hizo ponerse alerta. Caminó hasta Ruslana, le tomó la mano y le besó el dorso.- Buenas, pequeño ruiseñor.- dijo con complicidad y después se giró hacia Brett. Le puso la mano del anillo en el cuello, dónde pudiera rozarlo.- ¡Así qué ya es oficial!- Quité la mano tras un pequeño rato y después, por último, se giró hacia el otro hombre. Le tendió la mano, el cuál fue correspondido. No reaccionaba al anillo de plata y no estaba frío.- Hola, yo soy Ismael Gómez, encantado.- Volvió a mirar a Ruslana.- ¿Y mi hermana?
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
" La sangre me llama. Eres parte de mí aunque no quieras, pequeña. Hermano por nuestro padre, pero aún no lo sabes."
Löwe, Leónidas y él habían recopilado toda la información que necesitaban sobre la joven Ruslana. Según la alta sociedad, la pequeña era una dama educada e inteligente, su defecto era ser demasiado tímida. Los sirvientes de su casa eran fieles a ella, sólo después de seducir a dos ayudantes de cocina y a la lavandera, había conseguido saber que su tía era una bruja. No la quería cerca, y se decía que recibía visitas por la noche a escondidas de su sobrina.
Lo más curioso era la "caída de caballo" que había sufrido su pequeña hermana. Había sufrido una conmoción en la cabeza y tres costillas fracturadas. El médico que la había estudiado le había dicho que nunca había visto algo igual, y que lo más seguro, era que le quedase alguna cicatriz. Una lástima según el médico, pero para él y el grupo de vampiros era algo que los enorgullecía. Los tres sabían que había ocurrido algo más, que el accidente hubiera ocurrido un día después de una noche de luna llena, era más que sospechoso. Más cuando sabían que un licántropo rondaba a la heredera.
Sintió una furia abrasadora recorrer su sangre. Quería darle un puñetazo al hombre que posaba sus manos en su hermana, pero sabía que se arriesgaba a parecer paternal, y prefería esperar a tener toda la información. Su hermana no sabía de su existencia, y Löwe le había ordenado callarse. En realidad dijo, " si tu lengua habla antes del plan, te arrancaré la piel". Se estremeció con el recuerdo, no temía a nada, pero ése hombre era peligroso.
Escaló la pared cubierta con la enredadera gruesa. Pero al llegar a la parte superior, dudó sobre entrar en la habitación de su hermana o la de su amiga gitana. En el último segundo, decidió entrar en la de la gitana, con suerte no habría nadie. Se deslizó por las barras del balcón y abrió la puerta que daba al dormitorio.
El cuerpo semi desnudo de una mujer pequeña lo paralizó. Vio como se terminaba de vestir y se miraba en el espejo con una mueca en su cara. La belleza de sus ojos azules hizo que abriera la boca como un estúpido, como si no hubiese visto jamás una mujer igual. Pelo negro, revuelto y salvaje. Todo en ella le llamaba, sacudía el fondo de su ser con fuerza. - Creo que he entrado en un buen momento, frau.- Susurró a sus espaldas cuando se acercó en silencio a ella. Con rapidez, le tapó la boca y miró sus ojos con la necesidad cruda que sentía. - No grites. Llévame ante Ruslana, hay algo que debemos hablar.- Deslizó sus ojos por el cuerpo de la joven y sonrió. Era tan pequeña, que le llegaba por la mitad del pecho, estaba seguro de que si dejaba su cuerpo caer sobre el suyo, la aplastaría y le impediría respirar. - Bonito corpiño.
Löwe, Leónidas y él habían recopilado toda la información que necesitaban sobre la joven Ruslana. Según la alta sociedad, la pequeña era una dama educada e inteligente, su defecto era ser demasiado tímida. Los sirvientes de su casa eran fieles a ella, sólo después de seducir a dos ayudantes de cocina y a la lavandera, había conseguido saber que su tía era una bruja. No la quería cerca, y se decía que recibía visitas por la noche a escondidas de su sobrina.
Lo más curioso era la "caída de caballo" que había sufrido su pequeña hermana. Había sufrido una conmoción en la cabeza y tres costillas fracturadas. El médico que la había estudiado le había dicho que nunca había visto algo igual, y que lo más seguro, era que le quedase alguna cicatriz. Una lástima según el médico, pero para él y el grupo de vampiros era algo que los enorgullecía. Los tres sabían que había ocurrido algo más, que el accidente hubiera ocurrido un día después de una noche de luna llena, era más que sospechoso. Más cuando sabían que un licántropo rondaba a la heredera.
Sintió una furia abrasadora recorrer su sangre. Quería darle un puñetazo al hombre que posaba sus manos en su hermana, pero sabía que se arriesgaba a parecer paternal, y prefería esperar a tener toda la información. Su hermana no sabía de su existencia, y Löwe le había ordenado callarse. En realidad dijo, " si tu lengua habla antes del plan, te arrancaré la piel". Se estremeció con el recuerdo, no temía a nada, pero ése hombre era peligroso.
Escaló la pared cubierta con la enredadera gruesa. Pero al llegar a la parte superior, dudó sobre entrar en la habitación de su hermana o la de su amiga gitana. En el último segundo, decidió entrar en la de la gitana, con suerte no habría nadie. Se deslizó por las barras del balcón y abrió la puerta que daba al dormitorio.
El cuerpo semi desnudo de una mujer pequeña lo paralizó. Vio como se terminaba de vestir y se miraba en el espejo con una mueca en su cara. La belleza de sus ojos azules hizo que abriera la boca como un estúpido, como si no hubiese visto jamás una mujer igual. Pelo negro, revuelto y salvaje. Todo en ella le llamaba, sacudía el fondo de su ser con fuerza. - Creo que he entrado en un buen momento, frau.- Susurró a sus espaldas cuando se acercó en silencio a ella. Con rapidez, le tapó la boca y miró sus ojos con la necesidad cruda que sentía. - No grites. Llévame ante Ruslana, hay algo que debemos hablar.- Deslizó sus ojos por el cuerpo de la joven y sonrió. Era tan pequeña, que le llegaba por la mitad del pecho, estaba seguro de que si dejaba su cuerpo caer sobre el suyo, la aplastaría y le impediría respirar. - Bonito corpiño.
Brodrick Von Meer- Cambiante Clase Alta
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Salí corriendo de la cocina mientras el cocinero me regañaba por haber cogido un pastel recién salido del horno. Un delicioso pastel de limón. Me lo comí lentamente, saboreando para recordar siempre aquel pastel. Mientras subía a mi habitación me crucé con la tía de Ruslana. Tenía mala cara y me dirigió una de sus miradas más "encantadoras". Yo le sonreí ampliamente pero con un eje de burla. Me hubiera gustado tirarla por las escaleras en ese mismo momento. Odiaba que hubiera comprometido a Ruslana con aquel salido. Odiaba como trataba a Rus, como si fuera una moneda de cambio. Al recordar eso el pastel me supo a margo y se lo di a una sirvienta, dejando que se lo comiera.
Entré en mis amplias habitaciones y lancé los zapatos. Estaba cansada de llevar la ropa de calle así que me dispuse a ponerme algo más cómodo. Me quité el vestido dejándolo caer al suelo. Me solté el pelo y lo revolví, dejando que cada rizo cayera donde quisiera. Abrí el armario y tras encontrar un camisón que consistía en un corpiño no muy ajustado y una falda volátil. Estaba tan metida en mi mundo y en la manera que podía hacer que Rus no se casará con aquel hombre que no noté como alguien se colaba por la ventana. No fue hasta que escuché su voz cuando me di cuenta de que estaba allí. De mi garganta iba a salir un grito que quedó tapado por una fuerte mano. Contemplé al hombre desde el espejo que estaba enfrente nuestra. Era muy alto, musculoso y atractivo pero eso no le perdonaba el hecho de haber entrado de esa forma en mi habitación.
