Serás tu alguien especial para mí (libre)

La vida juega suco con cada una de las personas de este mundo, pues no le importa la raza, la clase social el sexo o la edad, juega cruel mente con toda la gente, en esta ocasión no seria la excepción corrían las tres de la tarde de un martes, el solo estaba en lo mas alto de cielo, un hermoso cielo azul muy raro de ver en el país de Francia y sobre todo en la ciudad e parís , pues se conoce como parís como una ciudad extremadamente melancólica pues con sus constantes neblinas y sus lluvias frecuentes, a todo el mote de ciudad melancólica, aun que también es conocida por su diversidad de gente, pues se pueden encontrar infinidad de razas en cada esquina.

El clima hermoso era digno de mencionar, pues para una niña sola es algo que la puede poder extremadamente feliz, como esto, la soledad es fácilmente vencida por la diversión, con lo cual poco puede ser lo que se haga para conseguirla, esta pequeña niña corría de un lado para otro, pasando por infinidad de callejones viendo pasar a las parejas agarradas del brazo, a los niños correr junto a sus padres, a los vendedores intentando promocionar sus productos, a veces la vida te deja ser feliz por un momento, te deja disfrutar de eses pequeños instante antes de la tormenta, pues primero corres por alegría y después corres por tu vida.

La niña pasaba de un lado a otro como ya se menciono, pasaba corriendo por los pequeños puestos de comida de la calle, la gente gritaba despavorida cuando la veía pasar pues era lógico pensar que algo había de pasar, y si la logia lo dice era cierto, paso corriendo sin fijarse con la mira viendo hacia la nada en su pequeño mundo de fantasía, dulce sueños de irrealidad pues en ese pequeño instante antes del accidente, alguien el aquel sueño le grita cuidado, cuidado hija, después movía la cabeza de un lado pues los gritos de la gente no se hicieron esperar, cuidado, cuidado!!, se podía escuchar, pero cuando se dio cuanta que delante de ella tenia un puesto de pan, ya era demasiado tarde, pues el pan ya volaba hacia todas direcciones, la mesa donde estaba el pan yacía de cabeza con las patas hacia el cielo, la pequeña niña giraba en el suelo, lastimándose sus muy delgadas piernas, mientras que pensaba en su mente que había pasado, por que yacía en el suelo girando descontrolada y por qué le pana volaba sobre de ella.

Aquel vendedor de vigente prominente y mirado muy molesta clavaba su mirada en la pequeña niña, el enfado era evidente pues su mercancía yacía en el suelo, aquel hombre camino hacia la pequeña niña, pensar en que le preguntaría si estaba bien era por demás pensar positivamente, claro esto todo se puede soñar, pero en esta ocasión pensar positivamente no era la idea de aquel enfadado vendedor, enojado tomo del brazo a la niña que con raspones en los brazo y piernas con la grimas en los ojos, mostraba su terrible miedo, pues era lógico no tenia dinero, era pobre, y sabia que su castigo seria cruel y doloroso, así que llorando le pedía perdón, mientras que aquel hombre se hacia de los oídos sordos solo tenia en mente una cosa que no era el pago de esa mercancía, si no el castigo para esa pequeña niña, del vestido roto y pies descalzos.

Con fuerza y coraje tomo aventó a la niña al piso, la tomo de la cabeza y la acerco hacia los panes sucios del piso, le restregó aquellos panes en la cara, y le decía con coraje, de esta no te escapas, tus lagrimas no pagan mi pan, tus disculpas no me dan de comer, pero de mis golpes no te vas a salvar, la niña gritando con miedo las única palabras que podían calmar al hombre.

-perdón, perdón!!

No funcionaban, pues aquel hombre empezó su a soltar su furia con golpes fuertes aquella niña que con dolor y la grimas en los ojos pedía perdón y suplicaba piedad, piedad que no seria dada hasta que aquel hombre calmara su furia, o alguien intentara ayudarla, pero quien se molestaría en ayudar a un niña de la calle, quien seria su salvador?, eso solo el destino lo sabes, pues yo no…

Era una tarde tan extraña en París, que fui incapaz de no salir a dar una vuelta, si bien no me agradaba en demasía aquel buen tiempo tan inusual.

Andaba a paso lento y extasiado; no tenía prisa alguna, ni mucho menos ganas de correr. Normalmente habría vestido de gitana, pues era una indumentaria que me gustaba mucho más, y que además me recordaba a las raíces maternas, pero pasear por las calles parisinas de aquella guisa no era buena idea.

Así que me puse un bonito vestido rojo con detalles más oscuros, tampoco demasiado lleno de lazos o piedras como decoración, pues me molestaban enormemente al andar dado que estaba acostumbrada a la libre indumentaria gitana. Eso sí, el cabello no pude evitar llevarlo suelto; no era de dama de bien, pero no importaba.
Además, si llevaba el cabello como una gitana, el vestido de una dama de clase media, y el colgante de una dama de clase alta, la confusión de la gente sería extremadamente divertida.

Vestido:

Entonces observé de refilón un gran alboroto, y descubrí a una niña pequeña que, aparentemente, había destrozado un puesto de pan, por lo que el dueño la estaba comenzando a pegar, gritando como un loco, mientras ella pedía perdón.

Sentí como mi mirada se encendía de rabia, pero la cubrí con un manto de fría indiferencia, como correspondía a una dama de alta alcurnia.
Me acerqué a paso rápido a ellos, y sabiendo que el dueño no se detendría, le agarré del brazo con inesperada fuerza, y le aparté.
-Tampoco sus golpes pagarán el pan, ni mucho menos.-indiqué con voz helada, sin ningún gesto en el rostro.- Así que será mejor que acepte mi dinero.-le tendí unos cuantos billetes que bastarían; le hubiera dado algunos más, pero aquel ser no lo merecía.- Buenas tardes.-me despedí, cogiendo suavemente a la niña para que fuera a mi lado; y susurrando para que sólo el dueño y la niña me oyeran, indiqué amenazadoramente.- Y como le vuelva a ver pegando a esta niña, o a cualquier otra, mi amiga la pantera negra, esa que ronda por los bosques y que siente debilidad por la carne de hombre, vendrá a hacerle una visita.

Y me alejé con la niña desconocida a mi lado, sintiendo como muchas miradas curiosas se clavaban en mi espalda... o tal vez en mi cabello suelto; teniendo en cuenta que me tapaba el culo, era difícil precisarlo.