|| Sangre de Inocentes || [Privado]

El sol dejaba caer suavemente sus cálidos rayos sobre toda la ciudad Parisina, era un viernes de lo mas ordinario, era un día precioso según mis empleadas, que durante un buen rato me insistieron en salir a pasear y aprovechar de aquella belleza que la naturaleza y, según ellas, Dios nos regalaba. Yo solo les sonreí de forma burlona y me negaba a sus consejos y no solo eso, les exigía que solo se limitaran a cumplir con sus labores domesticas y que dieran su opinión solo si yo se los pedía. Yo no podía exponerme mucho al sol, mi piel inmortal y blanca como la nieve, era débil ante el astro rey. Solo caminaba por las calles si las nubes lo cubrían todo o si la noche ya había caído sobre la ciudad, solo así. Mientras mantenía mi claustro entre los muros de una mansión en la zona residencial.

Hasta ahora se cumplen mas de dos meses desde que llegue a la ciudad después de medio solo de no visitarla, muchas cosas habían cambiando, donde ellos veían progreso yo encontraba decadencia, pero esa es la ilusión en la que los humanos viven o mejor la que quieren creer. Mi maestro me enseño que los mortales pueden creer lo que sea, menos la verdad. Y cuanta razón tiene. Mi vida excedía los dos siglos y aun que era joven en comparación a otros de mi clase, ya había descubierto muchos de los secretos de este mundo, como que los vampiros no somos los únicos monstruos que caminamos erguidos entre las multitudes, hay muchos que se mantienen en el anonimato viviendo una doble vida, con mascaras. Desde esos malditos perros que se creen a nuestra altura o los brujos que me han demostrado ser muy fuertes y personas en las que difícilmente se debe confiar. Me he topado con todo tipo de seres y en muchas ocasiones mi actitud voluble y arrogante los vuelve mis enemigos. En todas las culturas, en todas las ciudades están y cada día son mas, pero creo que sin nosotros, los seres d la oscuridad, este mundo sería muy aburrido.

Toda la tarde la pase sentado en el banquillo frente al piano en el estudio de mi hogar, tocando principalmente a Chpin y a Mozart que eran a los que mejor lograba interpretar. Mi enorme gusto por las artes se lo debo a mi madre, que me enseño que el arte no es otra cosa si no una hermosa enfermedad. Cuando me asome por la ventana, en el cielo se lograba apreciar un lienzo de varios colores, de un lado los rojos, bronces y ocre que destellaban cediendo su lugar en el firmamento a los azules, violetas y negros. Sonreí para mi y decidí prepararme para otra noche en el centro de la ciudad, hasta ahora se estaba convirtiendo en mi lugar preferido, nunca se sabe lo que se puede encontrar ahí. Me arregle como era costumbre y debido para un caballero de mi clase, pantalones negros, una camisa de seda blanca y un abrigo corto de color marrón, ademas de un pañuelo en mi cuello y pecho de color negro. Salí de la mansión y las manecillas del reloj apenas marcaban las 8. El cochero que me servia me ayudo ya que le pedí queme llevara a la mejor taberna de la ciudad, no quería la mas exclusiva, si no donde el ambiente fuera el mas propicio para la diversión. Después de unos minutos llegamos a donde él sugirió.

El lugar no era para nada elegante, pero aun así estaba lleno de personajes de toda clase, Entre con mi postura gallarda y elegante, camine hasta la barra y mire al cantinero-Una botella de ginebra-Dije y mire todo el lugar, el ambiente te envolvía desde que ponías un pie sobre la madera del suelo. Veamos que me puede ofrecer la noche y este lugar.

París, solo te deje cincuenta años y has cambiado mucho, pero tu esencia enigmática sigue aquí, en cada calle, en todas las personas, en el perfume que seduce los corazones de todos, siempre seras esa ciudad con la que sueñan los poetas, la musa de los pintores y la locura de los compositores. Desde los bosques que la rodean, los barrios bajos donde la gente muere de hambre hasta los lujosos palacios son la mezcla perfecta que crean un lugar tan mágico que hierbe la sangre. Si pudiera dejaría pasar mi inmortalidad en este lugar, buscando en cada esquina una historia nueva, descubriendo nuevas caras, tratando de encontrar ese que se me quito cuando me convertí en esto.

