AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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[Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
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[Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Escucha,
¿De dónde vienes?
¿Cuál es tu misterio?
¿En qué lugar desierto se forjaron
los ritmos frenéticos
que yo siento latir en mis huesos?
¿De dónde vienes?
¿Cuál es tu misterio?
¿En qué lugar desierto se forjaron
los ritmos frenéticos
que yo siento latir en mis huesos?
Eran aproximadamente las cinco y media de la mañana, la luz aun no había ido aquel día a casa por haber terminado tarde de trabajar el día anterior, no le había dado chance ni de comer, por suerte había arreglado una habitación especial para esas ocasiones, sabía que su tienda comenzaba a ganar fama, claro había competencias pero ella era excelente comerciante, audaz, impulsiva, testaruda pero muy inteligente. Aun dormía en su pequeña habitación que solo tenía una cama individual con algunas ropas y accesorios necesarios para una noche, no pasaba más de ahí. Se movía entre las sabanas, era horrible querer dormir hasta tarde y no poder, para su mala suerte un sonido fuerte la obligo a despertar.
“Señorita D Lemoine” gritaban tocando con desesperación la puerta. Se había acercado con una bata encima para ver quien la buscaba, era muy temprano para que fuera un cliente, pero no lo era, era un empleado de la mansión de sus padres, decía que su padre había sufrido un accidente y requería su asistencia inmediata.
-En seguida- dijo preocupada-Adelántese iré antes del medio día- ordeno cerrando la puerta principal sin echarle seguro, pues pensaba salir de una vez hacia la mansión.
Antes… debía hacer algo para ayudarlo, busco algunas especias e hizo medicinas especiales para él, después de aquello se había retirado a la habitación para ponerse un vestido azul, con un hermoso moño atrás y un escote con perlas preciosas que la hacían ver como una niña pequeña, se había guardado los guantes en uno de los bolsillos secretos que tenia aquel vestido, encima se coloco una capa con capucha negra para protegerse del frio. Había guardado todo en una cesta dejándola en la habitación principal mientras se aseguraba que todo estuviera en orden.
Aun estaba oscuro, apenas algunos rayos de luces parecían estar irrumpiendo en la oscuridad que se había impuesto ya hace unas horas, ya la claridad se veía más en la tienda, la joven bruja antes de salir había preparado algunas especias para que no estuviera desordenado, estaba pensando en contratar una ayudante si su padre seguía mal, se preguntaba qué era lo que sucedía, el empleado había titubeado en el momento que le había preguntado sobre aquello, eso le daba una mala señal, aun así encontró varios ingredientes que servían para casi todo. A su padre no le gustaban los médicos, prefería que Aitziber lo revisara y le diera un tratamiento a base de medicinas naturales, siempre había sido un hombre fuerte y no le preocupaba mucho, sabía que se recuperaría de cualquier incidente.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Corre antes de que
el tiempo se acabe.
Corre, corre.
el tiempo se acabe.
Corre, corre.
Era de noche, las luces alumbraban los caminos de piedra gris que adornaban a Paris bajo la oscuridad de la noche. Eran muchos, y habían sido derrotados por falta de la tripulación que decidió quedarse en el navío. Todos salieron heridos, pero solamente, uno de ellos salió mal amparado, corriendo mientras aguantaba el escozor de aquel corte que recibió de un caza recompensas, lo sabía, conocía aquellas técnicas que utilizaban para matar a sus presas. Siguió andando, corriendo hasta que no podía aguantar más, cayó de rodillas, su rodilla izquierda estaba aun flexionada mientras que la derecha intentaba ganar al peso que se le iba acumulando poco a poco. Seguramente, alguna clase de veneno o alguna sustancia le recorría el cuerpo, el podría estar sintiéndolo, pero aun así, su mente estaba tranquilo, no tenia porque temer a la muerte, pues ella le temía a él.
Más temeroso que su padre, más hermoso que un tesoro, así opinaba el de sí mismo. En cualquier caso, su tripulación corría por delante suya, a él le cogieron para apoyarlo contra la espalda de alguno de los pesos mayores del navío, corrían con él a cuestas cuando de repente pararon sus pies, su huida frente al grito que uno soltó enfrente de una tienda de especias y hierbas y de lejos vieron que salía de aquella tienda una bella damisela, con una cesta de mimbre y una gran capa. Su capitán, Teng, al avisarlo de que alguien más presenciaba su mal estar, vio a la chica, su mirada se cruzo con la de ella y con el gesto ceñudo en la cara la miro a los ojos con firmeza.
-...Que no escape...-Sus palabras sonaron a modo de orden, sin quitar ojo de la chica que fijo su mirada en ella, la herida, el dolor se hacía más notorio cada vez más en su cuerpo, pero aquello no le iba a prohibir disfrutar de la captura de aquella bella joven que viendo a su tripulación, estos ya se estaban acercando a la joven, en la noche de París, el se quedo sobre la espalda de uno de los tripulantes, quería bajarse y así paso.
De la espalda, cayo de pie apenas sobre la piedra de aquella ciudad cubierta de sombras y silencio. Ahora él se recomponía de nuevo sobre el suelo, con lentitud, mostrando una posición sombría y una mirada oscura a la claridad de la luz de la luna que bañaba el pálido rostro de aquella chica que ahora la miraba con la espalda recta, aguantaba el dolor, la agonía de aquel estiramiento que le hizo volver a encorvar la espalda de nuevo, pero que enseguida volvió a poner recta frente a la joven-....-su mandíbula se tenso de repente y vio a la joven que parecía inquietarse, se acercó a ella, pero solamente para asustarla un poco más. Se sujeto del cinturón y la miro mientras retrocedía para estar cerca de un punto de apoyo.
Justo lo que pensaba. El dolor agonizaba aun mas sobre su pecho, su torso se tensaba considerablemente bajo la camisa llena de polvo y sangre, comenzaba a respirar con rapidez, su cuerpo perdía el equilibrio, mantuvo la postura a pesar de todo lo que comenzaba a experimentar, el temblor que intento mantener oculto, ya comenzaba a ser más fuerte y ya no iba a poder aguantarlo más. Había huido. La chica huyó, Teng se apoyo contra el cristal del escaparate, con puños en ambas manos golpeaba la madera de las pequeñas columnas que adornaban el escaparte, no gritaría, no pediría ayuda. No era su estilo.
Jadeaba y estaba quieto
en el sitio. Oscuridad, silencio, nada.
No era su hora. No aun.
en el sitio. Oscuridad, silencio, nada.
No era su hora. No aun.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Escucha,
¿No oyes la pregunta?
¿Adónde vamos?
¿Qué hay más allá del último horizonte?
¿Qué trenes circulan por el universo
¿No oyes la pregunta?
¿Adónde vamos?
¿Qué hay más allá del último horizonte?
¿Qué trenes circulan por el universo
Habia llegado a la tienda, el lugar principal, sujeto la cesta posándola en uno de sus hombros, tapándola con un pañuelo blanco la superficie de la tapa, algo andaba mal, mucho silencio en el lugar, alzo su mirada hacia la puerta, y lentamente sus ojos chocaron con los de un asiático, instintivamente dio un paso hacia atrás, no era bueno, nada bueno. Con firmeza la miraba, dios unos pasos más hacia atrás, pensando que se iran, pero todo lo contrario, dos hombres abrieron la puerta alertando mas a la joven bruja, dejo la cesta en el estante echando a correr a la puerta mas cercana que daba a la segunda habitación, ahí había una ventana que era el tamaño perfecto para su cuerpo, pero antes de poder sujetar la manilla de la puerta un fuerte jalón la hizo retroceder hasta caer en los brazos de aquellos dos, quienes contentos le acercaban como un premio al hombre quien había cruzado mirada, ella pataleaba pero aunque lo intentara no podía escapar. El hombre había bajado de la espalda de otro, Aitziber se sentía confundida ¿Qué pasaba? ¿Por qué estaba siendo arrastrada hacia aquel extraño? Había caído al piso, su cuerpo parecía lastimoso, se incorporaba algo extraño ¿estaría herido? Desde ese lugar no lo podría ver y no quería ni saber que sucedía.
Frente a frente, le miraba con una autoridad que muy poco disfrutarían, en aquel momento entendió que era el líder y que ella había captado su maldita atención, había algo mal en el, cuando bajo la mirada para examinarle de arriba abajo encontró unas manchas carmesí en su camisa, dejo salir un gemido de horror al ver la sangre, comenzó a moverse mas y mas entre los brazos de los hombres quienes comenzaba a hacérsele difícil controlar a aquella chica, quería hablar pero prefería no hacerlo, podría ser malo hacerlo, significaría que tendría que negociar por su libertad y no quería oír ni la voz del pelinegro, se había acercado un poco y como instinto dejo salir otro gemido de terror, los hombres la bajaron y dieron unos pasos hacia atrás, ella también pero con su mano varonil la sujeto del cintura y la acerco para mirarla, dejo salir un bufido al tenerle cerca, aquel rostro era hermoso pero se mostraba mucha maldad. En su rostro parecía una mezcla de sensaciones ocultada por una máscara de seriedad, su compostura había roto y su mano temblorosa la había soltado, los hombres se distrajeron con la salud de su líder, dándole chance de escapar a la otra habitación, cerro la puerta, pasándole llave y quedándose apoyada en la puerta.
Su respiración estaba agitada, que susto se había llevado, pero no había tiempo de molestarse en tranquilizarse, debía escapar, con su mirada recorrió el lugar encontrando la ventaba, dio unos pasos hacia el lugar cuando escucho algunas palabras de alertas, el hombre estaba empeorando-Ni lo pienses Aitziber- murmuro mientras apresuraba el paso. Las especias, se enfadaban con ellas, comenzaban a decirle que debía hacer, ella sabía lo que debía hacer.entiéndame… pueden matarme suplicaba a las plantas, había abierto la ventana, había hecho algo de ruido al hacerlo y eso la asusto, se detuvo por unos momentos mirando hacia la puerta, nadie parecía estar pendiente de ella. Se fue. Dio un salto y se había sentido tan libre que cuando sintió el aire en su rostro parecía de sueño, cerró sus ojos con una sonrisa en sus labios, pero muy pronto se había distorsionado para hacer una mueca, aquellos síntomas, la imagen del hombre arqueándose de dolor en su tienda, en una tienda en donde tenía la cura. Grito frustrada, y casi al instante volvió a la ventana para entrar en la habitación, corrió hacia un estante en donde sujeto unas cebollas ya cortadas en rodajas redondas y marquitas, las dejo en una pequeña mesa de manera, un tarro de miel también lo había puesto en ella además dos especias más que venían en polvo.
Su preparación fue rápida, busco un bol de manera (un plato hondo) en donde vertió la espesa miel, hasta que estuviera lo suficientemente lleno, hecho algunos pedazos de cebolla y las otras dos especias, dentro del bol las comenzó a machacar hasta que se hizo una mezcla homogénea, entre uno de los estantes busco ventas que habían sido sumergidas en un jugo de menta y jengibre que mataba las bacterias. Después de tener todo abrió la puerta encontrando al hombre ya casi moribundo (aunque se reusaba a aceptarlo) –Antes de que me arrepienta…- murmuro callándose de golpe. Sacudió su cabeza corriendo hacia ellos, le entrego a uno de ellos lo que llevaba en sus manos para sujetar al hombre y atraerlo hacia ella, pero este estaba reusó a eso y trataba de levantarse, en uno de sus movimientos cayeron al piso y ella quedo debajo de ella, por suerte los hombres lo pusieron con cuidado a un lado, la bruja se sentó en sus caderas sin importarle mucho su status en ese momento-cuchillo…- ordeno, los hombres que quedaron algo palarizado, pero con una simple mirada pudo hacerles entrar en razón, uno de ellos le dio una navaja con la cual quito la camisa mugrienta del hombre, con la misma camisa, después de remojarla en la misma agua de las vendas limpio la herida, pero el pelinegro comenzaba a moverse mas y mas, quitándola encima-Necesito ayuda…- se quejo obligando que un hombre le sujetaba de los pies y dos de las manos, cuando se sintió mas libre, termino de limpiar la herida, pudiendo detener la hemorragia y encontrando un simple agujero, pero eso no era lo que lo mataba, muy pronto el veneno dañaría todos sus sistema si no hacia algo, vertió un poco de aquella agua en la herida dejando que se limpiara adentro.
-Toma esto- sujeto la cabeza y la puso en su regazo, con una señal de manos le indico al hombre que le diera el bol y se lo ofreció al hombre-quieres morir… eso me parece perfecto, pero no en mi tienda- se quejo tomando un gran sorbo de aquella espesa miel color verde. Se acerco a su rostro sujetándole el mentón y obligándoselo a abrir, dejo salir una sonrisa malévola de su tierno rostro, para con su lengua hacerse espacio en la boca del hombre y que este recibiera su medicamento, cuando sintió que no había hada en su boca, dejo salir un suspiro separándose de el, y antes de que pudiera escupirlo le tapo la boca con sus delicadas manos. –Vendas… vamos! – le gritaba a los hombres que parecían ahora suyos. Sujeto las vendas para alzar el torso del pelinegro y cubrirlo con unas cuatro vueltas, después lo arregosto en su regazo acariciando su cabello como un gesto de simpatía-ahora el antídoto luchara contra el veneno- le indico a todos mientras limpiaba el sudor de su rostro.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Da igual lo que le hiciera, el intentaba zafarse, fue atrapado entre los tripulantes por las extremidades, aparto a la chica de sus caderas, pero ahora le hizo tragar algo realmente asqueroso, podría haberlo vomitado, pero gracias a que la chica no le dejo, tuvo que tragárselo con mala gana. Ya se enteraría después de que estuviera un poco más estable. Y finalmente, se dejo hacer por aquella chica, hasta que por un gesto sobre sus cabellos y viendo como le limpiaba el sudor, abrió un poco los ojos. Estaba acostado con su cabeza en el regazo de aquella fémina que le había “ayudado” Abrió un poco más los ojos y miraba hacia el techo, de lado se cruzo con los ojos de aquella chica que le miraban inquieta-...-Quiso decir algo, pero debido a que no tenía apenas fuerzas, solo pudo sentir el pinchazo de cómo le atacaba un escozor dentro de la herida para que tuviera que revolverse mas y mas en el regazo de la chica.
-...¡NO!...-Dijo alto y bien claro, hablando en sueños, se agarro de donde pudo del sofá donde le pusieron y tensaba la mandíbula, los dientes, cada gesto era dolor en silencio, no gritaba ni se quejaba, solamente los aguantaba como si fuera la misma paliza que le daban de pequeño. Burlado por la alta sociedad, discriminado por su tez de piel tostada contrastando con la pálida de su familia a la que dejo por la libertad, por saber por el mismo, quien era en verdad su padre, pero en cuanto llego a descubrirlo, supo que tendría que elegir. Y el mismo eligió ser libre.
No paso mucho tiempo desde que se despertó cubierto por lo que era una sabana a tonos pastel. Fruncía el ceño mientras estaba recostado y poco a poco, con cuidado de no desencajar las vendas que estaban alrededor de su torso, se apoyo en los codos para comenzar a observar mejor el escenario que tenía delante.
Un grito sonó de fondo cerca de la habitación en donde se encontraba. No sabía que era, pero enseguida comenzó a darle ciertos temblores en la cabeza, haciendo que le diera un mareo, sacudió la cabeza y parecía haber recuperado un poco el norte, se bajo con cuidado de la cama en la que había sido acostado, se puso las botas y se puso a buscar su camisa. ¿Dónde estaba? Fue buscando la camisa por aquella habitación, no la encontraba, estaría en aquella sala donde le atendieron, abrió la puerta de aquella habitación, pero retrocedió para desenvainar la espada. Un segundo antes de nada. Se encontraba en una habitación desconocida, a oscuras y la siguiente habitación estaba igual de oscura, pero solamente unas velas iluminaban con pereza el lugar.
Los tripulantes y camaradas de Teng, se adelantaron y habían atrapado a la chica por los brazos-¡Jefe! Aquí la hembra quería escapar-termino uno de los tripulantes por soltar una risotada. Él entonces, con la espada en la mano, la apoyo sobre su hombro para ladear la cabeza mientras observaba mejor a la chica. Aun estaba débil, con esfuerzo se mantenía en aquella posición que hacía temer a mucha gente, pero bien avistado, uno de los tripulantes acerco una silla hasta Teng antes de que este aterrizara en el suelo. La espada que se apoyaba en su hombro, cayó hacia abajo cayendo en el suelo haciendo un sonido chirriante del metal-Mierda...-murmuro para si ahora que estaba sentado, pero débil en una especie de silla aterciopelada, de un estilo rococó por los adornos de la cabeza de aquella silla. Se estaba avergonzando a sí mismo, miro a la chica con determinación a sus caderas, para luego ir subiendo con lentitud por todo su cuerpo hasta que llego a su mirada color café.
Suspiro y trago saliva con dificultad, comenzó a jadear poco a poco y tosió bastante hasta que se calmo nuevamente-Tú...-Dijo para comenzar el dialogo. Veía a la chica atentamente, los que la sujetaban, lo hacían más fuerte, la acercaron hasta ponerla de rodillas frente a Teng. Al tenerla cerca, le cogió del mentón con algo de fuerza, la acerco a su rostro y su nariz comenzó a oler la curva de su cuello, le lamio de abajo a arriba con la punta de su lengua para después con ambas manos, cogerle del borde del vestido a la altura de los hombros, e ir deslizándolo hacia abajo, pero se paró tan solo hasta descubrir los hombros, los cuales después la agarro de ahí para acercarla más a él-Oh, pequeña...¿Crees adecuado resistirte?-Su cuerpo parecía estar débil, pero su cerebro y chulería aun estaban en forma, como si nunca hubiera habido ninguna pelea de por en medio.
Es verdad que la tenía cerca. Podría hacerlo, pero prefirió alejarla con brusquedad, tirándola al suelo con lo que este no se inmuto. De cualquier modo, se le ocurrió una buena idea.
-...¡NO!...-Dijo alto y bien claro, hablando en sueños, se agarro de donde pudo del sofá donde le pusieron y tensaba la mandíbula, los dientes, cada gesto era dolor en silencio, no gritaba ni se quejaba, solamente los aguantaba como si fuera la misma paliza que le daban de pequeño. Burlado por la alta sociedad, discriminado por su tez de piel tostada contrastando con la pálida de su familia a la que dejo por la libertad, por saber por el mismo, quien era en verdad su padre, pero en cuanto llego a descubrirlo, supo que tendría que elegir. Y el mismo eligió ser libre.
No paso mucho tiempo desde que se despertó cubierto por lo que era una sabana a tonos pastel. Fruncía el ceño mientras estaba recostado y poco a poco, con cuidado de no desencajar las vendas que estaban alrededor de su torso, se apoyo en los codos para comenzar a observar mejor el escenario que tenía delante.
“¡AHHHHH!”
Un grito sonó de fondo cerca de la habitación en donde se encontraba. No sabía que era, pero enseguida comenzó a darle ciertos temblores en la cabeza, haciendo que le diera un mareo, sacudió la cabeza y parecía haber recuperado un poco el norte, se bajo con cuidado de la cama en la que había sido acostado, se puso las botas y se puso a buscar su camisa. ¿Dónde estaba? Fue buscando la camisa por aquella habitación, no la encontraba, estaría en aquella sala donde le atendieron, abrió la puerta de aquella habitación, pero retrocedió para desenvainar la espada. Un segundo antes de nada. Se encontraba en una habitación desconocida, a oscuras y la siguiente habitación estaba igual de oscura, pero solamente unas velas iluminaban con pereza el lugar.
