AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El canto del ruiseñor (Privado)
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El canto del ruiseñor (Privado)
Una tarjeta con el grabado de un ruiseñor era la invitación que le había mandado a Ruslana. Dónde había escrito el lugar, la hora y una breve explicación de cómo debía ir vestida: Ropa sencillas donde no se percibiese su clase. Ismael se vistió con unos pantalones Marrones y una camisa de algodón blanca. Cogió su saco de dinero y se lo ató al cinturón. Esa noche prometía. Le gustaba ver a las damas de alta clase soltarse la melena. Vivir la vida.
La noche calló sobre París e Ismael se dirigió al lugar citado pero antes de salir de casa cogió su espada. El centro de París dónde había otra cara. Una cara llena de placeres paganos. Dónde cualquier religioso al pie de la letra se escandalizaría. Pero aquella París le encantaba y era el mejor lugar para olvidar quien eras. Vio llegar a Ruslana y a pesar de las simplezas de sus ropas estaba increíble. Si una mujer era bella daba igual lo que llevará. Ella siempre sería bella. Ismael le sonrió a Ruslana y se terminó de acercar a ella.- Estas hermosa, pequeño ruiseñor. – Le di mi brazo para que lo cogiera.
Estaba nervioso, no por tener a una hermosa joven a mi lado, sino por el hecho de que quería que se divirtiera como nunca. Que fuera una noche inolvidable para ella. Ahora mismo Ruslana Del Mar no era la amiga de mi hermana, una simple chica de clase alta que venía ver cómo era divertirse de verdad. Cuando sentí sus delicadas manos agarrarme empecé a caminar.
Las calles parisinas estaban llenas de gente, todas de buen humor. Algunos cantaban, el ruido de las tabernas era animado. Y llegamos a mi taberna-café ya que por el día hacía café para la gente humilde y por la noche se convertía en una taberna con mucha encanto. Aquel lugar era llamado el lugar de los Revolucionarios. Allí iban todos los artistas que no conseguían triunfar pero que tenían un talento enorme. Cantaban, tocaban instrumento, la bebida corría por todas partes. Aquel lugar era un mundo aparte. París estaba pasando por una mala época pero allí no lo parecía.- Bienvenido al País de Nunca Jamás.- dije entre bromas.- Ven, sentémonos.
Caminamos hasta una mesa y en cuanto nos sentamos el camarero llegó.- ¿Qué queréis mis?
-Yo algo bien cargado y para ella… algo menso cargado.- dije con una sonrisa en los labios. El camarero rió y se marchó.- ¿Estas acostumbrada a beber, ruiseñor?
La noche calló sobre París e Ismael se dirigió al lugar citado pero antes de salir de casa cogió su espada. El centro de París dónde había otra cara. Una cara llena de placeres paganos. Dónde cualquier religioso al pie de la letra se escandalizaría. Pero aquella París le encantaba y era el mejor lugar para olvidar quien eras. Vio llegar a Ruslana y a pesar de las simplezas de sus ropas estaba increíble. Si una mujer era bella daba igual lo que llevará. Ella siempre sería bella. Ismael le sonrió a Ruslana y se terminó de acercar a ella.- Estas hermosa, pequeño ruiseñor. – Le di mi brazo para que lo cogiera.
Estaba nervioso, no por tener a una hermosa joven a mi lado, sino por el hecho de que quería que se divirtiera como nunca. Que fuera una noche inolvidable para ella. Ahora mismo Ruslana Del Mar no era la amiga de mi hermana, una simple chica de clase alta que venía ver cómo era divertirse de verdad. Cuando sentí sus delicadas manos agarrarme empecé a caminar.
Las calles parisinas estaban llenas de gente, todas de buen humor. Algunos cantaban, el ruido de las tabernas era animado. Y llegamos a mi taberna-café ya que por el día hacía café para la gente humilde y por la noche se convertía en una taberna con mucha encanto. Aquel lugar era llamado el lugar de los Revolucionarios. Allí iban todos los artistas que no conseguían triunfar pero que tenían un talento enorme. Cantaban, tocaban instrumento, la bebida corría por todas partes. Aquel lugar era un mundo aparte. París estaba pasando por una mala época pero allí no lo parecía.- Bienvenido al País de Nunca Jamás.- dije entre bromas.- Ven, sentémonos.
Caminamos hasta una mesa y en cuanto nos sentamos el camarero llegó.- ¿Qué queréis mis?
-Yo algo bien cargado y para ella… algo menso cargado.- dije con una sonrisa en los labios. El camarero rió y se marchó.- ¿Estas acostumbrada a beber, ruiseñor?
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/10/2012
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
"Volemos juntos a un País mágico, dónde todos los sueños se hacen realidad. Juguemos a ser niños perdidos, ¿bailarás conmigo, Peter Pan?"
Había llegado un poco más tarde de lo acordado porque había tenido que comprar en el territorio gitano algo sencillo. Para su sorpresa, cuando se había ido a vestir por la mañana, había descubierto que lo más sencillo que tenía en el armario, era un vestido de muselina de hacía dos años atrás, y no porque fuera mas simple que los demás, sino porque ya no estaba de moda. Eso y los ropajes masculinos que poseía, y estaba segura de que para el "canto del ruiseñor" no sería adecuado que llevase tales ropas. No quería causarle problemas a Ismael, él había sido muy amable por ofrecerse a llevarla por una París no conocida por ella.
En cuanto llegó al lugar que habían acordado, se mordió el labio con nerviosismo mientras miraba la alta figura del hombre que la esperaba. A pesar de tener una pose relajada contra la pared de una calle parisina, su mirada se deslizaba por los viandantes como gemas frías y calculadoras. Tenía una esfera de inaccesibilidad pegada a él, quizás muy interiorizada, y no sabía el porqué, pero suponía que ese aire de hombre malo le funcionaba muy bien con las féminas. Era guapo y atractivo, pero no era eso lo que atraía a las mujeres hacia él. Era esa sonrisa traviesa y la mirada sincera que te daba cuando hablaba. Casi la misma que le dedicó cuando le tendió el cumplido.- Gracias, monsieur Gómez. Me alegro de estar a la altura de tan.... conquistador ruiseñor.- Le contesté con una sonrisa tímida y la mancha rojiza de sus mejillas cada vez mayor. Siempre sufría ese defecto de timidez. Sus mejillas la traicionaban exponiendo su vergüenza a los demás, aunque esta vez se limitó a tomar el brazo de Ismael y mirarlo con inocencia. ¿Dónde la llevaría?.
Caminaron en un silencio cómodo, sabiendo que el paso era terriblemente lento para él, pero ella no podía evitar abrir los ojos cada vez que veía algo nuevo. Poco a poco las calles por las que caminaban se iban animando. El ruido de vasos chocando y golpeando mesas, las risas estridentes y cantarinas de mujeres y hombres, las voces de personas desconocidas uniéndose y formando una melodía versátil y extraordinaria. Había tanto color y falta de control. Todos parecían mecerse de un lado a otros, algunos incluso se atrevían a bailar por la calle, ajenos a todos los que lo miraban, y centrados en una música que sólo ellos escuchaban. Deseaba hacer eso, bailar. Ella sólo tenía ese talento. Mikele era un músico versátil, Zafiro tenía una voz prodigiosa, y ella..... ella sólo Bailaba. Cuando su cuerpo se entregaba a la música, entraba en trance y se volvía otra. Todos los que la habían visto en las fiestas, decían que era "el ángel de la temporada" porque tenía dulzura, agilidad y un sentido del ritmo perfecto. Aunque, todos saben que los miembros de la alta clase se exceden con los cumplidos.
En cuanto Ismael se detuvo, tuve que parpadear varias veces para no abrir la boca ante lo que estaba viendo. Habían personas tocando instrumentos, cantando, bailando.... Algunos se reían de algún chiste concreto y se golpeaban la espalda. Ése lugar no tenía nada que ver con las tabernas en las que había entrado para buscar información sobre su padre, ésta tenía vida, las mujeres reían y bebían de sus copas sin inhibiciones. Parecía haber entrado en otro mundo, en otra época, y todo se lo debía a Ismael. - Dios.....Es increíble. No había visto nada igual- Le dije con una mirada admirada. A partir de entonces, iba a pedirle a él la localización de lugares como estos. Y si la noche salía bien, pensaba volver a repetir la experiencia. - ¡Beber!- Le dijo alarmada, mientras se tocaba el pecho con la mano. ¿Se pensaba que era una borracha?. Frunció el ceño y los labios en un mohín infantil.- Por supuesto que no.- Le dijo con una mueca que se estaba convirtiendo en una sonrisa mientras veía a la gente bailar. - Sabes...... tienes razón. Es el País de Nunca Jamás, y yo soy Wendy. Ahora... ¿unámonos a los bailarines indios alrededor de la hoguera, Peter Pan? - Se levantó con una sonrisa desafiante y se alejó de la mesa para adentrarse con los bailarines.
