Il grande spettacolo [Maldición gitana-Privado]

por **Merlina Draven Bancroft** Sáb Mar 16, 2013 1:13 am

Maldita, maldita mil veces sea la hora en la que se dispuso a aceptar ese trato. La carta llegó a media noche, casi como en un susurro del viento, invisible pero mortífero. Su labio inferior era mancillado por los dientes y no encontraba respuesta alguna en su cabeza a las múltiples preguntas que se hacía. No hay marcha atrás, estaba en medio del caos que ella misma generó y ahora habría que enfrentar las consecuencias. Cerrando los ojos, se dejó llevar por un laberinto insidioso de sensaciones. La ira, el rencor, remordimiento, tristeza, cólera… Una magna combinación de emociones que hicieron de su cordura una completa felonía. Las voces que alguna vez escuchó en su pasado, esos temibles fantasmas que le acompañaban y, que como maldita consciencia, le hacían resaltar sus virtudes como los defectos, perecieron. Al menos una había muerto, porque ahora sólo podía escucharla a ella, esa putrefacta y viperina cantata de siempre, con su fuerte alarido, con la grotesca reverberación “¡Asesina!” ¡Bien! Si al ver su reflejo ella salía a acusarle de todas esas muertes que le rodearon en el pasado y que involuntariamente continúan haciéndole partícipe del derrame de sangre, ¿Por qué no formar parte del espectáculo y hacerlo bajo voluntad propia? Y así, después de tanto tiempo, disfrutar por primera vez la muerte de un individuo. ¡Muy bien, Merlina! ¡Encontraste la razón principal por la cual aceptar el pacto!

Le aterraba ver su reflejo, no deseaba observar a través de sus ojos y darse cuenta del terrible vacío que hay dentro, no podía aceptar vivir con un monstruo en potencia. Pero nunca fue necesario ver a través de un espejo lo mundano de su existencia, porque siempre lo llevó con ella, en cada paso, en cada miserable latido de su corazón y, al llegar esa invitación a sus manos, lo supo. El demonio no existe allá afuera, porque quizá, el demonio es ella. Se abrazó, aceptó la maldad dentro de si misma y entonces sonrió, sonrió como una demente. Una prueba, sólo eso era aquel estúpido remolino de tareas y deberes que tenía que cumplirle a la vampiresa que juega a ser el titiritero de la gitana; al final descubriría si está hecha para eso o es que ni eso le sale bien.

Dejó el papel sobre la vieja mesa, justo al lado de un cráneo felino. Dicen que los gatos son espíritus intermedios, entre este mundo y el otro, guardianes a favor de sus amos, enemigos del mal. Por eso ella tenía uno, muerto, pero al menos su esencia aún permanecía impregnada a ese trozo de hueso y aunque pudo haberlo llevado consigo como un talismán, no lo hizo. No lo necesitaba. Se dirigió hasta los callejones más obscuros de la ciudad, cubierta de pies a cabeza con aquel manto negro, sus cabellos rojizos bajo la capa, su piel pálida oculta entre las sombras, su mirada…. Las calles lucían soberanamente vacías, como si la fría ventisca que se esparcía por las noches, augurara los eventos desafortunados para cada parisino, como si ellos supiesen sobre los espectros nocturnos. Cruzó varios callejones, escuchó el graznido de los cuervos, el maullido de los gatos. Todos ellos sabían porque estaba ahí, todos excepto el bulto al final del túnel. Pobre y desgarbado muchacho, ¿Sería él? La mirada de la gitana se desvió a varios rincones del lugar, expectante, sintiendo y convencida de que no se encontraban solos, pero nadie más salió de su escondite. Quizá la pregunta apropiada no es sobre la identidad del joven, tal vez debería enfocarse más en saber, cómo capturar a su víctima. «¿Miedo, nena? Seguro esto fue lo que sintió aquel niño que murió por tu culpa cuando lo conociste a... él, ¿Lo recuerdas?» ¡Calla! ¡Calla ya maldita voz enfermiza que atormentas con recuerdos dolosos a tu anfitrión! «¡Úsalo! Haz con él, lo que me harías a mí. ¡Expía tus culpas a través de su dolor!» La voz señaló el cuerpo del joven. Y así, con la razón nublada, se movió sigilosa entre la obscuridad, lista para atacar…

por **Guillaume Capelle** Sáb Mar 16, 2013 1:05 pm

“El pasaje de vuelta está lejos de mis manos, vivir para contarlo, vivir para negarlo. Cual eran las posibilidades que tenía en esta vida? El frío en mis pies, el calor en mi corazón, me voy deshaciendo a cada paso que doy y aún ahora, no encuentro el camino al retorno”

