La añoranza se asfixió bajo el hábito. | Flashback con Hannes Bergström.

Mientras sentía el pinchazo en la parte posterior de su cabeza intentó encontrar alguna excusa para no girarse y descubrir quien era aquel o aquella que la observaba. Esa sensación que la quema era inconfundible y de cierto modo también predecible. Las noches anteriores la escena comenzaba a transcurrir de modo similar, ella de pie en el mismo lugar y los brazos del hombre rodeándola del mismo modo. No es como si fuera a quejarse por aquello, no era del todo un acto placentero pero tampoco repulsivo, quizás si hubiese sido alguien más quien recorriera su cuerpo con sus manos le parecería aborrecible e intentaría por todos los medios evitar que aquella exploración siguiera su curso. Las palabras varías, los aromas tampoco son los mismos. En algún punto de la noche que avanza tan lenta como peligrosa, los actos de su acompañante logran el efecto deseado y comienzan a encenderle la sangre. Aurora se debate entre demostrar lo que siente o seguir fingiendo que es una estatua de hierro totalmente impenetrable. Su dueño la tiene amarrada y no sólo por medio de la deuda eterna que ella tiene con él, esta vez es literal, porque los abrazos dieron paso a posarla sobre la cama y las caricias a abrirle las piernas para encontrar el punto que sigue intacto.

— ¿Será hoy, Señor? — la misma pregunta que se ha repetido a lo largo de toda la semana. Se ha cumplido poco más de un mes desde que la encontró y poco más de dos semanas desde que llegaron a Paris. Desde entonces el vampiro se ha dedicado a comenzar a entrenarla para preparar su cuerpo de modo que esté completamente lista para los futuros clientes que deberá atender. Rory desconocía por completo la anatomía masculina, nunca fue de su interés ni tampoco poseía mayor experiencia con algún hombre, pero ahora, bueno, ahora esto más bien se ha transformado en una sorpresa y un deber. Si antes pensó que jamás sentiría algo estando bajo el cuerpo de algún hombre, estaba bastante equivocada. Hannes tal vez es quien logra que la zona entre sus piernas se humedezca, quizás es él quien es capaz de meter los dedos en su interior y tazar la zona como si de una tierra fecunda o posible de adquirir se tratara, pero no sabe si todo lo que siente se debe a que se trata precisamente de él o porque realmente es capaz de sentir aquello con cualquier otro hombre. La única forma de comprobarlo sería repitiendo lo que hace cada noche con alguien más, aunque en esos casos si deberá llegar hasta el final.

Y eso por ahora, no está en discusión. Si cuando estira las manos la cama cruje es un buen signo de que las correas están en su lugar y que ella no podrá hacer algo para intentar escapar. Ambos saben que esa no es su intención pero esta parte del entrenamiento se trata de preparar su cuerpo, la mente vendrá luego y por último toda la actuación aunque en menos medida ya que ha quedado claro que la coquetería no es una de sus falencias ni mucho menos el arte de la seducción que parece llevar de modo innato. — No quise interrumpirlo, Señor… Lo lamento… — una novata en cada tema. Cada vez que Hannes la corrige, Rory se siente más cerca del punto que desea alcanzar y cada vez que él solicita su presencia en una noche, la muchacha sabe que el momento en que podrá al fin dedicarse al nuevo oficio que él le ofreció hace tan poco. La pequeña mujer aprende rápido. La nueva cortesana, que hasta ahora tiene sólo un cliente, abre sus piernas como una flor que despliega sus pétalos para intentar captar lo que más pueda, pero acá no hay zonas dulces, no hay superficies suaves y llenas de colores. Acá todo es deseo, pasión, sangre que corre y un momento que aunque lo niegue, es lo que ella desea por sobre todo.