No sabía qué le había ocurrido. Tal vez fuera la alegría del momento, o el hecho de saber que nadie la criticaría por bailar con sentimiento. Lo cierto es que comenzó a seguir el ritmo suave de la música. Levantó sus manos en el aire y movió su cintura con un balanceo suave. Imitó los movimientos sensuales que había visto en algunas bailarinas en el teatro, y notando cómo los demás bailarines se unían a ella, cerró los ojos y tomó su falda para levantarla y dejar que sus tobillos se mostrasen bajo ella. Rió como una niña y miró a Ismael con inocencia, moviendo su mano para pedirle que se uniera, pues todos los que bailaban la seguían y los músicos habían comenzado a entonar unas notas sensuales de guitarra. Seguramente sería un español, pues todos los de su tierra natal tenían una magia especial en los dedos, que la hacían estremecer nota a nota.
Había llegado un poco más tarde de lo acordado porque había tenido que comprar en el territorio gitano algo sencillo. Para su sorpresa, cuando se había ido a vestir por la mañana, había descubierto que lo más sencillo que tenía en el armario, era un vestido de muselina de hacía dos años atrás, y no porque fuera mas simple que los demás, sino porque ya no estaba de moda. Eso y los ropajes masculinos que poseía, y estaba segura de que para el "canto del ruiseñor" no sería adecuado que llevase tales ropas. No quería causarle problemas a Ismael, él había sido muy amable por ofrecerse a llevarla por una París no conocida por ella.
En cuanto llegó al lugar que habían acordado, se mordió el labio con nerviosismo mientras miraba la alta figura del hombre que la esperaba. A pesar de tener una pose relajada contra la pared de una calle parisina, su mirada se deslizaba por los viandantes como gemas frías y calculadoras. Tenía una esfera de inaccesibilidad pegada a él, quizás muy interiorizada, y no sabía el porqué, pero suponía que ese aire de hombre malo le funcionaba muy bien con las féminas. Era guapo y atractivo, pero no era eso lo que atraía a las mujeres hacia él. Era esa sonrisa traviesa y la mirada sincera que te daba cuando hablaba. Casi la misma que le dedicó cuando le tendió el cumplido.- Gracias, monsieur Gómez. Me alegro de estar a la altura de tan.... conquistador ruiseñor.- Le contesté con una sonrisa tímida y la mancha rojiza de sus mejillas cada vez mayor. Siempre sufría ese defecto de timidez. Sus mejillas la traicionaban exponiendo su vergüenza a los demás, aunque esta vez se limitó a tomar el brazo de Ismael y mirarlo con inocencia. ¿Dónde la llevaría?.
Caminaron en un silencio cómodo, sabiendo que el paso era terriblemente lento para él, pero ella no podía evitar abrir los ojos cada vez que veía algo nuevo. Poco a poco las calles por las que caminaban se iban animando. El ruido de vasos chocando y golpeando mesas, las risas estridentes y cantarinas de mujeres y hombres, las voces de personas desconocidas uniéndose y formando una melodía versátil y extraordinaria. Había tanto color y falta de control. Todos parecían mecerse de un lado a otros, algunos incluso se atrevían a bailar por la calle, ajenos a todos los que lo miraban, y centrados en una música que sólo ellos escuchaban. Deseaba hacer eso, bailar. Ella sólo tenía ese talento. Mikele era un músico versátil, Zafiro tenía una voz prodigiosa, y ella..... ella sólo Bailaba. Cuando su cuerpo se entregaba a la música, entraba en trance y se volvía otra. Todos los que la habían visto en las fiestas, decían que era "el ángel de la temporada" porque tenía dulzura, agilidad y un sentido del ritmo perfecto. Aunque, todos saben que los miembros de la alta clase se exceden con los cumplidos.
En cuanto Ismael se detuvo, tuve que parpadear varias veces para no abrir la boca ante lo que estaba viendo. Habían personas tocando instrumentos, cantando, bailando.... Algunos se reían de algún chiste concreto y se golpeaban la espalda. Ése lugar no tenía nada que ver con las tabernas en las que había entrado para buscar información sobre su padre, ésta tenía vida, las mujeres reían y bebían de sus copas sin inhibiciones. Parecía haber entrado en otro mundo, en otra época, y todo se lo debía a Ismael. - Dios.....Es increíble. No había visto nada igual- Le dije con una mirada admirada. A partir de entonces, iba a pedirle a él la localización de lugares como estos. Y si la noche salía bien, pensaba volver a repetir la experiencia. - ¡Beber!- Le dijo alarmada, mientras se tocaba el pecho con la mano. ¿Se pensaba que era una borracha?. Frunció el ceño y los labios en un mohín infantil.- Por supuesto que no.- Le dijo con una mueca que se estaba convirtiendo en una sonrisa mientras veía a la gente bailar. - Sabes...... tienes razón. Es el País de Nunca Jamás, y yo soy Wendy. Ahora... ¿unámonos a los bailarines indios alrededor de la hoguera, Peter Pan? - Se levantó con una sonrisa desafiante y se alejó de la mesa para adentrarse con los bailarines.
No sabía qué le había ocurrido. Tal vez fuera la alegría del momento, o el hecho de saber que nadie la criticaría por bailar con sentimiento. Lo cierto es que comenzó a seguir el ritmo suave de la música. Levantó sus manos en el aire y movió su cintura con un balanceo suave. Imitó los movimientos sensuales que había visto en algunas bailarinas en el teatro, y notando cómo los demás bailarines se unían a ella, cerró los ojos y tomó su falda para levantarla y dejar que sus tobillos se mostrasen bajo ella. Rió como una niña y miró a Ismael con inocencia, moviendo su mano para pedirle que se uniera, pues todos los que bailaban la seguían y los músicos habían comenzado a entonar unas notas sensuales de guitarra. Seguramente sería un español, pues todos los de su tierra natal tenían una magia especial en los dedos, que la hacían estremecer nota a nota.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Ismael dibujó en su rostro una gran sonrisa al ver como se tomaba aquella pregunta con horror.- Discúlpame, no quería ofenderla. Solo era para saber qué tipo de bebida era capaz de tolerar ese bello cuerpo.- Le guiñó el ojo.
Ismael no se dio cuenta de la melodía que sonaba hasta que ella le pidió bailar. - Claro pequeño ruiseñor, hoy estas fuera de tu jaula. Podrás hacer lo que quieras.- Contempló como se levantaba y caminaba al ritmo de la música hasta la zona de baile. Se la veía en su ambiente, feliz. Estaba viendo a la verdadera Ruslana y eso le gustaba. La había tomado por una chica más fría pero era como una niña pequeña que estaba descubriendo el mundo. El camarero trajo las dos bebidas y se marchó. Miró su whiskey y se lo bebió de un trago. Notó como el dorado líquido le quemaba la garganta. Se levantó y caminó hasta Ruslana.
Ismael hizo caso de las peticiones de Ruslana y se acercó a bailar hasta ella. Para lo grande que era se movía bien, al fin y al cabo tenía el arte en las venas, era un gitano español y casi toda su familia eran artistas. Con una sonrisa pícara y divertida se terminó de acercar a Ruslana. Compaginó los pasos de ella con los suyos. Al ver los tobillos de Ruslana sonrió. Ya se estaba empezando a soltar. Ismael se colocó detrás de ella. Siguiendo el ritmo de la música. Después le cogió una mano he hizo que girara sobre ella misma y empezó a guiarla en un baile que había aprendido cuando era pequeño. Un baile donde el movimiento de caderas de ambos y la coordinación de sus pies era importante. Pero si alguien sabía guiar al otro no era ningún problema. Sin soltarla de la mano la movía. La giraba dejaba que era improvisara un poco. Siempre mirándola a los ojos. Contemplando la felicidad y la dulzura que desprendía. Cuando quisieron darse cuenta todos los miraban. "Normal, es como ver el canto de un ruiseñor".
