Yo os declaro marido y mujer [Privado]

Una semana duró el viaje de Hayden a Italia, después de lo que sucedió en el teatro, en aquella propuesta de matrimonio que él hiciera a una mujer que había conocido en una emboscada sobre de él. Giulia y él se habían separado, Hayden viajaría a Italia para preparar la boda mientras ella se reunía con su hermana y lo alcanzaría a la Mansión Vaggö.

Su mentor vendría con ellas por lo que no se había preocupado en reparar en seguridad y en el hecho que al saber Ruggero la dirección de la mansión Vaggö no se perderían.

La impulsividad de Hayden hizo apresurar su ceremonia nupcial, quería que a la llegada de Giulia, la futura señora di Vaggö el padre local los uniera en sagrado matrimonio. Estaba ansioso y esa misma ansiedad la contagió a su familia. El ser hijo único sus padres lo amaban con adoración y esperaban ver a Giulia, analizarla y descubrir todo de ella, saber si era digna de él. Pero que le importaba a Hayden lo que pensaran todos de ella.

- Giulia es la mujer más hermosa que mis ojos han visto, es como un ángel, ya lo veréis vosotros también la amaran - decía Hayden a toda la familia, una y otra vez, hasta hostigarlos, confiaba en que sus palabras se cumplirían, Giulia sería aceptada y administraría de ahora en adelante la fortuna que le corresponde por derecho a Hayden.

Pero Hayden sabía que tarde o temprano Giulia le pediría abandonar la inquisición, algo que Hayden no sabía si podría cumplir. Los compromisos para él eran para toda la eternidad, hasta la muerte. Lo único que Hayden esperaba era que ella no se lo pidiera pronto, no quería pelear por ese hecho, por el hecho de que sea soldado de una cruzada del que él mismo recela.

Tres días más pasaron después de su llegada a la Venecia, la fiesta estaba preparada, lo único que faltaba era Giulia y en la mañana del cuarto día los Vaggö pudieron ver a lo lejos los caballos de Ruggero Rosso jalando un coche dorado, ahí venían. Su futura esposa había llegado y su corazón se aceleró.

Se volteó a sus padres que también la esperaban, - ¿acaso son los caballos del señor Rosso? - dijo su madre y Hayden recordó que nunca les mencionó que Giulia era cuñada de su mentor lo que sabía sorprendería a sus padres. - Si, son los caballos de Ruggero Rosso, verán él está casado con la hermana de Giulia - les sonrió como cuando era niño y lo pillaran haciendo una travesura. - ¿Está casado? - las sorpresas para ellos no cesaban, cuanto Hayden había ocultado, cuanto tuvo que hablar con sus padres, pero ya nada importaba. El coche había llegado y se había detenido en los jardines frente a ellos.

Las puertas se abrieron, primero salió Ruggero e hizo una reverencia a los padres de Hayden, luego brindó su mano a su esposa y Chiara se mostró los Vaggö. Como su esposo hizo una reverencia, Ruggero volvió brindar su mano y esta vez, su amada, su bella Giulia apareció. Hayden quiso correr a ella y abrazarla, besarla, pero se contuvo, no era propio.

Sus padres junto con él fueron a su encuentro. - Padres, ya conocen a mi maestro, ésta es su esposa Chiara... - la señaló con sus ojos y después camino a donde Giulia y la tomó de la mano, - y ella es Giulia, mi prometida, su próxima hija - les sonrió, ellos la miraron con desconfianza, celosos pues ahora su hijo ya no sería más su niño. - Teníais mucha razón hijo, es tan bella como un ángel, ven pequeña mi hijo movió mar y cielo para tener lista su boda a vuestra llegada, tenéis que vestirte - dijo tomándole la mano y entraron a la mansión. - Señor y señora Rosso, acompañadme han de estar muy cansados permitidme invitarles el desayuno - dijo su padre y entraron dejando a Hayden afuera, en soledad pero entusiasmado.

Giulia, experimentaba una sensación extraña entre alegría, ansiedad y angustia en el centro de su pecho. Miró por un instante a través de la ventanilla, contemplando e paisaje bello y colorído que mostraba la bonanza de las tierras italianas, hacía una o dos jornadas que estaban en las tierras de sus ancestros, pero todavía faltaba una gran distancia para llegar a la propiedad de los Vaggö, suspiró, algo angustiada y triste, - Que pasa querida, ¿porque ese semblante, vas a encontrarte con tu esposo, conocer a su familia - dijo Chiara tomando con amor la mano de Giulia, - deja de pensar tanto que te angustias sin sentido, mírate, eres hermosa, inteligente y nadie puede dejar de amarte – continuó su hermana con su pequeño discurso, - aunque por momentos tengas un carácter que pareces el volcán Vesubio - se sonrió con picardía mientras cruzaba una mirada de complicidad con su esposo y la joven la fulminaba con la mirada – ¿ves que tengo razón?-.

Tomó al pequeño Ruggero de brazos de la nodriza y se lo entregó a Giulia, - vamos querubín, muéstrale a tu tía que todos la adoran – el chiquillo abrió los ojos asombrados y expresivos mientras estiraba sus manitas intentando tocar el rostro de la joven, sonriendo feliz de verla.

Giulia, cargó con cuidado al pequeño, besó las manos gorditas y con hoyuelos, aquel bebé era su debilidad, no sabía porque pero lo veía muy parecido a su amado, los ojos aunque de un tono un poco más subido eran de un azul parecido a los de Hayden. El nombre que tanto había odiado en su vida, ahora era el de la personita que más amaba luego de su futuro esposo – solcito mío, gracias por devolverme la alegría – le dijo al oído. Eso era cierto, en todos los días que estuvo separada de su amado, el niño le había traído alegría y paz a su alma, pensaba en los hijos que deseaba darle a Hayden y soñaba con la seguridad de que vivirían felices.

El pequeño hacía burbujitas con su saliva, mientras su ceño se fruncía serio, como si entendiera lo que ella estaba sintiendo, sus piernitas y brazos se movían como intentando llamar su atención para regañarla por la efímera nube de tristeza que se dibujaba en su semblante, - está bien amor, no me preocuparé – le dijo mientras se reía y comenzaba a hacer gestos graciosos para que riera. No faltó mucho tiempo, ella se relajara y el niño se durmió acunado por el movimiento de balanceo del coche.

