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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Eva Dom Mar 17, 2013 8:10 am

Se acomodó en el asiento de la berlina, su avanzado embarazo no le permitía moverse con facilidad, se sentía indefensa, en la situación en que se encontraba poco podría hacer para luchar con cualquier inquisidor o cazador que tuviera su caza como objetivo. Girolamo, subió por la otra portezuela y tras acomodarse le tomó las manos entre las suyas, - no desesperes, estaremos bien – dijo mientras la abrazaba y acariciaba con ternura y adoración aquel vientre abultado que al sentir el contacto se movió. Los dos se miraron y sonrieron su hijo quería participar de aquel momento decisivo.

Maryeva miró por última vez su adorado hogar, aquel que había soñado disfrutar junto con su amado y su pequeño retoño, las lágrimas le nublaron la visión y el sollozo le ahogó el pecho. Aquel enorme hombre que la tenía acunándola en sus brazos, no sabía cómo consolarla – volveremos amor, te prometo que volveremos… es… es solo por un tiempo, para tu seguridad y la del pequeño – le dijo con la voz angustiada, - cuando menos lo pienses estaremos de vuelta aquí, pero es imperioso que nos traslademos a Londres por una temporada - , pero las palabras de su amado solo le mostraban que ese tiempo sería demasiado largo, demasiado definitivo, algo en su interior, en su espíritu, le decía que no volvería a ver, ni su adorado hogar, ni su mágico bosque o su misteriosa laguna. Su intuición nunca le había fallado, muy en su interior, sabía que ni siquiera vería crecer al pequeño que llevaba en su vientre.

Enterró su rostro en el pecho de Girolamo y deslizó sus brazos alrededor de la cintura y la espalda masculina, sus lágrimas mojaban la camisa de su amante y sentía como el corazón de él se estremecía, - seguramente él también lo intuye – caviló mientras un suspiró le aflojaba el nudo en la garganta. Girolamo golpeó tres veces el techo de la berlina, con su bastón de pomo de plata en forma de cabeza de leona y el coche se puso en marcha, - por favor, dile que dé una vuelta a la construcción, deseo despedirme de ella – le dijo, mirándolo a los ojos y secándose con las manos las lágrimas que no cesaban de surgir. Él asintió y tras unas breves palabras con el ayudante del cochero, éste dio una vuelta a la construcción, lenta y cadenciosa, para que la señora de la casa pudiera ver el tesoro y los recuerdos que dejaba atrás.

Suspiró, mientras cerraba los ojos, dejando que la brisa que entraba por la ventanilla le secara las lágrimas, los abrió y contempló las piedras grises, los altos ventanales pintados de blanco, el balcón, la hiedra, la escalera de entrada de escalones de mármol y por un segundo, dejo de verla, se contempló a ella misma y a Girolamo parados en la puerta de esa mansión que estaba semi - derruida, abandonada, cubierta casi toda por maleza, y después de la restauración, cuando Giro la cargó en brazos y la hizo entrar, se veían tan felices, como si aquella dicha pudiera durar toda la vida. Se vio en el balcón de la construcción, llorando la partida de Girolamo, verlo huir de ella y de su hijo, el corazón se le estrujó pensando en los meses que pasara sin él, luego, aquella noche en que una sombra entró a su cuarto, se deslizó en su lecho y cuando la abrazó supo que era él que había vuelto – perdóname, amor, nunca debí dejarte sola, te amo, amo el hecho de que seamos padres y te defenderé de cualquier peligro que nos aseche - . Su mente volvió a la realidad, al presente y sintió la barbilla de él en su hombro y los brazos que la atraían posesivos, - vamos amor, es hora de irnos – ella asintió mientras con su mano derecha acariciaba la mandíbula de su amado – si vida, es hora de enfrentar el destino- .
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Mensaje por Camile Avery Dom Mar 24, 2013 11:25 pm

Atacar sin un plan es una derrota, asechar sin una idea concreta puede generarte una planeación.

Killer Bee no llegó tarde, pero tampoco temprano. Llegó en el momento preciso. A lo lejos, oculta entre las grandes copas y montando su caballo, la inquisidora observaba a Girolamo en compañía de la que Killer Bee se atrevía llamar sobre natural. Maryeva Aude. Con un artilugio para ver a distancia que la Inquisición le otorgara pudo ver como subieron al coche e iniciaron un viaje. –¿Dónde pretendes llevarla Girolamo?– pensó y comenzó un trote con siguiendolos, oculta en el bosque, lejos de la vista de un mortal, en este caso Girolamo pero no de Maryeva, si ella resultaba como Killer Bee creía, ser una felino.

Killer Bee se mantuvo pensativa en casi todo el camino que fue el bosque, todo se debía a la decisión que había tenido. Ya, en aquella noche sin lucha Maryeva le había dado refugio y la inquisidora perdonó su vida. No había sido por la amabilidad de ella, se debía al embarazo. Muchos inquisidores la hubieran matado sin más, evitando que naciera la criatura, mas estaba comprobado que la cruza de un hombre con un cambia formas no daba como resultado a un cambia formas. Y la inquisidora estaba dispuesta a esperar, tomar al niño o niña, matar al pecador de Girolamo y la bestia que era su madre. La iglesia le daría redención al ser fruto de dos almas infortunadas, velarían por él y si llegara a ser maldito lo adoptaría no solamente la facción V, sino también Killer Bee que se convertiría en su mentora y protectora.

La criatura aún no nacía y la inquisidora ya se sentía responsable, era consciente de los problemas que le causaría presentarse con una criatura posiblemente maldita, ella la gran e incorruptible inquisidora... Pero en aquel encuentro, verla de esa forma, ver aquella barriga que no podía esconderse con el vestido le despertó un extraño sentimiento. Sabía que la iglesia sabía de Maryeva, y se enterarían, si es que no lo sabían ya, de que daría a luz. Era por eso que Killer Bee tenía que estar presente cuando eso sucediera, defendería el fruto de la unión pecaminosa en contra de la Iglesia, al menos hasta que fuera aceptado como condenado.

La inquisidora estaba convencida de que sería aceptado, para la inquisición no hay mejor soldado/espía que un condenado criado desde la niñez, alejados de los suyos, huérfanos de nacimiento. Así sería su pequeño o pequeña aprendiz.
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Mensaje por Thalie De Rose Lun Mar 25, 2013 1:24 am

Todo había pasado rápido, pero a la vez no era lo suficiente como para que los peligros dejaran a Maryeva, eso era lo que sentía. Le había conocido por una mera casualidad o tal vez algo nos había llevado a la una con la otra; fuera cual fuera la razón no podía dejarla sola, no conociendo el estado en el que estaba ella y la situación que tendrían que estar atravesando tanto ella como Girolamo.
Ya me había topado, tratado y entablado relaciones con otros cambiaformas pero ella era especial; en poco tiempo se había convertido en una amiga especial para mi y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por su bien y el de su bebé.

Girolamo se negaría a que los acompañara, de eso estaba segura pero se equivocaba si pensaba que les dejaría partir así como así; si les perseguían para darles caza, él solo no podría y Maryeva definitivamente no podía pelear así que estaría yo para apoyar a ambos.
¿Cómo era que yo sabía que se iban? Bueno, una amiga jamás descuida a quienes le interesan y por quienes se preocupa. No llegue directamente a casa de ellos, no quería entorpecer la despedida del lugar donde vivían; despedirse de los lugares es igual de difícil y doloroso que de las personas, porque en esos lugares guardamos recuerdos de lo que una vez fuimos y que nunca volveremos a ser.

Estaba inmóvil, parada en un sitio por donde sabía que debía pasar el carruaje de ellos. Estaba pensando en que diría si al ir con ellos tardaba más de lo previsto en regresar; buscaba palabras convincentes para cuando me hallara de regreso, no tenía que darle explicación a muchas personas pero aún así debía hacerlo pero en mi mente había dos de todo eso que eran lo más importante, la primera era Hernán y la segunda La Alianza, pero estaba segura de que algo se me ocurriría.
El sonido de un carruaje comenzó a llegar hasta mis oídos y sonreí, caminando para situarme justo al medio del camino firme, aguardando por ellos.