La música cambió e Ismael la soltó para empezar a bailar. Era un baile con movimientos extraños, Ismael solo quería hacer reír a Ruslana. Le daba igual que los demás digiera. Él solo quería ver la risa de Ruslana que hacer que aquella noche fuera la mejor de su vida.
Ismael no se dio cuenta de la melodía que sonaba hasta que ella le pidió bailar. - Claro pequeño ruiseñor, hoy estas fuera de tu jaula. Podrás hacer lo que quieras.- Contempló como se levantaba y caminaba al ritmo de la música hasta la zona de baile. Se la veía en su ambiente, feliz. Estaba viendo a la verdadera Ruslana y eso le gustaba. La había tomado por una chica más fría pero era como una niña pequeña que estaba descubriendo el mundo. El camarero trajo las dos bebidas y se marchó. Miró su whiskey y se lo bebió de un trago. Notó como el dorado líquido le quemaba la garganta. Se levantó y caminó hasta Ruslana.
Ismael hizo caso de las peticiones de Ruslana y se acercó a bailar hasta ella. Para lo grande que era se movía bien, al fin y al cabo tenía el arte en las venas, era un gitano español y casi toda su familia eran artistas. Con una sonrisa pícara y divertida se terminó de acercar a Ruslana. Compaginó los pasos de ella con los suyos. Al ver los tobillos de Ruslana sonrió. Ya se estaba empezando a soltar. Ismael se colocó detrás de ella. Siguiendo el ritmo de la música. Después le cogió una mano he hizo que girara sobre ella misma y empezó a guiarla en un baile que había aprendido cuando era pequeño. Un baile donde el movimiento de caderas de ambos y la coordinación de sus pies era importante. Pero si alguien sabía guiar al otro no era ningún problema. Sin soltarla de la mano la movía. La giraba dejaba que era improvisara un poco. Siempre mirándola a los ojos. Contemplando la felicidad y la dulzura que desprendía. Cuando quisieron darse cuenta todos los miraban. "Normal, es como ver el canto de un ruiseñor".
La música cambió e Ismael la soltó para empezar a bailar. Era un baile con movimientos extraños, Ismael solo quería hacer reír a Ruslana. Le daba igual que los demás digiera. Él solo quería ver la risa de Ruslana que hacer que aquella noche fuera la mejor de su vida.
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- Imaginate algo así:
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
" Hay algo en él. ¿Será su sonrisa, el brillo de sus ojos azules o el movimiento coordinado de sus brazos y pies?. Toma mi mano y baila conmigo. Por la luna, por las estrellas... Por la magia".
Con el corazón acelerado, y la boca entreabierta para poder coger más aire del que mi cuerpo necesitaba, observé los movimientos extraños que realizaba Ismael. Comencé a reírme como una niña al ver cómo se daba la vuelta y movía sus caderas en círculos exagerados. La camisa se tensaba en la parte superior de sus hombros cada vez que golpeaba el aire con sus manos, y sus piernas se deslizaban por el suelo con asombrosa rapidez. Parecía un verdadero gitano. Uno de ésos que realizaban danzas exclusivamente dirigidas al ritual pagano que celebraba la vida. Tal vez fuera éso lo que ambos necesitábamos, comenzar a vivir. Algo en él, en sus ojos alertas, en las cicatrices que recorrían cruelmente su cuerpo, le advertían que no era lo que aparentaba.
Un sentimiento de afinidad se instauró en su corazón cuando los ojos del hombre coincidieron con los suyos. Había tanta alegría en su aura, que simplemente sonrió y comenzó a caminar a su alrededor. Apartando a las mujeres y hombres que se acercaban a mí, bailé cerca de Ismael, intentando acompasar sus movimientos con los míos. Mis ojos lanzaban una advertencia a los que cruzaban sus ojos con los míos. Pensaba divertirme con él, pero no tolerar que nadie se aprovechara de mi mientras tanto. Alcé un brazo en el aire, mientras que con el otro le quitaba a una joven un pañuelo con monedas de su cadera. Miré a Ismael y le sonreí con picardía mientras me subía en una silla, y después en una mesa abarrotada de hombres. Até el pañuelo a mi cadera, e intenté imitar los golpes de caderas que hacía Ismael.
Reí mientras giraba sobre mí misma con los brazos extendidos. El pelo ondeaba a mi alrededor, mientras la falda se subía y dejaba ver mis rodillas. Paré justo cuando hubo un golpe de guitarra. Con el pelo revuelto, comencé a mover la cadera de nuevo, y sonreí a los hombres de la mesa con timidez. Sabiendo que la excitación de los hombres estaba aumentando, me limité a recoger mi falda y salté al suelo. Alcé los brazos y bailé alrededor de Ismael, dejando que de vez en cuando, mi cadera golpease su trasero con diversión. Y después, tomé las manos de varias mujeres, y dejé que bailaran todas a su alrededor.
Me alejé del círculo femenino con una sonrisa en mi rostro. Le gustaba el lugar, y la gente que había en él. Pensaba dejar que Ismael se divirtiera, sabía que le gustaban mucho las mujeres, así que le podía esperar. Ella sólo era un niña, y no era justo que perdiera su tiempo en entretener a una pequeña como ella. Se encogió de hombros y alzó sus manos al aire cuando Ismael la observó con una ceja alzada.
Se acercó a la mesa y vio dos copas en ella. Sin saber cual era la suya, se decidió a tomar la que tenía una tonalidad más clara. Ismael había dicho que "nada cargado para ella" así que golpeó un dedo en sus labios con indecisión.- Ni-ni-ña bo-o-nita. ¿ba-ba-ilas conmigo?.- Tartamudeó un joven enrojecido a su derecha. Lo miró de arriba a abajo, estudiando todo en él. Desde sus zapatos desgastados por las punteras, hasta el rostro aniñado de un joven de unos veintitrés años aparentes. Los sentimientos de él eran inocentes. Admiración, nerviosismo y resignación. No sabía si debía decirle que sí, pero las risas de algunos hombres detrás de ellos, la decidieron. Justo cuando el joven bajaba la mirada al suelo y comenzaba a virarse, le tomó la mano y le sonrió abiertamente. Sus ojos brillaron con amistad mientras asentía al hombre.
Dejó que él la guiara de nuevo al grupo de bailarines, e ignoró la forma en la que sus manos temblaron sobre su cintura. - Gracias, puedes llamarme...Ruiseñor.- No quería dar su nombre por si acaso alguien pudiera reconocerla, así que le sonrió al joven y dejó que este la guiara, torpemente, por la "pista" de baile.
Con el corazón acelerado, y la boca entreabierta para poder coger más aire del que mi cuerpo necesitaba, observé los movimientos extraños que realizaba Ismael. Comencé a reírme como una niña al ver cómo se daba la vuelta y movía sus caderas en círculos exagerados. La camisa se tensaba en la parte superior de sus hombros cada vez que golpeaba el aire con sus manos, y sus piernas se deslizaban por el suelo con asombrosa rapidez. Parecía un verdadero gitano. Uno de ésos que realizaban danzas exclusivamente dirigidas al ritual pagano que celebraba la vida. Tal vez fuera éso lo que ambos necesitábamos, comenzar a vivir. Algo en él, en sus ojos alertas, en las cicatrices que recorrían cruelmente su cuerpo, le advertían que no era lo que aparentaba.
Un sentimiento de afinidad se instauró en su corazón cuando los ojos del hombre coincidieron con los suyos. Había tanta alegría en su aura, que simplemente sonrió y comenzó a caminar a su alrededor. Apartando a las mujeres y hombres que se acercaban a mí, bailé cerca de Ismael, intentando acompasar sus movimientos con los míos. Mis ojos lanzaban una advertencia a los que cruzaban sus ojos con los míos. Pensaba divertirme con él, pero no tolerar que nadie se aprovechara de mi mientras tanto. Alcé un brazo en el aire, mientras que con el otro le quitaba a una joven un pañuelo con monedas de su cadera. Miré a Ismael y le sonreí con picardía mientras me subía en una silla, y después en una mesa abarrotada de hombres. Até el pañuelo a mi cadera, e intenté imitar los golpes de caderas que hacía Ismael.
