AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
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Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
La noche era tranquila y el tiempo despejado. Las estrellas estaban esparcidas por todo el cielo decorando el paisaje con su luz. No había luna, por lo que aunque las estrellas otorgaban luminosidad a los caminos este seguía siendo oscuro. Me acuerdo que de pequeña me daba miedo asomarme al balcón las noches en las que no había luna, pero cuando ya estaba crecidita, comprendí que no pasaba nada, que todo seguía igual lo único que pasaba es que los seres de la noche tenían más facilidad de camuflarse y pasar desepercividos. Me acuerdo que me gustaba, era misterioso y agradable... desde luego que no sabía de la existencia de los seres sobrenaturales. Ahora que se que existen, no sabría decir si las noches como estas surgían el mismo efecto en mi como antaño.
En comparación con la tranquila, pero oscura noche, mi alma estaba tan agitada que se podía comparar con una tormenta.
Ya había llegado la noche. Aún estaba afectada por el ataque que habíamos sufrido de camino aquí... como también por la transformación y los cambios que esto comportaba. Estaba algo ausente, poniendo en claro mis pensamientos. Era vampiresa y casada. Las dos cosas eran nuevas para mi y no sabría decir cual era la peor.
No le había cuestionado a mi primo en todo el viaje como era mi futuro esposo, ahora lo único que me esperaba es que no fuera cazador, con respecto a todo lo otro, ya no me importaba. Lo peor que me podría pasar teniendo en cuenta mi estado, es que sea cazador. Podría ignorarme, tener muchas amantes, incluso pegarme, pero siendo cazador acabaría por matarme... ¿Y qué importaba si moría?
Me di cuenta de pronto que esa idea jamás se había cruzado por mi mente. Quizás en verdad eso acabaría con todos mis pesares, que me matase... por otra parte, tampoco quería que nadie fuera responsable de mi muerte. Además, aunque mi padre no me tenía en gran estima, de seguro que si moría, pediría alguna compensación económica por ello... o quizás no. De todos modos, creía acorde esconder mi condición de vampiresa en cualquier caso para evitarme problemas tanto a mi, como a mi marido, como a todos.
La carroza se detuvo dando a entender que ya habíamos llegado. Debía salir pero me temblaban los pies y temía que al levantarme me derrumbaría al suelo, pero con la ayuda de mi primo y el encargado de llevar la carroza pude salir de la carroza sin hacer demasiado el ridiculo.
Maks se ofreció a acompañarme al interior, pero por mi sorpresa opté por decirle que no hacia falta, que ya estaba bien que fuese sola. Me sorprendí del repentino valor que había mostrado, pero por otra parte había llegado a la conclusión de que si los dos, tan pálidos como la nieve, entrasemos en su casa sería demasiado sospechoso. Por otra parte, prefería que si me descubría, me descubriese solo a mi y que al menos mi primo quedara con vida.
El joven me preguntó varias veces si estaba segura de mi decisión y sorprendida por lo decidida que sonaba le contesté todas las veces que sí, que se podía ir tranquilo. Sin embargo, cuando vi como la carroza se alejaba me arrepentí, debía al menos entrar con él al cuarto más me pareció extraño que me insistiera tanto en acompañarme... quizás... no era un joven con una buena fama...
Suspiré y después de pasar unos minutos, no sabría decir cuantos, fuera de la casa frente el portal decidiendome, decidí pasar al menos la verja y subir por las escaleras que llevaba a la puerta de entrada. Había luz detrás por lo que era evidente que esperaban a alguien, me esperaban a mi. No debería de hacer esperar tanto, fuese quien fuera mi esposo no se merecía pasar noches de insomnio por mi culpa. Con esa idea en mente conseguí infundirme valor para llamar a la puerta ligeramente. Nada más llamar aparté la mano de la puerta mientras mi corazón amenazaba en salirse de mi pecho mientras unas ganas insaciables de salir corriendo se apoderaban de mi por cada segundo que pasaba. Bajé la mirada a la espera de que alguien abriera la puerta pues, a parte del miedo, la verguenza decidió dar acto de presencia en mi ser también.
En comparación con la tranquila, pero oscura noche, mi alma estaba tan agitada que se podía comparar con una tormenta.
Ya había llegado la noche. Aún estaba afectada por el ataque que habíamos sufrido de camino aquí... como también por la transformación y los cambios que esto comportaba. Estaba algo ausente, poniendo en claro mis pensamientos. Era vampiresa y casada. Las dos cosas eran nuevas para mi y no sabría decir cual era la peor.
No le había cuestionado a mi primo en todo el viaje como era mi futuro esposo, ahora lo único que me esperaba es que no fuera cazador, con respecto a todo lo otro, ya no me importaba. Lo peor que me podría pasar teniendo en cuenta mi estado, es que sea cazador. Podría ignorarme, tener muchas amantes, incluso pegarme, pero siendo cazador acabaría por matarme... ¿Y qué importaba si moría?
Me di cuenta de pronto que esa idea jamás se había cruzado por mi mente. Quizás en verdad eso acabaría con todos mis pesares, que me matase... por otra parte, tampoco quería que nadie fuera responsable de mi muerte. Además, aunque mi padre no me tenía en gran estima, de seguro que si moría, pediría alguna compensación económica por ello... o quizás no. De todos modos, creía acorde esconder mi condición de vampiresa en cualquier caso para evitarme problemas tanto a mi, como a mi marido, como a todos.
La carroza se detuvo dando a entender que ya habíamos llegado. Debía salir pero me temblaban los pies y temía que al levantarme me derrumbaría al suelo, pero con la ayuda de mi primo y el encargado de llevar la carroza pude salir de la carroza sin hacer demasiado el ridiculo.
Maks se ofreció a acompañarme al interior, pero por mi sorpresa opté por decirle que no hacia falta, que ya estaba bien que fuese sola. Me sorprendí del repentino valor que había mostrado, pero por otra parte había llegado a la conclusión de que si los dos, tan pálidos como la nieve, entrasemos en su casa sería demasiado sospechoso. Por otra parte, prefería que si me descubría, me descubriese solo a mi y que al menos mi primo quedara con vida.
El joven me preguntó varias veces si estaba segura de mi decisión y sorprendida por lo decidida que sonaba le contesté todas las veces que sí, que se podía ir tranquilo. Sin embargo, cuando vi como la carroza se alejaba me arrepentí, debía al menos entrar con él al cuarto más me pareció extraño que me insistiera tanto en acompañarme... quizás... no era un joven con una buena fama...
Suspiré y después de pasar unos minutos, no sabría decir cuantos, fuera de la casa frente el portal decidiendome, decidí pasar al menos la verja y subir por las escaleras que llevaba a la puerta de entrada. Había luz detrás por lo que era evidente que esperaban a alguien, me esperaban a mi. No debería de hacer esperar tanto, fuese quien fuera mi esposo no se merecía pasar noches de insomnio por mi culpa. Con esa idea en mente conseguí infundirme valor para llamar a la puerta ligeramente. Nada más llamar aparté la mano de la puerta mientras mi corazón amenazaba en salirse de mi pecho mientras unas ganas insaciables de salir corriendo se apoderaban de mi por cada segundo que pasaba. Bajé la mirada a la espera de que alguien abriera la puerta pues, a parte del miedo, la verguenza decidió dar acto de presencia en mi ser también.
Última edición por Melanya Boyarskaya el Dom Abr 07, 2013 11:32 am, editado 1 vez
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 217
Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Aquella era la noche; no una noche cualquiera, monótona y sin sentido, como había parecido toda su vida hasta aquél momento, dado por lapsos dudosos de lucides, efímera; si le hubiesen preguntado, en pocos eventos como resumiría su vida, sin duda diría: el nacer, estudiar, enamorarse, morir una vez, ir en búsqueda de la felicidad, y esa noche.
Había sido interceptado alguna vez por un viejo conocido diplomático, quien le hizo una propuesta interesante, el de un matrimonio arreglado.
Sin lugar a duda su corazón no contemplaba la llegada de otra persona a su vida, pues vivía prácticamente como un hermitaño, huraño pero sensible a los estímulos externos, cuyo corazón se empezaba a volver tan seco y frío como su esqueleto.
Aún así, añoraba, tal cuál como su juventud, el suspirar por las hermosas mujeres. Su corazón aún latía, y como tal, siéndole fiel aún al pensamiento de su difunta esposa, no le importunaba tener momentos en los cuáles hubo entre sus amoríos, personas que hacían tamborilear su corazón.
Al fin y al cabo, se sentía solo. Y deprimido. Y reprimido; además, por diplomacia decían "Está mal que una persona que desempeña un cargo en el gobierno, no tenga una pareja" era mal visto para los negocios, y era mal visto por la sociedad entera.
- Dime.. ¿Ella como es? - Preguntó con la seriedad que le permitía la situación; la descripción física de aquella persona le recordaba demasiado a una persona.. como una epifanía, como si tuviera una razón para vivir. Sobre todo, el color de sus ojos...
Aquella noche nuevamente, se sentía seguro de si mismo. No estaba nervioso, más bien tenía ansiedad; fumaba de una pipa tranquilamente, en un sofá frente a la chimenea. Ojeaba un libro de anatomía que lo tenía bien aprendido de memoria, sin embargo, al contrario de como fue publicado, aquél contenía unas notas escritas por él mismo, que recalcaba las diferencias fisiológicas entre otras especies, su especialidad, los hombres lobo y los vampiros.
Dibujó en una ilustración del cuerpo humano una figura tal cuál la de un ser humano, solo con la diferencia de poseer dos corazones.. dos, corazones, uno por lado.
De pronto, un pensamiento apremio su cabeza - ¿Qué tal si ella no le gustaba? - En un matrimonio arreglado eso es por mucho lo de menos, pero pensaba, que ella podía ser verdaderamente infeliz a su lado. Eso le perturbaba; él a lo bueno o a lo malo no duraría demasiado tiempo con vida, ¿Pero alguien pensó en la mujer?
O que tal si al revés, la habían emparejado con una señora de clase alta, pero más anciana que él mismo. Sus oportunidades de volver a ser feliz y de sentirse apasionado se iban al retrete junto con sus aspiraciones. Se preguntaba por qué no pidió demasiados detalles de la unión que iba a tener, fuera de los estrictamente laborales. - Ahh.... - pensó para si mismo - acabo de recordar que trabajo en la política - y se enjutó una copa de vino tinto.
Entonces, la noche, el sonido de los pies, el olor a humedad, y el frio de la noche se aproximan, con el toque simple de una puerta. Se ajustó las solapas, dejó el libro abierto de anatomía sobre el sofá donde reposaba junto con el vino y el puro, mientras su mozo negro abría la puerta.
Había sido interceptado alguna vez por un viejo conocido diplomático, quien le hizo una propuesta interesante, el de un matrimonio arreglado.
Sin lugar a duda su corazón no contemplaba la llegada de otra persona a su vida, pues vivía prácticamente como un hermitaño, huraño pero sensible a los estímulos externos, cuyo corazón se empezaba a volver tan seco y frío como su esqueleto.
Aún así, añoraba, tal cuál como su juventud, el suspirar por las hermosas mujeres. Su corazón aún latía, y como tal, siéndole fiel aún al pensamiento de su difunta esposa, no le importunaba tener momentos en los cuáles hubo entre sus amoríos, personas que hacían tamborilear su corazón.