No espere mucho tiempo antes de divisar lo que esperaba, que una vez estuvo cerca se detuvo frente a mi. Sonreí a quien llevaba aquel transporte y camine a la puerta del carruaje para abrirla de manera un tanto grosera pero que creía necesaria en esos momentos, para ver a quien tanto quería encontrar dentro junto al cazador.
- He llegado justo a tiempo para la partida por lo que veo - subí, sintiendo como si fuera toda una gata caprichosa que hace todo lo que quiere con sus dueños y con toda la gente que puede - ¿a donde vamos?- me senté frente a ellos y sonreí, esperando a ver que reacción tendrían.
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Mensaje por Bernard Liusse Jue Mar 28, 2013 8:49 am

La tomo entre sus brazos, sintiendo el dulce peso de su cuerpo en su pecho, besó su coronilla, el aroma a esencia de avellanas, de sus perfumados cabellos, le inundaron las fosas nasales. Ella se fue girando, buscando sus labios, él se movió para dejar que se acomodara mejor y tomó en sus labios aquellos que amaba, se perdió en la sensación de calidez y de profunda intimidad, - por Dios, me será difícil frenar mis impulsos de hacerla mía nuevamente – pensó mientras sentía una punzada en su entrepierna y algo inseguro de su genio se apartó un poco de ella. Maryeva lo miró algo extrañada, seguramente preguntándose por que se había vuelto algo escurridizo de un momento a otro, la conocía tanto que le sonrió y la abrazó, - cielo, debo estar atento a cualquier situación de peligro – le dijo con sus voz masculina y profunda.

El carruaje siguió su camino, por el bosque, los arboles a los costados de éste se mostraban misteriosos, peligrosos, excelentes para una emboscadas, él lo sabía bien pues en muchas ocasiones eso había sido el motivo del éxito de muchas de sus incursiones y cazas. Los movimientos del vehículo estaban molestando a su amada, sabía muy bien que si eran muy bruscos o si no eran cuidadosos, podría desencadenar el parto y aunque era un hombre de muchos recursos, había estado presente en el parto de algún matrimonio arrendatario de sus tierras, pero no era lo mismo que tener que asistir el alumbramiento de su hijo, se estremeció de solo pensarlo, - espero que donde vayamos haciendo escala, encontremos alguna partera o mejor un médico – se dijo mientras acariciaba la mejilla de su mujer que con los ojos cerrados dormitaba con la cabeza en su regazo, como una pequeña niña.

De pronto sintió que el carruaje aminoraba la velocidad hasta detenerse, Maryeva se sentó asustada en el asiento y lo abrazó – ¿qué pasa amor? ¿Por qué nos detuvimos? – él en silenció, puso sus dedos en los labios de la mujer para que guardara silencio y le sonreía, - te quedaras quieta aquí, como una buena niña, mientras yo bajo a ver qué fue lo que nos detuvo – estaba por abrir la portezuela cuando ésta se abrió, instintivamente puso su cuerpo ocultando el de su amada y desenfundó su pistola en un segundo, apuntando al intruso que abría la puerta. El sudor le cubría el rostro, quedó asombrado cuando reconoció a quien subía al carruaje, como si de una princesa se tratase, su ceño se frunció pero luego al sentir los gritillos de alegría y las manos de su mujer que lo intentaban empujar para poder ver y saludar a su amiga lo hizo soltar una carcajada, - bueno, bueno, ahora no deberé preocuparme por una señora y su bebé, sino por una niña malcriada que ha decidido acompañarnos – dijo mientras se cambiaba al asiento de enfrente para que Camila y Mary pudieran contarse sus cosas.

El ayudante del cochero apareció en la ventanilla, colgado por el techo para informar que seguirían el viaje, - sí, podemos seguir – el hombre asintió y estaba a punto de seguir el camino cuando Girolamo lo detuvo, - espera, dile al cochero que si otra persona o animal se pone en medio de nuestro camino no se detenga, o se hace a un lado o se convierte en papilla – dijo mientras se sonreía con malicia mirando a su inesperada invitada.
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Mensaje por Eva Sáb Abr 27, 2013 7:01 pm

Cuando la portezuela del carruaje se abrió y pudo reconocer el olor característico de otro cambia forma felino, y no cualquiera, sino, su nueva e inseparable amiga, Maryeva asomando curioso su rostro por detrás de la espalda de Girolamo, inmediatamente pudo ver a Camila, comenzó a gritar de alegría, en verdad que no entendía mucho como era posible que aquella valiente mujer se encontrara allí con ellos, y estaba segura que sus buenos regaños habría tenido que soportar para poder estar en ese momento en el carruaje, ¿qué habría hecho para que la dejaran acompañarla?, en especial sabiendo que era un viaje delicado y que llegar a Inglaterra sin peligro y antes de dar a luz sería casi imposible.

- Camila, dime como hiciste para convencer, a ya sabes quién, para que te permitiera venir – le dijo bajando la voz para que su marido no la escuchara, - sabes que nos están vigilando – su voz se notaba algo triste e insegura – no deseo que te expongas, nosotros nos podemos arreglar – le reprendió, - sabes que tengo todo un luchador para que me cuide y que no dejará que nada malo nos pase – sonrió con tristeza, - lo único que me acongoja es que la familia de él no podrá ver a nuestro pequeño hasta que pase mucho tiempo-.

El carruaje continuó su camino, alejándose del bosque y entrando a una zona de praderas, para acercarse a los pueblos que debían tocar antes de llegar a Calais, luego cruzarían el canal en un barco hasta Dover donde los esperaban un grupo de personas leales a Girolamo, luego deberían recorrer varias millas hasta adentrarse al condado de Kent, donde Di Moncalieri había adquirido últimamente una pequeña mansión, en una zona donde la Inquisición no podría hacer daño a su retoño. Pero aún quedaba mucho camino antes de estar en las seguras costas de Inglaterra, aun les quedaba cruzar las ciudades de Amiens, Boulogne-sur-mer y recién llegar a Calais.

Por lo menos dos semanas de viaje, hasta las costas y de allí según como se encontrara las corrientes del mar del norte el viaje en barco sería tranquilo o dificultoso. Maryeva no era ajena a todas esas preocupaciones que invadían la mente de su amado, aunque ella parecía que no lo sabía o que solo le importaba la agradable compañía de su amiga, ella era totalmente consiente de que estaba en juego algo demasiado importante para no estar alerta con todos los sentidos, lo único que rogaba era que el parto se produjera ya en tierra de Bretaña, porque la inquisición intentaría de todas las formas posibles, alargar el viaje y que el pequeño naciera en esta tierras para caer sobre ellos y aniquilarlos.

Maryeva, cruzó una rápida mirada con su esposo cuando en su vientre el pequeño se movió algo inquieto, el instinto les decía que ya no estaban solos, que oculta en la oscuridad de la noche que se acercaba, los seguía sin dejar de pisarles las sombras, la muerte transfigurada en una mujer que desde Italia deseaba ponerles las manos encima.
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Mensaje por Thalie De Rose Jue Mayo 02, 2013 10:02 pm

Sonreí a Giro, aunque él hiciera como que mi presencia no era más que una molestia debía de estar tan consciente como yo de como estaban transcurriendo las cosas y que lo mejor era que permaneciéramos más personas al cuidado de Mary, o ¿Es qué había olvidado las amenazas de los inquisidores?, lo dudaba mucho pero era imposible saber que era lo que él pensaba en momentos como aquel; cuando se levanto cambie de lado para estar al lado de Mary, a pesar de la situación lucia hermosa y radiante como siempre, el embarazo le sentaba excelente.
- Yo también me alegro de verte… - dije para después ignorar su comentario sobre arrollar cualquier otra cosa que se interpusiera en el camino, pude haberme quejado de sus palabras pero la verdad es que a partir de ese momento era probable que lo que se atravesara intentara terminar con nuestras vidas a cualquier costo.