Reí mientras giraba sobre mí misma con los brazos extendidos. El pelo ondeaba a mi alrededor, mientras la falda se subía y dejaba ver mis rodillas. Paré justo cuando hubo un golpe de guitarra. Con el pelo revuelto, comencé a mover la cadera de nuevo, y sonreí a los hombres de la mesa con timidez. Sabiendo que la excitación de los hombres estaba aumentando, me limité a recoger mi falda y salté al suelo. Alcé los brazos y bailé alrededor de Ismael, dejando que de vez en cuando, mi cadera golpease su trasero con diversión. Y después, tomé las manos de varias mujeres, y dejé que bailaran todas a su alrededor.
Me alejé del círculo femenino con una sonrisa en mi rostro. Le gustaba el lugar, y la gente que había en él. Pensaba dejar que Ismael se divirtiera, sabía que le gustaban mucho las mujeres, así que le podía esperar. Ella sólo era un niña, y no era justo que perdiera su tiempo en entretener a una pequeña como ella. Se encogió de hombros y alzó sus manos al aire cuando Ismael la observó con una ceja alzada.
Se acercó a la mesa y vio dos copas en ella. Sin saber cual era la suya, se decidió a tomar la que tenía una tonalidad más clara. Ismael había dicho que "nada cargado para ella" así que golpeó un dedo en sus labios con indecisión.- Ni-ni-ña bo-o-nita. ¿ba-ba-ilas conmigo?.- Tartamudeó un joven enrojecido a su derecha. Lo miró de arriba a abajo, estudiando todo en él. Desde sus zapatos desgastados por las punteras, hasta el rostro aniñado de un joven de unos veintitrés años aparentes. Los sentimientos de él eran inocentes. Admiración, nerviosismo y resignación. No sabía si debía decirle que sí, pero las risas de algunos hombres detrás de ellos, la decidieron. Justo cuando el joven bajaba la mirada al suelo y comenzaba a virarse, le tomó la mano y le sonrió abiertamente. Sus ojos brillaron con amistad mientras asentía al hombre.
Dejó que él la guiara de nuevo al grupo de bailarines, e ignoró la forma en la que sus manos temblaron sobre su cintura. - Gracias, puedes llamarme...Ruiseñor.- No quería dar su nombre por si acaso alguien pudiera reconocerla, así que le sonrió al joven y dejó que este la guiara, torpemente, por la "pista" de baile.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Cada nota de música hacía que Ismael se sorprendiera más. Estaba viendo algo en Ruslana que no podía ver en otro sitio y le gustaba. No le quitaba el ojo de encima y de hecho ignoraba a las jóvenes que intentaban bailar con él. Le gustaba lo atrevida que se volvía con la música. Vio cómo se subía encima de la mesa y empezaba a bailar dejando atónito a todos los hombres que había su alrededor, Ismael no fue menos. Al fin y al cabo era de carne y hueso. Bajó de la mesa y se acercó a él. Ismael siguió bailando con ella, cerca. Y tuvo que aguantar una queja cuando ella se fue, dejándolo a merced de unas cuantas chicas.
No lo iba a negar. Le gustaba estar rodeado de mujeres y más si eran bellas. Cogió a una de las chicas por la cintura y la atrajo hacia él. Bailando, haciéndola bailar. Su baile pasó de ser divertido a sensual y juguetón. Pero él no estaba allí para llenar su cama vacía por esa noche. Sólo para divertirse y hacer que Ruslana se divirtiera.
Cuando terminó la canción y empezó otra se alejó de las chicas para buscar a Ruslana. Ella estaba bailando con un joven. Vio la cara de desconcierto de los hombres y se acercó uno de manera distraída.- Vaya es un chico con suerte.
-Está bailando con tu novia.- Río. Seguramente pensaría que eran novios al haber estado bailando antes juntos y al haber entrado en aquel lugar, juntos.
–No es mi novia, señor.
El hombre le miró sorprendido y pensó que sería su hermana. De hecho podía pasar mejor Ruslana como hermana que Ismael que su propia hermana, Zafiro. Vio como el joven alucinaba con la belleza e inocencia de Ruslana y supe que era un buen chico. La canción terminó y caminé hasta ambos. Con tono burlón.- Muchacho ¿no crees que es demasiada mujer para ti?- EL chico se ruborizo. Le revolví el pelo y agarré a Ruslana para alejarla de allí.- Vaya, has revolucionado la estancia, pequeño ruiseñor. ¿Quieres ver algo más o quieres pasar toda la noche aquí?
No lo iba a negar. Le gustaba estar rodeado de mujeres y más si eran bellas. Cogió a una de las chicas por la cintura y la atrajo hacia él. Bailando, haciéndola bailar. Su baile pasó de ser divertido a sensual y juguetón. Pero él no estaba allí para llenar su cama vacía por esa noche. Sólo para divertirse y hacer que Ruslana se divirtiera.
Cuando terminó la canción y empezó otra se alejó de las chicas para buscar a Ruslana. Ella estaba bailando con un joven. Vio la cara de desconcierto de los hombres y se acercó uno de manera distraída.- Vaya es un chico con suerte.
-Está bailando con tu novia.- Río. Seguramente pensaría que eran novios al haber estado bailando antes juntos y al haber entrado en aquel lugar, juntos.
–No es mi novia, señor.
El hombre le miró sorprendido y pensó que sería su hermana. De hecho podía pasar mejor Ruslana como hermana que Ismael que su propia hermana, Zafiro. Vio como el joven alucinaba con la belleza e inocencia de Ruslana y supe que era un buen chico. La canción terminó y caminé hasta ambos. Con tono burlón.- Muchacho ¿no crees que es demasiada mujer para ti?- EL chico se ruborizo. Le revolví el pelo y agarré a Ruslana para alejarla de allí.- Vaya, has revolucionado la estancia, pequeño ruiseñor. ¿Quieres ver algo más o quieres pasar toda la noche aquí?
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Dejó que Ismael la alejara del joven, mientras se volvía con una sonrisa y agitaba la mano en forma de despedida al hombre que había bailado con ella. Le había gustado bailar con él. Sus sentimientos estaban más centrados en la vergüenza, que en la sensualidad, y eso era un cambio notable. Estaba acostumbrada a que los hombres quisieran bailar con ella por su dinero, y no por su habilidad en el baile. - ¿Revolucionando?- Le preguntó con inocencia a Ismael. Su mirada era de incredulidad. ¿Realmente pensaba que ella había hecho tal cosa?. Comenzó a reírse de él ante la absurda idea. - Estás equivocado, sólo soy un pequeño ruiseñor.- Le dijo con una sonrisa.
Más bien, el único que había revolucionado algo era él. Todas las mujeres lo seguían con los ojos y se acercaban a la mesa en la que aún estaban las dos copas de bebida. Cogió su falda y la acomodó antes de sentarse enfrente de él. - Me gusta mucho este lugar, pero haré lo que quieras. Tú eres mi guía esta noche.- Le dije mientras observaba cómo la mesa estaba rodada de personas. - Pobre de ti. ¿Siempre creas tanta expectación entre las mujeres?- Le dije con una mueca divertida. No sabía qué tenía ese hombre, pero durante todo el trayecto, las mujeres lo miraban con deseo, el aura de ellas se llenaba de tonos sensuales, sus sentimientos llegaban a ella con fuerza, haciendo que su cuerpo se llenase con un incómodo hormigueo. Bajó la mirada y se centro en el contenido de su copa.
Con lágrimas en sus ojos, comenzó a toser cuando la bebida había quemado su garganta. Escuchó las risas de los que la habían observado. Con un sólo dedo alejó la copa de ella como si fuese una pistola, no quería tenerla cerca.- ¿Qué clase de persona bebe ésa cosa?. - Susurró con horror en español. Sin darse cuenta siguió hablando en español mientras se acariciaba la garganta y lloraba por el picor que aún sentía.- Prefiero lamer un sapo a tomar algo como eso de nuevo.- Miró a Ismael y quiso golpearlo. Se estaba riendo de ella, y eso era poco cordial. Entrecerró los ojos y después apartó su mirada con orgullo.- Lo has hecho a posta.