Era como un frágil cubo de hielo, frío y desolación, pero aun así una sonrisa que se formaba en mis labios. Aquella fuerza que tenía en ese por venir, donde siempre buscaba un poquito de esperanza. Que lamentable me veía cuando el reflejo de mi rostro se notaba en el agua, en la pequeña zanja que el callejón tenía. Nunca alcanzaría a nada, era un simple esclavo que a duras penas hacía las tareas del hogar donde trabajaba. Pero me habían echado, mi castigo por haber comido una rodaja más de pan. El hambre, las costillas enmarcadas en mi cuerpo y los ojos levemente desorbitados. Por qué? Por qué este era el sufrimiento que Dios me había encomendado? Aquel ser que todo lo hace, todo lo sabe y que paga con el dedo maldito. Era mi destino morir de hambruna? Conocería la felicidad, o la muerte me atraparía para ser su digno fiel por los días de los días? Podría yo, encontrar la venganza de aquellos que tan mal me han tratado, que solo por mi maldito color de piel me han lastimado?

Cubierto por cartones, diarios y con un tasita en el costado, rogando por un poco de agua, una miserable miga de pan o un centavo de franco para poder comprar una manta. Miraba a la gente pasar en lo que mis pies negros, completamente enmugrecidos carraspeaban contra el suelo, la costra se había formado, mis sandalias habían roto y los vagabundos y humildes que estaban a mi lado me compartían la fogata que estaban haciendo. Pero pronto se irían, ellos salían a robar por las noches y con eso comían. Pero como podía hacer yo para robar? Jamás había hecho eso, siempre había trabajado como un esclavo y ahora sería pronto asesinado por los policías. Mi destino era morir, morir siendo un desgraciado y bastardo. Y lo había aceptado, aunque aun pensando aquello, sentía que la salvación llegaría por algún lado… Algún día.

“El ruido de la esperanza es lo que escucho. Mí por venir está a punto de cambiar. Será el bien, será el mal? Un ángel vestido de negro o un demonio vestido de ángel?”

Los zapatos de dama se escuchaban como un eco en todo el lugar, mi mirada estaba fija en aquella figura, el miedo de que sea una policía, pero era eso posible? No tenía idea, pero todos estaban escondiéndose, los pocos vagabundos que habían quedado se hacían uno con la mugre, con la basura y los gatos, mi cuerpo se igual forma se contraía, como queriendo pasar desapercibido, los gatos maullando como si quisieran decir algo. Era una amenaza? Los cuervos le temían a la muchacha que a duras penas le podía ver el tono pálido de su piel. Mis ojos eran dos faroles blancos, rodeados por una oscuridad implacable, piel y sombras, un bulto de huesos que solo servirían para un estofado más. Pero la muchacha era rápida, en un santiamén ya no estaba a la vista y con dolor y piernas entumecidas comencé a levantarme, una remera suelta, de lino color blanco sucio y unos pantalones color caqui que poco se distinguían de mi piel. Me sujetaba con una mano de la pared y la buscaba temeroso, mirando a lado y lado, agarraba un palo del piso y lo ponía contra mi pecho.