Suspire y tome una de las manos de Maryeva entre las mías, como explicarle que estaba allá sin haber avisado a nadie; pensé en mentir pero con ella me resultaba imposible, más de lo normal que con cualquier otra persona.
- Pues no tuve que convencerle mucho porque veras… no le dije - reí mientras me encogía de hombros y la miraba, desconocía como reaccionaria ante aquello ella, pero ya no había vuelta atrás, estaba en el carruaje y no me bajaría de el a menos que fuera para estar al lado de ellos estuvieran donde estuvieran - Maryeva… conozco perfectamente la situación y es por eso que he venido - apreté ligeramente su mano - sé que Giro te protegerá incluso con su vida pero me sentiría intranquila si no les veía a salvo y sin preocupación, además que nos sigan me tiene sin cuidado, somos amigas y las amigas no se dejan solas en momentos adversos - sonreí entonces mirando de reojo a Giro que parecía no prestar atención a lo que decíamos aunque con él no se podía estar segura, después de todo por algo era cazador. Moví la cabeza sin despegar la mirada de ella - Pero lo conocerán, en su momento solo que ahora no es lo más conveniente y es lo mejor para todos… eres tan fuerte Maryeva, este bebé no puede tener mejor madre que tú.

El camino por recorrer suponía era largo y desconocía todos los sitios que deberíamos atravesar y las dificultades que podríamos encontrar pero eso era lo de menos, en aquel carruaje viajaba alguien importante para mi y alguien inocente; que buscaba vivir en aquella tierra al lado de las dos personas que estaban en el carruaje y con quienes contaría por siempre.
Durante alguna parte del camino que no sabría decir exactamente cual fue, tuve un mal presentimiento, uno que podría llamarse más de instinto animal, de esos que hacen que al sentir peligro los animales salieran corriendo en busca de un lugar seguro pero nosotros no éramos meros animales comunes.
- Giro - dije mirando al cazador - ¿Qué tan preparado para ser padre vienes? - sonreí sin soltar la mano de mi amiga, la pregunta no era completamente para ver si estaba listo para aquel gran reto, si no que quería saber si estaba listo para hacer lo que debiera hacerse si es que éramos atacados, cosa que conforme avanzábamos me parecía más factible que sucediera.
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Mensaje por Camile Avery Miér Mayo 22, 2013 4:23 pm

Así como lo inesperado puede arruinarte el día, también puede darte el triunfo en una partida.

El coche di Moncalieri se había detenido, una mujer había forzado que el cochero frenara los caballos que poco a poco habían tomado más velocidad lo que había hecho en consecuencia que Clark galopara más a prisa. —¿Dónde pretendes llevarla Girolamo?— se repitió esta vez en voz alta, una voz opacada por el galopar de Clark y el sonido del bosque.

¡NO LO PERMITIRÉ!— exclamó y salió del camino del bosque, apresuró el galope de su caballo negro, ambos parecían volar y su capa danzó con el aire, la persecución no fue complicada ni demasiado larga, pese a la prisa de Girolamo su coche no significaba ningún problema para Clark y la habilidosa Killer Bee.

Como un verdadero rayo Killer Bee sobrepasó el coche pasando por las ventanas cerradas y acortinadas que ocultaban el interior. Se niveló a la altura del cochero que se sobre saltó ante la presencia de la encapuchada inquisidora. Killer Bee saltó a donde el asiento del cochero, le soltó un golpe y lo arrojó del del carruaje.

Fue entonces que dirigió a los caballos a las afueras del camino, bajó por una colina forzando los caballos; el coche empezó a saltar ante el terreno no uniforme hasta que se adentró al bosque. Killer Bee escuchó movimientos en el interior y sacando una daga cortó las riendas soltando a los caballos y dejando al coche a la deriva. La inquisidora pudo ver la puerta abrirse pero no se detuvo a ver quien era ya que estaban a punto de chocar entre los árboles.

Killer Bee cayó en el suelo rodando para en un giro levantarse. Desenfundó uno de sus revólveres y empuñó la daga con la que liberó a los caballos comenzando a rodear el coche; hasta el punto de estar casi enfrente de la puerta.
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Mensaje por Eva Mar Mayo 28, 2013 6:38 pm

Trampas en el cielo by Seba Cayre on Grooveshark


Habían pasado unos minutos y Maryeva sintió mucho sueño, como la cuidaban tanto la dejaron que se recostara y pronto se durmió. Los sonidos se fueron apagando, lo último que pudo distinguir fue la suave sensación de la mano de Girolamo que le acariciaba la espalda y la cubría con una manta, una de esas que ella misma había traído de su tierra, hecha de vicuña con la que pronto la abrigó.

Se encontraba nuevamente en su amada estancia muy cerca de las aguas del Río Paraná. La brisa le acariciaba los cabellos y el sol sonrojaba sus mejillas, los sauces bordeaban la orilla del río y apenas allá, al rayar el horizonte se apreciaba la otra orilla, tan distante, imposible de llegar - como el río de la vida que nos separa de nuestros amados que ya han partido – pensó mientras con la mano intentaba cubrirse del resplandor que no le permitía divisar las siluetas de la vegetación en la costa opuesta. Estaba pensando en cómo había llegado hasta allí cuando el relincho de un caballo la sobresaltó, al girar sobre si misma lo divisó, era Bruma, su yegua, aquella que tantas veces la había acompañado en sus aventuras. Se acercó con dificultad, la hierba estaba algo crecida y su falda se enganchaba en ella, sonrió cuando el animal fue acortando la distancia hasta estar a un palmo de ella. Dio el último paso y con mano temblorosa por la emoción de volver a tocar y acariciar ese valiente animal se dedicó a contemplar y mimarla - ¿pero, acaso tu no habías muerto en la redada de Sauce Herido? – le susurró mientras deslizaba su mano por el vigoroso cuello del animal, éste como contestándole movía la cabeza de arriba hacia abajo. Maryeva abrazó el cuello del animal y cerró sus ojos, - ¿Qué es esto? – se dijo, sin esperar una respuesta.

- ¿acaso importa? – dijo una voz varonil y grave que hacía mucho tiempo que no escuchaba. Todo su cuerpo se estremeció al reconocer al dueño de aquellas palabras. Se fue soltando lentamente del animal y dirigiendo su mirada al lugar donde se encontraba ese hombre, buscó su rostro, los ojos se le llenaron de lágrimas cuando descubrió esos orbes azules como el cielo de la mañana y ese cabello dorado casi blanco. Él se acercó a ella, con sus dedos secó las lágrimas que descendían libres por las mejillas, - no llores – le dijo haciendo esa mueca típica en él, de media sonrisa, ella asintió pero no pudo contener el llanto, -¿André?- dijo con la voz entrecortada, ella sabía muy bien que era él, su primer amor, no podía decir que era el único pero de haber vivido sabía muy bien que hubiera sido el de toda su vida.

Los dedos de André recorrieron la mandíbula de la mujer y acomodaron un mechón de su cabello detrás de la oreja, acercó su rostro al femenino - sí, amor – le susurró besando su mejilla y su sien derecha. Ella disfrutó de ese momento eterno y atemporal. Solo un segundo le bastó para aferrarse a él, lo había añorado tanto, hundió su rostro en el pecho masculino, los brazos de André la aprisionaron, mientras acariciaba sus cabellos, los besos cubrieron su coronilla, - cuanto te he esperado amor – le dijo mientras la sostenía porque las fuerzas le fallaban. Maryeva se despegó con lentitud buscando sus ojos, los de ella tenían una pregunta que no la formularía pero que se dibujaba en su mirada, aquellos dulces luceros la miraron con tristeza pero a la vez con un amor infinito, - sí, amor, pronto volveremos a estar juntos – la respuesta sonó en su cabeza pero no salió de esos labios que con una sonrisa triste la llamaban. Ella volvió a buscar cobijo en sus brazos, - no temas, amor, no estarás sola, cuando llegue el momento vendré a buscarte – Maryeva suspiró, solo esperaba que su bebé estuviera bien – lo estará, lo cuidaremos juntos, vaya donde vaya, te lo prometo - una tímida sonrisa surgió de sus labios, podía estar tranquila, sea lo que tuviera que pasar su hijo estaría a salvo.