Más bien, el único que había revolucionado algo era él. Todas las mujeres lo seguían con los ojos y se acercaban a la mesa en la que aún estaban las dos copas de bebida. Cogió su falda y la acomodó antes de sentarse enfrente de él. - Me gusta mucho este lugar, pero haré lo que quieras. Tú eres mi guía esta noche.- Le dije mientras observaba cómo la mesa estaba rodada de personas. - Pobre de ti. ¿Siempre creas tanta expectación entre las mujeres?- Le dije con una mueca divertida. No sabía qué tenía ese hombre, pero durante todo el trayecto, las mujeres lo miraban con deseo, el aura de ellas se llenaba de tonos sensuales, sus sentimientos llegaban a ella con fuerza, haciendo que su cuerpo se llenase con un incómodo hormigueo. Bajó la mirada y se centro en el contenido de su copa.
Con lágrimas en sus ojos, comenzó a toser cuando la bebida había quemado su garganta. Escuchó las risas de los que la habían observado. Con un sólo dedo alejó la copa de ella como si fuese una pistola, no quería tenerla cerca.- ¿Qué clase de persona bebe ésa cosa?. - Susurró con horror en español. Sin darse cuenta siguió hablando en español mientras se acariciaba la garganta y lloraba por el picor que aún sentía.- Prefiero lamer un sapo a tomar algo como eso de nuevo.- Miró a Ismael y quiso golpearlo. Se estaba riendo de ella, y eso era poco cordial. Entrecerró los ojos y después apartó su mirada con orgullo.- Lo has hecho a posta.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Ismael sonrió a Ruslana.- No subestimes a un pequeño ruiseñor que puede hacer que todos habrán su corazón al escuchar su canto. Las pequeñas cosas son las que mueven el mundo, recuérdalo.- Bebió de su copa. El líquido quemaba su garganta pero eso le agradaba. Tuvo que contener la risa al ver la cara de Ruslana.
- No seas exagerada Ruiseñor. No están fuerte lo que te he pedido. Eres una blanda .- dije con tono burlón.-¿Sabes? Cuando era pequeño y era invierno mi madre me daba un poco de coñac antes de salir de la caravana. Era para aguantar mejor el frío.- Ismael se encogió de hombros. Miré a las mujeres y hombres que nos estaban mirando.- Creo que sí, que siempre causo el mismo efecto aunque... me dirás si causo yo ese efecto en ti.- la Sonrisa de Ismael se volvió pícara. Me levanté y le tendí mi mano para que ella lo cogiera.- Tendremos que caminar un poco. Pero no tardaremos en llegar.
Salimos de la taberna y caminamos por las calles animadas de Paris. El ambiente era agradable. Una hermosa noche de verano dónde el calor era mitigado por una leve corriente fresca. La Luna y las estrellas brillaban en el cielo. Mostrando un mundo diferente en el cielo. No tardamos en llegar al río que cruzaba la ciudad. A la verde orilla había muchas personas y una gran hoguera. Los policías solían hacer de oídos sordos ante aquel espectáculo mientras que no hubiera problemas. Delante de la hoguera había una caja de madera y encima alguien disfrazado de Bufón. Con colores morados y negro. Llevaba un gorro que acababa en un gran cascabel dorado que tintineaba cada vez que movía su cabeza.
-¡Bienvenidos a las sombras, a las eternas noches! ¡Aquí no hay nombres, aquí no hay clases! ¡Aquí no manda el Don Dinero y el Don político! ¡Aquí vivimos los hijos de la Revolución, de la verdad y del amor!- Su voz llegaba a todos los presentes con una asombrosa claridad.- ¡Ohhh!- dijo el hombre mirándome.- ¡Tenemos aquí al Águila y viene con un pajarito, Bienvenidos a ambos y que la fiesta continúe!- el Bufón se tiró a las llamas y pasó sin hacerse daño.
-Es un brujo.- le susurré a Ruslana.- Aquí todos lo llaman Bufón y nadie sabe quién es realmente. A mí.- sonreí.- Me llaman Águila, me lo puso él y no sé por qué.
Cuando Ismael terminó de hablar se empezó a escuchar unos tambores que marcaban un ritmo. Cogí la mano de Ruslana y empecé a Bailar. Un paso hacia adelante, otro hacia la derecha, giro y así sucesivamente. Al ritmo de los tambores. Otra persona se subió a la caja y empezó a cantare en un idioma desconocido. Allí todos eran lo mismo. Humanos que iban a divertirse. Incluso, una vez, Ismael llegó a ver un esclavo que había conseguido escaparse para ir hacia allí. Claro, que nadie volvió a verlo.- Hay un rumor.- le dije a Ruslana.- Dicen que Bufón era un esclavo que mató a su dueño y desde entonces se esconde en lo más profundo de Paris y solo nace de noche, como si de un fantasma se tratara.- Decía mientras bailaba con ella.- Una vez que te bautice podrás venir todas las noches que quieras aquí, nadie te hará nada y todos te protegerán a la vez.
- No seas exagerada Ruiseñor. No están fuerte lo que te he pedido. Eres una blanda .- dije con tono burlón.-¿Sabes? Cuando era pequeño y era invierno mi madre me daba un poco de coñac antes de salir de la caravana. Era para aguantar mejor el frío.- Ismael se encogió de hombros. Miré a las mujeres y hombres que nos estaban mirando.- Creo que sí, que siempre causo el mismo efecto aunque... me dirás si causo yo ese efecto en ti.- la Sonrisa de Ismael se volvió pícara. Me levanté y le tendí mi mano para que ella lo cogiera.- Tendremos que caminar un poco. Pero no tardaremos en llegar.
Salimos de la taberna y caminamos por las calles animadas de Paris. El ambiente era agradable. Una hermosa noche de verano dónde el calor era mitigado por una leve corriente fresca. La Luna y las estrellas brillaban en el cielo. Mostrando un mundo diferente en el cielo. No tardamos en llegar al río que cruzaba la ciudad. A la verde orilla había muchas personas y una gran hoguera. Los policías solían hacer de oídos sordos ante aquel espectáculo mientras que no hubiera problemas. Delante de la hoguera había una caja de madera y encima alguien disfrazado de Bufón. Con colores morados y negro. Llevaba un gorro que acababa en un gran cascabel dorado que tintineaba cada vez que movía su cabeza.
-¡Bienvenidos a las sombras, a las eternas noches! ¡Aquí no hay nombres, aquí no hay clases! ¡Aquí no manda el Don Dinero y el Don político! ¡Aquí vivimos los hijos de la Revolución, de la verdad y del amor!- Su voz llegaba a todos los presentes con una asombrosa claridad.- ¡Ohhh!- dijo el hombre mirándome.- ¡Tenemos aquí al Águila y viene con un pajarito, Bienvenidos a ambos y que la fiesta continúe!- el Bufón se tiró a las llamas y pasó sin hacerse daño.
-Es un brujo.- le susurré a Ruslana.- Aquí todos lo llaman Bufón y nadie sabe quién es realmente. A mí.- sonreí.- Me llaman Águila, me lo puso él y no sé por qué.
Cuando Ismael terminó de hablar se empezó a escuchar unos tambores que marcaban un ritmo. Cogí la mano de Ruslana y empecé a Bailar. Un paso hacia adelante, otro hacia la derecha, giro y así sucesivamente. Al ritmo de los tambores. Otra persona se subió a la caja y empezó a cantare en un idioma desconocido. Allí todos eran lo mismo. Humanos que iban a divertirse. Incluso, una vez, Ismael llegó a ver un esclavo que había conseguido escaparse para ir hacia allí. Claro, que nadie volvió a verlo.- Hay un rumor.- le dije a Ruslana.- Dicen que Bufón era un esclavo que mató a su dueño y desde entonces se esconde en lo más profundo de Paris y solo nace de noche, como si de un fantasma se tratara.- Decía mientras bailaba con ella.- Una vez que te bautice podrás venir todas las noches que quieras aquí, nadie te hará nada y todos te protegerán a la vez.