Al fin y al cabo, se sentía solo. Y deprimido. Y reprimido; además, por diplomacia decían "Está mal que una persona que desempeña un cargo en el gobierno, no tenga una pareja" era mal visto para los negocios, y era mal visto por la sociedad entera.
- Dime.. ¿Ella como es? - Preguntó con la seriedad que le permitía la situación; la descripción física de aquella persona le recordaba demasiado a una persona.. como una epifanía, como si tuviera una razón para vivir. Sobre todo, el color de sus ojos...
Aquella noche nuevamente, se sentía seguro de si mismo. No estaba nervioso, más bien tenía ansiedad; fumaba de una pipa tranquilamente, en un sofá frente a la chimenea. Ojeaba un libro de anatomía que lo tenía bien aprendido de memoria, sin embargo, al contrario de como fue publicado, aquél contenía unas notas escritas por él mismo, que recalcaba las diferencias fisiológicas entre otras especies, su especialidad, los hombres lobo y los vampiros.
Dibujó en una ilustración del cuerpo humano una figura tal cuál la de un ser humano, solo con la diferencia de poseer dos corazones.. dos, corazones, uno por lado.
De pronto, un pensamiento apremio su cabeza - ¿Qué tal si ella no le gustaba? - En un matrimonio arreglado eso es por mucho lo de menos, pero pensaba, que ella podía ser verdaderamente infeliz a su lado. Eso le perturbaba; él a lo bueno o a lo malo no duraría demasiado tiempo con vida, ¿Pero alguien pensó en la mujer?
O que tal si al revés, la habían emparejado con una señora de clase alta, pero más anciana que él mismo. Sus oportunidades de volver a ser feliz y de sentirse apasionado se iban al retrete junto con sus aspiraciones. Se preguntaba por qué no pidió demasiados detalles de la unión que iba a tener, fuera de los estrictamente laborales. - Ahh.... - pensó para si mismo - acabo de recordar que trabajo en la política - y se enjutó una copa de vino tinto.
Entonces, la noche, el sonido de los pies, el olor a humedad, y el frio de la noche se aproximan, con el toque simple de una puerta. Se ajustó las solapas, dejó el libro abierto de anatomía sobre el sofá donde reposaba junto con el vino y el puro, mientras su mozo negro abría la puerta.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
La puerta se abrió y, si aún fuera humana, podría afirmar que mi corazón se paró, más mi respiración, que tampoco hacia falta que funcionara, se detuvo seguro. La luz del interior de la casa bañó el porche dandome a entender que la puerta fue abierta al completo, nadie dijo nada pues a lo mejor era costumbre aquí saludar primero y presentarse. Sin embargo, una voz masculina, grave y debía decir extraña, pues nunca había escuchado una voz así, me dio la bienvenida y me preguntó que era lo que buscaba en esa casa.
Levanté la mirada para encontrarme con los ojos marrón chocolate del inquilino que me abrió la puerta. Era muy moreno... diría que demasiado, parecía que se hubiese quemado al sol, ¿era posible quemarse al sol de esa manera? De pronto me acordé que mi nodriza me había explicado que, muy lejos de mi patria, había un continente donde las personas eran tan oscuras que casi eran negras... entonces... ¿mi marido era negro? Probablemente por esa razón mi primo se empeñaba en acompañarme al interior de la casa.
El hombre seguía esperando una respuesta por mi parte, lo veía en su mirada y en su expresión facial. Agaché la cabeza de nuevo y hable.
-Buenas noches – Decidí saludar primero antes de especificar quien era – Soy... soy... - No sabía como empezar ni como presentarme – Me enviaron para casarme con el propietario de esta casa. Me llamo Melanya Boyarskaya, quizás así le es más fácil saber quien soy – Hablé como si el mozo que acababa de abrir la puerta fuese el dicho propietario.
Aguardé a la espera de una posible respuesta para saber qué hacer... ¿quizás me había equivocado de casa y había entrado en la equivocada? No... dudaba de que Maks me dejase delante de la casa equivocada... con lo preocupado que estaba por acompañarme hasta aquí, parecía estar demasiado seguro de que esta era la casa adecuada.
Unos segundos después, el joven me anunció que entrara en la casa. Cuando entré y el joven cerró la puerta este miró mi atuendo ciertamente extrañado. Como autoreflejo decidí observarme yo también. No vi nada raro pues llevaba un vestido sencillo, bastante oscuro pues no quería ponerme uno claro en un viaje tan largo y mancharlo pues no tendría oportunidad para cambiarme.
El vestido que llevaba esa noche era un corsé junto con una falda a juego granate con bordados dorados para darle un poco de alegría a mi atuendo pues no solía llevar ropa de colores oscuros, a penas que sea muy necesario, pues creía que eran colores demasiado tristes.
Cuando entré al recibidor, el joven me dijo que esperara allí pues necesitaba avisar a su señor. Comprendí entonces que el que me había recibido era parte del servicio doméstico de la casa, no mi esposo. Podría haber llegado a aquella conclusión por mi sola pues cuando aún vivía con mi señor padre, ni yo ni él se encargaba de recibir todas las visitas que nos llegaban, solo las importantes.
Mientras esperaba decidí observar lo que tenía alrededor. Debía decir, que por lo menos el recibidor, era precioso y bastante lujoso. Había jarrones que parecían ser bastante caros y algún que otro cuadro con diferentes temáticas, algunos de caza, otros de paisajes nevados... esto me hacía pensar que ¿mi padre había conseguido un postor de la realeza para mi? No creía que algo así fuese posible, no creía posible que alguien de alta alcurnia pudiese interesarse en alguien como yo... más de seguro que la razón por la que aceptó casarse conmigo sería, lo más probable, la fortuna que conseguiría a cambio.
Levanté la mirada para encontrarme con los ojos marrón chocolate del inquilino que me abrió la puerta. Era muy moreno... diría que demasiado, parecía que se hubiese quemado al sol, ¿era posible quemarse al sol de esa manera? De pronto me acordé que mi nodriza me había explicado que, muy lejos de mi patria, había un continente donde las personas eran tan oscuras que casi eran negras... entonces... ¿mi marido era negro? Probablemente por esa razón mi primo se empeñaba en acompañarme al interior de la casa.
El hombre seguía esperando una respuesta por mi parte, lo veía en su mirada y en su expresión facial. Agaché la cabeza de nuevo y hable.
-Buenas noches – Decidí saludar primero antes de especificar quien era – Soy... soy... - No sabía como empezar ni como presentarme – Me enviaron para casarme con el propietario de esta casa. Me llamo Melanya Boyarskaya, quizás así le es más fácil saber quien soy – Hablé como si el mozo que acababa de abrir la puerta fuese el dicho propietario.
Aguardé a la espera de una posible respuesta para saber qué hacer... ¿quizás me había equivocado de casa y había entrado en la equivocada? No... dudaba de que Maks me dejase delante de la casa equivocada... con lo preocupado que estaba por acompañarme hasta aquí, parecía estar demasiado seguro de que esta era la casa adecuada.
Unos segundos después, el joven me anunció que entrara en la casa. Cuando entré y el joven cerró la puerta este miró mi atuendo ciertamente extrañado. Como autoreflejo decidí observarme yo también. No vi nada raro pues llevaba un vestido sencillo, bastante oscuro pues no quería ponerme uno claro en un viaje tan largo y mancharlo pues no tendría oportunidad para cambiarme.
El vestido que llevaba esa noche era un corsé junto con una falda a juego granate con bordados dorados para darle un poco de alegría a mi atuendo pues no solía llevar ropa de colores oscuros, a penas que sea muy necesario, pues creía que eran colores demasiado tristes.
Cuando entré al recibidor, el joven me dijo que esperara allí pues necesitaba avisar a su señor. Comprendí entonces que el que me había recibido era parte del servicio doméstico de la casa, no mi esposo. Podría haber llegado a aquella conclusión por mi sola pues cuando aún vivía con mi señor padre, ni yo ni él se encargaba de recibir todas las visitas que nos llegaban, solo las importantes.
Mientras esperaba decidí observar lo que tenía alrededor. Debía decir, que por lo menos el recibidor, era precioso y bastante lujoso. Había jarrones que parecían ser bastante caros y algún que otro cuadro con diferentes temáticas, algunos de caza, otros de paisajes nevados... esto me hacía pensar que ¿mi padre había conseguido un postor de la realeza para mi? No creía que algo así fuese posible, no creía posible que alguien de alta alcurnia pudiese interesarse en alguien como yo... más de seguro que la razón por la que aceptó casarse conmigo sería, lo más probable, la fortuna que conseguiría a cambio.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Envió a abrir la puerta al empleado doméstico de más confianza, pues, confiaba plenamente, sería inadecuado si él mismo abría la puerta al recibir a alguien de la nobleza, como le había documentado el interesado en hacer el trato para el matrimonio, así que le pareció más propio ello. Quizás una parte de si mismo si le hubiera gustado recibir por vez primera a su futura esposa, pero de todas formas, tendría una vida entera para verle y abrirle las puertas.
Se sentía un poco nervioso, mientras esperaba cada segundo del bravío minuto en el cuál Joseph - su mozo - invitaba a pasar a la mujer, de quién no sabía gran detalle.
Las instrucciones fueron de ponerla cómoda en el recibidor, y luego, él mismo se presentaría con ella. ¿Como sería? ¿Sería alta, o baja? ¿Rubia, morena? ¿Delgada? ¿Joven? ¿Vieja?
Se había puesto una corbata de lo más elegante que pudo, con tonos azules y púrpuras que formaban elegantes mosaicos, contrastando con su traje un tanto oscuro, de un tono de azul que casi tocaba al negro, pero pasando por el índigo en el proceso.
Entonces se enjugó los bigotes con los dedo índices, como hacía por manía, se ajustó las solapas, y finalmente dijo a Joseph . - Déjala entrar -
Un nudo se le hizo en la garganta, el cuál quiso atribuir a la corbata, pero la realidad claro era totalmente otra.
Las puertas se abrieron frente al mozo, con una figura casi espectral, luminosa, llena de armonía mientras adivinaba la figura por la silueta que se formaba. Pasó, frente a sus ojos por primera vez, para infiltrarse en sus memorias a partir de aquél día en adelante.
La miré, como queriendo retenerla, y su perfume pasó frente a mi nariz;y tembló mi piel al recordar su piel, y caí...
Levanté mi cabeza para adornar los recuerdos que mi mente ya atesoraba.
Tan hermosa, tan linda, ¡como siempre la recordé! tan dulce, y cai...
Ahora podía ver el color de sus ojos.
Se sentía un poco nervioso, mientras esperaba cada segundo del bravío minuto en el cuál Joseph - su mozo - invitaba a pasar a la mujer, de quién no sabía gran detalle.
Las instrucciones fueron de ponerla cómoda en el recibidor, y luego, él mismo se presentaría con ella. ¿Como sería? ¿Sería alta, o baja? ¿Rubia, morena? ¿Delgada? ¿Joven? ¿Vieja?
Se había puesto una corbata de lo más elegante que pudo, con tonos azules y púrpuras que formaban elegantes mosaicos, contrastando con su traje un tanto oscuro, de un tono de azul que casi tocaba al negro, pero pasando por el índigo en el proceso.
Entonces se enjugó los bigotes con los dedo índices, como hacía por manía, se ajustó las solapas, y finalmente dijo a Joseph . - Déjala entrar -
Un nudo se le hizo en la garganta, el cuál quiso atribuir a la corbata, pero la realidad claro era totalmente otra.
