Ladrón que roba a asesino siempre se toma el mejor vino {Privado}

La primera misión a realizar junto a algunos integrantes de la alianza era a lo que me dirigía esa madrugada, que nos deparaba esa intromisión lo desconocía pero confiaba en que entre todos, saldríamos bien librados de aquello que nos disponíamos a llevar a cabo.
Mis pasos eran casi lo único que pude escuchar por un buen rato, las calles que tome estaban vacías, no quería toparme con nada y con nadie porque algo así ya que uno nunca sabe podía generar una tardanza en mi andar… yo quería estar a tiempo para el cometido así que todo era mejor en esos solitarios lugares.

Mis pensamientos se enfocaban en tranquilizarme, pues aunque mi caminar luciera seguro y mi semblante luciera sereno la verdad es que me sentía algo nerviosa no tanto por mi, si no por quienes estarían a mi lado en aquella misión. Sabía de sobra que preocuparme no serviría de nada y que lo mejor era enfocarme en hacer lo que me correspondía con el mayor cuidado y precisión posible. Tomaba aire profundamente para que la tranquilidad llegara a mi y conforme avanzaba por las calles esas respiraciones parecieron tener efecto pues el nerviosismo disminuyo de manera considerable.
Ahora solo esperaba llegar a tiempo al sitio de encuentro por lo que acelere el paso.

Conforme me acercaba ya al punto, una misteriosa niebla comenzaba a cubrir todo y de manera inevitable sonreí, pues estaba segura de que aquello debía de ser obra de alguno de los compañeros que tendría ya que era inexplicable el hecho de que la niebla pareciera querer cubrir solo aquel sitio. Eso era algo muy favorable para nosotros pues eso serviría para ocultarnos por lo menos un poco y en dado de que se desencadenara una batalla pues suponía nos daría cierta ventaja.
A pesar de la niebla, escuchaba pasos de diferentes direcciones lo cual significaba que no había llegado tarde.

Nuestro punto de reunión era una plazuela justo enfrente de la Catedral, que era el sitio donde nuestro botín se encontraba. En la plazuela ya se veía alguien pero no pude reconocerle hasta que estuvimos cerca. Era aquel hombre que se había mantenido junto al líder durante el baile de mascaras, si no me equivocaba Eustace era su nombre.
Me acerque más al punto y asentí a sus palabras, no sabía lo que pensaran los demás pero como había expuesto durante la primera reunión de la alianza durante el baile de mascaras, ayudaría en lo que pudiera fuese lo que fuese y prueba de ello era que estaba ahí en esos momentos.

- Siempre lista, ahora solo nos resta comenzar - casi de manera mágica ya no había nerviosismo en mi, me sentía de verdad lista para lo que viniera tanto como humana, como animal.

Crystall caminaba sola y con un sólo propósito, responder al llamado de su líder. A su mente llegó el recuerdo de la carta que Derek le entregara en la mano, carta con el sello de N-Corporation. Ambos habían indagado en el posible contenido y aunque no acertaron, se acercaron a ello.

Y cumpliría, existía algo muy valioso, la carta no daba detalles, no era algo seguro ese medio y considerando el extremo cuidado con el que el duque Boussingaut se manejaba, era lógico aquello. Pero lo que estaba claro era un punto de reunión cifrado en un código que la bruja supo interpretar.

Había salido sin el consentimiento de Derek, él no quería ponerla en riesgo, no cuando Killer Bee se encontraba por ahí, vigilándolos. Pero él comprendía que no la podía detener, él también pertenecía a la alianza, o al menos la financiaba lo que ya lo hacía participe.

Llegó al centro de París, atravesó el lugar hasta contemplar a los lejos la plazuela o al menos lo que debería de ser, pues una neblina rodeaba el lugar. Todo parecía normal hasta que el campo visual se abrió conforme se acercaba, y se dio cuenta que la neblina solo cubría la manzana de la catedral. Lo que significaba una sola cosa. Lo que sea que estuviera preparado estaba por iniciarse.

Crystall no vio a nadie entrar, pero cuando ella entró y caminó entre esa espesa niebla escuchó pasos y murmullos. Eran aliados y más allá, el senador y mano derecha del duque. El que seguramente se encargaría de orquestar la misión.

Visualizó en escena también a Camila, había escuchado que era una cambiaformas pero no sabía de que tipo y sentía curiosidad, aunque sabía que no era el lugar indicado para ponerse a platicar, tenían una misión, de la que Crystall no estaba 100% informada.