Conseguí alejarme de él. Y lo miré a los ojos, desafiante.- ¿Por qué debería hacerlo?- No el tenía miedo pero no era tonta. Pude ver su aura, un verde pálido que, según mi experiencia, era de un cambia-forma. Tragué saliva. Si era verdad que hoy era la reunión él debía conocer a Ruslana, ser un amigo que yo no conocía Pero...¿por qué no había llamado a la puerta? Fruncí el ceño y me di la vuelta. Abrí la puerta.- Espero que no vengas a causar problemas, ahora mismo aquí hay varias personas que pueden acabar con tu vida.- Dije con una sonrisa en los labios. Si era verdad habría un cazador y un licántropo y sin olvidar los poderes de Rus.- Ven.- dije de manera imprimar y empecé a caminar.
Al entrar en la habitación me quedé de piedra. Allí había una persona que no había previsto: El brujo. No recordaba con exactitud su nombre pero si recordaba todo el problema que había dado en una fiesta de Ruslana. Seguía teniendo ese aura oscura. Ahora sí que no entendía nada. - Buenas noches, Brett.- Le sonreí. Al fin y al cabo amaba a Rus y yo no era rencorosa. Como no me caía bien aquel brujo pasé de largo hasta acercarme a Ruslana.- Rus... alguien...- miré detrás de mi, viendo como entraba aquel hombre desconocido.- Quería hablar contigo- me acerqué a su oído.- Y ha entrado por mi habitación.
Después de ese me acerqué a la seguridad que me brindaba mi hermano. Me agarré de su brazo. Y miré directamente al nuevo hombre. Era normal que desconfiara. ¡Acababa de entrar en mi habitación! y lo más seguro era que me había visto casi desnuda. Le fulminé con la mirada. No quería tenerlo cerca de mí. De momento no le diría a mi hermano que ese hombre había invadido mi intimidad. O habría una carnicería antes de la media noche.- Hola.- le dije con cariño a mi hermano. Me puse de puntilla y le di un beso en la mejilla.
Observé la botella de vino que había en la mesa y me di cuenta de que el ambiente estaba un poco tenso. Así que suspiré y fui hasta donde estaban las copas, cogiendo seis copas y las puse en la mesa junto a la botella.- No desperdiciemos esto.
Entré en mis amplias habitaciones y lancé los zapatos. Estaba cansada de llevar la ropa de calle así que me dispuse a ponerme algo más cómodo. Me quité el vestido dejándolo caer al suelo. Me solté el pelo y lo revolví, dejando que cada rizo cayera donde quisiera. Abrí el armario y tras encontrar un camisón que consistía en un corpiño no muy ajustado y una falda volátil. Estaba tan metida en mi mundo y en la manera que podía hacer que Rus no se casará con aquel hombre que no noté como alguien se colaba por la ventana. No fue hasta que escuché su voz cuando me di cuenta de que estaba allí. De mi garganta iba a salir un grito que quedó tapado por una fuerte mano. Contemplé al hombre desde el espejo que estaba enfrente nuestra. Era muy alto, musculoso y atractivo pero eso no le perdonaba el hecho de haber entrado de esa forma en mi habitación.
Conseguí alejarme de él. Y lo miré a los ojos, desafiante.- ¿Por qué debería hacerlo?- No el tenía miedo pero no era tonta. Pude ver su aura, un verde pálido que, según mi experiencia, era de un cambia-forma. Tragué saliva. Si era verdad que hoy era la reunión él debía conocer a Ruslana, ser un amigo que yo no conocía Pero...¿por qué no había llamado a la puerta? Fruncí el ceño y me di la vuelta. Abrí la puerta.- Espero que no vengas a causar problemas, ahora mismo aquí hay varias personas que pueden acabar con tu vida.- Dije con una sonrisa en los labios. Si era verdad habría un cazador y un licántropo y sin olvidar los poderes de Rus.- Ven.- dije de manera imprimar y empecé a caminar.
Al entrar en la habitación me quedé de piedra. Allí había una persona que no había previsto: El brujo. No recordaba con exactitud su nombre pero si recordaba todo el problema que había dado en una fiesta de Ruslana. Seguía teniendo ese aura oscura. Ahora sí que no entendía nada. - Buenas noches, Brett.- Le sonreí. Al fin y al cabo amaba a Rus y yo no era rencorosa. Como no me caía bien aquel brujo pasé de largo hasta acercarme a Ruslana.- Rus... alguien...- miré detrás de mi, viendo como entraba aquel hombre desconocido.- Quería hablar contigo- me acerqué a su oído.- Y ha entrado por mi habitación.
Después de ese me acerqué a la seguridad que me brindaba mi hermano. Me agarré de su brazo. Y miré directamente al nuevo hombre. Era normal que desconfiara. ¡Acababa de entrar en mi habitación! y lo más seguro era que me había visto casi desnuda. Le fulminé con la mirada. No quería tenerlo cerca de mí. De momento no le diría a mi hermano que ese hombre había invadido mi intimidad. O habría una carnicería antes de la media noche.- Hola.- le dije con cariño a mi hermano. Me puse de puntilla y le di un beso en la mejilla.
Observé la botella de vino que había en la mesa y me di cuenta de que el ambiente estaba un poco tenso. Así que suspiré y fui hasta donde estaban las copas, cogiendo seis copas y las puse en la mesa junto a la botella.- No desperdiciemos esto.
Zafiro Gómez- Gitano
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Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
" Con ingenuidad, la joven Blanca nieves tomó la manzana de la anciana y le dio un mordisco. Sin saber, que ése sería el último bocado."
Con la entrada de Salazar, un pequeño malestar recorrió la boca de mi estómago. Quería preguntar sobre Karl, lo que había ocurrido, pero la entrada de Brett borró todo pensamiento. Lo único en lo que podía pensar era en lo guapo que se veía. Aunque no llevara las vestimentas propias de los miembros de su clase social, a sus ojos, su sencillez ensalzaba su belleza masculina. Con un caminar seguro, llegó hasta ella y le besó la frente. Ese simple roce de sus labios, hizo que se sonrojase completamente, pues su mente recordó la sensualidad que podía emanar de ellos cuando la besaba en los labios.
- Por fin- susurró Brett en mi oído antes de separarse y acercarse a Salazar para saludarlo. No sabía porqué, pero el que ambos hombres se dieran la mano y se saludasen con cordialidad, hacía que su espalda se tensara. Le dio una mirada acerada a Salazar, si se le ocurría decirle a Brett lo que le había hecho la segunda vez que se vieron, sería capaz de volverlo a golpear.
Con el ceño fruncido, escuchó unos golpes fuertes en la puerta. Mirando hacia ella, vio cómo entraba Ismael. Casi de inmediato sonrió, le tenía un gran aprecio al hermano de Zafiro, porque le había enseñado a divertirse, y cuando las cosas se habían puesto difíciles con Brett, había estado allí para ayudar a Zafiro. La deuda que había contraído con él era elevada, y cuando pudiera, se la devolvería sin cuestionarse nada. Le sorprendió que fuera hacia ella y le besara la mano, pero riéndose con suavidad, hizo una reverencia hacia él.- Bienvenido Ismael, el suave cantar del ruiseñor no sería lo mismo sin usted.- Le guiñé un ojo y después miré a Salazar y Brett con una sonrisa enorme.
Dejó que los tres hombres se estudiaran mientras se saludaban entre ellos. Había algo gracioso en que estuvieran los tres juntos tendiéndose la mano. Tener sus habilidades, sólo hacía que pudiera profundizar más en los sentimientos de los demás, los que le sorprendían eran los de Salazar. Eran demasiado fuertes para estar de buen humor, y eso significaba que haría de las suyas esta noche. Como siempre, pensó con resignación, mientras suspiraba.
- Si no me equivoco, Zafiro no tardará en llegar.- Le respondió a Ismael. Pocos segundos después, la puerta se abrió con fuerza, dejando entrar al pequeño torbellino que era Zafiro. Sus ojos brillaban con cierto enfado, y algo más que no pudo apreciar bien, porque se acercó a ella para saludarla. -Rus... alguien...- miró detrás de ella, hacia el hombre que entraba a la habitación, con paso arrogante. Había algo en él que emitía una señal inequívoca de peligro. Quizás fuera su gran estatura o su cuerpo musculoso, pero lo que daba miedo, era la forma en la que la miraba. Unos ojos con una tonalidad casi idéntica a la suya..- Quería hablar contigo- me susurró en el oído.- Y ha entrado por mi habitación-. Mis ojos se entrecerraron cuando escuché lo último que dijo Zafiro.