El lugar en el que estaba era muy ruidoso, era difícil escuchar lo que otros decían con claridad, el ambiente era inundado por el humo blanco de los cigarrillos que se consumían entre los dedos de casi todos los presentes, la música era mala, lo mas seguro era que nuestro interprete había caído bajo los efectos de un ron barato y ahora confundía las notas que pretendía, los maderos del suelo era constantemente golpeados por los tacones de las muchas mujeres que danzaban en lo que parecía ser una pequeña pista de baile, pero mas bien parecía que luchaban contra su ebriedad para no caer al suelo, logre vislumbrar a un hombre que lloraba amargamente en una de las mesas del fondo, como lo dije era difícil distinguir los sonido que salían de los labios de alguna persona, ni mis sentidos super desarrollados lograban encontrar el mensaje que ese hombre lanzaba a sus adentros. Otros caían dormidos y sus cabezas se impactaban con fuerza contra las mesas, mujeres vendían sus caricias o sus cuerpos por unas cuantas monedas y las mas decadentes por un trago, pero no todo era tan bochornoso, había otros que como yo perecían muy normales...por ahora.

Le dí la espalda a la barra y así obtuve una mejor visión sobre todo el lugar, no era muy grande pero estaba lleno, recargue mis codos sobre la barra y espere a que mi pedido llegara, mientras eso pasaba decidí seguir con mi inspección sobre los presentes. Mis ojos color miel pasaron lentamente de izquierda a derecha, buscaba por si había algo interesante ya fuera en alguna de las sillas o en la pista o en la puerta. Al terminar mi minucioso estudio solo detecte cuatro cosas que llamaron mi atención, un elegante hombre que miraba a un chica, el sujeto parecía insistente y su vestir era mas refinado que el mio, tal vez un millonario en busca de diversión autentica, otra fue la mujer a la que él miraba, una joven que parecía nerviosa, se asustaba solo de sentir como otros pasaban junto a ella, era muy joven para haber venido a tomar un trago, otra fue un hombre muy cerca a mi que tenía un gesto frío y severo, suspire al descubrí algo mas sobre su identidad, era uno de esos inquisidores, personajes que se podría decir son los peores enemigos de mi raza y de otros, trate de ignorarlo y seguir con la cuarta que llamo mi atención, una mujer rubia que caminaba hacía mi.

Ella camino hasta mi y yo le seguí con la mirada, la observaba serio ya que no la conocía y su actitud era la de dirigirse a mi y así lo hizo, me mantuve tranquilo al escuchar sus primeras palabras y estaba por decirle que se equivocaba pero que igual le invitaba una copa, pero fue cuando me hablo mas de cerca sobre un tema que ya tenía contemplado. Le sonreí con cierta malicia-Lo siento mi amor, pero este lugar me pareció mas divertido, solo míralo, o ¿no estas de acuerdo?-Le dije para disimular mientras le guiñaba el ojos-Yo me encargo-Le dije al oído. Posé mi diestra sobre su costado y suavemente la hice aun lado, di solo tres pasos hasta el hombre que de inmediato me miro. Fue cuando nuestras miradas se cruzaron que mis ojos claros tomaron un tono carmesí intenso, fue solo un destello, menos de un segundo, ahora estaba bajo mi control. Era una de mis habilidades, la mas desarrollada y practicada-Vete-Le dije y sin mas el hombre tomo su abrigo y camino hacia la puerta, este poder resultaba mas efectivo sobre los humanos que sobre cualquier otro ser, los mortales tienen débiles mentes que son mas maleables, con los otros me cuesta mucho mas trabajo. El inquisidor se iría sin saber por que lo hizo, lo vería como una decisión que el tomo bajo su propia voluntad. Sonreí satisfecho al verlo partir, si volvía ya pensaría en algo.