Giulia, volvió la vista por la ventanilla y recordó la noche en el teatro, los besos, las caricias, la declaración de Hayden y luego los días posteriores, el tener que informar a su hermano y Chiara de la noticia, de que se casaría en pocos días. Como siempre su hermana, expresiva, algo infantil, saltaba de felicidad y hacía mil planes, sus gritos de alegría habían despertado a los mellizos y lloraban a coro buscando la seguridad de los brazos de su madre y padre. Ella estaba tan feliz como Chiara, pero cuando miró a Girolamo, el semblante de él no era de felicidad, al contrario el disgusto se notaba en su rostro, no dijo ni una sola palabra, se dio media vuelta y se perdió en el despacho, ella quiso seguirlo, pero Chiara quien se había quedado helada por la reacción de su hermano, la tomó del brazo, - déjalo, no está enojado contigo, es que… está pasando momentos… difíciles – , pero ella sabía que Giro no entendía por qué se había enamorado de uno de los enemigos de su mujer y por ende de la familia, suspiró, sabía que no era el momento ni el lugar y lo dejó pasar, ya buscaría el instante para arregla esa situación – él más que nadie debería entender, ¿ acaso no se enamoró de su enemigo? – pensó mientras se quedaba escuchando las mil ideas que surgían de la febril y fantasiosa cabeza de su hermana.

Despertó de su letargo, la noche ya había llegado, pararon en una posada, allí pasaron la noche y apenas despuntar el sol volvieron a subir al carruaje. Cuando el sol pintaba los paisajes de rosado y celeste volvió a hundirse en los recuerdos, la partida de Paris, los momentos antes de ponerse en movimiento rumbo a Italia, todos subieron al coche y por último ella, esperaba que Girolamo apareciera, pero se estaba resignando a que él no le perdonaría esa traición, y nunca aceptaría darle la bendición a esa unión, - justo él que es mi hermano de sangre, el único verdaderamente mío – se dijo con los ojos llenos de lágrimas, subió al coche, cerró la portezuela y cuando el vehículo comenzaba su marcha, los cascos de un caballo, alertaron a Ruggero, haciendo detener la partida.

Un jinete se largó del caballo que aún estaba en movimiento y cual un felino cayó con gracia y agilidad, se acercó rápidamente al coche, abrió la portezuela y literalmente tironeó a Giulia hasta que la alejó del coche y se fundió en un abrazo fuerte, ella se perdió en ese pecho masculino, escuchando el corazón que acelerado y fuerte, palpitaba en el centro aquel hombre. – no te permitiré que te vayas a casar, sin recibir la bendición de tu hermano mayor – dijo la voz, ronca y profunda de Girolamo – ¿me oyes pequeña?, solo yo puedo darte permiso y aunque me duela en el alma, que te alejes de mí, solo quiero tu felicidad – le susurró en su oído mientras la besaba en la mejilla y en la frente – dile a ese hombre que más le vale te cuide, porque si no iré y lo... – ella apoyó sus dedos en los labios de Girolamo, - lo sé, y también puedo decirte que me hará muy feliz – logró arrancar de los labios de su hermano la promesa de ir al casamiento si lograba arreglar algunos inconvenientes. La ayudó a subir, cerrando la portezuela, antes de despedirse de todos encargó a su cuñado la seguridad de su familia. Y se quedó unos instantes parado viendo como el carruaje tomaba el camino hacia Italia, alejándose de él, no esperó mucho más subido a su caballo tomó el rumbo al bosque, Maryeva lo esperaba.

No supo en qué momento se quedó dormida, cuando despertó su Cuñado cargaba a su sobrino y la despertaba para informarle que en media hora estarían llegando, otra vez la angustia y la ansiedad se apoderó de su alma – ¿qué dirán, los padres de Hayden cuando me vean? ¿Y si descubrieran que soy una ilegitima?- Las manos delicadas de su hermana se cerraron sobre las suyas – tranquila – le sonrió con timidez y asintió con la cabeza – sí, eso intento – trató de que su voz saliera firme pero la angustia se notaba en sus palabras.

Apenas llegar a la entrada de la propiedad, lo distinguió, al lado de un matrimonio que supuso eran sus padres, altos, elegantes, bellos como su hijo, como el amor de su vida. El coche se detuvo, Ruggero bajo primero y luego descendió su hermana, posteriormente, él le tendió la mano y bajó temblando de ansiedad. Deseaba que Hayden corriera a sus brazos y la protegiera entre ellos, pero lo miró de lejos, le sonrió algo asustada.

Los vio acercarse, hacer las presentaciones a su amado y decir que sería dentro de muy poco, la hija de los Señores Vaggö, se ruborizó - yo nunca tuve a mis padres - pensó mientras los saludaba tímidamente – Por favor Dios mío, no dejes que Hayden sienta vergüenza de mi – suplicó mentalmente mientras intentaba frenar las lágrimas. Sonrió con cada frase de los padres de su futuro esposo. Cuando la madre de Hayden le pidió que la acompañara, ella asintió con la cabeza y en silencio la siguió, con los ojos clavados en su amado – cielo, no me dejes sola – le gritaba en silencio.

Hayden la vio entrar, leyó en sus ojos el miedo que tenía a su madre, y Hayden no estaba dispuesto a que ella se sintiera incómoda. Así que se apresuró, inclusive corrió para darles alcance y cuando llegó alcanzó a escuchar a su madre decir, - Mi hijo no nos presentó como era debido y le pido disculpas, el nombre de mi esposo es Marius Vaggö y el mío es Alessandra Di Vaggö. Me parece haber escuchado algo de la familia Arezzo en Turín, ¿me equivoco señorita, usted pertenece a esa respetable familia? -, Giulia la miró un tanto intimidada.

La madre de Hayden se caracterizaba por su voz dulce e intimidante, cuando ella daba una orden por muy sutil que fuera su tono, nadie podía debatirle nada, la cortesía y corrección con la que se expresaba hacían que fuera muy respetada por toda Venecia y alrededores. Aunque también era una mujer tradicionista y que cuidadosa en mantener un buen linaje dentro de la familia Vaggö, considerando la belleza, su estatus social como su posición dentro de ésta y la nacionalidad, no aceptaría a nadie que no fuera Europea. Por el momento Giulia había conseguido la aceptación por su belleza, sí resultaba ser una Arezzo sería la nuera perfecta.

Cuando Hayden llegó hasta donde Giulia le tomó la mano, estaba por responder y el inquisidor supo que con esa acción le daría más seguridad para contestar a su madre. Por lo qué había investigado (para salvar a Ruggero y Chiara) ella era una Di Arezzo por lo que no existiría ningún problema, estaba muy seguro aunque era incierta esa información.