—Yo tengo una duda de lo que haremos, al menos mi carta no expresaba todo en su totalidad— habló por debajo si mirar a ninguno de sus aliados.

Algo se movió, amparado por las sombras de la noche. Unos ojos felinos, relumbrando en la oscuridad, buscaban una pequeña aglomeración de gente. Específicamente, a los miembros de la Alianza, que la necesitaban en un operativo mayor. Soltó un bufido de cansancio. Ya había tenido un día algo ocupado. Su ropa, con leves manchas de sangre, era prueba irrefutable de ello. Un cazador ingenuo había caído en la trampa, aumentando en uno más el número de muertes que Riful llevaba a su alrededor.

Veo gente moverse por allá. ¿Puedes verlos?

Los ojos agudizaron su vista, y con complacencia observó al pequeño grupo al que se supone que debía acudir. El jefe le había dicho que debía ir allí, y ya que tenían el contrato ella no debía hacer nada más que obedecer con presteza. Su espíritu felino a veces se debatía en esa lealtad que le debía, pero ella se regía por leyes tan estrictas como absurdas, así que tampoco importaba demasiado lo que ella pensara de todo esto. Le habían prometido Inquisidores a raudales, que podrían ser cercenados por el tigre si así lo quería ella. ¿La verdad? Lo quería más que nada. Revolcarse en la sangre de aquellos que se atrevieron a quitarle la única cosa buena que la vida le había dado.

Vamos, anda. Te necesitan, así que ve de una buena vez, y hazme sentir orgullosa.

-Siempre te hago sentir orgullosa- se quejó la cambiaformas, a la vez que, escondida en la oscuridad, aparecía de pronto al lado de los que debía considerar sus aliados. Les dirigió una sonrisa y un par de palabras- Linda noche para encargos, ¿no?

Miró largamente al grupo, analizando a cada uno. La victoria dependía de cada una de las personas que allí se encontraran, incluyéndola. Una sonrisa se dibujó en sus labios, esperando el momento en el que debían actuar.

Hayden Vaggö llegó en la tarde, sus intenciones con Killer Bee eran meramente profesionales, al menos el motivo que lo llevaba hasta ella. Porque era un hecho que la inquisidora provocaba en Hayden una atracción.

La había buscado pero no la encontró, como si ella le evadiera. Cayó la noche y fue conducido a otro lugar para dormir. - Dejaremos la casa parroquial sólo para la srta. White - había dicho el cardenal que muy vivo se había ido a dormir fuera de la catedral. Se le veía confiado, era una confianza que se generaba cuando un inquisidor soldado visitaba la casa de Dios y al haber dos, la confianza había crecido.

El inquisidor durmió poco, estaba inquieto por ver a Killer Bee, la admiraba aunque ella pasara de él. ¡Si! Hayden la deseaba, su maestro alguna vez le había dicho lo que era el calor de una mujer, a él le había confiado el amor de Jade y le había hablado de su muerte. Y cuando Hayden vio por primera vez a Killer Bee aquel jueves brutal, supo que Killer Bee era todo cuanto su maestro había descrito en el amor hacía una mujer.

Estaba enamorado aunque él no supiera lo que eso significaba.

El amanecer estaba próximo, pronto llegaría la servidumbre de la catedral, el cardenal regresaría y a medio día se ofrecería una misa.

Killer Bee salió de la casa parroquial, Hayden la espiaba, la contemplaba maravillado y la siguió sigilosamente. La dejó adelantarse y vio un hombre caminar por la nave norte, sintió curiosidad, vestía como un monje pero no se fiaba de él. No lo había visto nunca y a diferencia de Killer Bee o su maestro el desertor, Hayden era muy conocido en la catedral por todos los feligrenses.

Y entró en un debate, iría a buscar a ese hombre y revelar su identidad o aprovecharía el momento para hablar con Killer Bee. Hayden cerró sus ojos meditando las alternativas, pero nada podía vencer el hecho de hablar con la mujer que comenzaba a amar sin saber.

Caminó hacía ella de tal forma que le hiciera saber que alguien se acercaba. Hayden noto que ella lo había descubierto, se sentó detrás de ella. - Buenos días - le dijo pero Killer Bee se negó a responder.