-…Quien sois, n…no tenemos nada para daros…

Un susurro casi imperceptible, con un francés tosco, mirando de lado a lado, paso adelante y atrás, me agitaba. Los latidos de mi corazón eran tan rápidos que estaba seguro que nunca había tenido tanto miedo. Aun cuando me habían despedido, nunca me había sentido tan temeroso por mi vida. Vida que pensé que no me importaría, pero que ahora entendía que no quería que me sea arrebatada.

por **Merlina Draven Bancroft** Sáb Mar 23, 2013 1:46 am

Los pasos decididos de la pelirroja, hicieron eco en aquel diminuto y repugnante espacio. Podía olfatear el aroma de la suciedad mezclado con la tierra. Los hombres no tenían lugar donde esconderse mas que aquellos penetrantes agujeros en el suelo llenos de excremento, orines y todo tipo de desechos humanos. La peste penetraba en sus fosas nasales, obligándola a descomponer su hermoso rostro en una mueca vomitiva. Estar ahí sólo implica una tarea tan sencilla como el abrir los ojos por la mañana y continuar con la desesperanzada vida un día más; supuso que estás al menos valdría la pena el encontrarse explorando aquellos rincones que le recuerdan su patética procedencia. ¡Es uno de ellos! Un alma perdida entre la multitud, una persona que no fue bien recibida en su hogar, que ni siquiera podía aspirar a un poco de felicidad porque no la merecía ¿Cuál fue su pecado? Aparentemente el simple hecho de nacer. Ahora se daba cuenta. Durante un largo tiempo, odio con desesperación y huía de la maldición a la que culpaba de todo lo suscitado a su alrededor, sin saber realmente que era ella quien atraía con egoísta deseo el mal hacia los demás. Una parte de ella, la pequeña ninfa subconsciente y envuelta en fuego, lo sabía, ella sabía que Merlina disfrutaba del dolor ajeno morbosamente y sólo fue hasta que vio el terror en los ojos de ese muchacho que pudo asentir y dar crédito a su obscuro pensamiento.

-No te haré daño- su voz resonó en la penumbra, dulce, gentil, armonioso. Si la voz en su cabeza no hubiese estado presente en ese instante, seguramente ella también se habría tragado la farsa de su amabilidad. Levantó la mirada hasta el rostro del joven. Podía percibir el color de su aura y con ello su estado de ánimo. Pareciera mentira que en ocasiones sus ‘dones’ de gitana, la abandonaban a su suerte con sólo esa insipiente voz en su cabeza. Al final del día, se acostumbra a vivir con ella. Estiró la mano para que el chico pudiese ver su desarme. Una mujer, metida en aquel agujero, sólo podría significar una cosa. Dejó la duda en el aire, casi como si supiera lo que el muchacho estaba pensando, como si estuviese preparada para todo tipo de reacción en él. Decidida, dio otro paso hacia delante. Y de la misma forma en la que la luna se oculta detrás de la capa obscura de las nubes, ella dejó detrás su máscara amable y simplona para develar su verdadero rostro. Fría, manipuladora, cínica, maldita. –Acompáñame- Dijo con tono imperioso, dando una orden. No, no tenía derecho alguno sobre el joven, pero tampoco lo necesitaba. Él tendría que hacer lo que ella dice, no hay de otra. –Puedo ser tu salvación o tu ruina. Elige.- El rostro sereno de la mujer, aunque aparentaba no expresar ninguna señal de emociones, emitía esa arrebatadora sensación de perversidad, malicia. Y la mujer que habló en un principio, se había difuminado, escondida detrás de quien tomó control de sus pensamientos.

Comenzó a caminar en dirección opuesta del pasillo. Escuchaba los murmullos de los hombres escondidos al unísono del chillido de las ratas. ¿Existe algo más deplorable que eso? ¡Sí, y ella lo sabía! Tragó saliva para no sucumbir ante su lado blando, ese que aún martilla en su pecho con la esperanza de regresar a la superficie y dominar su cuerpo nuevamente, pero Merlina lo jalaba hacia atrás encadenándolo quizá, para siempre. –Necesito de tu ayuda y a cambio haré lo necesario por ti- Parafraseó a quien le había metido en ese asunto desde el principio. Ella cayó como una idiota en la trampa y esperaba que él también lo hiciera. ¿No es jodidamente predecible la mente humana? Es fácil manipularlos cuando se les promete la salida fácil a sus problemas, sobre todo cuando su alma ya está desquebrajada, pues sólo esperan la señal para levantarse de nuevo y luchar con desesperada idealización. Patético. ¡Y ella era hipócrita! Porque aún cuando lo sabía, sucumbió ante la idea. –Ven, te alimentaré, te vestiré y te educaré. El circo nos espera.- Le indicó el camino con una mano. Su mirada ambarina se desvió hasta una sombra detrás de ellos que se movía con parsimonia, como advirtiéndole algo al muchacho. Ella no dejaría que alguien se interpusiera en su camino. -¡Vamos! ¡Antes de que sea demasiado tarde para ambos!-

por **Guillaume Capelle** Dom Mar 24, 2013 7:01 pm

“Palabras dulces, teñidas de rojo, son una oscuridad que me penetra, me quieres salvar? Sálvame. Yo te lo daría todo. Su tuviese algo.”