Una angustia de pronto se anidó en su pecho, no tenía que ver con su hijo, no con el que estaba anidado en su vientre sino aquel otro pequeño que aun siendo hijo de dos sobrenaturales no había podido sobrevivir, aquel tesoro de su alma que había llegado al mundo antes de tiempo y la vida se le escapó de las manos. André la consoló, contándole que estaba bien, junto a otros pequeños que se convertían en ángeles, pequeñas almas puras que sin hacer diferencia entre naturales o sobrenaturales eran resguardadas por un ser supremo que las cobijaba y les permitían seguir viviendo de otra manera como ángeles de la guarda, - quiero verlo – le dijo con la voz entrecortada por la angustia y la emoción, - lo verás, pero no ahora – contestó a su exigencia – ahora debes volver – le susurró cerca de sus labios, la besó con dulzura un roce suave como el terciopelo y cuando se fue separando de ella en aquellos ojos se forjaba un juramento, el que no podrían romper jamás, él volvería a reclamar lo que siempre había sido suyo. Ella se quedó mirándolo alejarse, disolverse como una bella ilusión, pronto todo se fue esfumando y cayó en un abismo negro y profundo.

Cuando fue despertando, y los sonidos del carruaje llegaron a sus oídos fue incorporándose lentamente. Girolamo la ayudó a sentarse y sus ojos la miraron haciendo mil preguntas en silencio, algo en ella había cambiado, Maryeva le sonrió, acarició su barbilla – estoy bien cariño, no te preocupes – acarició su vientre y dirigió su mirada a Camila, lo único que pedía al destino era que aquella mujer valiente cuidara de su pequeño y si podía pedir algo al Supremo sería, que su tesoro, aquel que la esperaba en el cielo, se convirtiera en el ángel de la guarda del bebé que pateaba buscando la atención de su madre.

Una sombra pasó por el lado de su portezuela, luego el coche hizo un barquinazo que provocó que ella casi cayera sobre las rodillas de su amiga salvada por la rapidez de Girolamo que la atrajo hacia él protegiéndola de un posible golpe.
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Mensaje por Thalie De Rose Mar Mayo 28, 2013 8:26 pm

La verdadera amistad es como la fosforescencia
resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.

Rabindranath Tagore

Tan pronto iba a comenzar a platicar con Girolamo, o más bien como solía suceder desde el momento en que nos encontramos por primera vez "pelear"; Maryeva se quedo dormida y ambos guardamos silencio. Agradecía el hecho de que Girolamo la cuidara tanto, siempre me parecía que lucían bellos juntos, e imaginarlos con el bebé, bueno, nada era más lindo que todo eso. A pesar de todo lo que dijera, hiciera o discutiera con Girolamo le apreciaba por hacer feliz a mi amiga.

Contemple entonces simplemente el rostro apacible de Maryeva mientras dormía, parecía tener un buen sueño, uno de esos sueños en los que crees en los mundos perfectos y los finales felices en los que nada malo puede pasar y siempre las cosas brillan con mayor intensidad que en el mundo real; no deseaba más para ella que eso en la vida real y haría todo lo que estuviera a mi alcance por lograr que eso que ella quería llegara a pasar.
Girolamo también la contemplaba, parecía que ambos nos habíamos perdido en ella, pero eso no era de extrañarse pues las mujeres embarazadas tienen esa capacidad de atraer las miradas y los buenos deseos con suma facilidad.
No hay mujer más hermosa en el mundo que una que carga en su vientre una nueva vida.

Cuando se despertó y me miro, le sonreí.
Que cruel es la vida algunas veces. Aunque uno quiera, desee y pida fervientemente algo, no significa que lo obtendrá, se que soy ilusa algunas veces, pero no me importa porque esas ilusiones suelen hacerme fuerte para enfrentar los obstáculos que llegan hasta mi, todo para buscar aquello que anhelo pero hay cosas que sobrepasan a cualquiera.

El olor de alguien más llegó hasta mi antes de ver la sobra pasar, al parecer las cosas estaban por tornarse feas pero al menos estábamos los tres.
- Maryeva… Giro… - antes de que alguno de los tres pudiera reaccionar el carruaje comenzó a moverse sin control alguno, estábamos perdiendo el camino. Si nos quedábamos dentro lo más seguro es que no tendríamos lugar al cuál irnos pero qué hacer en momentos como aquellos en los que el más mínimo error puede costar la vida de cualquiera de los que estábamos ahí. La puerta del carruaje se abrió y mire a mi amiga - Hora de huir… - no sabía si lo que decía era lo mejor, pero al menos ella debía de salir de aquel lugar o si no lo hacía al menos buscaría la forma de ayudarle así que cambie, y lo que salió del carruaje primero no fue una persona si no un simple gato, que era la mejor forma que salir que de lince.
En esos momentos la vi, una mujer que amenazante se acercaba al carruaje... pero si quería hacer el mal, debería de enfrentarse a nosotros primero.
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Mensaje por Bernard Liusse Sáb Jun 01, 2013 6:03 pm

"No es el miedo a perder la vida lo que envenena mi alma, sino el terror de que la muerte cierre tus ojos para siempre."

Girolamo Di Moncalieri

Girolamo, la sintió dormirse en sus brazos, le pareció tan pequeña – si apenas tiene 19 años – pensó dándose cuenta cuanto había dejado ella por él y cuan afortunado era en tenerla allí consigo, acarició la espalda femenina, mientras le acomodaba aquella manta tan particular, ese tejido típico de la exótica tierra de donde Maryeva provenía.

Había estado a punto de tener aquellas extrañas conversaciones con Camila, esas que siempre, irremediablemente terminaban en peleas que lo sacaban de quicio y que lo expulsaban a abandonar el lugar donde se encontraba la cambia formas para recuperar un poco la cordura, pero los dos se habían quedado en silencio absortos en la paz y la serenidad que el rostro de su amada reflejaban, solo el cariño y el amor que los dos profesaban por aquella mujer era lo que los unía, por la gran amistad que sentía Maryeva por Camila, ese cariño casi de hermanas, él podría hacer lo imposible por cuidar a esa niña malcriada. Sonrió con aquel gesto picaro que tanto lo caracterizaba, sonriendo solo de un lado y achicando sus los ojos, mientras seguía acariciando los cabellos de su amada.

- ¿En qué lugar maravilloso te encuentras que nos muestras tanta paz? – se preguntó en silencio observando los ojos cerrados de su Maryeva – mi Maryeva, que no haría por tu bienestar mi pequeña gatita – susurró, se acomodó mejor, el viaje sería largo hasta las primeras postas. Recostó su espalada en el asiento y contempló el rostro de Camila, algo no estaba bien, lo podía presentir y apreciar en el semblante de la felino, un halo de tristeza infinita se percibía en esos ojos que casi siempre mostraban un brillo de picardía y que no tenían nada que ver con esos orbes que parecían encharcados por las lágrimas a punto de salir – no te preocupes, Camila, yo la protegeré con mi vida – le dijo mirándola a los ojos – y si por alguna razón no puedo hacerlo, prométeme que cuidaras de ella y de nuestro hijo – estiró la mano libre y apretó la de la joven – júrame que cuando muera, tú la ayudaras a seguir adelante - él era consiente que de enfrentarse con la inquisidora legendaria, podría morir sin haber dejado en resguardo a su amada y ese temor le llevó a confiar a ciegas en Camila, solo ella y sus destrezas llegarían a poner a salvo a su hijo y a su amada si él fallaba.