Mientras ella se alejaba a saludar a su hermano y tomar las copas para beber el vino que había traído Salazar, me levanté y crucé la habitación hasta quedar enfrente del hombre. - Buenas noches, señor.........- Dejé que la entonación dubitativa del "señor", fuera suficiente para que me respondiera. Pero para mi sorpresa, se limitó a levantar su enorme mano y tocarme la mejilla. Sus ojos brillaban, sus sentimientos iban desde la ira al dolor, y del dolor al cariño. ¿Quién era ese hombre?. Se aclaró la garganta y lo miró con dureza. - Lo mínimo que puede hacer es presentarse.- Le susurró al gigante con fiereza mientras le apartaba la mano. No sabía porqué, pero la ponía nerviosa. Casi como si la estuviese retando, se acercó más a ella y bajó su rostro con una mirada que hubiese hecho retroceder a cualquiera. - Von Meer. Brodric, Von Meer, ratita.- La voz oscura hizo el efecto contrario en ella. En vez de asustarla, la enfureció. Colocó una mano sobre su pecho y empujó con fuerza, logrando que el gigante retrocediera un paso.- Un caballero cuida su lenguaje en todo momento, monsieur.- Le dijo mientras lo desafiaba con la mirada.- No le convendría enfurecerme.- Frunció los labios y miró de soslayo a los demás de la habitación. No quería perder las formas, pero algo le decía que le sería imposible con ése Brodrick.
La risa de Brodrick atrajo la mirada de todos los presentes, sus manos rodearon su cintura y la aplastaron contra su pecho. Gimió con dolor mientras el hombre aplastaba su pelo con las caricias rudas que le daba su mano. - Igual que Löwe, tan salvaje y comedida. ¿Destruyes poblaciones cuando te enfadas?.- Le dijo mientras la soltaba de nuevo y se alejaba para arrebatarle la botella a zafiro y llenar las copas. Con los ojos abiertos con sorpresa, miró al hombre como si fuera el mismísimo demonio. Después miró a Brett y a Ismael, buscando la respuesta a lo que había dicho el hombre. ¿Salvaje?. Dios mío, ¡estaba loco!. Tenía un chiflado en su casa.
Se acercó a Brett y le susurró.- Te juro que no tengo ni idea de quién es.- Tocó su trenza con nerviosismo, y miró a Salazar. ¿Sería un pariente de él?. Dios sabía que ese hombre era de todo menos racional. Casi por inercia, tomó una de las copas que le dio Salazar y tomó un sorbo mientras veía cómo el gigante se bebía su copa de un trago y llenaba la copa de nuevo.- ¿Lo conoces?.- Le preguntó a Salazar, mientras tomaba la mano de Brett.
Con la entrada de Salazar, un pequeño malestar recorrió la boca de mi estómago. Quería preguntar sobre Karl, lo que había ocurrido, pero la entrada de Brett borró todo pensamiento. Lo único en lo que podía pensar era en lo guapo que se veía. Aunque no llevara las vestimentas propias de los miembros de su clase social, a sus ojos, su sencillez ensalzaba su belleza masculina. Con un caminar seguro, llegó hasta ella y le besó la frente. Ese simple roce de sus labios, hizo que se sonrojase completamente, pues su mente recordó la sensualidad que podía emanar de ellos cuando la besaba en los labios.
- Por fin- susurró Brett en mi oído antes de separarse y acercarse a Salazar para saludarlo. No sabía porqué, pero el que ambos hombres se dieran la mano y se saludasen con cordialidad, hacía que su espalda se tensara. Le dio una mirada acerada a Salazar, si se le ocurría decirle a Brett lo que le había hecho la segunda vez que se vieron, sería capaz de volverlo a golpear.
Con el ceño fruncido, escuchó unos golpes fuertes en la puerta. Mirando hacia ella, vio cómo entraba Ismael. Casi de inmediato sonrió, le tenía un gran aprecio al hermano de Zafiro, porque le había enseñado a divertirse, y cuando las cosas se habían puesto difíciles con Brett, había estado allí para ayudar a Zafiro. La deuda que había contraído con él era elevada, y cuando pudiera, se la devolvería sin cuestionarse nada. Le sorprendió que fuera hacia ella y le besara la mano, pero riéndose con suavidad, hizo una reverencia hacia él.- Bienvenido Ismael, el suave cantar del ruiseñor no sería lo mismo sin usted.- Le guiñé un ojo y después miré a Salazar y Brett con una sonrisa enorme.
Dejó que los tres hombres se estudiaran mientras se saludaban entre ellos. Había algo gracioso en que estuvieran los tres juntos tendiéndose la mano. Tener sus habilidades, sólo hacía que pudiera profundizar más en los sentimientos de los demás, los que le sorprendían eran los de Salazar. Eran demasiado fuertes para estar de buen humor, y eso significaba que haría de las suyas esta noche. Como siempre, pensó con resignación, mientras suspiraba.
- Si no me equivoco, Zafiro no tardará en llegar.- Le respondió a Ismael. Pocos segundos después, la puerta se abrió con fuerza, dejando entrar al pequeño torbellino que era Zafiro. Sus ojos brillaban con cierto enfado, y algo más que no pudo apreciar bien, porque se acercó a ella para saludarla. -Rus... alguien...- miró detrás de ella, hacia el hombre que entraba a la habitación, con paso arrogante. Había algo en él que emitía una señal inequívoca de peligro. Quizás fuera su gran estatura o su cuerpo musculoso, pero lo que daba miedo, era la forma en la que la miraba. Unos ojos con una tonalidad casi idéntica a la suya..- Quería hablar contigo- me susurró en el oído.- Y ha entrado por mi habitación-. Mis ojos se entrecerraron cuando escuché lo último que dijo Zafiro.
Mientras ella se alejaba a saludar a su hermano y tomar las copas para beber el vino que había traído Salazar, me levanté y crucé la habitación hasta quedar enfrente del hombre. - Buenas noches, señor.........- Dejé que la entonación dubitativa del "señor", fuera suficiente para que me respondiera. Pero para mi sorpresa, se limitó a levantar su enorme mano y tocarme la mejilla. Sus ojos brillaban, sus sentimientos iban desde la ira al dolor, y del dolor al cariño. ¿Quién era ese hombre?. Se aclaró la garganta y lo miró con dureza. - Lo mínimo que puede hacer es presentarse.- Le susurró al gigante con fiereza mientras le apartaba la mano. No sabía porqué, pero la ponía nerviosa. Casi como si la estuviese retando, se acercó más a ella y bajó su rostro con una mirada que hubiese hecho retroceder a cualquiera. - Von Meer. Brodric, Von Meer, ratita.- La voz oscura hizo el efecto contrario en ella. En vez de asustarla, la enfureció. Colocó una mano sobre su pecho y empujó con fuerza, logrando que el gigante retrocediera un paso.- Un caballero cuida su lenguaje en todo momento, monsieur.- Le dijo mientras lo desafiaba con la mirada.- No le convendría enfurecerme.- Frunció los labios y miró de soslayo a los demás de la habitación. No quería perder las formas, pero algo le decía que le sería imposible con ése Brodrick.
La risa de Brodrick atrajo la mirada de todos los presentes, sus manos rodearon su cintura y la aplastaron contra su pecho. Gimió con dolor mientras el hombre aplastaba su pelo con las caricias rudas que le daba su mano. - Igual que Löwe, tan salvaje y comedida. ¿Destruyes poblaciones cuando te enfadas?.- Le dijo mientras la soltaba de nuevo y se alejaba para arrebatarle la botella a zafiro y llenar las copas. Con los ojos abiertos con sorpresa, miró al hombre como si fuera el mismísimo demonio. Después miró a Brett y a Ismael, buscando la respuesta a lo que había dicho el hombre. ¿Salvaje?. Dios mío, ¡estaba loco!. Tenía un chiflado en su casa.