Los tripulantes y camaradas de Teng, se adelantaron y habían atrapado a la chica por los brazos-¡Jefe! Aquí la hembra quería escapar-termino uno de los tripulantes por soltar una risotada. Él entonces, con la espada en la mano, la apoyo sobre su hombro para ladear la cabeza mientras observaba mejor a la chica. Aun estaba débil, con esfuerzo se mantenía en aquella posición que hacía temer a mucha gente, pero bien avistado, uno de los tripulantes acerco una silla hasta Teng antes de que este aterrizara en el suelo. La espada que se apoyaba en su hombro, cayó hacia abajo cayendo en el suelo haciendo un sonido chirriante del metal-Mierda...-murmuro para si ahora que estaba sentado, pero débil en una especie de silla aterciopelada, de un estilo rococó por los adornos de la cabeza de aquella silla. Se estaba avergonzando a sí mismo, miro a la chica con determinación a sus caderas, para luego ir subiendo con lentitud por todo su cuerpo hasta que llego a su mirada color café.
Suspiro y trago saliva con dificultad, comenzó a jadear poco a poco y tosió bastante hasta que se calmo nuevamente-Tú...-Dijo para comenzar el dialogo. Veía a la chica atentamente, los que la sujetaban, lo hacían más fuerte, la acercaron hasta ponerla de rodillas frente a Teng. Al tenerla cerca, le cogió del mentón con algo de fuerza, la acerco a su rostro y su nariz comenzó a oler la curva de su cuello, le lamio de abajo a arriba con la punta de su lengua para después con ambas manos, cogerle del borde del vestido a la altura de los hombros, e ir deslizándolo hacia abajo, pero se paró tan solo hasta descubrir los hombros, los cuales después la agarro de ahí para acercarla más a él-Oh, pequeña...¿Crees adecuado resistirte?-Su cuerpo parecía estar débil, pero su cerebro y chulería aun estaban en forma, como si nunca hubiera habido ninguna pelea de por en medio.
Es verdad que la tenía cerca. Podría hacerlo, pero prefirió alejarla con brusquedad, tirándola al suelo con lo que este no se inmuto. De cualquier modo, se le ocurrió una buena idea.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Una de las cosas que se podría ser la que la identificaba era que podía ser muy decisiva y testaruda, ya había decidido salvar a aquel hombre y no se iba a dejar vencer tan fácilmente, cuando vio que el antídoto estaba en su organismo suspiro aliviada, ya era responsabilidad de él sobrevivir al veneno, pero se mostraba un joven fuerte y no sentía en su cuerpo la venida de la muerte, sabía que estaría más que bien. El asiático comenzó a retorcerse en su regazo, el dolor debía ser insoportable, con una señal le indico a los demás para que le llevaran a una segunda habitación en aquel lugar había un sofá en donde los hombres lo dejaron por unos momentos, algunos parecían agitados y se mostraban recelosos de las leves miradas que mantenía la joven bruja a ellos.
Parecía que se había tranquilizado, les mostro la habitación en donde podrían mantenerlo hasta que se recuperaba por completo, ella misma quedo sentada en una silla a su lado mientras los demás se encontraban murmurando en la segunda habitación. Toco su frente buscando fiebre pero no, no la había, por suerte no había infección en su cuerpo. Se levanto de la silla dejándolo arropado para retirarse a la tienda como tal, los hombres instintivamente le siguieron, al menos uno estaba vigilándola mientras los otros descansaban de sus heridas, se apoyo en el umbral de la puerta abrazándose a sí misma mientras las velas iluminaban débilmente el lugar, sus ojos chocaron con la cesta, eso hizo que su corazón volcara en su pecho.-Padre- murmuro angustiada. Dio un salto estirando su mano para poder agarrar la cesta y salir a la puerta, pero muy pronto se sintió privada de sus movimientos.
Grito, no le importaba que se le fuera la voz, grito la más fuerte que pudo, pero nadie venia a rescatarla ¿por qué? Se preguntaba al sentir las risas de los hombres a sus espaldas mientras ella era arrastrada hasta la segunda habitación, su cólera comenzó a subir, murmuraba bajo maldiciones mientras pataleaba en los brazos de aquellos hombres.-Malditos Déjenme ir- gruñía sacudiéndose sin ningún resultado favorable.
-Jefe!- escucho a uno de ellos, se quedo en silencio mordiéndose su labio inferior con desesperación- Aquí la hembra quería escapar – concluyo dejando salir de sus bocas, todos, todos comenzaron a reírse, aquella risa, para la bruja era como campañas fúnebres, se sentía frustrada, enojada y con miedo. Alzo la mirada para encontrarse con aun el joven malherido, pero que ocultaba bien su dolor, uno de sus compañeros le alzando un sillón lujoso que tenia la joven para leer o estudiar en algunos casos. Sintió la mirada del hombre ahora sentado que iba de abajo hacia arriba, en aquel momento levanto su mentón y como toda una dama de la alta sociedad ergio su espalda manteniendo la postura y su orgullo en todo momento, se podía ver la rabia del hombre por mostrarse débil ante ella, eso le daba algo de diversión, pero prefería mantenerse callada a este punto. Un desliz, un pequeño golpe en sus rodillas y estaba en el piso arrodillándose ante alguien que ni siquiera era un Barón, dejo salir un gruñido desviando la mirada a otro lugar para luego levantarla con una mirada neutral, sintió como le sujetaban el mentón, y dejo salir con toda claridad un gesto de disgusto ante aquello, el aliento del hombre, lo podía olor con mucha claridad, estaba en su cuello y eso la hacía estremecerse, cuando sintió la punta de la lengua pasar por su pálido cuello retrocedió rápidamente, pero rápidamente la había sujetado con las manos del borde de su vestido evitando que callera de bruces al piso, sus ojos estaban cerrados fuertemente, mientras con sus frágiles manos empujaba el cuerpo del asiático tratando de alejársela de él, pero no, no lo lograba, sus hombros estaban desnudos-DEJAME!- grito con su voz quebradiza, las frías manos del hombre la sujetaron encontrándose al frente de aquellos ojos café.
Su cuerpo fue tirado como si nada al piso, ella cayo apoyándose con sus manos que tocaban el piso, como si nada se levanto, por el rabillo del ojo podía ver a los hombres listos para cualquier movimiento de ella.-No lo entiendes…- murmuro entre dientes mientras sus manos sujetaban la falda de su vestido azul al verse con tanta impotencia-Mi padre!- Grito con sus ojos vidriosos-Mi padre!- volvió a decir como si no pudiera formular una oración-Necesito verlo… necesita mi ayuda… quédese todo lo que quiera… a mi no me necesita- le dio la espalda dispuesta a irse, pero uno de ellos saco una navaja para intimidarla, dejo salir una risilla al ver aquella arma blanca-¿es en serio?- pregunto riendo más alto. Con autoridad le miro a los ojos y muy pronto la navaja en manos del mismo hombre fue a parar a su cuello-Quítate de mi vista bastardo- sentencio dejándolo libre de sus poderes, no era para intimidarlos pero realmente deseaba matarlos a todos en ese momento, aun así, sabía que no podría, tal vez uno por uno, pero juntos no, tal vez si hubiera algún ambiente fácil para ella, pero en aquel lugar estaba indefensa, solo le quedaba negociar o escapar, pero con tantos hombres en aquel lugar no lo creería posible.
-por cierto…- murmuro dando media vuelta para volver a encontrarse con aquellos ojos cafés-Veo adecuado el momento de resistirme y de luchar por mi libertad, Señor- hizo una reverencia en forma de burla sujetando delicadamente su vestido-Si mi padre muere- sentencio-Usted, Usted será el culpable y lo matare, no con simples engaños, si no con mis propias manos… así que déjeme ir- debía aceptar algo, era mala para negociar, era muy consentida y siempre había obtenido lo que deseaba, así que no sabía las bases de los negocios.
Parecía que se había tranquilizado, les mostro la habitación en donde podrían mantenerlo hasta que se recuperaba por completo, ella misma quedo sentada en una silla a su lado mientras los demás se encontraban murmurando en la segunda habitación. Toco su frente buscando fiebre pero no, no la había, por suerte no había infección en su cuerpo. Se levanto de la silla dejándolo arropado para retirarse a la tienda como tal, los hombres instintivamente le siguieron, al menos uno estaba vigilándola mientras los otros descansaban de sus heridas, se apoyo en el umbral de la puerta abrazándose a sí misma mientras las velas iluminaban débilmente el lugar, sus ojos chocaron con la cesta, eso hizo que su corazón volcara en su pecho.-Padre- murmuro angustiada. Dio un salto estirando su mano para poder agarrar la cesta y salir a la puerta, pero muy pronto se sintió privada de sus movimientos.
Grito, no le importaba que se le fuera la voz, grito la más fuerte que pudo, pero nadie venia a rescatarla ¿por qué? Se preguntaba al sentir las risas de los hombres a sus espaldas mientras ella era arrastrada hasta la segunda habitación, su cólera comenzó a subir, murmuraba bajo maldiciones mientras pataleaba en los brazos de aquellos hombres.-Malditos Déjenme ir- gruñía sacudiéndose sin ningún resultado favorable.
-Jefe!- escucho a uno de ellos, se quedo en silencio mordiéndose su labio inferior con desesperación- Aquí la hembra quería escapar – concluyo dejando salir de sus bocas, todos, todos comenzaron a reírse, aquella risa, para la bruja era como campañas fúnebres, se sentía frustrada, enojada y con miedo. Alzo la mirada para encontrarse con aun el joven malherido, pero que ocultaba bien su dolor, uno de sus compañeros le alzando un sillón lujoso que tenia la joven para leer o estudiar en algunos casos. Sintió la mirada del hombre ahora sentado que iba de abajo hacia arriba, en aquel momento levanto su mentón y como toda una dama de la alta sociedad ergio su espalda manteniendo la postura y su orgullo en todo momento, se podía ver la rabia del hombre por mostrarse débil ante ella, eso le daba algo de diversión, pero prefería mantenerse callada a este punto. Un desliz, un pequeño golpe en sus rodillas y estaba en el piso arrodillándose ante alguien que ni siquiera era un Barón, dejo salir un gruñido desviando la mirada a otro lugar para luego levantarla con una mirada neutral, sintió como le sujetaban el mentón, y dejo salir con toda claridad un gesto de disgusto ante aquello, el aliento del hombre, lo podía olor con mucha claridad, estaba en su cuello y eso la hacía estremecerse, cuando sintió la punta de la lengua pasar por su pálido cuello retrocedió rápidamente, pero rápidamente la había sujetado con las manos del borde de su vestido evitando que callera de bruces al piso, sus ojos estaban cerrados fuertemente, mientras con sus frágiles manos empujaba el cuerpo del asiático tratando de alejársela de él, pero no, no lo lograba, sus hombros estaban desnudos-DEJAME!- grito con su voz quebradiza, las frías manos del hombre la sujetaron encontrándose al frente de aquellos ojos café.
Su cuerpo fue tirado como si nada al piso, ella cayo apoyándose con sus manos que tocaban el piso, como si nada se levanto, por el rabillo del ojo podía ver a los hombres listos para cualquier movimiento de ella.-No lo entiendes…- murmuro entre dientes mientras sus manos sujetaban la falda de su vestido azul al verse con tanta impotencia-Mi padre!- Grito con sus ojos vidriosos-Mi padre!- volvió a decir como si no pudiera formular una oración-Necesito verlo… necesita mi ayuda… quédese todo lo que quiera… a mi no me necesita- le dio la espalda dispuesta a irse, pero uno de ellos saco una navaja para intimidarla, dejo salir una risilla al ver aquella arma blanca-¿es en serio?- pregunto riendo más alto. Con autoridad le miro a los ojos y muy pronto la navaja en manos del mismo hombre fue a parar a su cuello-Quítate de mi vista bastardo- sentencio dejándolo libre de sus poderes, no era para intimidarlos pero realmente deseaba matarlos a todos en ese momento, aun así, sabía que no podría, tal vez uno por uno, pero juntos no, tal vez si hubiera algún ambiente fácil para ella, pero en aquel lugar estaba indefensa, solo le quedaba negociar o escapar, pero con tantos hombres en aquel lugar no lo creería posible.
-por cierto…- murmuro dando media vuelta para volver a encontrarse con aquellos ojos cafés-Veo adecuado el momento de resistirme y de luchar por mi libertad, Señor- hizo una reverencia en forma de burla sujetando delicadamente su vestido-Si mi padre muere- sentencio-Usted, Usted será el culpable y lo matare, no con simples engaños, si no con mis propias manos… así que déjeme ir- debía aceptar algo, era mala para negociar, era muy consentida y siempre había obtenido lo que deseaba, así que no sabía las bases de los negocios.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
No la miraba mientras escuchaba cada palabra que salía de aquella boca. Su padre, pero ¿Quién había dejado vivir a su padre? No fue por su culpa, tan solo le dijo a su padre que tuviera cuidado, pero por un capricho de poder sobre los mares, de un cañonazo una de las vigas del navío se desarmo cayendo sobre su padre. Él lo vio todo, como aquella mujer de cabellos dorados le hablaba en sus últimos momentos de vida, la segunda mano de su padre miraba la escena delante del pequeño Teng. Este se dio cuenta de la presencia del enano, lo encerró en una sala que andaba en plena construcción y con ello fue escondido hasta que todo hubiera terminado.
Para su suerte, al ser un lugar en plena construcción, había reservas de comida, ropa y algunos otros condimentos. Ahora estaba sentado en un sillón bastante elegante, miraba al suelo mientras terminaba de escuchar los berrinches de la chica, miró a uno de sus tripulantes-¡C’mere, mi belleza!-rio mirando a los tripulantes con aquella sonrisa socarrona que amplio de lado a lado hasta parar en los ojos asustados de la chica que lo miraban con cierta piedad-¡Yo! ¡No hay tiempo para rechistar!-le señalo furtivamente con el índice mientras dos de sus camaradas le agarraban de los hombros del vestido y volvían a ponerla frente a frente a él. Uno de ellos puso mucha fuerza y por poco la desnuda en frente de su capitán, este no prestó atención a tal accidente, pues se quedo mirando aquellos ojos cafés.
-Oi...Lo que le suceda a tu sabueso no es asunto nuestro...-La miro por un instante y en ese rostro suave deposito una rápida bofetada que la hizo mirar hacia un lado, le cogió del mentón de nuevo e hizo que su mirada estuviera clavada en su rostro-...Oh, Vaya....pena me das...que hayas tenido que caer en mis redes para no poder salir de ellas....-rió en alto junto con toda la tripulación que andaba cerca de él. Al parecer, vio algo de resistencia en ella, pero le cogió de aquellos finos hombros que tenia la chica y entonces la puso de espaldas a él, subiéndola sobre su regazo y metiendo sus piernas entre las de ella para abrírselas y tenerla en una posición bastante sugerente y a pesar de que sus fuerzas iban volviendo a él con el paso de los minutos, pudo gustosamente poner una mano en el muslo de la chica e ir levantando su falda poco a poco, dejándolo hasta media pierna mientras que con la otra mano le volvía a bajar el hombro del vestido, dejándolo descubierto y listo para comenzar a acariciarlo que después fue la mano hasta cogerla del cuello-... no con simples engaños, si no con mis propias manos…puedo hacer que este delicado cuello sea retorcido y que algo tan...-la mano que andaba en el muslo ya iba por casi dentro de su muslo derecho, pero se paró hasta quedar en un lugar meramente que era el principio de un escondite-...Bello pueda extinguirse en un segundo....-Intento entonces llevar la mano de su cuello hasta su vientre y con la otra mano en diagonal hasta abrazarla en un abrazo contra su pecho, haciendo que ambas respiraciones se entrecortasen entre uno y otro.
Ahí, en ese momento que ella cerró los ojos, le enguantaron la mano con lo que él llamaba, la trampa, la veía, sonrió malvado al ver el rubor de las mejillas de la chica mientras y en cuanto su mano se acerco a su boca, este la sujeto con fuerza en un abrazo fuerte pues parecía querer pelear y con la mano en su boca esperó hasta que estuviera dormida. En un abrazo la mantuvo, alejo su mano de los labios de aquella chica y la sentó sobre su regazo de una manera más adecuada, con las piernas a un lado, la acuno en sus brazos, la veía indefensa en sus brazos y suspirando profundamente, pidió a dos hombres que la sujetaran-...Sera nuestra rehén...si ese viejo de D’Lemoine cree que es el novamas para burlarse de la piratería, a ver qué piensa cuando su hija este....-agarro un puñal de la cadera de uno de los grumetes y el moño que tenia hecho Aitziber, lo amarro bien de arriba y sin pudor alguno lo cortó a ras.
-¡Señor! ¿Qué ha hecho?-Increíble, no soportaba que le preguntara cuando hacia algo correcto por ellos, aquel que pregunto enseguida quedo muerto en el suelo tras haberle lanzado el puñal a modo de dardo sobre la diana. El brazo en alto. El que había sido el empiece de acabar con ese imprudente, las caras detonaban terror hacia el capitán, los mechones del pelo de la chica yacían en el suelo, desparramados desordenados-¿alguna objeción más?-A todo esto, miro a la chica, bella y en silencio. Así, si que le gustaba. Era hora de irse de aquel lugar, tendrían tiempo para discutir en cuanto se despertase, pero en cuanto intento cogerla en brazos, el pinchazo de aquel veneno alejándose de su cuerpo le hizo encogerse.
Frunció el ceño, jadeo varias veces, miró al cuerpo de la chica que aun era una muñeca que no hablaba, pero enseguida, una lágrima le alerto de que podría estar volviendo en sí. Tragó saliva y enseguida se le ocurrió lo siguiente. Del lazo negro del cual termino para usar como pañuelo para la cabeza, vendo los ojos a la chica con suma lentitud, anudándolo con fuerza y poder así mandar a uno de sus hombres que la cogiera con cuidado en brazos. Al suelo miraba detenidamente, el pelo inservible de la joven, el cadáver que yacía con el puñal en sus tripas y embadurnado de sangre que se iba extendiendo poco a poco por la estancia. Puso una mano sobre su cara y resoplo larga y tendidamente para después exhalar un suspiro mirando a una fotografía familiar. Era ella, era de ellos de quien se burlaría ahora.
-¡Jefe!-Dijo uno de los camaradas. Era hora de irse. Se tapo con lo poco de la camisa que tenia y uno de los grumetes le tapo con un gran fular oriental. Hacia frio afuera, tenía que levantarse. Con lentitud se fue incorporando de aquel sillón, pero por mucho que le pesase, tenía que ir apoyado en uno de los más bajitos grumetes de la tripulación. Un poco más y ya estarían cerca de casa. Cerca del mar.
Para su suerte, al ser un lugar en plena construcción, había reservas de comida, ropa y algunos otros condimentos. Ahora estaba sentado en un sillón bastante elegante, miraba al suelo mientras terminaba de escuchar los berrinches de la chica, miró a uno de sus tripulantes-¡C’mere, mi belleza!-rio mirando a los tripulantes con aquella sonrisa socarrona que amplio de lado a lado hasta parar en los ojos asustados de la chica que lo miraban con cierta piedad-¡Yo! ¡No hay tiempo para rechistar!-le señalo furtivamente con el índice mientras dos de sus camaradas le agarraban de los hombros del vestido y volvían a ponerla frente a frente a él. Uno de ellos puso mucha fuerza y por poco la desnuda en frente de su capitán, este no prestó atención a tal accidente, pues se quedo mirando aquellos ojos cafés.