Por otra parte, en los jardines.

Ruggero y Chiara fueron conducidos hasta donde ya todo se estaba preparando, el padre les había contado lo entusiasmado que estaba Hayden por celebrar su boda y les confesaba que ellos, como padres también lo estaban. Eso era lo que su madre desde un principio deseo, no esa vida como inquisidor que lo conduciría a la muerte. Mas el padre sabía que los deseos de su esposa no se cumplirían del todo. Ella esperaba que con el matrimonio su hijo abandonara la inquisición pero Hayden era un Vaggö, y un Vaggö cumple su promesa hasta la muerte, en este caso la promesa a Dios de ser su siervo y servirle como asesino.

Chiara se emocionó al ver el arco nupcial y a la gente de un lado a otro, cargaba a su bebé y con éste se fue a fisgonear, aprovechando eso Marius se apartó con Ruggero que sostenía a una pequeña, lo que explicó eran sus hijos. Y en privado hablaron de Giulia, al menos lo que Ruggero sabía.

Dentro de la mansión Alessandra reprendía a su hijo. - ¡Qué inoportuno Hayden, no vez que la llevo a donde su vestido, el novio no debe de ver a la novia es mal augurio así que vete ahora mismo y dejanos solas, no te enseñé a interrumpir pláticas ajenas! - Hayden sonrió avergonzado, besó las manos de Giulia - Te amo - dijo en un susurró y se fue. - Y tu ya vete a cambiar - escuchó a oír antes de que doblaran en la esquina.

Giulia, seguía en silencio a la madre de Hayden, escuchando lo que le decía, de pronto la mujer se dio vuelta y la enfrento, eso asustó un poco a Giulia, no era típico en ella pero en ese instante sentía el mismo temor de un cervatillo en medio de una cacería. La bella mirada de la mujer se le antojaba algo inquisidora y eso hizo que un calor le subiera por todo el cuerpo. Le preguntó si su familia era de Turín y un nudo en mitad del estómago la tenía a mal traer. Entonces escuchó unos pasos, primero lentos y luego apresurados acortando la distancia que los separaba, supo sin darse vuelta que se trataba de su amado, una sonrisa se asomó a sus labios y el nudo en el estómago cedió por un momento.

La mano de Hayden tomó la suya, haciendo que se detuvieran, ella cubrió con su mano libre la de su futuro marido y lo miró a los ojos, sonriéndole abiertamente y diciéndole un te amo silencioso. Quería abrazarse a él y que no se separase de ella en ningún momento, pero entonces la señora Alessandra reprendió a su hijo quien se ruborizó y fue soltando la mano de Giulia, ella lo miró triste pero sabiendo que era lo protocolar, que el novio no podía ver a su amada antes del altar en el día de la boda. Volvió a sonreírle soltando sus manos, lo escuchó decirle que la amaba y ella le respondió con las mismas palabras – te amo, cielo – lo vio alejarse hacia otro sector de la mansión, se quedó con la mirada fija en el pasillo, pensando que debía hablar con él antes de la boda, no podía dar el sí, sin enfrentar la verdad, el dolor volvió a su cuerpo y forzando la sonrisa siguió a la madre de su prometido.

Al llegar a la habitación, se volvió a sorprender, en ella un grupo de mujeres se encontraban, listas para la ardua tarea de hacer que él vestido de novia, que la señora Vaggö había usado en su casamiento, le quedara como un guante. La hicieron subir en un apoya pies luego de desvestirla y manos expertas y agiles sacaban medidas, busto, cintura, cadera, cuellos, puño y altura. Luego, la madre de Hayden, acompañó a las diseñadoras a otra habitación, para que trabajaran en los arreglos que debían hacer, no sin antes decirle a su futura nuera que en breve estaría con ella, para que le contara un poco de su familia, el tema había quedado inconcluso por la intromisión de Hayden y se notaba que la dama tenía mucha curiosidad.

Giulia, se quedó sola, pensando en todo lo que debía decir a su prometido y que según lo que él decidiera, usaría ese bello vestido o partirían nuevamente rumbo a Paris. Suspiró angustiada, en el instante en que Alessandra entraba nuevamente a la habitación, la miró, algo extrañada, no era lógico que alguien que supuestamente se casaba por amor, estuviera tan melancólica, no fue necesario que le preguntara, Giulia le sonrió tímidamente mientras giraba y perdía su vista en el paisaje que se apreciaba por la ventana, - es un día maravilloso, cuanto me gustaría que mi hermano estuviera aquí, que él me entregara, ya que mi padre no lo puede hacer -, cayó por un instante, giró y se acercó hasta un sillón de dos cuerpos, que en un extremo de la habitación invitaban a las confidencias, - La familia de mi madre es parte de la nobleza de la Toscana, el Marquesado de Arezzo, mi abuelo fue Marques y luego mi tío – Giulia temía dar muchos datos – ella se casó con el Conde Di Moncalieri, como éramos muchos hermanos y debían velar por nuestro futuro, decidieron que sería mejor que, al ser la menor de las mujeres, fuera a vivir con los marqueses ya que ellos no tenían hijos, ellos me dieron su apellido Di Arezzo, adoptándome como su hija y única heredera, hecho que me permitirá ser Marquesa algún día – dijo ruborizada, esperaba que su torpe explicación bastara para la aristocrática dama.

Sonrió, mientras la observaba, la mujer, parecía bastante complacida con la respuesta, pero al instante le surgieron nuevas dudas que ella no estaba lista para contestar, así pues que se adelantó diciéndole – el viaje fue tan agotador, desearía poder darme un baño y descansar, si eso no es un problema – dijo mirándola tímidamente, algo en esa mujer la intimidaba. La señora Vaggö, rápidamente comprendió que era cierto, que ni siquiera le había preguntado si deseaba comer algo, asearse o descansar, se disculpó y llamando rápidamente a la servidumbre, preparó un agradable baño para la novia, - tomate tu tiempo, en dos horas vendrá una doncella con el vestido – apenas terminó de decirle esas palabras se retiró de la habitación, - nunca seré lo bastante buena para su hijo – pensó tristemente, - y menos si supiera mi origen – suspiró y dejó que las lágrimas desanudaran la angustia en su garganta.