Las puertas se abrieron frente al mozo, con una figura casi espectral, luminosa, llena de armonía mientras adivinaba la figura por la silueta que se formaba. Pasó, frente a sus ojos por primera vez, para infiltrarse en sus memorias a partir de aquél día en adelante.
La miré, como queriendo retenerla, y su perfume pasó frente a mi nariz;y tembló mi piel al recordar su piel, y caí...
Levanté mi cabeza para adornar los recuerdos que mi mente ya atesoraba.
Tan hermosa, tan linda, ¡como siempre la recordé! tan dulce, y cai...
Ahora podía ver el color de sus ojos.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Segundos después el joven moreno volvió a por mi y me indicó que debía seguirle pues, deducí, que el amo de la casa deseaba verme al fin. Despreocupandome del interior del recibidor, proseguí a seguir al mozo.
Me extrañé por darme cuenta de que mis pies no se negaban a caminar, pero por otra parte deducí que aquello era debido porque no quería hacer esperar a una persona tan importante como lo era él, pues según había entendido por las dimensiones exteriores y por el interior del recibidor, mi futuro esposo era noble.
Llegamos a una especie de arca con unos portones bien grandes que el joven negro abrió con gran énfasis dejando estas abiertas de par en par. Este se puso a un lado indicandome que yo podría entrar mientras él se quedaría a un lado esperando, ¿por qué me quedaba sola ante este encuentro? Primero había despachado a mi primo, por voluntad propia, y ahora el propio sirviente de esta casa también optaba por dejarme sola... quizás así estaba yo, quizás aquí empezaba una nueva vida a la que debía entrar sola.
Cogí aire y procedí a entrar en la estancia para ver por fin quien sería la persona con la que pasaría los años de mi vida. Vi un señor de edad bastante avanzada, probablemente tenía la misma edad que mi padre aproximadamente, mirandome ensimismado. Al parecer ninguno de los dos sabía bien con quien pasaría el resto de su vida.
Podía afirmar que, a juzgar por la edad, no era un ser sobrenatural, o bueno, quizás lo habían convertido a una tardía edad... pero de todas formas tendría que abstenerme de hablarle sobre mi raza sería mejor olvidar aquel detalle... aunque... ¿a quien pretendo engañar? Eso es imposible de esconder.
Me iba a presentar con una reverencia ante mi futuro esposo, pero una caida precipitada del señor me detuvo. Me quedé perpleja por dichos sucesos y me acerqué rápidamente, al igual que el mozo que me había abierto la puerta, a ayudar al pobre hombre que probablemente había tropezado con la alfombra.
-¿Está usted bien? - Sujetandolo de un brazo mientras ayudaba a levantarlo.
Me había permitido el lujo de tocarle sin permiso alguno por lo que cuando me di cuenta de mi error, aparté mis manos del hombre y dejé que su mozo le ayudara a levantarse y procedí alejarme unos centimetros para dejarles más espacio para levantarse con más soltura.
Me extrañé por darme cuenta de que mis pies no se negaban a caminar, pero por otra parte deducí que aquello era debido porque no quería hacer esperar a una persona tan importante como lo era él, pues según había entendido por las dimensiones exteriores y por el interior del recibidor, mi futuro esposo era noble.
Llegamos a una especie de arca con unos portones bien grandes que el joven negro abrió con gran énfasis dejando estas abiertas de par en par. Este se puso a un lado indicandome que yo podría entrar mientras él se quedaría a un lado esperando, ¿por qué me quedaba sola ante este encuentro? Primero había despachado a mi primo, por voluntad propia, y ahora el propio sirviente de esta casa también optaba por dejarme sola... quizás así estaba yo, quizás aquí empezaba una nueva vida a la que debía entrar sola.
Cogí aire y procedí a entrar en la estancia para ver por fin quien sería la persona con la que pasaría los años de mi vida. Vi un señor de edad bastante avanzada, probablemente tenía la misma edad que mi padre aproximadamente, mirandome ensimismado. Al parecer ninguno de los dos sabía bien con quien pasaría el resto de su vida.
Podía afirmar que, a juzgar por la edad, no era un ser sobrenatural, o bueno, quizás lo habían convertido a una tardía edad... pero de todas formas tendría que abstenerme de hablarle sobre mi raza sería mejor olvidar aquel detalle... aunque... ¿a quien pretendo engañar? Eso es imposible de esconder.
Me iba a presentar con una reverencia ante mi futuro esposo, pero una caida precipitada del señor me detuvo. Me quedé perpleja por dichos sucesos y me acerqué rápidamente, al igual que el mozo que me había abierto la puerta, a ayudar al pobre hombre que probablemente había tropezado con la alfombra.
-¿Está usted bien? - Sujetandolo de un brazo mientras ayudaba a levantarlo.
Me había permitido el lujo de tocarle sin permiso alguno por lo que cuando me di cuenta de mi error, aparté mis manos del hombre y dejé que su mozo le ayudara a levantarse y procedí alejarme unos centimetros para dejarles más espacio para levantarse con más soltura.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
El contacto físico no le parecía del todo desagradable - pensó - al sentir el leve roce de los dedos de la chica recién llegada sobre su brazo, el cuál, estaba bien cubierto por su traje elegante pero cómodo, acorde con la época del año, incluso así no pudo evitar sentir un leve escalofrío al sentir su tacto, ¿Era que tenía algo diferente? Algo.. frío, difícil de describir. Todos aquellos síntomas los atribuyó a una repentina baja de azúcar quizás, quizás se propasó un poco con la bebida, o la realidad le jugaba una broma por que se sentía un tanto agobiado, a la vez emocionado, alterado. También pudo atribuírselo a un cambio en la temperatura en su sala de estar, por abrir de par en par las puertas, dejando entrar la ventisca que provenía del exterior. Era, raro. Pero apresuró a levantarse sin perder la compostura, pues aún con su edad, no se permitía que cualquiera lo viera convaleciente, por su posición de cazador, no podía darse el lujo de parecer viejo y acabado frente a los demás. sobre todo ella, su prometida, que le lanzaba una mirada como de apoplejía, con sus grandes ojos redondos y lustrosos, como los luceros gemelos de leda, aunque tenía un rostro pálido, asustadizo.. había algo diferente en ella.
Pero su apariencia un poco convaleciente, le recordaba extrañamente a una persona que vivió su vida entera con la misma condición, apenas pura, sin conocer la pesadumbre del mundo exterior. al menos eso era hasta su inminente fin.
Ya cerca de ella, se permitió acortar la distancia entre uno y otro, presentándose a si mismo - Soy el Barón del Sacro Imperio Romano Germánico, Barón Niklaüs Landa, para servirle - quería parecer presentable sin la necesidad de parecer demasiado atrevido o demasiado ostentoso, así que solo decir su título le parecía un comienzo conveniente, ella tabién parecía de la nobleza; sus vestidos oscuros contrastaban extraordinariamente con su piel blanca como la luna, pero llevaba unos adornos que simulaban unas siluetas, pertenecientes precisamente a un noble. Pero sus ojos.. tenía sin temor a equivocarse, una mirada oceánica; la transparencia y vitalidad de esos ojos se comparaban con la paz y la inmensidad que solo pararse frente al océano podría producirla. Tratando se no ser demasiado formal, se tomó la libertad de sonreirle, inclinándose levemente para una reverencia, pues no sabía de que otra tratarle, así que rozó su mano, y volvió a sentir aquella sensación de escalofrío, pero paz.. una mezcla rara.
Para bien o mal, con aquella persona iba a pasar el resto de su vida, así que guardó un emérito silencio, y le cedió la palabra por si quería presentarse a si misma o si.... espera, ella parecía noble; ¿Por qué nadie le acompañaba a conocerle? Quizás sea demasiado humilde, u otra cosa que le ansiaba preguntar.. pero no era momento, no quería llenarle con preguntas innecesarias, que terminarían por dar una pésima primera impresión de si. Optó por la discreción, e incorporándose miró sus ojos un momento directamente, y luego con más discreción. Era de mala educación mirar fijamente a una persona, según le recetaban sus conductas morales.
Pero su apariencia un poco convaleciente, le recordaba extrañamente a una persona que vivió su vida entera con la misma condición, apenas pura, sin conocer la pesadumbre del mundo exterior. al menos eso era hasta su inminente fin.
Ya cerca de ella, se permitió acortar la distancia entre uno y otro, presentándose a si mismo - Soy el Barón del Sacro Imperio Romano Germánico, Barón Niklaüs Landa, para servirle - quería parecer presentable sin la necesidad de parecer demasiado atrevido o demasiado ostentoso, así que solo decir su título le parecía un comienzo conveniente, ella tabién parecía de la nobleza; sus vestidos oscuros contrastaban extraordinariamente con su piel blanca como la luna, pero llevaba unos adornos que simulaban unas siluetas, pertenecientes precisamente a un noble. Pero sus ojos.. tenía sin temor a equivocarse, una mirada oceánica; la transparencia y vitalidad de esos ojos se comparaban con la paz y la inmensidad que solo pararse frente al océano podría producirla. Tratando se no ser demasiado formal, se tomó la libertad de sonreirle, inclinándose levemente para una reverencia, pues no sabía de que otra tratarle, así que rozó su mano, y volvió a sentir aquella sensación de escalofrío, pero paz.. una mezcla rara.
Para bien o mal, con aquella persona iba a pasar el resto de su vida, así que guardó un emérito silencio, y le cedió la palabra por si quería presentarse a si misma o si.... espera, ella parecía noble; ¿Por qué nadie le acompañaba a conocerle? Quizás sea demasiado humilde, u otra cosa que le ansiaba preguntar.. pero no era momento, no quería llenarle con preguntas innecesarias, que terminarían por dar una pésima primera impresión de si. Optó por la discreción, e incorporándose miró sus ojos un momento directamente, y luego con más discreción. Era de mala educación mirar fijamente a una persona, según le recetaban sus conductas morales.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
De pronto se levantó sin decir nada, como si nada hubiese pasado. No sabía que hacer, no sabía que decir siquiera. Decidí persistir en el silencio, esperando algo que rompiera el hielo que ahora mismo bañaba la sala, quizás hasta más frío que mi propia piel.
Por suerte, el hombre optó por acercarse ligeramente hacia mi, aguardando las distancias de todos modos lo que se agradecía. No sabría como reaccionaría si el hombre me tratase como si me conociera de toda la vida, como si fuera un objeto de más de esta casa. Mi nodriza siempre me contaba que no tuviera muchas ilusiones al casarme, que debía hacerlo para honrar a la familia, pero dadas las circunstancias, no debía esperar un futuro feliz y lleno de alegría junto a mi esposo pues normalmente las mujeres eran un adorno el cual gustaban los hombres de lucir en público, y como más bella era la mujer de uno, más prestigio tenía dicho hombre. No me consideraba especialmente bella, pero al menos intentaba estar a la altura... aunque no siempre lo consiguiera.
El hombre optó por presentarse. Al parecer era parte de la realeza, como había deducido, y parte del Sacro Imperio Romano Germánico... ¿significaba eso que sabia alemán? Sin duda alguna, debería. La pasión que sentía por los idiomas se encendió dentro de mi y la idea de pedirle que me enseñara tan bello idioma paso por mi cabeza, pero lo descarté pues de seguro que sería una molestia y tenía cosas muy importantes que hacer antes de ayudar a su esposa con tonterías de ese calibre.