-Oi...Lo que le suceda a tu sabueso no es asunto nuestro...-La miro por un instante y en ese rostro suave deposito una rápida bofetada que la hizo mirar hacia un lado, le cogió del mentón de nuevo e hizo que su mirada estuviera clavada en su rostro-...Oh, Vaya....pena me das...que hayas tenido que caer en mis redes para no poder salir de ellas....-rió en alto junto con toda la tripulación que andaba cerca de él. Al parecer, vio algo de resistencia en ella, pero le cogió de aquellos finos hombros que tenia la chica y entonces la puso de espaldas a él, subiéndola sobre su regazo y metiendo sus piernas entre las de ella para abrírselas y tenerla en una posición bastante sugerente y a pesar de que sus fuerzas iban volviendo a él con el paso de los minutos, pudo gustosamente poner una mano en el muslo de la chica e ir levantando su falda poco a poco, dejándolo hasta media pierna mientras que con la otra mano le volvía a bajar el hombro del vestido, dejándolo descubierto y listo para comenzar a acariciarlo que después fue la mano hasta cogerla del cuello-... no con simples engaños, si no con mis propias manos…puedo hacer que este delicado cuello sea retorcido y que algo tan...-la mano que andaba en el muslo ya iba por casi dentro de su muslo derecho, pero se paró hasta quedar en un lugar meramente que era el principio de un escondite-...Bello pueda extinguirse en un segundo....-Intento entonces llevar la mano de su cuello hasta su vientre y con la otra mano en diagonal hasta abrazarla en un abrazo contra su pecho, haciendo que ambas respiraciones se entrecortasen entre uno y otro.
Ahí, en ese momento que ella cerró los ojos, le enguantaron la mano con lo que él llamaba, la trampa, la veía, sonrió malvado al ver el rubor de las mejillas de la chica mientras y en cuanto su mano se acerco a su boca, este la sujeto con fuerza en un abrazo fuerte pues parecía querer pelear y con la mano en su boca esperó hasta que estuviera dormida. En un abrazo la mantuvo, alejo su mano de los labios de aquella chica y la sentó sobre su regazo de una manera más adecuada, con las piernas a un lado, la acuno en sus brazos, la veía indefensa en sus brazos y suspirando profundamente, pidió a dos hombres que la sujetaran-...Sera nuestra rehén...si ese viejo de D’Lemoine cree que es el novamas para burlarse de la piratería, a ver qué piensa cuando su hija este....-agarro un puñal de la cadera de uno de los grumetes y el moño que tenia hecho Aitziber, lo amarro bien de arriba y sin pudor alguno lo cortó a ras.
-¡Señor! ¿Qué ha hecho?-Increíble, no soportaba que le preguntara cuando hacia algo correcto por ellos, aquel que pregunto enseguida quedo muerto en el suelo tras haberle lanzado el puñal a modo de dardo sobre la diana. El brazo en alto. El que había sido el empiece de acabar con ese imprudente, las caras detonaban terror hacia el capitán, los mechones del pelo de la chica yacían en el suelo, desparramados desordenados-¿alguna objeción más?-A todo esto, miro a la chica, bella y en silencio. Así, si que le gustaba. Era hora de irse de aquel lugar, tendrían tiempo para discutir en cuanto se despertase, pero en cuanto intento cogerla en brazos, el pinchazo de aquel veneno alejándose de su cuerpo le hizo encogerse.
Frunció el ceño, jadeo varias veces, miró al cuerpo de la chica que aun era una muñeca que no hablaba, pero enseguida, una lágrima le alerto de que podría estar volviendo en sí. Tragó saliva y enseguida se le ocurrió lo siguiente. Del lazo negro del cual termino para usar como pañuelo para la cabeza, vendo los ojos a la chica con suma lentitud, anudándolo con fuerza y poder así mandar a uno de sus hombres que la cogiera con cuidado en brazos. Al suelo miraba detenidamente, el pelo inservible de la joven, el cadáver que yacía con el puñal en sus tripas y embadurnado de sangre que se iba extendiendo poco a poco por la estancia. Puso una mano sobre su cara y resoplo larga y tendidamente para después exhalar un suspiro mirando a una fotografía familiar. Era ella, era de ellos de quien se burlaría ahora.
-¡Jefe!-Dijo uno de los camaradas. Era hora de irse. Se tapo con lo poco de la camisa que tenia y uno de los grumetes le tapo con un gran fular oriental. Hacia frio afuera, tenía que levantarse. Con lentitud se fue incorporando de aquel sillón, pero por mucho que le pesase, tenía que ir apoyado en uno de los más bajitos grumetes de la tripulación. Un poco más y ya estarían cerca de casa. Cerca del mar.
Última edición por Teng Jin-Ho Zhen el Sáb Mayo 05, 2012 4:17 pm, editado 1 vez
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
No era bueno, nada de eso era bueno, le miro sentando como si nada en aquel hombre que ni parecía estar poniéndole cuidado, dejo salir un bufido mientras se daba media vuelta para alejarse de el, pero antes de poder hacerlo dos grandes hombres la arrastraron hasta donde estaba el, dejo salir un grito al sentirse sujetada bruscamente, sintió como su vestido se deslizaba por su cuerpo, con sus dos manos sujeto los hombros mirándolo con resabio, pero antes de poder darle una patada en su entre pierna, los ojos del hombre se habían posado en los de ella y comenzado a hablar, estaba a punto de revirar a lo que había dicho, pero sintió algo fuerte en su mejilla, tan fuerte que su rostro fue llevado hacia otro lado, sentía como su mejilla ardía, dejo salir una exclamación ahogada mientras se llevaba su mano a su mejilla roja, sintió como era forzada a verlo de nuevo, sus ojos se humedecieron, pero trataba de no llorar, se mordía los labios apenas podía creer que había salvado alguien como él, se sentía desafortunada por hacer lo correcto, las risas que aparecían en su mente, cerro sus ojos fuertemente, mientras algunas lagrimas caían por su mejilla, sacudió su cabeza bruscamente, su cuerpo comenzó a forcejar con los hombres que la tenían, era de manera instintiva que lo hizo, pero vio como la soltaban, dejo salir un suspiro de alivio que fue cortado al sentir las manos del hombre en sus hombros, su cuerpo dio media vuelta cuando él lo quiso, dejándola ante los ojos de los tripulantes, de un solo salto la había sentado en sus piernas , ella mantenía los ojos cerrados, con sus labios medio fruncidos, tratando de abandonar aquel cuerpo para que todo pasara a otro plano.
A sus oídos llegaban aquellas risas, estaba comenzando a hastiarse de todo aquello, pero ¿Cómo podría salir? Como el mismo había dicho, estaba en sus garras y no tenía ni una oportunidad de salir, sin poder decir no, sus piernas se abrieron al sentir la pierna del hombre interponiéndose entre ellas, de manera atrevida la mano de aquel hombre comenzaba a subir la falda de la bruja, deslizando su mano por el muslo, hasta subir mas y mas, se sentía humillada, simplemente cerraba los ojos tratando de no gritar, pues sabía que no sería suficiente para que la ayuda viniera, si gritara su voz se perdería entre los ecos de las cuatro paredes, su voz no pasaría la puerta ni llegaría a los oídos de alguien que pudiera ayudarle. Su otra mano bajaba por el hombro, para también descubrir algo de su piel en esa parte, levanto el mentón al sentir su mano el cuello, dejo salir un gruñido, mientras sentía la mano del hombre amenazando su cuello, también sentía como la mano que estaba en su pierna derecha se adentraba cada vez mas. Un abrazo inesperado le hizo abrir los ojos, sus mejillas se sentían calientes, podía sentir el pecho del otro en su espalda, su pecho hincándose cuando inhalaba y como se desinflaba cuando exhalaba, cerró los ojos de manera rápida, sintió una suave tela recorrer sus mejillas hasta tocar sus labios, se quedo quieta por unos segundos sin saber lo que era, pero pronto sintió una opresión en su rostro. ¿Qué rayos sucedía? El abrazo se volvió más fuerte, ella quería alejar eso de su rostro, abrió los ojos y con sus manos rasguñaba el dorso de la mano del hombre, pero este la sujetaba mas fuerte, algo tenia aquel pañuelo, sus ojos se volvieron pesados, sus manos perdían fuerzas, su cuerpo se rendía, su cuerpo se agito todo, su respiración se acelero además de que su corazón daba un vuelto en su pecho.
Su visión se fue nublando hasta quedar a oscuras, no oía nada, se sentía como si estuviera durmiendo, ahora se podía manejar mucho mejor, sus brazos cayeron y su cuerpo se relajo, algunos ruidos comenzaban a llegar a su mente, y pronto los movimientos de su cuerpo se notaba mas, pero se sentía pesada, y pronto cayó en un sueño sin saber lo que estaba pasando en su mundo
[….]
ya habían pasado varias horas y la joven Aitziber nada que aparecía, su padre había sido tratado de sus heridas por un doctor que llego rápidamente, nadie sabia porque tenía un corte de espada en su abdomen, pero por suerte solamente era superficial, su yerno, el esposo de su hija mayor estaba con él en el momento del ataque, varios hombres rodearon su carruaje buscando la cabeza del mayor Wilson Lemoine o eso parecía.
Su padre comenzó a sentir una punzada en el corazón, algo andaba mal, lo presentía, su hija menor ya hubiera corrido a saber su estado, pero no la veía por ningún lado.
-algo paso…- murmuro con sus manos temblando en la cama –Tengo que verla!!- exclamo de repente mientras intentaba levantarse, obligando a volver a su sitio.
Rápidamente había mandado a tres sirvientes con su yerno, quien parecía también preocupado por el estado de Aitziber, cuando llegaron al lugar, uno de los sirvientes vio la puerta abierta, rápidamente se alistaron hasta llegar a la segunda habitación y encontrar el cuerpo frio de un hombre y cabellos negros regados cerca de un sillón… La Hija menor de los D’ Lemoine había sido secuestrada.
[….]
Había caído de bruces en algo duro, parecía madera, tenía los ojos vendados, algo que le impedía, ver, pero el ruido de las ruedas y el movimiento que hacia esta le podrían decir que no estaba cerca de casa, parecía una carreta o algo parecido, trato de mover sus manos, ya sabía que estaba despierta y con sus cinco, bueno cuatro sentidos alertas, trato de mover sus manos, simplemente para acomodarse, pero se encontró con algo que opresaba sus manos y no le dejaba moverse, pronto también se dio cuenta que sus pies lo estaban, se sentía simplemente horrible sentirse opresado por algo así.
-¿Qué sucede?- pregunto con su voz temblorosa sin saber en qué dirección mirar giraba su rostro al sentir el leve sonido, o alguna respiración, muy pronto pudo sentir una risa a lo lejos y su sangre hirvió rápidamente-Acaso me veo graciosa?- gruño moviendo sus manos que al parecer se deslizaban entre las cuerdas, se quedo en silencio al sentir aquello-Eh mejor de callarme- murmuro acercando sus pies a su pecho, pero un salto repentino de la carreta le hizo caer hacia un lado, topándose con paja en su rostro, movió su rostro tratando de quitar su rostro de la paja, pero simplemente no podía con aquellos amares que tenia
A sus oídos llegaban aquellas risas, estaba comenzando a hastiarse de todo aquello, pero ¿Cómo podría salir? Como el mismo había dicho, estaba en sus garras y no tenía ni una oportunidad de salir, sin poder decir no, sus piernas se abrieron al sentir la pierna del hombre interponiéndose entre ellas, de manera atrevida la mano de aquel hombre comenzaba a subir la falda de la bruja, deslizando su mano por el muslo, hasta subir mas y mas, se sentía humillada, simplemente cerraba los ojos tratando de no gritar, pues sabía que no sería suficiente para que la ayuda viniera, si gritara su voz se perdería entre los ecos de las cuatro paredes, su voz no pasaría la puerta ni llegaría a los oídos de alguien que pudiera ayudarle. Su otra mano bajaba por el hombro, para también descubrir algo de su piel en esa parte, levanto el mentón al sentir su mano el cuello, dejo salir un gruñido, mientras sentía la mano del hombre amenazando su cuello, también sentía como la mano que estaba en su pierna derecha se adentraba cada vez mas. Un abrazo inesperado le hizo abrir los ojos, sus mejillas se sentían calientes, podía sentir el pecho del otro en su espalda, su pecho hincándose cuando inhalaba y como se desinflaba cuando exhalaba, cerró los ojos de manera rápida, sintió una suave tela recorrer sus mejillas hasta tocar sus labios, se quedo quieta por unos segundos sin saber lo que era, pero pronto sintió una opresión en su rostro. ¿Qué rayos sucedía? El abrazo se volvió más fuerte, ella quería alejar eso de su rostro, abrió los ojos y con sus manos rasguñaba el dorso de la mano del hombre, pero este la sujetaba mas fuerte, algo tenia aquel pañuelo, sus ojos se volvieron pesados, sus manos perdían fuerzas, su cuerpo se rendía, su cuerpo se agito todo, su respiración se acelero además de que su corazón daba un vuelto en su pecho.
Su visión se fue nublando hasta quedar a oscuras, no oía nada, se sentía como si estuviera durmiendo, ahora se podía manejar mucho mejor, sus brazos cayeron y su cuerpo se relajo, algunos ruidos comenzaban a llegar a su mente, y pronto los movimientos de su cuerpo se notaba mas, pero se sentía pesada, y pronto cayó en un sueño sin saber lo que estaba pasando en su mundo
[….]
ya habían pasado varias horas y la joven Aitziber nada que aparecía, su padre había sido tratado de sus heridas por un doctor que llego rápidamente, nadie sabia porque tenía un corte de espada en su abdomen, pero por suerte solamente era superficial, su yerno, el esposo de su hija mayor estaba con él en el momento del ataque, varios hombres rodearon su carruaje buscando la cabeza del mayor Wilson Lemoine o eso parecía.
Su padre comenzó a sentir una punzada en el corazón, algo andaba mal, lo presentía, su hija menor ya hubiera corrido a saber su estado, pero no la veía por ningún lado.
-algo paso…- murmuro con sus manos temblando en la cama –Tengo que verla!!- exclamo de repente mientras intentaba levantarse, obligando a volver a su sitio.
Rápidamente había mandado a tres sirvientes con su yerno, quien parecía también preocupado por el estado de Aitziber, cuando llegaron al lugar, uno de los sirvientes vio la puerta abierta, rápidamente se alistaron hasta llegar a la segunda habitación y encontrar el cuerpo frio de un hombre y cabellos negros regados cerca de un sillón… La Hija menor de los D’ Lemoine había sido secuestrada.
[….]
Había caído de bruces en algo duro, parecía madera, tenía los ojos vendados, algo que le impedía, ver, pero el ruido de las ruedas y el movimiento que hacia esta le podrían decir que no estaba cerca de casa, parecía una carreta o algo parecido, trato de mover sus manos, ya sabía que estaba despierta y con sus cinco, bueno cuatro sentidos alertas, trato de mover sus manos, simplemente para acomodarse, pero se encontró con algo que opresaba sus manos y no le dejaba moverse, pronto también se dio cuenta que sus pies lo estaban, se sentía simplemente horrible sentirse opresado por algo así.
-¿Qué sucede?- pregunto con su voz temblorosa sin saber en qué dirección mirar giraba su rostro al sentir el leve sonido, o alguna respiración, muy pronto pudo sentir una risa a lo lejos y su sangre hirvió rápidamente-Acaso me veo graciosa?- gruño moviendo sus manos que al parecer se deslizaban entre las cuerdas, se quedo en silencio al sentir aquello-Eh mejor de callarme- murmuro acercando sus pies a su pecho, pero un salto repentino de la carreta le hizo caer hacia un lado, topándose con paja en su rostro, movió su rostro tratando de quitar su rostro de la paja, pero simplemente no podía con aquellos amares que tenia
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Para ellos ahora era un logro tener un gran premio entre ellos para poder finalmente limpiar su nombre, en nombre de la hermandad del pirata y el de la tripulación por haber recibido el nombre de aquella estúpida familia que y de aquel hombre de aspecto mayor que osó lanzarse contra Teng sin arma alguna. Bravo, pensó por el hombre, pero algo que le extraño fue esa cara de sorpresa que puso en lugar una brava y valiente, como si hubiera sorprendido por detrás pero igualmente decidido a enfrentarse contra él. Fue benévolo en aquel instante, pues tuvo una idea mejor para aquella familia.
Para entonces, el siempre investigaba durante una semana a varias familias que podría servir para sus malévolos planes de secuestro y robo, pero la que saliera era a la que más le podría sacar más partido, aquella saqueaba sin piedad en el alma y sin dejar apenas a nadie con vida, pero en aquella fiesta en la que se metieron como invitados de la fiesta enmascarada, todo, enseguida, no supo quién dio el chivatazo de que varias personas se metieron en la fiesta a escondidas, el no hizo caso omiso, se mantuvo actuando como si fuera uno más de la fiesta, pero en cuanto uno de los invitados se acerco para apresarlo por los hombros de sorpresa, este supuso que la verdadera fiesta debería de comenzar. Se dejo llevar hasta arriba y a mitad de la escalera uso parte de su fuerza para salirse con la suya y hacer una llave de judo hacia delante para quitarse de en medio al cretino que aun le sostenía por los hombros. Vio a una mujer gritar que estaba al lado de un hombre mayor. Supuso que era la hija y que había tirado al yerno por las escaleras, genial, le encantaba esa situación.
Y con el traspaso de la noche, hubo algún que otro herido, gente excitada por pelear en aquella fiesta con temidos piratas, algunos huyeron cobardes perseguidos por mas piratas, lo que no supo fue si hubo alguna violación necesaria, pero en cuanto volvieran al navío, los reuniría a todos en esa sala a que todos les gustaba tanto estar. Supuso que su nueva invitada no le importaría estar en los calabozos por unos momentos mientras estos se reunían, pero en cuanto seguía mirándola desde el otro extremo de la carreta, ella alrededor de varios bloques de heno se movía inquieta, la escucho atento y soltó aquella risa socarrona que tanto solían escuchar sus súbditos en cuanto quería jugar con alguien y no en aquel modo tan “infantil” que las niñas como ella solían jugar a veces. Porque el premio que habían conseguido de la tienda, era una niña mayor con un cuerpo pequeño, pero con una delantera un poco aceptable. Para su gusto aquella chica estaba bastante plana, pero quizás fuese su imaginación y pudiera ser que el vestido no le estuviera dejando ver demasiado.
Rio sarcásticamente, sonrió travieso viendo que la chica seguía removiéndose e intentaba quitarse las cuerdas que le rodeaban las manos, sus ojos vendados estaban bien así hasta que llegasen hasta el navío. No le permitiría ver nada del trayecto por el que iba, aunque miro con la cabeza a uno de sus súbditos, al contramaestre que les acompaño en esta aventura que comenzaba a ser algo divertida para él, le señalo con la cabeza a la chica, y enseguida este se levanto de donde estaba del lado de Teng para ir con cuidado hasta la chica y cogerla de los pelos y levantarla un poco para que anduviese y se moviera rápido hacia Teng, pero esta parecía querer guerra, se resistía y tuvo que cogerla de la nalga para moverla fácilmente y sentarla como a su capitán le gustaba que sentara a sus víctimas o a aquellas bellas sirenas de la isla de Tortuga con la que solía jugar a veces, pero tan solo para excitarle sexualmente pero no llegar a algún toque carnal ya que después de jugar un poco con ellas, las decapitaba y como lo hacía a menudo, llego a cambiar de costumbres en la cama.
Teng se apoyaba contra la madera de la carreta, mirando como estaba la chica sobre sus caderas. Una D’ Lemoine en su poder para observarla y jugar con ella cuando quisiese. Quería ver de qué madera estaba hecha aquella chica, le agarro de las caderas y la acerco aun mas sobre sus caderas, encima casi de su entrepierna, le acariciaba con las manos las piernas que andaban a cada lado de Teng mientras este la miraba con seriedad observándola con cuidado.
-Bien niña...-Su voz ronca y masculina salía con lentitud de su boca-...fíjate, hasta pareces mayor y todo justo sobre mis caderas...-puso una mano para acariciarle con burla su mejilla pero el rechazo de esta en cuanto acerco su mano, le hizo mucha más gracia-...¿por qué?-Rió casi en una carcajada uniéndose los demás hombres que andaban en la carreta, divertidos y a la vez vigilando de que nada ni nadie los encontraran en su medio de escape, pero aquellos pensamientos se alejaron en cuanto vio atravesar una daga a través de la tela gruesa y que iba en dirección a la espalda de la chica, pero con cierta rapidez, la atrapo en un abrazo-¡¡Hiia!!-y pudo darse la vuelta para que el recibiera el cuchillazo mientras protegía sin saber cómo ni porque a la chica que estaba prácticamente inmovilizada.