Se desnudó y sumergió en la tibieza del agua, dejó que la agradable sensación de alivio la invadiera, y entonces lo decidió, podía soportar el desprecio de los padres de Hayden, pero nunca soportaría que él no la aceptara tal cual era, - él debe decidir si mi origen es un impedimento para nuestra unión – se dijo mientras se incorporaba y salía del agua. Se secó y vistió con un desabillé, con el cabello recogido, descalza, salió a hurtadillas de la habitación, se dirigió al lugar donde lo había visto marcharse y no le costó ubicarlo, se encontraba sentado, leyendo un libro, se acercó hasta él y parándose en frente le hablo, - amor – la voz le salió quebradiza y apunto de explotar el llanto - debo hablar contigo – de pronto tuvo miedo, de contar su verdad, de que él la despreciara y las lágrimas surgieron de sus mejillas, se cubrió con sus manos el rostro y dio media vuelta corriendo de nuevo a la habitación, no podía enfrentarlo, no sabía cómo.

Hayden leía en un intento de sosegar su espíritu, la llegada de Giulia le había inquietado, pero para bien, ya deseaba estar unido a ella en sagrado matrimonio. Por primera vez deseaba que el tiempo avanzara. Muy pronto sólo sus ojos se movían pero no existía ninguna clase de comprensión acerca del interesante libro.

De pronto su amada Giulia se pareció frente a él, la vio extraña y cuando le habló con ese tono, con sus ojos humedecidos supo que algo andaba mal, algo en el corazón le dijo que Giulia lo dejaría, que ella no lo tomaría como esposo y eso lo entristeció, la vio irse pero el se quedó ahí, estaba congelado, dolido por pensar en perder el amor de Giulia.

Cuando por fin fue dueño de sus movimientos salió disparado hacía ella, quería resolver la intriga que le había causado.

- Antonella, Dov'è la signorina Giulia? - le dijo a una de las criadas, - Nella camera degli ospiti, accanto al terzo bagno signore Vaggö - respondió señalando con el dedo femenino la ubicación. - Grazie - le sonrió y fue detrás de ella.

Cuando llegó la vio sentada, él se acercó a ella y se hincó tomándole la barbilla para que sus ojos se encontraran. - ¿Qué es amada mía lo que tenéis que decirme?, qué un tormento es saber que existe algo que te agobia y no pueda hacer nada al no tener conocimiento - los ojos de Hayden se volvieron cristalinos, no quería escuchar de ella "No me puedo casar contigo" o peor todavía, un "no te amo". Eso lo destrozaría, sin embargo, quería saber.

Por otra parte, la madre de Vaggö salía a los jardines donde se preparaba el banquete y ahí pudo ver a la señora Rosso. La familia desconocían la vida de Ruggero, tan sólo de él sabían que era un inquisidor muy respetable, le quería preguntar ¿cómo era la vida de la esposa de un inquisidor?, para así saber en como apoyar a su hijo, quería saber quién era y su parentesco con la futura esposa de su hijo. En cierta manera, Alessandra Di Vaggö estaba insatisfecha con las respuestas superficiales de Giulia, - ¿quién la va entregar, ella sabrá? - pensó.

En la habitación Hayden seguía esperando la respuesta, sentía el miedo de Giulia, el miedo de callar, a él. - No me temas, que me harás llorar. Amada mía, decidme es acaso que lo que hago está mal... ¿No queréis desposarme, no me amáis? - y Hayden no pudo contener por más tiempo las lágrimas y éstas fluyeron por sus blancas mejillas.

Giulia, no esperó a que él la detuviera, corrió por el pasillo, y al entrar en el cuarto, cerró con cuidado, para no hacer ruido, lloraba desconsoladamente, - cobarde, eres una cobarde – se apoyó en la puerta, dejándose resbalar y caer al piso, se tomó las piernas con los brazos y hundió su cabeza en el hueco que se formaba. Pero ella no era así, ella no se derrumbaba, se levantó con dificultad y caminó hasta sentarse en el borde del lecho, miraba a sus pies descalzos y solo podía pensar que todo estaba terminado, él no la había seguido y ella simplemente se comportaba como una desquiciada.

Sintió la puerta que se abría y cerraba lentamente, los pasos que se acercaban, pero en ningún momento levantó la vista, no podía pensar, su mente repetía una sola palabra, aquella que la destrozaba cada día de su vida desde que tenía uso de razón, desde que las miradas con recelo, y desprecio la rosaran, - bastarda, solo eres una bastarda -.

Él se arrodilló a sus pies y le tomó de la barbilla exigiéndole que lo mirara a los ojos, que lo enfrentara, al principio trató de oponer resistencia, no se sentía digna de mirarlo, pero sus palabras la trajeron al presente, el miedo en la voz de su amado cuando le preguntó si no deseaba casarse con él o si no lo amaba, la hizo reaccionar, miró a esos ojos arrasados por las lágrimas, dolorido por la duda y simplemente se arrojó a sus brazos, lo abrazo fuerte hundiendo su barbilla entre el cuello y el hombro, sollozando con toda su alma, - no, amor mío, como puedes pensar que no te amo – le dijo pegándose aún más a él, - no es eso amor, mi desasosiego, mi tormento, es que vos seáis el que no desee desposarme cuando os cuente la verdad de mi origen – dijo, separándose de sus brazos y enfrentándolo, con una mirada que mostraba el miedo de su alma.

Tomó el rostro de su amado entre sus manos y tratando de no volver a sollozar, y comenzó a contarle la verdad que tanto miedo le causaba – yo… no soy digna de vuestra familia, pues mi origen es incierto, mi madre me abandonó cuando nací, para volver a su hogar con su esposo Ruggiero y sus hijos, Girolamo y Chiara. Fui el fruto de un pecado, aunque no quiera debo llevar este peso que me agobia, día a día, vos me disteis el sueño de creer que podría olvidar aquella terrible verdad, pero vuestra madre se enterará y yo… puedo sufrir el desprecio de vuestros padres, pero el de vuestro corazón… – su voz se quebró – vuestro desprecio… no - lo miró a los ojos, mientras se levantaba con dificultad y se alejaba de él, se acercó al ventanal, perdiendo su vista en la belleza del jardín, - El hermano de mi madre y su esposa, me acogieron como si fuera su hija, lo único que Giulia Di Moncalieri se dignó a darme fue su nombre, ni siquiera me permitió saber quién era padre, o si él alguna vez supo de mi existencia - dijo bajando la vista, se sentía tan poca cosa.