Añadió también que se llamaba Nikläus Landa, con lo que llegué a la conclusión de que realmente sabía alemán... Melanya deja de pensar en tonterías, olvidate de eso. Ni se te ocurra volver a pensarlo. No molestes a tu esposo, conviertete en su sombra. El hombre se inclinó galantemente con una sonrisa y me tomó la mano. No sabría decir la razón por la que intentaba tratarme bien cuando realmente no era necesario... pero quizás las costumbres de su pais le dictaban que al menos en el primer encuentro me tratase bien, para que al menos no le tuviera miedo lo que era de agradecer.
-Melanya Boyarskaya – Dije haciendo una reverencia para lograr deshacerme de su mirada la cual no sabía como tratar ni interpretar – Baronesa de Rusia. Espero no haber llegado muy tarde y haberlo incomodado. Sería una deshonra para mi haberle causado molestias en el primer encuentro. Me he encargado de despachar a las personas encargadas de llevarme hasta su hogar para causarle como menos molestias... espero haberlo logrado.
Deshice la reverencia y clavé mi mirada al suelo. No sabía que más hacer. No sabía si debía darle tema de conversación, si debía callar como siempre hacia si debía preguntarle algo sobre sus negocios o sobre su familia o sobre algo relacionado con él. Mejor callar. Tenía una tendencia innata de meterme en problemas por lo que al menos este día quería dejar una buena impresión frente a mi futuro esposo... ya se daría cuenta con el tiempo que era demasiado inmadura, demasiado tonta, demasiado imperfecta y que no había tenido suerte precisamente conmigo... pero al menos quería hacer algo bien en mi vida y me había empeñado que este fuese el evento.
Por suerte, el hombre optó por acercarse ligeramente hacia mi, aguardando las distancias de todos modos lo que se agradecía. No sabría como reaccionaría si el hombre me tratase como si me conociera de toda la vida, como si fuera un objeto de más de esta casa. Mi nodriza siempre me contaba que no tuviera muchas ilusiones al casarme, que debía hacerlo para honrar a la familia, pero dadas las circunstancias, no debía esperar un futuro feliz y lleno de alegría junto a mi esposo pues normalmente las mujeres eran un adorno el cual gustaban los hombres de lucir en público, y como más bella era la mujer de uno, más prestigio tenía dicho hombre. No me consideraba especialmente bella, pero al menos intentaba estar a la altura... aunque no siempre lo consiguiera.
El hombre optó por presentarse. Al parecer era parte de la realeza, como había deducido, y parte del Sacro Imperio Romano Germánico... ¿significaba eso que sabia alemán? Sin duda alguna, debería. La pasión que sentía por los idiomas se encendió dentro de mi y la idea de pedirle que me enseñara tan bello idioma paso por mi cabeza, pero lo descarté pues de seguro que sería una molestia y tenía cosas muy importantes que hacer antes de ayudar a su esposa con tonterías de ese calibre.
Añadió también que se llamaba Nikläus Landa, con lo que llegué a la conclusión de que realmente sabía alemán... Melanya deja de pensar en tonterías, olvidate de eso. Ni se te ocurra volver a pensarlo. No molestes a tu esposo, conviertete en su sombra. El hombre se inclinó galantemente con una sonrisa y me tomó la mano. No sabría decir la razón por la que intentaba tratarme bien cuando realmente no era necesario... pero quizás las costumbres de su pais le dictaban que al menos en el primer encuentro me tratase bien, para que al menos no le tuviera miedo lo que era de agradecer.
-Melanya Boyarskaya – Dije haciendo una reverencia para lograr deshacerme de su mirada la cual no sabía como tratar ni interpretar – Baronesa de Rusia. Espero no haber llegado muy tarde y haberlo incomodado. Sería una deshonra para mi haberle causado molestias en el primer encuentro. Me he encargado de despachar a las personas encargadas de llevarme hasta su hogar para causarle como menos molestias... espero haberlo logrado.
Deshice la reverencia y clavé mi mirada al suelo. No sabía que más hacer. No sabía si debía darle tema de conversación, si debía callar como siempre hacia si debía preguntarle algo sobre sus negocios o sobre su familia o sobre algo relacionado con él. Mejor callar. Tenía una tendencia innata de meterme en problemas por lo que al menos este día quería dejar una buena impresión frente a mi futuro esposo... ya se daría cuenta con el tiempo que era demasiado inmadura, demasiado tonta, demasiado imperfecta y que no había tenido suerte precisamente conmigo... pero al menos quería hacer algo bien en mi vida y me había empeñado que este fuese el evento.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
La chica se veía algo tensa, pero aparte de sus ojos, ahora conocía la segunda cosa que más le importaba conocer de su prometida; su nombre.
Parecía una chica de buenos modales y muy educada, pero le gustaría que se relajase más, aunque no la culpaba; era cuestión de tiempo. Con el tiempo se acostumbraría uno al otro, y finalmente terminarían quizá, hasta agradándose. Todo era cosa del tiempo.
Ella le recordaba a su difunta esposa, pero optó por no hacer algún comentario de esa índole, aquella iba a ser una velada tranquila sin sobresaltos.
¡Pues no iban a quedarse parados mirándose fijamente la noche entera! le dirigió entonces a una estancia donde había una mesita, cerca de su libro de anatomía y la copa medio vaciada de lo que estaba consumiendo. Él mismo se consideraba en la edad de darse cual lujo se le antojara, por eso no le daba nada el beber un poco antes de una visita, además, era muy temple; tenía bien medidas las dosis de sus placeres.
Entonces recordó que sobre un pedestal cercano tenía una ballesta. No es que fuera de mal gusto, era una reliquia casi invaluable, con la que fue condecorado en una ocasión después del exterminio de los seres de la oscuridad que profesaban muerte y hambruna a un pueblo.
-Esa ballesta de ahí asesinó a un rey - comentó con discreción - Por supuesto, no fue mi mano quién la disparó. Es un objeto histórico ya muy viejo, pero, es una condecoración por mi trabajo constante y el servicio además de político por el que he servido al imperio. Soy un cazador - dijo, tratando de iniciar una conversación, se llevó la copa que había sobre la mesita a los labios para sentir el escozor recorrer su garganta, cerrar su mirada, y luego dirigirse de nuevo a su prometida
- Por poco me olvido de mis modales. Si gusta, puede servirse lo que usted quiera, mi criado lo traerá para usted. Además, puede llamarme Klaus, si usted lo prefiere.-
Se le había pasado el detalle de que ellos eran de países diferentes, por lo cuál quizá algunos nombres o palabras eran difíciles de pronunciar o recordar para alguien que no está acostumbrado, por lo que quiso mantenerlo simple. - ¿Como le gustaría que le llamase a usted? - preguntó, con la educación que le caracterizaba, por la que fue entrenado la mayor parte de su vida. Entonces, se le ocurrió que hubiera sido mejor mencionar su otro oficio primero.
- Soy un doctor, si siente algún malestar, procure no guardárselo conmigo. De ahora en adelante yo le voy a cuidar -
diciéndolo, tratando de sonar de la manera menos despectiva posible. Decidió no hablar de su matrimonio arreglado, quería conocerla como persona primero, como dama primero. Pero no sabía como iniciar la conversación; nunca antes había necesitado conocer a una chica, su esposa, cuyo matrimonio fue arreglado desde sus 19 años era la única persona con la que tenía ese tipo de delicadezas. Pero eso era importante, ¡Iba a casarse con ella! Trataba de pensar en la situación que le hizo pensar en conseguir esposa, y recordó su soledad. Entonces quiso tener un trato más personal con Melanya.
-Cuénteme cosas suyas, lo que le gusta, lo que no le gusta, si tiene alguna afición.. me interesa conocerla - Dijo mientras estrechaba sus propias manos, como haciendo ese sonido cuando los huesos crujen.
Parecía una chica de buenos modales y muy educada, pero le gustaría que se relajase más, aunque no la culpaba; era cuestión de tiempo. Con el tiempo se acostumbraría uno al otro, y finalmente terminarían quizá, hasta agradándose. Todo era cosa del tiempo.
Ella le recordaba a su difunta esposa, pero optó por no hacer algún comentario de esa índole, aquella iba a ser una velada tranquila sin sobresaltos.
¡Pues no iban a quedarse parados mirándose fijamente la noche entera! le dirigió entonces a una estancia donde había una mesita, cerca de su libro de anatomía y la copa medio vaciada de lo que estaba consumiendo. Él mismo se consideraba en la edad de darse cual lujo se le antojara, por eso no le daba nada el beber un poco antes de una visita, además, era muy temple; tenía bien medidas las dosis de sus placeres.
Entonces recordó que sobre un pedestal cercano tenía una ballesta. No es que fuera de mal gusto, era una reliquia casi invaluable, con la que fue condecorado en una ocasión después del exterminio de los seres de la oscuridad que profesaban muerte y hambruna a un pueblo.
-Esa ballesta de ahí asesinó a un rey - comentó con discreción - Por supuesto, no fue mi mano quién la disparó. Es un objeto histórico ya muy viejo, pero, es una condecoración por mi trabajo constante y el servicio además de político por el que he servido al imperio. Soy un cazador - dijo, tratando de iniciar una conversación, se llevó la copa que había sobre la mesita a los labios para sentir el escozor recorrer su garganta, cerrar su mirada, y luego dirigirse de nuevo a su prometida
- Por poco me olvido de mis modales. Si gusta, puede servirse lo que usted quiera, mi criado lo traerá para usted. Además, puede llamarme Klaus, si usted lo prefiere.-
Se le había pasado el detalle de que ellos eran de países diferentes, por lo cuál quizá algunos nombres o palabras eran difíciles de pronunciar o recordar para alguien que no está acostumbrado, por lo que quiso mantenerlo simple. - ¿Como le gustaría que le llamase a usted? - preguntó, con la educación que le caracterizaba, por la que fue entrenado la mayor parte de su vida. Entonces, se le ocurrió que hubiera sido mejor mencionar su otro oficio primero.
- Soy un doctor, si siente algún malestar, procure no guardárselo conmigo. De ahora en adelante yo le voy a cuidar -
diciéndolo, tratando de sonar de la manera menos despectiva posible. Decidió no hablar de su matrimonio arreglado, quería conocerla como persona primero, como dama primero. Pero no sabía como iniciar la conversación; nunca antes había necesitado conocer a una chica, su esposa, cuyo matrimonio fue arreglado desde sus 19 años era la única persona con la que tenía ese tipo de delicadezas. Pero eso era importante, ¡Iba a casarse con ella! Trataba de pensar en la situación que le hizo pensar en conseguir esposa, y recordó su soledad. Entonces quiso tener un trato más personal con Melanya.
-Cuénteme cosas suyas, lo que le gusta, lo que no le gusta, si tiene alguna afición.. me interesa conocerla - Dijo mientras estrechaba sus propias manos, como haciendo ese sonido cuando los huesos crujen.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Después de la pausa que había dejado caer, el hombre había decidido trasladarme de habitación. No puse pega alguna, más que nada no tenía otro quehacer y era sabido que los vampiros no dormian por las noches. Más que nada no dormían nunca y sería un buen pasatiemo dar algún que otro paseo por la mansión, pues esta parecía de grandes dimensiones.
Sin embargo, fue corta la excurción. Nos paramos en la habitación de al lado. Era bastante espaciosa por lo que pude apreciar, más no tuve tiempo de observarla entera ya que al barón me llamo la atención.