- Escuché que tenéis una agenda bastante apretada... ocupáis ayuda - dijo, pero entonces recordó una de las asignaciones de Killer Bee, a ella le correspondía dar muerte a su maestro y entró en dilema. Sabía que la inquisidora había sido alumna de Ruggero, - ¿qué experimentará Killer Bee? - se preguntó Hayden esperando que Killer Bee no le cediera lo que sería un tormento. Y es que Hayden estaba seguro de algo, no podría matar a su maestro, no tenía la sangre fría para hacerlo.

Parecía que todos los que estaríamos involucrados en aquel golpe estábamos ya reunidos. Miraba a todas con curiosidad, me sentía entusiasmada por ver de que eran capaces cada una de las mujeres que estában ahí, y Eustace claro.

Sonreí ligeramente pues no parecía ser la única que no sabía enteramente el plan, aunque si lo hubiésemos sabido todos desde un principio hubiese existido más posibilidades de que la información se filtrara de alguna manera y que todo el plan quedara reducido a un intento inútil por entrar a la catedral. Escuche con atención las palabras de Eustace y entonces mire a la mujer quien se dirigía de primera, Crystal una bruja que observe en la fiesta pero solo de lejos. Yo jamás en mi vida había tenido contacto con brujos o brujas así que esta era una excelente oportunidad de ver de que eran enteramente capaces.
Una vez que nos acercamos más, ansiaba ya oír el plan pero ahora lo que pasaba era que regañaban a la "damisela en peligro" por no usar la ropa adecuada, pero vamos si era solo ropa. Me había acostumbrado a abandonar la ropa en los sitios menos esperados y aunque algunas veces me llenaba de pesar era algo bastante común para mi, mucho más cuando intentaba huir de algo o alguien así que prestar mi falda para nuestros fines no sería tan malo - Yo se las prestare - la mire y le sonreí, no había motivos para no ser amable sobre todo con aquellos que estarían metidos exactamente en lo mismo que yo.

Las palabras que siguieron a aquel pequeño inconveniente sobre ropas era lo que estábamos esperando seguramente todos, el como procederíamos.
Riful era el nombre de la otra cambiaformas presente, era aquella que hizo el gran espectáculo de quitarse la ropa frente a todos, como olvidarla. Ella y Giulia se encargarían de las distracciones… fue entonces cuando iba preguntar que es lo que yo haría en aquel sitio; justo tomaba aire para comenzar a hablar cuando fui señalada y la indicación de Eustace salió.
Reí ligeramente al escuchar el plan, sería yo una vil gata ladrona; aquel asunto sería interesante. Me alegre justo en ese momento de prestar mis faldas a Giulia, finalmente yo no ocuparía ropa para aquella misión.
- Clarisimo, tomar todo lo que pueda de importancia y lo que no arrojarlo. Bueno al menos para mi todo esta claro -

Una mueca de desconcierto y un poco de repulsión apareció en mi rostro cuando el cadáver del párroco apareció de detrás de los matorrales, no era precisamente algo me agradara seguir los pasos de un muerto pero bueno, ellos debían saber lo que hacían.

- Bueno ahora, debo prestarle mi ropa a Giulia y disculpen que vaya a ser incapaz de hablarles de algo a partir de ahora - sonreí a todos, lo bueno de transformarse en criaturas pequeñas, es que no es necesario quitarse uno la ropa, si no que cae por si misma.
Sin darle muchas vueltas al asunto, tome aire y me transforme en gato, un gato atrapado entre un montón de tela o al menos lo fui hasta que logre sacar la cabeza y después el cuerpo; hecho esto me senté al lado de la ropa con ese porte característico de los gatos, ahora la ropa estaba a la entera disposición de Giulia y yo a la espera de que el asunto comenzara.

Crystall esperó paciente a que terminara de hablar Eustace, había sonreído maliciosamente con la indirecta de aquel brujo que recelaba de ella, y no era precisamente por que Crystall lo hubiere deducido a la primera, se debía a Dalma, a su amada compañera que se encontraba ahí, invisible a todos excepto a la bruja líder.

Camila, la cambiaformas recibió sus instrucciones y ofreció su ropa a Giulia, se transformó frente a los ojos de todos y entonces Crystall intervino mirando desafiante a Eustace y sonriendo divertida.

—Por supuesto que tengo el medio de comunicación— silencio, los gestos de Crystall hablaban por sí solos, era como cuando alguien está por hacer un revés a su rival.

Entonces la bruja alzó sus manos a la altura de sus pechos en forma de oración y alrededor del grupo muchas flamas tenues aparecieron. Eran lo suficientemente débiles para no resaltar sobre la niebla, pero sí visibles.