En el jardín Chiara jugaba con su pequeño hijo, -¿qué pasa querubín, extrañas a tu tía Giulia? – el pequeño movió su cabecita como si intentara asentir a la pregunta de su madre. Se sentó en un banco mientras dejaba que el infante jugara en su regazo tratando de tomar un mechón de su cabello que rebelde caía por su cuello, o con la cruz de rubí que ella nunca se quitaba y que le regalara su esposo para demostrarle cuanto la amaba. Sonrió complacida al ver en ese niño los ojos vivaces de su amado, el pequeño estornudó cuando una mujer alta y elegante se acercó hasta ellos, los ojitos inquisidores la contemplaron, algo en él lo llevó a envararse, era como si la madre del discípulo de su esposo no le agradara.

La mujer se acercó y tras unas palabras de presentación se sentó a su lado, Ruggero en los brazos de su madre frunció su seño y la contempló con su boquita en trompa, disgustado por la presencia de la mujer. Charlaron un momento y luego Alessandra preguntó sobre la familia, Chiara la miró intrigada, ¿qué era lo que pretendía esa mujer?, se reacomodó en el asiento antes de responderle – verá, mi padre fue Conde de la Meso Lombardía, como mi abuelo fue Marques de la Toscana, es muy difícil mantener los títulos nobiliarios si no existe descendencia y el Marquesado fue retenido gracias a que mi hermana adoptó el apellido Di Arezzo – la miró a los ojos, con una mirada que hacía mucho tiempo no ejercía, era una mezcla de desprecio y superioridad, - nuestra familia, es muy importante, señora mía, - su voz sonó con in tinte de ironía al decir “mía” - nuestras amistades y relaciones van desde su Santidad hasta monarcas de toda Europa, - desvió su mirada a unos rosales como si le diera poca importancia – pero eso seguro que usted ya lo sabía. Ahora si me disculpa, el pequeño necesita de su nodriza – no dejó que le volviera a preguntar ni importunar con temas que la ponían incomoda, ella aceptaba a su hermana con toda el alma, pero bien sabía que la elite, no vería con buenos ojos el enlace de Hayden con una ilegitima como su amada Giulia.

En el cuarto, Giulia, giró enfrentando al amor de su vida, - Amor, solo te pido que me digas, si me aceptas, con todos mis defectos, con la condena social que eso conlleve – se acercó nuevamente, él se había incorporado y la miraba de una forma que ella no podía todavía adivinar si era de horror, de asco o si simplemente estaba sorprendido.

Suspiró antes de continuar – solo dime, si quieres que me vaya, si no me amas lo suficiente para perdonar esto, déjame ir, puedes culparme de todo, solo deja que Chiara me ayude y nos iremos – dijo con su voz quebrada, sufriendo por no saber si había logrado salvar su amor o todo había terminado.

Hayden escuchó con atención cada palabra, sus lágrimas fueron secándose de la impresión con la confesión de Giulia. Sin embargo, a él eso no le importaba. Quizás si le dijese que era una licantropo o cualquier otra bestia podría rechazarla, aunque su corazón también lo dudaba. Lo cierto era que Hayden se sentía hechizado por ella, conocía una parte del pasado de su familia y algún otro inquisidor la pudo haber acusado de bruja, condenándole por el simple hecho de enamorarlo. Pero Hayden por primera vez había dejado a un lado su vanidad y narcisismo para entregárselo a Giulia, que era para él la mujer más hermosa que sus ojos han visto.

Giulia huyó de la mirada del inquisidor caminando al ventanal con vista al jardín, allí continuó, Hayden se mantenía callado, quiso reír por el hecho de que él estaba equivocado, que no era lo que había pensado y agradeció a Dios de que fuera algo un tanto absurdo, ya que no era de las personas que se rigieran por las clases altas, medias o bajas. De hecho los Vaggö apoyaban a las clases inferiores, siendo Alessandra líder en una fundación de ayuda a niños desamparados.

Cuando Giulia por fin enfrentó a Hayden y le dijera las últimas palabras, el inquisidor caminó a ella le dedicó una sonrisa compresiva y la abrazó en un abrazo reconfortante, después le dio un beso en la frente. - Gracias por confesarme, pero amor no me importa tu procedencia, lo único que quiero es que estés conmigo, por siempre a tu lado y nada más. Yo te amo por lo que eres y por lo que serás... signora Di Vaggö - soltó una risilla confidencial y la besó.

En los jardines, Alessandra escuchó confundida lo que la señora Rosso le dijo, no entendía en sí la reacción ofensiva pero lo que sabía era que tenía que disculparse. Fue así que la alcanzó caminando a su lado sin obstaculizar su paso ni deteniendo su andar. - Disculpe no fue mi intención insultarle - le dijo con una sonrisa, la señora Vaggö era conocida por ser una gran anfitriona, era una dama muy popular en la sociedad Veneciana, conocida por su bondad y comprensión. - Pero por favor, permita que os pida un consejo. Usted es esposa de un inquisidor, verá yo sufro porque mi hijo es un soldado de esa orden. Ahora que mi futura nuera e hija Giulia se casé con Hayden se convertirá en la esposa de un inquisidor. ¿Cómo sobre lleva vuestra relación marital? Vera no quiero que mi Giulia sufra, y si usted nos ayuda sé que podremos hacer algo para que Hayden imite al señor Rosso. Se lo pido como madre, yo quiero ver la felicidad en ambos, así como usted deseará la de vuestros hijos - su tono maternal hizo que el pequeño la mirara pero esta vez de diferente manera.

En la habitación el prolongado beso terminaba, Giulia sonreía brindando felicidad a Hayden. De pronto tocaron a la puerta cuando un nuevo beso iba a surgir de los labios de ambos. - Signorina el vestido está preparado, os tendréis que vestir para dar los últimos retoques -, ellos se quedaron viéndose, - ¡te amo! - dijo Hayden, la volvió a besar y cuando volvieron a tocar él abrió la puerta.

- Giovane Vaggö, ¿qué hace en la habitación de su prometida? - cuestionó la modista, Hayden mostró un ligero rubor, miró una vez más a Giulia y entre labios dijo - te amo - y se fue, pues él también tenía que vestirse.