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Escuché lo que me decía Ismael, formando una mueca de incredulidad en mi rostro. ¿Había matado a su dueño?. ¿Había sido tan malo, o por el contrario, el siervo se había revelado sin motivo?. Continué bailando entre los brazos de Ismael, siguiendo el ritmo de aquella música, extraña y desconocida para ella, deslizando los ojos por todos los peculiares espectadores. Había gente de todo tipo, altos y bajos, rubios y morenos, jóvenes y viejos. Todos parecían tener mucho en común, y a la vez muy poco. Como si sus ideales o pensamientos, fueran suficiente para unirlos, como si en la realidad, las diferencias no marcasen un abismo entre ellos. - ¿Cómo puedes conocer todos estos lugares... águila?.- Sin poderlo evitar, comenzó a reírse de su sobrenombre. Quien quiera que lo hubiese elegido, había tenido razón. Lo más impresionante de Ismael, eran sus ojos. No tenía nada que ver con el color que poseían, si bien era cierto que eran de una hermosa tonalidad, estaba segura, de que la elección no tenía nada que ver con ello. Todo se debía a la forma en la que sus ojos eran capaces de atravesarte, analizar tu interior. Ojos vivaces, siempre alerta. Hechizantes esferas de singular zafiro.
Lo miró a los ojos y le sonrió de forma enigmática.- Monsieur Bufón tiene razón, eres un Águila, mi querido amigo.- Se puso completamente seria, bailando como todos los demás, pero marcando un completo contraste con los que la rodeaban. Su gesto serio e inescrutable, era lo que la diferenciaba de los sonrientes compañeros. Sus ojos estaban fijos en los de Ismael, transmitiéndole un mensaje mudo. Había un segundo motivo por el que su sobrenombre encajaba con él. Las águilas eran expertas cazadoras, y a pesar de la sonrisa presente en sus labios, sabía que los ojos de Ismael tenían un cariz peligroso. Eran demasiado sabios para ser inocentes, tan cargados de misticismo, que era imposible no ponerse en guardia con él. Como bruja, había ciertos misterios que no era capaz de comprender, pero si su sexto sentido le decía que Ismael podía ser peligroso, ella no sólo lo creía, sino que se tensaba y aguardaba.
Suspiró, y frunció sus labios. Él trataba de divertirla, la llevaba por un mundo desconocido para ella, y aún así, era incapaz de relajarse completamente. ¿Por qué se sentía como un león enjaulado?. Apartó sus ojos de él, sonrojándose con culpabilidad. Había estropeado el momento por su absurda desconfianza, aunque... no podía ignorar lo que sentía a veces. Agradecía haberse acordado de colocarse unos guantes, no quería descubrir ningún secreto de él. Era suficiente incomodo saber qué sentía en cada momento. Tanto él, como los que la rodeaban. - ¿En qué consiste el bautismo?. Y lo más importante, ¿por qué van a bautizarme?.- Le sonrió con suavidad, mirándole el cuello, y sorprendiéndose de haber descubierto que llevaba hablando en español desde que habían llegado a este lugar. - Lo siento, cuando estoy... Yo... - se aclaró la garganta, mirando al fuego y después de nuevo a la garganta de Ismael. Si estaba nerviosa o enfadada, solía hablar en español. Había veces en que no podía ocultar el ligero acento en sus palabras.
Respiró hondo y lo enfrentó con sus ojos.- No puedo evitar sentirme incómoda. Sé que eres un buen hombre, Ismael. Pero recuerda que siempre sabré lo que sientes, a veces mucho mejor que tú mismo. - Miró al brujo que se hacía llamar Bufón. No le sorprendió ver que la estaba observando, a veces, una extraña vibración se extendía por su estómago, haciéndole saber que había alguien como ella entre los demás. Eran muy pocos, pero algunos eran tan poderosos, que su proximidad la hacían estremecer. Le dedicó un saludo, inclinando su cabeza hacia él, siguiendo bailando entre los brazos de Ismael. Miró al hermano de Zafiro y le sonrió con un pequeño atisbo de tristeza.- A veces me olvido de que no soy normal, pero siempre hay algo que me lo recuerda.- Apoyó la cabeza sobre su pecho, mordiéndose el labio, y después lo volvió a mirar con una sonrisa radiante. Alejando todos los estúpidos sentimientos que manaban el brujo y de ella misma. A veces la soledad y el dolor la afectaban hasta el punto de hacerle cambiar de humor.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Sonrió al escuchar su mote de los labios de aquella mujer. Sabía que lo decía con burla. Realmente el mismo se había reído de ese sobrenombre cuando el Bufón lo llamó así. – Conozco estos lugares porque ellos siempre saben dónde encontrarme.- Llevaban un buen rato hablando en español pero parecía que ella no se daba cuenta. Era normal, hablar en tu lengua natal siempre había sido más fácil. Aunque hablarás tanto el otro idioma que lo tuvieras casi arraigado en ti. Ismael se dio cuenta que Ruslana no dejaba de mirarle a los ojos y él le sostuvo la mirada. Estaba acostumbrado a mirar a los ojos. Vio como la expresión de su rostro cambiaba poco a poco. La miró extrañado. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se sentiría incómoda?
A pesar de estar bailando la expresión de Ruslana no era de felicidad como había tenido en la taberna. ¿Habría sido un error al traerla allí? Cuando ella se dio cuenta de que hablaba en español se puso más nerviosa. Sus palabras sorprendieron a Ismael al igual que el abrazó que le dio. Ahora él se había puesto serio. La rodeo con los brazos para no dejarla marchar.- Rus…- le respondió en español.- ¿Y saber lo que siento es malo? Hay presonas que no son brujas y con solo contemplar el rostro de alguien lo saben.- El abrazo de Ismael era cálido.- Y tú no estás sola. Tienes a gente a tu alrededor que te quiere y tu amabilidad hará que se te corresponda. No debes preocuparte por esas cosas. – Una de las manos de Ismael acarició el pelo de la chica.- No hay nada de malo ser un brujo. Los brujos son solo humanos más increíbles que la mayoría. No deberías dejas que esos pensamientos te afectes. Piensa que siempre habrá alguien con mayor desgracia que tú.- por la mente de Ismael pasaban muchas imágenes de gente en un estado deplorable y sobre todos los monstruos que el cazaba.
Miró hacia un lado y contempló que Bufón no paraba de mirarla. Había alguien al lado de Bufón que no paraba de mirarla tampoco. Fruncí el ceño molesto y me separé de ella.- Vámonos, estarás mejor en cualquier otro sitio.- Le cogí de la mano y empecé a empujarla. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? La estaban observando y él no se había dado cuenta. Había bajado la guardia. Aceleré mi paso obligando a Ruslana acelerar.- No habrá bautizo para ti y no te acerques más a este lugar.
Se escuchaban pasos detrás de ellos pero solo era un par de pasos. Doblaron una esquina. Ismael puso a Ruslana detrás de él y se llevó una mano a su nodachi para desenvainar la. Era una espada de una hoja de 90 cm de larga bañada en una reluciente plata la cual tenía dibujado unas finas hondas. El nombre de la espada se la puso su maestro y un nombre bastante acertado: Kohus, que significaba corte en no sabía que idioma. Notaba la pesada arma en su mano. Los pasos se acercaban pero de repente se pararon. – Vamos…- le susurró Ismael a Rus.- Corre sin hacer mucho ruido.- Empujó un poco a la chica para que empezara a correr y él corrió detrás. Debía averiguar que era lo que les perseguía para estar preparado.- ¿Rus puedes ver el aura de lo que nos persigue?
A pesar de estar bailando la expresión de Ruslana no era de felicidad como había tenido en la taberna. ¿Habría sido un error al traerla allí? Cuando ella se dio cuenta de que hablaba en español se puso más nerviosa. Sus palabras sorprendieron a Ismael al igual que el abrazó que le dio. Ahora él se había puesto serio. La rodeo con los brazos para no dejarla marchar.- Rus…- le respondió en español.- ¿Y saber lo que siento es malo? Hay presonas que no son brujas y con solo contemplar el rostro de alguien lo saben.- El abrazo de Ismael era cálido.- Y tú no estás sola. Tienes a gente a tu alrededor que te quiere y tu amabilidad hará que se te corresponda. No debes preocuparte por esas cosas. – Una de las manos de Ismael acarició el pelo de la chica.- No hay nada de malo ser un brujo. Los brujos son solo humanos más increíbles que la mayoría. No deberías dejas que esos pensamientos te afectes. Piensa que siempre habrá alguien con mayor desgracia que tú.- por la mente de Ismael pasaban muchas imágenes de gente en un estado deplorable y sobre todos los monstruos que el cazaba.
Miró hacia un lado y contempló que Bufón no paraba de mirarla. Había alguien al lado de Bufón que no paraba de mirarla tampoco. Fruncí el ceño molesto y me separé de ella.- Vámonos, estarás mejor en cualquier otro sitio.- Le cogí de la mano y empecé a empujarla. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? La estaban observando y él no se había dado cuenta. Había bajado la guardia. Aceleré mi paso obligando a Ruslana acelerar.- No habrá bautizo para ti y no te acerques más a este lugar.
