Un perfume especial [Libre]

por **Gabriella de Beaucaire** Lun Mar 18, 2013 9:42 pm

Tierno perfume que deleita a los que saben apreciar la belleza. Tanta delicadeza me brinda una nueva oportunidad de creer que este mundo no se ha acabado con su ausencia.

Cuando desperté de mi descanso diurno, supuse que los humanos debieron haber tenido un día agitado. Si mi mente no me engañaba, y sabía que podía ocurrir a veces, era inicio de semana, y de aquella manera, todos estarían en sus labores ordinarias. Ordené mis ideas, sabiendo que no podía permanecer más tiempo hospedada en el hotel. Llevaba ahí casi dos años, después de todo, y sería propio tener mi residencia personal dentro de aquella misteriosa ciudad que parecía guardar celosamente secretos sobre mi pasado. Nada más mi apellido indicaba mi procedencia francesa, a pesar de que mi corazón y mi lealtad siempre pertenecerían a Inglaterra. ¿Quién había sido yo antes de convertirme en una inmortal? ¿Había existido realmente? Desconocía cada detalle de lo que hubiese ocurrido en París, y ahora que estaba despierta y decidida, me encargaría de averiguarlo.

Para mi buena fortuna era fácil encontrar damas de compañía que me ayudaran a colocarme los excéntricos vestidos parisinos tan a la moda, que, aunque me encantaban, eran realmente complicados de poner. Miré el sobre tan bien cuidado que tenía sobre el escritorio, y la invitación que había recibido nada más levantarme de la cama. ¿Qué mejor para una mujer como yo que una velada nocturna en el Palacio Royal?

Suponía ser algo importante, pero no lo suficiente para exigir la presencia de la realeza.
Contando con eso, decidí ir con la sencillez de una mujer de mi clase, que no poseía nada más que un antiguo collar de diamantes con un pequeño rubí en el centro. Amaba tanto el rojo que no podía evitar vestirlo lo más posible, así pues, añadí un vestido color rojo escarlata de la seda más fina, con un encaje negro que dejaba la vista a los hombros. Unos guantes blancos y unos zapatos de tacón eran el último toque.

Sonreía con serenidad mientras era conducida a la salida del hotel, subiendo a un carruaje rentado y aguardando los minutos necesarios hasta llegar a mi pomposo destino. Las luces del palacio resultaban conmovedoras desde el exterior, pero al estar a la entrada del mismo, comprobé que al estar dentro no había nada que pudiera eclipsar la belleza de tal fiesta. Todo resplandecía, lo que me hacía sentir encantada, y la música que sonaba de fondo era tan exquisita que me sorprendía las escasas parejas que habían decidido bailar.

― ¿Qué podría tener a todos tan asustados? ¡Pobrecitos míos! Deben estar aterrados al ser su primera temporada; sí, veo caras nuevas y muy jóvenes. Seguramente deben estar haciendo su debut más de una señorita tímida. Que pena, realmente espero encontrar pareja. ¿Pero quien querrá bailar conmigo teniendo a jovencitas tan lindas aquí?

No me di cuenta que había empezado a hablar sin parar hasta que un par de personas fueron entrando detrás de mi, encontrando escandaloso que hubiera asistido sola a la velada, y sin duda el verme hablando sola no debía ayudar mucho a mi reputación.

Aunque claro, tomando en cuenta que llevaba viva más de cuatro siglos, mi reputación había dejado de tener gran importancia. ¿Entonces por qué seguía pareciéndome importante guardar las apariencias? Hice una reverencia de respeto y aquella pareja pareció suavizar su expresión. Sencillamente no podía vivir sin esa belleza, sin cada delicado ritual que los parisinos inventaban y lo hacían popular. Las danzas siguieron un par de minutos, y cuando la música cobró una pausa, todos aplaudieron.

Suspiré encantada cuando descubrí libre un bello y acogedor diván, y me acerqué a descansar en él, aceptando de paso una copa de vino. ¿Podía ir mejor mi noche, acaso? Había creído que si… hasta que, tras un movimiento brusco, una copa de vino calló sobre mi pecho.

por **Cora A. Samaras** Jue Mayo 09, 2013 12:00 am

El vestido que había elegido para esta ocasión era delicado como mi rostro, como yo en general, no me molestaba el hecho de que pareciera un poco sencillo, yo en todo mi esplendor era sencilla, así que no me molestaba tener que utilizar algo así, que solamente llevara una falda de color azul pastel y un corsé del mismo color, pegado a mi cuerpo, de tal forma que se me veía una excelente figura, como extrañaba las túnicas de la antigua Grecia, sería más fácil vestirse con unas vestimentas así y no se necesitaría tantas horas para tener un aspecto decente para ir a pasear por parís, pero la noche me tenía algo más interesante, tenía que ir a una extraña fiesta, todo por culpa de Federico, si le gustara hablar otro poco… no tendría que estar yendo yo a sus fiestas como su representante y además prometida, en esta ocasión no me acompañaría, me había dejado toda la responsabilidad.

Sabía que no le gustaba ese tipo de cosas, así que lo deje tranquilo y acepte ir, le di un beso de despedida antes de dirigirme a esa fiesta de altos funcionarios que estarían interesados en ver a la joven mujer con quien Federico tendría el orgullo de cazarse, ya los murmullos y los chimes estaban a millón, sabían que era “prima” de Frausto Figueroa aquel extraño caballero que tampoco iba muy a menudo a las fiestas, para mi agrado. Sabía que debía encontrarme a alguien que me distrajera, las personas que rodeaban mi círculo de amigos, parientes y amoroso eran todos unos asociales que preferían quedarse oculto entre las sombras, mientras yo adoraba ir de allí por allá jugando y mostrándome interesada por los nuevos detalles de la era.

Llegue rápido y como era de esperarse muchos susurros a mi alrededor comenzaron a aflorar, yo no era nadie de la realeza, pero Frausto si conocía a un tal Antoline, no me acordaba que puesto tenia y tampoco quería saberlo, sabía que era un pesado y esperaba no encontrármelo. La música era agradable, las personas me sonreían al reconocerme con la futura señora de Meaux yo simplemente sonreía y asentía levemente, estaba un poco cohibida, aunque siempre salía sola, no estaba del todo acostumbrada a la multitud, esperaba que cuando mi matrimonio se diera siempre estuviera acompañada por mi nuevo marido.

Ya había terminado la primera pieza de música, las personas aplaudías, yo lo hice en mis blancos guantes con encajes, de forma animada mientras miraba como cada persona buscaba un lugar para sentarse, algunos animados, se levantaban para esperar a la siguiente tonada, una pareja de jóvenes se apresuro, pues comenzaba a sonar el violín que anunciaba la nueva pieza, me empujaron hacia un lado, y tropecé con un objeto, el cual no le di mucha importancia, hasta que olí el inconfundible olor del vino regándose por algún vestido, voltee preocupada y horrorizada por lo que había hecho –Ohh Santo dios- susurre sin pensarlo mientras me acercaba a la joven para tenerla al frente de mis ojos –De verdad no fue mi intención, ni mi culpa… unos jóvenes me empujaron- me apresure a decir mientras sacaba de uno de mis bolsillos secretos de aquel vestido un pañuelo blanco con la letra C bordada en hilo dorado, se lo ofrecí a la joven para que se limpiara.

Spoiler:

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