Parado frente a ella, le sonrió, con esos labios que simplemente la desbarataban y en dos segundos estuvo a su lado fundiéndose en un abrazo, diciéndole que no existía nada que lo pudiera separar de ella, Giulia lloró, esta vez de alegría y posesiva lo abrazaba apretando su cuerpo al masculino. Él le tomó con una mano la nuca y acercó su boca a la suya para darle un beso apasionado, las manos de ella se hicieron espacio por el pecho masculino separándolos un momento, solo para acariciar a su amado por el cuello y los hombros, enterrando sus largos y finos dedos en los cabellos, el calor que emanaba aquel cuerpo que amaba la derretía, sentir su perfume despertaba en ella sensaciones que desde aquella noche en el teatro no había vuelto a sentir, deseó que la ceremonia hubiera pasado para que él la hiciera su mujer, para demostrarle que desde ese momento sería suya por la eternidad en cuerpo y alma.

Chiara, sintió los pasos y el ruido de las faldas de la señora Vaggö que se acercaba, tomo aire y lo soltó en un suspiro casi imperceptible pero que llamó la atención del pequeño Ruggero, que la miró y estiró su manita tocando su mejilla, como diciendo – calma mamita – ella sonrió a su dulce tesoro, besó sus deditos atrapando uno entre sus labios haciendo que el bebé riera divertido. La madre de Hayden se disculpó con ella por el malentendido, - tal vez me comporté muy suspicaz – se lamentó mentalmente, se detuvo para poder escuchar lo que ahora la mujer le expresaba, sus ojos se abrieron llenos de sorpresa, - disculpe, ¿pero no le dijeron que mi esposo ya no es inquisidor? Dejó esa vida por los pequeños, y porque como usted misma acaba de decir, es muy difícil poder llevar una vida marital – la miró con tristeza, - nada me agradaría más que su hijo, hiciera lo mismo que mi querido esposo, pero temo que los temperamentos son diferentes – sonrió a la mujer mientras, con un ademan le indicaba un asiento, ya sentadas nuevamente prosiguió, - La familia Di Arezzo, son desde hace muchas generaciones cazadores, que en un principio pertenecieron a la misma orden que su hijo, fueron inquisidores pero por bula papal lograron ser más independientes, el padre adoptivo de Giulia fue el penúltimo cazador, si alguien sabe cómo llevar una vida con un Inquisidor o un Cazador, esa es mi pequeña hermana – suspiró mirando los bellos ojos de la anfitriona – solo espero que ella logre, con el tiempo, que él se dé cuenta que los enemigos que día a día se gana con sus misiones, pueden traer desgracias a su familia - , se quedó en silencio contemplando el parterre que era una explosión de colores y de vida, de pronto Ruggero comenzó a moverse en el regazo de su madre moviendo sus manitas y haciendo burbujitas, estiraba su cuerpito hacia la mujer, aceptándola como parte de la familia. Chiara rio con una cristalina y femenina carcajada mientras depositaba el pequeño en brazos de Alessandra, que fascinada caía en el hechizo del pequeño, - le suplico que lo entretenga un momento, debo entregar unas cosas a mi hermana -, se levantó y se apresuró a llegar al interior de la mansión.

Giulia, siguió disfrutando de ese beso, de las caricias, por los roces y el deseo, el desabillé había cedido y su desnudez era cubierta por el cuerpo de su amado que seguía acariciándola, ella en puntas de pies no pensaba en otra cosa que el momento se eternizara, pero unos golpes en la puerta y la voz de la modista los trajeron a la realidad. Se separaron, respondió al “te amo” con las mismas palabras rosando con sus labios los labios masculinos, ella se dio cuenta de cómo sus ropas estaban abiertas y ruborizada se comenzó a cubrir y cerrar con un lazo el desabillé, él la contemplaba como si de un tesoro se tratase o como si de un manjar que deseaba devorar. Suspiró aliviada, mientras él se dirigía a la puerta y la abría. Sonrió divertida al escuchar como lo reprendían cual niño pequeño que había cometido una picardía, volvió a repetirle un te amo silencioso cuando él desde la puerta se dio vuelta a despedirse – vai vai!!! – volvió a reprenderlo la mujer y Giulia no pudo contener una risita nerviosa y cómplice.

Ya solas, modista y novia, comenzaron la tarea, se vistió, inspeccionaron los arreglos del vestido que habían quedado perfectos, era un bellísimo traje de novia, con bordados en hilos de plata, y piedras de un color ambarino en el corsé, con unas mangas vaporosas al estilo de los trajes medievales y con un escote que aunque bastante provocativo, dejaban ver y ocultar lo estrictamente necesario. La cola del vestido tenía unos cuatro metros y el tocado cubría su rostro en un espeso velo. Se miró al espejo, estaba hermosa. La modista la contempló, - está simplemente deslumbrante –, miró a la mujer y le sonrió - gracias - dijo ella tímidamente, cubriéndose las mejillas de un tono rosado.

En ese momento tocaron a la puerta, - adelante – pronunció con una voz apenas audible, la puerta se abrió y apareció Chiara quien al verla se puso a llorar emocionada, - estas preciosa, hermanita, si mamá te viera estaría tan orgullosa de ti – Giulia la miró dulcemente aunque no creía que su madre sintiera alguna vez en su vida orgullo por ella. Chiara, se acercó, tenía en sus manos dos cajas de terciopelo azul, se paró frente a ella y se las entregó, - dicen que ninguna novia debe casarse sin llevar algo azul, algo prestado, algo nuevo y algo usado – sonrió mientras se quitaba un pequeñísimo guardapelo, que contenía un mechón de los cabellos de Ruggero y Melanie – aquí tienes algo azul, lo prenderás en la parte interna del corpiño; lo nuevo será este regalo de parte de Ruggero y mío – abrió una de las cajas y sacó una hermosa pulsera de cuatro vueltas de perlas y una flor de plata y diamantes, - para tu bello cuello, la gargantilla que nuestra madre usó en su casamiento – abrió la segunda caja y extrajo un bello collar de perlas con el mismo diseño de una flor en plata y diamantes, que se presentaban en conjunto con unos aros, - ahora si estás lista para que ese afortunado muchacho te espere junto al altar – dijo mientras la abrazaba y lloraban juntas emocionadas.

Spoiler:

Alessandra se quedó con el pequeño, - ¿cuál es vuestro nombre pequeño? - dijo mientras lo arrullaba entre sus níveos brazos. No dejó de verlo era como si esperara que le hablase, sin embargo, lo que pensaba ella era la respuesta de la signora Di Rosso, Alessandra no esperaba que su hija se adaptara a la vida de un inquisidor, deseaba que su hijo hiciera lo mismo que su maestro. Pero si conocía a su hijo, él nunca dejaría la iglesia y decirle a Giulia que se lo pida sería provocar un conflicto entre ellos muy temprano. Alessandra suspiró cuando sus pensamientos se desviaron. Volvió su mirada a la criatura y le devolvió la sonrisa, luego se imaginó que era su nieto. Esperaba que los futuros primogénitos de sus hijos fueran tan hermosos como el que en sus manos cargaba y agradecía a Dios que Giulia se haya cruzado en el camino de su hijo, porque ella temía que muriera sin darles descendencia.