Señaló una ballesta que estaba expuesta encima de un adornado pedestal, parecía una reliquia y lo era, pues el mismo poseedor de ella lo afirmó. Al parecer con esa ballesta mataron un rey y quizás no fue él el anfitrión encargado de finalizar la vida de aquel monarca, pero probablemente si será él quien acabe con la mía pues uno de mis más peores temores se habían convertido en realidad: mi futuro esposo era cazador.
Me quedé anondada observando la ballesta sin decir palabra alguna, debería de parecer un comportamiento extraño, pero no podía remediarlo, pero por otra parte no se podría hacer nada. Al fin y al cabo yo también debería de tener mi fin. Todos lo tenemos, más el mío parece ser que había sido unos días atrás, pero gracias a la intervensión de mi querido primo seguía aquí, en este mundo, donde no hay lugar para mi.
De pronto, mi futuro esposo obligó a que volviera a la realidad desde mis pensamientos. Me anunció que podía servirme lo que quisiera pues sus criados me lo traerían sin poner pega alguna a la par que añadía que si era de mi parecer, podría llamarle "Klaus".
-No se preocupe, mi señor – Dije haciendo una reverencia – Creo que no sería bien visto por la sociedad que le llame por un diminutivo como el que me ofrece, así que sería mejor aguardar las formalidades para que su reputación quede intacta. También le estoy agradecida por el ofrecimiento de bebida, pero lamentandolo mucho no tomo bebidas alcoholicas, jamás lo he hecho.
El barón me cuestionó como prefería que me llamase. Lo cierto es que mi padre me llamaba exclusivamente Melanya, jamás uso diminutivos o algo por el estilo para tratarme, más las nodrizas y niñeras que tuve me trataban como "señorita".
-Como usted guste – Le dije al no encontrar una alternativa posible.
Al parecer el hombre se fijó en la reacción bastante inadecuada que había tenido con respecto a su oficio como cazador, por lo que optó informarme de que también ejercía como doctor y que si encontraba mal podría recurrir a él pues pretendería en ayudarme en esa faceta.
Cada vez mi situación se ponía de mal en peor, era un caso perdido. Si no moría hoy sería un milagro bajado de los cielos, ¿se creería que los días eran fatales para mi debido a una enfermedad? ¿se lo creería siendo doctor? Quizás no debí haber despachado a Maks... no... ¿qué digo? Mejor morir yo sola que condenarlo a él también.
-Es muy amable – Le mencioné – No se si mi señor padre le ha comentado en carta, pues dudo que mi primo lo supiera, pero padezco una enfermedad poco común que me impide salir a la luz del sol. Se desarrolló en mi adolescencia y a día de hoy la sigo teniendo... Debió de extrañarse al ver la extrema palidez que poseía mi piel – Dije intentando sonar divertida, somo intentando apaciguar el tema y que no pensara demasiado en ello – Debo añadir que también soy estéril...
Me di cuenta, tarde, de que había hablado demasiado. Quería dejar una buena impresión de mi misma, pero no lo había arreglado. Por suerte tenía la posibilidad de poder arreglar la situación mediante la exposición de mis aficiones... por suerte cazar humanos no era una de ellas.
-Me gusta el arte, sobretodo la música... sé tocar el piano pues me instruyeron desde pequeña. También me gusta el canto pues paralelamente al piano mi nodriza me hacia cantar... - Comenté pensativa - Los idiomas también son parte de mi devoción - Dije mientras pensaba en las cosas que no me gustaban – Realmente hay pocas cosas que no me gustan...
Comprendí que mencionar que la violencia no me gustaba estaría fuera de lugar... el oficio principal de mi señor esposo era la caza, más sería una falta de respeto decir que no me gustaba la violencia... sería mejor no mencionar nada al respecto.
-¿Y a vos? ¿Qué clase de animales suele cazar? - Quizás si me hacia la despistada y dejaba entender que no conocía de la existencia de los seres sobrenaturales, lograría quitar todas las sospechas de mi.
Sin embargo, fue corta la excurción. Nos paramos en la habitación de al lado. Era bastante espaciosa por lo que pude apreciar, más no tuve tiempo de observarla entera ya que al barón me llamo la atención.
Señaló una ballesta que estaba expuesta encima de un adornado pedestal, parecía una reliquia y lo era, pues el mismo poseedor de ella lo afirmó. Al parecer con esa ballesta mataron un rey y quizás no fue él el anfitrión encargado de finalizar la vida de aquel monarca, pero probablemente si será él quien acabe con la mía pues uno de mis más peores temores se habían convertido en realidad: mi futuro esposo era cazador.
Me quedé anondada observando la ballesta sin decir palabra alguna, debería de parecer un comportamiento extraño, pero no podía remediarlo, pero por otra parte no se podría hacer nada. Al fin y al cabo yo también debería de tener mi fin. Todos lo tenemos, más el mío parece ser que había sido unos días atrás, pero gracias a la intervensión de mi querido primo seguía aquí, en este mundo, donde no hay lugar para mi.
De pronto, mi futuro esposo obligó a que volviera a la realidad desde mis pensamientos. Me anunció que podía servirme lo que quisiera pues sus criados me lo traerían sin poner pega alguna a la par que añadía que si era de mi parecer, podría llamarle "Klaus".
-No se preocupe, mi señor – Dije haciendo una reverencia – Creo que no sería bien visto por la sociedad que le llame por un diminutivo como el que me ofrece, así que sería mejor aguardar las formalidades para que su reputación quede intacta. También le estoy agradecida por el ofrecimiento de bebida, pero lamentandolo mucho no tomo bebidas alcoholicas, jamás lo he hecho.
El barón me cuestionó como prefería que me llamase. Lo cierto es que mi padre me llamaba exclusivamente Melanya, jamás uso diminutivos o algo por el estilo para tratarme, más las nodrizas y niñeras que tuve me trataban como "señorita".
-Como usted guste – Le dije al no encontrar una alternativa posible.
Al parecer el hombre se fijó en la reacción bastante inadecuada que había tenido con respecto a su oficio como cazador, por lo que optó informarme de que también ejercía como doctor y que si encontraba mal podría recurrir a él pues pretendería en ayudarme en esa faceta.
Cada vez mi situación se ponía de mal en peor, era un caso perdido. Si no moría hoy sería un milagro bajado de los cielos, ¿se creería que los días eran fatales para mi debido a una enfermedad? ¿se lo creería siendo doctor? Quizás no debí haber despachado a Maks... no... ¿qué digo? Mejor morir yo sola que condenarlo a él también.
-Es muy amable – Le mencioné – No se si mi señor padre le ha comentado en carta, pues dudo que mi primo lo supiera, pero padezco una enfermedad poco común que me impide salir a la luz del sol. Se desarrolló en mi adolescencia y a día de hoy la sigo teniendo... Debió de extrañarse al ver la extrema palidez que poseía mi piel – Dije intentando sonar divertida, somo intentando apaciguar el tema y que no pensara demasiado en ello – Debo añadir que también soy estéril...
Me di cuenta, tarde, de que había hablado demasiado. Quería dejar una buena impresión de mi misma, pero no lo había arreglado. Por suerte tenía la posibilidad de poder arreglar la situación mediante la exposición de mis aficiones... por suerte cazar humanos no era una de ellas.
-Me gusta el arte, sobretodo la música... sé tocar el piano pues me instruyeron desde pequeña. También me gusta el canto pues paralelamente al piano mi nodriza me hacia cantar... - Comenté pensativa - Los idiomas también son parte de mi devoción - Dije mientras pensaba en las cosas que no me gustaban – Realmente hay pocas cosas que no me gustan...
Comprendí que mencionar que la violencia no me gustaba estaría fuera de lugar... el oficio principal de mi señor esposo era la caza, más sería una falta de respeto decir que no me gustaba la violencia... sería mejor no mencionar nada al respecto.
-¿Y a vos? ¿Qué clase de animales suele cazar? - Quizás si me hacia la despistada y dejaba entender que no conocía de la existencia de los seres sobrenaturales, lograría quitar todas las sospechas de mi.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Mi devoción hacia la mujer crecía; podía contar con los dedos las cosas que le parecían inadecuada en ella, pues eran realmente muy pocas y vagas, sino es que nulas.
Pensaba, una persona que tenga por afición la música, no puede ser del todo mala. Pues la música y el arte en general, eran una expresión finísima del sentimiento humano.
¿Que si no podía tener hijos? A su edad, eso ya le era una preocupación menos. Lo cierto es que con los años que tenía encima, rara vez pensaba en cosas del amor. Al contrario, pensaba en cosas de la soledad, que era lo que lo motivó a conocer a aquella persona.. además de intereses socio-económicos, quizás. Aunque lo cierto era que él también era ya estéril; nunca había hijos con su mujer anterior, ni los tendría a menos que fuera alguien adoptado para proseguir con su puesto de Barón del Sacro Imperio Romano Germánico.
Paró con los pensamientos sinuosos. Ella no necesitaba saber nada de ello, y con lo que ella dijo sería una perfecta excusa para nunca hacerle proposiciones indecorosas en el matrimonio.
Otra cosa alteró finalmente su locución; ella era más parecida a Kassidi de lo que pensaba. Cual si fuera una obra macabra del destino, ¿Dios? Todo le empujaba su pasado hacia la cara, y recordaba y pensaba lo mucho que había amado a aquella mujer. ¿Ella lo recordará cómo? ¿Cómo se sentiría si se enterase que contraería nupcias de nuevo? Quizás ya la haya decepcionado suficiente en vida, ignorándola y poniendo en pos su trabajo antes que dedicarle tiempo y compañía a una chica que se sentía sola y enferma, y que comenzó a extrañar en serio hasta que ya no estaba. Esa penumbra finalmente interpretó en sus ojos salados como una humedad ardiente y profana, que disimuló tomando un pañuelo y estornudando. Los recuerdos pesaban como una cruz, y adormecían su corazón hacia estímulos externos. Pero, ¿Qué era? ¿Entonces por qué le daba tanta importancia a alguien que acababa de conocer? O es que si la conocía, pero no pensaba. Quizás su esposa finalmente volvió a su vida en diferente cuerpo. Debía casarse con ella, eso era un hecho inexorable, pero recordarlo finalmente le dio paz, y volvió a la misma actitud serena t grata con la que recibía visitantes y políticos en su morada.
-Usted me recuerda mucho a mi primera esposa, sabe. Así es... alguna vez estuve casado; sin embargo ahora soy viudo, ella pereció en un accidente terrible. Terrible en verdad... -
No quería comprometerse a hablar de más, así que prosiguió
- Ella era un poco enfermiza al principio también. Su pasatiempo preferido era leer por horas, hacía música y me gustaba escucharla con mucha atención. Con el tiempo he ido perdiendo esa costumbre, pero me será muy agradable si pudiese usted ser tan amable de mostrarme un poco de su música, eso me llenaría de alegría. Ya tengo un piano, en otra habitación, pero si usted es como lo era su dueña seguramente le parecerá más cómodo que lo lleve a su habitación, de esa manera podrá expresarse con privacidad y no tendrá que subir y bajar escalones cada vez que quiera tocar un poco de música.