—Estas son energías— explicó a todos, —ellas se adherirán a su sentido auditivo, mi control titiritero y nigromante pasará a control de Dalma quien será la encargada de retransmitir los mensajes que las energías transmitan. Será como red de telepatía— y junto a ella apareció frente a todos Dalma.

Se dirigió a Eustace, —confió en que su ilusión sea lo suficientemente poderosa para camuflajearnos y disfraz mejor a nuestro guía— miró a Dalma y ésta como si leyese la mente de Crystall la contempló horrorizada.

—Muy bien, haremos una prueba de la red telepática— las energías se desvanecieron dejando que la niebla volviera a reinar, Dalma miró una vez más a Crystall y desapareció.

«¿Me escuchan todos, para responder asientan o afirmen con solo pensar?» pensó la bruja que sentía la energía dentro de ella. Suspiró y miró a la pequeña gata que era Camila, –¿podrá escuchar y responder en ese estado?– pensó y esperó que nadie haya escuchado ese pensamiento.

Los ojos de Crystall entraron en el plano espiritual y corroboró que todos tuvieran las energías junto a ellos, todo estaba bien y Dalma con su tierna sonrisa asintió confirmando que el mensaje se había enviado a todos. El juego telepático no era nuevo para ella, Derek y ella en su niñez lo habían usado con la ayuda de almas y Dalma, por lo que confiaba que no fracasarían por falta de comunicación.

Dalma había llegado inclusive antes que Crystall, casi al mismo tiempo que Eustace. Fue testiga de como creó la neblina y pacientemente espero al resto de la organización. Dalma no había llegado junto a Crystall por un sencillo motivo, su niña le había pedido espacio y ella lo atribuyía aun motivo en particular, la relación incestuosa con su hermano Derek, relación que Dalma desaprueba y sin embargo respeta.

Fueron llegando y aunque ella no tenía la habilidad de leer los pensamientos tenía una alternativa para saber lo que uno pensaba y eso era entrando dentro del cuerpo, en este caso Eustace, una persona que le generaba mucha desconfianza. Mas no lo hizo, ella respetaba lo cuerpos aunque no se necesitaba una telepatía para notar el celo de él sobre su niña.

Su niña llegó con sus ojos abiertos al mundo espiritual por lo que la vio y con una sonrisa la saludo respetando la elección de Dalma de seguir en el anonimato.

Poco a poco fueron llegando todos los integrantes, ella compartía la misma información que Eustace ya que y aunque Crystall no se lo pidió Dalma estaba viviendo junto al duque siendo la sombra de éste sin que él se diera cuenta, aunque claro, Dalma respetaba su intimidad con la srta. Caracciolo. Y es que ella desconfiaba de todo mundo, su niña había sufrido demasiado y era muy impulsiva para averiguar con más detalle en lo que se metía, pero para algo estaba Dalma, su protectora.

El brujo, mano derecha del duque se dirigió maliciosamente a su niña lo que la irritó demasiado, —te tiene envidia y recela de ti— le susurró a Crystall en el oído, pero siguió oculta a los demás.

Y cuando Crystall la mencionó, Dalma supo que era el momento de mostrarse a todos. Era la primera vez que la verían aunque sabía que alguno de ellos ya habían escuchado hablar de ella. La fantasma les sonrió con ternura, como una madre ve a sus pequeños.

—Todos sus pensamientos serán escuchados por las energías y éstas me los transmitirán a mi, las energías no razonan por lo que funjiran de eco a sus pensamientos, yo consideraré que se debe de transmitir y que no— les dijo con una voz suave y amable, completando la información de Crystall, ésta le asintió agradeciendo el complemento.

Dalma dirigió una mirada a todos, memorizándolos, los contó y no se percató de que Crystall contestaría la indirecta de Eustace con otra y reprobó la actitud de su niña frunciendo el cejo mas Crystall no la vio, después su niña la volteó a ver y dedujó lo que pensaba. —Ni se te ocurra— y la miró horrorizada, no iba a posesionar el cuerpo del sacerdote y aplicar su propia ilusión para darle una apariencia viva, lo que divirtió a Crystall.