Se acercó a Brett y le susurró.- Te juro que no tengo ni idea de quién es.- Tocó su trenza con nerviosismo, y miró a Salazar. ¿Sería un pariente de él?. Dios sabía que ese hombre era de todo menos racional. Casi por inercia, tomó una de las copas que le dio Salazar y tomó un sorbo mientras veía cómo el gigante se bebía su copa de un trago y llenaba la copa de nuevo.- ¿Lo conoces?.- Le preguntó a Salazar, mientras tomaba la mano de Brett.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Antes de que Ruslana pudiera hablarme alguien entró. Por la forma en que se iluminó el rostro a Ruslana pude comprender que era su novio. Aquella mirada enamorada que yo una vez llegué a tener. El hombre se acercó a mí y me mostró su mano para estrecharla.- Phantomhive, Salazar, lo mismo digo.- Solté su mano. En mi rostro se dibujaba una sonrisa cordial que no tenía nada que ver con mis pensamientos. Me sentía molesto por la existencia de ese personaje y por la cercanía que tenía hacia la Bruja Tonta.
Iba hablar cuando la puerta sonó. Fuertes golpes dieron paso a un gran hombre. Era bastante alto, más que yo pero seguro que más o menos de mi edad. Aunque yo parecía mayor que él. Contemplé en silencio como se acercaba a Ruslana y le daba un beso en la mano. No me pasó desapercibido el gesto de Ismael. Aunque Brett fuera un perfecto maestro en no cambiar el gesto de su cara yo sabía leerla. Sabía el encontrar en el rostro más impenetrable el dolor y el horror. Y vi dolor. Esto se ponía interesante. No me había parado a pensar que todo esto pudiera pasar, que las cosas mejorarán de esa manera. Saludé a Ismael y dije mi nombre, como había hecho con Brett.
Otra interrupción. Entró una chica muy bajita y parecía alterada. Detrás de ella entró otro hombre. Me tensé, mi instinto me lo pidió. Nunca solía sentirme amenazado y lo estaba sintiendo. Apreté mis dientes. Esos ojos seguros y burlones era lo que me ponía nervioso. Ruslana se levantó hasta andar hacia él. Vi la siguiente escena con sorpresa. Valiente era al tratar así a Ruslana, delante de su novio y de mí… No sabía por qué pero desde hace un par de semanas veía la Bruja de otra manera y no me gustaba verla en manos de otros. “Suéltala” ordené mentalmente. Era un hechizo sencillo que tuvo efecto.
Vi como Zafiro cogía las copas y, entonces, estuvieron llenar. Me alegré no tener que usar ningún hechizo para obligar a beber. Escuché la pregunta de Ruslana y le susurré.- Me temo que no conozco al agradable caballero.- ironicé.- Pero debo advertirte que me siento amenazado por su presencia y… no me suele pasar esas cosas.
Bebí de mi copa.- No me esperaba que tuvieras una reunión esta noche.- le dije con tono burlón a Ruslana.- ¿Acaso predijiste que iba aparecer por aquí?- Entonces me fijé en Ruslana.- ¿Te pasó algo?
Iba hablar cuando la puerta sonó. Fuertes golpes dieron paso a un gran hombre. Era bastante alto, más que yo pero seguro que más o menos de mi edad. Aunque yo parecía mayor que él. Contemplé en silencio como se acercaba a Ruslana y le daba un beso en la mano. No me pasó desapercibido el gesto de Ismael. Aunque Brett fuera un perfecto maestro en no cambiar el gesto de su cara yo sabía leerla. Sabía el encontrar en el rostro más impenetrable el dolor y el horror. Y vi dolor. Esto se ponía interesante. No me había parado a pensar que todo esto pudiera pasar, que las cosas mejorarán de esa manera. Saludé a Ismael y dije mi nombre, como había hecho con Brett.
Otra interrupción. Entró una chica muy bajita y parecía alterada. Detrás de ella entró otro hombre. Me tensé, mi instinto me lo pidió. Nunca solía sentirme amenazado y lo estaba sintiendo. Apreté mis dientes. Esos ojos seguros y burlones era lo que me ponía nervioso. Ruslana se levantó hasta andar hacia él. Vi la siguiente escena con sorpresa. Valiente era al tratar así a Ruslana, delante de su novio y de mí… No sabía por qué pero desde hace un par de semanas veía la Bruja de otra manera y no me gustaba verla en manos de otros. “Suéltala” ordené mentalmente. Era un hechizo sencillo que tuvo efecto.
Vi como Zafiro cogía las copas y, entonces, estuvieron llenar. Me alegré no tener que usar ningún hechizo para obligar a beber. Escuché la pregunta de Ruslana y le susurré.- Me temo que no conozco al agradable caballero.- ironicé.- Pero debo advertirte que me siento amenazado por su presencia y… no me suele pasar esas cosas.
Bebí de mi copa.- No me esperaba que tuvieras una reunión esta noche.- le dije con tono burlón a Ruslana.- ¿Acaso predijiste que iba aparecer por aquí?- Entonces me fijé en Ruslana.- ¿Te pasó algo?
Salazar Phantomhive- Hechicero Clase Baja
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres de bien no hagan nada para impedirlo.
Siempre me encantaba entrar en su casa, me recordaba a mi niñez aunque siendo sincero yo pasaba de todo aquel lujo, me conformaba con tener una casa pequeña de dos habitaciones, salón-dormitorio-cocina y el baño aparte, así limpiaba menos. Mas invitados comenzaron a llegar y el primero de ellos fue Ismael, aquel cazador y hermano de Zafiro, me resultaba un poco tedioso desde aquella noche pero era normal mi Lobo estaba enfadado con él desde que su pie pisoteo su hocico. Me sentía raro desde aquella noche, según me contaron unieron a mi Lobo a Ruslana para que así pudiese estar mas controlado las noches de luna llena, era reconfortante pero desde entonces mi cuerpo se nota algo distinto, siento un constante calor, cosquilleo y mis pensamientos se nublan de vez en cuando, principalmente cuando nombran a ella, mi Amada. Sí, mi Lobo estaba locamente enamorado de ella.
Solo fue un beso en la misma mano, como un buen caballero, como se suele hacer en París, pero aun así estaba ardiendo, mis nervios estaban a flor de piel, quería revelarme, alejarle de ella pero no podía, debía comportarme, en mi mente se cruzaron imágenes, imágenes que provenían de lo mas profundo de mi ser, debía olvidar todo eso y centrarme. Agite la cabeza con suavidad, rascándome la nuca como hacía de vez en cuando para relajarme, para poder tomar aire.
El ambiente por mi parte estaba muy caldeado pero todo cambio, a peor, maldita sea, el olor de Zafiro inundo mis fosas nasales, estaba enfadad lo podía ver, bueno, no enfadada, mejor dicho molesta por aquel individuo el cual tenso aun mas mi cuerpo, quería hablar con Ruslana, hasta ahí todo correcto pero… Se atrevió a tocarla, a una dama, a mi Dama. En mi cabeza sonaba totalmente posesivo pero era lo que yo y el Lobo queríamos, la queríamos a ella para nosotros. De nuevo esta sensación, mi mirada cambio por completo, iba a matarlo, aquí, ahora y mas cuando las primeras palabras que salieron de la boca de Ruslana fueron - Te juro que no tengo ni idea de quién es.- gruñí, nadie lo había notado, como mucho mi Amada y Salazar ya que eran las personas mas próximas a mi, bueno, eran las personas que estaban mas en silencio mientras todos los demás descorchaban las bebidas para dar unos tragos. Fui a dar unos pasos hacia delante, quería decirle unas palabritas pero me fue imposible ya que la mano de Ruslana agarro la mía produciendo un alivio pero claramente esto no iba a quedar así…
Hacía mucho desde que no bebía nada que tuviera alcohol pero era una ocasión especial por lo que ¿Por qué no?. Alce el brazo para alcanzar una de las copas y así poder dar un trago, el vino esta exquisito, tenía un sabor muy especial y con tan solo un sorbito pude notar como recorría mi garganta refrescando todo mi cuerpo hasta acabar en mi estomago. – Hum, tiene muy buen sabor. – Susurre en el oído de Ruslana para poder besar su mejilla pero fue entonces cuando algo cambio, lo note por todo el cuerpo, era distinto, ¿Qué había pasado?, no lo di importancia pero cada uno cambio un poco, desde hacía poco era capaz de observar el estado de las personas con tan solo mirarlas y esta vez era todo un poco distinto, me notaba mas vivo, mas… ¿Bien?. Era el momento, solté un pequeño gruñido producido por mi respiración, Ruslana ya lo había odio de vez en cuando, era algo que hacía inevitablemente pero le había cogido cariño.