Lo que yo cazo solo son animales sin razonamiento alguno, Melanya
- Sentíase raro por mencionar a su prometida con su propio nombre, como si fuera un compromiso más, pero empezaba a creerse a si mismo que no era así
- Así que no se preocupe, no soy el tipo de personas que asesinan a un ser inocente para colgar su cabeza cual trofeo en la estancia de mi casa. Eso me parece muy desagradable. Simplemente cumplo con mi propósito intrínseco de limpiar la maldad que existe en todo lugar. - Sobre todo dentro de si mismo -
Si siente la necesidad de pedir cualquier cosa, no repare en decírmelo y haré que se lo den.-
Y le mostró una sonrisa, luego de la pauta; difícil de hacer, pero ya estaba acostumbrado a fingirse caras para que las personas no vean su interior. Era político.
Pero por alguna razón, esa persona precavida y con la que comenzaba a hablar, le daba una sensación de paz y confort.
Pensaba, una persona que tenga por afición la música, no puede ser del todo mala. Pues la música y el arte en general, eran una expresión finísima del sentimiento humano.
¿Que si no podía tener hijos? A su edad, eso ya le era una preocupación menos. Lo cierto es que con los años que tenía encima, rara vez pensaba en cosas del amor. Al contrario, pensaba en cosas de la soledad, que era lo que lo motivó a conocer a aquella persona.. además de intereses socio-económicos, quizás. Aunque lo cierto era que él también era ya estéril; nunca había hijos con su mujer anterior, ni los tendría a menos que fuera alguien adoptado para proseguir con su puesto de Barón del Sacro Imperio Romano Germánico.
Paró con los pensamientos sinuosos. Ella no necesitaba saber nada de ello, y con lo que ella dijo sería una perfecta excusa para nunca hacerle proposiciones indecorosas en el matrimonio.
Otra cosa alteró finalmente su locución; ella era más parecida a Kassidi de lo que pensaba. Cual si fuera una obra macabra del destino, ¿Dios? Todo le empujaba su pasado hacia la cara, y recordaba y pensaba lo mucho que había amado a aquella mujer. ¿Ella lo recordará cómo? ¿Cómo se sentiría si se enterase que contraería nupcias de nuevo? Quizás ya la haya decepcionado suficiente en vida, ignorándola y poniendo en pos su trabajo antes que dedicarle tiempo y compañía a una chica que se sentía sola y enferma, y que comenzó a extrañar en serio hasta que ya no estaba. Esa penumbra finalmente interpretó en sus ojos salados como una humedad ardiente y profana, que disimuló tomando un pañuelo y estornudando. Los recuerdos pesaban como una cruz, y adormecían su corazón hacia estímulos externos. Pero, ¿Qué era? ¿Entonces por qué le daba tanta importancia a alguien que acababa de conocer? O es que si la conocía, pero no pensaba. Quizás su esposa finalmente volvió a su vida en diferente cuerpo. Debía casarse con ella, eso era un hecho inexorable, pero recordarlo finalmente le dio paz, y volvió a la misma actitud serena t grata con la que recibía visitantes y políticos en su morada.
-Usted me recuerda mucho a mi primera esposa, sabe. Así es... alguna vez estuve casado; sin embargo ahora soy viudo, ella pereció en un accidente terrible. Terrible en verdad... -
No quería comprometerse a hablar de más, así que prosiguió
- Ella era un poco enfermiza al principio también. Su pasatiempo preferido era leer por horas, hacía música y me gustaba escucharla con mucha atención. Con el tiempo he ido perdiendo esa costumbre, pero me será muy agradable si pudiese usted ser tan amable de mostrarme un poco de su música, eso me llenaría de alegría. Ya tengo un piano, en otra habitación, pero si usted es como lo era su dueña seguramente le parecerá más cómodo que lo lleve a su habitación, de esa manera podrá expresarse con privacidad y no tendrá que subir y bajar escalones cada vez que quiera tocar un poco de música.
Lo que yo cazo solo son animales sin razonamiento alguno, Melanya
- Sentíase raro por mencionar a su prometida con su propio nombre, como si fuera un compromiso más, pero empezaba a creerse a si mismo que no era así
- Así que no se preocupe, no soy el tipo de personas que asesinan a un ser inocente para colgar su cabeza cual trofeo en la estancia de mi casa. Eso me parece muy desagradable. Simplemente cumplo con mi propósito intrínseco de limpiar la maldad que existe en todo lugar. - Sobre todo dentro de si mismo -
Si siente la necesidad de pedir cualquier cosa, no repare en decírmelo y haré que se lo den.-
Y le mostró una sonrisa, luego de la pauta; difícil de hacer, pero ya estaba acostumbrado a fingirse caras para que las personas no vean su interior. Era político.
Pero por alguna razón, esa persona precavida y con la que comenzaba a hablar, le daba una sensación de paz y confort.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
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Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
De pronto, el barón comentó que le recordaba a su primera esposa. Por ende, no hacia falta poseer una gran inteligencia sobrenatural para comprender que era viudo. Al parecer la mujer pereció en un accidente que él calificó como terrible. No pude evitar pensar que dicho accidente estaba relacionado con criaturas sobrenaturales y lo más seguro es que no me equivocaba. Suspiré sin decir nada. No sabía qué decir, ¿debería darle el pésame? ¿sería acorde? Quizás ni se amaban y estaría fuera de hogar... la otra duda que me preocupaba era si aquellas palabras eran buenas para mi, ¿en que sentido me parecía? ¿en el mal sentido? ¿en el buen sentido? ¿físicamente? ¿psicológicamente? Cuantas preguntas rondabane por mi cabeza, pero por surte no tuve que hablar ni preguntar nada al respuecto pues el propio barón prosiguió con su monólogo.
Comentó que su muerta esposa era enfermiza como yo y debido a ello se pasaba horas deborando libro tras libro pues le encantaba leer más cuando se cansaba de aquello tocaba el piano cosa que agradaba al barón. Sin embargo, había perdido el interés en aquello, pero si le otorgaba un poco de la música que yo sabía hacer, eso le alegraría.
Explicó que tenía un piano en otra habitación, pero creía que probablemente desearía llevarmelo a mi habitación, para poder tocar con en privacidad, como su difunta esposa hacia más eso me evitara subir y bajar escaleras. Lo cierto es que era una sugerencia muy deseada por mi parte. Normalmente tenía el piano en mi cuarto y tocaba solamente aquel, pero lo cierto es que en el salón, donde estaban todos los invitados teníamos otro piano donde debía tocar siempre que venía algún compañero de negocios de mi padre o alguna persona de alta alcurnia, pero por otra parte, sería una tortura estar siempre encerrada en la misma habitación hasta que anochezca... pero por otra parte lo más seguro es que el sol entraba en aquella habitación y no podría alcanzar a tocarlo así que lo más seguro es que sería mejor pedir que lo transportara hacia mi cuarto.
-Por ahora podría estar en el cuarto en el que está – Le comuniqué – Pues ya que estaré todo el día encerrada en una habitación oscura sin poder salir a la luz del sol al menos podría tener por pasatiempo pasearme por su hogar, si no le importa – Dije pensativa – Aunque quizás sería peligroso para mi y debería de aceptar su propuesta.
Con respecto al tipo de animales a los que cazaba el hombre se limitó a decir que cazaba animales sin razonamiento alguno. Decidí que no debía decir nada más para no meter la pata con el tema y dejar en evidencia mi peculiar raza, más el barón había mencionado mi nombre lo que me obligaba a pensar que probablemente era un tema que no debía de ser tocado jamás. Sin embargo, prosiguió explicandome las razones de su cacería. Me daba la impresión de que era un hombre falto de comunicación y que realmente necesitaba compañía con la que hablar y que probablemente le entienda. No sabría decir si podría entenderle, pero al menos podía fingir que lo hacia.
El hombre me afirmaba que no debía de que preocuparme pues no era el tipo de personas que asesinaba a simples inocentes para luego aladear de ello pues creía que aquello era fuertemente desagradable. Lo único que él deseaba solo limpiar de maldad al mundo, sobretodo la que dentro de él habitaba. Le miré extrañada pues no comprendía del todo esa afirmación.
-No se preocupe pues probablemente pocas personas existan con el mal que yo tengo en el interior mi señor – Mencioné sin saber muy buen el porqué, pues me estaba prácticamente delatando. A este paso me moriría en breve aunque ya estaba muerta... hoy estaba pensando demasiado.
Por otra parte, ¿Existían cazadores que cazaban a los suyos propios? No lo creía... de todos modos no quería decir ni preguntar nada al respecto.
-Espero no profanar el instrumento que tanta estíma tenía su esposa – Le dije al esposo – No soy muy dada a las actuaciones publicas, aunque frecuentaba tocar para los amigos de mi padre, pero no era algo que me agradaba en demasía. Sin embargo, si realmente desea escucharme tocar podría hacer un esfuerzo...
Comentó que su muerta esposa era enfermiza como yo y debido a ello se pasaba horas deborando libro tras libro pues le encantaba leer más cuando se cansaba de aquello tocaba el piano cosa que agradaba al barón. Sin embargo, había perdido el interés en aquello, pero si le otorgaba un poco de la música que yo sabía hacer, eso le alegraría.
Explicó que tenía un piano en otra habitación, pero creía que probablemente desearía llevarmelo a mi habitación, para poder tocar con en privacidad, como su difunta esposa hacia más eso me evitara subir y bajar escaleras. Lo cierto es que era una sugerencia muy deseada por mi parte. Normalmente tenía el piano en mi cuarto y tocaba solamente aquel, pero lo cierto es que en el salón, donde estaban todos los invitados teníamos otro piano donde debía tocar siempre que venía algún compañero de negocios de mi padre o alguna persona de alta alcurnia, pero por otra parte, sería una tortura estar siempre encerrada en la misma habitación hasta que anochezca... pero por otra parte lo más seguro es que el sol entraba en aquella habitación y no podría alcanzar a tocarlo así que lo más seguro es que sería mejor pedir que lo transportara hacia mi cuarto.
-Por ahora podría estar en el cuarto en el que está – Le comuniqué – Pues ya que estaré todo el día encerrada en una habitación oscura sin poder salir a la luz del sol al menos podría tener por pasatiempo pasearme por su hogar, si no le importa – Dije pensativa – Aunque quizás sería peligroso para mi y debería de aceptar su propuesta.
Con respecto al tipo de animales a los que cazaba el hombre se limitó a decir que cazaba animales sin razonamiento alguno. Decidí que no debía decir nada más para no meter la pata con el tema y dejar en evidencia mi peculiar raza, más el barón había mencionado mi nombre lo que me obligaba a pensar que probablemente era un tema que no debía de ser tocado jamás. Sin embargo, prosiguió explicandome las razones de su cacería. Me daba la impresión de que era un hombre falto de comunicación y que realmente necesitaba compañía con la que hablar y que probablemente le entienda. No sabría decir si podría entenderle, pero al menos podía fingir que lo hacia.
El hombre me afirmaba que no debía de que preocuparme pues no era el tipo de personas que asesinaba a simples inocentes para luego aladear de ello pues creía que aquello era fuertemente desagradable. Lo único que él deseaba solo limpiar de maldad al mundo, sobretodo la que dentro de él habitaba. Le miré extrañada pues no comprendía del todo esa afirmación.
-No se preocupe pues probablemente pocas personas existan con el mal que yo tengo en el interior mi señor – Mencioné sin saber muy buen el porqué, pues me estaba prácticamente delatando. A este paso me moriría en breve aunque ya estaba muerta... hoy estaba pensando demasiado.
Por otra parte, ¿Existían cazadores que cazaban a los suyos propios? No lo creía... de todos modos no quería decir ni preguntar nada al respecto.