-¡CAPITÁN!-Grito el contramaestre, los grumetes se unieron a las armas y desmantelaron la capa de tela que los cubría de misteriosas miradas de extraños, pero debieron de seguirles el rastro de algún modo. No supo si él mismo había muerto, pero aun podía ver a la chica entre sus brazos y protegiéndola contra la madera, él tensando la mandíbula y aguantando el frio que sentía de la sangre que poco a poco salía de la daga incrustada en su espalda-¡AAhhgg..!-Gimió de dolor en cuanto notaba más tirones en los tendones de sus músculos, como le tiraban y la herida iba empeorando y por más que quisiera proteger a la chica que al fin y al cabo, sin ella no podrían hacer nada-Malditos....-Susurro para sí mismo refiriéndose a quienes estuvieran ahora persiguiéndoles. Escuchaba como los sables y espadas se estaban batiendo a duelo, él tendría que hacer algo, pero tendría que dejar a la chica sin vigilancia. La cosa estaba empeorando deprisa. Algo tenía que pensar enseguida.
Para entonces, el siempre investigaba durante una semana a varias familias que podría servir para sus malévolos planes de secuestro y robo, pero la que saliera era a la que más le podría sacar más partido, aquella saqueaba sin piedad en el alma y sin dejar apenas a nadie con vida, pero en aquella fiesta en la que se metieron como invitados de la fiesta enmascarada, todo, enseguida, no supo quién dio el chivatazo de que varias personas se metieron en la fiesta a escondidas, el no hizo caso omiso, se mantuvo actuando como si fuera uno más de la fiesta, pero en cuanto uno de los invitados se acerco para apresarlo por los hombros de sorpresa, este supuso que la verdadera fiesta debería de comenzar. Se dejo llevar hasta arriba y a mitad de la escalera uso parte de su fuerza para salirse con la suya y hacer una llave de judo hacia delante para quitarse de en medio al cretino que aun le sostenía por los hombros. Vio a una mujer gritar que estaba al lado de un hombre mayor. Supuso que era la hija y que había tirado al yerno por las escaleras, genial, le encantaba esa situación.
Y con el traspaso de la noche, hubo algún que otro herido, gente excitada por pelear en aquella fiesta con temidos piratas, algunos huyeron cobardes perseguidos por mas piratas, lo que no supo fue si hubo alguna violación necesaria, pero en cuanto volvieran al navío, los reuniría a todos en esa sala a que todos les gustaba tanto estar. Supuso que su nueva invitada no le importaría estar en los calabozos por unos momentos mientras estos se reunían, pero en cuanto seguía mirándola desde el otro extremo de la carreta, ella alrededor de varios bloques de heno se movía inquieta, la escucho atento y soltó aquella risa socarrona que tanto solían escuchar sus súbditos en cuanto quería jugar con alguien y no en aquel modo tan “infantil” que las niñas como ella solían jugar a veces. Porque el premio que habían conseguido de la tienda, era una niña mayor con un cuerpo pequeño, pero con una delantera un poco aceptable. Para su gusto aquella chica estaba bastante plana, pero quizás fuese su imaginación y pudiera ser que el vestido no le estuviera dejando ver demasiado.
Rio sarcásticamente, sonrió travieso viendo que la chica seguía removiéndose e intentaba quitarse las cuerdas que le rodeaban las manos, sus ojos vendados estaban bien así hasta que llegasen hasta el navío. No le permitiría ver nada del trayecto por el que iba, aunque miro con la cabeza a uno de sus súbditos, al contramaestre que les acompaño en esta aventura que comenzaba a ser algo divertida para él, le señalo con la cabeza a la chica, y enseguida este se levanto de donde estaba del lado de Teng para ir con cuidado hasta la chica y cogerla de los pelos y levantarla un poco para que anduviese y se moviera rápido hacia Teng, pero esta parecía querer guerra, se resistía y tuvo que cogerla de la nalga para moverla fácilmente y sentarla como a su capitán le gustaba que sentara a sus víctimas o a aquellas bellas sirenas de la isla de Tortuga con la que solía jugar a veces, pero tan solo para excitarle sexualmente pero no llegar a algún toque carnal ya que después de jugar un poco con ellas, las decapitaba y como lo hacía a menudo, llego a cambiar de costumbres en la cama.
Teng se apoyaba contra la madera de la carreta, mirando como estaba la chica sobre sus caderas. Una D’ Lemoine en su poder para observarla y jugar con ella cuando quisiese. Quería ver de qué madera estaba hecha aquella chica, le agarro de las caderas y la acerco aun mas sobre sus caderas, encima casi de su entrepierna, le acariciaba con las manos las piernas que andaban a cada lado de Teng mientras este la miraba con seriedad observándola con cuidado.
-Bien niña...-Su voz ronca y masculina salía con lentitud de su boca-...fíjate, hasta pareces mayor y todo justo sobre mis caderas...-puso una mano para acariciarle con burla su mejilla pero el rechazo de esta en cuanto acerco su mano, le hizo mucha más gracia-...¿por qué?-Rió casi en una carcajada uniéndose los demás hombres que andaban en la carreta, divertidos y a la vez vigilando de que nada ni nadie los encontraran en su medio de escape, pero aquellos pensamientos se alejaron en cuanto vio atravesar una daga a través de la tela gruesa y que iba en dirección a la espalda de la chica, pero con cierta rapidez, la atrapo en un abrazo-¡¡Hiia!!-y pudo darse la vuelta para que el recibiera el cuchillazo mientras protegía sin saber cómo ni porque a la chica que estaba prácticamente inmovilizada.
-¡CAPITÁN!-Grito el contramaestre, los grumetes se unieron a las armas y desmantelaron la capa de tela que los cubría de misteriosas miradas de extraños, pero debieron de seguirles el rastro de algún modo. No supo si él mismo había muerto, pero aun podía ver a la chica entre sus brazos y protegiéndola contra la madera, él tensando la mandíbula y aguantando el frio que sentía de la sangre que poco a poco salía de la daga incrustada en su espalda-¡AAhhgg..!-Gimió de dolor en cuanto notaba más tirones en los tendones de sus músculos, como le tiraban y la herida iba empeorando y por más que quisiera proteger a la chica que al fin y al cabo, sin ella no podrían hacer nada-Malditos....-Susurro para sí mismo refiriéndose a quienes estuvieran ahora persiguiéndoles. Escuchaba como los sables y espadas se estaban batiendo a duelo, él tendría que hacer algo, pero tendría que dejar a la chica sin vigilancia. La cosa estaba empeorando deprisa. Algo tenía que pensar enseguida.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
No podía describir como se sentía, tal vez confundida y desolada ¿se habían olvidado de ella? Ya debían haber venido a rescatarla, aquella desesperación de no saber si podría salir de esa situación la llenaba de miedo, un miedo frio que recorría su cuerpo, sentía el heno entrar en su boca, con la lengua trataba de sacarlo pero era inútil, en aquello sintió como sus cabellos eran jalados hacia arriba –Ahg… Bastardo duele- se quejo mientras sentía como obligaban a levantarse y dar unos pasos hacia una dirección que no entendía, sintió miedo, y oponiéndose a todo lo que quería retrocedió hasta sentir el cuerpo del hombre detrás de su espalda quien le seguía insistiendo que siguiera adelante. Un grito salió de su garganta al sentir como era levantada por sus glúteos y sentarle en las piernas de algún hombre, con la cabeza baja se mantuvo quieta y con sus piernas unidas, pero pronto fueron separadas y ella acomodada entre las caderas del hombre sintiendo un roce entre ellos que le parecía atemorizante, aun mas cuando las manos del hombre comenzaron a tocarla por las piernas.
Su pobre corazón comenzó a acelerarse cada vez mas y su cuerpo temblaba mientras trataba de no gritar o hacer algún escándalo, pronto escucho la voz de aquel hombre que era culpable de toda su tragedia… y la cólera comenzó, estaba siendo tocada por aquel hombre, aquel bastardo… parecía que le divertía el sentimiento de rechazo que tenia ella sobre el.-¿por qué?- rio sarcástica por unos segundos, hasta que sintió que algo andaba mal. No le gustaba aquel lugar, es decir, algo andaba mal, no le gustaba aquella posición en ese momento.
Se movió agresivamente pero las manos del hombre la sujetaban-Suéltame… No- grito mientras trataba de separarse de él. Pero pronto sintió como su cuerpo era abrazado por el del contrario, se quedo quieta sin saber bien lo que sucedía pues tenía las vendas en los ojos, solamente sentía el peso del hombre en su cuerpo, escucho ruidos y alaridos, además de otros ruidos que no le gustaban, sacudo su cabeza mientras un gemido de dolor le llamo la atención.
-Ahh…- exclamo al sentir algo frio tocar su cuerpo-Me manchas de sangre quítate de encima- con su ruido pronto los hombres que habían atacado la carreta se acercaron a ellos. Ella se había podido retirar un poco de su brazo protector, así que lo único que tuvieron que hacer fue sujetarla para jalarla y sacarlas de sus brazos, uno de ellos quedo peleando mientras el otro la cargaba en brazos como si fuera su príncipe azul que la rescataba del malvado hechicero. El hombre la llevo a un caballo mientras los combates seguían, con delicadeza le quito las sogas y la venda de los ojos y dejo que se sujetara de las riendas del caballo mientras él se montaba con ella para huir hacia un lugar en específico.
-Muy pronto estará con su familia, señorita- había dicho el hombre mientras le dejaba ir con otros guardias y él se quedaba aun a combatir, tal vez no quería presenciar el verdadero horror que le esperaba a la chica. Con unas señales entre ellos mismo esperaron un tiempo prudente para luego salir huyendo en otra dirección.
Aitziber se sentía algo desorientada y un poco confusa, solamente unos tres jinetes la acompañaban, eso era raro, una extraña sensación recorrió su cuerpo, miro con temor a los hombres, eso no era bueno, aquella sensación de peligro otra vez, uno de ellos noto aquel cambio de confianza y trato de mostrar una amable sonrisa, pero esta no convenció a Aitziber que sujeto las riendas del caballo y lo dirigió a otra dirección. Los hombres no tardaron en seguirla comenzando a gritarle que se detuviera, pero ella sabía que si lo hacía moriría al momento.
Los había perdido por suerte pasando una serie de arboles, pero los sentía muy cerca, la respiración agitada del caballo la llegaba hasta el límite de su conciencia, no sabía cuando había sujetado las riendas para detenerlo antes de que cayera a una depresión empinada que apareció de repente, el caballo relincho y este se movía por todos lados, parecía que el miedo había infectado su sangre y como si no pudiera controlarse de lanzo hacia una dirección al azar mientras su jinete trataba de controlarlo. -Ahh…- Suspiro sintiendo su corazón en el estomago. Pronto diviso una salida de aquel bosque, encontrándose en terreno abierto y en el mismo lugar en donde estaban los piratas, el animal se quedo tranquilo relinchando y moviéndose rústicamente-Maldito animal, te tranquilizas ahora cuando me traes a la boca del lobo- murmuro regañando al caballo quien apenas sacudía su cabeza.
-Aitziber!- Escucho una voz familiar, giro su rostro al ver entre los hombre a su cuñado quien corría hacia ella. Frunció el ceño notando que varios hombres comenzaban a rodearla, uno sujeto las riendas del caballo, pero la verdad era que no se sentía segura, movió al animal para que no lo sujetaran mientras su pariente estaba al frente de ella-¿Qué suce..?-
-¿Estas a cargo?- pregunto furiosa, el hombre titubeo y eso hizo que Ait se molestara-Maldito te he preguntado si estas a cargo- el hombre le miro y asintió. Como sospechaba no era de fiar, desde la primera vez que lo vio supo que no era bueno, el hombre trato de hablar pero antes de hacerlo la joven bruja interrumpió-No me metas escusas, me quieres muerta lo sé, pero lamento decirlo, muerta no estaré y… tu no obtendrás ni un franco de MI familia- el hombre le miro con los ojos ardiendo de ira, la sujeto del vestido azul para tirarla al piso de un jalón y desvainar su espada mientras ella se encontraba en el piso.
Su pobre corazón comenzó a acelerarse cada vez mas y su cuerpo temblaba mientras trataba de no gritar o hacer algún escándalo, pronto escucho la voz de aquel hombre que era culpable de toda su tragedia… y la cólera comenzó, estaba siendo tocada por aquel hombre, aquel bastardo… parecía que le divertía el sentimiento de rechazo que tenia ella sobre el.-¿por qué?- rio sarcástica por unos segundos, hasta que sintió que algo andaba mal. No le gustaba aquel lugar, es decir, algo andaba mal, no le gustaba aquella posición en ese momento.
Se movió agresivamente pero las manos del hombre la sujetaban-Suéltame… No- grito mientras trataba de separarse de él. Pero pronto sintió como su cuerpo era abrazado por el del contrario, se quedo quieta sin saber bien lo que sucedía pues tenía las vendas en los ojos, solamente sentía el peso del hombre en su cuerpo, escucho ruidos y alaridos, además de otros ruidos que no le gustaban, sacudo su cabeza mientras un gemido de dolor le llamo la atención.
-Ahh…- exclamo al sentir algo frio tocar su cuerpo-Me manchas de sangre quítate de encima- con su ruido pronto los hombres que habían atacado la carreta se acercaron a ellos. Ella se había podido retirar un poco de su brazo protector, así que lo único que tuvieron que hacer fue sujetarla para jalarla y sacarlas de sus brazos, uno de ellos quedo peleando mientras el otro la cargaba en brazos como si fuera su príncipe azul que la rescataba del malvado hechicero. El hombre la llevo a un caballo mientras los combates seguían, con delicadeza le quito las sogas y la venda de los ojos y dejo que se sujetara de las riendas del caballo mientras él se montaba con ella para huir hacia un lugar en específico.
-Muy pronto estará con su familia, señorita- había dicho el hombre mientras le dejaba ir con otros guardias y él se quedaba aun a combatir, tal vez no quería presenciar el verdadero horror que le esperaba a la chica. Con unas señales entre ellos mismo esperaron un tiempo prudente para luego salir huyendo en otra dirección.
Aitziber se sentía algo desorientada y un poco confusa, solamente unos tres jinetes la acompañaban, eso era raro, una extraña sensación recorrió su cuerpo, miro con temor a los hombres, eso no era bueno, aquella sensación de peligro otra vez, uno de ellos noto aquel cambio de confianza y trato de mostrar una amable sonrisa, pero esta no convenció a Aitziber que sujeto las riendas del caballo y lo dirigió a otra dirección. Los hombres no tardaron en seguirla comenzando a gritarle que se detuviera, pero ella sabía que si lo hacía moriría al momento.
Los había perdido por suerte pasando una serie de arboles, pero los sentía muy cerca, la respiración agitada del caballo la llegaba hasta el límite de su conciencia, no sabía cuando había sujetado las riendas para detenerlo antes de que cayera a una depresión empinada que apareció de repente, el caballo relincho y este se movía por todos lados, parecía que el miedo había infectado su sangre y como si no pudiera controlarse de lanzo hacia una dirección al azar mientras su jinete trataba de controlarlo. -Ahh…- Suspiro sintiendo su corazón en el estomago. Pronto diviso una salida de aquel bosque, encontrándose en terreno abierto y en el mismo lugar en donde estaban los piratas, el animal se quedo tranquilo relinchando y moviéndose rústicamente-Maldito animal, te tranquilizas ahora cuando me traes a la boca del lobo- murmuro regañando al caballo quien apenas sacudía su cabeza.
-Aitziber!- Escucho una voz familiar, giro su rostro al ver entre los hombre a su cuñado quien corría hacia ella. Frunció el ceño notando que varios hombres comenzaban a rodearla, uno sujeto las riendas del caballo, pero la verdad era que no se sentía segura, movió al animal para que no lo sujetaran mientras su pariente estaba al frente de ella-¿Qué suce..?-
-¿Estas a cargo?- pregunto furiosa, el hombre titubeo y eso hizo que Ait se molestara-Maldito te he preguntado si estas a cargo- el hombre le miro y asintió. Como sospechaba no era de fiar, desde la primera vez que lo vio supo que no era bueno, el hombre trato de hablar pero antes de hacerlo la joven bruja interrumpió-No me metas escusas, me quieres muerta lo sé, pero lamento decirlo, muerta no estaré y… tu no obtendrás ni un franco de MI familia- el hombre le miro con los ojos ardiendo de ira, la sujeto del vestido azul para tirarla al piso de un jalón y desvainar su espada mientras ella se encontraba en el piso.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
No, no y no. Estaban en desventaja. Intento alcanzarla pero aquellos hombres de ropas arregladas fueron un poco más atentos para llevarse consigo a la chica que había mantenido presa. ¿Cómo había pasado? Recapitulo y la había defendido de una daga que ahora se metía cada vez más y más dentro de su cuerpo. Gimió convaleciente sobre la madera de aquella carreta que se movía con tan solo dos caballos y a tientas un hombre luchando hasta que pudieran estar a salvo, para poder estar lejos del peligro y así poder quitarse al menos aquello que le molestaba en el hombro.
Ya la chica había desaparecido de su alcance, la buscaba por todos lados, nada, no había nada, ningún rastro de aquella chica. Algunos soldados quedaban luchando contra aquellos que le mantenían lealtad al capitán del navío asiático y más temido por el momento de los siete océanos, al menos cuando puso las palmas de las manos sobre la madera para tener un poco de mas apoyo contra el cansancio que le producía estar bajo el influjo de aquella daga metiéndose en su cuerpo, el regocijo de los hombres que le acompañaban por los mares, comenzaba a resurgir victorioso, los soldados parecían haber tomado otro rumbo en retirada.
Estaban prácticamente cayendo posiblemente en una trampa. En una trampa de la cual el mayor, él, Teng tendría que usar uso de su cabeza para sacarlos del problema, pero era todo lo contrario. Habían dado la retirada y los estaban dejando huir hacia el puerto que es hacia donde se dirigía el tripulante que llevaba en las manos las riendas del caballo y de su salvación.
Era de vez en cuando soportable. El dolor de aquella daga dentro de su cuerpo, comenzaba a ser un albedrio en su cuerpo, dejándolo casi inconsciente si no hubiera sido por que le sujetaron de ambos brazos, le pusieron un trozo de tela negra, justo la que había usado para vendar a la chica y en cuanto saboreo el sabor de aquella chica de la tela negra, lo apretó contra sí, no por quisiera aguantar el dolor, no porque quisiera no gritar, si no porque aquella chica, por culpa de aquella chica, él ahora estaba así. En esta condición tan frágil no quería que continuase por ningún momento más. Quería recuperarse pero hasta que no le sacaron la daga de su cuerpo, no pudo respirar en paz, cayendo de bruces contra la superficie de madera. Respiraba bastante agitado. Su aliento salía ahogado mientras sentía que le limpiaban aquel corte tan profundo. Sonrió al sentir aquella lamida de aquel contramaestre del cual confiaba tanto. Seguramente en unas horas, todo hubiera sido una mala pesadilla. . .
(***)
-Oh...cariño....-Dijo una voz melódica a la vez que suave que provenía de una bella mujer de cabellos oscuros que se acercaba a un niño que se despertó en mitad de la noche tras un mal sueño-..¿Tuviste una pesadilla?-Pregunto bien curiosa a la vez de preocupada. Suavemente lo fue rodeando con sus delgados brazos, protegiéndole de aquel mal estar en el que se encontraba.