Solté su mano y me dirigí hacía él, Brodrick, me sacaba una cabeza pero que remedio, debía marcar mi territorio por lo que realice un gancho con mi puño izquierdo golpeándole en el estómago, en la boca de este concretamente, era médico, sabía donde estaban los puntos mas dolorosos del cuerpo humano y con un poco de fuerza podría hacer que tosiera un poco de sangre, con eso me bastaría. Me separe de él, moviendo mi cuello circularmente algo que solía hacer mucho cuando me transformaba en Lobo, aliviaba un poco el dolor de la transformación.
Había cambiado un poco, creo que deje que mi Lobo me dominara y era algo que no solía hacer pero esta ocasión lo necesitaba. – Espero por tu bien que no vuelvas a tocar… A Ruslana. – No era una faceta que me gustase mucho de mi mismo, solía controlarme, controlar mis impulsos pero esta vez algo había cambiado y la guindilla del pastel ya había explotado, no había marcha atrás, mejor dicho, estaba feliz. Sacudí mi puño izquierdo para ir derecho hacía Ella, abrazando su cuerpo para poder elevar sus pies del suelo, quería besar sus labios y esta fue la mejor forma que se me ocurrió.
Solo fue un beso en la misma mano, como un buen caballero, como se suele hacer en París, pero aun así estaba ardiendo, mis nervios estaban a flor de piel, quería revelarme, alejarle de ella pero no podía, debía comportarme, en mi mente se cruzaron imágenes, imágenes que provenían de lo mas profundo de mi ser, debía olvidar todo eso y centrarme. Agite la cabeza con suavidad, rascándome la nuca como hacía de vez en cuando para relajarme, para poder tomar aire.
El ambiente por mi parte estaba muy caldeado pero todo cambio, a peor, maldita sea, el olor de Zafiro inundo mis fosas nasales, estaba enfadad lo podía ver, bueno, no enfadada, mejor dicho molesta por aquel individuo el cual tenso aun mas mi cuerpo, quería hablar con Ruslana, hasta ahí todo correcto pero… Se atrevió a tocarla, a una dama, a mi Dama. En mi cabeza sonaba totalmente posesivo pero era lo que yo y el Lobo queríamos, la queríamos a ella para nosotros. De nuevo esta sensación, mi mirada cambio por completo, iba a matarlo, aquí, ahora y mas cuando las primeras palabras que salieron de la boca de Ruslana fueron - Te juro que no tengo ni idea de quién es.- gruñí, nadie lo había notado, como mucho mi Amada y Salazar ya que eran las personas mas próximas a mi, bueno, eran las personas que estaban mas en silencio mientras todos los demás descorchaban las bebidas para dar unos tragos. Fui a dar unos pasos hacia delante, quería decirle unas palabritas pero me fue imposible ya que la mano de Ruslana agarro la mía produciendo un alivio pero claramente esto no iba a quedar así…
Hacía mucho desde que no bebía nada que tuviera alcohol pero era una ocasión especial por lo que ¿Por qué no?. Alce el brazo para alcanzar una de las copas y así poder dar un trago, el vino esta exquisito, tenía un sabor muy especial y con tan solo un sorbito pude notar como recorría mi garganta refrescando todo mi cuerpo hasta acabar en mi estomago. – Hum, tiene muy buen sabor. – Susurre en el oído de Ruslana para poder besar su mejilla pero fue entonces cuando algo cambio, lo note por todo el cuerpo, era distinto, ¿Qué había pasado?, no lo di importancia pero cada uno cambio un poco, desde hacía poco era capaz de observar el estado de las personas con tan solo mirarlas y esta vez era todo un poco distinto, me notaba mas vivo, mas… ¿Bien?. Era el momento, solté un pequeño gruñido producido por mi respiración, Ruslana ya lo había odio de vez en cuando, era algo que hacía inevitablemente pero le había cogido cariño.
Solté su mano y me dirigí hacía él, Brodrick, me sacaba una cabeza pero que remedio, debía marcar mi territorio por lo que realice un gancho con mi puño izquierdo golpeándole en el estómago, en la boca de este concretamente, era médico, sabía donde estaban los puntos mas dolorosos del cuerpo humano y con un poco de fuerza podría hacer que tosiera un poco de sangre, con eso me bastaría. Me separe de él, moviendo mi cuello circularmente algo que solía hacer mucho cuando me transformaba en Lobo, aliviaba un poco el dolor de la transformación.
Había cambiado un poco, creo que deje que mi Lobo me dominara y era algo que no solía hacer pero esta ocasión lo necesitaba. – Espero por tu bien que no vuelvas a tocar… A Ruslana. – No era una faceta que me gustase mucho de mi mismo, solía controlarme, controlar mis impulsos pero esta vez algo había cambiado y la guindilla del pastel ya había explotado, no había marcha atrás, mejor dicho, estaba feliz. Sacudí mi puño izquierdo para ir derecho hacía Ella, abrazando su cuerpo para poder elevar sus pies del suelo, quería besar sus labios y esta fue la mejor forma que se me ocurrió.
Brett C. Svensson- Licántropo Clase Alta
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Conocía a su hermana tan bien que tan solo la manera de abrir la puerta ya le indicó que estaba realmente molesta por algo. Pasó por mi lado dando grandes zancadas hacia Ruslana. Yo se fijó en el tipo que entró. Eran más o menos de la misma altura, quizás él un poco más alto pero no le intimidaba su altura. No le gustaba como miraba a su hermana, seguro que él había sido el causante de su estado. Entonces Ruslana se levantó y caminó hasta él.
Tanto la conversación como los gestos hicieron que se tensara y llevara una mano a su nodachi, que reposaba en una cinta atada a su espalda. A simple vista parecía un loco con un palo en la espalda. Pero al final la soltó cuando el hombre soltó a Ruslana. Ismael bajó la mano lentamente. Ruslana le caía muy bien y si le pasaba a ella algo su hermana tendría que volver al poblado... y eso no era recomendable para nadie. Zafiro se enganchó a su brazo y se relajó. Al ver que ella intentaba darle un beso se agachó un poco y dejó que le besara la mejilla.- Hola, pequeña.- le dije con dulzura. Entonces ella se soltó y fue a por el vino que había en la mesa.
El vino no era su tipo de bebida, demasiado flojo y le daba sueño. Pero estaba seguro de que lo relajaría lo suficiente para no saltar a ninguna provocación. Tomó su copa que le entregó su hermana y bebió un poco. Estaba bueno, tenía que admitirlo. Pero no estaba lo suficientemente fuerte. Notó algo extraño dentro de él, como si algo no encajara. Frunció el ceño. Se sentía.... ¿Cómo decirlo? tenía el mismo sentimiento que cuando mataba a esos monstruos. Entonces algo sucedió.
Brett se lanzó contra Brodick y le dio un buen golpe en la cara con el puño cerrado. Su mano había vuelto a Kohus pero no hice intento de desenfundarla. Era demasiado larga para sacarla en un espacio cerrado. Tuvo que admitir que el puñetazo de Brett hacia Brodick le había encantado. Quizás se llevará bien con la parte humana de Brett. Se acercó a su hermana y la cogió del hombro, en señal de protección. La mirada que le había echado antes a su hermana no le gustaba nada. También estaba el otro que le había salido en el rostro una sonrisita de suficiencia. Parecía que se lo estaba pasando pipa.