Crystall sugirió una prueba y Dalma desapareció para organizar las almas. Vio los hilos invisibles de Crystall sobre las almas, éstas recibiendo la orden de Crystall que transmitía con su propia energía espiritual, se adherieron a las cabezas de los integrantes revolucionarios, como si de cascos invisibles se tratasen y los pensamientos comenzaron a llegarle a Dalma, pensamientos que no transmitió y que respetó, esperaba escuchar una inconformidad, después de todo Dalma escucharía las mismisimas intimidades si lo pensaban.

«¿Me escuchan todos, para responder asientan o afirmen con solo pensar?» le llegó el pensamiento de Crystall, los hilos invisibles ya cubrían a Dalma y la esencia del poder nigromante de Crystall había pasado a Dalma, dejándole el control sobre las energías.

—Mis niños retransmitan el siguiente mensaje a Eustace, Giulia, Riful y Nói— les dijo a las energías, —¿Me escuchan todos, para responder asientan o afirmen con solo pensar?—, las huecas energías reproducieron el pensamiento de Crystall utilizando la misma voz de su niña.

Volvió a escuchar a Crystall, nerviosa por que no escuchasen los demás su ingenuo pensamiento. —No te preocupes— le dijo a su niña y asintió para que supiera que el mensaje se había transmitido. Luego ella misma les mandó un mensaje a todos. —Mis niños transmitan el siguiente mensaje a Crystall, Eustace, Giulia, Riful y Nói— dijo primero a las energías, —Yo me adelantaré para buscar a los inquisidores, la catedral es muy grande para que se confien de que los inquisidores estén al alcance para escuchar a Giulia, así que amplificaré el sonido a modo que lo escuchen—, las energías reproducieron el mensaje de Dalma usando la misma voz tierna de ella.

Giulia, arrogante como siempre, se plantó cerca de donde estaban todos, miró a cada una de los aliados que habían llegado después de ella y esperó paciente que todo comenzara. El mago, se refirió a las cartas que el “jefe” había mandado a los que en ese momento estaban allí reunidos, se sonrió con malicia cuando éste se dirigió de forma irónica a la bruja – ojalá te pongan en tu sitio y estoy segura que lo hará – caviló y los ojos le brillaron al pensar que sería un digno espectáculo si los dos intentaban retarse a duelo de sus poderes brujos, eso a ella le entusiasmaba como una pequeña niña que asistía a una atracción de circo.

El líder les pidió que se acercaran más y al hacerlo, recibió la reprobación de éste por la ropa que usaba, bufó de rabia por lo que le decía, tenía tantas ganas de gritarle que se le atragantaron todos los insulto en su garganta, y entre ellas varias palabrotas en italiano, pero solo rodó los ojos y lo miró – pensé que necesitaría de personas para luchar cuerpo a cuerpo o escalar - le dijo con voz tranquila pero algo cargada de reproche, pues ella se sabía muy buena en eso – lo siento, pero por supuesto que arreglaré el asunto –, estuvo a punto de maldecirlo cuando éste prosiguió informándole cuál sería su papel en esta obra - ¿una damisela en apuros? – repitió casi sin podérselo creer, justo ella que pasaba las noches en medio de los bosques o la laguna ejercitándose o frustrando las cacerías de cazadores o inquisidores.

Abrió sus brazos como diciendo “de que vas” mientras no podía cerrar su boca de la sorpresa – ese es un papel hecho para Chiara pero no para mí – rezongó mentalmente, - además tu bien sabes que de damisela no tengo nada – lo fulminó con la mirada. Cruzó sus brazos a la altura del pecho y se paró como un hombre, desafiante y cargando su peso en una de las piernas – como vos queráis, señor – le dijo, con su voz sonando algo irónica, pero que le iba a hacer así era ella.

Miró a la Cambia forma que sería su acosador y recordó todos los comentarios que Chiara le había hecho sobre el espectáculo que la mujer había montado en la primera reunión de la alianza, se lamentaría siempre el no haber conocido antes la causa y participado de ese espectáculo para retorcerse de la risa. Le gustaba que fuera algo desquiciada, una sonrisa cruzó su rostro, - esa felina me agrada – se dijo mientras la miraba con detenimiento.

Se percató, como luego de las palabras del brujo, de los matorrales surgió un monje que por su apariencia se notaba que se trataba de un muerto, un repelús le cruzó el espinazo, no le gustaba ese tipo de poderes de los brujos, ella tenía un respeto por los muertos y no era de su agrado que jugaran con ellos por mas fin loable tuviera, hizo una mueca de disgusto, si esa cosa se le acercaba demasiado comenzaría a chillar como una condenada.