(***)-¡CAPITÁN!-Ahora escuchaba sonidos orcos y graves, sentía calor y en cuanto abría poco a poco los ojos-¡CAPITÁN!-Repitió aquel sonido. Alguien le llamaba para captar su atención, pero ¿Quién? Sacudió un poco su cabeza para poder despertar un poco más rápido y en se vio en brazos de su contramaestre yendo hacia uno de los botes, cubierto por una de las mantas o era un abrigo de alguno, no lo sabía bastante bien, pues aun estaba un poco aturdido. Finalmente había despertado mirando a su contramaestre a los ojos, noto que sujetaba algo en su mano, aferrándolo contra sí y vio la venda negra que había usado para la chica.
-¡La chica!-Dijo con aquel tono de voz grave del que tanto le marcaba-¡BÚSCADLA!-Dijo con todas sus fuerzas e intentando patalear para que aquel quien le sostenía, le soltase de inmediato. El contramaestre no se alejo de su capitán, lo dejó en el suelo, este se tambaleo un poco más, pero poco a poco recuperaba el equilibrio-Soy un toro, no necesito de tu ayuda Fenrir...-Dijo mirando a un punto fijo en la nada mientras comenzaba a respirar poco a poco, a estar atento con sus cinco sentidos a ver si había algún peligro cerca. No había tampoco rastro de aquella chiquilla tonta y que tanto le gustaba que estuviera temblando bajo su toque. Había sido la primera la cual no se echaba atrás y se ponía a llorar con gritos que le levantasen un dolor de cabeza. Esta gritaba, pero le divertía y cada rey tenía que tener su bufón y Teng no iba a ser menos. En cualquier caso, tenía que encontrar a aquella chiquilla tonta que de algún modo no podían subir sin ella. Los soldados y valerosos hombres que anteriormente lucharon contra su tripulación, los había visto en la fiesta de aquella casa de la que huyo para ponerse a salvo, para después enfrentarse con el destino de encontrarse con aquella mujer que ahora estaría buscándola.
Ya la chica había desaparecido de su alcance, la buscaba por todos lados, nada, no había nada, ningún rastro de aquella chica. Algunos soldados quedaban luchando contra aquellos que le mantenían lealtad al capitán del navío asiático y más temido por el momento de los siete océanos, al menos cuando puso las palmas de las manos sobre la madera para tener un poco de mas apoyo contra el cansancio que le producía estar bajo el influjo de aquella daga metiéndose en su cuerpo, el regocijo de los hombres que le acompañaban por los mares, comenzaba a resurgir victorioso, los soldados parecían haber tomado otro rumbo en retirada.
Estaban prácticamente cayendo posiblemente en una trampa. En una trampa de la cual el mayor, él, Teng tendría que usar uso de su cabeza para sacarlos del problema, pero era todo lo contrario. Habían dado la retirada y los estaban dejando huir hacia el puerto que es hacia donde se dirigía el tripulante que llevaba en las manos las riendas del caballo y de su salvación.
Era de vez en cuando soportable. El dolor de aquella daga dentro de su cuerpo, comenzaba a ser un albedrio en su cuerpo, dejándolo casi inconsciente si no hubiera sido por que le sujetaron de ambos brazos, le pusieron un trozo de tela negra, justo la que había usado para vendar a la chica y en cuanto saboreo el sabor de aquella chica de la tela negra, lo apretó contra sí, no por quisiera aguantar el dolor, no porque quisiera no gritar, si no porque aquella chica, por culpa de aquella chica, él ahora estaba así. En esta condición tan frágil no quería que continuase por ningún momento más. Quería recuperarse pero hasta que no le sacaron la daga de su cuerpo, no pudo respirar en paz, cayendo de bruces contra la superficie de madera. Respiraba bastante agitado. Su aliento salía ahogado mientras sentía que le limpiaban aquel corte tan profundo. Sonrió al sentir aquella lamida de aquel contramaestre del cual confiaba tanto. Seguramente en unas horas, todo hubiera sido una mala pesadilla. . .
(***)
-Oh...cariño....-Dijo una voz melódica a la vez que suave que provenía de una bella mujer de cabellos oscuros que se acercaba a un niño que se despertó en mitad de la noche tras un mal sueño-..¿Tuviste una pesadilla?-Pregunto bien curiosa a la vez de preocupada. Suavemente lo fue rodeando con sus delgados brazos, protegiéndole de aquel mal estar en el que se encontraba.
- Canción de cuna:
- ()
(***)
-¡La chica!-Dijo con aquel tono de voz grave del que tanto le marcaba-¡BÚSCADLA!-Dijo con todas sus fuerzas e intentando patalear para que aquel quien le sostenía, le soltase de inmediato. El contramaestre no se alejo de su capitán, lo dejó en el suelo, este se tambaleo un poco más, pero poco a poco recuperaba el equilibrio-Soy un toro, no necesito de tu ayuda Fenrir...-Dijo mirando a un punto fijo en la nada mientras comenzaba a respirar poco a poco, a estar atento con sus cinco sentidos a ver si había algún peligro cerca. No había tampoco rastro de aquella chiquilla tonta y que tanto le gustaba que estuviera temblando bajo su toque. Había sido la primera la cual no se echaba atrás y se ponía a llorar con gritos que le levantasen un dolor de cabeza. Esta gritaba, pero le divertía y cada rey tenía que tener su bufón y Teng no iba a ser menos. En cualquier caso, tenía que encontrar a aquella chiquilla tonta que de algún modo no podían subir sin ella. Los soldados y valerosos hombres que anteriormente lucharon contra su tripulación, los había visto en la fiesta de aquella casa de la que huyo para ponerse a salvo, para después enfrentarse con el destino de encontrarse con aquella mujer que ahora estaría buscándola.
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Mira el pasto, aquel húmedo pasto por el roció, sitio como el sudor de su cuerpo recorría su rostro hasta posarse en la nariz para luego caer al suelo, respiro con dificultad, sentía que su aparato respiración estaba tapado por algo, pero tal vez solamente era el miedo que opresaba toda su garganta hasta aplastar la tráquea, por unos segundos no sabía qué hacer, pero pronto percibió el movimiento del movimiento del brazo de aquel hombre, alzo su mirada y sus uñas se enterraron en el suelo para luego comenzar a gatear por el lugar, hasta con torpeza poder levantándose y alejarse del filo de la muerte. -Ahg…! Suéltenme- grito al sentir como dos hombres la sujetaban de los brazos, alzándola sin dejarla tocar tierra, la volvieron a llevar hasta donde estaba aquel hombre conocido que deseaba verla muerta por intereses personales.
Claro estaba que ella no se dejaría asesinar de forma fácil, cuando la tuvo nuevamente al frente comenzó a acercarse, la joven bruja dejaba salir un suave gruñido mientras su rostro estaba desfigurada por la rabia que sentía en ese momento, en ningún momento mostro en sus rasgos miedo, no le daría el lujo de mostrar aquel sentimiento, bajo la mirada por unos segundos viendo como daba los pasos hasta estar a unos pocos metros de ella, sin pensarlo dos veces le dio una patada en su entrepierna haciendo que se arrodillara por el dolor, los hombres la sujetaron mas fuerte pero ella los piso para que también sufrieran, estos aflojaron pero no la soltaron, pronto se dio cuenta que sus mentes eran débiles como aquel hombre que pudo controlar en la tienda y que después no vio mas, tal vez no lo noto entre los hombres de aquel pirata. Con sus hilos pudo manipular a los hombres para que la soltaran, sin pensarlo dos veces echo a correr hacia el espeso bosque.
-No la dejen ir Idiotas- Bramo el hombre quien trataba de incorporarse. Antes de que los demás hombres comenzaran a moverse ordeno con un simple pensamiento a los otros a detenerlo, formando unos aliados por unos valiosos minutos.
Pudo llegar hasta el frondoso bosque, su respiración estaba muy agitada y podía oír entre la oscuridad desvaneciéndose de la madrugada las voces de los soldados corruptos que buscaban su cabeza, con su mirada encontró un escondite perfecto, sonrió y comenzó a aproximarse a un gran tronco huevo entre dos árboles frondosos, se encendería ahí mientras todos se alejaban, subió la falda de su estropeado vestido, hasta poder sentarse tranquilamente en el troco para solamente dejar ver una escasa silueta de azul en el lugar, uno sus pies para recuperar calor mientras su cabeza se apoyaba en sus rodillas, su cabello cubría escasamente su rostro, puesto a que lo tenía más corto que antes, aunque no estaba pendiente de aquel detalle, solo sentía un poco más ligero su cabeza
Claro estaba que ella no se dejaría asesinar de forma fácil, cuando la tuvo nuevamente al frente comenzó a acercarse, la joven bruja dejaba salir un suave gruñido mientras su rostro estaba desfigurada por la rabia que sentía en ese momento, en ningún momento mostro en sus rasgos miedo, no le daría el lujo de mostrar aquel sentimiento, bajo la mirada por unos segundos viendo como daba los pasos hasta estar a unos pocos metros de ella, sin pensarlo dos veces le dio una patada en su entrepierna haciendo que se arrodillara por el dolor, los hombres la sujetaron mas fuerte pero ella los piso para que también sufrieran, estos aflojaron pero no la soltaron, pronto se dio cuenta que sus mentes eran débiles como aquel hombre que pudo controlar en la tienda y que después no vio mas, tal vez no lo noto entre los hombres de aquel pirata. Con sus hilos pudo manipular a los hombres para que la soltaran, sin pensarlo dos veces echo a correr hacia el espeso bosque.
-No la dejen ir Idiotas- Bramo el hombre quien trataba de incorporarse. Antes de que los demás hombres comenzaran a moverse ordeno con un simple pensamiento a los otros a detenerlo, formando unos aliados por unos valiosos minutos.
Pudo llegar hasta el frondoso bosque, su respiración estaba muy agitada y podía oír entre la oscuridad desvaneciéndose de la madrugada las voces de los soldados corruptos que buscaban su cabeza, con su mirada encontró un escondite perfecto, sonrió y comenzó a aproximarse a un gran tronco huevo entre dos árboles frondosos, se encendería ahí mientras todos se alejaban, subió la falda de su estropeado vestido, hasta poder sentarse tranquilamente en el troco para solamente dejar ver una escasa silueta de azul en el lugar, uno sus pies para recuperar calor mientras su cabeza se apoyaba en sus rodillas, su cabello cubría escasamente su rostro, puesto a que lo tenía más corto que antes, aunque no estaba pendiente de aquel detalle, solo sentía un poco más ligero su cabeza
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
La noche reinaba en todo su esplendor. Las sombras del bosque acaparaban cada rincón del frondoso bosque que rodeaba los rincones de París. Rincones en los que ocultaban muchas historias en la que eran olvidadas con el tiempo. Todo estaba en silencio aquella noche y desde hace mucho, no había estado en un lugar tan tranquilo. Decidió pararse y sentarse en un tronco ancho de pino gastado, envuelto en verde musgo y de tacto suave. Alzó su oscura mirada hacia la bella luna que yacía orgullosa en el cielo de la noche, sonrió y recordó el día en que la observo por última vez. Se abrió dos botones de su camisa, aun dejando abierta más la vista a su pecho y suspirando aun mirando a la luna.
Estaba acompañado por su tripulación, y había mucho que hacer. Se desabrocho la camisa entera y dejo entrever su torso bien formado y con aquella venda que la chica le había puesto momentos atrás. Saco los cuchillos con pedrería de su cinturón y de un escondite en la bota de cuero que vestía sus pies, saco un trapo que fue con el que comenzó a mimar sus dagas. Mientras iba limpiando sonreía y comenzó a tararear con su seductora voz una canción que había aprendido en el barco cuando era un infante. La única que se sabía.
Fueron cortos los años en los que pasó en una familia adinerada, pero con el uso de la familia a su contra, había conseguido llegar a este lugar, a este momento en el que podría estar cerca. Termino de hacer uso del afecto hacia sus armas y guardo delicadamente su daga. Un sonido de la nada, hizo que su alerta emergiera en disimulo mientras volvía a abotonarse la camisa. Su sonrisa delicada a cuerpo de joven inocente, hizo encender el fuego del juego que le agradaba tanto, cuando se encontraba frente algún peligro desconocido. Hizo señales a sus hombres de ir por donde estaban formados los puntos cardinales y el mismo solamente se quedo con su fiel contramaestre y algún que otro tripulante a su lado.
La maleza del bosque se movía inquieta entre sus raíces, seguramente algo habría allí dentro. Teng era paciente pero todo el mundo tiene sus límites. Con la mirada fija en el otro lado de la maleza, señalo con una de las dagas hacia un sonido entre la maleza que débilmente, pero notorio que escucho en el eco de la noche. Su contramaestre comenzó a andar por delante de él hasta que enseguida se escondió detrás de un árbol. Teng hizo lo mismo y entonces vio a la chica que se sentaba sobre un tronco, con delicadeza y parecía encogerse con el rostro algo agitado. Teng la miraba detenidamente, por algún extraño motivo sentía como si querría protegerla del frío, pero aquello no iba con él. Tenía que llevársela consigo para así poder al menos hacer algún trueque.
Voces de fondo escucho. Nombraban a la chica. No pudo ver muy bien a causa de la luz de la luna pero por lo que vio, eran soldados uniformados como los que había visto anteriormente. Todo en aquella noche podría cambiar con tan solo una silueta bañada en la luz de la luna. Exasperado, bajo lentamente el arma para ver mejor al frente y no se lo podía creer. Un montón de soldados estaban cerca de la chica y sin dudarlo, sin escuchar los consejos de su contramaestre y de la reciente tripulación que había llegado a estar con ellos, salió en busca de la chica para llegar a hacerla de escudo y así socorrerla de aquellas bestias uniformadas de elegantes ropajes aromáticos a pólvora quemada. Una sonrisa apareció en el rostro de Teng y el regocijo le invadía poco a poco.
Instantáneamente, comenzó a acercarse al grupo de soldados que comenzaban a formar un semicírculo delante de ellos. Siguió cerca de la chica, pero un disparo que retumbo en el eco de la noche, hizo caer a uno de los soldados que aguardaban con una sonrisa malévola. Teng miro a todos lados, se agacho al instante para después estar cerca de la chica y así protegerla. Enseguida otro cuerpo cayó y su tripulación salió al abordaje como lo dirían en su lengua hacia donde estos dos se encontraban. Sujeto con fuerza uno de los brazos de Aitziber, la levanto de estar en cuclillas y le rodeo la cintura para que estuviera pegado a él.
-No esperes tanta delicadeza encanto...-Sonrió malévolo mirando a la pobre chica asustada hasta que sus labios se juntaron con los de la chica en un tierno y majestuoso beso que siguió un poco hasta después de cinco largos segundos, se separo al instante. Siguió esperando a que alguno se decidiera a atacar, pero al ver la reacción sorpresa de los soldados de aquel acto afectuoso, estaban petrificados. No veía a nadie que se decidiera y en cuanto la tripulación se acerco a su capitán, estos fueron un segundo escudo sobre ellos. De nuevo las hojas de los arboles, se movieron a los lados bruscamente, dejando entrever a una corpulenta sombra envuelta en unas ropas elegantes. Suspiro lentamente para hacer el menor ruido posible.
Observo con cautela un poco más a aquella figura que parecía sonreír socarronamente a Aitziber. Borro la idea de que pudiera ser otro soldado. Volvió a esperar mientras rodeaba aun con su brazo por la cintura de la chica, protegiéndola con fervor mientras que los demás se colocaban delante de ellos para protegerlos. Vale. Estaban en un aprieto. ¿Cómo saldrían?
Estaba acompañado por su tripulación, y había mucho que hacer. Se desabrocho la camisa entera y dejo entrever su torso bien formado y con aquella venda que la chica le había puesto momentos atrás. Saco los cuchillos con pedrería de su cinturón y de un escondite en la bota de cuero que vestía sus pies, saco un trapo que fue con el que comenzó a mimar sus dagas. Mientras iba limpiando sonreía y comenzó a tararear con su seductora voz una canción que había aprendido en el barco cuando era un infante. La única que se sabía.
Fueron cortos los años en los que pasó en una familia adinerada, pero con el uso de la familia a su contra, había conseguido llegar a este lugar, a este momento en el que podría estar cerca. Termino de hacer uso del afecto hacia sus armas y guardo delicadamente su daga. Un sonido de la nada, hizo que su alerta emergiera en disimulo mientras volvía a abotonarse la camisa. Su sonrisa delicada a cuerpo de joven inocente, hizo encender el fuego del juego que le agradaba tanto, cuando se encontraba frente algún peligro desconocido. Hizo señales a sus hombres de ir por donde estaban formados los puntos cardinales y el mismo solamente se quedo con su fiel contramaestre y algún que otro tripulante a su lado.
La maleza del bosque se movía inquieta entre sus raíces, seguramente algo habría allí dentro. Teng era paciente pero todo el mundo tiene sus límites. Con la mirada fija en el otro lado de la maleza, señalo con una de las dagas hacia un sonido entre la maleza que débilmente, pero notorio que escucho en el eco de la noche. Su contramaestre comenzó a andar por delante de él hasta que enseguida se escondió detrás de un árbol. Teng hizo lo mismo y entonces vio a la chica que se sentaba sobre un tronco, con delicadeza y parecía encogerse con el rostro algo agitado. Teng la miraba detenidamente, por algún extraño motivo sentía como si querría protegerla del frío, pero aquello no iba con él. Tenía que llevársela consigo para así poder al menos hacer algún trueque.
Voces de fondo escucho. Nombraban a la chica. No pudo ver muy bien a causa de la luz de la luna pero por lo que vio, eran soldados uniformados como los que había visto anteriormente. Todo en aquella noche podría cambiar con tan solo una silueta bañada en la luz de la luna. Exasperado, bajo lentamente el arma para ver mejor al frente y no se lo podía creer. Un montón de soldados estaban cerca de la chica y sin dudarlo, sin escuchar los consejos de su contramaestre y de la reciente tripulación que había llegado a estar con ellos, salió en busca de la chica para llegar a hacerla de escudo y así socorrerla de aquellas bestias uniformadas de elegantes ropajes aromáticos a pólvora quemada. Una sonrisa apareció en el rostro de Teng y el regocijo le invadía poco a poco.
Instantáneamente, comenzó a acercarse al grupo de soldados que comenzaban a formar un semicírculo delante de ellos. Siguió cerca de la chica, pero un disparo que retumbo en el eco de la noche, hizo caer a uno de los soldados que aguardaban con una sonrisa malévola. Teng miro a todos lados, se agacho al instante para después estar cerca de la chica y así protegerla. Enseguida otro cuerpo cayó y su tripulación salió al abordaje como lo dirían en su lengua hacia donde estos dos se encontraban. Sujeto con fuerza uno de los brazos de Aitziber, la levanto de estar en cuclillas y le rodeo la cintura para que estuviera pegado a él.
-No esperes tanta delicadeza encanto...-Sonrió malévolo mirando a la pobre chica asustada hasta que sus labios se juntaron con los de la chica en un tierno y majestuoso beso que siguió un poco hasta después de cinco largos segundos, se separo al instante. Siguió esperando a que alguno se decidiera a atacar, pero al ver la reacción sorpresa de los soldados de aquel acto afectuoso, estaban petrificados. No veía a nadie que se decidiera y en cuanto la tripulación se acerco a su capitán, estos fueron un segundo escudo sobre ellos. De nuevo las hojas de los arboles, se movieron a los lados bruscamente, dejando entrever a una corpulenta sombra envuelta en unas ropas elegantes. Suspiro lentamente para hacer el menor ruido posible.
Observo con cautela un poco más a aquella figura que parecía sonreír socarronamente a Aitziber. Borro la idea de que pudiera ser otro soldado. Volvió a esperar mientras rodeaba aun con su brazo por la cintura de la chica, protegiéndola con fervor mientras que los demás se colocaban delante de ellos para protegerlos. Vale. Estaban en un aprieto. ¿Cómo saldrían?