Tanto la conversación como los gestos hicieron que se tensara y llevara una mano a su nodachi, que reposaba en una cinta atada a su espalda. A simple vista parecía un loco con un palo en la espalda. Pero al final la soltó cuando el hombre soltó a Ruslana. Ismael bajó la mano lentamente. Ruslana le caía muy bien y si le pasaba a ella algo su hermana tendría que volver al poblado... y eso no era recomendable para nadie. Zafiro se enganchó a su brazo y se relajó. Al ver que ella intentaba darle un beso se agachó un poco y dejó que le besara la mejilla.- Hola, pequeña.- le dije con dulzura. Entonces ella se soltó y fue a por el vino que había en la mesa.
El vino no era su tipo de bebida, demasiado flojo y le daba sueño. Pero estaba seguro de que lo relajaría lo suficiente para no saltar a ninguna provocación. Tomó su copa que le entregó su hermana y bebió un poco. Estaba bueno, tenía que admitirlo. Pero no estaba lo suficientemente fuerte. Notó algo extraño dentro de él, como si algo no encajara. Frunció el ceño. Se sentía.... ¿Cómo decirlo? tenía el mismo sentimiento que cuando mataba a esos monstruos. Entonces algo sucedió.
Brett se lanzó contra Brodick y le dio un buen golpe en la cara con el puño cerrado. Su mano había vuelto a Kohus pero no hice intento de desenfundarla. Era demasiado larga para sacarla en un espacio cerrado. Tuvo que admitir que el puñetazo de Brett hacia Brodick le había encantado. Quizás se llevará bien con la parte humana de Brett. Se acercó a su hermana y la cogió del hombro, en señal de protección. La mirada que le había echado antes a su hermana no le gustaba nada. También estaba el otro que le había salido en el rostro una sonrisita de suficiencia. Parecía que se lo estaba pasando pipa.
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Estaba tan concentrado en la pequeña morena, que a penas le prestó atención al hombre que se acercaba a él. El puñetazo lo tomó por sorpresa, haciendo que se doblara y tosiera sangre. El animal que había en él salió a la superficie. Sus ojos se volvieron ambarinos, brillaban de odio. Quería ir tras su presa y arrancarle la mano con la que le había golpeado. ¿No sabía lo peligroso que era enfrentarlo?.
Se enderezó y ocultó su mano manchada de sangre. No pensaba darle la satisfacción de saber cuánto daño le había hecho. Miró como tomaba a su hermana, la dulce mujer que lo miraba con horror, y la besaba frente a todos. Un gruñido salió de su boca como respuesta. Iba a matarlo si no se controlaba, y maldito fuera Löwe por ordenarle no hacer nada esta noche. Porque sólo ansiaba separar las manos del hombre, del cuerpo de su hermana. A ser posible, cortárselas. Algo que le impidiera volver a exponerla ante todos como una vulgar mujerzuela. Era su hermana. Alguien que debía ser tratada con respeto. Ser colocada en un altar e impedir que nadie le arrebatase la mirada inocente que le dedicaba a los demás.
- No está mal, chico. Pero necesitarás algo más para evitar que vuelva a tocarla.- Sonrió a los presentes y alzó la copa. Sus ojos se deslizaron por los hombres que había en la habitación. Asesinos. Ya los había estudiado, y a uno le debía un regalo de parte de Löwe.- Por las reuniones a altas horas. - Bebió parte de su copa, y se sentó en uno de los sillones más cercanos a la chimenea. Apoyó sus pies en la mesilla del té y los observó por encima de la copa.
No sabía el porqué, pero su cuerpo estaba llenándose de nerviosismo. Su sexto sentido, le decía que iba a ocurrir algo malo. Quizás ya estuviera pasando y no se hubiera dado cuenta. Miró a la mujer de ojos azules y le sonrió. Dejó que su sonrisa expresara su deseo por ella. Sus ojos recorrieron su figura, deteniéndose en la curva de sus caderas. Perfectas para ser adoradas por las manos de un hombre. Un sólo hombre. Él.
Brodrick Von Meer- Cambiante Clase Alta
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
Contemplé como el vino caía en las copas y cada uno cogía la suya. Miré a mi hermano de reojo ante de beber de mi copa. Miré sorprendida el vino, estaba más bueno de lo que pensaba y eso que el vino no me gustaba. Noté la calidez que me dio, no abrasaba como el coñac pero era agradable.
Noté algo extraño y de manera automática llevé mi mano a la zona baja del viente. Todavía no estaba en esos días ¿Qué había sido eso? Supuse que sería del vino, no solía beberlo así que podría ser un "efecto secundario". Un aroma algo familiar me llegó. Olí la copa. ¿Qué llevaba ese vino? Le quité importancia cuando noté que alguien me miraba. Vi que ese hombre, Brod. Lo miré con furia, una furia que yo no solía notar. La mano de mi hermano se posó en mi hombro pero yo me deshice de ella con desagrado. No le quitaba la vista Brod. Apuré mi copa.
Mi mano se movió sola contra el borde de la mesita para romper la copa. Ignoraba la mirada de la gente, sobre todo la de mi hermano. Solo le miraba a él. Me acerqué lentamente y cuando estuve lo suficientemente alcé mi mano y le clavé la copa en el brazo.- ¡Esto por haber interrumpido en mi habitación!- La apreté más contra su brazo para finalmente soltar lo que quedaba de copa.- Y eso por no parar de mirarme de manera lasciva.- Me iba a dar la vuelta.- ¡Ah! se me olvidaba.- Le di una patada en la espinilla que seguro que me había dolido más que a él.- Eso por tratar a si a Rus.- ¿Qué acababa de hacer? Caminé hasta un sillón que había y cuando me senté miré a mi amiga y le sonreí. Me acordé de aquel día que tiramos los conejos a la fuente.
Noté algo extraño y de manera automática llevé mi mano a la zona baja del viente. Todavía no estaba en esos días ¿Qué había sido eso? Supuse que sería del vino, no solía beberlo así que podría ser un "efecto secundario". Un aroma algo familiar me llegó. Olí la copa. ¿Qué llevaba ese vino? Le quité importancia cuando noté que alguien me miraba. Vi que ese hombre, Brod. Lo miré con furia, una furia que yo no solía notar. La mano de mi hermano se posó en mi hombro pero yo me deshice de ella con desagrado. No le quitaba la vista Brod. Apuré mi copa.
Mi mano se movió sola contra el borde de la mesita para romper la copa. Ignoraba la mirada de la gente, sobre todo la de mi hermano. Solo le miraba a él. Me acerqué lentamente y cuando estuve lo suficientemente alcé mi mano y le clavé la copa en el brazo.- ¡Esto por haber interrumpido en mi habitación!- La apreté más contra su brazo para finalmente soltar lo que quedaba de copa.- Y eso por no parar de mirarme de manera lasciva.- Me iba a dar la vuelta.- ¡Ah! se me olvidaba.- Le di una patada en la espinilla que seguro que me había dolido más que a él.- Eso por tratar a si a Rus.- ¿Qué acababa de hacer? Caminé hasta un sillón que había y cuando me senté miré a mi amiga y le sonreí. Me acordé de aquel día que tiramos los conejos a la fuente.
Zafiro Gómez- Gitano
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
" La noche está llena de sorpresas. Mis sentimientos cambian, algunos se mantienen, y otros se alejan. Olas impetuosas golpean mi pecho. Una sonrisa cruel sustituye a la ingenua. ¿Qué nos han hecho?"
Fruncí el ceño a Salazar. Analicé sus sentimientos para saber si me decía la verdad, y me sorprendí al ver que era cierto, no tenía nada que ver con el hombre desconocido. Un sentimiento extraño comenzó a surgir en mi interior mientras volvía a mirar al hombre con ojos de fuego. Estaba de pie, con los ojos centrados en Zafiro, pero había algo conocido en él. En la forma peculiar en que su boca sonreía de lado. Era.......- Lo cierto es que hace una semana que no tengo ninguna visión.- Le respondió a Salazar mientras continuaba mirando los labios del hombre. No había ningún interés sexual en ello, ni siquiera admiración por su belleza masculina, sólo incertidumbre. ¿Podía una persona ser tan familiar para ella?. Cerró los ojos con frustración, sabía que no lo conocía, pero aún así, podía comprender mejor que nadie, el conflicto de sentimientos que llevaba con él.