Se escuchaban pasos detrás de ellos pero solo era un par de pasos. Doblaron una esquina. Ismael puso a Ruslana detrás de él y se llevó una mano a su nodachi para desenvainar la. Era una espada de una hoja de 90 cm de larga bañada en una reluciente plata la cual tenía dibujado unas finas hondas. El nombre de la espada se la puso su maestro y un nombre bastante acertado: Kohus, que significaba corte en no sabía que idioma. Notaba la pesada arma en su mano. Los pasos se acercaban pero de repente se pararon. – Vamos…- le susurró Ismael a Rus.- Corre sin hacer mucho ruido.- Empujó un poco a la chica para que empezara a correr y él corrió detrás. Debía averiguar que era lo que les perseguía para estar preparado.- ¿Rus puedes ver el aura de lo que nos persigue?
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Palidecí cuando ví sacar la espada de Ismael. ¿Qué estaba ocurriendo?. Habíamos estado bailando con naturalidad, deslizándonos entre las personas que estaban en aquel extraño y mágico lugar. Un pequeño callejón oscuro, donde todo podía ocurrir. Más sabiendo que su dueño era un hombre llamado Bufón. Un brujo, le había dicho Ismael momentos antes de que ella estropease la noche con el flujo de sentimientos que había captado de Ismael. Era.... como si siempre estuviese irrumpiendo en la intimidad de los demás, disfrutando de los sentimientos que podía captar de ellos. Riendo por su felicidad, sonriendo por su cariño; llorando por su dolor, sufriendo por su perdida...Así era ella, un vampiro de sentimientos. Se alimentaba de ellos y vivía por medio de ellos.
Ahora, corría delante de Ismael, casi sin aliento, recogiéndome las faldas con mis manos para no pisar el borde del vestido y caer. Sabía que había ocurrido algo lo suficientemente grave, como para que Ismael no quisiera que volviera a ese lugar. ¿Pero el qué?. Hice lo que me ordenaba, mirando hacia atrás. El pelo me impedía ver gran cosa, pero entrecerré los ojos con concentración, intentando desvelar el aura de lo que nos perseguía. Casi de inmediato, pude captar un aura que ya había visto antes en otra persona, una desagradable incomodidad que parecía encontrarla siempre, fuera a donde fuera. - Un...un brujo.. y ...- Intentó concentrarse en la figura que caminaba con lentitud deliberada. Aunque decir que caminaba era más bien un error, parecía levitar por el suelo, sus pies trazaban la distancia con demasiada rapidez. Un instante estaba a cinco metros de distancia, y de repente, a tres. Después volvía a caminar, y se acercaba aún más. Parecía jugar con nosotros, como si realmente supiese que no íbamos a escapar de él.
- ¡Santa Madre de Jesús! - susurré con horror deteniéndome por el shock. No podía dejar de mirarlo. Parecía un depredador. Su mirada estaba vacía, su boca se torcía en una sonrisa demasiado cruel para ser humana. ¿Qué era esa cosa?.- Ismael.... no tiene aura. Es.... ¿blanca?.- Comencé a temblar y retroceder de espaldas. Como un animal indefenso, lancé un grito cuando mi espalda chocó contra algo duro. Gemí con dolor, sintiendo unas manos frías taparme la boca. Un instante estaba mirando a Ismael, y en el otro , ya no estaba. Todo había desaparecido de mis ojos como un borrón.
Sentí el viento alborotarme el pelo, y cuando moví los pies intentando huir de mi captor, gemí al sentir que mis pies no rozaban el suelo. Podía ver los tejados a mi alrededor, por lo que suponía que devía estar suspendida en el aire. Sabía lo estúpido que era, pero cuando no podías mover el cuello porque algo te apresaba con una mano de hierro, lo suficientemente fuerte como para impedir el movimiento, pero permitiendo que el aire entrara, lo único que se me ocurría era rezar por todos los malditos santos que podían existir. Exigiendo que Ismael me ayudase pronto. Y pensar que por un segundo, había pensado que Salazar era su condena en la tierra. Si pudiera reiría. - Vuela pajarito- Me susurró esa cosa antes de liberarme y dejar que mi cuerpo cayese al vacío.
Con un grito atroz, moví las manos, intentando coger algo de lo que agarrarme. Pero no podía ver nada salvo el duro suelo al que me aproximaba. El miedo más espantoso que había sentido en mi vida, se filtró en mí cuando vi que en el suelo apareció la figura de mi captor. Abrió los brazos para mí, y me atrapó a tiempo.Miré los ojos verdes y fríos. Esa cosa sin aura, estaba sintiendo algo. Hambre. - ¡¡¡Ismael!!!- Grité con fuerza, antes de que el extraño ser riese y me llevase ante un hombre que había visto antes. A pesar de las sombras podía ver la extraña ropa que llevaba puesta. Si Bufón estaba aquí, significaba que el otro brujo que nos perseguía estaba con Ismael. No entendía nada. ¿Qué ocurría?.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
Ismael corría todo lo rápido que podía, aunque su vista no se apartaba de las personas que lo perseguían. Uno estaba claro que era Bufón y el otro… Abrió los ojos sorprendido. ¿Qué era? Podía decir un vampiro… pero eso ¿qué tipo de vampiro era? No había oído hablar de uno como aquel. Parecía que volaba. Se maldijo mentalmente por llevar a Ruslana aquel lugar, estaba claro que estaban interesados por ella. De repente el ser misterioso desapareció de su campo de visión y cuando fue a mirar a Ruslana una mano le empujó hacia atrás. Mandándole a los pies de Bufón. Le miró con rabia pero cuando quiso darse cuenta de cómo estaba Rus la vio alejarse, agarrada por aquel ser que flotaba lejos de ellos. Alarmado se levantó recibiendo un golpe por la espalda de Bufón. Siseó y se giró para contemplarle a los ojos, que les contemplaba burlones.
-Maldito…- le insultó Ismael.- No sé qué planeas pero juro que salvaré a Ruslana.
-¿El caballero salvará a la doncella?- Ismael entrecerró los ojos. Sabía que Bufón sabía quién eran ellos dos. Aquel hombre lo sabía todo. Ismael Apuntó su nodachi, su pequeña Kohus hacia el brujo.
Ismael sonrió de manera siniestra.- ¿Sabes? Nunca he cazados brujos pero…hay una primera vez para todo ¿no?
Bufón rió.- Entonces juego con ventaja.
Y ambos se lanzaron el uno hacia el otro. Ismael movía su arma con destreza intentando dañar todo lo posible aquel brujo. En cambio el brujo se movía con gran velocidad. Murmuró algo haciendo que Ismael, patéticamente, resbalara. Se maldijo por no ir preparado. Su maestro siempre se lo había dicho: “Los brujos son como el tiempo, nunca sabes cual terribles pueden llegar a ser”. Bufón agarró la nodachi sin antes sorprenderte del gran peso de la espada… Y salió corriendo.
Ismael soltó un rugido de enfado y se levantó y empezó a correr detrás de aquel brujo. Pero en una encrucijada lo perdió de vista.- Mi paciencia está acaba…- no pudo terminar cuando escuchó la voz de Ruslana gritar su nombre. Se tensó y siguió el sentido contrario de donde iba el eco y finalmente los encontró. Bufón al lado de aquel hombre quien sostenía a Ruslana en sus brazos.
-Bien… esto acaba aquí.- Ismael estaba serie y muy cabreado. Caminaba lentamente hacia aquellos dos hombres. Si era rápido podía noquear a Bufón y enfrentarse al otro con su espada para salvar a Ruslana. ¿Por qué nunca llevaba pistola? Se maldijo así mismo.
Solo quedaban unos pocos pasos para llegar hacia Bufón y de un movimiento rápido le dio un fuerte golpe en la boca del estómago, haciendo que el brujo soltara la espada y después un golpe en la nuca. Un problema menos. Cogió la nodachi y le señaló al otro.
-Suéltala o te convertirás en un pinchito de ¿vampiro? – Necesitaba saber qué era para vencerlo.
-Maldito…- le insultó Ismael.- No sé qué planeas pero juro que salvaré a Ruslana.
