Luces y sombras (Alguien especial)

por **Yulianna Fiódorovna** Lun Mayo 09, 2011 3:40 pm

Noche.
Fría. Oscura. Tenebrosa. Solitaria. Al fin, noche.

Yulianna no estaba bien. A su edad, 23 años, se estaba dando por vencida. Siempre había sido una persona fuerte. La más dura de todas, pero con los problemas del pasado, aún se hizo más sólida. Nunca, jamás, a partir del momento en el que asesinaron a su padre había necesitado la ayuda de nadie. Cierto es que había sufrido, que había llorado, e incluso hubiese deseado el suicidio antes que vivir de esta manera tan fría. Y así se había quedado ella: fría como el hielo.

Años atrás, Yulia era una jóven que deseaba con todas sus ganas hacer feliz a sus padres. Llegar a ser alguien de provecho. Doctora, abogada, proferosa... cualquier cosa. Pero quería ayudar a las personas. Ser "productiva". Pero una oscura noche, como la de este día que relato, ocurrió lo jamás pensado: el asesinato de su padre. Días después, ella tuvo que huir, junto a lo poco que le quedaba. ¿Y después? Soledad.

Años después.

Yulianna poco a poco se labró un futuro. Llegó de nuevo a lo más alto. Desde cero se hizo con poder, con amistades, pero ¿de qué le sirve todo eso? Si su problema sólo es uno: La soledad.

Ahora.

Débil. Desde hace meses, incluso años se siente indefensa. Cada noche la ataca la nostalgia, la tristeza la invade. Pero no quiere llorar, y no lo hace, aunque ya no puede más. Pero sigue sola. Encerrada entre las cuatro paredes que forman su habitación. Y cansada, afligida, sintiendo la añoranza correr por sus venas decidió poner punto y final a su situación. Así que salió.

Yulia está en el bar del hotel. Lleva un hermoso vestido color rosa crudo, y su melena rizada. Hermosa, y perfecta.

A su alrededor un montón de gente. Parejas, alta nobleza, camareras coquetas... en fin, lo que es un bar. Y arriba, en el piso superior, las habitaciones. Y una elegante habitación la esperaba esa noche. Quería dejar de estar atrapada en su propio ser. Necesitaba salir, conocer, vivir... Un faro, alguien que diese sentido a su existencia, alguien que le de un don, un motivo por el que seguir. Un romántico. Alguien a quien acudir cuando todos fallan. Quien le quite la intimidad. El que la bese, la toque y la admire. Quien la quiera, la adore y sólo la mire a ella. Alguien que no mienta. Con quien poder bailar, vivir, soñar. Que sólo sea suyo, que evite el daño, que provoque sonrisas. Su suerte, tan fuerte, diferente, que surja y así la vida olvide a la muerte. Que haga que su llama nunca se apague. Que la haga vibrar. Que aparte las sombras, que traiga las luces. Que aparte la niebla de esa solitaria alma. Que la horiente, que sea la llave que abra todas las puertas; su corazón.

Y una música lenta sonaba...