Sintiendo un ligero mareo, se agarró del brazo de Salazar, y lo miró con sorpresa. Fijó sus ojos en él y le sonrió avergonzada.- Lo siento, últimamente estoy un poco cansada. Será por eso por lo que no he visto nada.- Lo cierto es que estaba empezando a asustarse. Su cuerpo se cansaba con demasiada rapidez, estaba perdiendo el apetito, y sólo deseaba dormir. Todo desde hacía dos semanas. Si hubiera sido en un período más corto, hubiera pensado que se debía a las heridas que había sufrido con Brett. Pero no era así, era desde antes siquiera de conocerlo. Primero el cansancio, después la falta de apetito, y desde hacía una semana, la falta de visiones. ¿Estaría perdiendo su magia?.
No se dio cuenta de que había estado todo el tiempo mirando a Salazar. Sus ojos oscuros mirando al brujo constantemente, divagando sobre su malestar. El sonido amortiguado de un golpe, hizo que se girase con sorpresa. Su corazón se encogió en su pecho cuando Brett amenazaba al hombre que había entrado. No quería una pelea entre ellos, ni siquiera que salieran heridos. ¿Qué había ocurrido?. Su mano soltó el brazo de Salazar, y cayó junto a su cadera, sus ojos miraban a Brett caminando hacia ella. Había tanta posesividad en sus ojos, que su cuerpo se estremeció bajo su mirada. Apenas tuvo tiempo de prepararse para el saqueo que realizó su boca en la suya. Tomándola entre sus brazos y haciéndola gemir bajo las caricias de sus labios. Sabía que todos los contemplaban, y eso a hizo enrojecer. Pero aún así, no se separó de él, esperó a que la soltara, para enterrar el rostro en su pecho. Luchó por conseguir aire, por tranquilizar el corazón desbocado, y esperaba, que todos ignorasen el temblor de sus piernas. Dios mío, Brett era capaz de dejarla sin respiración. Un beso suyo, y ya no sabía cómo se llamaba. Cerró una de sus manos en un puño, agarrando la tela de su camisa con ella. - No vuelvas a ponerte en peligro, Brett Svensson, o juro que te golpearé.- Levantó sus ojos llorosos hacia él. Sabiendo que las lágrimas acudían a sus ojos para liberar el miedo que había pasado. El gruñido que había lanzado Brodrick la había asustado. Había más de animal que de persona en él, y ella lo sabía. Aún ahora, era capaz de sentir las fuertes oleadas de sentimientos sangrientos, todos destinados a Brett. Y la enfurecía. Quería soltar a Brett y golpear al otro hombre por sentir así, pero se controló. Ella no era así, no era tan vengativa. ¿O sí?.
Abrazó a Brett con un suspiro, intentando alejar los malos sentimientos que acudían a ella, y sonrió ,desde la cuna protectora de su pecho, a Ismael. Lo quería como a un hermano, era bueno, leal y siempre estaba ahí para su hermana Zafiro. Estaba demasiado callado, quizás en demasía, pero podía entenderlo. El cazador que había en él, le impedía ser escandaloso.
El ruido de una copa rompiéndose, resonó en la habitación silenciosa. Se desprendió de Brett a tiempo de ver, cómo una furiosa Zafiro, clavaba la copa destrozada en el brazo de Brodrick. ¿Qué demonios ocurre?. Escuchaba las palabras de Zafiro con sorpresa, no podía creer que su pequeña amiga estuviera hiriendo a otra persona. Ella la había visto enfadada, pero no hasta el punto de ser agresiva. La copa que tenía en sus manos calló al suelo, manchando la alfombra con el líquido enrojecido. Apenas pudo evitar abrir su boca y dejar escapar un gemido. - ¿Zafiro?- La pregunta salió de mis labios como un susurro. Miré cómo me sonreía mi amiga y algo dentro de mí quería corresponderle la sonrisa. Celebrar su crueldad, reírme del estúpido que estaba herido.
Sacudí mi cabeza con fuerza y me acerqué a Zafiro y le quité la copa de las manos. - No bebas más.- Le dije con una sonrisa. ¿Una sonrisa?. ¿Por qué sonreía?. lo que había ocurrido era bastante preocupante, aún así, le divertía. Me di la vuelta y choqué con la mirada de Brodrick. Sus ojos estaban llenos de dolor, me miraban con una súplica en ellos, casi como si me quisiera decir algo. Sentía cómo sufría en silencio, la herida que sangraba cada vez menos. Y lo entendí, no era un licántropo, ni un brujo. Aún así, había algo animal dentro de él, algo que quería salir, y que luchaba por contenerlo. Suspiré y me acerqué a él, tomando su brazo y mirando la herida con concentración. Quería ver si quedaban cristales en ella, así que me arrodillé ante él, y deslicé mis dedos por su brazo. No podía ver nada que indicase que hubiera más fragmentos en su interior, pero lo volví a mirar a los ojos con duda. La familiaridad de su tonalidad me sorprendió. Abrí mi boca y caí en el porqué. Solté su mano y me levanté con rapidez, retrocediendo con el corazón acelerado. Caminé hacia atrás hasta que mi cuerpo chocó con alguien, ni siquiera podía saber quién era. - No es posible.....- Dijo con más pánico que fascinación. Las lágrimas comenzaron a bajar por su rostro. Ya sabía porqué le resultaba familiar sus ojos, los había visto muchas veces antes. Brodrick tenía los mismos ojos que ella.
Fruncí el ceño a Salazar. Analicé sus sentimientos para saber si me decía la verdad, y me sorprendí al ver que era cierto, no tenía nada que ver con el hombre desconocido. Un sentimiento extraño comenzó a surgir en mi interior mientras volvía a mirar al hombre con ojos de fuego. Estaba de pie, con los ojos centrados en Zafiro, pero había algo conocido en él. En la forma peculiar en que su boca sonreía de lado. Era.......- Lo cierto es que hace una semana que no tengo ninguna visión.- Le respondió a Salazar mientras continuaba mirando los labios del hombre. No había ningún interés sexual en ello, ni siquiera admiración por su belleza masculina, sólo incertidumbre. ¿Podía una persona ser tan familiar para ella?. Cerró los ojos con frustración, sabía que no lo conocía, pero aún así, podía comprender mejor que nadie, el conflicto de sentimientos que llevaba con él.
Sintiendo un ligero mareo, se agarró del brazo de Salazar, y lo miró con sorpresa. Fijó sus ojos en él y le sonrió avergonzada.- Lo siento, últimamente estoy un poco cansada. Será por eso por lo que no he visto nada.- Lo cierto es que estaba empezando a asustarse. Su cuerpo se cansaba con demasiada rapidez, estaba perdiendo el apetito, y sólo deseaba dormir. Todo desde hacía dos semanas. Si hubiera sido en un período más corto, hubiera pensado que se debía a las heridas que había sufrido con Brett. Pero no era así, era desde antes siquiera de conocerlo. Primero el cansancio, después la falta de apetito, y desde hacía una semana, la falta de visiones. ¿Estaría perdiendo su magia?.