Sus palabras me hacían abrir los ojos, sorprendido, mirando a los lados, esperando encontrar a la persona con quien ella hablaba. Pero no había caso, estaba hablando conmigo! Ella me miraba a los ojos, estaba mostrándome la realidad? El miedo empezaba a inundarme, no sabía si ceder, no sabía si salir huyendo. Pero cuál era el caso, cuál era la diferencia? Si me quedaba en las calles moriría de alguna enfermedad o de hambre en un tiempo y si iba con ella también podía morir en el mismo lapso. Me había quedado estático, esperando el acercamiento. Sus manos… Ella era tan pálida, era como un marfil en medio de la noche, lechosa, suave, tibia. Parecía la mano de un ángel. Pero de repente, como si un balde de agua cayera sobre mí. Su discurso se tornó bastante turbio. “Salvación, ruina” Cual era la diferencia? Eran palabras contradictorias, pero con una fina línea que las separaba. Cual me convenía? Probablemente ambas tendrían el mismo final. Pero cuál sería el proceso? No había dudas que con la presencia ajena, todo sería mejor. O al menos eso es lo que pensaba. Su belleza irradiaba en todo su esplendor, sensualidad, frialdad, manipulación. Lo sentía, pero no me retenía. Dejaba que me lleve, dejaba que mi cuerpo caiga a lo que era un todo, que nunca entendería. Me dejaba manipular como una maldita marioneta, con tan de tener por unos momentos, un poco de luz.

-… De repente vuestro semblante… No quiero ir, N-no quiero, pero no veo solución. Que es lo que buscáis. Mademoiselle?

La pregunta era temblorosa, era solo un poco de ondas sonoras con notas bajas y altas. Pues no tenía consistencia, no tenía amenaza, nada que diera pie a que ella me fue a contestar. Por eso mismo miré a los lados, chasqueé los labios al ver a todos los demás escondidos, como ratas de alcantarilla. Ninguna haría nada y eso ya lo sabía. Estábamos en una ciudad donde la supervivencia era la del más fuerte o la del mas cobarde. Mis ojos negros, profundos y miedosos estaban fijos en los ajenos. Tragaba saliva, mis palpitaciones se aceleraban en lo que esperaba una respuesta, la que obtuve realmente no fue lo que esperaba, pero sin dudas, no era del todo malo. Mordiendo mi labio inferior empecé a dar ligeros y muy sigilosos pasos hacía ella. Que es lo que sucedería? No tenía idea. Pero ella había prometido algo y aún sin saber si sería verdad o no. Yo le creía. Asintiendo y sonriendo de lado a tal punto que mis dientes se divisaban en todo su esplendor, blancos y relucientes.

-Estaría… levemente complacido de ayudaros Mon Mlle… Ah, con solo una rodaja de pan… Os agradecería mucho… El circo? Y-y, que hay que hacer en vuestro circo Miss?

Cedía ante la idea, como un imbécil que ya tiene la maldición arriba. Como un animal medio muerto, el cuervo ya estaba comiendo mis ojos sin que lo notara. La seguía, embobado, cautivado por su belleza, sus palabras y su aura demandante. Era hermosa, era perfecta. Poderosa y reluciente. Ella me alimentaría, ella me cuidaría o al menos era lo que quería aceptar. Sus palabras hicieron que mire hacia atrás y sin dudarlo le tome un poco la mano y empecé a correr hacía las afueras del callejón. Algo agitado. No! No me quitarían mi esperanza, mi esperanza inútil de vivir, era mía y solo mía. Ahora era donde empezaban los retos, lucharía por servirle de algo. La protegería mientras ella me ayudara. No tenía idea cual era nuestro futuro. Pero sus promesas me habían cautivado. Era un tonto humano, un tonto esclavo que solo serviría para servir. Como un mueble, sería su escritorio si ella lo pidiera.