Por último, le indicó que al estar lista tendría que chillar con todas sus fuerzas y correr en busca de ayuda de los inquisidores, eso le gustó, siempre le agradaba aparentar otra cosa que no era, como cuando conoció a aquel inquisidor en el bosque, sonrió divertida recordando al cachorro de la inquisición, asintió nuevamente y se quedó esperando que alguien la ayudara, esa persona no tardó en aparecer, otra muchacha, que ofreció su ropa y Giulia pensó asustada y divertida a la vez si se quedaría ¿desnuda?, cuando dijo que se desvestiría y delante de todos ella se sobresaltó pero vio como la mujer desapareció en frente del grupo y de sus ropas surgió un bello gatito. Giulia tenía predilección por los gatos y de haber podido se hubiera abalanzado sobre el minino para jugar como una niña por un rato, pero se reprendió por su distracción y carraspeó mientras alzaba la ropa de la cambia forma – si me permitís me cambiaré – dijo mientras se escurría entre los árboles y se cambiaba rápidamente, en un tris estuvo de vuelta y hasta su peinado había arreglado, soltándose el bello y largo pelo y trenzando un par de mechones que unió con una cinta de terciopelo que llevaba en el justillo de su vestimenta, aun así tenía sus dagas escondidas entre aquel bonito vestido, ella nunca se separaría de sus cartas de seguridad.

Se acercó al momento justo cuando Crystall, sin defraudarla, le daba un poco de su propia medicina al orgulloso Eustace, la bruja explicó como sería el método de comunicación, apareció un fantasma que era la conexión de la bruja con ellos y posteriormente hicieron una prueba que a Giulia le fascinó,- que ingenioso que es esto- pensó, - bravo Crystall, es genial – dijo sonriendo de oreja a oreja y mirando a la mujer a los ojos.

- Muy bien, estoy lista, señorita Riful, ¿usted está preparada?- , tras esto hizo una reverencia teatral a su querido mequetrefe y se alejó acercándose a la catedral, miró hacia atrás esperando que la felina la siguiera ya transformada y mientras corría comenzó a gritar con todas sus fuerzas, solo esperaba que no desgarrara el lindo vestido de la señorita que tan gentilmente se lo había cedido.

La cambiaformas escuchó tranquilamente el plan del brujo, con una sonrisa que se ensanchaba cada vez más a medida que hablaba. ¡Actuar! Siempre le había gustado actuar. Su vida entera era una obra magníficamente orquestada. Le dirigió una mirada fugaz a la que sería su víctima. Se veía fuerte, una mujer a la que no podía intimidarse fácilmente, y en cierta forma le agradó. La saludó con la mano en un gesto bastante despreocupado. Por muy extrañamente sádica que fuera, Riful seguía siendo una niña en el fondo.

-Entendido, señor- hizo una especie de saludo militar en cuanto Eustace terminó de hablar. El matar Inquisidores siempre la ponía de buen humor. Luego adquirió una expresión pensativa- ¿Es necesario que me transforme? ¿Sí? Bueno, ni modo. Señorita- se dirigió a Giulia con una voz que, aunque oscura, estaba plagada de infantilismo-, le daré un par de segundos de ventaja. Por muy valiente que sea, espero no asustarla demasiado. Puedo ser un poco… terrorífica a veces.

Si tienes que transformarte, usa al tigre. Es más intimidante que el guepardo, y más dañino también. Por muy rápido que sea el otro, la fuerza no se compara.

-Lo sé, Liza, no soy estúpida- canturreó la joven, para sí-. Ayúdame a contar. Uno… Dos… Tres…

Cuatro… Riful no quería dañar la única ropa que tenía, así que simplemente se la quitó y comenzó a caminar, como un gato, mientras su “víctima” corría. Cinco… Había que admitirlo. Le gustaba la idea de un ataque sorpresa. El ver las caras de confusión de sus víctimas mientras las destazaba con habilidad era siempre una delicia. Más aún si esas víctimas eran Inquisidores. Mientras más avezados se creyeran, mejor para ella.

La cuenta atrás estaba terminando.

-Ocho… Nueve…- en ese número, la chica se detuvo un momento, con una sonrisa de oreja a oreja. La ventaja se había terminado-Diez.

Y, a una velocidad de vértigo, se transformó en el tigre, que salió disparado en persecución de Giulia mientras lanzaba un notorio rugido, destinado a llamar la atención de las personas adentro de la catedral. El juego comenzaba.