Sonrió con tristeza soltando la mano femenina, en ese momento su querida esposa se despertó incorporándose un poco, Girolamo la atrajo a su cuerpo para darle calor y protección, entonces algo los alertó, Camila pronunció sus nombres en el instante en que un barquinazo los ponía a todos en una difícil situación de mantener el equilibrio, Girolamo envolvió con sus fuertes brazos a su pequeña, debía cuidarla con su vida. No tuvo ninguna duda, Killer Bee era la responsable es todo eso y se encontraba afuera en la oscuridad de la noche.

- Cuida de Maryeva, llévatela lejos – le susurró casi en el oído a Camila en el tiempo en que el coche se detenía y tras acomodar en el mismo asiento a Maryeva, le dio un beso – cielo, cuida a nuestro hijo, te juro que volveré a buscarte pero ahora debes huir con Camila, has todo lo que ella te diga – su amada sollozaba queda – no llores, donde estés te buscare, aquí en esta vida o en el mas allá – le dijo mientras la besaba nuevamente en los labios. Se preparó para salir a enfrentar a su rival – Cammy, tendrás que matarme para tomar a mi esposa – pensó mientras abría la portezuela y sin tiempo alguno disparaba sus pistolas a lo que estuviera parado frente a esta.
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Mensaje por Camile Avery Mar Jun 04, 2013 11:43 pm

No importa cuanto se esfuercen en cambiar el destino trazado por Dios, contra la voluntad del Señor nadie se puede imponer.

La gran pericia y experiencia con la que contaba Killer Bee le aventajaba sobre sus rivales, o al menos eso era lo que ella suponía. En el carruaje encontraría a una aberración de Dios embarazada, a un hombre profano posible autor del fruto maldito en el vientre de la bestia y una mujer que Cammy suponía podía tratarse de una amenaza potencial; después de todo ella no subestimaba a las mujeres, no cuando ella era tan mortal como un bravo hombre.

Cuando las puertas se abrieron lo primero que salió fue un gato. En la inquisidora se formó una maliciosa sonrisa, complacida pues su sospecha se cumplió, Maryeva Aude era una cambia formas felino. Sin embargo, su razonamiento le hizo cambiar de idea Maryeva estaba embarazada y aunque no estaba segura de que en ese estado pudiera cambiar de forma no se podría ocultar aun en apariencia de gato un embarazo. Ella debía de ser la mujer que entró después.

La capa de Killer Bee danzó en el aire y su capucha dejó entrar la luz de la luna reflejando su femenino rostro. De pronto, dos cañones se avistaron en la puerta; Killer Bee dedujo que era Girolamo, inmediatamente se despojó de la capa y la lanzó al aire para poder cubrir su salida dando punto ciego al mortal cazador. Por supuesto que ella sabía que sería contra producente, pues, Maryeva aprovecharía para huir junto a esa mujer gato que no por ser pequeño dejaba de ser una bestia condenada y que sería la próxima en la lista de la inquisidora.

Los disparos cesaron cuando la capa agujerada tocó el suelo mostrando a Girolamo un bosque aparentemente desierto. Cammy escuchó pasos humanos alejarse entre la espesura de la localidad; pero el cazador seguía ahí y lo estaría hasta ver a Killer Bee muerta lo que por supuesto ella no permitiría. –Te mataré a ti y después a tu esposa y a su fruto maldito– pensó la inquisidora alejando la idea de conservar a la criatura, aunque no estaba segura de cumplir eso último si se encargaría de matar a Girolamo, Maryeva y la intrusa.

Di Moncalieri será lo mejor para ustedes entregarse a la voluntad de Dios y acepten el castigo por su profanación y pecados mortales— dijo mientras desabotonaba la funda de sus cañones para poder manejar sus armas con mejor soltura. —Y será mejor que te ahorres tus palabras si pretendes que cambie de parecer como muchos otros que no entienden la palabra del señor o la quieren interpretar para expiar sus pecados— tras esas palabras desenvainó su daga acordonada en torno a su muslo derecho y le untó con ayuda de un guante el potente veneno que cargaba en un frasco de su cinturón para volverlo a envainar y desprenderse del guante.

La inquisidora cerró por unos instantes sus ojos, aspiró aire, lo contuvo y después lo exhaló. Reinaba un silencio en el lugar era consciente de que Girolamo ya había ubicado su posición por lo que si se quedaba ahí él la emboscaría. Por lo cual, Killer Bee tomó un tronco mediano y lo arrojó a un costado para provocar una distracción, después e intuyendo que Girolamo no atendería esa distracción sino que se enfocaría a un lado opuesto para atacar el típico movimiento. Hizo lo apuesto, se arrojó justo a donde lanzó el tronco, giró en el suelo y al escuchar nuevos disparos zigzagueó entre los árboles hasta perderse otra vez. Ella se mantuvo corriendo hasta que se ubicó a espaldas del cazador y a una distancia corta y letal. Con el menor ruido que pudo se abalanzó sobre de él, saltó primero impulsándose en una roca para después sostenerse de una rama a forma de columpiarse y potenciar la patada que Girolamo no alcanzó a evadir.

Killer Bee rodó en el suelo a modo de levantarse con ventaja en el momento en el que el cazador se reponía de la patada. Cuando todo eso sucedió y Girolamo ya la encaraba; la inquisidora corría a él, éste buscó dispararle pero estaba demasiado cerca. Cammy se barrió pasando entre las piernas del cazador, luego al conquistar la parte ciega de Girolamo ella arqueó su espalda e impulsándose con sus fuertes brazos alzó su cuerpo verticalmente con las piernas hacia arriba. La botas de la inquisidora se apoderaron del cuello en un movimiento aún más rápido aprisionándolo y estando bien sujeto se impulsó para levantarse y quedar sentada en los hombros del cazador. El desplazamiento fue veloz, golpeó la cienes con sus puños cerrados y luego se dejó caer al frente sin liberar el cuello, tirándose a un costado logró que el cuerpo de Girolamo se inquinara a la derecha y por el empuje de la gravedad Killer Bee consiguiera tirarlo. Sin embargo, no todo salió también, el cazador cayó bien y amenazó a la inquisidora con sus cañones. Cammy se tiró a un costado y rodó hasta ponerse a salvo de los disparos. Ahora esperaría a que tuviera que recargar para salir a enfrentarlo, mientras ella desenvainó su daga y desenfundó uno de sus cañones, el mortal arma de las balas envenenadas.
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Mensaje por Thalie De Rose Dom Jun 16, 2013 6:20 pm

No existe pesadilla más tenebrosa
que aquella de la que sabes que nunca vas a despertar.


La vida es un simple parpadeo, no importa cuanto tiempo se viva para cuando sea el momento en el que abandonaremos este mundo siempre existirá la creencia de que fue poco el tiempo que acompañamos a quienes queríamos o vimos lo que queríamos.
Giro a pesar de siempre hacerme rabiar era un excelente hombre; no habría podido esperar alguien mejor para Maryeva. Imaginarla en el nuestro primer encuentro siempre me sacaba una sonrisa, embarazada, sonriente y radiante, así es como la veía siempre y no quería que algo malo pasara a ninguno de ellos por eso las palabras de Giro hicieron que mis labios se curvearan formando una mueca de descontento.
- Yo sé que la defenderás como puedas y sabes que haré todo lo que este a mi alcance por que ella este bien, pero no hables como si fuera una despedida que todo estará bien - conocía a la perfección lo que nos esperaba más adelante, dificultades por montones pero eso no haría que me arrepintiera de estar ayudandoles.