-Venid venid por aquí Mon Mlle, decidme donde deseáis ir, yo conozco este lugar como la palma de mi mano. Os juro que estudiaré. Os juro que os serviré!

“Con una sonrisa, cierro mi pacto. Con una sonrisa, cedo al calvario”

por **Merlina Draven Bancroft** Miér Abr 10, 2013 1:00 am

¿En qué momento la vida se le volvió tan insignificante? Su mente estaba, ciertamente, desprotegida del acceso exterior, fácilmente podía ser manipulada como lo hacía con el joven en ese momento, pero no tenía remedio alguno para oponerse, pues la lucha, en ocasiones, es interminable. Esta vez quería purgar todos los caminos, expiar todas sus malditas culpas y reconocerse frente al enorme espejo en su ya, poco habitable, tienda. Si colocaba la visión, los detalles y las leyendas en otro ángulo, podría decirse que ella también era una especie de parásito vampírico, siempre a la espera de que la sangre corriera detrás suyo para alimentar su maldito morbo. Desgraciadamente, no fue hasta después que lo perdió todo en que se dio cuenta. Fue como abrir los ojos después de un sueño casi palpable, una ilusión donde las emociones eran percibidas por cada uno de los sentidos, se había llorado, reído y sangrado dentro de la irrealidad que, al despertarse, todo se difuminaba con la luz diáfana del sol filtrándose entre las pestañas de los ojos. Sí, todo era más claro, pero al mismo tiempo mucho más aterrador. Juró llenarse las manos con sangre y disfrutar del magnánimo espectáculo, como ninguna otra alma lo había hecho al jugar con sus muñecos. Lo que aún no entendía era, cómo lograr que el miedo desperdigándose en los poros del joven, fuese el alimento a su ambiciosa necesidad de catarsis.

Caminó con la mano aferrada a él, sintiendo su cálido tacto de la misma manera en la que la esperanza se asoma en el alba de un nuevo día. Sus ojos habían centellado al escuchar las palabras de Merlina; ver la expresión atiborrada de felicidad, fue un golpe bajo que no duró mucho tiempo en el retrovisor de sus memorias. Aquello, era una breve descripción de la vida, siempre resultaba ser igual. Humanos tontos y estúpidos que se aferraban a su fe casi como si estar pudiese doblegar todo el mal que existe a su alrededor, a la expectativa de un milagro… uno que jamás llegaría. ¡Todos mueren y aún no logran verlo! En silenció, sopesó las palabras que utilizaría. Quizá lo mejor era decirle la verdad antes que mentirle de la peor manera. –Te liberaré- Susurró. Fue lo único que atinó a decir antes de que se encontraran cruzando tierra abandonada por las construcciones, abriéndose paso hasta un lugar que, durante el día, relucía entre colores chillantes y carcajadas ensordecedoras. El circo era muy diferente por las noches, sobre todo, en las noches de luna llena.

Merlina levantó la mirada para observar el círculo plateado en el cielo, las nubes lo opacaban de vez en cuando pero no lo suficiente como para impedir su visión. Suspiró. Había algo en la melancólica mirada de la luna que lograba fastidiarla hasta cierto punto. Le indicó el camino al muchacho, hasta su carpa y se metió detrás de él. Se dejó caer en una silla sobándose la cien para sacar de su cabeza las voces de su subconsciente. Parecían ser el eco de miles de demonios hablando al mismo tiempo, pero sólo era ella cuestionándose, recriminándose, alentándose y regodeándose contradictoriamente. Puso los ojos en blanco. –Toma, come un poco y bebe. Mientras estés debajo de esta tienda, nada malo podrá pasarte- Intentó ser bastante minuciosa con sus palabras pues lo último que quería era decirle una verdad a medias y, efectivamente, dentro de ese pedazo de tierra rodeada por una gigantesca tela semitransparente, él no sufriría más penurias de las que ya había padecido. –Mi tiempo, como me vez ahora, se está terminando, pero antes necesito dejarle todo lo que poseo a alguien más, entonces, te vi. Como una develación. Quiero que tú seas mi aprendiz- Y lo haría, ella le mostraría todo lo que sabe, le enseñaría más allá de lo que su capacidad puede permitirle, incluso podría confiar en él, algo sobre la hechicería. Pero es lo que omite, el verdadero problema de las cosas, pues no había mencionado el precio que este debía pagar a cambio. -Esto no será sencillo por eso, es que puedo ser tu salvación o la condena- Se encogió ligeramente de hombros escondiendo detrás de sus cabellos rojizos, la sonrisa siniestra del humor negro en sus palabras. Al final, él entendería que sólo hay una salida para ser libres... una que a nadie le gusta reconocer.