-Espero no profanar el instrumento que tanta estíma tenía su esposa – Le dije al esposo – No soy muy dada a las actuaciones publicas, aunque frecuentaba tocar para los amigos de mi padre, pero no era algo que me agradaba en demasía. Sin embargo, si realmente desea escucharme tocar podría hacer un esfuerzo...
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Aquella chica comenzaba a hacer algunos comentarios un poco fuera de lugar. No entendía la mayor parte de lo que decía, sin embargo concluyó que había sido una persona, igual que él y que su difunta esposa, que tenía un mundo totalmente diferente dentro de su cabeza.
¿Qué era? sus ojos celestes parecían soñadores, como si apenas prestara un poco de atención a todo lo que había dicho hasta ahora. Que si era callada, de eso no había duda alguna. Pero no supo si era algún modismo, una costumbre, si se sentía nerviosa, si era su forma de ser con todas las personas o lo que sea. ¿Era discreción?
Parecía como si repitiese palabra por palabra lo que él mismo acababa de decir, por si necesitase asegurarse que lo había entendido. Quizás así durara el doble lo que tuvieran que decirse el uno al otro. Se la había pasado hablando de si mismo, acerca de su posición social, sus actividades con las que obtenía la redención de su alma, e incluso le ofreció ya una de las habitaciones mejor costeadas, y que mejor que con algún instrumento musical, por si amase la música como Kass lo hizo. Aún así, no le pareció que se la pasase hablando se si mismo; después de todo, era un hombre moderno y estaba de acuerdo en escuchar lo que sea que aquella chica tenía que decirle a él.
- Siento que me he pasado la noche entera hablando sólo acerca de mi mismo. Quisiera, si no le molesta, que me contara ahora cosas sobre usted, además de la enfermedad que desafortunadamente la acongoje. ¿Es usted alérgica a algún tipo de sustancia? Por si se presenta algún día la necesidad en que tenga que suministrarle algún medicamento.¿Qué es de usted, hablando de relaciones sociales, el joven con el que tuve el placer de hacer todos los arreglos, con el propósito de las venideras nupcias? ¿Es pariente suyo, o quizá un amigo muy cercano? -
Le interesaba todas esas cosas, pues, ahora tendría que conocer todo de ella. Caray, le interesaba hasta si tenía alguna dieta especial, debido a su enfermedad.
-Si usted tiene una exigencia particular para comer, no se preocupe, tengo a varios chefs profesionales que se encargarán de servirle lo que usted pida, así que no tema ser bastante específica con lo que desea. -
Le miraba de forma incierta, pero tratando que no fuera cómodo si pudiera contestar todas aquellas preguntas sobre ella misma.
¿Qué era? sus ojos celestes parecían soñadores, como si apenas prestara un poco de atención a todo lo que había dicho hasta ahora. Que si era callada, de eso no había duda alguna. Pero no supo si era algún modismo, una costumbre, si se sentía nerviosa, si era su forma de ser con todas las personas o lo que sea. ¿Era discreción?
Parecía como si repitiese palabra por palabra lo que él mismo acababa de decir, por si necesitase asegurarse que lo había entendido. Quizás así durara el doble lo que tuvieran que decirse el uno al otro. Se la había pasado hablando de si mismo, acerca de su posición social, sus actividades con las que obtenía la redención de su alma, e incluso le ofreció ya una de las habitaciones mejor costeadas, y que mejor que con algún instrumento musical, por si amase la música como Kass lo hizo. Aún así, no le pareció que se la pasase hablando se si mismo; después de todo, era un hombre moderno y estaba de acuerdo en escuchar lo que sea que aquella chica tenía que decirle a él.
- Siento que me he pasado la noche entera hablando sólo acerca de mi mismo. Quisiera, si no le molesta, que me contara ahora cosas sobre usted, además de la enfermedad que desafortunadamente la acongoje. ¿Es usted alérgica a algún tipo de sustancia? Por si se presenta algún día la necesidad en que tenga que suministrarle algún medicamento.¿Qué es de usted, hablando de relaciones sociales, el joven con el que tuve el placer de hacer todos los arreglos, con el propósito de las venideras nupcias? ¿Es pariente suyo, o quizá un amigo muy cercano? -
Le interesaba todas esas cosas, pues, ahora tendría que conocer todo de ella. Caray, le interesaba hasta si tenía alguna dieta especial, debido a su enfermedad.
-Si usted tiene una exigencia particular para comer, no se preocupe, tengo a varios chefs profesionales que se encargarán de servirle lo que usted pida, así que no tema ser bastante específica con lo que desea. -
Le miraba de forma incierta, pero tratando que no fuera cómodo si pudiera contestar todas aquellas preguntas sobre ella misma.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
El hombre se dio cuenta de pronto que no paraba de hablar de si mismo, más no me importaba en lo absoluto, así no debía proporcionar información de mi persona y podía evitar meter la pata para que el cazador descubriera mi verdadera naturaleza y diera fin a mi vida pues a decir verdad no acababa de comprender si me veía como a alguien pacífico o a un ser despiadado dispuesto a matar multitudes por propia diversión y sin compasión alguna.
A pesar de que estaba dispuesta a escucharle toda la noche si hacia falta, el hombre mostró interés en conocerme mejor. Era algo lógico puesto que si iba a casarse conmigo, al menos debería saber lo más mínimo de su esposa... aunque tenía entendido que no siempre era así, que muchos se casaban y morían tras muchos años de vida conjunta siendo unos extraños el uno para el otro, era ciertamente curioso que este hombre no se rigiera por esas mismas normas, más quizás sus raices alemanas no le permitían hacer algo así... ¡¡que curiosa era la gente alemana al igual que su idioma!!
No pude evitar esbozar una sonrisa curiosa al escuchar las preguntas que mi futuro esposo me hizo. Eran bastante peculiares, como si quisiera mi pleno bienestar en su casa. Era cierto que alguna de sus preguntas me preocupaba como las referentes a la medicina, pero supuse que siendo una muerta viviente, diera lo que me diera, esa substancia no iba a matarme.
-No mi señor – Le comenté – No soy alergica a ninguna sustancia ni comida. De eso Dios me había librado solo otorgandome la imposibilidad de salir a la luz solar, más jamás antes me habían subministrado medicina alguna. Tenía entendido que dicha enfermedad no tenía cura alguna, más usted debe de saber más sobre el tema pues es su profesión.
La pregunta con respecto a quien era Maks para mi me resultó muy curiosa. Pensaba que mi propio primo le habría específicado que relación tenía conmigo. Aquello me infundió la necesidad de preguntar como fueron exactamente los procesos en los que Maks me asignó como esposa al hombre que tenía en frente, pero decidí abstenerme de preguntar aquello.
-Maks – Decidí nombrarle por su nombre, desconocía si el hombre sabía siquiera el nombre de mi primo – Es pariente de mi difunta madre, que en paz descanse. En concreto es mi primo materno. No tuvimos mucha oportunidad de relacionarnos pues cuando él era pequeño se tuvo que mudar a París por causas que desconozco.
Con cada pregunta que el barón me hacía, más gracia causaban en mi persona, ¿exigencias especiales con referente a la comida? Analizando mis preferencias gustativas, podía afirmar que comía de todo. Nunca me negaba a ninguna comida, aceptaba todo lo que me ofrecían y debido a que no padecía alergia alguna a la comida, cosa curiosa teniendo en cuenta lo enfermiza que llegué a ser a lo largo de mi vida, no tuve que seguir ninguna dieta específica.
-Lo cierto es que puede ofrecerme la comida que quiera – Le confesé – Siempre he comido todo lo que me ofrecían, más mi padre era ciertamente conservador en ese sentido y no dejaba que comiera nada extravagante o fuera de las costumbres degustativas rusas... por lo que si gusta puede ofrecerme comida de su país natal que a juzgar por mi paladar poco refinado, puedo comer de todo y me gusta.
Me di cuenta que estaba hablando demasiado e instintivamente me tapé la boca con ambas manos. Siempre que lo hacia mi padre o las nodrizas me reñían pues eso se atribuía a un comportamiento infantil e inmaduro, pero yo no podía dejar aquella estúpida manía...
Por otra parte, no tenía nada de malo hablar tanto, ¿no? Él me había proporcionado mucha información de si mismo, por ende, yo debía de hacer lo mismo, ¿no? En señal de respeto por lo menos.
-Lamento si he hablado demasiado, creí que era lo adecuado – Me disculpe – No tengo mucha fama de parlanchina, pero siempre que me preguntan tengo la necesidad de justificarme o explicarme en toda plenitud para que no quede ninguna duda de lo que hago, hice o probablemente haré.
A pesar de que estaba dispuesta a escucharle toda la noche si hacia falta, el hombre mostró interés en conocerme mejor. Era algo lógico puesto que si iba a casarse conmigo, al menos debería saber lo más mínimo de su esposa... aunque tenía entendido que no siempre era así, que muchos se casaban y morían tras muchos años de vida conjunta siendo unos extraños el uno para el otro, era ciertamente curioso que este hombre no se rigiera por esas mismas normas, más quizás sus raices alemanas no le permitían hacer algo así... ¡¡que curiosa era la gente alemana al igual que su idioma!!
No pude evitar esbozar una sonrisa curiosa al escuchar las preguntas que mi futuro esposo me hizo. Eran bastante peculiares, como si quisiera mi pleno bienestar en su casa. Era cierto que alguna de sus preguntas me preocupaba como las referentes a la medicina, pero supuse que siendo una muerta viviente, diera lo que me diera, esa substancia no iba a matarme.
-No mi señor – Le comenté – No soy alergica a ninguna sustancia ni comida. De eso Dios me había librado solo otorgandome la imposibilidad de salir a la luz solar, más jamás antes me habían subministrado medicina alguna. Tenía entendido que dicha enfermedad no tenía cura alguna, más usted debe de saber más sobre el tema pues es su profesión.
La pregunta con respecto a quien era Maks para mi me resultó muy curiosa. Pensaba que mi propio primo le habría específicado que relación tenía conmigo. Aquello me infundió la necesidad de preguntar como fueron exactamente los procesos en los que Maks me asignó como esposa al hombre que tenía en frente, pero decidí abstenerme de preguntar aquello.
-Maks – Decidí nombrarle por su nombre, desconocía si el hombre sabía siquiera el nombre de mi primo – Es pariente de mi difunta madre, que en paz descanse. En concreto es mi primo materno. No tuvimos mucha oportunidad de relacionarnos pues cuando él era pequeño se tuvo que mudar a París por causas que desconozco.
Con cada pregunta que el barón me hacía, más gracia causaban en mi persona, ¿exigencias especiales con referente a la comida? Analizando mis preferencias gustativas, podía afirmar que comía de todo. Nunca me negaba a ninguna comida, aceptaba todo lo que me ofrecían y debido a que no padecía alergia alguna a la comida, cosa curiosa teniendo en cuenta lo enfermiza que llegué a ser a lo largo de mi vida, no tuve que seguir ninguna dieta específica.
-Lo cierto es que puede ofrecerme la comida que quiera – Le confesé – Siempre he comido todo lo que me ofrecían, más mi padre era ciertamente conservador en ese sentido y no dejaba que comiera nada extravagante o fuera de las costumbres degustativas rusas... por lo que si gusta puede ofrecerme comida de su país natal que a juzgar por mi paladar poco refinado, puedo comer de todo y me gusta.