Proteger a Maryeva, esa era la petición de Giro y sería lo que yo haría. Mi gatuna figura corrió por entre los árboles hasta el lugar donde el carruaje se había estrellado, mi mirada se enfocaba en un principio en analizar a la mujer del caballo, la inquisidora aquella de quien tanto se temía sin duda. Las voces corrían uno quisiera o no, y todos al menos alguna vez en nuestra sobre natural existencia habíamos escuchado por aquellos entonces de la mortal Killer Bee - ya fuera de otros sobrenaturales ocasiones o de amigos como Maryeva-, una mujer que no abandonaba sus propósitos y que como toda la escoria de los denominados inquisidores ocultaban su maldad detrás del nombre de un Dios del que no sabían nada; eran tan despreciables esa clase de humanos y sobrenaturales que creían de manera tan firme en que un Dios como aquel estaba en contra de sobrenaturales, pero que más podían hacer frente al temor oculto en contra de lo que no era tan conocido por los humanos y por aquello que tenían miedo de descubrir sus propios alcances. Ella no debía saber de mi o al menos eso creía, así que eso daría cierta ventaja sobre ella, no tanta como me hubiese gustado pero al menos un poco de ventaja sería lo mejor y más en contra de gente como ella.

Si bien llegué cerca del carruaje los disparos comenzaron y la figura de Maryeva salió de ese lugar en el que solo se hubiera quedado presa y corrí a su lado. No me gustaba la idea de abandonar a Giro en una situación como aquella y mucho menos solo contra aquella inquisidora pero primero que nada debía llevar a mi amiga a un lugar seguro en el cual pudiera ocultarse mientras yo regresaba a ver como estaba su amado. Mi amiga sollozaba y miraba de vez en cuando al lugar que antes debimos abandonar, no podía yo imaginar la pena que sentía de abandonar parte de su razón para vivir pero ella cargaba en su interior alguien a tan vulnerable que no existía otra opción.
El sonido de más disparos llegaba hasta nosotros y entonces decidí que era el momento de cambiar y recordar todo lo que antes había aprendido de mi madre y de como eran las cosas cuando uno debía luchar abandonando toda su humanidad para ser como un simple animal salvaje. Las patas de gato cambiaron y se volvieron más grandes, así como mi contextura en general y termine como lince guiando a Maryeva a una sitio algo oculto entre unas especies de cuevas rodeadas por árboles. Permanecimos en silencio, esperando cualquier señal que indicara si la lucha continuaba o debíamos esperar a ver aparecer un ganador y si a ese ganador debíamos darle la bienvenida o tendríamos que correrle de aquel lugar. Dependiendo que pasara sería nuestro modo de actuar.
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Mensaje por Camile Avery Mar Jun 25, 2013 7:46 pm

Para obtener un triunfo contundente hace falta más que ser una arma perfecta, se necesita devoción.

Los rugidos de los poderosos cañones de su rival dejaron de emitir sonidos, la inquisidora conocía perfectamente el arma y había hecho la cuenta de cada disparo por lo que estaba segura de que no tenía recarga. Confiada y con una sonrisa en su rostro salió de su escondite con su revólver bien posicionado en su mano; sin embargo, Girolamo había desaparecido. La inquisidora mudó de expresión y en una reacción casi inhumana detectó a su rival que a su derecha aprovechaba el punto ciego que el copete de su teñido cabello de Killer Bee para embestirla. Mas Cammy alzó sus brazos y giró bloqueando el enérgico golpe que se ahogó entre los antebrazos femeninos.

Pero no todo estaba controlado para la asesina, Girolamo tan veloz como un demonio mortal tomó a la inquisidora de los brazos y le soltó rodillazo que ella alcanzó a bloquear, mas no el golpe directo al rostro que casi la deja inconsciente. Killer Bee tambaleó ante semejante golpe pero no claudico, sino, más bien se oportuno de que el cazador se acercaba confiado al verla perturbada para apuntar y disparar dos balas que él esquivó sin mayor problema. Girolamo tomó el arma y con un movimiento dobló la mano femenina y se hizo del arma. Cammy retrocedió un paso y tiró su cuerpo hacia atrás sosteniéndose con una mano, luego abrió sus piernas en "V" y giró sobre su mismo eje para golpear la mano que empuñaba el revólver envenenado alejándolo de la mano fuerte del cazador.

Él, se abalanzó sobre ella aprovechando la aparente postura débil, pero sólo vasto con dejarse caer hacía la izquierda para desenfundar su segundo revólver en un punto ciego de Girolamo. Rodó y cuando lo tuvo de frente sólo tuvo que dispararle; el cazador intentó inútilmente esquivar la mortal bala que penetró el hombro derecho, alojándose en el omóplato y comenzando a liberar el veneno dentro del fuerte cuerpo masculino. El impulso de la bala hizo retroceder a Girolamo que luchó evidentemente para no perder el sentido. Mientras tanto, Killer Bee limpió la sangre que albergaba sus labios con sus dedos, para después contemplarla con interés. —Di Moncalieri, que Dios se apiade de tu alma pecadora— dijo dándole la espalda para comenzar a seguir el rastro que pudiere encontrar en el abandonado carruaje. Sin embargo, algo que Killer Bee no previó sucedió, milagrosamente Girolamo la había tomado por atrás y buscaba estrellarla en un árbol. Conducida por la presión y la fuerza, su cuerpo se inclinó; pero al cazador no le funcionó su sorpresa, entre el árbol al que iba destinado el golpe había una gran roca, a la velocidad que el hombre la conducía fue suficiente para que ella brincara a la piedra y aprovechando el impulso alcanzara con sus pies el tronco quedando en una posición totalmente horizontal, luego, ella como si sus piernas fueran un resorte logró empujarse. La desestabilización del movimiento ayudó a la inquisidora a aferrar sus manos en el cuello del cazador. Las piernas de la inquisidora se alzaron verticalmente sobre los poderosos hombros y ella terminó posicionándose a espaldas de él.

La asesina afianzó sus manos en torno a la barbilla del cazador e intentó romperle el cuello con un bravo movimiento. Sin embargo, él era todo un guerrero y dejándose caer se zafó de la llave mortal, aventajado sobre la inquisidora el cazador intentó propinarle un codazo que no acertó. En cambio, ella logró levantar ese poderoso cuerpo tirándolo a un lado, rodó a la izquierda levantándose al mismo tiempo de que desenfundaba su daga envenenada. Él intentó hacer los mismo pero el veneno comenzaba a actuar. Luego, ella sin piedad alguna se lanzó a él clavándole la daga en el pecho, junto al corazón. —¡In nomine patris et filii et spiritus sancti!— dijo y le cerró los ojos creyendo que ya estaba muerto... aunque quizás si lo estaba.

Killer Bee retiró la daga que había perdido todo el rastro de veneno y que se había sustituido por la sangre el cazador. La inquisidora lo contempló con respeto por un breve momento, después corrió al carruaje, ahí ya la esperaba Clark. Ella sonrió acercándose a él con estima, le palmeó el cuello y acarició su larga cabeza como para contagiarse de esa tranquilidad que los ojos del animal le demostraban. Pero ella misma sabía que no podía retrasarse, antes de montar a Clark sacó junto a la silla una bolsa, se vistió una camisa gruesa, se colocó unos guantes semimetálicos, sustituyó los pantaloncillos por unos largos y se cubrió el cuello con una especie de armadura que también resguardaba los hombros, luego, Killer Bee sacó una capa que brillaba, era una innovación que la iglesia había hecho, una capa repleta de una sustancia que provocaba ardor al simple contacto, sí, un tipo de veneno, no mortal, sino más bien que repelía al enemigo y estaba pensado especialmente a los cambia forma felinos que se caracterizan por ese sentido delicado. Posteriormente, cubrió a Clark con una manta, subió a él y emprendió el galope una vez identificó pisadas humanas al parecer acompañadas de pequeñas patas de un gato.