por **Guillaume Capelle** Jue Abr 18, 2013 11:44 am

“Es realidad, es esperanza o es solo la triste verdad de la vida? Donde un corazón puro se aferra a la vida, desesperadamente. Pero todo lo lleva a la muerte, una muerte terrible y dolorosa”

Sus dedos eran hermosos, algo fríos, pero exquisitos al contacto con mi piel. Sensación satisfactoria que me recorría al punto de hacerme sentir vivo. Sentía que era alguien! Pero sabía, profundo en mi interior, que solo era un maldito mendigo que esperaba ser liberado de la pobreza de donde venía. Con una sonrisa la miraba, aceptando ir junto a ella, mordiendo mis carnosos labios marrones. Riendo como un niño, asentía y miraba a los lados, esperaba ver algo, encontrar una señal. Era eso lo que el destino me había deparado? Estaba seguro que el cielo me iluminaría. Me dirían si eso era solo una mentira, pero hasta ahora nada. Solo podía sentirme bien y era demasiado extraño, nunca me sentía de ese modo. La tristeza era lo que siempre recorría por mi alma. Dando un suspiro, seguí el camino que ella indicaba, asintiendo cuando me dijo que me liberaría. Y yo pensé “Realmente de qué, me liberarás?” Aquellas palabras siempre tenían doble sentido y un escalofrío recorrió mi cuerpo febrilmente.

-Muchas gracias Mademoiselle, podría yo saber vuestro nombre? Soy Guillaume, pero mi nombre no importa, es lo de menos… Mas el de vosotros es importante, oraré por vuestra seguridad todas las noches por esto que me está dando… Os agradezco tanto…

El llanto estaba a punto de salir de mis ojos, caminando por donde me indicaba, entraba a una acogedora carpa; al parecer la mujer era una gitana, aquello me sorprendía, pero era mucho mejor ser un gitano que un pobre esclavo como yo. Pero es que su rostro, sus cabellos, era demasiado hermosa, parecía de los cuentos mitológicos. De esas historias de vampiros que había leído hacía algún tiempo. Me senté y allí pude ver algo de comida y agua, me sentía feliz de poder comer. Aunque sea un poco, me sentiría revitalizado. Tomé el trozo de pan que había a un costado cuando ella dijo que podía tomarlo. Lo llevé a mi boca y la escuché. Pestañeando en tanto masticaba, así que ella tenía un “tiempo”? Quizá estaba muy enferma, pero parecía fuerte y con vitalidad. Me preguntaba qué es lo que realmente escondía detrás de esa faceta. Pero en realidad no me importaba para nada. Yo solo quería salir de la pobreza en la que vivía, alejarme de esa sensación de mugre por toda mi alma.

-Vuestro aprendiz, de que Mon Mlle? Yo, os serviré en lo que deseéis, puedo hacer de todo con tal de que me dejéis estar a vuestro lado. Sois vos un ángel? Vuestra piel es casi tan blanca como la misma luna. Habéis aparecido como una luz de esperanza en mi camino, se os agradezco… Sí. Quiero que seáis mi salvación. Pero porque seríais condena?