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Por los momentos se sentía tranquila y a salvo, debía descansar un poco, su cuerpo comenzaba a sentirse pesado, sus parpados comenzaban a cerrarse por la tranquilidad del lugar, se sentía por unos instantes tranquila de estar a salvo y lejos de las garras de aquellos hombres, aun estaba sorprendida de que hubiera podido escapar con vida de aquella situación, pero sabía que la estarían buscando, no debía darse el lujo de bajar la guardia. AITZIBER!…. AITZIBER! a sus oídos llego su nombre, levantando rápidamente su mirada hacia donde provenían las voces, tal vez eran personas buenas, tal vez, lo eran, tal vez su padre no había confiado del todo con aquel tiburón que solamente quería su poder y enviado a alguien más, con cuidado se inclino con cuidado para ver entre la maleza que le cubría, entre los arboles comenzó a ver débiles siluetas que se movían cada vez más cerca de ella, aquel color de uniforme, eran los corruptos, suspiro suavemente, si, estaba decepcionada, ahora debía tirar a la suerte que no la encontraran, pero la suerte en ese momento no estaba en ese lugar, uno de los soldados vio un pedazo del vestido azul que tal vez se había rasgado cuando corría, este miro hacia adelante mirando algunas huellas frescas que había dejado la bruja y en seguida se encontró con su silueta, pronto con una señal aviso a sus compañeros quienes comenzaban a acercarse al escondite de Aitziber,
Noto los movimientos y sin pensarlo dos veces se levanto para correr, puesto era lo único que podría hacer en esos momentos, aun así, tropezó con algo blanco que se interponía en su camino, lo primero que pensó fue que era un soldado, pero al mirar bien se encontró con el líder de los piratas que la habían secuestrado, se quedo mirándolo por unos segundos ¿Por qué la protegía? Ladeo su rostro dejando salir un pequeño jadeo, su voz no salía, pero estaba feliz de verlo, puesto a que eso significaba una oportunidad de escapar de la muerte, pero un disparo hizo estremecerse, llevo sus manos a su oído entrecerrando sus ojos con fuerza para luego agacharse. Aquel disparo había despertado a más de un animal que despavoridos corrían lejos de aquella escena, sentía los brazos de aquel hombre protegiéndola, como lo había hecho con la daga, se levanto por la fuerza que había impuesto el contrario hasta quedar pegada a él, levanto su mirada frunciendo el seño, para luego sentir como la cercanía de sus rostro aumentaban, hasta sus labios quedar unidos en un beso -¿!Que!?- pensó sintiendo su cabeza en blanco, comenzó a darle débiles golpes en su pecho, hasta después de que se había soltado, sus mejillas se había incendiado por aquel acto, pero pronto se detuvo cuando sintió una sensación recorrer todo su cuerpo, era como que si una mirada atravesara su cuerpo, aquella mirada afilada… aquel tiburón despiadado.
Aiztiber giro su mirada mirando con desesperación a aquel ser, pero no lo encontraba, noto una barrera entre los fieles acompañantes del pirata y pronto sus ojos se posaron con los de él, gruño entre los brazos del pirata que no la soltaba por ningún motivo, ahora estaba en una situación toda fea, era protegía por los que principalmente habían producido pero ellos le estaban protegiendo de una muerte más segura a manos de Lloyd Wellingtong, la cabeza de aquellos soldados corruptos, por los momentos era estar mejor con ellos. El hombre le sonreía a Aitziber mientras ella posaba sus ojos en el. Lloyd pareció reír bajo mientras ordenaba a los soldados bajar sus armas y formar retirada, los soldados quedaron extrañados, eran menos que ellos, podrían acabarlos rápidamente y eliminar al objetivo principal.
-Retirada he dicho- Gruño. Aquellos obedecieron forzados y confundidos –Creo que podemos hacer un trato- dio unos pasos hacia adelante siendo reguardado por dos soldados –Han secuestrado a la dama para hacer una ganancia no?- el hombre sonrió de forma malévola –pues, solo tienen que matarla y les daré lo que pesan en oro, francos, cualquier riqueza que deseen- ¿los estaban poniendo en su contra? Asustada miro el rostro del pirata, temeroso de que aceptara, no, no, no, no podría ser verdad, su vida terminaría en ese momento si ellos aceptaban.
-por favor- murmuro en un hilo de voz casi quebrantada –yo, yo no tengo nada que ofrecerle, solo puedo suplicar que no lo haga, no acepte- con sus manos sujeto la camisa del hombre mientras escondía su rostro en su pecho-por favor…-
Noto los movimientos y sin pensarlo dos veces se levanto para correr, puesto era lo único que podría hacer en esos momentos, aun así, tropezó con algo blanco que se interponía en su camino, lo primero que pensó fue que era un soldado, pero al mirar bien se encontró con el líder de los piratas que la habían secuestrado, se quedo mirándolo por unos segundos ¿Por qué la protegía? Ladeo su rostro dejando salir un pequeño jadeo, su voz no salía, pero estaba feliz de verlo, puesto a que eso significaba una oportunidad de escapar de la muerte, pero un disparo hizo estremecerse, llevo sus manos a su oído entrecerrando sus ojos con fuerza para luego agacharse. Aquel disparo había despertado a más de un animal que despavoridos corrían lejos de aquella escena, sentía los brazos de aquel hombre protegiéndola, como lo había hecho con la daga, se levanto por la fuerza que había impuesto el contrario hasta quedar pegada a él, levanto su mirada frunciendo el seño, para luego sentir como la cercanía de sus rostro aumentaban, hasta sus labios quedar unidos en un beso -¿!Que!?- pensó sintiendo su cabeza en blanco, comenzó a darle débiles golpes en su pecho, hasta después de que se había soltado, sus mejillas se había incendiado por aquel acto, pero pronto se detuvo cuando sintió una sensación recorrer todo su cuerpo, era como que si una mirada atravesara su cuerpo, aquella mirada afilada… aquel tiburón despiadado.
Aiztiber giro su mirada mirando con desesperación a aquel ser, pero no lo encontraba, noto una barrera entre los fieles acompañantes del pirata y pronto sus ojos se posaron con los de él, gruño entre los brazos del pirata que no la soltaba por ningún motivo, ahora estaba en una situación toda fea, era protegía por los que principalmente habían producido pero ellos le estaban protegiendo de una muerte más segura a manos de Lloyd Wellingtong, la cabeza de aquellos soldados corruptos, por los momentos era estar mejor con ellos. El hombre le sonreía a Aitziber mientras ella posaba sus ojos en el. Lloyd pareció reír bajo mientras ordenaba a los soldados bajar sus armas y formar retirada, los soldados quedaron extrañados, eran menos que ellos, podrían acabarlos rápidamente y eliminar al objetivo principal.
-Retirada he dicho- Gruño. Aquellos obedecieron forzados y confundidos –Creo que podemos hacer un trato- dio unos pasos hacia adelante siendo reguardado por dos soldados –Han secuestrado a la dama para hacer una ganancia no?- el hombre sonrió de forma malévola –pues, solo tienen que matarla y les daré lo que pesan en oro, francos, cualquier riqueza que deseen- ¿los estaban poniendo en su contra? Asustada miro el rostro del pirata, temeroso de que aceptara, no, no, no, no podría ser verdad, su vida terminaría en ese momento si ellos aceptaban.
-por favor- murmuro en un hilo de voz casi quebrantada –yo, yo no tengo nada que ofrecerle, solo puedo suplicar que no lo haga, no acepte- con sus manos sujeto la camisa del hombre mientras escondía su rostro en su pecho-por favor…-
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Bien estuvo pensando en si de verdad tendría que entregar a la joven que ahora protegía entre sus brazos. Estuvo pensando en que hacer. En un principio habían bajado a tierra en busca de secuestrar a un Lemoine, elegidos por el azar del destino y finalmente fallando en un secuestro que finalmente, con mucha suerte encontraron a una de ellos merodeando por su propia tienda y mira por donde, las cosas en cómo se habían tornado. Ahora, junto a un montón de soldados que estarían listos para luchar contra su tripulación y matarlos de un disparo, Teng pensaba en que hacer al respecto. Ahora, la noche podría ser su misteriosa espía en desvelarle los secretos que aquella persona quería con tanto fervor. En realidad, aquel que pasara por las dagas o armas de muerte de Teng, tendrían que ser personas como las que amenazaba a él o a su tripulación.
Parecía como si en realidad los estuviera retando a algo. Es verdad, mataban por placer, robaban por necesidad de sobrevivir en este mundo tan injusto que solo los ricos se beneficiaban de él. El solo tiene esa parte de él, ese pasado suyo que era o entendía cómo funcionaba aquel circulo vicioso de oro y cotilleo. Entonces fijo su mirada castaña en los ojos de la curandera para después sonreír socarronamente y girarla en el sitio para después apoyarla contra su pecho de espaldas y así jugar un poquito con las dagas y el cuello de la joven poniendo la daga sobre el cuello de esta pero sin llegar a ser algo amenazador para su vida. Sus labios acercó al oído de aquella bruja, curandera o lo que fuera, podría serle de mucha utilidad al fin y al cabo si de algún modo colaboraría. Y además aquel suplicio de que la dejara en libertad le había sentido fatal, como si estuviera haciendo algo mal, pero hizo que su corazón diera un vuelco, haciendo que frunciese el ceño y eso al capitán no le gustaba nada, pero nada.
Podría estar ahora entre queriendo negociar algo con aquel uniformado en blanco y azul marino, la chica se resistía entre sus brazos, en aquella posición era lo más lógico que quisiera arriesgarse a que el pirata fuese torpe, tuviera un momento de torpeza por primera vez en su vida-No...Te muevas chiquilla...Aún no es hora de morir...-Simulo una muestra de afecto sobre el ovulo de su oreja con sus labios, disimuladamente lejos de la vista de aquel hombre que si querría deshacerse de la persona que tenia ahora amenazadoramente entre su espalda y una daga.
Ahora miraba a aquel emplumado que parecía oler la victoria sobre fuese lo que fuese para su propio goce. De algún modo solía conocer a los tipos como él. Antes de dejar a la tierra que perteneció desde pequeño, los veía a todas horas, cortejando a su madre para después ella, además de mujer, lista, los rechazaba al instante. De cualquier modo, eso no influía ahora en este instante. Algo tenía que hacer, pero ¿El qué? Eran pocos contra un hombre y su ejército de secuaces y ellos eran menos pero con algo con lo que podría usar a su favor.
-Me dice usted a mí que debo sacrificar a carne fresca de mar, cuando en verdad es usted el necesitado de hacer tal fechoría...-Con el brazo que la mantenía pegada a su pecho la paso por la cintura lentamente para moverse con ella y ponerse frente a frente al dichoso que la deseaba muerta-...Podremos ser lo que ustedes aborrecen, pero la diversión no nos las quita nadie y esto no es divertido, hablando de quitar de en medio una vida sin motivo...¿Qué tiene eso de honorable?-Dijo alejando la navaja, la daga, lo que fuera del cuello de la chica para después soltar a la chica de la cintura del agarre que la tenia y ponerla detrás suya, protegiéndola de cualquier peligro.
-...Podremos robar para sobrevivir o matar para hacer honor a una de las más antiguas tradiciones piratas, pero parece que esta noche la cosa se encamina a una tradición mucho más antigua..-Desenvaino la espada que llevaba a la cintura, haciéndola bailar bajo un destello de luz plateado-...que es una de mis favoritas...-termino por señalar como el gran pirata que era, que él no se iba contento si no podía luchar un poco, pero al sentir un pinchazo de nuevo, ahora en el hombro, este se encorvó apoyando la espada sobre la tierra de aquel pequeño tramo de bosque-¡AAgh!...-Intento gemir no demasiado alto, no quería que nadie se preocupase, pero escuchó las risas de aquel desgraciado, cada vez se hacían más notorias, pero por mas cabezota que fuese Teng y su contramaestre le estuviera mirando de reojo para ver cuál era su siguiente locura, este, de su encorvamiento volvió a incorporarse para ponerse erguido con la espada en mano. Le daba igual. Aquel desdichado podía burlarse de él todo lo que quisiera. No le molestaba pues siempre el destino le devolvería los golpes el doble de fuertes.
Última edición por Teng Jin-Ho Zhen el Mar Abr 10, 2012 6:11 am, editado 1 vez
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Ok había sentido que todo había terminado, cerro sus ojos bajando la mirada, ya no suplicaría mas, se veía en el rostro del hombre que ya había tomado una decisión, cuando giro su cuerpo para tenerla cerca pudo notar como una sonrisa de victoria se dibujaba en el rostro de Lloyd, algo frio estaba en su garganta, entrecerró los ojos mordiendo sus labios con desesperación dejando que sus manos temblorosas se quedaran quietas en su sitio. Por unos momentos pensó que era el fin de su vida, muy bien, el fin, no lo aceptaría tan fácilmente, sujeto el brazo del pirata mientras se movía entre su agarre, un acto desesperado al sentir las dagas en su cuello. Al oír su voz todo su cuerpo se estremeció, asintió dejando de moverse para bajar la mirada tranquilamente, Llody miraba la escena impaciente, aquello no le olía bien, giro su cuerpo hasta su primer comandante para comenzar a planear la segunda estrategia, si no la mataban, ellos mismo lo harían.
Los ojos de Ait se levantaron al oírlo, ladeo su cabeza, le desconcertaba aquel hombre, es decir, ¿Qué era lo que quería decir? Sintió como su mano comenzó a bajar hasta sujetarla de la cintura fue pasada sutilmente detrás de el para ser protegida nuevamente, aquella era su decisión, la bruja suspiro aliviada, al menos en aquel lugar no iba a morir. Escucho el sonido de la espada desvainándose, sujeto la camisa del pirata escondiendo su rostro en su espalda. Aquel pirata comenzó a derrumbarse hasta que se apoyo en su espada enterrada en el suelo, la bruja se arrodillo con él, sabía que aun no estaba del todo bien de las heridas, como si supiera le hubieran dicho en donde se encontraba el punzante dolor todo el hombro apegándose más a el.
Los hombres comenzaban a prepararse para el ataque, Lloyd estaba regocijado con aquello, aunque también molesto, pero al menos le iba a dar el gusto de darle una muerte merecida a todos aquellos que comienzan a oponerse, lo de la joven Aitziber iba a hacer un “accidente” o simplemente llegaron tarde para poderla salvarla, ya los piratas le habrían decapitado dejando su cuerpo en medio del bosque, una carcajada apareció en el aire al tener en mente todo un plan maestro, los hombres esperando sus ordenes se quedaron quietos por unos segundos hasta con la mirada indico que empuñaran sus armas.-Señor!- exclamo un soldado que venía hacia él en un caballo, se bajo rápidamente de su corcel para ir corriendo hacia su amo-Viene otro grupo de búsqueda- le indico discretamente-Si nos encuentran…-
-Ya lo se- respondió entre dientes. La bruja levanto la mirada encontrando a los dos hombres mirándola detenidamente. Aun no podía creer que de tantas personas habían escogido a él para que viniera a rescatarla, no lo procesaba, ¿Quién lo había elegido? ¿Su madre se había enterado?, Lloyd giro su cuerpo dejando escapar un poco de su frustración en su voz-Es hora de irnos- comunico haciendo que todos retrocedieran para montar sus caballos-Joven Aitziber, Nos veremos muy pronto- dijo antes de montar el caballo que había traído el soldado.
La bruja se levanto mirando cómo se alejaban hacia una dirección en especifico, frunció el ceño, no se movía, apenas parpadeaba mirando la dirección en donde se habían ido, así pasaron unos segundos más, hasta volverse un minuto, los tripulantes ayudaban a su capitán a levantarse, que decepcionante era sentirse abandonada, que decepcionante era que sus propios secuestradores le dieran protección, sus ojos se aguaron y sin poder aguantar más rompió en llanto, bajo la mirada sintiendo como sus lagrimas salían a brotones de sus ojos, recorrían sus mejillas hasta estamparse en el suelo, el contramaestre temió que intentara escapar mientras todos atendían, así que le sujeto del hombro, y la giro hacia el notando como sus mejillas estaban húmedas y llenas de lagrimas, Aitziber dio un paso hacia adelante escondiendo su rostro en su pecho para seguir llorando sin ser tan escandalosa en su llanto, el pobre hombre no sabía qué hacer, mantuvo sus manos alzadas por unos momentos hasta que comenzó a darle animo acariciando su espalda mientras ella seguía llorando.
El temblor se su cuerpo no podía pararlo, sentía todos sus sentimientos revueltos en uno solo, la única forma de que sentía que podría soportarlo sería llorar un rato, no sabía en donde estaba apoyándose, solo necesitaba un momento aquel pecho.-Ya estoy mejor- murmuro escondiendo su rostro en el pecho del hombre, no le gustaba que la vieran llorando y mucho menos aquellos ojos rojos e hinchados que quedaban después.
Los ojos de Ait se levantaron al oírlo, ladeo su cabeza, le desconcertaba aquel hombre, es decir, ¿Qué era lo que quería decir? Sintió como su mano comenzó a bajar hasta sujetarla de la cintura fue pasada sutilmente detrás de el para ser protegida nuevamente, aquella era su decisión, la bruja suspiro aliviada, al menos en aquel lugar no iba a morir. Escucho el sonido de la espada desvainándose, sujeto la camisa del pirata escondiendo su rostro en su espalda. Aquel pirata comenzó a derrumbarse hasta que se apoyo en su espada enterrada en el suelo, la bruja se arrodillo con él, sabía que aun no estaba del todo bien de las heridas, como si supiera le hubieran dicho en donde se encontraba el punzante dolor todo el hombro apegándose más a el.
Los hombres comenzaban a prepararse para el ataque, Lloyd estaba regocijado con aquello, aunque también molesto, pero al menos le iba a dar el gusto de darle una muerte merecida a todos aquellos que comienzan a oponerse, lo de la joven Aitziber iba a hacer un “accidente” o simplemente llegaron tarde para poderla salvarla, ya los piratas le habrían decapitado dejando su cuerpo en medio del bosque, una carcajada apareció en el aire al tener en mente todo un plan maestro, los hombres esperando sus ordenes se quedaron quietos por unos segundos hasta con la mirada indico que empuñaran sus armas.-Señor!- exclamo un soldado que venía hacia él en un caballo, se bajo rápidamente de su corcel para ir corriendo hacia su amo-Viene otro grupo de búsqueda- le indico discretamente-Si nos encuentran…-
-Ya lo se- respondió entre dientes. La bruja levanto la mirada encontrando a los dos hombres mirándola detenidamente. Aun no podía creer que de tantas personas habían escogido a él para que viniera a rescatarla, no lo procesaba, ¿Quién lo había elegido? ¿Su madre se había enterado?, Lloyd giro su cuerpo dejando escapar un poco de su frustración en su voz-Es hora de irnos- comunico haciendo que todos retrocedieran para montar sus caballos-Joven Aitziber, Nos veremos muy pronto- dijo antes de montar el caballo que había traído el soldado.
La bruja se levanto mirando cómo se alejaban hacia una dirección en especifico, frunció el ceño, no se movía, apenas parpadeaba mirando la dirección en donde se habían ido, así pasaron unos segundos más, hasta volverse un minuto, los tripulantes ayudaban a su capitán a levantarse, que decepcionante era sentirse abandonada, que decepcionante era que sus propios secuestradores le dieran protección, sus ojos se aguaron y sin poder aguantar más rompió en llanto, bajo la mirada sintiendo como sus lagrimas salían a brotones de sus ojos, recorrían sus mejillas hasta estamparse en el suelo, el contramaestre temió que intentara escapar mientras todos atendían, así que le sujeto del hombro, y la giro hacia el notando como sus mejillas estaban húmedas y llenas de lagrimas, Aitziber dio un paso hacia adelante escondiendo su rostro en su pecho para seguir llorando sin ser tan escandalosa en su llanto, el pobre hombre no sabía qué hacer, mantuvo sus manos alzadas por unos momentos hasta que comenzó a darle animo acariciando su espalda mientras ella seguía llorando.