El rastro la llevó a una cueva de difícil acceso para Clark por lo que desmontó y auxiliada por una antorcha artificial, la encendió y subió al conjunto de cuevas entre los frondosos árboles. —Maryeva Aude, entrégate por voluntad propia, busca una salvación de tu alma justo como la alcanzó Girolamo— gritó mirando las tres cuevas que yacían frente a ella. —¡Bingo!— dijo luego de escuchar sollozos en el interior.
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Mensaje por Eva Miér Jul 03, 2013 6:39 pm

Prelude to a Painting by Fiona Joy Hawkins on Grooveshark



Maryeva corría entre los arboles del bosque, el hermosos vestido era rasgado por las piedras, los troncos y los arbustos, pero ella corría como si de una ninfa del bosque se tratara. La luz de la luna iluminaba sus cabellos, que en el movimiento descontrolado se habían zafado dejando su imponente cabellera al viento, cayendo como una cascada de risos dorados, asemejando un manto que le cubría la espalda. Sus mechones quedaban prendidos de las ramas bajas en los arboles ocasionándole un dolor que  a comparación de los que le provocaban en el alma saber a su Girolamo luchando por su vida y la de su bebé, en una lucha desigual ya que por mas que fuera el mejor de los cazadores poco podía hacer contra una inquisidora desquiciada que solo tenía en mente asesinarlos a ambos. Su respiración agitada y esforzada le provocaban tener que detenerse por cortos momentos a tratar de atrapar oxigeno en sus pulmones, por un momento pensó que convirtiéndose en pantera podría volver y ayudar a su amado, pero recordó como al hacerlo años antes con André el resultado había sido un aborto, debía tener cuidado, si deseaba que su pequeño naciera. Estaba segura que aquella huida, solo lograría adelantar  el alumbramiento.

En la noche oscura los únicos sonidos que se repetían una y otra vez eran los disparos del revolver de su amado, los iba contando, para saber si le quedaban todavía balas en el cargador, si estaría luchando cuerpo a cuerpo y si lograría matar a esa asesina - que en nombre de su  Dios – estaba cegada con la idea de matarlos, Maryeva no comprendía como un ser de luz, como Jesús podía pedir a sus fieles que asesinaran en su nombre – maldita – dijo en voz alta – O Dios de los hombres te suplico que te apiades de mi hijo y que lo salves de la maldad de esa mujer – .

Siguieron alejándose cada vez mas del carruaje, tomaron  dirección a unas cavernas que en mitad  del bosque servían de refugio a maleantes y contrabandistas, pero que en esa época del año estaban abandonadas. En la mas completa oscuridad se adentraron, ella se detuvo al sentir el último disparo – no le quedan mas balas – pensó negando con la cabeza, sabiendo que el fin estaba cerca – no te preocupes, nos encontraremos aquí, o en el mas allá – recordó las palabras de su amado – si cariño mio, se que nos uniremos nuevamente – ella sabía que el único amor verdadero de su vida había sido Girolamo y si en el mas allá debía elegir con quien estar, sería ese hombre que hasta el último aliento de su vida lo estaba entregando por salvarlos.

Con la palma de la mano apoyada en la rugosa pared de la cueva, Maryeva intentaba recobrar el aliento, entonces se dobló en dos, un dolor en el bajo vientre le indicó que la criatura no esperaría mas – no pequeño, que aquí no es seguro – le dijo, acariciando su vientre, pero otro dolor mas fuerte y un liquido bajando por sus piernas le confirmaba que el nacimiento estaba por comenzar. Con mucho cuidado se acomodó en el interior de la profunda cueva, llevaba un abrigo de pieles, lo extendió en el suelo, allí pondría a su bebé al nacer. No tenía miedo, había estado presente en el alumbramiento de las mujeres de los aborígenes en mitad de la pampa y solas o con ayuda de parteras daban a luz. En el bolsillo interior del vestido transportar una pequeña daga de oro, era afilada y muy buena para poder defenderse, pero en ése momento pensaba en que debería cortar el cordón, se desgarró las enaguas buscando las partes mas limpias de la tela para poder atar  y limpiar a su pequeños – por  Dios que Cami me pueda ayudar – suplicó en voz baja. Su amiga, había dejado la cueva para ir  por ayuda y traer noticias, en su mente el otro pensamiento que se repetía era saber si  Girolamo había podido vencer a la asesina.

Las ganas de comenzar a pujar cada vez eran mas fuertes y seguidas, dio varios alaridos, aunque eso podía delatar donde estaba, el dolor se estaba volviendo insoportable, entonces sintió los cascos de un caballo, un jinete que descendía de él y la frase que nunca hubiera querido escuchar, la maldita mujer, aquella inquisidora sin alma, ni corazón, le espetaba que había acabado con la valiosa vida de su amante, - Cammy, os maldigo, que la vida te quite lo que mas aprecies, y que ni siquiera muerta puedas encontrar la paz – sollozó mientras una nueva contracción la situaba en pensar solo en su hijo, lo demás ya no importaba.
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Mensaje por Thalie De Rose Mar Jul 09, 2013 8:22 pm

Todo en esta vida
se trata de contacto y retirada.


No sabía que hacer, oculta en esa cueva junto a una Maryeva que solo enfocaba su mirar por donde habíamos llegado y que se abrazaba a si misma para darse valor. Deseaba estar en mi forma humana, reconfortarla y decirle que estaríamos bien, que Giro estaba bien y que saldríamos de ahí cuando menos se lo esperara para que todo eso fuera solamente un mal recuerdo. Cuando su mirada viajo a mi y el sonido de las balas no se escucho más comprendí que parte del enfrentamiento había terminado, mi amiga me rogaba con su mirar que fuera y regresara a aquel lugar con Giro para que pudiéramos regresar y continuar con nuestro camino.
Me acaricie a su mano, solo para después salir rápidamente de la cueva pues estaba segura de que sitio más seguro que ese no existía en aquel lugar.

Con velocidad regrese solo que no precisamente por el mismo camino que antes habíamos llegado, di algunos rodeos pues no sabía quien era la persona que aguardaba entre los árboles del bosque. Corría de la manera más veloz que me daban mis patas, hasta que el olor fácilmente reconocible de la sangre humana llego a mi naricita gatuna y me detuve en seco. Comencé a temer realmente que era lo que me estaba esperando más allá del lugar en el que me había detenido, las cosas no me estaban gustando porque un presentimiento extraño volvía preso a mi corazón. Lentamente me acerque y el olor a sangre se volvía más intenso; fue entonces cuando reconocí una figura que yacía en el suelo, de haber podido gritar en mi forma humana sabía que lo habría hecho, pero en esos momentos no era más que un simple animal que no podía moverse pues aquella figura no pertenecía a la inquisidora, si no a Girolamo; termine de acercarme a él pero al verlo más cerca supe que ya era tarde… muy tarde.

Estaba confundida y mi mente viajaba de una cosa a otra, hacía poco tiempo que casi discutía con él como usualmente entre nosotros, acababa de pedirme que cuidara a Maryeva… mi amiga… ¿Qué haría Maryeva cuando se enterara de eso? y…
La realidad me golpeo como agua fría y comencé a correr de regreso a donde había abandonado a mi amiga, no dejaba de ver la imagen de Giro en mi mente y de llamarme estúpida a mi misma, ¿En que momento había pensado que era buena idea dejarla? Si la encontraba de la misma manera que a Giro… no sabía que haría, su mente se negaba si quiera a que ella terminara de imaginarse algo así.