La sonrisa relucía en mis labios y con ternura tomaba el vaso de agua, bebiéndolo con ganas, sirviendo una y otra vez de aquello. Agua, agua, hacía cuanto no probaba agua potable? Largas semanas, donde había vivido de la lluvia o de algunas cloacas que dejaban caer el líquido, ligeramente limpio. Movía mi cabeza un poco y miraba a un lado y al otro. Explorando con la mirada el lugar. Era extraño, sabía que estábamos en el circo gitano, pero jamás había visto las cosas que había alrededor. O dentro de una carpa. Era exageradamente limpia, acomodada. Era humilde, pero completamente hermosa. La miré nuevamente a ella y solo pude hacer una reverencia. De las más grandes que existieran. Apoyando las manos sobre la mesa y la cabeza sobre estas. Me quedaba así. Sin importar lo que pasara, aquella mujer sería la más preciada, a la que le sería fiel hasta el resto de mi vida.

“Desde siempre te he buscado. Tu eres mi ángel de la muerte”

Usser: perdóóóóón la demora

por **Merlina Draven Bancroft** Sáb Mayo 11, 2013 2:28 am

Se sentía extraña, pero tan irracionalmente poderosa, que no le importó en lo mínimo el preocupante deseo en sus pensamientos. La catarsis no sirvió de nada, lo comprobó, todas las noches en las que buscó el consuelo en el firmamento lleno de estrellas, con las lágrimas nutriendo saladamente el suelo por donde pasaba, con su alma destrozada y la vergüenza atada a sus pies, con el estigma de no haber sido suficiente. No, sólo existe una forma de liberarse, y, en caso de no funcionar, siempre queda la resignación. En un tiempo lejano, suspendidas como en una melodía de ensueño, alcanzó a percibir las palabras del joven. Sacudió su cabeza para volver a la tierra nuevamente y enfocarse en ello. Negó. Nada de oraciones, nada de súplicas por su alma, pues lo que estaba a por hacer en los próximos días, no sería, en lo absoluto, algo honroso, mucho menos, digno de admirar. Levantó una ceja creando una máscara de indiferencia. El hambre, la esperanza y el sueño del joven, estrujaron su coraza hasta llegar a su corazón y verse a si misma adentrada en el bosque y completamente perdida. La visión fue un recuerdo a punto de ser olvidado. Desechó sus memorias, ser débil a esta altura, no es una opción. Gruñó por debajo. –Merlina-

Se enfrascó nuevamente en todas esas imágenes que divagaban solitarias por su cabeza. Pero ninguna de ellas, le condujo al arrepentimiento, ninguna pudo persuadirla de parar esa farsa que, poco a poco, cobraría la vida de inocentes. «Eso es Merlina, inocente es algo que tú nunca has sido.» Hizo un mohín aceptando lo que la voz le decía. Concordaba con ella, pues desde que tiene memoria, su apariencia inducía a protegerla, pero eran ellos los que necesitaban mantenerse alejados de la gitana. Se encogió de hombros, descarada, cínica. Mordió su labio inferior y, dispuesta a explicárselo todo al joven, tomó las manos del moreno entre las suyas y le sonrió encantadora. –Magia, trucos, arte…- Le confesó sin más preámbulo. –Te mostraré mi pasión y tú la adoptarás como legado. Jugarás con ilusiones, con sueños. Apreciarás la belleza de lo oculto, de lo invisible. Y juntos crearemos la mejor de las obras, la cúspide de lo imposible, de lo imperturbable y lo perfecto… la inmortalidad.- Al decir esto, sus ojos brillaron con un dejo sombrío, casi como un manto obscuro sobre su rostro, como si la sombra de la maldad, estuviese volcándose sobre su cuerpo.

Para responder su última pregunta, era necesario enfocarse en lo que haría, en el por qué lo haría y en el cómo. Frunció el ceño y soltó las manos del joven. Desvió la mirada buscando el apoyo de un algo que asintiera a sus planes, que le diese la fuerza necesaria para continuar. No lo encontró, pero tampoco existió la advertencia, la pausa de querer dejarlo todo a la deriva y huir como siempre lo hacía, esta vez, sus voces, ella y el cosmos, estaban completamente de acuerdo o al menos, este último se mostraba neutro, lo cual, era punto a su favor. Sonrió de medio lado. -¿Por qué condena? Sencillo. Porque si no logro liberarte, yo tampoco podré volar y ambos estaremos atados enjaulados en la eternidad- Tomó nuevamente sus manos y palpó el torso de las ajenas, dio consuelo, alivio, añoranza. Se puso de pie y lo abrazó, en el arco de su cuello ocultó la desesperación que sentía así como, la adrenalina gustosa de servir al mal, aunque sea por primera y última vez.