Con el pequeño en brazos camino hasta los jardines donde se llevaría a cabo la ceremonia nupcial. El padre ya estaba dispuesto, así como los invitados. Alessandra pudo ver a lo lejos al signor Rosso cargando en brazos a otro bebé, habían tenido gemelos y ella se pregunto si esa descendencia provenía de la familia Di Moncalieri o de los Rosso, pues también le gustaría que sus hijos tuvieran. Así se perdió jugando con el pequeño, enamorada de él, era un encanto haciendo sus pucheritos, riendo casualmente todo un encanto. Y cuando menos lo espero, Hayden salió vestido de Gala.

Hayden, como si hubiera leído la mente de su madre, fue a ella. - Madre, ¿Aún no sale Giulia? - estaba muy impaciente, - tranquilo hijo, ya pronto estaréis casados ahora mejor ve al arco nupcial para que ella no espere a que esteis listo - aconsejó su madre y Hayden no desobedeció. Fue directamente hasta al arco cruzándose con Ruggero que se encaminaba a la mansión con Mely en brazos.

- Hayden, sé feliz hijo tendréis por esposa a una gran mujer. Sois un gran hombre y debéis complacer a vuestra esposa, amarla incondicionalmente como ella te amará - le dedicó una sonrisa y se fue. Hayden sólo asintió, llegó hasta donde estaba el arco y ahí esperó a su futura mujer.

Mientras tanto, Ruggero guiado por la servidumbre llegó a donde estaba su esposa y Giulia ya vestida en un hermoso vestido. Ingresó jugueteando con Mely, Chiara se acercó a él y besó a su pequeña y después a su esposo. - Estáis hermosa cuñada, estoy seguro que Hayden os hará muy feliz... Giulia... ¿Queréis que os entregue? - dijo sonriéndole.

Estaban ya a punto de salir de la habitación, el corazón de Giulia parecía un caballo desbocado, deseaba llegar al lado de su futuro esposo y abrazarse a él, que la protegiera y que pronto la llevara lejos de todo y todos, para que nada ni nadie los separara jamás, - ¿se puede amar a alguien de esta forma, que sientes que el alma se te desgarra si no está cerca de ti? – le preguntó a su hermana, tomándola del brazo suavemente y haciendo que girara a contemplarla, mientras caminaban por el pasillo rumbo al jardín. Chiara la miró con amor y comprensión, - si pequeña, se puede amar así, solo que son pocas las personas que son bendecidas con un amor tan grande – le dijo mientras acariciaba el velo del tocado, - dime, ¿tu sientes eso por Hayden? – Giulia asintió con la cabeza, ruborizándose, sintiéndose pequeña. Sus ojos se perlaron por la emoción que la embargaba, - pues, ese hombre es muy afortunado ha encontrado a su alma gemela, y tú también debes agradecerle al destino el ponerlo en tu camino – sonrió y la volvió a abrazar, - ahora vamos, que ese enamorado tuyo debe temer que escapes por los ventanales – rio con su propia ocurrencia.

Ruggero apareció con Mely en brazos, las buscaba, ya todo estaba listo y esperaban a la novia para comenzar con la ceremonia. Chiara se dirigió hasta su esposo y tomó a la pequeña en brazos – amore, princesa mía, ¿como esta?¿te has portado bien con papá? – dijo mientras la besaba en el cuello inspirando el dulce perfume para bebé, mordisqueó con ternura y juguetonamente las mejillas sonrosadas de la bebé haciendo que la pequeña riera y tomara con sus manitas algunos bucles del peinado de su madre.

Ruggero se puso al lado de Giulia y al preguntarle si deseaba que él la entregara, ella sonrió, entre emocionada y triste, hubiera deseado que su hermano pudiera haber venido a ese momento tan especial de su vida, pero ella sabía bien que en esos momentos la única preocupación que podía tener Girolamo era el peligro que corrían su esposa y su hijo, hubiera sido muy egoísta de su parte pedirle que viniera. Miró a su cuñado, - me harías muy feliz, querido hermano, que fueras tu quien me entregara, nunca tuve un verdadero padre a mi lado, déjame sentirte como uno – le dijo, besando la mejilla masculina y tomando el brazo de Ruggero para que la condujera hasta esos otros que tanto amaba.

El camino restante fue en silencio, novia y padrino caminaban lentamente, el sol los iluminó – nuestro destino debe ser tan luminoso como el día de nuestro casamiento –pensó mientras bajaban las escalinatas que llevaban al jardín de la bella mansión, y al sendero en mitad de éste donde se realizaría la boda. Giulia miró con atención a todos los invitados, a muchos no conocía seguramente eran amigos y parientes de los padres de Hayden, debía acostumbrarse a pensar en ellos como sus padres, - es que me cuesta tanto cuando hasta hace poco no tenía más que a Girolamo – caviló recordando las noches en que rogaba a Dios por una familia de verdad.

A su lado Ruggero la conducía, como si fuera su padre, miró el perfil de ese hombre que en tan poco tiempo había dado a su familia tanto, - si él no hubiera entrado a nuestras vidas, seguramente nunca habría conocido a mi amor – recapacitó, tenía tanto para a agradecerle que un nudo en la garganta le impidió tragar con facilidad. Contempló en un sector cercano al altar a su querida hermana con Mely en brazos y a su lado la madre de Hayden con el pequeño Ruggero en brazos, el pequeño se movió como reconociéndola, era tan inteligente, tan intuitivo para su corta edad que a ella siempre la sorprendía.

Sonrió feliz, que más podía pedir, allí estaban sus hermanos y sobrinos, sus futuros padres y su amado Hayden, cuando sus ojos lo encontraron, se perdió en esos luceros que iluminaban su vida, no percibió que se acercaban o que Ruggero le daba un pequeño beso en la mejilla sobre la capa de velos, solo tenía su atención puesta en ese hombre que la elegía para ser su esposa, para toda la vida.