No se dio cuenta de que había estado todo el tiempo mirando a Salazar. Sus ojos oscuros mirando al brujo constantemente, divagando sobre su malestar. El sonido amortiguado de un golpe, hizo que se girase con sorpresa. Su corazón se encogió en su pecho cuando Brett amenazaba al hombre que había entrado. No quería una pelea entre ellos, ni siquiera que salieran heridos. ¿Qué había ocurrido?. Su mano soltó el brazo de Salazar, y cayó junto a su cadera, sus ojos miraban a Brett caminando hacia ella. Había tanta posesividad en sus ojos, que su cuerpo se estremeció bajo su mirada. Apenas tuvo tiempo de prepararse para el saqueo que realizó su boca en la suya. Tomándola entre sus brazos y haciéndola gemir bajo las caricias de sus labios. Sabía que todos los contemplaban, y eso a hizo enrojecer. Pero aún así, no se separó de él, esperó a que la soltara, para enterrar el rostro en su pecho. Luchó por conseguir aire, por tranquilizar el corazón desbocado, y esperaba, que todos ignorasen el temblor de sus piernas. Dios mío, Brett era capaz de dejarla sin respiración. Un beso suyo, y ya no sabía cómo se llamaba. Cerró una de sus manos en un puño, agarrando la tela de su camisa con ella. - No vuelvas a ponerte en peligro, Brett Svensson, o juro que te golpearé.- Levantó sus ojos llorosos hacia él. Sabiendo que las lágrimas acudían a sus ojos para liberar el miedo que había pasado. El gruñido que había lanzado Brodrick la había asustado. Había más de animal que de persona en él, y ella lo sabía. Aún ahora, era capaz de sentir las fuertes oleadas de sentimientos sangrientos, todos destinados a Brett. Y la enfurecía. Quería soltar a Brett y golpear al otro hombre por sentir así, pero se controló. Ella no era así, no era tan vengativa. ¿O sí?.
Abrazó a Brett con un suspiro, intentando alejar los malos sentimientos que acudían a ella, y sonrió ,desde la cuna protectora de su pecho, a Ismael. Lo quería como a un hermano, era bueno, leal y siempre estaba ahí para su hermana Zafiro. Estaba demasiado callado, quizás en demasía, pero podía entenderlo. El cazador que había en él, le impedía ser escandaloso.
El ruido de una copa rompiéndose, resonó en la habitación silenciosa. Se desprendió de Brett a tiempo de ver, cómo una furiosa Zafiro, clavaba la copa destrozada en el brazo de Brodrick. ¿Qué demonios ocurre?. Escuchaba las palabras de Zafiro con sorpresa, no podía creer que su pequeña amiga estuviera hiriendo a otra persona. Ella la había visto enfadada, pero no hasta el punto de ser agresiva. La copa que tenía en sus manos calló al suelo, manchando la alfombra con el líquido enrojecido. Apenas pudo evitar abrir su boca y dejar escapar un gemido. - ¿Zafiro?- La pregunta salió de mis labios como un susurro. Miré cómo me sonreía mi amiga y algo dentro de mí quería corresponderle la sonrisa. Celebrar su crueldad, reírme del estúpido que estaba herido.
Sacudí mi cabeza con fuerza y me acerqué a Zafiro y le quité la copa de las manos. - No bebas más.- Le dije con una sonrisa. ¿Una sonrisa?. ¿Por qué sonreía?. lo que había ocurrido era bastante preocupante, aún así, le divertía. Me di la vuelta y choqué con la mirada de Brodrick. Sus ojos estaban llenos de dolor, me miraban con una súplica en ellos, casi como si me quisiera decir algo. Sentía cómo sufría en silencio, la herida que sangraba cada vez menos. Y lo entendí, no era un licántropo, ni un brujo. Aún así, había algo animal dentro de él, algo que quería salir, y que luchaba por contenerlo. Suspiré y me acerqué a él, tomando su brazo y mirando la herida con concentración. Quería ver si quedaban cristales en ella, así que me arrodillé ante él, y deslicé mis dedos por su brazo. No podía ver nada que indicase que hubiera más fragmentos en su interior, pero lo volví a mirar a los ojos con duda. La familiaridad de su tonalidad me sorprendió. Abrí mi boca y caí en el porqué. Solté su mano y me levanté con rapidez, retrocediendo con el corazón acelerado. Caminé hacia atrás hasta que mi cuerpo chocó con alguien, ni siquiera podía saber quién era. - No es posible.....- Dijo con más pánico que fascinación. Las lágrimas comenzaron a bajar por su rostro. Ya sabía porqué le resultaba familiar sus ojos, los había visto muchas veces antes. Brodrick tenía los mismos ojos que ella.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: Tic-tac. Tic-tac. ¿Quién es el asesino? (Privado)
No entendía por qué Ruslana no paraba de mirarme pero me permití hundirme en su mirada y bañarme en sus aguas verdes. Eran hermosos. Pero parecían ausentes. Entonces escuché un golpe y miré su origen. Abrí los ojos sorprendido pero a la vez satisfecho. La poción ya había hecho efecto en ellos. Una pequeña semilla de mal estaba en ellos. Di un sorbo a mi vino y observé las siguientes escenas. Se notaba el odio y el regocijo.
La acción de Zafiro me gustó más que la de Brett. Sin duda una mujer enfadada podía hacer cualquier cosa, mucho más que un hombre cabreado. Cosa que había aprendido hace poco. Ruslana parecía ¿Satisfecha? Mi sonrisa se ensanchó, eso era lo que yo quería. Que ella sintiera lo que yo sentía y de esa forma me entendería. Vi cómo se acercaba al hombre y le examinaba la herida y algo la asustaba. La curiosidad por el momento creció. Esto iba a ser un experimento maravilloso y sacaría muchos buenos recuerdos de esa noche. Intentaba aguantarme la risa de aquel teatro que yo había escrito sin quererlo. Ruslana, al echarse hacia atrás chocó conmigo. La cogí de los hombros para que no se cayera. Acerqué mis labios a su oído y murmuré.- ¿Qué se siente cuando deseas el mal para otra persona?- Después con tono amable y más alto.- Lady Ruslana debería sentarse, se le ve pálida.- Y se la pasé a su novio para que él se hiciera cargo de la chica.
Me acerqué aquel hombre que tanto miedo había causado, por un momento, a Ruslana.- Señor Von Meer, creo que está causando un escándalo entre las señoritas. Todos nos acabamos de enterar de lo que le has hecho a Lady Zafiro y también que está perturbando de alguna manera a nuestra anfitriona. Creo que debería salir de la mansión.- Entre la posición y el orgullo que desprendía aquel hombre sabía que no me haría caso.- Pero su presencia es como la guinda de pastel que hace del pastel perfecto.- añadí más bajo para que él solo me escuchara. Tenía una bolsita hatada al cinturón del pantalón. La abrí y saqué un pequeño bote con una crema dentro.- Tome, échalo en la herida.- Me giré hacia los otros presentes.- Veo que el buen señor Von Meer ha empezado con mal pie. Pero estoy seguro que sus intenciones no fueron malas.
La acción de Zafiro me gustó más que la de Brett. Sin duda una mujer enfadada podía hacer cualquier cosa, mucho más que un hombre cabreado. Cosa que había aprendido hace poco. Ruslana parecía ¿Satisfecha? Mi sonrisa se ensanchó, eso era lo que yo quería. Que ella sintiera lo que yo sentía y de esa forma me entendería. Vi cómo se acercaba al hombre y le examinaba la herida y algo la asustaba. La curiosidad por el momento creció. Esto iba a ser un experimento maravilloso y sacaría muchos buenos recuerdos de esa noche. Intentaba aguantarme la risa de aquel teatro que yo había escrito sin quererlo. Ruslana, al echarse hacia atrás chocó conmigo. La cogí de los hombros para que no se cayera. Acerqué mis labios a su oído y murmuré.- ¿Qué se siente cuando deseas el mal para otra persona?- Después con tono amable y más alto.- Lady Ruslana debería sentarse, se le ve pálida.- Y se la pasé a su novio para que él se hiciera cargo de la chica.
Me acerqué aquel hombre que tanto miedo había causado, por un momento, a Ruslana.- Señor Von Meer, creo que está causando un escándalo entre las señoritas. Todos nos acabamos de enterar de lo que le has hecho a Lady Zafiro y también que está perturbando de alguna manera a nuestra anfitriona. Creo que debería salir de la mansión.- Entre la posición y el orgullo que desprendía aquel hombre sabía que no me haría caso.- Pero su presencia es como la guinda de pastel que hace del pastel perfecto.- añadí más bajo para que él solo me escuchara. Tenía una bolsita hatada al cinturón del pantalón. La abrí y saqué un pequeño bote con una crema dentro.- Tome, échalo en la herida.- Me giré hacia los otros presentes.- Veo que el buen señor Von Meer ha empezado con mal pie. Pero estoy seguro que sus intenciones no fueron malas.
Salazar Phantomhive- Hechicero Clase Baja
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