Regrese a donde estaba la mujer y vi que mi botella ya estaba en la barra-Tranquila, lo mas posible es que ya no vuelva y podemos pasar una noche tranquila-Tenía que usar un tono mas fuerte para que me escuchara con claridad. Me serví el alcohol en uno de los vasos-¿Puedo invitarle algo?-Con una seña le indique al cantinero que deseaba otro vaso, la mire esperando su respuesta y de un solo trago termine con el ginebra que me había servido. -Debo agradecerte por alertarme, pero si notó quien era ese hombre es por que usted no es solo una simple mujer ¿verdad?-Aun no era muy hábil leyendo el aura de los otros. Pero bueno, al menos por el momento tendríamos un respiro.

Una vez mas mis poderes no me dejaban mal, el hombre aquel se fue sin mas, eso malditos inquisidores, ellos y su Dios crucificado, se sienten con el poder suficiente para dictar sobre todos los seres de la tierra y mas que leyes intentan imponer una orden , creen que pueden poner en tela de juicio la cordura de los otros, pero yo me pregunto: ¿Quien pone en tela de juicio la cordura de su Dios?. Me había enfrentado a ellos en el pasado, no son de los que se dejen encontrar, son como sombras de la noche, no son fuertes, después de todo son simples humanos, pero cuentan con armas que son capaces de hacerle frente hasta el mas experimentado vampiro o al mas fiero de los licantropos.

Mire a la muer que me agradecía con una sonrisa, de cabellos dorados y piel tan blanca como la mía, de inmediato su imagen me cautivo y ahora trataría de conocerla y de que me acompañara esta noche, pero claro con ella no usaría mis poderes. Note que ella miraba con insistencia a uno de los puntos en la taberna, seguí la trayectoria de su mirada y me encontré con aquella joven de ropaje humilde que yacía sentada en uno de los extremos. La mujer frente a mi dijo que tenía por encargo una tarea que debía realizar, ahora comprendía que tenía que ver con aquella chica de mirada perdida y temblorosa. En su gesto se leía la desaprobación ante la joven, era completamente diferentes, la chica parecía que exhalaba el miedo acumulado en su interior mientras que la otra era segura y con una mirada decidida, su presencia era como la de cualquiera pero no lo era.

Esperaba que ella tomara del licor pero espero a que el hombre de la barra regresara con mi vaso, lo llene con el alcohol y con una leve seña de la mano donde sostenía la copa le ofrecí un brindis sin decir ni una sola palabra. De inmediato el vaso se perfilo a mis labios y el ginebra entro a mi boca, se deslizo por mi garganta y su efecto era mínimo ante mi condición, apenas y sentí un leve ardor recorriendo mi pecho. De golpe termine mi trago, en mi rostro se coloreo una sonrisa satisfecha y con la punta de la lengua relamí muy sutilmente mis labios para deleitarme del sabor que en ellos se había impregnado.-Seguro tu tarea no te llevara mas de unos minutos y por lo que veo la joven que te espera esta impaciente-La música se detuvo lentamente para cambiar de pieza-Cuando termines puedes volver y ayudarme a terminarme esto-Señale la botella.

Mi pregunta al parecer no le agrado mucho, lo note en su mirada y en como hablo después. Tal vez no fue correcto que lo hiciera, pero yo me limitaba a ver lo que sucedía a nuestro alrededor, los hombres y mujer con dificultad se mantenían en pie, si lograban escuchar algo se les olvidaría con el siguiente trago y si por algún motivo algo mas se empeñaba en arruinar mi noche usaría los métodos que poseo para deshacerme de la interrupción o de las molestias, ella tenía que relajarse también, actuando con misterio era mas fácil llamar la atención de aquellos de quienes huimos. Mire el lugar a donde ella me invitaba a seguirla, me encogí de hombros y fui tras ella, la mesa se encontraba distante a los demás, muy cerca de una salida, cruzando esa puerta daríamos con los callejones que son lo mas parecido a un laberinto-Lamento si mi pregunta te molesto o fue poco acertada al momento y lugar-Me disculpe con ella y llegamos hasta la mesa. Me adelante y le ofrecí el asiento, me senté frente a ella y deje la botella sobre la mesa-Ahora si podrás contestarme ¿no?-El ruido era menos desde esa mesa-Por cierto me llamo Julián-Le sonreí después de presentarme con la rubia.