El temblor se su cuerpo no podía pararlo, sentía todos sus sentimientos revueltos en uno solo, la única forma de que sentía que podría soportarlo sería llorar un rato, no sabía en donde estaba apoyándose, solo necesitaba un momento aquel pecho.-Ya estoy mejor- murmuro escondiendo su rostro en el pecho del hombre, no le gustaba que la vieran llorando y mucho menos aquellos ojos rojos e hinchados que quedaban después.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Mil y un centellas.
Se negaría en mostrar algo de afecto contra esa mujer-No perdamos el tiempo...-Dijo envainando la espada en su funda y mirando a otro lado en el que no estuviera la bruja “acurrucada” en su contramaestre. Nada, no sentía nada respecto a que le gustaría ser el mismo quien ocupara esa acción-¡VAMOS!..-Estaba harto de perder el tiempo que podrían estar usando para poder escapar, antes de que volvieran aquellos soldados con más refuerzos y ser entonces una presa fácil. No. Eso no sería así. Se acerco de nuevo a la bruja para después poner una mano sobre su hombro y girarla para que le mirase de frente. Puso entonces la otra mano en el otro hombro y con ambas manos la sujetaba para que quedara frente a frente a él.
Este le miraba con cierto desprecio, le miraba fijamente mientras esta miraba al suelo, pero enseguida le revolvió el pelo con una de sus manos, dejándola desaliñada completamente, de su vestido cogió los tirantes de fina tela para cogerlos y romperlos asegurándose de que el corpiño que componía el vestido no se rompiera, tan solo quería los tirantes, se agachó y termino por rematar el bajo de la falda que estaba hecha añicos, pero este lo remato haciéndolo más en jirones. Jadeaba un poco por el esfuerzo, debido a que sus heridas aun le dolían, escondía el dolor. Tan solo se reincorporó para dar órdenes de que mancharan de barro a la chica, la haría parecer una pordiosera, una don nadie ahora que estaba en su poder-... ¿Te creías que por salvarte te ibas a ir de rositas?-Dijo mirándola a los ojos, cerca de su cara como si estuviese reprimiendo a un pequeño crio de cinco años.
Le dio un suave zape en la cabeza, revolviendo aun mas sus cabellos-...deja de gimotear...me pones enfermo...-Dijo antes de volverse y de que diera las siguientes ordenes de que alguno la llevara por él mismo. Ahora no podría hacer nada en el estado que estaba, no podría dejarla por mucho que le fastidiase, pero comportarse así con ella, tendría que mantener una apariencia. No podía dejar de pensar en lo que dijo aquel uniformado; “matarla y os cubriremos de oro o riquezas” y se llego a preguntar que porque la había defendido. ¿No era eso lo que habían querido desde el principio? Comenzó a pensar mientras andaban por el bosque, el iba detrás de su contramaestre quien tenía a la joven en su hombro.
Este quito enseguida la mirada de ella, no demostraría piedad o pena para dejarla libre, aunque en realidad, seguramente si la dejaba libre, la matarían, pero ¿Qué más le daría? ¿Por qué se preocupaba? ¿Por que al pensar en que si le pasaba algo a ella, su corazón se inquietaba en un puño? Dios, cada vez la incógnita se hacía cada vez más palpable, imposible de resolver. Del bosque apenas ya quedaba algo de verde, algo de lo que poder respirar o disfrutar de aquella pequeña selva que no era tan abundante y enseguida llegaron a los caballos. El silencio era sentimiento mutuo entre todos. Teng, fruncía el ceño demasiado para saber lo que quería aquella chica en cuanto la vio bajar enseguida por ella misma, pero hábil, el contramaestre la paró enseguida, cogiéndola del hombro y enseguida del otro para ponerla frente a Teng-No tema....-susurro cual dulce melodía en el oído de la chica.
-¿Qué hago contigo ahora?-Dijo con aquella melodía ronca que le caracterizaba. El silencio era de nuevo mutuo en cuanto este miraba a la hija de los Lemoine. Suspiro y enseguida comenzó a estudiarla poco a poco, de arriba abajo. Volvió a suspirar y esta vez lánguidamente-....Una recompensa estaría bien para mí y mi tripulación, pero el irnos con algo con lo que ya no nos sirve...-Chasqueo la lengua, mirando a un lado-...-No dijo nada, se mordía la lengua, tensaba la boca mientras miraba en silencio a la joven. Una cosa sí que sabía. No podía dejarla libre. Quizás mas adelante pensaría en algo.
Se negaría en mostrar algo de afecto contra esa mujer-No perdamos el tiempo...-Dijo envainando la espada en su funda y mirando a otro lado en el que no estuviera la bruja “acurrucada” en su contramaestre. Nada, no sentía nada respecto a que le gustaría ser el mismo quien ocupara esa acción-¡VAMOS!..-Estaba harto de perder el tiempo que podrían estar usando para poder escapar, antes de que volvieran aquellos soldados con más refuerzos y ser entonces una presa fácil. No. Eso no sería así. Se acerco de nuevo a la bruja para después poner una mano sobre su hombro y girarla para que le mirase de frente. Puso entonces la otra mano en el otro hombro y con ambas manos la sujetaba para que quedara frente a frente a él.
Este le miraba con cierto desprecio, le miraba fijamente mientras esta miraba al suelo, pero enseguida le revolvió el pelo con una de sus manos, dejándola desaliñada completamente, de su vestido cogió los tirantes de fina tela para cogerlos y romperlos asegurándose de que el corpiño que componía el vestido no se rompiera, tan solo quería los tirantes, se agachó y termino por rematar el bajo de la falda que estaba hecha añicos, pero este lo remato haciéndolo más en jirones. Jadeaba un poco por el esfuerzo, debido a que sus heridas aun le dolían, escondía el dolor. Tan solo se reincorporó para dar órdenes de que mancharan de barro a la chica, la haría parecer una pordiosera, una don nadie ahora que estaba en su poder-... ¿Te creías que por salvarte te ibas a ir de rositas?-Dijo mirándola a los ojos, cerca de su cara como si estuviese reprimiendo a un pequeño crio de cinco años.
Le dio un suave zape en la cabeza, revolviendo aun mas sus cabellos-...deja de gimotear...me pones enfermo...-Dijo antes de volverse y de que diera las siguientes ordenes de que alguno la llevara por él mismo. Ahora no podría hacer nada en el estado que estaba, no podría dejarla por mucho que le fastidiase, pero comportarse así con ella, tendría que mantener una apariencia. No podía dejar de pensar en lo que dijo aquel uniformado; “matarla y os cubriremos de oro o riquezas” y se llego a preguntar que porque la había defendido. ¿No era eso lo que habían querido desde el principio? Comenzó a pensar mientras andaban por el bosque, el iba detrás de su contramaestre quien tenía a la joven en su hombro.
Este quito enseguida la mirada de ella, no demostraría piedad o pena para dejarla libre, aunque en realidad, seguramente si la dejaba libre, la matarían, pero ¿Qué más le daría? ¿Por qué se preocupaba? ¿Por que al pensar en que si le pasaba algo a ella, su corazón se inquietaba en un puño? Dios, cada vez la incógnita se hacía cada vez más palpable, imposible de resolver. Del bosque apenas ya quedaba algo de verde, algo de lo que poder respirar o disfrutar de aquella pequeña selva que no era tan abundante y enseguida llegaron a los caballos. El silencio era sentimiento mutuo entre todos. Teng, fruncía el ceño demasiado para saber lo que quería aquella chica en cuanto la vio bajar enseguida por ella misma, pero hábil, el contramaestre la paró enseguida, cogiéndola del hombro y enseguida del otro para ponerla frente a Teng-No tema....-susurro cual dulce melodía en el oído de la chica.
-¿Qué hago contigo ahora?-Dijo con aquella melodía ronca que le caracterizaba. El silencio era de nuevo mutuo en cuanto este miraba a la hija de los Lemoine. Suspiro y enseguida comenzó a estudiarla poco a poco, de arriba abajo. Volvió a suspirar y esta vez lánguidamente-....Una recompensa estaría bien para mí y mi tripulación, pero el irnos con algo con lo que ya no nos sirve...-Chasqueo la lengua, mirando a un lado-...-No dijo nada, se mordía la lengua, tensaba la boca mientras miraba en silencio a la joven. Una cosa sí que sabía. No podía dejarla libre. Quizás mas adelante pensaría en algo.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
No podía dejar de llorar, pero no le importaba quien la viera, porque como su madre una vez le dijo, el llanto es la única forma de que una mujer pudiera desahogarse de todos sus pesares, pero antes de poder dejar de gimotear el rugido de aquel hombre le hizo estremecer en los brazos del contramaestre que aunque también era su enemigo tenía una cálida energía muy compatible con ella, en un giro quedo al frente del joven asiático que le miraba de forma seria, un rostro de pocos amigos, Ait realizo un gesto entre frunciendo el ceño y tratando de aguantar el llanto que sentía que venía, bajo la mirada, en ese momento no podía luchar con él, aquella mirada tan fría y llena de desprecio la derrotaba.
Casi le da un infarto cuando vio como su vestido se hacía trizas al frente de sus ojos, trato de rehusarse pero estaba obligada a hacerlo, así que sin decir ni una palabra dejo que solamente quedara un pedazo de trapo que le cubría, pero ahí no termino todo, pronto oyó las ordenes de mancharla de barro-Oiga no!- reclamo poniendo un pie hacia adelante-Estaré horrible con barro enci…- así como dio el paso lo retrocedió sintiendo la poderosa energía que emanaba del pirata. Bajo la mirada sin atreverse a mirarlo después de que le hablo de forma reprímete-pero…- gimoteo mientras veía como su rostro era embarrado de barro.
Gimoteaba, el pirata se quejaba de eso, aunque tratara de distraerse para no seguir llorando simplemente no podía hacerlo, la situación le parecía tan angustiante que necesitaba una forma de desahogarse y el llanto era la única forma de hacerlo, pero parecía que aquel hombre nunca había convivido con una mujer puesto a que parecía que no las entendía para nada. Mientras iba en el hombro del contramaestre se dio cuenta de que las luces del día comenzaban a reflejarse, eso le provoco un bostezo ¿Qué estaría haciendo su padre? Se pregunto con un rostro triste y sin ánimo.
Sin darse cuenta se había dormido en el hombro del hombre que le llevaba, le despertó algunos ruidos y la sensación de que la echaban de donde estaba, cuanto piso tierra volvió a su mente lo que sucedía, aun estaba en su pesadilla ¿Cuándo despertaría? Solo dios sabía eso. No tema, le había susurrado el hombre con mucha amabilidad cuando le dejo al frente del pirata ¿No tema? Giro su rostro angustiada al ver que se retiraba un poco para dejarlo con ella, no era que confiara en el pero sentía mucho más tranquilidad estando con el contramaestre que con aquel tipo altanero que fue el culpable de todos sus males.
Giro al oír la voz ronca formular una pregunta -…- le miro. Con sus ojos preguntaba si en realidad la estaba jodiendo con esa pregunta-Oh… pero ¿acaso no sabe qué hacer conmigo?- chaqueo su lengua sintiendo como la cólera subía y cubría todo su cuerpo-Es un idiota, es un Bastardo, apuesto que su apreciada madre lo dejo caer de la cuna- mascullaba con ferocidad, en un distante lugar oyó las risas de los tripulantes que podían oír los pequeños rugidos de la cachorro de la Lemoine –pero… ¿sabe? Haga lo que quiera la verdad es que yo saldré ilesa de todo esto, no importa si me deja en otro continente sin ningún recurso yo simplemente volveré con mi familia-
Oh si! Volvería con su familia y con sus propias manos destruiría al hombre que quisiera apoderarse de la fortuna de los Lemoine, alzo su rostro chasqueando su lengua para luego girarse y sin decir ni una palabra se sentó en el pasto cruzando sus brazos y cerrando sus ojos –Avíseme cuando nos tengamos que mover…- fue lo único que dijo sentada en ese lugar. Dio un leve bostezo, estaba cansada, había sucedido muchas cosas en ese momento y con los ojos ardiéndole por tanto llorar era algo que también pesaba, aun así parecía una estatua en ese lugar, con su rostro manchado de barro, viéndose muy serena y reservada.
-Madame…- oyó la voz del contramaestre le miro de reojo le ofrecía agua en un cuerno de cuero, esta acepto con una débil sonrisa. Dio un sorbo refrescando su seca garganta mientras esperaba alguna orden.
Casi le da un infarto cuando vio como su vestido se hacía trizas al frente de sus ojos, trato de rehusarse pero estaba obligada a hacerlo, así que sin decir ni una palabra dejo que solamente quedara un pedazo de trapo que le cubría, pero ahí no termino todo, pronto oyó las ordenes de mancharla de barro-Oiga no!- reclamo poniendo un pie hacia adelante-Estaré horrible con barro enci…- así como dio el paso lo retrocedió sintiendo la poderosa energía que emanaba del pirata. Bajo la mirada sin atreverse a mirarlo después de que le hablo de forma reprímete-pero…- gimoteo mientras veía como su rostro era embarrado de barro.
Gimoteaba, el pirata se quejaba de eso, aunque tratara de distraerse para no seguir llorando simplemente no podía hacerlo, la situación le parecía tan angustiante que necesitaba una forma de desahogarse y el llanto era la única forma de hacerlo, pero parecía que aquel hombre nunca había convivido con una mujer puesto a que parecía que no las entendía para nada. Mientras iba en el hombro del contramaestre se dio cuenta de que las luces del día comenzaban a reflejarse, eso le provoco un bostezo ¿Qué estaría haciendo su padre? Se pregunto con un rostro triste y sin ánimo.
Sin darse cuenta se había dormido en el hombro del hombre que le llevaba, le despertó algunos ruidos y la sensación de que la echaban de donde estaba, cuanto piso tierra volvió a su mente lo que sucedía, aun estaba en su pesadilla ¿Cuándo despertaría? Solo dios sabía eso. No tema, le había susurrado el hombre con mucha amabilidad cuando le dejo al frente del pirata ¿No tema? Giro su rostro angustiada al ver que se retiraba un poco para dejarlo con ella, no era que confiara en el pero sentía mucho más tranquilidad estando con el contramaestre que con aquel tipo altanero que fue el culpable de todos sus males.
Giro al oír la voz ronca formular una pregunta -…- le miro. Con sus ojos preguntaba si en realidad la estaba jodiendo con esa pregunta-Oh… pero ¿acaso no sabe qué hacer conmigo?- chaqueo su lengua sintiendo como la cólera subía y cubría todo su cuerpo-Es un idiota, es un Bastardo, apuesto que su apreciada madre lo dejo caer de la cuna- mascullaba con ferocidad, en un distante lugar oyó las risas de los tripulantes que podían oír los pequeños rugidos de la cachorro de la Lemoine –pero… ¿sabe? Haga lo que quiera la verdad es que yo saldré ilesa de todo esto, no importa si me deja en otro continente sin ningún recurso yo simplemente volveré con mi familia-
Oh si! Volvería con su familia y con sus propias manos destruiría al hombre que quisiera apoderarse de la fortuna de los Lemoine, alzo su rostro chasqueando su lengua para luego girarse y sin decir ni una palabra se sentó en el pasto cruzando sus brazos y cerrando sus ojos –Avíseme cuando nos tengamos que mover…- fue lo único que dijo sentada en ese lugar. Dio un leve bostezo, estaba cansada, había sucedido muchas cosas en ese momento y con los ojos ardiéndole por tanto llorar era algo que también pesaba, aun así parecía una estatua en ese lugar, con su rostro manchado de barro, viéndose muy serena y reservada.
-Madame…- oyó la voz del contramaestre le miro de reojo le ofrecía agua en un cuerno de cuero, esta acepto con una débil sonrisa. Dio un sorbo refrescando su seca garganta mientras esperaba alguna orden.
Aitziber D’ Lemoine- Hechicero Clase Alta
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Estaría a punto de mandarla al culo del mundo como no callara de una sola vez. No había conocido a ninguna chica que le pudiera desquiciar tanto. Ahora encima le daba órdenes. No sabía la que se le venía encima a la curandera. Se apoyo en los lomos de uno de los caballos que descansaban de pie, esperando a ser montados o simplemente balbuceando sin sentido. La luna se había escondido, apenas se veía rastro alguno de la noche. Podría ser ya una hora más a la cual habían atracado la tienda. Veía como la chica temblaba de frio, de cómo bebía de aquel cuerno de cuero.
Chasqueo suave la lengua contra el paladar, suspiro y cogió la manta de colores borgoña que habían usado para cobijarle del frio, este se acercaba hasta ella y agacharse para poder así cubrirle los hombros, no se detuvo mucho en ponérselo bien, pero se lo dejo ahí, ya que si se le caía, ese era su problema, no el suyo. Con paso lento se alejo de la chica, juraría haber escuchado un gemido más.
Ahora había quedado como un idiota, o al menos así se sentía el ahora. Todos miraban a los alrededores de los bosques para después sentirse por un momento que estaba solo en su vida. Había escogido la aventura, la mar y los pasos de su verdadero padre que al igual que él, había muerto en la mar, solo, sin la compañía de su madre para que ahora él tuviera que cargar con toda la culpa de ello. Su madre le encontró en el amplio mar cuando ya había cumplido dieciocho años, le intento convencer de que volviera a la altanería de la nobleza, pero él se negó, diciéndole que tenia la sangre de su padre, que no pertenecía a ese mundo, más bien al de ser alguien libre, sin ataduras. Sus pasos le llevaron a la salida del bosque por donde se metieron a rescatar o al menos cuando siguieron a la chica. Caminaba por el camino de tierra, en silencio y aun en sus pensamientos. Estaba bastante serio, más de lo habitual, cuando el sonido de la rama al partirse tras un pisotón detrás de él, le alerto de que no estaba solo.
Suspiro, sonrió con el aire divertido de aquel que tenia la batalla ganada, desenvaino la espada de su funda para dársela vuelta y encontrarse con un pequeño cervatillo. No era de gran tamaño, este miraba a Teng cual niño inocente, quieto, en su sitio sin hacer algún que otro movimiento. Entonces, supo que no era ninguna amenaza, de hecho, envaino la espada para después acercarse con cuidado a la pequeña criatura. El cervatillo, inocente de todo peligro, comenzó a oler cerca del perímetro de Teng por si encontraba algo de que llevarse a la boca principalmente. Teng, sonrió con cierta socarronería, llegando finalmente al hocico del animal, alzando la mano hacia arriba para después que este se la lamiera, se rió con cierta sequedad, miraba al animal con cierto interés para después que este comenzara a chupetearle la cara y así enganchar sus dientes en el bolsillo de Teng.
Precisamente en un sitio donde tenía unos dientes de ajo por si los hubiera necesitado por la noche-No...-Intento apartar al animal de su lado, pero este se quejaba e intentaba picar de aquel bolsillo-Que no...-Era la segunda vez que le negaba al cervatillo, pero este, nulo a su peticiones, seguía insistiendo en meter el hocico, hasta que no pudo aguantar más y tuvo que moverlo con cierta brusquedad, saco los dientes de ajo, quedándose con tres de cinco y entonces el pequeño cervatillo movió el hocico para coger lo que Teng le había lanzado-Ahora Shu shu...-Con las manos, le iba haciendo movimientos suaves de que se fuera, de que quería estar a solas.
Nada. El cervatillo seguía ahí, comiendo a sus anchas. Suspiro cansado, esperaba que no quisiera más de la atención de Teng, pero en cuanto anduvo unos pasos hacia delante, giro su rostro por encima del hombro, viendo si alguien le seguía o no. Gracias a dios, nadie le siguió. Vislumbro entre el bosque unas rocas desiguales en las que poso su posadera y respiro un poco ahogado. Se abrió la camisa con cuidado y vislumbro la venda que estaba dada de si, su hombro, le molestaba un poco.
¿Qué hacer con la chica? ¿Tirarla? O ¿Fornicársela o simplemente jugar con ella? Algo en la mente, le vino enseguida, de una cosa en la que su madre le repitió después de su llegada a su navío y antes de su partida:
Querido ¿Y tu prometida?......