Se miraron, ella sonrió bajo el espeso tocado, no sabía si él podía ver lo suficiente, pero estaba segura que el color rojo que cubría sus mejillas era visible a pesar del tul. Caminaron los últimos pasos hasta llegar al altar, tras arrodillarse, el sacerdote comenzó la ceremonia. Pero ella solo podía pensar que las manos de él rosaban las suyas, que en ése sagrado momento sus vidas se unirían y nada podría separarlos, - nadie podrá alejarme de tu lado, amor, si debo agradecer algo a mis padres es permitirme nacer para vivir hoy este momento – le susuró, acariciando los dedos de su amado.

El corazón se le agitó como nunca le había ocurrido. Y aunque en su mente sólo existía Giulia no podía desechar el hecho de que ni siquiera las exhaustas batallas o las misiones que casi le arrebataron la vida produjeron en su corazón un ritmo como el de Giulia que vestida de novia se acercaba para ser su mujer.

Ruggero la llevaba y aunque Hayden se distrajo en lo que podría sentir su amada por ser entregada por alguien ajeno a su sangre, no desaparecía la felicidad de su rostro.

El camino fue largo, la música ambientalizada fungió como la serenidad a un tiempo que pareció eterno. Hasta que finalmente llegó a él; Hayden la recibió con las manos y caminaron un poco al altar para después arrodillarse frente al padre que oficiaría la ceremonia y sería la autoridad que uniera el matrimonio bajo el estandarte de Dios.

El inquisidor a penas ponía atención a lo que decía el padre, su bella esposa oculta detrás de ese tul, acaparaba todo para él y cuando ella sentía la mirada incesante de su futuro esposo se sonrojaba lo que producía a Hayden una sonrisa y pícara y también un sonrojo.

La ceremonia fue larga aunque para Hayden no lo fue, y finalmente llegó el momento en el que el sacerdote cedió la palabra a Hayden.

-De enamorados pasamos a ser novios, de novios pasaremos a ser esposos. Hoy de “yo” seremos nosotros. Ambos escogimos juntar nuestras vidas. Yo Hayden Vaggö, me entrego a ti, sabiendo que la magia de nuestro amor es caminar juntos, en las buenas como en las malas, en la prosperidad como en la adversidad, en la salud y en la enfermedad. Yo quiero ser tu compañero y que tu seas mi compañera, toma mi manos como símbolo de unión de nuestras vidas hasta la eternidad. He venido hasta aquí para unirme a ti, y así unidos partiremos cuando Dios lo designe- Ruggero se acercó y después de tomar el anillo correspondiente tomó la mano de su amada y entre sus dedos delgados colocó la alianza de oro. Luego el padre esperó los votos de Giulia para proseguir.

-Si nadie tiene nada que objetar, algo para impedir la boda yo os declaro marido y mujer... Podéis besar a la novia- y sin que se lo dijesen dos veces levantó el velo de su amada, ella lloraba y se sintió conmovido, secó las lágrimas con ternura para más tarde unirse en un beso, en su primer beso como matrimonio.

Giulia mantuvo sus ojos cerrados mientras escuchaba la homilía que el padre les daba como futuros esposos, estuvo en desacuerdo con algunos comentarios expresados por el hombre de la iglesia, que dejaban notar lo cerrado de la visión sobre lo que para los ojos de Dios eran los únicos herederos del amor de un Dios piadoso y amoroso con sus criaturas. Pensó en todas esos seres que, bajo la palabra de la fe, estaban condenados por tener un don o una naturaleza distinta al hombre, y por un momento pensó que sería de su amor si ella se convirtiera en un ser que para las enseñanzas recibidas por Hayden eran una abominación, tembló con el solo hecho de imaginar el desprecio en sus ojos, - no puedes pensar en eso ahora – se reprendió, mientras el poder de la mirada de su amado la llamaba para que se fundieran en una unión espiritual que lograba desvanecer las preguntas, los miedos y el mundo circundante.

Las palabras de su amado en el momento de los votos la hicieron emocionarse y las lágrimas asomaron en sus ojos, cuanto amaba a ese hombre, lo aceptaría así se convirtiera en un demonio, lucharía por el aun que la muerte tratara de enseñorearse sobre su amor. Los dedos le temblaron al igual que los de él en el momento en que le colocó el anillo y llevara su delicada mano a los labios masculinos para besarla.

Giulia inspiró profundo tratando de calmar el corazón que luchaba por salir de su pecho de tanta emoción. Era el instante que ella debía decir sus votos, sonrió cohibida antes de comenzar, buscó aquellos ojos, aquel cielo que desde el primer instante que los había contemplado le robaron el alma. Perdida en aquellos luceros comenzó con timidez a decirlos, - En la obscuridad más profunda los luceros de tu ser, me trajeron a la luz, me dieron cobijo y enseñaron que solo el amor logra curar las heridas más profundas. El amor es el único que nos hace aceptarnos como somos y sentirnos valiosos, no por nosotros sino por el valor que el ser amado nos da, el valor que tu mi amado me das – cayo un instante y tomó de la mano de la madrina el anillo que debía poner en el dedo anular de su futuro esposo, - el anillo representa la eternidad de la unión, del amor que profeso por ti… - se quedó en silencio, contemplando el símbolo de la eterna unión -… no puedo prometer amar en la vida – se sintió una exclamación ante tales palabras – porque aun en la muerte, y en la otra vida, te seguiré amando – nuevamente las exclamaciones sonaron a su alrededor pero ella solo podía ver y escuchar a su amado – te tomo como esposo para toda la eternidad, prometo amarte y entregar mi espíritu si con eso puedo salvar tu alma, prometo seguirte a donde vayas y estar juntos en las buenas y en las malas por todos los días que mi alma exista -. El anillo quedó en la mano masculina y ella lo cubrió con su mano como cuidándolo y protegiéndolo.

El grupo de músicos que tocaba mientras se desarrollaba la ceremonia seguía interpretando una dulce pieza, mientras el padre los declaraba marido y mujer. Ella sintió las manos de él que levantaban el velo que la cubría. Las lágrimas seguían emergiendo de sus ojos por tanta emoción, él dulcemente las secaba, acercó sus labios a los de ella y recibió el primer beso de su marido, cálido, mezclado por el sabor salobre de sus lágrimas y la dulzura del néctar de los besos de su amado, - así será nuestra vida, aunque existan momentos de tristeza, el amor que nos une podrá endulzar cualquier prueba y estaremos unidos por toda la eternidad – caviló mientras entornaba los ojos para dejarse llevar por las emociones, -Ti amo, mio marito – le susurró en los labios –Grazie per avermi dato la vita – volvió a decir en la boca del ser que amaba.