por **Guillaume Capelle** Sáb Mayo 18, 2013 1:48 pm

“Tu nombre retumba en mi piel, oídos y más por dentro, como un eco arrasador, me estás destrozando, te estas tatuando como si este fuese mi final. No olvidaré jamás tu nombre, porque eres la salvación más bella que un hombre puede desear. Entiendes lo que siento, creo que podría morir por ti.”

Una sonrisa se deslizó tenuemente sobre mis labios, aquel sonido de su nombre era brutalmente hermoso. “Merlina”…Que es lo que esperaba de ella, de ese ser extraño y perfecto? Sería que su piel tan blanca que me ahogaría en pureza? O su cabello tan rojo que me quemaría en el fuego? O eran sus ojos color almendra, color levemente verdoso que son los que me harían sucumbir a sus deseos con tal de ver sus deseos hacerse realidad? Me atormentaba pensar que me estaba enamorando a simple vista, me recorría un fuego interno de solo sentir aquellas manos sobre las propias y mis ojos negros perlados, metalizados como los de un oso la devoraban de una sola mirada, una sonrisa y apenas dejé lucir los labios sumamente blancos que tenía. Asintiendo al escuchar su nombre, lo repetía una y otra vez en mi mente. Me quedaría allí? Podría verla dormir cada noche que pasara? Podría observar sus hermosos labios? Sus manos cuando se servía agua? La vergüenza se hacía presente, pero los pensamientos seguían insistiendo en mi cabeza. Tal era la forma en la que me movía el piso que escucharla era la caricia de un ángel. Aceptaba sus palabras, me sorprendía, pero me gustaba, lo que fuese que quisiera enseñarme, yo estaría encantado.

-La inmortalidad…? Mademoiselle, yo os ayudaré en todo lo que sea que deseéis, lo que queda de mi vida podría ofreceros, con tal de cumplir vuestro objetivo. Os prometo perseverancia, os aseguro que me esforzaré en buscar eso que deseáis. Seré el mejor, vosotros no debéis preocuparos de nada.

La sonrisa divina se hacía presente, yo no la entendía del todo, pero mi mano tomó las de ella y con suavidad las apretó, acercándolas a mis labios, deposité un beso y me quedé inclinado, aceptando que estaba dispuesto a darle lo que desee. Aunque claro, yo no sabía que realmente ella quería todo eso de mí. Y el miedo era algo que no tenía, estaba inocentemente aceptando mi muerte. Pero sería la muerte más perfecta, la muerte que la llevaría a ella a ser feliz o eso es lo que creía. El tiempo iba a pasar poco a poco, el amor se iba a acentuar más en mí y con ello el terrible deseo de besar a aquella que era mi ama se volvería casi una necesidad vital. Una sola sonrisa provocaba que hiciera lo que quisiera. Un simple títere más. Eso es lo que era, pero no me importaba y al sentirla en mis manos y cuello, simplemente la abracé, dejando todo lo que tenía de miedos de lado, me sentía protegido, poderoso como ningún otro. Tenía a una mujer que jamás nadie podría quitarme o al menos eso era lo que pensaba.

“Acaricio tus cabellos de fuego, son una seda entre mis dedos resecos y toscos, le abrazo, te abrazo y cada vez que lo hago me derrito sobre ti. Mátame, mátame de una vez, libérame y consúmete en todo lo que deseas, porque sé que conmigo nunca te quedarás. Pero eso no es lo importante. Quiero que seas feliz.”

-Yo os daré esa felicidad que buscáis, no importa cómo, ni por qué, ni cuándo. Yo os daré todo Cherie.

“Y el susurro es el último lamento. La historia final, el cuento sigue, pero el libro no terminó. Quedan batallas por pelear, guerras por terminar. Pero el final se siente, el final está al inicio de la próxima calle”

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