Chorradas. ¿Quién era ella? Aquello le pillo de sorpresa, ya su vida no podía estar más que atada y llegando al fondo de la cuestión, estaba llevando a alguien a ser una prisionera tan solo por un capricho machista. La chica, la había embadurnado de barro, para después romperle el vestido. En teoría ya no podría volver a su casa o ¿sí? Solamente, si la dejaba libre, seguramente se chivaría a quien sea para que fueran en su búsqueda, aquello le preocupaba, más búsquedas de orden y captura, genial. Pero habiendo presenciado aquella escena en el bosque, haber escuchado las palabras de aquel que quería la muerte de la chica, pensó en poder hacer un trato con la chica.
Se rio al pensar aquella tontería. ¿Un trato con aquella mujer? ¿Con aquel perro que se apellidaba D’Lemoine y que tenia presa? Debería de estar loco.
Chasqueo suave la lengua contra el paladar, suspiro y cogió la manta de colores borgoña que habían usado para cobijarle del frio, este se acercaba hasta ella y agacharse para poder así cubrirle los hombros, no se detuvo mucho en ponérselo bien, pero se lo dejo ahí, ya que si se le caía, ese era su problema, no el suyo. Con paso lento se alejo de la chica, juraría haber escuchado un gemido más.
Ahora había quedado como un idiota, o al menos así se sentía el ahora. Todos miraban a los alrededores de los bosques para después sentirse por un momento que estaba solo en su vida. Había escogido la aventura, la mar y los pasos de su verdadero padre que al igual que él, había muerto en la mar, solo, sin la compañía de su madre para que ahora él tuviera que cargar con toda la culpa de ello. Su madre le encontró en el amplio mar cuando ya había cumplido dieciocho años, le intento convencer de que volviera a la altanería de la nobleza, pero él se negó, diciéndole que tenia la sangre de su padre, que no pertenecía a ese mundo, más bien al de ser alguien libre, sin ataduras. Sus pasos le llevaron a la salida del bosque por donde se metieron a rescatar o al menos cuando siguieron a la chica. Caminaba por el camino de tierra, en silencio y aun en sus pensamientos. Estaba bastante serio, más de lo habitual, cuando el sonido de la rama al partirse tras un pisotón detrás de él, le alerto de que no estaba solo.
Suspiro, sonrió con el aire divertido de aquel que tenia la batalla ganada, desenvaino la espada de su funda para dársela vuelta y encontrarse con un pequeño cervatillo. No era de gran tamaño, este miraba a Teng cual niño inocente, quieto, en su sitio sin hacer algún que otro movimiento. Entonces, supo que no era ninguna amenaza, de hecho, envaino la espada para después acercarse con cuidado a la pequeña criatura. El cervatillo, inocente de todo peligro, comenzó a oler cerca del perímetro de Teng por si encontraba algo de que llevarse a la boca principalmente. Teng, sonrió con cierta socarronería, llegando finalmente al hocico del animal, alzando la mano hacia arriba para después que este se la lamiera, se rió con cierta sequedad, miraba al animal con cierto interés para después que este comenzara a chupetearle la cara y así enganchar sus dientes en el bolsillo de Teng.
Precisamente en un sitio donde tenía unos dientes de ajo por si los hubiera necesitado por la noche-No...-Intento apartar al animal de su lado, pero este se quejaba e intentaba picar de aquel bolsillo-Que no...-Era la segunda vez que le negaba al cervatillo, pero este, nulo a su peticiones, seguía insistiendo en meter el hocico, hasta que no pudo aguantar más y tuvo que moverlo con cierta brusquedad, saco los dientes de ajo, quedándose con tres de cinco y entonces el pequeño cervatillo movió el hocico para coger lo que Teng le había lanzado-Ahora Shu shu...-Con las manos, le iba haciendo movimientos suaves de que se fuera, de que quería estar a solas.
Nada. El cervatillo seguía ahí, comiendo a sus anchas. Suspiro cansado, esperaba que no quisiera más de la atención de Teng, pero en cuanto anduvo unos pasos hacia delante, giro su rostro por encima del hombro, viendo si alguien le seguía o no. Gracias a dios, nadie le siguió. Vislumbro entre el bosque unas rocas desiguales en las que poso su posadera y respiro un poco ahogado. Se abrió la camisa con cuidado y vislumbro la venda que estaba dada de si, su hombro, le molestaba un poco.
¿Qué hacer con la chica? ¿Tirarla? O ¿Fornicársela o simplemente jugar con ella? Algo en la mente, le vino enseguida, de una cosa en la que su madre le repitió después de su llegada a su navío y antes de su partida:
Querido ¿Y tu prometida?......
Querido, creí que te fuiste de casa porque supiste de aquello y saliste en su busca...
Querido, deberías buscar a tu prometida.. . . .
Chorradas. ¿Quién era ella? Aquello le pillo de sorpresa, ya su vida no podía estar más que atada y llegando al fondo de la cuestión, estaba llevando a alguien a ser una prisionera tan solo por un capricho machista. La chica, la había embadurnado de barro, para después romperle el vestido. En teoría ya no podría volver a su casa o ¿sí? Solamente, si la dejaba libre, seguramente se chivaría a quien sea para que fueran en su búsqueda, aquello le preocupaba, más búsquedas de orden y captura, genial. Pero habiendo presenciado aquella escena en el bosque, haber escuchado las palabras de aquel que quería la muerte de la chica, pensó en poder hacer un trato con la chica.
Se rio al pensar aquella tontería. ¿Un trato con aquella mujer? ¿Con aquel perro que se apellidaba D’Lemoine y que tenia presa? Debería de estar loco.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Se aferro a aquella manta que le había dado el hombre, no entendía su comportamiento tan ruin ni porque ella tuvo que caer en sus garras, ¿acaso le debía al mundo? Tal vez solamente era un juego del destino, pero tenía mucho miedo de cómo iba a quedar aquello, sus secuaces parecían más tranquilos cuando aquel hombre se retiro, ahora podían estar más relajados. El contramaestre no le quitaba el ojo de encima, cualquier movimiento que hacía era casi que vigilado de manera rigurosa, al menos en casa podía suspirar sin que la vigilaran. Pero era el único que no se veía morboso y pervertido así que prefería hablar con él.
-Señorita debe quedarse tranquila- le advirtió el hombre mientras se sentaba a su lado. Aitziber bufo mirando hacia el otro lado, ¿Cómo podría hacerlo?-Si molesta mucho al jefe él puede tomar represarías muy fuertes-
-y usted…. ¿Por qué anda tan interesado en lo que me pueda hacer?- le pregunto mirándole de reojo. Se alejo un poco de él, le tenía enojo, el también era culpable de todo lo que le sucedía. A sus oídos llego una risa por parte del contrario.
-Niña tonta… nos sirve más en una sola pieza que partida- le sujeto del mentón obligándola a mirarle el rostro-Eres una pieza importante de porcelana, si te rompes en el camino no nos serias de utilidad- Ait gruño saltándose del agarre para darse media vuelta, no, ella no era un era una frágil chica, eso nunca lo seria, estaría segura que sin dificultades saldría de aquellos, no necesitaba ayuda de nadie.
Casi todos estaban recuperando fuerzas cuando a la joven bruja le dieron ganas de ir al baño, era algo fisiológico así que se levanto estirando sus manos para dejar salir un suspiro, como supuso sintió al segundo una mano sujetándole el brazo, le miro con desprecio mientras se quitaba del agarre con rudeza-Tengo que orinar Monseuir- se arreglo como pudo su deteriorado vestido y camino hacia el sendero que parecía solitario, claro sabia que uno de ellos le seguía, solo esperaba que no se pasara de listo.
Mientras caminaba por el bosque pudo notar que estaba bien alejada del centro de reunión de los hombres pero su acompañante estaba aun cerca-Oh… por dios… no espera que lo haga cerca de usted… de unos diez pasos hacia atrás y quédese en ese lugar – el hombre le miro sin moverse, por unos segundos deseo poder matarlo con alguno de sus poderes, pero prefirió no hacerlo, pues podrían matarla si se enteraban que era bruja y eso ya sería peor-Cantare mientras lo hago así sabrás que no me he ido – con aquella proposición acepto dar diez pasos mientras yo cantaba una canción infantil. Comenzó a caminar mas allá cantando la canción para que el hombre no le buscara.
Había encontrado un lugar, cerca de un riachuelo, aprovecho a limpiarse el rostro mientras seguía cantando aquella cancioncita a veces la tarareaba mientras se limpiaba las manos, alzo se le acerco molestándole la cabeza, parecía que quería comerle el cabello, cuando alzo la mirada se encontró con un pequeño ciervo, le dio un manotazo en el hocico para que se alejara, pero al parecer el barro le atraía aun mas, tal vez olía como su mami.
-Ahg… aléjate de mí..!- se levanto mientras el cervatillo se acercaba para tenerla cerca, hasta le rasgaba lo que quedaba del corpiño para que no se fuera-No, No… Chu…!- trato de correr pero parecía un perro faldero detrás de ella-lo siento pero prefiero los gatos ¿eres uno? No lo creo eres un simple ciervo- caminaba. Pronto pudo tener la silueta del hombre pero parecía junto a alguien más, debía ser el contramaestre, pero el cervatillo aun seguía a su lado, en uno de esos segundos en que miraba hacia el frente, noto que los dos hombres giraban para verla mientras el pequeño cervatillo le sujetaba el corpiño para rasgarlo completamente dejándola desnuda en la parte de abajo, dejo salir un grito al no sentir nada en la parte inferior, y miro como el pequeño cervatillo se asustaba con su grito-ohh… si ahora si huyes… devuélveme lo que queda de mi falda- pero el animalillo había quedado muy lejos, ya no se le podía ver, ahora ella que le daba la espalda a los hombres debía ser frente a sus risas sin sentido y miradas perversas.
No quería darse vuelta, pero conto hasta tres girando con la frente en alto –Acaso no me van a ayudar?- pregunto mientras el hombre que la acompañaba se resistía para no reírse. El otro era nada más que el jefe del circo-Tks…- dio media vuelta caminando hacia la dirección contraria hasta adentrase al boque, prefería morirse en ese lugar antes de verlos reírse de ella.
-Señorita debe quedarse tranquila- le advirtió el hombre mientras se sentaba a su lado. Aitziber bufo mirando hacia el otro lado, ¿Cómo podría hacerlo?-Si molesta mucho al jefe él puede tomar represarías muy fuertes-
-y usted…. ¿Por qué anda tan interesado en lo que me pueda hacer?- le pregunto mirándole de reojo. Se alejo un poco de él, le tenía enojo, el también era culpable de todo lo que le sucedía. A sus oídos llego una risa por parte del contrario.
-Niña tonta… nos sirve más en una sola pieza que partida- le sujeto del mentón obligándola a mirarle el rostro-Eres una pieza importante de porcelana, si te rompes en el camino no nos serias de utilidad- Ait gruño saltándose del agarre para darse media vuelta, no, ella no era un era una frágil chica, eso nunca lo seria, estaría segura que sin dificultades saldría de aquellos, no necesitaba ayuda de nadie.
Casi todos estaban recuperando fuerzas cuando a la joven bruja le dieron ganas de ir al baño, era algo fisiológico así que se levanto estirando sus manos para dejar salir un suspiro, como supuso sintió al segundo una mano sujetándole el brazo, le miro con desprecio mientras se quitaba del agarre con rudeza-Tengo que orinar Monseuir- se arreglo como pudo su deteriorado vestido y camino hacia el sendero que parecía solitario, claro sabia que uno de ellos le seguía, solo esperaba que no se pasara de listo.
Mientras caminaba por el bosque pudo notar que estaba bien alejada del centro de reunión de los hombres pero su acompañante estaba aun cerca-Oh… por dios… no espera que lo haga cerca de usted… de unos diez pasos hacia atrás y quédese en ese lugar – el hombre le miro sin moverse, por unos segundos deseo poder matarlo con alguno de sus poderes, pero prefirió no hacerlo, pues podrían matarla si se enteraban que era bruja y eso ya sería peor-Cantare mientras lo hago así sabrás que no me he ido – con aquella proposición acepto dar diez pasos mientras yo cantaba una canción infantil. Comenzó a caminar mas allá cantando la canción para que el hombre no le buscara.
Había encontrado un lugar, cerca de un riachuelo, aprovecho a limpiarse el rostro mientras seguía cantando aquella cancioncita a veces la tarareaba mientras se limpiaba las manos, alzo se le acerco molestándole la cabeza, parecía que quería comerle el cabello, cuando alzo la mirada se encontró con un pequeño ciervo, le dio un manotazo en el hocico para que se alejara, pero al parecer el barro le atraía aun mas, tal vez olía como su mami.
-Ahg… aléjate de mí..!- se levanto mientras el cervatillo se acercaba para tenerla cerca, hasta le rasgaba lo que quedaba del corpiño para que no se fuera-No, No… Chu…!- trato de correr pero parecía un perro faldero detrás de ella-lo siento pero prefiero los gatos ¿eres uno? No lo creo eres un simple ciervo- caminaba. Pronto pudo tener la silueta del hombre pero parecía junto a alguien más, debía ser el contramaestre, pero el cervatillo aun seguía a su lado, en uno de esos segundos en que miraba hacia el frente, noto que los dos hombres giraban para verla mientras el pequeño cervatillo le sujetaba el corpiño para rasgarlo completamente dejándola desnuda en la parte de abajo, dejo salir un grito al no sentir nada en la parte inferior, y miro como el pequeño cervatillo se asustaba con su grito-ohh… si ahora si huyes… devuélveme lo que queda de mi falda- pero el animalillo había quedado muy lejos, ya no se le podía ver, ahora ella que le daba la espalda a los hombres debía ser frente a sus risas sin sentido y miradas perversas.
No quería darse vuelta, pero conto hasta tres girando con la frente en alto –Acaso no me van a ayudar?- pregunto mientras el hombre que la acompañaba se resistía para no reírse. El otro era nada más que el jefe del circo-Tks…- dio media vuelta caminando hacia la dirección contraria hasta adentrase al boque, prefería morirse en ese lugar antes de verlos reírse de ella.
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Re: [Teng Jin-Ho Zhen]más allá del último horizonte[Privado]
Tenía que hacer algo al respecto, no podía quedarse allí sentado, sobre unas piedras en la orilla apenas visible de un riachuelo. Supuso que todo saldría conforme la noche avanzara, el alba ya podía verlo. Las técnicas que había utilizado en la tienda habían sido satisfactorias, necesitaría de su dote curativa, de la dote curativa de la chica. Bien no quería ponerse a llorar en ese instante, en su vida se había enfrentado con una mujer que no fuera su madre. Era deprimente, las mentiras que decía para mantener una imagen, estaba hasta el cuello de todo.
Seguiría dando el tipo de hombre malo y sin piedad, seguiría demostrando de la madera que está hecha la sangre pirata de Singapur-Soy lo que soy, alguien debe serlo....-se miraba las manos, como si las tuviera manchadas de sangre inocente. ¿Cuantas almas había quitado sin más? ¿Cuantas cosas había hecho solamente porque se aburría? Ahora las cosas habían terminado siendo serias. Tenía a una rehén o si se podría llamar eso. Más bien tenía a un Bulldog rabioso como mascota. Se acabó. La llevaría consigo e improvisaría sobre la marcha.
Ya se levanto de aquel lugar, con alguna prisa pues sintió un mareo en cuanto estuvo de pie-Wau....-Dijo enseguida pues volvió a sentarse. No. No era porque se había levantado deprisa. Algo o alguien estaba haciendo que comenzara a tener mareos, que comenzase a encontrarse en un peor estado que antes. ¿Cuando terminaría esta tortura? Cerró un momento los ojos, sintió su cuerpo moverse a los lados para después tener que abrir los ojos y ver que todo estaba rosado, las cortezas de los arboles se habían tornado en tonos borgoña, para ver también las hojas de los arbustos casi de un rosa pálido. Parpadeo varias veces y la vista volvió a la normalidad. Suspiro, comenzó a jadear, el sudor aparecía perlando su frente de sudor. Se limpio con la camisa ¿Que pasaba?
Agua. El agua podría calmarle. Ahora una sensación extraña parecía ahogarle en su pecho, se tiro al agua, la poca que cubría por el riachuelo y de algún modo consiguió estabilizarse. Después de tantas heridas, dagas, cortes, sudor, estrés, todo, podría estar relacionado con falta de reposo. Necesitaba la mano femenina de una mujer, o la de su contramaestre que siempre le era fiel. ¿Donde estaba la ayuda cuando más la necesitabas? ¿Donde? Tendría que esperar, se sentó ahora en la mullida hierba que crecía en el campo de aquel bosque. Termino por tumbarse. Respiraba con normalidad, mirando el cielo de un tono lila claro, pensó en aquellos días en lo que estaba siempre arropado por sabanas blancas, en una cama acolchada y de plumas, enormes y con un montón de cojines. ¿Porque entonces tomo el camino de las fechorías y el de ser un gañan? Quizás porque le excitaba la aventura, encontrar lo que le era desconocido. Necesitaba ayuda. ¿Quien se la daría estando lejos de la carreta en la que habían viajado hasta rescatar al rehén? Si existían los milagros, alguien aparecería para ayudarle.
Seguiría dando el tipo de hombre malo y sin piedad, seguiría demostrando de la madera que está hecha la sangre pirata de Singapur-Soy lo que soy, alguien debe serlo....-se miraba las manos, como si las tuviera manchadas de sangre inocente. ¿Cuantas almas había quitado sin más? ¿Cuantas cosas había hecho solamente porque se aburría? Ahora las cosas habían terminado siendo serias. Tenía a una rehén o si se podría llamar eso. Más bien tenía a un Bulldog rabioso como mascota. Se acabó. La llevaría consigo e improvisaría sobre la marcha.
Ya se levanto de aquel lugar, con alguna prisa pues sintió un mareo en cuanto estuvo de pie-Wau....-Dijo enseguida pues volvió a sentarse. No. No era porque se había levantado deprisa. Algo o alguien estaba haciendo que comenzara a tener mareos, que comenzase a encontrarse en un peor estado que antes. ¿Cuando terminaría esta tortura? Cerró un momento los ojos, sintió su cuerpo moverse a los lados para después tener que abrir los ojos y ver que todo estaba rosado, las cortezas de los arboles se habían tornado en tonos borgoña, para ver también las hojas de los arbustos casi de un rosa pálido. Parpadeo varias veces y la vista volvió a la normalidad. Suspiro, comenzó a jadear, el sudor aparecía perlando su frente de sudor. Se limpio con la camisa ¿Que pasaba?
Agua. El agua podría calmarle. Ahora una sensación extraña parecía ahogarle en su pecho, se tiro al agua, la poca que cubría por el riachuelo y de algún modo consiguió estabilizarse. Después de tantas heridas, dagas, cortes, sudor, estrés, todo, podría estar relacionado con falta de reposo. Necesitaba la mano femenina de una mujer, o la de su contramaestre que siempre le era fiel. ¿Donde estaba la ayuda cuando más la necesitabas? ¿Donde? Tendría que esperar, se sentó ahora en la mullida hierba que crecía en el campo de aquel bosque. Termino por tumbarse. Respiraba con normalidad, mirando el cielo de un tono lila claro, pensó en aquellos días en lo que estaba siempre arropado por sabanas blancas, en una cama acolchada y de plumas, enormes y con un montón de cojines. ¿Porque entonces tomo el camino de las fechorías y el de ser un gañan? Quizás porque le excitaba la aventura, encontrar lo que le era desconocido. Necesitaba ayuda. ¿Quien se la daría estando lejos de la carreta en la que habían viajado hasta rescatar al rehén? Si existían los milagros, alguien aparecería para ayudarle.
Teng Jin-Ho Zhen- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 05/01/2012
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