Me di cuenta que estaba hablando demasiado e instintivamente me tapé la boca con ambas manos. Siempre que lo hacia mi padre o las nodrizas me reñían pues eso se atribuía a un comportamiento infantil e inmaduro, pero yo no podía dejar aquella estúpida manía...
Por otra parte, no tenía nada de malo hablar tanto, ¿no? Él me había proporcionado mucha información de si mismo, por ende, yo debía de hacer lo mismo, ¿no? En señal de respeto por lo menos.
-Lamento si he hablado demasiado, creí que era lo adecuado – Me disculpe – No tengo mucha fama de parlanchina, pero siempre que me preguntan tengo la necesidad de justificarme o explicarme en toda plenitud para que no quede ninguna duda de lo que hago, hice o probablemente haré.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 217
Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Había escuchado en silencio todo lo que tenía para decirle. Quedó fascinado con la facilidad con la que su prometida empezó a hablar, sentirse un poco más en confianza con su compañía. Era algo difícil de ver, pues la mayoría de las mujeres son muy sumisas, y apenas responden una pregunta con lo más indispensable con menoscabo en los detalles. Pero ella, Melanya, parecía ser de carácter más bien extrovertido y porque no, un poco soñador por su manera de hablar.
- No se preocupe, a mi me gusta escucharle hablar. Después de todo, no dentro de mucho tiempo será mi esposa, y quiero aprender cosas sobre usted para intentar hacerla feliz -
Dijo soltando por vez tercera desde su llegada una sonrisa. La primera fue al verla entrar al vestíbulo por debajo del dintel de la puerta principal, la segunda al escuchar la forma tan imaginativa y llena de sueño de hablar, y finalmente la tercera para intentar hacerle sentir más agusto. Esperó no ser muy precipitado; estaba ya muy acostumbrado a sonreír y estrechar manos a desconocidos cuyos ni siquiera conocía sus aficiones, sus vicios o lamentos, pero lo hacía para quedar bien. Pero con ella iba a ser diferente, pues le preocupaba realmente su bienestar. ¿Era muy precipitado para demostrar afecto? Quizás, pero nada se podía hacer para remediar. Él había perdido la cualidad de tratar con personas ajenas a la política y a su propia mujer, y como no tenía intención alguna de firmar un armisticio con Melanya, alguna parte suya quiso involucrarse con la joven como si fuera la parte que le hacía a su psique para volver a ser feliz. Con ella.
- Mire la hora; es ya de noche y no quisiera que nos la pasemos en el mismo lugar toda la noche. Por favor, acompáñeme a degustar algún bocadillo de pan y vino, que esta noche quiero celebrar. Quiero dar gracias a Dios por darme una segunda oportunidad para ser feliz, y de esa manera, hacer oficial la proposición que tengo para usted. Quizás suene como un formalismo más, pero dada la altura de las circunstancias, me parece lo mejor.
Señorita Melanya, hágame el favor de acompañarme a otra habitación para probar alimento. Luego de ello podrá ir a la cama si lo prefiere, mi mozo le mostrará el camino, y mañana en la mañana me encargaré personalmente de darle un paseo por los recintos del lugar. Estoy convencido que habrá cosas que le parecerá interesantes y dignas de ver, como la caballeriza, y mis dos fieles corceles pura sangre que estarán ansiosos por conocerla. ¿Le gusta la equitación? Que pena, me he soltado a parlotear de nuevo. Por favor, prosigamos -
Y ofreció su brazo deprisa, para escoltarla hacia otro recinto, donde la cena estaba ya puesta sobre la mesa, y por encima de sus narices se olisqueaba un aroma dulce y calientito, como cuando el pan recién sale de los hornos.
- No se preocupe, a mi me gusta escucharle hablar. Después de todo, no dentro de mucho tiempo será mi esposa, y quiero aprender cosas sobre usted para intentar hacerla feliz -
Dijo soltando por vez tercera desde su llegada una sonrisa. La primera fue al verla entrar al vestíbulo por debajo del dintel de la puerta principal, la segunda al escuchar la forma tan imaginativa y llena de sueño de hablar, y finalmente la tercera para intentar hacerle sentir más agusto. Esperó no ser muy precipitado; estaba ya muy acostumbrado a sonreír y estrechar manos a desconocidos cuyos ni siquiera conocía sus aficiones, sus vicios o lamentos, pero lo hacía para quedar bien. Pero con ella iba a ser diferente, pues le preocupaba realmente su bienestar. ¿Era muy precipitado para demostrar afecto? Quizás, pero nada se podía hacer para remediar. Él había perdido la cualidad de tratar con personas ajenas a la política y a su propia mujer, y como no tenía intención alguna de firmar un armisticio con Melanya, alguna parte suya quiso involucrarse con la joven como si fuera la parte que le hacía a su psique para volver a ser feliz. Con ella.
- Mire la hora; es ya de noche y no quisiera que nos la pasemos en el mismo lugar toda la noche. Por favor, acompáñeme a degustar algún bocadillo de pan y vino, que esta noche quiero celebrar. Quiero dar gracias a Dios por darme una segunda oportunidad para ser feliz, y de esa manera, hacer oficial la proposición que tengo para usted. Quizás suene como un formalismo más, pero dada la altura de las circunstancias, me parece lo mejor.
Señorita Melanya, hágame el favor de acompañarme a otra habitación para probar alimento. Luego de ello podrá ir a la cama si lo prefiere, mi mozo le mostrará el camino, y mañana en la mañana me encargaré personalmente de darle un paseo por los recintos del lugar. Estoy convencido que habrá cosas que le parecerá interesantes y dignas de ver, como la caballeriza, y mis dos fieles corceles pura sangre que estarán ansiosos por conocerla. ¿Le gusta la equitación? Que pena, me he soltado a parlotear de nuevo. Por favor, prosigamos -
Y ofreció su brazo deprisa, para escoltarla hacia otro recinto, donde la cena estaba ya puesta sobre la mesa, y por encima de sus narices se olisqueaba un aroma dulce y calientito, como cuando el pan recién sale de los hornos.
Niklaüs Landa- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Una nueva vida [Priv. Niklaüs Landa]
Sentí un grato alibio al descubrir que no había irritado a mi futuro esposo con mi labia. Mis nodrizas siempre me decían una y otra vez que debía ser discreta que las mujeres debían permanecer calladas, que no se debían meter en los asuntos ajenos y que debían hablar solo lo justo y necesario y cuando su esposo se lo pedía. Esbocé una pequeña sonrisa más bien complice cuando me comentó que intentaría hacerme feliz puesto que ambos sabíamos que solo lo decía por educación.
Repentinamente, el hombre comentó que a juzgar por la hora y el largo viaje que había tenido probablemente me encontaba con hambre y que lo mejor sería tomar algun tentenpié, y así de paso aprovechábamos para movernos a otro cuarto. Debía admitir que su discurso me conmovió en cierto modo pues no siempre te dicen que dan gracias a Dios por haber permitido que entrara en su vida, y menos a mi que más bien siempre me decían lo contrario. Sin embargo, no sabría decir si lo decía porque realmente sentía algo por mi persona, o porque simplemente había encontrado a alguien con quien compartir su soledad. De todos modos, no importaba pues no había otra salida.
Acepté el brazo que me ofrecía mientras escuchaba como me comentaba que durante el tentepié iba a formalizar nuestro matrimonio. Lo encontraba correcto, pues en cuanto antes lo hagamos, más rápido recibiría mi padre el dinero que tanto anhelaba con mi boda.
-Sería muy amable si realmente mañana encuentra tiempo libre para dedicarlo a mi persona. El único inconveniente reside en el hecho de que no podrá ser por la mañana debido a mi enfermedad. Espero que eso no sea un incordio – Le comenté – Por otro lado, seguro que estaré encantada de ver los corceles que me menciona puesto que soy una gran amante de los animales a pesar de que no he podido tener otros a parte de caballos con los que únicamente aprendí a montar y aquello se ha convertido en un hobbie ahora.
Seguimos con nuestro camino hasta otra habitación, algo más grande que la anterior, donde estaba puesta la mesa con diferentes comidas y mucho vino. Creo que mi faceta de abstenerse en beber alcohol era, por lo menos, extaña en París... o por lo menos era algo desconocido para mi futuro esposo pues ya van dos veces que el vino se presenta como aperitivo.
-¿Le importa que yo beba agua? - Le pregunté tímidamente – Con un vaso de agua tengo suficiente.
Me di cuenta de pronto que al acabar la comida deberíamos retirarnos a dormir, más yo por las noches era el único momento del día en que podía moverme libremente sin temor a morir por los rayos del sol. Repetí varias veces como debería de formular la pregunta con respecto a qué me era permitido hacer de noche pero por muchas versiones que formara en mi cabeza, más sospechosas me resultaban.
-Tengo una duda con respecto a mis posibilidades – Le comenté con cuidado – Como que me es imposible salir de día, por lo que en su gran mayoría estaré más bien en mi cuarto para evitar problemas, ¿podré pasearme libremente de noche?
Repentinamente, el hombre comentó que a juzgar por la hora y el largo viaje que había tenido probablemente me encontaba con hambre y que lo mejor sería tomar algun tentenpié, y así de paso aprovechábamos para movernos a otro cuarto. Debía admitir que su discurso me conmovió en cierto modo pues no siempre te dicen que dan gracias a Dios por haber permitido que entrara en su vida, y menos a mi que más bien siempre me decían lo contrario. Sin embargo, no sabría decir si lo decía porque realmente sentía algo por mi persona, o porque simplemente había encontrado a alguien con quien compartir su soledad. De todos modos, no importaba pues no había otra salida.
Acepté el brazo que me ofrecía mientras escuchaba como me comentaba que durante el tentepié iba a formalizar nuestro matrimonio. Lo encontraba correcto, pues en cuanto antes lo hagamos, más rápido recibiría mi padre el dinero que tanto anhelaba con mi boda.
-Sería muy amable si realmente mañana encuentra tiempo libre para dedicarlo a mi persona. El único inconveniente reside en el hecho de que no podrá ser por la mañana debido a mi enfermedad. Espero que eso no sea un incordio – Le comenté – Por otro lado, seguro que estaré encantada de ver los corceles que me menciona puesto que soy una gran amante de los animales a pesar de que no he podido tener otros a parte de caballos con los que únicamente aprendí a montar y aquello se ha convertido en un hobbie ahora.
Seguimos con nuestro camino hasta otra habitación, algo más grande que la anterior, donde estaba puesta la mesa con diferentes comidas y mucho vino. Creo que mi faceta de abstenerse en beber alcohol era, por lo menos, extaña en París... o por lo menos era algo desconocido para mi futuro esposo pues ya van dos veces que el vino se presenta como aperitivo.
-¿Le importa que yo beba agua? - Le pregunté tímidamente – Con un vaso de agua tengo suficiente.
Me di cuenta de pronto que al acabar la comida deberíamos retirarnos a dormir, más yo por las noches era el único momento del día en que podía moverme libremente sin temor a morir por los rayos del sol. Repetí varias veces como debería de formular la pregunta con respecto a qué me era permitido hacer de noche pero por muchas versiones que formara en mi cabeza, más sospechosas me resultaban.
-Tengo una duda con respecto a mis posibilidades – Le comenté con cuidado – Como que me es imposible salir de día, por lo que en su gran mayoría estaré más bien en mi cuarto para evitar problemas, ¿podré pasearme libremente de noche?
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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