-¿El caballero salvará a la doncella?- Ismael entrecerró los ojos. Sabía que Bufón sabía quién eran ellos dos. Aquel hombre lo sabía todo. Ismael Apuntó su nodachi, su pequeña Kohus hacia el brujo.
Ismael sonrió de manera siniestra.- ¿Sabes? Nunca he cazados brujos pero…hay una primera vez para todo ¿no?
Bufón rió.- Entonces juego con ventaja.
Y ambos se lanzaron el uno hacia el otro. Ismael movía su arma con destreza intentando dañar todo lo posible aquel brujo. En cambio el brujo se movía con gran velocidad. Murmuró algo haciendo que Ismael, patéticamente, resbalara. Se maldijo por no ir preparado. Su maestro siempre se lo había dicho: “Los brujos son como el tiempo, nunca sabes cual terribles pueden llegar a ser”. Bufón agarró la nodachi sin antes sorprenderte del gran peso de la espada… Y salió corriendo.
Ismael soltó un rugido de enfado y se levantó y empezó a correr detrás de aquel brujo. Pero en una encrucijada lo perdió de vista.- Mi paciencia está acaba…- no pudo terminar cuando escuchó la voz de Ruslana gritar su nombre. Se tensó y siguió el sentido contrario de donde iba el eco y finalmente los encontró. Bufón al lado de aquel hombre quien sostenía a Ruslana en sus brazos.
-Bien… esto acaba aquí.- Ismael estaba serie y muy cabreado. Caminaba lentamente hacia aquellos dos hombres. Si era rápido podía noquear a Bufón y enfrentarse al otro con su espada para salvar a Ruslana. ¿Por qué nunca llevaba pistola? Se maldijo así mismo.
Solo quedaban unos pocos pasos para llegar hacia Bufón y de un movimiento rápido le dio un fuerte golpe en la boca del estómago, haciendo que el brujo soltara la espada y después un golpe en la nuca. Un problema menos. Cogió la nodachi y le señaló al otro.
-Suéltala o te convertirás en un pinchito de ¿vampiro? – Necesitaba saber qué era para vencerlo.
Ismael Gómez- Cazador Clase Alta
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Re: El canto del ruiseñor (Privado)
"Miedo: sensación humana que llega cuando menos te lo esperas, cuando menos la quieres o cuando menos la necesitas, pero siempre te ayuda a ser otro."
Temblaba de pies a cabeza, mirando al hombre que Ismael había dejado inconsciente. Pero la verdadera pregunta era: ¿por qué?. Gruñí, moviéndome rebelde entre los brazos poderosos del hombre que seguía apretando mi boca para que no emitiese ningún sonido. La imagen del hermano de Zafiro, delante de mí con katana en mano, me llenaba de esperanza. Un sentimiento muy extraño surgió en mi corazón. Me sorprendía el saber que confiaba en él completamente. Había ido en mi ayuda, aunque era una molestia para él. No sabía qué había hecho mal, pero por su culpa, había atraído a un brujo y un monstruo contra ellos. ¿Siempre sería así?. ¿Siempre llevaría desgracias a los que se arriesgaban a quererla?.
El pecho del vampiro comenzó a sacudirse, golpeando mi espalda con cada carcajada. - Que estúpido. - Su voz tenía un acento extraño, uno que no podía recocer. ¿De qué país sería originario?. Moví mis manos para palpar sus caderas en busca de algún cuchillo o arma que poder usar, pero no había nada allí.- Mmmm, pajarito. Sigue..- Me susurró el vampiro mientras sus manos iban a mi cuello apretándolo con fuerza e impidiendo que pudiera respirar. De mis labios salió un sonido extrangulado, justo antes de que el vampiro llamase a alguien más a su lado. No podía ver quién era, pero sí el sonido de un disparo en el aire. ¿Habían herido a Ismael?.
Había jurado no usar sus poderes para el mal, pero esta vez era diferente. Necesitaba hacer algo para ayudar a Ismael. Se centró en el vampiro, analizando sus sentimientos y buscó entre ellos los del dolor y los intensificó. Ella podía usarlos a su conveniencia, dónde y cómo quisiera. Sólo tenía que abrir esa puerta mental que había cerrado. El cuerpo del vampiro calló al suelo de rodillas, arrastrándola contra su cuerpo, pero sus manos la habían soltado. Ahora sólo chillaba mientras sus manos aferraban su pecho. Me senté en el suelo, intentando tomar aire profundamente, mirando al vampiro con un furia. Quería que sufriera, pero no quería ser un monstruo como él. Me senté sobre su cuerpo y lo miré a los ojos, mientras alejaba poco a poco mi control de sus sentimientos, liberándolo de la tortura a la que lo había sometido.- Mira bien mi rostro. Si vuelves a tocarme, haré que sufras eternamente.- Le dije mientras él sólo comenzaba a sonreír y asentir. ¿Estaba loco?.
Me giré para ver a Ismael, al mismo tiempo que el tercer hombre que había llegado por orden del vampiro se paralizaba y comenzaba a retroceder, hundiéndose entre las sombras del edificio para desaparecer de nuevo. - Tráela de nuevo, águila. Es de los nuestros.- Dijo el vampiro mientras me apartaba de él para poder levantarse e ir hacia Ismael. No entendía nada.... ¿ el mundo se había vuelto loco y ella no se había dado cuenta?.
Temblaba de pies a cabeza, mirando al hombre que Ismael había dejado inconsciente. Pero la verdadera pregunta era: ¿por qué?. Gruñí, moviéndome rebelde entre los brazos poderosos del hombre que seguía apretando mi boca para que no emitiese ningún sonido. La imagen del hermano de Zafiro, delante de mí con katana en mano, me llenaba de esperanza. Un sentimiento muy extraño surgió en mi corazón. Me sorprendía el saber que confiaba en él completamente. Había ido en mi ayuda, aunque era una molestia para él. No sabía qué había hecho mal, pero por su culpa, había atraído a un brujo y un monstruo contra ellos. ¿Siempre sería así?. ¿Siempre llevaría desgracias a los que se arriesgaban a quererla?.
El pecho del vampiro comenzó a sacudirse, golpeando mi espalda con cada carcajada. - Que estúpido. - Su voz tenía un acento extraño, uno que no podía recocer. ¿De qué país sería originario?. Moví mis manos para palpar sus caderas en busca de algún cuchillo o arma que poder usar, pero no había nada allí.- Mmmm, pajarito. Sigue..- Me susurró el vampiro mientras sus manos iban a mi cuello apretándolo con fuerza e impidiendo que pudiera respirar. De mis labios salió un sonido extrangulado, justo antes de que el vampiro llamase a alguien más a su lado. No podía ver quién era, pero sí el sonido de un disparo en el aire. ¿Habían herido a Ismael?.
Había jurado no usar sus poderes para el mal, pero esta vez era diferente. Necesitaba hacer algo para ayudar a Ismael. Se centró en el vampiro, analizando sus sentimientos y buscó entre ellos los del dolor y los intensificó. Ella podía usarlos a su conveniencia, dónde y cómo quisiera. Sólo tenía que abrir esa puerta mental que había cerrado. El cuerpo del vampiro calló al suelo de rodillas, arrastrándola contra su cuerpo, pero sus manos la habían soltado. Ahora sólo chillaba mientras sus manos aferraban su pecho. Me senté en el suelo, intentando tomar aire profundamente, mirando al vampiro con un furia. Quería que sufriera, pero no quería ser un monstruo como él. Me senté sobre su cuerpo y lo miré a los ojos, mientras alejaba poco a poco mi control de sus sentimientos, liberándolo de la tortura a la que lo había sometido.- Mira bien mi rostro. Si vuelves a tocarme, haré que sufras eternamente.- Le dije mientras él sólo comenzaba a sonreír y asentir. ¿Estaba loco?.
Me giré para ver a Ismael, al mismo tiempo que el tercer hombre que había llegado por orden del vampiro se paralizaba y comenzaba a retroceder, hundiéndose entre las sombras del edificio para desaparecer de nuevo. - Tráela de nuevo, águila. Es de los nuestros.- Dijo el vampiro mientras me apartaba de él para poder levantarse e ir hacia Ismael. No entendía nada.... ¿ el mundo se había vuelto loco y ella no se había dado cuenta?.
Ruslana Del Mar- Hechicero Clase Alta
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