Cada vez me encontraba más cerca de las cuevas, esta vez si volvía por el camino que usamos en un principio y en el cual se notaban a la perfección las pisadas de un caballo, la inquisidora seguía de caza y no podía permitir que encontrara a Maryeva; cuando la distancia se acorto más entre las cuevas y yo, fui capaz de escuchar gracias al eco provocado por la cueva la voz de aquella mujer. Ya no era necesario que le informara a mi amiga de la muerte de su amado, pues se habían encargado de eso en mi lugar. El grito en respuesta de mi amiga me alerto de más y fue en esos momentos cuando la figura de la mujer se hizo visible para mi y me detuve.
Avance con cautela para evitar que la inquisidora me viera y tener al menos un poco de ventaja sobre ella, si había terminado con la vida de Giro era de cuidado. Me moví entre las rocas de las cuevas por uno de los costados buscando una posición adecuada que me permitiera atacar a esa asesina cobarde.
Llegue entonces a un punto que me resultaba perfecto, pues se encontraba en un punto que la inquisidora no tenia a la vista y sin perder tiempo que en esos momentos era indispensable para sobrevivir me lance sobre ella.
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Mensaje por Camile Avery Dom Jul 14, 2013 3:47 am

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;”

1 Pedro 5:8

Cammy casi se echó a reír al escuchar las maldiciones, confiada por tener a Dios de su lado ignoró esas absurdas -para ella- amenazas y entró a la cueva donde Maryeva se escondía, o al menos lo había hecho. Con la antorcha por delante la descubrió tirada, pujando y totalmente indefensa Killer Bee se mantuvo seria y localizó junto a ella una antorcha apagada, pero llena de aceite; la encendió y apagó la suya tirándola en el suelo. Dedujo que era una cueva que debió de haber sido usado para el trafico o por mismo piratas, mas eso no importaba en esos momentos, tenía a Maryeva y nada más importaba.

Por un momento la indefensa mujer quiso levantarse pero el dolor del pre parto podía más que el terror que la inquisidora provocaba. Killer Bee sacó el revólver que le quedaba, pues en la batalla contra Girolamo se había perdido el otro. Fue entonces que la inquisidora vio en el rostro de Maryeva una expresión que nunca antes había visto. Era cierto que el terror en ojos de aquellos infelices que eran derrotados por ella muchas veces los contemplaba la asesina, ahora era diferente. La cambiaformas la miraba aterrada, pero a la vez con odio e impotencia. Sabía perfectamente con tan sólo ver a Killer Bee que la asesina estaba dispuesta a matarla tanto a ella como al retoño que estaba por nacer, que había echo que su madre ya rompiera aguas y la atormentaba con contracciones, pero a pesar de todo ello no le rogaba piedad, su orgullo no se lo permitía y eso fue admirado por Killer Bee que no pensaba tocarse el corazón.

¡In nomine patris et filii et spiritus sancti!... Qué Dios se apiade de tu alma, yo purificaré tu cuerpo y el de tu criatura, posiblemente irá al cielo— dijo alzando su arma amenazante, el monstruo de plata que con sus balas envenenadas buscaría despojar la vida de ambos. Sin embargo, antes de que Killer Bee tuviera la oportunidad de jalar el gatillo, un lince la atacó en su punto ciego buscando el cuello que tenía muy bien protegido. Con un ágil movimiento se lo quitó de encima, mas el lince era un felino y cayó de pie volviendo a atacar. Killer Bee retrocedió dos pasos y sacó su daga; el lince lo esquivó y atacó la pierna de la asesina, las filosas uñas desgarraron el pantalón de la inquisidora y la hicieron sangrar obligándola a hincarse a una rodilla trastabillando.

El, o más bien la lince era aguerrida, pero la inquisidora se dio cuenta que no era como ella una asesina descorazonada y en el siguiente ataque se quitó la capa y esperó a la bestia. Cuando esta estaba ya cercas la atrapó con la capa del lado donde tenía el polvo venenoso y como si estuviera en un costal la alzó para después en un segundo movimiento estrellarla con todas sus fuerzas en la pared más cercana. La capa cayó liberando a la golpeada lince, Killer Bee se hizo de su revolver que había puesto en el suelo para atrapar a la guardia de Maryeva. Si perder tiempo le disparó; sin embargo, había resistido al sonmfinero y se había levantado esquivando las continuas balas. De pronto, en esa lluvia de balas una rebotó golpeando ligeramente una de sus hombres e impactando en Maryeva que en esos momento le daba la espalda.

Killer Bee se giró lentamente y la vio agonizar con una pequeña niña en brazos. La inquisidora enfundó su revolver y completamente aterrada contempló la escena. La venenosa bala había penetrado el frágil y a la vez débil corazón; por primera vez lágrimas se habían formado en sus ojos azul oscuros y lloró en silencio. Se acercó a Maryeva, la madre había cortado el cordón umbilical y antes de que la bebita rompiera en llanto la inquisidora escuchó en labios de la mujer que perdía la vida un nombre... —Viviana...— y los brazos de Maryeva perdieron fuerza soltando a la bebé que fue tomada por Killer Bee. La inquisidora seguía llorando –¿Qué he hecho?– se reprendió en la mente y besó la frente de la pequeña que cesó su llanto. —Yo cuidaré de ti pequeña Viviana... mi niña...— dijo en sollozos y como pudo, a una mano se quitó su camisa quedando sus pechos en ropa interior, luego arropó a Viviana y vio una vez más a la madre —Perdóname soy una pecadora y asesina, quise matar a tu pequeña... mas ahora la cuidaré, le daré todo y la protegeré de la iglesia aún con mi propia vida... adiós Maryeva, descansa en paz— dijo y salió, sin pensar en el lince que posiblemente se encontraba vencido por el polvo del sueño o tal vez en las sombras contemplando la escena, viendo como la inquisidora montaba a Clark y se alejaba a todo galope.
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Mensaje por Thalie De Rose Lun Jul 29, 2013 12:25 am

Morimos tantas veces como perdemos a uno de los nuestros.
Siro

Las cosas habían sido claras cuando me había lanzado a enfrentar a la inquisidora, más cuando la mujer en una jugada que no preví me envolvió en su capa, las cosas se pusieron confusas. El cuerpo entero me pesaba y me picaba, aquello debía ser una especie de veneno o somnífero creado específicamente para cambiaformas.

Todo se veía borroso, pero aún podía ver las figuras de Maryeva que sostenía un bebé en brazos y a la inquisidora. No me daría por vencida tan fácil… aunque el cuerpo cada vez me resultaba más pesado y mi mirada se volvía más borrosa conforme los segundos pasaban. El arma de la inquisidora rugió dejando escapar las balas, esas que también había ayudado a la muerte de Girolamo y aunque pude esquivarlas con dificultad escuche como una rebotaba y un quejido de parte de Maryeva.

Nuestra atacante se giro en su dirección y yo intente ir hacía ella, pero termine cayendo al suelo. Ya no podía moverme, pero continue contemplando a mi amiga. Pude notar algo de dolor en la mujer, pero para mi no era suficiente lo que ella sentía porque para mi todo era peor.
La mano de mi amiga cayo y fui capaz de escuchar la promesa que la asesina hacía. Me sentía ofendida, prometer algo así cuando ella había sido la que alejaba a una madre de su hija, la que le quitaba a una mujer el amor de su vida. ¿Que clase de mujer era esa?

Sin volver la vista a donde yo estaba se alejo a todo galope, con la hija de mi amiga en brazos y yo… yo solo estaba ahí, sin poder moverme. Había fallado y mi corazón se desgarraba al saberlo, ya no podría ver a mi amiga jugar y cuidar a su pequeña.
Haciendo un enorme esfuerzo con lo ultimo que me quedaba de fuerza, me acerque hasta el cuerpo de Maryeva y me tumbe a su lado, su mano quedaba a mi alcance y le roce con la nariz… estaba fría.

Unos sonidos latiremos salieron de mi garganta y el sueño se hacía presente lentamente.
Yo lo sentía… lo sentía mucho. Había ido a protegerles y les falle. Mis ojos se cerraron, sintiendo la mano fría de Maryeva cerca y mi mente se disculpaba con ella una y otra vez… y entre esas disculpas iba la despedida… así fue al menos hasta que no supe más de mi.


TERMINADO
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